España. Dosier: El turismo.
Índice:
Introducción.
El empleo y la actividad económica en el sector turístico.
Las ventajas competitivas del sector turístico.
Los problemas del sector turístico.
Los objetivos de la política turística.
Las principales zonas turísticas.
La situación actual del turismo.
Desde la cima de 2019 a la crisis de la pandemia en 2020-2021.
Dosier: El alquiler turístico de viviendas.
Cartel oficial de promoción turística de España, con diseño de Joan Miró.
Introducción.
El turismo es una actividad fundamental en la economía española, por su aportación en empleo, producción de servicios (el 11% del PIB en 2011 y el 12% en 2019) y entrada de divisas, por lo que su estudio es un tema destacado en las programaciones didácticas.
En cursos anteriores veíamos que es la actividad de viaje y estancia en un lugar distinto al habitual de residencia. Puede ser turismo interior (de los propios nacionales) y exterior (de nacionales de otros países), dirigido al propio país (lo que supone entrada de divisas) o a otro país (lo que implica una salida de divisas y por lo tanto de riqueza). Hay además numerosos tipos, entre los que destacan el de verano o el de invierno, el de sol y playa o el cultural, el deportivo o el sanitario.
Historia del turismo español.
El turismo en España goza de una larga trayectoria. Ya en el siglo XIX el país formaba parte de los circuitos internacionales en lo que se llamaba el tour de formación de la burguesía y la aristocracia occidentales, junto a otros destinos más importantes como París, Suiza o Italia. Ejemplos de ello son la estancia del estadounidense Washington Irving en Granada en 1829 o la de Chopin y George Sand en Mallorca en 1838. Fue una actividad muy pequeña, aunque creciente, hasta principios del siglo XX, cuando la mejora del transporte y del nivel de vida permitió un aumento sostenido del turismo extranjero hacia Barcelona, Madrid, Sevilla o Palma de Mallorca, donde en los años 1900-1930 se construyeron importantes hoteles, al tiempo que la burguesía española comenzaba a viajar a las grandes ciudades, San Sebastián, Santander o Mallorca.
La Depresión de los años 30, la Guerra Civil española de 1936-1939 y la II Guerra Mundial de 1939-1945 paralizó ese primer desarrollo, hasta que desde mediados de los años 1950 se vivió un boom turístico, debido al crecimiento económico europeo, la mejora del nivel de vida de la clase trabajadora con más salarios y vacaciones pagadas, y la mejora de la red hotelera y de transporte de España.
Los años 1960-1973 fueron extraordinarios, pues se desarrollaron muchas zonas turísticas en la costa mediterránea: Costa Brava, Costa del Sol, Mallorca, Ibiza... y las islas Canarias (con un clima muy estable todo el año). Se crearon los embriones de las grandes empresas hoteleras actuales, la mayoría enraizadas en Mallorca (Sol Meliá, Barceló, Riu, Fluxà, Iberhotel...), hasta que llegó la crisis del petróleo en 1974 y este primer contratiempo paró el crecimiento desenfrenado que había destruido gran parte del litoral de dichas zonas, y favoreció un aumento más lento y planificado a largo plazo, así como una diversificación de las empresas hacia otras zonas españolas y sobre todo hacia el exterior, donde hoy los hoteleros españoles en general y los mallorquines en particular son conocidos como empresarios del más alto nivel mundial, con capital y conocimiento del negocio.
Las sucesivas crisis económicas han afectado al turismo, pero se ha demostrado que este es una necesidad social básica, y que por lo tanto sufre mucho menos las crisis que otros sectores. Es pues un sector anticíclico, que mantiene un relativo vigor en lo peor y que anuncia la recuperación. El notable comportamiento del turismo durante la crisis iniciada en 2007 y su sólida recuperación hasta que llegó la siguiente crisis, por la pandemia de 2020, confirma esta teoría.
El empleo y la actividad económica en el sector turístico.
En España trabajan aproximadamente dos millones de personas en el sector turístico, con tendencia a la estabilidad porque, aunque suben la demanda y la oferta hotelera, la inversión en tecnología reduce la necesidad de mano de obra.
La diversidad de actividades económicas relacionadas con el turismo fecunda casi todos los sectores económicos, especialmente el de servicios.
