OP UD 37. DEBATE HISTORIOGRÁFICO SOBRE LA
REVOLUCIÓN FRANCESA.
INTRODUCCIÓN.
1. AUTORES
CONTEMPORÁNEOS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA.
1.1. DETRACTORES:
BARRUEL, MAISTRE, BONALD, BURKE.
1.2. DEFENSORES:
CONDORCET, BARNAVE, ROEDERER, STAËL, CONSTANT.
2. HISTORIADORES DE
LA RESTAURACIÓN: THIERS, THIERRY, GUIZOT, MIGNET, LAPONNERAYE.
3. TENDENCIA
ROMÁNTICA LIBERAL: LAMARTINE, MICHELET, CARLYLE.
4. TENDENCIA DE
SÍNTESIS: TOCQUEVILLE, QUINET.
5. LA REACCIÓN: DE
TAINE A SOREL, GAXOTTE.
6. EL IDEALISMO
ALEMÁN: KANT, FICHTE, HEGEL.
7. EL HISTORICISMO
ALEMÁN: SYBEL.
8. HISTORIOGRAFÍA
PROGRESISTA FRANCESA.
8.1. SIGLO XIX: LOUIS BLANC.
8.2. SIGLO XX. LA ESCUELA
ERUDITA: AULARD, SAGNAC, JAURÈS, MATHIEZ, LEFEBVRE.
9. HISTORIOGRAFÍA
MARXISTA.
9.1. SIGLO XIX: MARX
Y ENGELS.
9.2. SIGLO XX: LABROUSSE,
SOBOUL, RUDE Y HOBSBAWM, VOVELLE, GUÉRIN.
10. HISTORIOGRAFÍA
DE SÍNTESIS.
10.1. LAS
REVOLUCIONES ATLÁNTICAS: PALMER Y GODECHOT.
10.2. LA
HISTORIOGRAFÍA RECIENTE.
Una gran variedad
de autores.
FURET.
La influencia de
Furet y los debates historiográficos.
HIGONNET.
APÉNDICES: UNA BREVE
HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA.
INTRODUCCIÓN.
La Revolución
francesa ha tenido una extraordinaria transcendencia en la Europa contemporánea
y ha motivado una gran diversidad de interpretaciones sobre sus causas,
orígenes y evolución en fases, que muestran las influencias externas en la
labor de los historiadores. Tony Judt ha considerado con razón su debate historiográfico como el más importante de la historia contemporánea porque sus diferentes interpretaciones han sustentado las más importantes teorías históricas y políticas posteriores, tanto en el centro (Tocqueville), la izquierda (Marx) o la derecha (De Maistre).
La diversidad de
interpretaciones es un rasgo resaltado por muchos autores. Soboul vaticinó que
la historia de la Revolución nunca será acabada ni completamente escrita: cada
generación, a medida que se modifica la metodología histórica, plantea nuevas
preguntas y enfoques. Roland Barthes ha escrito que la Revolución Francesa fue
un acontecimiento escribible más que legible y su auténtica naturaleza
permanece velada para nosotros: todo lo que podemos hacer es interpretar lo que
sucedió. En suma, según Higonnet, no hay una lectura única, autorizada, consensuada.
En este tema no
he expuesto toda la enorme pléyade de autores que han tratado el tema con
extensión y novedad. Faltan multitud de historiadores alemanes, españoles,
italianos, británicos, estadounidenses... incluso franceses. He preferido
hacer una exposición basada en grupos, en corrientes historiográficas, para
evitar una inabarcable dispersión.
Un resumen.
Hay dos grandes líneas interpretativas de la Revolución francesa: el idealismo y el
materialismo histórico, cada línea con varias tendencias o corrientes.
Dentro de la línea idealista, hay numerosas tendencias. La ilustrada (Barnave, Madame de
Stäel...) valora la Revolución como un acontecimiento bienhechor, la
realización de la Razón. La corriente liberal (Guizot, Thiers, Mignet, Taine,
Tocqueville...) la valora también positivamente como el necesario triunfo
político de la burguesía y un paso en la realización de la razón y el progreso
de la Humanidad. La corriente romántica (Michelet) sólo añade a este juicio la
dimensión popular y nacional. Estas corrientes prosiguen hasta el siglo XX.
La línea materialista histórica (Marx, Engels, Jaurès, Labrousse, Soboul...) valora las
causas económicas y sociales, o sea, las relaciones de producción cuyas
contradicciones motivaron la Revolución. A finales del siglo XVIII el régimen de
propiedad, la organización de la agricultura y de la industria no correspondían
a las fuerzas productivas en pleno desarrollo y constituían obstáculos para la
plena producción. Marx y Engels escriben “Era necesario romper esas cadenas”.
En mi opinión, la
Revolución francesa fue la culminación de una de las dos vías abiertas para el
paso del feudalismo al capitalismo. Una reformista, constituida por la
Revolución inglesa y el proceso de reformas de los siglos siguientes. Otra
revolucionaria, la francesa, marcada por la ruptura violenta con las
instituciones políticas, económicas y sociales del Antiguo Régimen.
1. AUTORES
CONTEMPORÁNEOS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA.
La mayoría de los
autores contemporáneos retuvieron del proceso su vertiente tremendista:
incendios, terror, guillotina, y nos han transmitido relatos pasionales en los
que la indagación de los elementos desencadenantes no van más allá de la teoría
del complot.
1.1. DETRACTORES:
BARRUEL, MAISTRE, BONALD, BURKE.
BARRUEL.
El abad Augustin
Barruel (1741-1820), era una víctima de la Revolución y su tono apasionado
influiría en otros historiadores, defensores de los privilegios de la
aristocracia. Defiende la tesis conspiratoria, como también lo hizo Rivarol. En
sus Mémoires pour servir à l'histoire du Jacobinisme (1803)
expone:
- La Revolución es
resultado de un complot secreto de la masonería (jacobina), con el apoyo de los
ilustrados y del rey de Prusia.
- Aboga por la
aniquilación de los jacobinos para evitar la extensión del desastre.
MAISTRE.
Joseph de Maistre
(1753-1821), publicó Consideraciones sobre Francia (1796),
en la que se muestra como un tradicionalista legitimista, defensor de la
Monarquía de derecho divino y partidario de la casa de Saboya.
- La Revolución es
una prueba divina para fortalecer la monarquía.
- Su causa es la
difusión de libros prohibidos, que infeccionaron las mentes del pueblo.
- Los jacobinos son
el “Satán”, porque su obra descristianizadora y terrorista es demoníaca.
BONALD.
Louis de Bonald
(1754-1840). Emigrado entre 1791 y 1810, a su vuelta criticó los principios de la
Revolución francesa. Es un tradicionalista, defensor de la monarquía
autoritaria. Justificó el antisemitismo, la esclavitud y la vuelta a la
agricultura. Es el principal teórico de la contrarrevolución junto a De
Maistre.
- La causa de la
Revolución es la difusión de libros prohibidos, de ideas ilustradas y
liberales.
BURKE.
Edmund Burke
(1729-1797), parlamentario liberal británico y filósofo político, publica el
primer estudio científico sobre la Revolución, en Reflexiones sobre la Revolución
en Francia (noviembre de 1790), en las que compara y distingue entre
las revoluciones inglesa de 1688 y la francesa de 1789, se muestra como un
radical oponente al ideal revolucionario y llega a proponer una cruzada
antirrevolucionaria. Su obra giró completamente la opinión pública británica,
al principio favorable a la revolución (sobre todo los poetas románticos), e
influyó en muchos europeos, sobre todo cuando se confirmó su previsión de una
radicalización violenta en el Terror de 1793-1794.
- Admite su
importancia histórica: “Consideradas en conjunto las circunstancias, la
Revolución francesa es la más asombrosa que haya habido hasta ahora en el
mundo.”
- Defiende la
monarquía moderada y parlamentaria.
- Ataca las ideas de
la Ilustración, el individualismo y la igualdad, y a los dirigentes y las masas
de la Revolución.
- Aboga por unas
reformas, en un cambio necesario, pero gradual y natural dentro de los límites
de la estructura social y política existentes.
- Defiende la
propiedad privada de las tierras, por lo que se opone a las confiscaciones de
los bienes de la Iglesia, que a su juicio es un primer paso hacia la toma de
todos los bienes por los indigentes.
- Pronostica el fin
de la Revolución y la vuelta de la monarquía, porque aquella arruina a la
aristocracia y destruye la jerarquía de las clases sociales, que es de
institución divina.
1.2. DEFENSORES:
CONDORCET, BARNAVE, ROEDERER, STAËL, CONSTANT.
CONDORCET.
Nicolas de Caritat,
marqués de Condorcet (1743-1794), fue un aristócrata revolucionario; detenido
por los jacobinos, se suicidó en la prisión antes de ser ejecutado. Escribió el
Esbozo de un cuadro histórico del progreso del espíritu humano
(1793-1794). Con Destutt forma el grupo de los historiadores “ideólogos”, los
que creen que una ciencia de las ideas puede “prever los progresos de la
especie humana, dirigirlos y acelerarlos”. Por ello, es el mejor teórico del
mito del progreso del hombre, logrado mediante el desarrollo de la razón.
