CS 2 UD 07. RENACIMIENTO Y REFORMA.
La UD trata los siguientes temas:
1. El Humanismo.
2. La Reforma protestante.
3. La Contrarreforma católica.
4. El nuevo espíritu del Renacimiento.
5. El Quattrocento.
6. El Cinquecento.
7. La difusión del Renacimiento.
Dosier: Las guerras religiosas de los siglos XVI y XVII.
INTRODUCCIÓN:
Un resumen.
El nacimiento de la Era Moderna.
La Reforma protestante.
Las guerras religiosas de los siglos XVI y XVII.
1. EL RENACIMIENTO.
CONCEPTO.
CRONOLOGÍA.
LOS ESTADOS MODERNOS.
2. LA CULTURA RENACENTISTA.
EL HUMANISMO.
EL RETORNO A LA MEDIDA HUMANA.
ARTE Y HUMANISMO.
LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS.
¿CÓMO ERA UN HUMANISTA?
EL MODELO HUMANO DEL RENACIMIENTO.
El humanista: sabio, caballero, cortesano.
La dama.
LAS UNIVERSIDADES.
DIVULGACIÓN DEL HUMANISMO: LA IMPRENTA.
LAS CIENCIAS NATURALES, LAS MATEMÁTICAS, LA FÍSICA.
3. LA REFORMA Y LA CONTRARREFORMA.
INTRODUCCIÓN.
3.1. LA REFORMA.
Los antecedentes.
EL LUTERANISMO.
Lutero.
La doctrina luterana.
La expansión del luteranismo.
EL CALVINISMO.
Zuinglio.
Calvino y su doctrina.
La expansión del calvinismo.
EL ANGLICANISMO.
Enrique VIII.
3.2. LA CONTRARREFORMA.
Concepto.
El Concilio de Trento y la doctrina contrarreformista.
Las órdenes religiosas: los jesuitas.
La expansión mundial del catolicismo.
4. LOS ENFRENTAMIENTOS POLÍTICO-RELIGIOSOS DEL SIGLO XVI.
La división europea en dos bandos religiosos.
CARLOS V CONTRA LOS PRÍNCIPES ALEMANES.
LAS GUERRAS DE RELIGIÓN EN FRANCIA.
Un resumen.
El siglo y medio que transcurrió entre la llegada
europea a América y el final de la guerra de los Treinta Años fue una época de
transición y tensión intelectual. Después de 1648, la religión siguió siendo
importante en la historia europea, pero no se volvió a dudar de la prioridad de
las preocupaciones seculares. Debido a que este cambio de valores suscitó
inquietud e incertidumbre en su comienzo, los pueblos de Europa exhibieron una
profunda ambivalencia: ya no eran medievales, pero tampoco eran modernos.
Desde c. 1450 comienza en Europa una época de renovación en todos los sentidos: política (los Estados nacionales se organizan como monarquías absolutas, se independizan de la tutela del Imperio y el Papado, dominan a los señores feudales), económica (desarrollo del comercio), social (ascenso de la burguesía), cultural (difusión del Humanismo, y del saber mediante la imprenta), artística (gótico tardío y, sobre todo, expansión del Renacimiento como un arte italiano), religiosa (inicios doctrinales de la Reforma , que surge ya en el siglo XVI y, más tarde, Contrarreforma). La velocidad histórica se incrementa, de modo que se rompe con la estabilidad de la época medieval: el cambio se hace constante, exponencial, sobre todo con la expansión ultramarina a América, África y Asia. El siglo XVI conoce un recrudecimiento de la competencia entre los Estados por la hegemonía europea.
El nacimiento de la Era Moderna.
Esta ambigüedad se manifestó en quienes, a finales del
siglo XV, comenzaron a explorar las tierras situadas más allá de las costas
europeas.