Las ventajas competitivas del sector turístico español.
Los principales factores positivos que han contribuido a la enorme expansión del sector turístico son:
- El clima mediterráneo, que proporciona calor y pocas lluvias en verano, la temporada más importante.
- El atractivo de las playas mediterráneas, así como de las ciudades y pueblos, con una interesante oferta en patrimonio histórico-artístico, cultura o gastronomía.
- La cercanía de España a los mercados emisores europeos.
- La calidad de la oferta hotelera y de servicios, con muy competitivos precios de los
hoteles de sol y playa, y de los hoteles urbanos.
- El prestigio de España como un país con seguridad ciudadana, buenas comunicaciones, paz laboral y sistema sanitario eficiente.
- La inestabilidad política por los
conflictos que a menudo han afectado a otros destinos competidores del Mediterráneo, como ocurre actualmente en Argelia, Egipto, Túnez o Turquía.
Los problemas del sector turístico español.
Entre los problemas destacan:
- El sector turístico exterior está muy
controlado por grandes “tour operadores” extranjeros, muchos de ellos
británicas, que contratan los viajes y las plazas hoteleras, lo que reduce la
rentabilidad para España.
- La elevada estacionalidad, porque la
mayoría de los turistas concentran su estancia en España durante los meses de
la estación de verano, lo que provoca un exceso de presión veraniega sobre los servicios públicos de transporte, agua, electricidad y otros, y por contra una infrautilización de las instalaciones
hoteleras y los citados servicios públicos durante el resto del año.
Los objetivos de la política turística española.
Los objetivos para mantener el
liderazgo turístico español en el futuro son:
- España debe atraer a
turistas de elevado nivel económico que gasten más dinero durante su estancia.
- Hay que preparar mejor al personal de las empresas hoteleras y de la oferta complementaria en cuestiones como idiomas, atención y otros pormenores de los servicios.
- Hay que fomentar la competencia en el sector servicios a fin de ajustar los precios a la calidad del servicio y ser así más competitivos.
- Es necesario que se creen empresas
españolas tour operadores para arrebatar este negocio a las compañías
extranjeras.
- Es necesario cuidar al máximo nuestro
patrimonio artístico y nuestros espacios naturales para ofrecer la máxima calidad
y atraer así a un mayor número de visitantes.
- Hay que potenciar los viajes organizados en invierno por el INSERSO para los jubilados españoles, y negociar convenios similares con otros países.
El editorial Hay que mejorar la oferta turística [“El País” Negocios 1.444 (7-VII-2013)] reclama la tantas veces postergada reforma planificada del sector turístico, clave en la economía española:
‹‹España es una de las principales potencias en la industria turística global. Por número de visitantes extranjeros y por ingresos se encuentra entre las tres economías líderes en el mercado mundial. El peso específico que representa en el PIB de la economía española está en torno al 11%, superior al que tienen en Estados Unidos o en Francia. Es el mejor exponente, aunque no el único, de la creciente terciarización de la economía española. Su comportamiento reciente es inequívocamente favorable, porque está fortaleciendo la contribución al crecimiento del conjunto de las exportaciones de bienes y servicios. Desde el punto de vista de entradas y de ingresos, el año pasado ha sido uno de los mejores de la historia.
Los últimos datos, correspondientes a mayo, a pesar del débil comportamiento del inicio del año, apoyan la presunción de que el año en curso volverá a ser muy bueno en entradas e ingresos. En realidad, los 5,8 millones de turistas extranjeros registrados y el crecimiento de los ingresos en ese mes son los mejores contabilizados en un mes de mayo de los últimos diez años. En los cinco primeros meses de 2013 las llegadas superan a las apuntadas el año pasado en un 4%, una variación similar a la registrada en el gasto medio por turista.
No puede pasarse por alto la influencia que en esos favorables registros y los que previsiblemente veamos en lo que queda de año han tenido las tensiones existentes en destinos considerados competitivos con los nuestros. Los problemas en Turquía o Egipto son algunos representativos, como antes lo fueron otros que favorecieron el desvío de flujos de turistas a las playas españolas. Complementario de ese aumento de las entradas son los signos que empiezan a observarse de recuperación de las adquisiciones de viviendas en el litoral español por compradores extranjeros.