- Considera que la
Revolución Francesa es la etapa de mayor esplendor de las diez que ha vivido la
Humanidad.
BARNAVE.
Joseph Barnave
(1761-1793), un abogado, fue guillotinado durante el Terror (28 noviembre
1793), por ser un girondino moderado, partidario del pacto con la monarquía y
la nobleza. Escribió Introducción a la Revolución Francesa
(unas notas de 1792, publicadas con ese título en 1843), que influyó mucho en
los estudios posteriores (Tocqueville, Jaurès).
Su pensamiento
ilustrado se manifiesta en que cree en la teoría de Smith de los cuatro
estadios (sociedades cazadora-recolectora, pastoril, agrícola y mercantil), y
como Smith (que rechaza toda revolución) considera que la Revolución política
debe ser sólo una reforma que realizará el último estadio económico. En suma,
considera como la escuela histórica escocesa que cada sistema de producción
tiene un marco institucional y jurídico propio, que debe adaptarse a los
cambios económicos o será un obstáculo al progreso por lo que sería derribado
por la acción política.
Dado su pensamiento
burgués, no se preocupa por los problemas sociales de las clases populares de
la ciudad ni por los campesinos. Defiende una monarquía constitucional, pactada
entre los tres Estados, y los logros moderados de los primeros años, sin
necesidad de “violentas conmociones”.
- Presenta la
Revolución como el choque de grupos sociales calificados por su base económica.
- Enmarca la
Revolución dentro del espacio europeo y su época.
- Considera una
multiplicidad de factores que influyen: las condiciones sociales, el desarrollo
económico, la distribución de la riqueza, la debilidad de la monarquía y su
apoyo a las clases privilegiadas en perjuicio de la burguesía, el ejemplo de la
Revolución norteamericana y la crisis económica y financiera de Francia.
- Observa la
relación entre el creciente poder económico de la burguesía (“el pueblo”, el
Tercer Estado) —gracias
a la difusión del comercio y la industria— y su aspiración al poder político, frente a la
aristocracia terrateniente, que representa el pasado agrícola:
‹‹El reinado de la
aristocracia dura mientras el pueblo campesino continúa ignorando o
despreciando las artes, y mientras la propiedad de la tierra sigue siendo la
única riqueza (...) Desde el momento en que las artes [industriales] y el
comercio penetran en el pueblo y crean un nuevo medio de riqueza en beneficio
de la clase trabajadora, se prepara una revolución en las leyes políticas; una
nueva distribución de la riqueza produce una nueva distribución del poder. Lo
mismo que la posesión de las tierras ha elevado a la aristocracia, la propiedad
industrial eleva el poder del pueblo.››
Para que se realice
definitivamente el nuevo cambio económico debe triunfar primero una revolución
(en el sentido de reforma) política que levante los obstáculos jurídicos e
institucionales al progreso.
ROEDERER.
Pierre-Louis
Roederer (1754-1835), es autor de El espíritu de la revolución de 1789
(escrito en 1815, publicado en 1831). Es un ilustrado, como Barnave, que
también explica el carácter de lucha de clases de la revolución.
- El enriquecimiento
de la burguesía la convirtió en la clase social dominante, por lo que debía
reivindicar su papel legítimo en lo político.
- Considera que la
revolución fue necesaria por la negativa de las clases privilegiadas a
compartir el poder con los “hombres libres y propietarios”, los burgueses de la
ciudad y del campo.
MADAME DE STAËL.
Madame de Staël
(1766-1817), hija del ministro Necker, esposa del emnajador sueco Staël, al
principio fue partidaria de la Revolución, pero huyó en 1792 y se opuso a
Napoleón. En Consideraciones sobre los
principales acontecimientos de la Revolución Francesa (1818) expone:
- La revolución se
debió al enriquecimiento de la burguesía durante el siglo XVIII y su aspiración a
tomar el poder.
- Defiende una
República moderada.
- Defiende a las
clases populares, oprimidas por los impuestos y las cargas para la
aristocracia.
- El absolutismo
provocó la degeneración moral y el Terror fue la consecuencia.
CONSTANT.
Benjamin Constant
(1767-1830), también conocido como amante de Staël, colaboró primero con Napoleón y luego se apartó
de este. En De
la force du government actuel de la France... (1796), sigue las ideas
republicanas moderadas de Staël:
- Propone construir una
república burguesa, con un parlamentarismo de tipo inglés.
2. HISTORIADORES DE LA
RESTAURACIÓN: THIERS, THIERRY, GUIZOT, MIGNET, LAPONNERAYE.
Thiers, Thierry,
Guizot, Mignet y Laponneraye representan una tendencia liberal-burguesa
(continuada por Michelet y Taine) que en el periodo 1820-1839 defiende los
logros sociales de la Revolución pero no justifica el radicalismo del Terror.
Varios son políticos y periodistas de renombre, cuyas obras históricas alcanzan
un gran éxito editorial.
THIERS.
Adolphe Thiers (1797-1877) es
autor de la inmensa Histoire de la Révolution Française
(1823-1827), en 10 tomos. Políticamente fue un liberal burgués toda su vida: fue un opositor al
rey absolutista Carlos X, ministro y primer ministro con Luis Felipe,
firme monárquico orleanista durante el II Imperio y republicano en 1870, fue el
primer presidente de la III República y aplastó la revolución de la Comuna de
París.
- Utiliza el método
de basarse en la documentación y en la encuesta oral a los supervivientes.
- Critica con dureza
los abusos de la monarquía absolutista y defiende los logros burgueses de la
Revolución, pero no justifica el radicalismo del Terror.
THIERRY.
Augustin Thierry
(1795-1856), en sus Cartas sobre la historia de Francia
(una recopilación de artículos) critica la historia francesa tradicional (de
los reyes), escrita al servicio del Antiguo Régimen. Se debe escribir una nueva
historia, burguesa, “la historia del pueblo”. Pero no llegó a escribir su
historia del Tercer Estado hasta la Revolución.
GUIZOT.
François Guizot
(1787-1874) fue un político importante y un historiador menor aunque fue el más
famoso del grupo. Fue ministro de Luis XVIII, sosteniendo ideas
monárquico-constitucionales y depuesto por los ultras en 1822, fue otra vez
ministro (con Thiers) de Luis Felipe, como representante de la alta burguesía.
Desde 1812 fue catedrático de Historia en la Sorbona y estudió las revoluciones
de Inglaterra y Francia. Entre sus obras destacan Historia de la revolución
en Inglaterra (1826-1827) y Histoire générale de la civilisation en
Europe (1828).
- Defiende los
logros burgueses de la Revolución, pero no justifica el radicalismo del Terror
(su padre fue guillotinado durante este).
- Rechaza la
República democrática de los girondinos.
- La originalidad de
la sociedad francesa, como de la sociedad inglesa, consistía esencialmente en
la existencia, entre el pueblo y la aristocracia, de una clase burguesa fuerte,
que lentamente había elaborado su ideología y creado los cuadros dirigentes de
una sociedad nueva, de la que 1789 había sido su consagración. La misma opinión
siguieron Taine y Tocqueville.
MIGNET.
François Mignet
(1796-1884) es un historiador liberal en la época de la Restauración. Pide una
Carta liberal a Carlos X. Escribe una Historia de la Revolución francesa
(1824).
- Es una historia
política, centrada en las asambleas y los partidos, con mucha documentación.
- La revolución es
una protesta legítima contra las tiranías y las limitaciones del Antiguo
Régimen.
- Era un movimiento
político desde la cumbre, promovido por las clases “respetables” de la nación
para corregir los agravios y reformar las instituciones anticuadas. “Cuando una
reforma se hace necesaria y ha llegado el momento de realizarla, nada puede
interponerse en su camino y todo favorece su progreso”.
LAPONNERAYE.
Albert Laponneraye
es el autor de Historia de la Revolución Francesa desde 1789 hasta 1814 (1838).
- Estudia los
orígenes sociales de la Revolución, causada por la opresión de las clases
privilegiadas sobre la burguesía y el pueblo.
- La Ilustración es
el activador de la conciencia de clase de la burguesía.
- Estudia la crisis
financiera y económica como detonante básico.
3. TENDENCIA
ROMÁNTICA LIBERAL: LAMARTINE, MICHELET, CARLYLE.
Los historiadores
románticos ponen al pueblo (y sus héroes) como sujeto principal de la Historia.
Manifiestan un encendido liberalismo. Descuellan Lamartine, Michelet y Carlyle.
LAMARTINE.
Alphonse de
Lamartine (1790-1869) es un escritor romántico y un conocido político francés.
Liberal moderado, muy popular, estuvo a punto de ser presidente de la República
en 1848. En la Historia de los girondinos (1847):
- Coloca al pueblo
en primer plano del acontecimiento.
MICHELET.