Ningún suceso aislado puede exponer mejor la inquietud
de este periodo que el primer viaje de Cristóbal Colón. Espoleada por la
rivalidad nacional y el interés comercial en abrir nuevas rutas comerciales
hacia el Oriente, la
Monarquía hispánica costeó las especulaciones del navegante y
mercader veneciano. El rey portugués, Enrique el Navegante, había rechazado los
planes de Colón y éste se dirigió a la
Corte española donde Isabel la Católica, tras vencer muchas
dudas, y buscando apoyo económico ajeno, financió la expedición de Colón. El
resultado fue inesperado. Había un nuevo mundo al oeste. Los horizontes se
ampliaban y el mundo físico y material se había convertido en un objeto de
curiosidad intelectual. Europa estaba lista para aumentar el escenario de sus
operaciones. El 'encuentro' de las nuevas tierras con Occidente ocurrió en un
momento crucial para España. Terminadas las guerras de reconquista, expulsados
los hispanomusulmanes y coincidente con la salida de los judíos que no
aceptaban ser cristianos, los reyes de España vieron en los descubrimientos y
posterior conquista la mejor manera de dar una salida natural al impulso
expansivo y a las energías acumuladas en las guerras peninsulares.
Inspirados por el celo religioso, exploradores como
Vasco da Gama, Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes hicieron posible un
vasto esfuerzo descubridor y misionero. Motivados también por el afán de
conseguir bienes materiales, contribuyeron a una revolución comercial y al
desarrollo del capitalismo. Portugal y España, como patrocinadores de los
primeros viajes, fueron los primeros en recoger la cosecha económica. Aunque la
enorme cantidad de plata que fluyó a España contribuyó a una “revolución de los
precios” (rápida devaluación del dinero e inflación a largo plazo), en un
principio sirvió para poner un extraordinario poder en manos del rey Felipe II,
de quien se decía que “en sus dominios no se ponía nunca el sol”. Heredero de
los dominios de los Habsburgo en Europa occidental y América, Felipe se
autoproclamó defensor de la fe católica. Su oposición a las ambiciones del
Imperio otomano en el Mediterráneo no se debió sólo a que los turcos eran
competidores imperiales sino también a que eran 'infieles' musulmanes. Del
mismo modo, sus campañas contra los Países Bajos e Inglaterra tuvieron a la vez
motivaciones políticas y religiosas, pues en ambos casos sus enemigos eran
protestantes.
La Reforma protestante.
La Reforma protestante que Felipe II detestaba comenzó
en 1517, año en que Martín Lutero expuso a debate público sus 99 tesis. En
busca de la salvación personal y ofendido por la venta de indulgencias papales,
el profesor de Wittemberg había llegado a una conclusión que se diferenciaba en
poco de la que había provocado la muerte de Jan Hus un siglo antes. Lutero
renunció a retractarse incluso cuando se enfrento a una bula de excomunión. No
obstante, a pesar de su carácter religioso, tras proclamar que la salvación
sólo se obtiene mediante la fe, el desafío de Lutero a la Iglesia se mezcló con
aspectos políticos. Al reconocer el peligro de las repercusiones políticas de
sus ideas, Carlos V puso a Lutero bajo proscripción imperial.
La ruptura de Lutero con la Iglesia podría haber sido
un hecho aislado si no hubiera sido por la invención de la imprenta. Sus
escritos, reproducidos en gran número y muy difundidos, fueron los
catalizadores de una reforma más radical incluso, la de los anabaptistas. En su
determinación por recrear la atmósfera del cristianismo primitivo, los
anabaptistas se opusieron a los católicos y a los luteranos por igual. La Reforma tampoco pudo ser
contenida geográficamente; triunfó en Suiza cuando Zuinglio impuso sus ideas en
Zurich. En Ginebra, Juan Calvino, francés de nacimiento, publicó la primera
gran obra de la teología protestante, Institución de la religión cristiana
(1536). El calvinismo demostró ser la más militante políticamente de las
confesiones protestantes. En Inglaterra el rey Enrique VIII impuso la
independencia de Roma, dando paso a una nueva Iglesia, la anglicana.
Incapaz de conservar la unidad cristiana occidental,
la Iglesia católica no cedió territorio a los protestantes. La Contrarreforma , que
no sólo fue una respuesta al desafío protestante, representó un esfuerzo por
vigorizar los instrumentos de la autoridad de la Iglesia católica. El
Concilio de Trento reafirmó el dogma tradicional católico, denunció los abusos
eclesiásticos y potenció la
Inquisición y el Índice de libros prohibidos. Con la Compañía de Jesús,
fundada por san Ignacio de Loyola, la Contrarreforma podía enorgullecerse de contar con
una organización tan militante y dedicada como la de cualquier confesión
protestante.