Esas buenas señales en un sector esencial de nuestra economía no deberían invitar a la complacencia, retrasando las necesarias mejoras en la calidad de la oferta y, en todo caso, la necesaria diversificación de la misma, desde el todavía dominante binomio sol y playa. Este último es vulnerable a la competencia de destinos más baratos y menos masificados, susceptibles de ofrecer además atractivos adicionales a la combinación de buen clima y playas. No es de ningún modo un asunto nuevo, pero la mejora de la oferta, haciéndola menos dependiente de variaciones de precios internos o externos, procurando ser menos extensiva y más atractiva a las rentas más elevadas y más exigentes con la calidad del entorno, es una prioridad desde hace años. Se trata de cambiar visitas que dejan pocos ingresos y erosionan infraestructuras y el medio ambiente, por aquellas otras que, aunque menos numerosas, gasten más y gasten mejor. Que extiendan su demanda a otros atributos de la oferta turística y de ocio que puede poner en valor la geografía, la historia y la cultura española. Mejoras tales son necesarias no solo para captar flujos crecientes de turistas extranjeros que no acudirán mayoritariamente a las playas, como los asiáticos, sino también para reducir su excesiva estacionalidad. Empresas y Administraciones harían bien en concretar cuanto antes planes de diversificación y de mejora de la calidad de la oferta.››
Las principales zonas turísticas de España.
Mapa de principales zonas turísticas de España en 2000-2005. En 2013 no hay cambios significativos.
Las principales zonas turísticas
son: islas Baleares, Cataluña (especialmente Barcelona y Costa Brava),
Andalucía (especialmente Costa del Sol), islas Canarias y Alicante, la mayoría
de cuyos turistas buscan sol y playa.
-. El litoral mediterráneo. Se
desarrolla gracias a la construcción de la autopista del Mediterráneo y los
trenes rápidos. Se divide en varios sectores, en orden de norte a sur: Costa
Brava (Gerona y Barcelona), Costa Dorada (Tarragona), Costa del Azahar
(Castellón y Valencia), Costa Blanca (Alicante), Costa Cálida (Murcia - Mar
Menor), Costa de Almería, Costa de Granada, Costa del Sol (Málaga) y Costa de
la Luz (Cádiz y Huelva).
Hotel de playa en Mallorca.
Hotel rural en Mallorca.
Playa de S'Arenal en Mallorca.
Cala de Cala Varques, en la costa este de Mallorca.
Turismo náutico en Cala Pi, en la costa de Mallorca.
Fachada marítima de Palma de Mallorca, con el Palacio de la Almudaina y la Catedral.
-. Los archipiélagos de Baleares y
Canarias. Sus comunicaciones aéreas se han perfeccionado mediante la
construcción de modernos aeropuertos en Palma, Ibiza, Mahón, Las Palmas y
Tenerife.
-. La cornisa cantábrica-atlántica. Su
importancia turística es menor. Solo destacan las rías gallegas y Santiago de
Compostela, con un turismo sobre todo nacional.
-. En el interior destacan las
ciudades de Madrid, Andalucía (Sevilla, Córdoba y Granada) y la Meseta (Toledo,
León, Burgos, Salamanca), que son receptoras de turistas atraídos por la
riqueza monumental y cultural.
-. El turismo de invierno está concentrado en
la corta temporada invernal entre diciembre y marzo, con una punta entre el 22
de diciembre y el 6 de enero. La atracción principal es el esquí y el
senderismo, es mayoritariamente nacional y de alto nivel económico. Destacan
las estaciones de esquí de Baqueira-Beret (Lleida), Sierra Nevada (Granada) y
Cerler (Huesca).
La situación actual del turismo en España. [*Antes de la crisis de la pandemia de 2020].
España es la segunda potencia turística mundial, casi a la par de EE UU y Francia, y recibe de media más del 6% de los turistas que viajan por el mundo y más del 12% de los turistas que viajan por Europa.
El turismo se divide aproximadamente en dos mitades numéricas, el nacional y el extranjero.