Jules Michelet
(1798-1874), francés, es un romántico liberal y demócrata francés, entusiasta
de la revolución de 1848, por lo que fue depurado. En Histoire de la Révolution
française (1847-1853), en 17 tomos intentó construir una historia
que tuviese en cuenta todos los datos sociales, étnicos, culturales... Pero
estaba muy influenciado por el romanticismo lírico de la época y desdeña los
datos económicos que aparecen en la documentación, en detrimento del análisis
racional y dialéctico de los hechos, por lo que se limita a una visión
sentimental: por sus encendidas páginas resuenan gritos de libertad.
- Es partidario de
la Revolución y de la República.
- El pueblo es el
único héroe. Ensalza el papel de las clases populares (los sans-culottes),
sumidas en la miseria tanto en el campo como en la ciudad.
- Las causas son: la
difusión de las ideas ilustradas, los problemas financieros, la corrupción...
CARLYLE.
Thomas Carlyle
(1795-1881) es un escritor británico, romántico apasionado, muy importante en
la historia de las ideas. Estudia las figuras geniales de la Historia, con una
admiración que le hizo precursor del fascismo, por su espíritu antidemocrático.
Su Historia de la Revolución francesa (1837) es un monumento de
la historiografía romántica.
- Destaca las
figuras individuales y deja a un lado las fuerzas sociales.
- Admira sobre todo
a Napoleón, como el héroe del siglo.
- La Revolución se
basó en razones equivocadas: el régimen revolucionario quería acabar con el
Antiguo Régimen pero fue tan sangriento e injusto como este, y hubiera sido
menos destructor esperar a su reforma paciente, según el modelo inglés.
4. TENDENCIA DE
SÍNTESIS: TOCQUEVILLE, QUINET.
TOCQUEVILLE.
Charles Tocqueville
(1805-1859), un gran estudioso de la democracia norteamericana. En L'Ancien
Régime et la Révolution (1856), aborda el primer estudio realmente
explicativo, al formular hipótesis que luego debe confirmar con la consulta de
los datos.
- Muestra la
confrontación de los grupos sociales: aristocracia, burguesía, proletariado,
pero los considera homogéneos, en lo que sigue a Barnave (publicado en 1843),
lo que es criticado hoy.
- Tocqueville cree
en una tendencia histórica hacia la igualdad.
- El fin de la
Revolución fue: “abolir por doquier el resto de las instituciones de la Edad
Media”, que eran sinónimo de desigualdad. Critica la opresión del feudalismo: “)Por qué los derechos feudales se
habían hecho más odiosos al pueblo de Francia que en cualquier otro sitio?”
- Rechaza la tesis
económica como causa principal de la Revolución, que explica como una
continuidad histórica del absolutismo, tras la disolución del feudalismo. “Lo
que la Revolución no ha sido en modo alguno es un acontecimiento casual. Es
cierto que ha cogido al mundo de improviso, y sin embargo era sólo el
complemento del más largo trabajo, el final repentino y violento de una obra en
la que habían trabajado diez generaciones.
- La Revolución sólo
aceleró el inevitable proceso de destrucción del Antiguo Régimen, feudal, en el
que había grupos sociales opuestos al inevitable Estado centralizado. Fue una
“revolución irresistible que camina después de tantos siglos, a través de todos
los obstáculos, y que hoy todavía se ve avanzar en medio de las ruinas que ha producido”.
- Aseguró el triunfo
del centralismo, al eliminar los obstáculos a la autoridad del Estado.
- No está de acuerdo
con Michelet sobre la extrema miseria rural, sino que afirma que había una
próspera clase de propietarios.
- La Revolución la
inició ya en 1787, contradictoriamente, la propia aristocracia, que, reacia a
pagar impuestos, se resistió a un pacto financiero que salvase a la Hacienda
con lo que forzó a Luis XVI a convocar los Estados Generales. Cayó, en fin, por
la debilidad de su poder de coacción militar y su aislamiento social,
enfrentada a las demás clases sociales:
‹‹Si se piensa, por
último, que esta nobleza separada de las clases medias, que había rechazado de
su seno, y del pueblo, del que había dejado escapar el corazón, se hallaba
totalmente aislada en medio de la nación, en apariencia al frente de un
ejército, en realidad un cuerpo de oficiales sin soldados, se comprenderá cómo
después de haber estado mil años en pie había podido derrumbarse en el espacio
de una noche.››
- La Revolución
finalmente la hizo, desde 1789, la burguesía para superar la crisis financiera,
con el apoyo del campesinado para no quedarse aislado.
- El Terror fue un
error, al sustituir un despotismo real con otro, el popular.
- Habría que
distinguir dos fases: una Revolución de la Libertad (los primeros años) y una
Revolución del Odio (el Terror).
QUINET.
Edgar Quinet
(1803-1875) publicó La Revolución (1854-1865) y fue
muy influido por el romanticismo y Tocqueville.
- Reduce la
Revolución al establecimiento de la libertad, sin que fuese necesaria para
cambiar el orden económico.
- Critica duramente
al Terror e ignora la revolución popular.
- La República debía
haber sustituido el catolicismo por el protestantismo.
5. LA REACCIÓN: DE
TAINE A SOREL, GAXOTTE.
TAINE.
Hippolyte Taine
(1828-1893) es un determinista pesimista, cuya concepción es evolucionista
(según las ideas de Darwin), siendo los tres factores determinantes el momento,
el medio y la raza. Escribe la monumental Les Origines de la France Contemporaine
(1876-1893). Fue muy criticado por Jaurès, pero debe destacarse su magnífico
trabajo documental, muy superior al de la historiografía francesa anterior,
aunque da crédito a fuentes sospechosas y elige arbitrariamente los textos más
adecuados para confirmar sus tesis:
- Es contrario a la
Revolución a la que juzga como negativa para la evolución política y social
posterior.
- La Revolución fue
un proceso fatal, inevitable, por los fallos del Antiguo Régimen, aunque el
Estado moderno, tanto napoleónico como republicano, sea también deplorable.
- Defiende a la
monarquía.
- Ataca a las clases
populares, “hordas miserables”, y a los jacobinos, “enloquecidos y
obsesionados”, como partidarios del Estado en contra del individuo: Danton es
“el bárbaro”, Marat “el loco”, Robespierre “el pedante”.
- La causa principal
de la Revolución sería la miseria rural, debido a la excesiva presión fiscal
sobre los propietarios rurales y la miseria de los no propietarios.
- No estudia a fondo
los orígenes sociales y económicos del ascenso de la burguesía ni las
contradicciones sociales, pero sí esboza la lenta ascensión de la burguesía en
la escala social, al final de la cual la desigualdad social se le hizo
insoportable.
GAXOTTE.
Las teorías de Taine
siguieron influyendo en la ultraderecha francesa (sobre todo la Action
Française), monárquica, de la que es representativo Pierre Gaxotte
(1895-1982), que publicó La Révolution Française (1928), donde sostiene
que la Revolución fue una interrupción lamentable de la historia de Francia,
porque a los éxitos de la monarquía absoluta se le opuso el sistema estúpido y
“comunista” de 1794.
SOREL.
Una influencia de
Taine de mayor enjundia e igualmente reaccionaria fue la que tuvo sobre Albert
Sorel (1842-1906), autor de la monumental Europa y la Revolución francesa
(1885-1903):
- Es favorable a la
Revolución francesa (como conquista del poder por la burguesía ascendente),
pero hostil a la revolución democrática pues fue esta la que planteó con la
guerra el problema de las fronteras naturales de Francia y la lucha con
Inglaterra. Esta tesis de la agresividad francesa la tomó del alemán Sybel.
6. EL IDEALISMO
ALEMÁN: KANT, FICHTE, HEGEL.
KANT.
Emmanuel Kant
(1724-1804), el mayor filósofo idealista alemán, en los primeros años del decenio
de 1790 estudió la Revolución francesa.
- Defiende la
Revolución por su contenido político reformista, que abre paso a la razón y
realiza la libertad.
- Critica su forma
violenta, poco tolerante.
FICHTE.
Johann Gottlieb
Fichte (1762-1814),
otro filósofo idealista alemán, es el primer gran teórico del nacionalismo
alemán romántico, evolucionó en sus ideas desde una posición favorable hasta
una oposición.
- Al principio
critica a los autores contrarios a la Revolución (Burke), porque es una etapa
en el camino a la libertad.
- Al final critica
la Revolución por no alcanzar sus objetivos liberales.
HEGEL.
George W. F. Hegel (1770-1831), junto a Kant el mayor filósofo
idealista alemán, defiende siempre la Revolución, incluso en
sus últimos años en Berlín.
- La Revolución es
la llegada de la Razón a la política.
- Es la victoria de
los intereses generales sobre los particulares.
- Critica los excesos
y la anarquía del Terror.
7. EL HISTORICISMO
ALEMÁN: SYBEL.
Heinrich von Sybel
(1817-1895), uno de los grandes maestros de la historiografía alemana, publicó Historia
de Europa durante la Revolución francesa, en dos partes, de 1789 a 1795 (1853-58) y de 1795 a 1800 (1872-74),
basándose en documentos con una erudición extraordinaria, antes y mejor que
Taine.