Las guerras religiosas de los siglos XVI y XVII.
Alentada fundamentalmente por los monarcas españoles
Carlos V y Felipe II, la lucha entre los católicos y los protestantes no se
limitó al área espiritual. Durante el periodo 1550-1650, las prolongadas
guerras religiosas ocasionaron la destrucción general. No obstante, estas
guerras religiosas se entrelazaron de modo inextricable con las contiendas
políticas, que finalmente adquirieron un papel de gran importancia. En Francia,
un sangriento conflicto civil entre los católicos y los hugonotes se prolongó
durante 30 años hasta que Enrique IV fue reconocido como rey en 1593. Al poner
el poder secular por encima de la lealtad religiosa, el protestante Enrique se
convirtió al catolicismo, la religión de la mayoría de sus súbditos. En los
Países Bajos, la España católica y las provincias holandesas, calvinistas,
entablaron una larga guerra (1567-1609) que finalizó con la victoria de estas
últimas. La religión se identificó muy de cerca con las aspiraciones
nacionales; el líder holandés, el conde Guillermo de Orange-Nassau , que había
sido sucesivamente católico y luterano antes de hacerse calvinista, reunió a su
pueblo para convocar la resistencia nacional por encima de todo.
También en Inglaterra la lucha religiosa fue parte de
un esfuerzo mayor para asegurar la independencia nacional. Bajo la reina Isabel
I las razones de estado dictaron la política religiosa; como resultado, la
autonomía administrativa protestante y el ritual católico fueron hábilmente
tejidos para fabricar una solución intermedia: la Iglesia de Inglaterra
(Iglesia anglicana).
Con ayuda de unas terribles tormentas (el “viento
protestante”), la Inglaterra de Isabel rechazó a la Armada Invencible que
Felipe II de España había enviado en 1588, lo que supuso una victoria tanto
nacional como religiosa. Al conocer esa derrota, el rey español exclamó: “He
enviado mis naves a luchar con los hombres, no contra los elementos”.
En el siglo XVII España perdió su liderazgo europeo,
que pasó a Francia, su enemigo tradicional, al final de la guerra de los
Treinta Años, que fue la última guerra religiosa y la primera moderna. Iniciada
en Bohemia, donde los Habsburgo católicos y los checos protestantes mantenían
una fiera oposición, la confrontación fue alimentada por dos países luteranos,
Dinamarca y Suecia. Sin embargo, casi desde el principio, su carácter fue
ambiguo; aunque desde el principio las pasiones religiosas contribuyeron a su
estallido, en 1635 la guerra se convirtió en una lucha política entre las
dinastías Habsburgo y Borbón, ambas católicas. Ejemplo de este periodo de
tensiones, a la vez que de transición, fue el cardenal Richelieu, un miembro de
la Iglesia
católica cuyos intereses eran seculares y que implicó a Francia en la
contienda. Al final de la guerra, Francia surgió como la potencia más poderosa
del continente europeo y el prototipo del Estado secular y centralizado.
1. EL RENACIMIENTO.
CONCEPTO.
El concepto de Renacimiento ha variado notablemente. Se había considerado como un movimiento opuesto a la Edad Media , pero hoy se reconoce que brotó del seno de la Baja Edad Media sin una ruptura, desarrollando las semillas presentes en la sociedad gótica. Fue un resurgimiento de la cultura griega y romana y de su arte, junto a un fuerte impulso de la creación artística.
Pero hubo más, pues a lo largo de los siglos XV y XVI Europa vivió una transformación profunda en todos los órdenes: el cambio social y económico, político y religioso, ideológico y científico, que en lo cultural se expresa en el humanismo, una nueva visión del mundo y del hombre, una apertura de los horizontes de la Huma nidad.
El Renacimiento, por lo tanto, es un movimiento cultural, pero cuyo término ha sido utilizado para bautizar su época.
CRONOLOGÍA.
Su cronología es distinta para cada país e incluso para cada región y los autores difieren mucho, pues tienden a confundir el Renacimiento italiano con el europeo.