El turismo de nacionalidad española, con cerca de 50 millones de turistas que viajan en su mayoría por territorio español y una parte significativa por el extranjero, sufre fuertes fluctuaciones según la situación económica del país. La crisis económica actual ha afectado duramente tanto al movimiento interior como a las salidas al exterior, reduciendo el número de visitantes, el tiempo de estancia y el gasto individual. Este descenso afecta sobre todo a los subsectores de turismo rural, los pueblos de regiones del interior y los cámpings (dos de cada tres usuarios son españoles). Los españoles concentran sus viajes turísticos en España en los fines de semana, los puentes (un concepto desconocido en muchos países y que significa que se enlaza una fiesta dentro de la semana con el fin de semana) y en cortos periodos vacacionales, por lo que el turismo nacional es mucho menos estacional que el extranjero.
En cambio, aguanta mucho mejor el turismo extranjero, demostrando que el turismo es una actividad anticíclica, que soporta mucho mejor que otras las crisis. En 2012 visitaron España 57,7 millones de turistas internacionales, un aumento respecto a los 56,9 millones de 2011 y 52,6 millones de 2010, y con aumentos de gasto significativos (un 8,1% entre 2011 y 2010). En 2013 se espera alcanzar los 58 millones, por debajo del récord de 2007, establecido en 58,6 millones, que se prevé recuperar cuando se estabilice la situación económica europea. Entre 2011 y 2010 las visitas se incrementaron sobre todo en Canarias (18,4%) y Baleares (10,4%), y en 2012-2013 estas regiones y Cataluña encabezan el ranking de subidas.
Con respecto a la procedencia de los turistas que llegan a España, más del 90% son europeos, con los primeros puestos ocupados históricamente por Francia, Alemania y Reino Unido. En los últimos años han aumentado notablemente los mercados de Rusia, EE UU y países asiáticos.
El turismo representó en 2011 un 11% del PIB y en 2012 probablemente el 11,2%, y el saldo
neto de ingresos y gastos cubrió cerca del 80% del déficit comercial.
El 75% de los turistas llega por vía aérea, lo que implica la necesidad de mantener y mejorar las infraestructuras aeroportuarias.
En los últimos años han crecido mucho los subsectores de cruceros, turismo deportivo y turismo rural, y se mantiene el vigor del turismo de sol y playa, beneficiado por la competencia de precios bajos y las mejoras en el urbanismo de las zonas y en la oferta complementaria. Algunas ciudades muy emblemáticas, como Barcelona, siguen creciendo, pero otras padecen un acusado descenso de las visitas y el gasto, como le ocurre a Madrid.
Además cambian los hábitos de los consumidores, atentos a las ofertas de última hora de las compañías aéreas, los hoteles y apartahoteles, así como cada vez más interesados en los apartamentos privados, menos regulados y más baratos, pero que apenas tienen empleados turísticos, aunque sí aportan gasto turístico (alimentación y otros servicios). Se calcula que en 2012 casi un 70% de los turistas extranjeros vinieron sin paquete turístico, porque habían gestionado de manera individual su viaje y estancia.
Delgado, en Todo nuevo bajo el mismo sol [“El País” (25-X-2015) / http://economia.elpais.com/economia] resume la evolución del turismo entre 1985 y 2014:
‹‹“El sol y
la playa son imprescindibles, pero ahora se exige algo más. España ha de
consolidar la posición de liderazgo que ostenta y desarrollarla, pero es
necesario recoger las nuevas tendencias”. Esta frase podría haberla pronunciado
esta semana un experto del sector turístico, de la Secretaría de Estado o de
alguna de las patronales del sector. En realidad, apareció en el primer
reportaje que el suplemento Negocios dedicó al turismo. En aquel momento España
ya era una potencia turística, pero los
retos que se citaban hace tres décadas (ampliar su oferta más allá de las
costas, diversificar su público y desestacionalizar las visitas) eran los
mismos que siguen en el horizonte. ¿Lleva el sector todos estos años debatiendo
sobre lo mismo?
“Probablemente yo era uno de los que ya comentaba
estos mismos problemas”, recuerda entre risas José Luis Zoreda. Es el
vicepresidente de Exceltur, asociación de grandes empresas del sector. En los
ochenta estaba vinculado al grupo Meliá. ¿Por qué hace tres décadas que los
retos sobre la mesa persisten? “Quizá el enorme éxito de la demanda turística
en España ha llevado a postergar un poco la necesidad de reinventarse”, señala.