- Achaca la culpa de
las guerras europeas a la agresividad francesa, que buscaba alcanzar le
hegemonía europea.
- Fue responsable de
ello la revolución democrática, encabezada por los girondinos.
8. HISTORIOGRAFÍA
PROGRESISTA FRANCESA.
8.1. SIGLO XIX: LOUIS
BLANC.
Louis Blanc
(1811-1882), un político radical es el autor de Historia de la Revolución
Francesa (1844-1862), 10 tomos, e Historia de los diez años.
- Defiende la
República y el jacobinismo.
- No defiende el
Terror pero lo explica por los vicios del Antiguo Régimen y la reacción
absolutista.
- Hubo dos
revoluciones: 1) La primera en 1789, con la caída del Antiguo Régimen (nobleza
y clero) y la victoria de la burguesía, en un complot (tesis de Barruel). 2) La
segunda en 1793, con la victoria temporal del proletariado sobre la burguesía.
8.2. SIGLO XX. LA
ESCUELA ERUDITA: AULARD, SAGNAC, JAURÈS, MATHIEZ, LEFEBVRE.
Con ocasión del
primer centenario de la Revolución (1889), se publicaron muchas fuentes y se
editaron muchos estudios científicos y nacieron la Sociedad de Historia de la
Revolución Francesa, y la revista “La Révolution française”, dirigida por
Aulard. Otra publicación prestigiosa fue “Annales historiques de la Révolution
française”, dirigida por Mathiez y luego por Lefebvre. En la primera mitad del
s. XX se multiplicaron los estudios eruditos, con una metodología ecléctica
(desde el liberalismo al marxismo). Destacan tres autores, Jaurès, Mathiez y
Lefebvre, firmemente partidarios de los revolucionarios más radicales. Tienen
entre sus predecesores inmediatos a Aulard y Sagnac y que se inspiran en las
obras de Tocqueville y la historiografía alemana.
Otro autor de esta
época es Augustin Cochin (1876-1916), quien sigue las tesis sociológicas de
Durkheim y estudia el jacobinismo de los ilustrados franceses (especialmente
los masones), reinterpretando las tesis conspirativas de Barruel, no ya como
una conspiración, pero sí como un pensamiento ilustrado difundido en círculos
privados y que se difundió durante el periodo 1789-1794. Su mayor obra es la póstuma L'esprit du
jacobinisme. Une interprétation sociologique de la Révolution française
(1979).
Daniel Mornet (1878-1954),
un especialista del pensamiento ilustrado francés, en Les origines
intellectuelles de la Révolution française (1933) sostiene la tesis del
origen intelectual de la Revolución, iniciada con Barruel y proseguida con
Tocqueville, que ha llegado hasta Mathiez (aunque este sea un pro-jacobino).
AULARD.
Alphonse Aulard
(1849-1928), un republicano influido por la visión liberal y romántica,
identifica la historia de la Revolución francesa con la elaboración de las
ideas democráticas en el s. XIX. Autor de Historia política de la Revolución
francesa (1901) y de La Revolución y la propiedad territorial
(1959), donde estudia la abolición de los derechos feudales. Es un erudito que
se interesa sólo por la historia política, dejando de lado los aspectos
económicos y sociales. Pero sus estudios políticos, muy rigurosos
científicamente, fueron bastante utilizados por la historiografía posterior, en
especial por Jaurès y Lefebvre.
SAGNAC.
Philippe Sagnac
(1868-1954), profesor de Historia de la Revolución Francesa en la Sorbona hasta
1935 (cuando le sustituyó Lefebvre), es autor de La legislación civil de la
Revolución francesa (1899) y colaborador de La Revolución francesa
(1930), con Guyot y Lefebvre. Como Aulard, es un erudito que se centra sobre
todo en los aspectos jurídicos y políticos de la abolición de los derechos
feudales. Considera que la incapacidad de la nobleza para pactar la llevó al
desastre, ante una burguesía que necesitaba construir un nuevo orden
institucional y legal.
JAURÈS.
Jean Jaurès
(1858-1914) es un socialista heterodoxo y pacifista, influido por Marx,
Michelet y Tocqueville. Pacifista, fue asesinado pocos días antes de la Gran Guerra por un nacionalista fanático. Su obra influye en Mathiez y Lefebvre, gracias a su
pasión y su análisis, aunque se le haya criticado su esquematismo.
En su primer tomo de
Historia
socialista de la Revolución francesa (1901-1904) estudia la
estructura social y económica de la sociedad francesa durante la Revolución:
- Resalta los
aspectos económicos y sociales, sin desdeñar la influencia decisiva que en todo
proceso revolucionario tienen las ideas. “Sabemos que las condiciones
económicas, la forma de producción y la propiedad son el fondo mismo de la
historia”.
- La causa principal
de la Revolución fue la potencia económica e intelectual de la burguesía, que
ha alcanzado su madurez: el resultado fue consagrar este poder en la ley.
- La contradicción
entre las clases sociales sería el detonante inmediato de la Revolución.
- Las causas son una
burguesía y un gran campesinado oprimidos, pero con un fuerte poder económico y
social y una clara conciencia de clase, que deseaban acceder al poder político.
- Otras causas
serían la crisis financiera y económica, el descontento de las clases populares
urbanas y las ideas ilustradas.
- Explica el Terror
como una autodefensa de la Revolución contra la Reacción.
MATHIEZ.
Albert Mathiez
(1874-1932) admira a Robespierre y a los jacobinos, por lo que se le ha
denominado “Taine de la izquierda”. Sostiene que el origen de la Revolución fue
intelectual, aunque influyeran también otros factores.
- Sigue la tesis del
desarrollo económico y social, con las desigualdades sociales como motor
revolucionario.
- La burguesía tenía
una conciencia de clase y movilizó al proletariado para romper la situación de
opresión, mientras que el campesinado era próspero, pero sufrió una crisis en
los años 80, que le llevó a la revolución. Mathiez muestra la complejidad del
Tercer Estado, que se dividió al poco tiempo en varios grupos sociales con
intereses enfrentados.
- Demuestra la
importancia de los hechos económicos.
- El pueblo no es el
sujeto heroico de Michelet, sino que es la gran fuerza movilizada por los
antagonismos, turbada por la cuestión de las existencias: “la vida cara es el
Terror”.
Mathiez es el mejor estudioso de las fases de
la Revolución:
- La “sublevación
nobiliaria” de 1787-1788 que se opondría a toda reforma que para solventar la
crisis financiera la obligase a asumir deberes fiscales y que rechazó compartir
la preeminencia con la burguesía, ese acaparamiento de los altos cargos del
Estado. Su egoísmo comportó su aniquilación a manos de una burguesía que
hubiera preferido una reforma pactada como ocurrió en Inglaterra.
- La revolución rural
y urbana (por las pésimas cosechas y la crisis de subsistencia) con la alianza
de proletariado y burguesía.
- El Terror como
defensa de la Revolución.
- El Termidor como
reacción burguesa.
LEFEBVRE.
Georges Lefebvre
(1872-1959), un famoso historiador, sigue las tesis de Tocqueville, Jaurès,
Mathiez y Sagnac. Socialista, como Jaurès y Mathiez admira a Robespierre. Los
nuevos métodos de investigación le permiten elaborar síntesis integradoras de
enfoques sociales, económicos y políticos, con una enorme erudición y capacidad
de síntesis.
Lefebvre se interesa
sobre todo por el campesinado (de los 25 millones de habitantes de Francia en
1789 más de 20 eran campesinos) y demuestra que el movimiento campesino tuvo
autonomía respecto a su origen, sus procedimientos, sus crisis y sus
tendencias. Pero coincidió básicamente con los fines de la revolución francesa:
la destrucción de las relaciones feudales de producción. La Revolución acabó en
los campos con el antiguo régimen de propiedad y aceleró la ruina de la organización
tradicional de la agricultura.
- Su tesis doctoral
sobre Los campesinos del Norte durante la Revolución (1924) desmonta
definitivamente la concepción de un proceso urbano (o parisino): sin la
revolución en el campo el proceso hubiera sido diferente o se hubiera
interrumpido; “para los campesinos fue esencialmente una revolución social”. La
obra es el primer gran trabajo de historia social sobre el tema y está llena de
estadísticas y datos nuevos.
El Gran Miedo de 1789. Los campesinos destruyen palacios, iglesias y archivos de propiedad.
- Estudia después La
Grande Peur de 1789 (1932), el temor al bandido, es decir, el
temor a la gran revuelta campesina, iniciada incluso antes que la Revolución.
Demuestra que el “miedo”, un factor ideológico, a la violencia de las masas
campesinas impactó enormemente sobre el curso revolucionario.
- En las Cuestiones
agrarias en tiempos del Terror (1932) explica como el régimen republicano
jacobino apoyó la consolidación de una clase social de campesinos propietarios
que apoyase a los jacobinos en su lucha contra los reaccionarios. Pero el
reparto de los bienes nacionales y la supresión del diezmo y los derechos
señoriales sólo beneficiaron a una parte del campesinado, que acabó pactando
con la burguesía conservadora.