A nuestro juicio, el Renacimiento italiano, como tal movimiento cultural, nace h. 1300, pero como estilo artístico sólo aparece h. 1400.
En cuanto al europeo, también se avanza la cultura respecto al arte, pues la cultura renacentista se difunde en Europa desde finales del siglo XV pero el arte -salvo alguna excepción como Durero- sólo lo hace realmente a partir aprox. de 1520-1525 y continúa en el siglo XVI, pero ya transformado en un nuevo estilo, el Manierismo, que en Italia se ha impuesto h. 1525.
Los historiadores tampoco están de acuerdo sobre su final, pues proponen un abanico tan amplio para el fin del Renacimiento cultural como entre 1550 y 1620, atendiendo a que la Contra rreforma se asocia al inicio del Barroco (también el arte barroco aparece más tarde que la cultura barroca). La mayoría pone el límite en 1600 sólo por usar el criterio del siglo.
LOS ESTADOS MODERNOS.
Mapa de Europa en el siglo XVI.
A fines de la Edad Media , en el siglo XV y aun más en el XVI, aparecen las “monarquías nacionales”. Los Estados feudales se convierten en Estados autoritarios: España, Francia, Inglaterra, Dinamarca, Suecia... que consolidan su soberanía en un doble frente, frente a la tutela de los poderes tradicionales del Imperio y del Papado, y frente al pluralismo feudal. Lo consiguen mediante el desarrollo de los instrumentos del poder: ejército permanente, burocracia, aparato fiscal, diplomacia; y con una ideología política que los legitima: el absolutismo.
La población europea aumentó notablemente, hasta doblarse entre 1460 y 1560, al pasar de 45 a 90 millones de habitantes, gracias a la disminución relativa de las epidemias respecto al calamitoso periodo 1348-1450, el fin de la Guerra de los Cien Años y de las luchas civiles en los Estados y a la mejora de la alimentación. La población de las ciudades aumentó significativamente: Venecia, Florencia, Milán, Nápoles, París, Londres, Amberes, Núremberg, Augsburgo, Sevilla, sobrepasan los 50.000 y en algunos casos los 100.000 habitantes. En ellas vivían comerciantes y banqueros, escritores y artistas…
La mayor demanda de la creciente población explica el aumento de la producción alimentaria, lograda mediante la roturación de tierras incultas y algunos nuevos cultivos.
Las técnicas productivas apenas mejoraron, ni en el campo ni en la artesanía, aunque se difundió el sistema de producción doméstico, por el que el comerciante empleaba a artesanos en sus domicilios y comercializaba su producción.
El comercio se desarrolló porque los centros urbanos necesitaban ser abastecidos de productos cada vez más variados. Por Europa circulaban las sedas italianas, los paños de lana de los Países Bajos e Inglaterra, los metales alemanes, los vinos franceses. Con los descubrimientos geográficos comenzaron a llegar a Europa productos asiáticos: canela de China, nuez moscada de las Molucas, pimienta negra de Ceylán... las especias, que permitían condimentar y, sobre todo, conservar la carne.
Pero la gran novedad fue la llegada de los metales preciosos (oro y plata) de América, que desencadenó un crecimiento de la masa monetaria y una expansión de la demanda y de la producción, del comercio y de las finanzas. El desarrollo de la banca y del gran comercio favoreció la difusión del crédito (letras de cambio). Los banqueros aumentaron su influencia: los Fugger y Welser en Ausgburgo, los Médicis de Florencia, los Bonvisi de Luca, los Grimaldi de Génova, los Ruiz de Medina del Campo, los Maluenda de Burgos.
Al final de la Edad Media se consolida la burguesía mercantil e industrial. Protagonista de la actividad comercial fue el comerciante con dinero. Era el hombre de negocios, que acometía sus empresas con el mismo sentido de riesgo con que los nobles se exhibían en las guerras. Prestaba dinero a los reyes y su influencia era grande. Algunos de estos negociantes fueron famosos. De entre ellos destacaron los Fugger de Augsburgo, los Médicis de Florencia, etc., que poseían palacios y castillos, colecciones de tapices y pinturas de artistas a los que protegían... La sociedad había cambiado. Tras los austeros siglos medievales los hombres del Renacimiento admiraban el lujo y la belleza.