La oferta turística, apunta, ha mejorado y el sector se ha profesionalizado.
Pero los turistas han seguido llegando y eso frenó cambios radicales que sí
fueron necesarios en sectores como el naval. “El turismo no ha estado nunca al
borde del precipicio”, razona.
España recibió el año pasado 65 millones de viajeros extranjeros.
Las llegadas se han más que duplicado en tres décadas. En cuanto a volumen, han
sido tres décadas increíbles. Zoreda cree, sin embargo, que los noventa fueron
la época dorada del sector en España. No llegaban tantos extranjeros como ahora
(entonces las cifras rondaban los 40 millones), pero la relación entre llegadas
y beneficios era superior. En esos años la competencia casi no existía. Países
como Egipto, Turquía o Túnez, que ahora también comercializan paquetes de sol y
playa, no hacían sombra a España. La oferta de alojamiento española era menor,
porque la burbuja inmobiliaria no se había hinchado todavía, por lo que los
porcentajes de ocupación eran elevados. Y cuando aparecieron los primeros
signos de debilidad de la demanda, el entonces ministro de Comercio y Turismo,
Javier Gómez Navarro, lanzó un plan para revitalizar el sector con buena
acogida. “La iniciativa privada es la base. Pero el liderazgo público es
importante. Yo creo que entonces lo había. En otras épocas, lo hemos echado de
menos”, opina Zoreda.
“Tengo que decir que, salvo honrosas excepciones, los
políticos han tomado al turismo como una María, la asignatura en la que no
había que esforzarse porque funcionaba sola y siempre obteníamos buenas
notas... Y esto ha sido una pena porque los problemas actuales, aunque
agravados por las limitaciones económicas y presupuestarias, provienen
básicamente de la misma raíz: la falta de visión a largo plazo y la
consiguiente ausencia de planificación y regulación atendiendo a su carácter
estratégico”, señala Gabriel Escarrer. A sus 85 años es el presidente de Meliá
Hotels International, la cadena que fundó en 1956. Comenzó con un hotel en
Palma de Mallorca y hoy su grupo gestiona 350 establecimientos en 35 países.
Escarrer ha visto cambios enormes. “Pero si tuviera que priorizar, creo que
Internet es lo que más en profundidad ha transformado a la industria turística
española, y hoy sigue induciendo un cambio y una evolución constante”, cree.
Los alemanes, suecos y británicos descubrieron las
playas españolas en los sesenta y se enamoraron. La costa sigue a rebosar
también en el siglo XXI. Pero por en medio, una revolución se fue fraguando.
“Hace 30 años la gente se arreglaba si iba a coger un avión. Era todo un
acontecimiento. En tres décadas hemos vivido una democratización de los
viajes”, señala Ricard Santomà, director de la Escuela Turime Sant Ignaci,
vinculada a la Universidad Ramón Llull.
“España ha hecho dos cosas por Europa: socializar la
moda y las vacaciones”, dice Antonio Catalán. Fue el creador de la cadena NH,
que abandonó a finales de los noventa para fundar AC Hoteles, grupo que hoy
comparte con el gigante estadounidense Marriott. “Sin el modelo español, muchos
alemanes nunca hubieran veraneado en la playa”, señala. Sin embargo, Catalán
cree que el modelo oculta un error: “A España le sigue faltando precio”. Dice
que no siempre fue así y que en los noventa, en comparación con el coste de la
vida, los hoteles eran más caros. Pero la burbuja inmobiliaria y el crédito
metieron a los hoteles en una guerra de precios, de la que no han salido. “En
España se malvende a veces lo mejor que tenemos”, critica.
Estas tres décadas los hitos se han encadenado: la
entrada en la UE y en el espacio Schengen facilitó todavía más la llegada de
extranjeros; el euro, la explosión de las aerolíneas de bajo coste, la
expansión de los cruceros, del turismo de negocios y la incorporación de países
emergentes a las vacaciones en el extranjero han ido transformando España como
destino turístico. Y, sobre todo, Internet ha supuesto el revolcón definitivo
para las empresas, que han tenido que vivir la transición desde unos tiempos en
los que los touroperadores llenaban los hoteles hasta la actualidad, en la que
la crítica anónima de un holandés en una página web puede arruinar la
reputación de un hotel.