- En sus estudios
posteriores, entre los que destacan Napoléon (1936), Termidorianos
(1937), la síntesis de 1789: Revolución francesa (1939), Directorio
(1946)... aparecen ensambladas varias revoluciones, en cuanto que cada clase
social se define por problemas específicos y, en consecuencia, se mueve por
objetivos diferentes.
- Explica el enriquecimiento
de Francia en el siglo XVIII, con el ascenso de la burguesía y del campesinado
medio, mientras que el proletariado rural y urbano estaba en la miseria.
- Era inevitable un
conflicto de clases entre monarquía, nobleza, clero, burguesía, campesinado y
proletariado rural y urbano, con juegos de oposición y alianzas que se explican
por las mentalidades diversas de estas clases sociales.
- La nobleza, en una
“revolución aristocrática” (la primera, ya en 1787) reaccionó ante la pérdida
de poder ante la monarquía absoluta, mientras que la burguesía, con una fuerte
conciencia de clase, aspiraba a compartirlo.
- La crisis
financiera provocó la revuelta nobiliaria a la que siguió la burguesa y luego
la del proletariado.
- La Revolución no
hubiera sido necesaria si se hubiera llegado al principio a un pacto
equilibrado pero las clases dominantes se negaron a ello, por lo que las
demandas sociales de la burguesía se radicalizaron de modo imparable.
9. HISTORIOGRAFÍA
MARXISTA.
9.1. SIGLO XIX: MARX
Y ENGELS.
Marx (derecha) y Engels.
Marx (derecha) y Engels.
Karl Marx
(1818-1883) se inspiró en Hegel aunque llegó a conclusiones distintas. Su
pensamiento es inseparable del de Engels.
- La Revolución
francesa fue una revolución burguesa, que se emprendió para derrotar a la
aristocracia feudal privilegiada y despejar el camino hacia el capitalismo.
- Fue un triunfo
político de la burguesía, ya antes triunfante en lo económico.
- Critican la
Revolución de la Libertad, de los Derechos Humanos, como una manifestación
burguesa, liberal e individualista.
- Los jacobinos fallaron
por aspirar a una democracia política sin una revolución económica: fue un
ensayo fracasado de una sociedad sin clases.
- La Revolución se
repetirá porque las libertades políticas y económicas sólo beneficiaron a la
burguesía de profesionales y empresarios.
- Será necesaria la
revolución del proletariado para lograr la desaparición de las clases sociales.
9.2. XX: LABROUSSE, SOBOUL,
RUDE Y HOBSBAWM, VOVELLE, GUÉRIN.
LABROUSSE.
Ernest Labrousse
(1895-1988), heredero de la tradición historiográfica del socialismo francés y
discípulo de Jaurès, publica su fundamental Esquisse du mouvement des prix
et des revenus en France au XVIII siècle (1933), una historia serial del
movimiento de los precios y los ingresos (rentas agrarias y salarios) en la
Francia del s. XVIII. Utiliza el método estadístico para determinar las
repercusiones de los ciclos económicos (de larga duración, cíclicos y
estacionales) en las clases y grupos sociales, y su causalidad en la Revolución
francesa. En una obra posterior, La crise de l'économie française à la fin
de l'ancien régime et au début de la Révolution (1944), Labrousse concilió
las tesis de Michelet y Jaurès, presentando al Revolución como fruto de la
miseria (Michelet) y de la riqueza (Jaurès) al mismo tiempo. Es decir, la suma
de dos revueltas, la de los pobres y la de los ricos.
Es el gran estudioso
de la economía, pues se centra en las causas económicas y sociales.
- Estudia la
economía francesa anterior a la Revolución, para conocer la inflación y
deflación, la situación financiera y la crisis agrícola. Desde una larga ola de
prosperidad, justo antes de 1789, estalló una dura depresión económica (por
efecto del tratado comercial con Inglaterra en 1786, la mala cosecha de 1788, y
otros motivos). Demuestra que el estallido revolucionario coincide con la cota
de máximos precios de las subsistencias. Era un contexto revolucionario, de
crisis económica por el desfase entre la gran alza de los precios y el menor de
los salarios.
- La crisis
económica, financiera y social repercutió en la consiguiente crisis política.
SOBOUL.
Albert Soboul
(1914-1986), desde posiciones políticas comunistas, nacionalistas y radicales,
defiende el jacobinismo. Está influido por Gramsci, quien considera que el
jacobinismo es la esencia misma de la Revolución francesa y se caracteriza por
la alianza de la burguesía revolucionaria y de las masas campesinas.
Hace en La
revolución francesa una síntesis muy completa, en la que estudia las
revoluciones urbanas, como etapa del paso del feudalismo al capitalismo, con la
diferenciación social y la aparición del proletariado urbano, con las
consiguientes tensiones sociales. Es el gran estudioso de los problemas
populares, defendiendo el papel revolucionario de las clases populares (los sans-culottes)
y de los jacobinos, pese a que al final triunfasen la burguesía conservadora y
los propietarios agrarios.
Expone la evolución
del proceso en tres fases:
1) La burguesa
(1789-1793).
2) La proletaria del
Terror (1793-1794).
3) La burguesa de la
reacción del Termidor (desde 1794).
RUDÉ Y HOBSBAWM.
El historiador
noruego-británico George Rudé (1910-1993) desarrolla una visión marxista
anglosajona. Estudia en The Crowd in the French Revolution (1959) y en Europa
en el siglo XVIII. La aristocracia y el desafío burgués (1972) las
estructuras mentales y sociales de la sociedad francesa, mostrando como la
revolución fue consecuencia de la crisis económica y la alianza de las clases
opuestas a la aristocracia y el clero conservadores (distingue grupos liberales
en estas clases sociales privilegiadas, movidos por razones ideológicas),
mientras que las clases populares sufrían una atroz miseria en 1788-1789.
Con Eric J. Hobsbawm
(1917), en Las revoluciones burguesas), utilizó una visión
multidisciplinar, con las ciencias de la psicología social, antropología y
sociología, para elaborar una Historia de las Mentalidades.
VOVELLE.
Michel Vovelle
(1933) construye la visión francesa de la Historia de las Mentalidades,
utilizada para estudiar las estructuras demográficas, mentales, religiosas,
etc., sobre todo de las clases populares. La considera la Revolución de la
Libertad y de la Igualdad, una revolución burguesa con apoyo popular, que
suprime las desigualdades del Antiguo Régimen. Vovelle ha dirigido la
monumental L'État de la France pendant la Révolution (editada desde
1988), que aborda también la historiografía posterior.
GUÉRIN.
El marxista Daniel
Guérin (1904-1988) en La lucha de clases bajo la primera República
(1946), sostiene la teoría de que el clímax de 1793 es ya una revolución
proletaria en embrión y que los enragés (rabiosos) eran un movimiento
proletario de oposición al gobierno burgués de Robespierre.
10. HISTORIOGRAFÍA
DE SÍNTESIS.
En los últimos
decenios han surgido dos escuelas que intentan una síntesis entre las líneas
anteriores.
10.1. LAS
REVOLUCIONES ATLÁNTICAS: PALMER Y GODECHOT.
El norteamericano
Robert R. Palmer (1909-2002) y el francés Jacques Godechot (1907-1989), juntos en algunos libros y por
separado en otros, han defendido desde los años 50 la innovadora tesis de las
“Revoluciones Atlánticas”, que sería un proceso general en Occidente, de los
ámbitos americano y europeo desde c. 1760, con un inicio en los EEUU y que
estaría causado sobre todo por el factor “océanico” (el comercio marítimo y el
colonialismo). La tesis “atlántica” ha sido criticada por Lefebvre (ya en 1957)
y por Soboul por ignorar los caracteres propios de la Revolución francesa.
Otros critican que es una respuesta historiográfica conservadora, por la
necesidad de establecer lazos entre ambos lados del Atlántico durante la Guerra
Fría (como ocurre con la OTAN y la OCDE).
Palmer, utilizando
la metodología marxista, lanza la tesis en La revolución mundial del Oeste
(1954). Junto a Godechot ha publicado varias obras en las que desarrollan esta
tesis, como Revolución francesa, occidental o atlántica (1960).
Godechot no es
marxista. Gran estudioso del Antiguo Régimen, ha publicado numerosas obras, de
las que destaca Les institutions de la France sous la Révolution et l'Empire
(1953), mostrando el cambio en las estructuras de poder, con el advenimiento de
la burguesía a los altos cargos públicos. En La Gran nación. La expansión
revolucionaria de Francia en el mundo. 1789-1799 (1956) y en Las
revoluciones. 1770-1799 (1963), sigue a Palmer y muestra a la Revolución
Francesa como un episodio más de la larga revolución de Occidente entre 1770 y
1850.
10.2. LA
HISTORIOGRAFÍA RECIENTE.
Una gran variedad
de autores.
La historiografía
británica más reciente sigue los enfoques sociales con Hampson, Comminel y
Cobban.
Norman Hampson
(1922) en Le Siècle des Lumières (1972) estudia la influencia del
pensamiento ilustrado en la Revolución.