Las restantes clases sociales, la nobleza, el clero, el campesinado, el artesanado urbano, se mantuvieron empero básicamente inalteradas respecto al Medievo.
2. LA CULTURA RENACENTISTA.
EL HUMANISMO.
El Humanismo es la ideología renacentista que se extiende por Europa en los siglos XIV-XVI, cuando el desarrollo de las universidades, de los estudios de latín y griego, de la teología crítica, de la imprenta y de la brújula, etc., marcan una época de descubrimientos y divulgación.
El Humanismo se caracteriza por:
- La fe en el hombre individual, en el triunfo del hombre moderno que abarca la totalidad del mundo y del saber. El hombre acrecienta su autonomía, respecto de Dios y la Igle sia.
- Una nueva concepción del mundo, basada en la crítica de la razón.
- Admira el mundo clásico grecorromano, como modelo cultural de referencia, con su concepción pagana del hombre.
- En filosofía reúne todas la corrientes antiguas (platonismo, aristotelismo, estoicismo, epicureísmo, escepticismo, neoplatonismo).
- En religión es paganizante, pero un humanismo cristiano (Petrarca, Pico della Mirandola, Marsilio Ficino, Erasmo, Moro, Vives) afirma la continuidad entre el mundo clásico y el cristiano.
- Socialmente los humanistas son escritores, filósofos, médicos, eclesiásticos, profesores, que a menudo se reúnen para dialogar en el palacio de un príncipe o en el taller de un impresor.
- Las universidades difunden el pensamiento racional y crítico, en detrimento de los ideales de la Igle sia. El incipiente humanismo emotivo del siglo XIII es sustituido por un humanismo racional en el siglo XV.
ARTE Y HUMANISMO.
Todo cambio ideológico exige un cambio en el lenguaje artístico. En el Renacimiento se produjo una superación del lenguaje gótico nórdico, atento a las formas pero no a los hombres. En el caso único de Italia el mayor desarrollo comercial e industrial convive con la pervivencia de las formas del clasicismo antiguo, con la gestación del nuevo lenguaje del Renacimiento desde finales del siglo XIII, y su eclosión en el XV.
El hombre se siente centro del Universo y exige un lenguaje artístico a su medida: el hombre domina al edificio, que se adapta a las proporciones humanas, con un equilibrio de verticalidad y horizontalidad, a favor de ésta, con una geometría comprensible, sin necesidad de la técnica gótica de elevación constructiva, con unos elementos más clásicos. Las pinturas y las esculturas representan al hombre, sea príncipe, burgués o campesino, en su vida cotidiana.
Mejora la condición social del artista, lo que tendrá extraordinarios efectos en el futuro del arte, al permitir la libertad creativa. La competencia de los príncipes por atraer a los mejores artistas e intelectuales los encumbra a la gloria ya en vida. Se venera la individualidad y el genio: es un tiempo de individuos geniales, que rompen con el anonimato de los gremios y de los talleres de arte. El artista genial comienza a independizarse del mecenas respecto a la concepción de la obra: Miguel Ángel pinta los temas que quiere, no los que le mandan.
LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS.
Las excavaciones realizadas en esa época contribuyeron a hacer aparecer la actitud de amor por lo antiguo que caracterizó al Renacimiento. En los primeros años del siglo XVI se descubrieron en Roma el grupo escultórico del Laocoonte, las Termas del emperador Tito, la Casa Dorada de Nerón, etc. Resulta fácil imaginar el entusiasmo que provocaron estos hallazgos arqueológicos. Se empezó a admirar el mundo clásico a través de sus mármoles y manuscritos, no sólo a través de noticias indirectas.
EL MODELO HUMANO DEL RENACIMIENTO.
Seguramente pocos hombres de aquella época exigente respondieron al modelo humanista. Su ideal era ser un hombre universal, a la vez un humanista y un caballero, mientras que la mujer ha de ser una dama.
El humanista: sabio, caballero, cortesano.
Si en la época medieval el hombre ideal eran el guerrero o el religioso, en el Renacimiento es el humanista, de curiosidad universal y vasta cultura (tanto clásica como moderna), erudito y creativo a la vez (a menudo artista él mismo). Los humanistas presumían de escribir únicamente en latín, de conocer el griego (algunos también el hebreo y otros idiomas antiguos), de leer a los escritores romanos y griegos, de dominar la filosofía.