¿Tienen hueco las agencias de viaje cuando en Internet
está todo al alcance de un click? Rafael Gallego, presidente de la
confederación CEAV, cree que tienen asegurados, al menos, otros 30 años de
vida. Reconoce que Internet, y sobre todo la crisis, les ha puesto las cosas
más difíciles. Antes los extranjeros que llegaban a las playas acudían a los
agentes de viajes incluso para cambiar sus divisas. Todas las vacaciones de los
españoles pasaban obligatoriamente por una oficina. Ahora es solo una opción.
“Sobreviviremos. Hay quien dice que con la especialización. Yo creo que con la
especialización más básica de todas: el servicio esmerado y personalizado al
cliente”, cree Gallego. En España, recuerda, hay todavía cerca de 9.500 puntos
de venta.
“Todavía persisten debates como la dependencia del sol
y playa, pero se ha avanzado. Sí se han logrado desestacionalizar bastante las
visitas. Ciudades como Madrid y Barcelona reciben ahora turistas todo el año”,
recuerda Ricard Santomà. “Hoy hay más calidad en los establecimientos
turísticos que hace 30 años. Ha habido renovación y se ha profesionalizado”,
comenta Miguel Mirones, presidente del Instituto para la calidad Turística
Española. “La planta hotelera de España es la mejor de Europa. No es ningún
mito”, considera. Reconoce que el sol y playa sigue siendo “el tractor” que
tira. “Pero se ha desarrollado mucha oferta complementaria. Segmentos como el
del turismo cultural, por ejemplo, ha crecido gracias al trabajo y la
coordinación de las administraciones y el sector”, dice Mirones.
La forma de promocionar España también ha cambiado
mucho en 30 años. Tourspain, el instituto de promoción estatal, ha sustituido
las campañas masivas y la asistencia a varios centenares de ferias por mensajes
en redes sociales adaptados por nacionalidad y perfiles con miles de seguidores
en Facebook, Twitter e Instagram. El pabellón español sigue presente en ferias
y encuentros, pero solo en 50 citas anuales clave.
“En los ochenta es cuando se profesionalizaron las
campañas y se hicieron masivas”, explica Rafael Chamorro, subdirector general
de Marketing Exterior del Turismo. El eslogan que permanece grabado a fuego en
la mente de los españoles fue el que se explotó hacia los 50, ese “Spain is
different”. “Quizá porque se usó más de 20 años”, dice Chamorro. El lema
oficial ahora es “I need Spain”.
Lleva en activo desde 2010. “Las campañas se mantienen al menos cinco o siete
años. Hace falta tiempo para que calen”, recuerda. Lo que ha permanecido
invariable desde los 80 es el gran símbolo del turismo español: el sol de Miró.
La marca, formada por un sol, una estrella y letras de España que el artista
diseñó para el Mundial del 82, fue el último gran regalo que Miró hizo a España
en 1984 antes de morir. Nació acompañando un eslogan: “Todo bajo el sol”. Es
uno de los símbolos de márketing más reconocidos del mundo y aún aparece en
carteles, folletos y webs oficiales de turismo. Sigue vigente, porque el sol,
30 años después, marca todavía el ritmo al que baila el turismo en España.››
Desde la cima de 2019 a la crisis de la pandemia en 2020-2021.
En
2019 el turismo fue el 12% del PIB y ocupó 2,7 millones de trabajadores, el
13,4% del empleo total, con una creación de 93.500 empleos netos ese 2019, y
500.000 en 2010-2019, lo que convierte al sector en la principal palanca de
empleo para recuperar el perdido en la crisis de 2008. Recibió 83,7 millones de
turistas extranjeros, con un gasto de 92.000 millones de euros, que
repercutieron no solo en los tres subsectores turísticos fundamentales de la
hostelería, la restauración y el transporte, sino también en la cultura, el
comercio y otros servicios indirectos.