Hampson ha señalado
respecto al problema estamental que, en los siglos XVI y XVII, en Francia había
existido una gran movilidad social que permitió ingresar en la nobleza a los
miembros más válidos del llamado tercer estado. Mientras tal aspiración
pudo ser satisfecha, el sistema mantuvo su equilibrio, pero en la segunda mitad
del ss. XVIII tuvo lugar una reacción aristocrática —motivada por la necesidad de compensar su
menor poder económico relativo—, y personajes como Danton, Robespierre y Brissot, que habían cambiado
sus nombres por D=Anton, De Robespierre y Brissot
de Warville, se encontraron sin posibilidad de ascenso social.
Alfred Cobban
(1901-1968), no marxista, desde 1955 y, sobre todo, en Le sens de la
Révolution française (1964 inglés, 1984 francés), rehusa llamar “burguesa”
a una revolución que jamás ha sido dirigida por los representantes del
capitalismo mercantil o industrial, sino por funcionarios y profesionales
liberales, es decir, la “burguesía de toga”. Opina que la mayor contradicción
no fue entre las clases sociales sino entre las ciudades y el campo. Venció la
burguesía rural de terratenientes. Además, la revolución arruinó a Francia
durante el decenio de 1790: inflación, crisis financiera, proteccionismo,
agrarismo en contra de industrialismo, ruina del comercio exterior... Asimismo,
la pobreza aumentó: las clases populares sufrieron incluso más hambre y miseria
que en el Antiguo Régimen, al desaparecer la asistencia social que
proporcionaba la Iglesia. Fue entonces cuando Francia quedó definitivamente
atrasada respecto a la reformista, librecambista y más exitosa Gran Bretaña, en
la que venció la burguesía industrial.
Las tesis de Cobban
han influido en varios autores, como George Taylor (1967) o Colin Lucas (1973),
que consideran que la aristocracia y la burguesía terratenientes eran un mismo
grupo socioeconómico y que la revolución fue esencialmente política, y en un
marxista, el canadiense George C. Comminel, que en su último ensayo, Rethinking the French Revolution (1987) acepta que la revolución
de 1789 no fue burguesa y atribuye este error de Marx a la influencia en este
de las obras liberales de Mignet o Guizot.
Richard Cobb
(1917-1996) estudia (1959 y 1970) el movimiento radical de los sans-culottes
(casi todos artesanos arruinados) y la protesta popular durante la revolución.
Explica que fue un movimiento minoritario, incontrolado, que funcionaba por
argumentos morales y nacionalistas.
El historiador británico Simon Schama en Ciudadanos. Una crónica de la Revolución francesa (2019 en español) ve innecesaria la revolución en un país que ya se reformaba en los ámbitos económico y cultural, aunque obvia la tenaz resistencia a los cambios políticos.
El norteamericano Donald M.G. Sutherland ha escrito France 1789-1815. Revolution and counter-Revolution (1985), un libro muy influyente en la reciente historiografía (Higonnet, Solé). La posición de Sutherland no es opuesta a la Revolución, pero la relativiza, mostrando su complejidad positiva y negativa. Como Cobban, explica que la Revolución la dirigieron los burgueses con oficios profesionales (los jacobinos) más que los capitalistas (más conservadores). Fue menos una revolución burguesa que una larga guerra civil, que transformó tan radical y violentamente la sociedad francesa que la inestabilidad (la ausencia de una constitución estable y de una paz interior y exterior) provocó una vuelta al autoritarismo con Napoleón, gracias al apoyo de numerosos grupos sociales de descontentos en París y las regiones.
La historiografía francesa reciente tiene un enorme elenco de autores, de los que destacamos a dos liberales, Furet e Higonnet y a numerosos marxistas, como Hirsch.
El norteamericano Donald M.G. Sutherland ha escrito France 1789-1815. Revolution and counter-Revolution (1985), un libro muy influyente en la reciente historiografía (Higonnet, Solé). La posición de Sutherland no es opuesta a la Revolución, pero la relativiza, mostrando su complejidad positiva y negativa. Como Cobban, explica que la Revolución la dirigieron los burgueses con oficios profesionales (los jacobinos) más que los capitalistas (más conservadores). Fue menos una revolución burguesa que una larga guerra civil, que transformó tan radical y violentamente la sociedad francesa que la inestabilidad (la ausencia de una constitución estable y de una paz interior y exterior) provocó una vuelta al autoritarismo con Napoleón, gracias al apoyo de numerosos grupos sociales de descontentos en París y las regiones.
La historiografía francesa reciente tiene un enorme elenco de autores, de los que destacamos a dos liberales, Furet e Higonnet y a numerosos marxistas, como Hirsch.
FURET.
François Furet
(1927-1997) fue el mejor especialista en el Terror de la Revolución Francesa y
de la Revolución Rusa, sobre las que trazó paralelismos. Inicialmente radical,
evolucionó a posiciones moderadas, lo que le valió las críticas de Fontana, al
difundir las tesis de Cobban y aceptar que la revolución no fue burguesa y
degeneró en una guerra civil. Es autor de La Révolution Française (con Denis Richet, 1965), Penser
la Révolution Française (1978) y ha compilado con Mona Ouzouf el Dictionnaire
critique de la Révolution Française (1988).
- Explica el Terror
por causas internas y no por el peligro de invasión extranjera, por lo que
pierde su legitimidad (defendida por una larga historiografía que se basaba en
esta relación).
- El Termidor fue la
venganza de las fuerzas sociales sobre la política (percibida como cruel y
sangrienta).
- Relativiza la
trascendencia del factor agrario (Lefebvre), al sostener que la crisis
económica se yuxtapone a la crisis política.
- Resalta el poder
de la Iglesia católica, lo que contrasta con su rápida pérdida de influencia en
el país, debido a que se asociaba al Antiguo Régimen.
La influencia de
Furet y los debates historiográficos.
Las tesis
“políticas” de Furet han suscitado las invectivas de Fontana (quien sostiene
que Furet nunca ha investigado realmente la Revolución) y la controversia con
Vovelle (quien continúa con su enfoque “optimista” y de “historia de las
mentalidades”), Jean-Pierre Hirsch y otros historiadores, que se resisten al
regreso a un modelo político de revolución. Hirsch (1989, 1991) insiste en la
crisis económica de 1789, evidente en las quiebras de los industriales textiles
de Lille y en la necesidad de la burguesía industrial de un nuevo marco
institucional y social, y que una vez conseguido se opusieron a la revolución
obrera. Serge Chassagne demuestra que los industriales algodoneros se
beneficiaron de la Revolución.
Pero las tesis de
Furet son aceptadas por muchos de los actuales historiadores anglosajones y
franceses (como Patrice Higonnet), cuyas aportaciones se han multiplicado
coincidiendo con el segundo centenario de la Revolución (1989) y han
repercutido en los estudios sobre la relación que hubo entre la Ilustración y
la Revolución: los franceses Venturi, Darnton, Roche, Ferrone, Vartanian,
Farge, Viguerie (sobre la descristianización); los alemanes Schleich,
Reichardt, Lüsebrink, Kosellek; los británicos Schrader, Jacobs, Baker.
Crouzet,
Lévy-Leboyer y Le Roy Ladurie sostienen que el atraso francés respecto de la
industrialización británica era culpa de la “catástrofe nacional” de la
Revolución y en especial de su política de mantener la propiedad campesina de
la tierra. En cambio, Duby y Wallon, en Histoire de la France rurale
(1976) demuestran que el periodo 1789-1852 fue de rápido crecimiento agrario.
Emmanuel Le Roy
Ladurie (1929, una de las figuras de la escuela de los “Annales”, sostiene un
determinismo climático en este caso, y afirma que una causa última de la
Revolución francesa fue la variación climática (asolamiento de los granos de
trigo durante su maduración y lluvias sobre las simientes en el otoño de 1787,
pedrisco en julio de 1788) que provocó la mala cosecha de 1788, que conllevó el
alza del precio del trigo, el hambre, las epidemias y el consiguiente malestar
social que estalló en 1789.
HIGONNET.
Patrice Higonnet
(1938), historiador francés, profesor de Historia Francesa en la universidad de
Harvard y ex-director de la Ecole Pratique de Hautes Etudes en Sciences
Sociales. Es autor de Class,
Ideology and the Rights of Nobles during the French Revolution y Sister
Republics: the Origins of French and American Republicanism (1981). Se conoce su pensamiento en
España desde sus cuatro conferencias (16 a 23-V-1989). De la utopía al terror en la Revolución Francesa. “Boletín Informativo”
Fundación Juan March, Madrid, 194 (XI-1989) 29-35.