Pero no se tomó como modelo al sabio huraño, exclusivamente entregado a los libros, pues el humanista es también un caballero y un cortesano (el Cortigiano de Castiglione). En las cortes renacentistas se consideraba imprescindible la presencia en la vida social. El hombre perfecto debe poseer cultura, saber escribir y además ser buen conversador, dominar juegos, ser galante y desenvolverse en torneos y competiciones varias. Es el hombre de moda en los ambientes cortesanos, que discute sobre la idea de belleza y, en consecuencia, sobre la *cosa bella+, lo que da origen a la crítica de arte.
La dama.
A la dama se le pedía honestidad y conocimiento de las letras, de la música y de la pintura, y además debía danzar bien, para que fuera adorno de las cortes y contento de varones tan diestros. Pero en esta época gana más autonomía relativa, en su largo camino hacia la igualdad de los sexos.
LAS UNIVERSIDADES.
Las universidades de Europa, como las italianas de Florencia, Roma, Venecia, Bolonia y Padua, las españolas de Salamanca y Alcalá de Henares, la portuguesa de Coimbra, la francesa de París, las inglesas de Oxford y Cambridge, se convirtieron en activos centros educativos y del saber, dominados por los profesores humanistas, que iban por todo el continente, de universidad en universidad, disputados por todas, para enseñar a estudiantes también itinerantes.
DIVULGACIÓN DEL HUMANISMO: LA IMPRENTA.
La revolución del saber que supuso el Renacimiento quizá no hubiera sido posible sin un invento trascendental: la imprenta. De hecho, la reproducción de dibujos y signos mediante planchas era muy anterior. Los romanos antiguos sabían reproducir dibujos y los venecianos medievales fabricaron naipes. Los chinos, a los que se considera como los auténticos inventores de la imprenta, sabían reproducir toda clase de escritos, pero el sistema que utilizaban era bastante tosco.
El invento del Renacimiento fue diferente. Consistía en la utilización de tipos móviles de metal. En vez de fabricar la plancha entera, el impresor fabricaba las letras sueltas, que servían para sucesivas planchas. Por otra parte, como las letras se fundían en moldes independientes, le resultaba fácil sustituir las letras desgastadas.
Este invento, decisivo para la Humanidad , se atribuye al impresor de Maguncia, Johann Gutenberg. En 1446 regresó de Estrasburgo, donde tenía un taller de orfebrería, a Maguncia, y se asoció a otro impresor, Juan Fust. En 1456 ambos producían suficientes tipos en su taller como para imprimir la Biblia.
La expansión de la imprenta fue fulminante por toda Europa. En 1500 ya estaban registradas 40.000 ediciones de libros, la mayoría procedentes de Alemania e Italia, y se conocía la imprenta en 14 países europeos. Los libros dejaron de ser un patrimonio de los más ricos. Se había encontrado el medio adecuado para la difusión de la cultura. Se editaron y difundieron a los clásicos de la filosofía (Platón, Aristóteles), de la ciencia (Pitágoras, Euclides), los autores griegos (Homero, Esquilo, Sófocles, Eurípides) y latinos (Virgilio, Cicerón, Séneca) y los medievales.
La novela, la poesía, el teatro se enriquecen con las grandes plumas de la época, sobre todo con Ariosto y Castiglione en Italia, Garcilaso y Fernando Rojas en España, y Ronsard y Rabelais en Francia.
El Humanismo en filosofía reúne todas la corrientes antiguas (platonismo, aristotelismo, estoicismo, epicureísmo, escepticismo, neoplatonismo). La filosofía neoplatónica y la tomista dominan en Europa, hasta el advenimiento de la Reforma y la Contrarreforma.
Siguiendo el camino iniciado por el filósofo inglés Roger Bacon en la segunda mitad del siglo XIII, que defendió la necesidad del modelo de conocimiento experimental, se produjeron importantes descubrimientos científicos que, si bien limitados, prepararon el camino para las decisivas aportaciones del siglo XVII. Los principales avances se dieron en la medicina, astronomía, las ciencias naturales, las matemáticas... La curiosidad por saber era general, como lo demuestra el enciclopedismo y la universalidad de intereses de Leonardo da Vinci. Pero subsistieron las creencias supersticiosas, a menudo bajo aspectos seudocientíficos, como la astrología (el francés Nostradamus).