La crisis del turismo por la pandemia, iniciada en el segundo trimestre de 2020 , fue muy dura. El número de turistas extranjeros cayó desde el máximo de 83,5 millones en 2019 a solo 18,9 millones en 2020 y se recuperó parcialmente a 31,1 millones en 2021. Los ingresos por turismo extranjero bajaron desde el máximo de 91.912 millones de euros en 2019, a solo 19.740 millones en 2020 y remontaron a 33.000 millones en 2021. El único subsector que resistió sin graves penurias ha sido el agroturismo, por el aumento de los visitantes que decidieron aislarse en un entorno natural poco masificado.
El
sector necesita un plan de medidas de apoyo durante la crisis. Entre las propuestas destacan las de corto plazo y algunas que han de ser permanentes:
-Aumentar
los créditos del ICO a las empresas turísticas.
-Prorrogar
los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).
-Reducir
los tipos del IVA hasta el 7% durante la duración de la crisis. Esta medida no se aplicó.
-Exonerar
temporalmente de las tasas turísticas.
-Impulsar
la demanda mediante una campaña de comunicación que destaque el esfuerzo y la
inversión del sector.
-Facilitar
la suscripción de seguros médicos de viajes para turistas internacionales.
-Mejorar
la conectividad aérea.
-Aumentar
la seguridad sanitaria.
-Mejorar
la calidad y diversidad de la oferta.
-Mejorar
la formación profesional y de los directivos.
-Aumentar
la seguridad personal contra la delincuencia.
-Favorecer
la digitalización.
-Favorecer
la sostenibilidad energética.
-Diversificar
los mercados de origen.
Dosier: El alquiler turístico de viviendas.
Los pisos turísticos en Madrid incrementan el precio de alquiler de las viviendas. “El País” vídeo (25-II-2018). 1:12. [https://www.youtube.com/watch?v=juvfCO9K0bU]
El editorial Drástica prohibición en Palma [“El País” (25-IV-2018)] resume la problemática del alquiler vacacional de viviendas en una ciudad media de España y el debate que ha suscitado, con intereses confrontados entre, por un lado los hoteleros, loso vecinos y los arrendatarios de viviendas y , y por el otro lado los consumidores de este servicio, los arrendadores y las empresas de intermediación del alquiler (multinacionales como Airbnb, Wimdu...):
‹‹La decisión del Ayuntamiento de Palma de prohibir el alquiler de pisos turísticos en la capital (se aprobará previsiblemente en el pleno de mañana) a partir de julio es una drástica respuesta a la presión que el alquiler turístico ejerce sobre la ciudad —extrapolable a otras ciudades de España, como Barcelona— y un reconocimiento de las dificultades de los Ayuntamientos para regular adecuadamente el fenómeno. En teoría, podrían haberse buscado soluciones más graduales, pero han pesado otras razones políticas y económicas. Una de ellas es la protesta vecinal por las alteraciones de la convivencia en zonas donde se acumulan los visitantes esporádicos; otra es el malestar de las empresas hoteleras. Entienden que las actividades sin control de plataformas como Airbnb y otras suponen competencia desleal, en términos de oferta y fiscalidad.
Sin una regulación adecuada, los pisos turísticos distorsionan gravemente el mercado inmobiliario. Encarecen los precios, restan oferta de alquiler para la demanda estable y sortean, al menos hasta el momento, la obligación fiscal. Ha costado una larga negociación y no pocos enfrentamientos conseguir que Airbnb acepte informar a Hacienda de los pagos y cobros de los alojamientos, algo que hacen con regularidad los establecimientos hoteleros. Para la ciudad de Palma, el alquiler turístico se había convertido en un problema sin control. En dos años, la oferta de este tipo de alojamientos había crecido en más del 50%, hasta llegar a las 20.000 viviendas (de las cuales solo unas 650 tenían licencia).
Los problemas generados por los pisos turísticos son muchos e innegables: los Ayuntamientos tienen el deber de preservar los equilibrios urbanos. Pero es dudoso que el modelo de prohibición total adoptado allí sea el recomendable. Pese a las dificultades administrativas y el coste económico de hacer cumplir las normas, es preferible un modelo de regulación exigente y riguroso a la prohibición sin más.››
Fuentes. Actualización en: Economía 3. España. Sector terciario. Turismo.*
Una de ellas es la protesta vecinal por las alteraciones de la convivencia en zonas donde se acumulan los visitantes esporádicos como en www.queverenz.com/europa/espana/titulcia/
ResponderEliminar