Su tesis, muy
influida por Cobban y Furet, es que la Revolución Francesa tiene un valor
ambivalente: aspectos positivos fueron la destrucción del Antiguo Régimen, la
voz ganada por los humildes y las mujeres, los ideales de fraternidad, igualdad
y justicia; aspectos negativos fueron —sobre todo en 1793-1794, durante el Terror
jacobino- la
violencia e intolerancia, la crueldad innecesaria, debido a la ruptura del
consenso político entre los miembros de la Convención. El jacobinismo fue la
esencia ideológica de l'esprit révolutionnaire, pero no la ideología de
una clase social. Higonnet opina que no fue la burguesía quien hizo la
Revolución, sino esta la que hizo la burguesía, dotándola de organización y
conciencia de clase. Los jacobinos, carentes de una ideología asentada, querían
ser liberales y buenos, pero acabaron siendo tiránicos y violentos, para poder
imponer su idea respecto a la nueva sociedad, a la vez individualista
(libertad, propiedad privada) y universalista (igualdad, fraternidad), una
dicotomía que rompería finalmente el consenso entre la burguesía (más
individualista) y el proletariado (más universalista), al defender cada grupo
social una política acorde con sus intereses: los burgueses moderados vencieron
finalmente a los radicales (Robespierre, Saint-Just) y a los comunistas
(Babeuf).
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(1974). 246 pp.
Soboul, A. Comprender
la Revolución francesa. Crítica. Barcelona. 1983 (1981). 363 pp.
Solé, Jacques. Historia
y mito de la Revolución francesa. Siglo XXI. 1989 (1988). 414 pp.
(Introducción historiográfica 13-20).
Tackett, Timothy. El terror en la Revolución Francesa. Pasado & Presente. Barcelona. 2015. 560 pp.
Tackett, Timothy. El terror en la Revolución Francesa. Pasado & Presente. Barcelona. 2015. 560 pp.
Villaverde, M. J.; et al. Alcance y legado de la
revolución francesa.
Fundación Pablo Iglesias. Madrid. 1989. 212 pp. Ponencias en un coloquio,
especialmente de dos de las principales escuelas actuales, encabezadas por
Vovelle y Furet.
Vovelle, Michel. Introducción
a la Historia de la Revolución Francesa. Crítica. Barcelona. 200 (1984 1ª
en español). 215 pp.
Vovelle, M. Ideologías
y Mentalidades. Ariel. Barcelona. 1985. 326 pp.
PROGRAMACIÓN.
DEBATE
HISTORIOGRÁFICO SOBRE LA REVOLUCIÓN FRANCESA.
UBICACIÓN Y
SECUENCIACIÓN.
Bachillerato, 1º
curso. Asignatura: Historia del mundo contemporáneo.
Bloque 1. Fuentes y
procedimientos para el conocimiento histórico: Análisis y utilización crítica
de fuentes y material historiográfico diverso. Contraste de interpretaciones
historiográficas y elaboración de síntesis integrando información de distinto
tipo.
Está relacionado y
podría también programarse en ESO, 2º ciclo.
Eje 3. El mundo
actual.
Bloque 4. Sociedades
Históricas. Apartado 4.1. Iniciación a los métodos históricos.
Bloque 5. Sociedad y
Cambio en el Tiempo. Apartado 5.3. Cambio social y revolución en la época
contemporánea.
- La crisis del
Antiguo Régimen y las revoluciones liberales burguesas.
Será una ampliación
de la UD de Revolución Francesa.
RELACIÓN CON TEMAS
TRANSVERSALES.
Relación con
Educación para la Paz, mediante el interés por los temas relacionados con la
paz, y por el fomento de las actividades de equipo.
TEMPORALIZACIÓN.
1ª Documental con
fragmentos de una película. Diálogo, con evaluación previa. Exposición del
profesor. Cuestiones.
2ª Exposición del
profesor. Cuestiones.
3ª Exposición del
profesor, de refuerzo y repaso; esquemas, mapas, gráficos y comentarios de
textos.
Los alumnos deben
conocer previamente la UD de la historia de la Revolución Francesa (al menos
con tres clases previas).
OBJETIVOS.
Conocer la
historiografía de la Revolución Francesa.
Conocer las causas
de una revolución según las distintas teorías.
Conocer las
distintas influencias (políticas, sociales, filosóficas) que reciben los
historiadores.
Comprender que gran
parte del trabajo del historiador es interpretar la información y que puede ser
subjetivo.
Valorar la
colaboración interdisciplinar.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
- Autores contemporáneos
de la Revolución Francesa.
- Historiadores de
la Restauración: románticos.
- Autores
posteriores a 1848: liberales.
- Idealismo clásico
alemán: Kant, Fichte, Hegel.
- Historiografía
socialista de ss. XIX y XX.
- Historiografía
marxista.
- Historiografía de
síntesis en Gran Bretaña y Francia: Palmer, Godechot, Sutherland, Furet...
B) PROCEDIMENTALES.
Tratamiento de la
información: realización de esquemas del tema.
Explicación
multicausal de los hechos históricos: en comentario de textos.
Indagación e
investigación: recogida y análisis de datos en enciclopedias, manuales,
monografías, artículos...
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y
curiosidad científica.
Tolerancia y
solidaridad.
Valorar las
distintas teorías.
Comprender que la
labor del historiador es interpretar la sociedad, los protagonistas, hechos,
causas y consecuencias.
METODOLOGÍA.
Metodología activa y
participativa, que promueva el análisis de las teorías por parte del alumno.
MOTIVACIÓN.
La motivación se
enlazará con la de la UD de la Revolución francesa, que comenzó con el pase de
fragmentos de una película histórica.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN
GRUPO.
El profesor resume
los acontecimientos de 1789-1799.
El profesor expone
las teorías de los distintos autores en corrientes. Se presentarán
diapositivas, transparencias.
El profesor facilita
la bibliografía selecta.
Debate final sobre
las tesis más acertadas y motivos del alumno para su elección.
B) EN EQUIPOS DE
TRABAJO.
Realización de
esquemas sobre los apartados del tema.
Comentarios de
textos.
Trabajo en grupo
sobre las corrientes más importantes.
C) INDIVIDUALES.
Elaborar propios
apuntes en base a explicaciones de profesor, manual y bibliografía.
Realización de
apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las
actividades grupales.
Búsqueda individual
de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones
en cuaderno de trabajo, con diálogo previo en grupo.
Elección de un autor
en la corriente y análisis de sus teorías.
RECURSOS.
Apuntes de alumno.
Bibliografía.
Presentaciones
digitales (o diapositivas y transparencias) de esquemas sinópticos, gráficos y
mapas.
Unos fragmentos de las
películas históricas La Marsellesa, La
fuga de Varennes y Napoleón (la
primera parte del film de Abel Gance).
EVALUACIÓN.
Evaluación continua
de todas las actividades, actitud y conocimientos.
Examen en dos
partes: comentario de texto de un autor y breves cuestiones sobre los
contenidos.
RECUPERACIÓN.
Entrevista y
consulta de dudas con el profesor.
Corrección y
ampliación de los apuntes.
APÉNDICE: UNA BREVE
HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA.
La Revolución
francesa.
Se reconoce hoy que
la Revolución Francesa de 1789 (un periodo que, convencionalmente, se considera
iniciado con la formación de los Estados Generales el 5 de mayo de 1789 y
terminado con el golpe de estado del 18 de Brumario, el 9 de noviembre de 1799)
fue el principio del fin del Antiguo Régimen y que significó el ascenso al
poder de la burguesía, la nueva clase emergente desde hacía siglos, pero que
había sido arrinconada por la monarquía, la aristocracia y el clero del sistema
estamental.
El país tenía unos
25 millones de habitantes. De las dos clases dominantes, la nobleza, dividida
en dos grupos (de sangre y de toga) y en varios niveles, sumaba unas 400.000
personas; el clero llegaba a los 100.000. El Tercer Estado lo componían más de
20 millones de campesinos (una minoría de propietarios y la mayoría sin
tierras, en condiciones de miseria), la burguesía no llegaba al millón y el
resto eran proletarios. La principal ciudad era París, que concentraba el poder
político y las industrias del lujo y contaba con más de 700.000 habitantes,
seguida de las ciudades del comercio marítimo Nantes, Marsella, Burdeos, y de
Lyon, con su industria textil.
La causa última de
la Revolución fue que la economía (aunque era todavía sobre todo agraria y
artesanal) y la sociedad habían avanzado notablemente durante el s. XVIII, lo
que aumentó el poder social de la burguesía al tiempo que la Ilustración había
cambiado la ideología de las élites, pero la evolución política había sido casi
nula y esta contradicción debía resolverse mediante una reforma (al modo
británico) o estallar en una revolución.
Entre sus causas
inmediatas figuran la crisis financiera del Estado (arruinado por la Deuda, la
guerra de Independencia de EEUU y el lujo de la Corte); la negativa de las
clases privilegiadas (aristocracia y clero) a pagar impuestos y a compartir el
poder; las malas cosechas de 1788, con un fuerte aumento del precio del pan y
la terrible hambre del invierno, que elevó la mendicidad (tal vez 10 millones
de pobres solemnes, de ellos 3 millones de mendigos) y el bandidaje, hasta
degenerar en las ciudades en un “Gran Miedo” a los bandidos del campo y a la
aristocracia que acaparaba los alimentos y oprimía con su soberbia; el
desprestigio del matrimonio real de los débiles e incapaces Luis XVI y María
Antonieta de Austria.