La medicina mejoró en las ciudades y las campañas militares, con más y mejores médicos, formados en universidades, con más conocimientos de anatomía, pero las condiciones de los hospitales siguieron siendo muy deficientes. Destacaron los estudios anatómicos de Leonardo Da Vinci, Vesalio y Servet.
El flamenco Andreas Vesalio (1514-64), fue un médico eminente. Estudió en Lovaina y París y fue profesor en Padua. Basándose en la práctica de disecciones y exploraciones anatómicas, Vesalio sentó las bases de la anatomía moderna. Profundo conocedor de las teorías de Galeno, no dudó en rechazar los errores que en ella había y que se habían perpetuado a lo largo de la Edad Media.
Miguel Servet fue un humanista, teólogo y médico aragonés que estudió en Barcelona, Toulouse y París y viajó por toda Europa. Publicó diversas obras teológicas como De trinitatis erroribus y Dialogorum de Trinitate. La más famosas es Christianismi restitutio (1553), en la cual describió la circulación de la sangre. A lo largo de su vida tuvo diversos conflictos con la In quisición católica por sus ideas religiosas, pero finalmente Calvino lo encarceló en Ginebra, le condenó por hereje y le hizo morir en la hoguera.
Nicolás Copérnico expone en De revolutionibus orbitum caelestium (1543) la teoría heliocéntrica: la Tierra y los restantes planetas giran alrededor del Sol, y no alredor de la Tierra como sostenía la antigua tesis del romano Tolomeo. Es una novedad revolucionaria, que rompe con la tesis de que el hombre está en el centro del Universo.
LAS CIENCIAS NATURALES, LAS MATEMÁTICAS, LA FÍSICA.
Las ciencias naturales, matemáticas y físicas se desarrollaron extraordinariamente, gracias a los descubrimientos geográficos, los avances en la navegación, los trabajos de excelentes matemáticos como Luca Pacioli, autor de una Summa de arithmetica, geometria, proportioni et proportionatia (1494), o Pietro Pomponazzi, profesor en Padua, que cultivó una ciencia separada de las ideas religiosas.
Los historiadores y tratadistas políticos se multiplican: Guicciardini, Maquiavelo, Tomás Moro, Erasmo... Historia y política se convierten poco a poco en ciencias humanísticas, con una pretensión científica de conocer la verdad.
El historiador y embajador veneciano Guicciardini escribió una magna Historia de Italia, desde el punto de vista político-diplomático, en la que procura reconstruir de forma racional la urdimbre y el desarrollo de las vicisitudes humanas. Por otra parte, y en un plano moralista, se halla dispuesto a dar el máximo relieve a las fuerzas incontroladas de los protagonistas y de las multitudes. Para él la historia no es ya exaltación ni tampoco sólo relato; quiere que sea una explicación inteligible. Supo concretar, siguiendo el modelo de los antiguos, una visión racional de los hechos. En su obra leemos todo un conjunto de reflexiones, de discursos anticipadores, de relaciones entre causas mediocres y efectos terribles, de imágenes, de símbolos. Al final su Historia de Italia aparece como un drama en el que se restablece un equilibrio moral.
2. LA REFORMA Y LA CONTRARREFORMA.
INTRODUCCIÓN.
A lo largo del siglo XVI, Europa sufrió una profunda crisis religiosa que motivó una auténtica revolución en la sociedad occidental. La unidad de la Iglesia católica se resquebrajó cuando, en Alemania, Martín Lutero y sus seguidores, disconformes con Roma, rechazaron la autoridad del papa, con lo que se inició la Reforma protestante. Su ejemplo fue seguido por otros personajes como Calvino y Zwinglio.
A la vez, se promovió una Reforma católica desde dentro de la propia Iglesia. Quienes tomaron esa iniciativa no se proponían abandonar la obediencia al Pontífice; antes bien, haciendo gala de una honda y sentida espiritualidad, propugnaron una completa revisión institucional y doctrinal. Esta Reforma católica se conoce como Contrarreforma y sus instrumentos fundamentales fueron la Compañía de Jesús y el Concilio de Trento.