Dado que el Estado
estaba en práctica bancarrota en 1787 el primer ministro Calonne (sucesor de
Necker) convocó a la Asamblea de Notables, por primera vez en dos siglos, la
cual, reunida en febrero de 1788 se negó a votar impuestos sobre las clases
privilegiadas y forzó la convocatoria de los Estados Generales, para oponerse
al rey. De este modo, ya en 1788 las propias clases privilegiadas abrieron el
camino a la Revolución, que no habían previsto. Tras un fracasado ministerio de
Brienne, el rey nombró primer ministro otra vez a Necker (mayo 1789-90), que
intentó unas moderadas reformas y se apoyó en la burguesía durante el duro
invierno de 1788-1789 mientras desde el 5 de mayo discutían los constituidos
Estados Generales sin ponerse de acuerdo, pero la destitución de Necker el 11
de julio de 1789 provocó una grave crisis y la ira popular, estallando la
revolución parisina con la toma de la Bastilla (14 de julio). Necker fue
repuesto en su cargo (16 de julio), pero ya no pudo dominar el alud de los
acontecimientos.
En suma, los nobles
fueron los primeros revolucionarios contra el absolutismo del poder real, pero
en realidad no deseaban la igualdad fiscal y legal, por lo que pronto fueron
desbordados por la burguesía y, más tarde, por las clases populares, hasta que
la burguesía logró hacerse definitivamente con el poder y estabilizar los
logros de la Revolución bajo la dictadura, luego devenida Imperio, de Napoleón.
La Revolución vivió
varias fases:
El Juramento de constitución en Asamblea Nacional (17 junio 1789).
La caída de la Bastilla (14 julio 1789)
Primera. Inicios de
la Revolución (1789-1791), con la revuelta de los Privilegiados, revueltas
populares en París y el campo, y la Asamblea Constituyente. El Juramento de
constitución en Asamblea Nacional (17 junio 1789), la caída de la Bastilla (14
julio 1789) y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (26
agosto 1789) fueron los acontecimientos iniciales más importantes. La
Declaración reconocía la soberanía de la nación y los derechos de libertad,
propiedad, seguridad y la resistencia contra la opresión. Los líderes más
importantes del periodo fueron Mirabeau, Sieyès y La Fayette.
Fracaso de la huida de Luis XVI en Varennes (20-21 de junio 1791).
La ejecución del rey Luis XVI (21 de enero de 1793).
Segunda. Asamblea
Legislativa (octubre 1791-agosto 1792), todavía moderada, marcada por una
guerra contra las potencias absolutistas y la caída de la monarquía el 10 de
agosto de 1792, sustituida por la República en septiembre. El 20 de septiembre
los invasores eran rechazados en Valmy y la Revolución se salvó,
radicalizándose. Los dirigentes más importantes son Danton, Robespierre y
Marat.
Tercera. Fase
exaltada de la Revolución (agosto 1792-julio 1794), con una Convención o
asamblea republicana (dividida en Montaña radical, Gironda moderada y Llanura
centrista). Siguió la ejecución del rey (21 de enero de 1793), lo que provocó
una guerra general (contra Inglaterra, España, Prusia, Holanda, Austria,
Piamonte), seguida de la revuelta realista de la Vendée y a partir de mayo de
1793 por el Terror (mayo 1793-julio 1794), un periodo de radicalismo revolucionario,
impuesto por el partido de la Montaña jacobina y sus dirigentes Robespierre,
Saint-Just y Marat, que dominaron el Comité de Salud Püblica y a los sans-culottes
del pueblo. Los radicales vencieron a los enemigos externos y las rebeliones
departamentales de los moderados, y ejecutaron a muchos contrarrevolucionarios,
pero pronto comenzaron a eliminar a los radicales moderados (Danton) y los
radicales extremistas (Hébert), con lo que el miedo de todas las previsibles
víctimas de futuras ejecuciones forjó una coalición moderada (en el Termidor) y
los líderes jacobinos fueron depuestos y ejecutados (28 de julio).
La caída de Robespierre (9 de Termidor o 27 de julio de 1794).
Cuarta. Reacción
Termidoriana (julio 1794-1799), que liquida a los radicales y es dominada por
un Directorio que representa el triunfo de la moderación burguesa, que tras el
golpe de Estado del 18 de Brumario (9 noviembre 1799), continúa en el periodo
del Imperio, que comienza con el Consulado tripártito, que dará pronto paso al
consulado único de Napoleón y luego a su Imperio (1804-1814). Pero 1799 es el
fin de la Revolución. El mismo Napoleón dijo entonces: “La Revolución ha
concluido”.
El determinismo climático en las
revoluciones.
El invierno de 1788-1789 fue el más gélido del siglo XVIII. Del 15 de
diciembre de 1788 al 10 de enero de 1789 se sucedieron cuatro semanas de
intenso frío, debido a un anticiclón centrado en Escocia que derivó al
Mediterráneo el aire frío del norte: nevó en Barcelona dos veces y el Ebro se
congeló, en Francia perecieron casi todos los olivos y se perdieron muchos cultivos,
con lo que al año siguiente siguió una gran hambruna que coadyuvó al estallido
de la Revolución Francesa.
No volvieron a registrarse temperaturas tan bajas hasta el periodo
1820-1830, con el invierno de 1829-1830 como el de frío más intenso, y nuevamente
esto favoreció una hambruna que condujo a la Revolución de 1830.
El historiador François Furet.
François Furet (1927-1997),
historiador de la Revolución francesa, falleció el 14 de julio de 1997, debido
a una caída en una cancha de tenis de su casa de verano. Estaba a punto de dar
un curso en Chicago y a entrar en la Academia, para la que fue elegido en marzo
de 1997.
De rica familia burguesa, en sus comienzos fue un ortodoxo de la
historiografía marxista pero evolucionó a una posición más pluridimensional de
los fenómenos históricos, y se convirtió en un disidente del PCF y uno de los
grandes revisionistas, junto con Fernand Braudel y Georges Duby.
Era un gran especialista en la Revolución Francesa y del Terror de la
Revolución Rusa, sobre las que había trazado paralelismos. Autor de Penser
la Révolution Française (1978), en la que situó el terror fuera del peligro
de invasión extranjera, por lo que perdía su legitimidad, defendida por una
larga historiografía que se basaba en esta relación. Esta crítica la extendería
a la falsa justificación del estalinismo por la amenaza nazi, puesto que para
Furet su causa era sólo interna.
Fue autor también de Diccionario crítico de la Revolución Francesa
y El pasado de una ilusión, en la que hace una lúcida reflexión sobre
«la idea comunista en el siglo XX».
Fuentes. Obituarios en “Libération” y “Le Monde” (15-VII-1997).
Este tema me ha ayudado mucho de cara a un trabajo de la universidad. Asi pues gracias por colgarlo =). Solo tengo una duda sobre que es lo de "tendencia de síntesis" y "reacción". Otra vez gracias, Maite. ;)
ResponderEliminarUn saludo,
ResponderEliminarLa historiografía usa generalmente el concepto de "tendencia de síntesis" para referirse a cualquier corriente que fusione elementos de otras corrientes, de acuerdo a la triada hegeliana de tesis, antítesis y síntesis. Un ejemplo sería unir la interpretación marxista (centrada en la lucha de clases y el materialismo histórico) junto a la positivista (un análisis fundado esencialmente en los datos estadísticos). En economía actualmente es frecuente unir elementos de neokeynesianismo con los de la Escuela neoliberal de Chicago, aunque no es fácil.
En cuanto a "reacción" se entiende que es tanto un grupo como una ideologia política, caracterizados por la resistencia al cambio histórico, que pretenden mantener (o volver a) un sistema político, económico y social del pasado. Un ejemplo, la Reacción en 1815 sería el conjunto de partidarios, ideas y políticas que preconizaban el regreso al Antiguo Régimen, suprimiendo los avances hacia el liberalismo burgués conseguidos gracias a la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas.
Atentamente, Antonio Boix.
El siglo XIX vio multiplicarse las interpretaciones históricas, así como bajo un intento de limitación del campo del conocimiento histórico con la ambición de convertirla en "ciencia" la historia se transformó en un quehacer preciso y definido. La historia científica careció de muchos defectos, pero es indudable que hizo grandes aportaciones, se señaló metas y pretendió ser fin en sí misma.
ResponderEliminarAntes de terminar el siglo XIX, increíblemente fecundo, se originaron dos corrientes que aún siguen teniendo gran vigencia: la interpretación materialista de la historia y el historicismo. El historicismo era la culminación de una corriente que venía desenvolviéndose como reacción al racionalismo y a la ilustración. Si idea básica es simple: el sujeto de la historia es la vida humana en su totalidad y multiplicidad.
Antes del historicismo se pensaba al hombre como algo invariable, siempre fundamentalmente el mismo. Con la aportación historicista se llegaba a la concepción de que el hombre no es una cosa hecha sino el resultado del proceso que es su pasado.
El materialismo histórico, por su parte, significó también una gran revolución en la interpretación histórica al dar por primera vez un papel fundamental a las fuerzas económicas en la historia.