A pesar de todos los esfuerzos de concordia, no pudieron evitarse las guerras de religión ni la intolerancia por parte de ambos bandos religiosos.
2.1. LA REFORMA.
Los antecedentes.
Pese al progreso general respecto a la crisis del siglo XIV, el Renacimiento era también una época de angustia e inseguridad para muchos: pobreza, hambre, peste, guerra, cambios en la visión del mundo. La conciencia del pecado individual y colectivo implicaba la tesis de un castigo divino al pecado. Los teólogos y predicadores (Huss, Savonarola y muchos otros, ortodoxos u heterodoxos), provocaban horror al pecado, un endurecimiento de la justicia contra los herejes y pecadores, un miedo atroz a la muerte en pecado que llevaría al infierno (las reliquias y las indulgencias pagadas con dinero eran las respuestas). Las autoridades eclesiásticas combatían la superstición y la brujería, fomentadas por la creencia en el fin del mundo y en las brujas.
En este ambiente ideológico, la Iglesia no respondía a las necesidades populares, debido a su materialismo y corrupción. El Papado se implica en guerras por el dominio de Italia, vende los cargos, apoya a sus familiares, está degradado moralmente, como gran parte del clero, poco educado, demasiado materialista. La vivencia religiosa era demasiado externa y formal.
Por todo ello surgirán nuevos movimientos espirituales, como los que siguieron las teorías del teólogo inglés John Wycliff (s. XIV) y el checo Jan Huss (s. XV), el dominico florentino Savonarola (a finales del siglo XV), el erasmismo reformista y las numerosas congregaciones alemanas, todos imbuidos de misticismo y que pedían una mejor conducta cristiana y la recuperación de la pureza del mensaje evangélico. La alternativa llegará por dos vías: la Refor ma protestante (en sus múltiples formas, de las que destacan el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo) y la Con trarreforma católica.
EL LUTERANISMO.
Lutero.
Martín Lutero (1483-1546) era un monje agustino, profesor de teología en la universidad de Wittemberg. Preocupado por su salvación personal, encontró la respuesta en un texto de San Pablo: ‹‹El justo se salvará por su fe››. Un viaje a Roma en 1510-1511 le desagradó por el lujo y la corrupción de la corte papal. Al principio sólo quería corregir los abusos de la Igle sia, sin separarse de ella, pero la radicalización de sus posturas y la imposibilidad de un compromiso le llevó a la ruptura. En 1517 el papa León X (1513-1521) decidió otorgar indulgencias a quienes ayudaran económicamente a las obras del Vaticano. Lutero se opuso y denunció que se perdonaran sus pecados a quienes pagaban dinero.
Criticó al Papado y las indulgencias en las 95 tesis de Wittenberg en 1517, rompiendo con Roma en 1519, y, ante el fracaso de la conciliación, en 1520 fue excomulgado. Fracasó también el intento de aproximación entre el emperador y Lutero en la Dieta de Worms (1521).
La doctrina luterana.
Sus tesis principales son: la fe basta para salvarse, la fe revela a Jesús, los únicos sacramentos son el bautismo y la eucaristía, la libre interpretación de la Bi blia (que traduce al alemán), el sacerdocio es universal (todos pueden ser sacerdotes y estos pueden casarse), la única cabeza es Cristo (rechazo de la autoridad papal).
La expansión del luteranismo.
Su doctrina se extendió gracias a la fuerza de su prosa en latín y alemán (difundida por la imprenta); sus feroces ataques al Papado; su apoyo a los príncipes (Mauricio de Sajonia) y nobles alemanes contra el campesinado rebelde y el emperador. Los príncipes alemanes secularizaron los bienes de la Igle sia católica y se vieron implicados definitivamente en la causa protestante, junto a todos los que se beneficiaron de esta desamortización. Asimismo, los reyes de Dinamarca y Suecia siguieron su doctrina y la impusieron en sus dominios.
Hacia 1520 ya le apoyaban teólogos humanistas como Melanchton, Huttel y Zwinglio. El protestantismo luterano fue en principio un movimiento fanático, pero a la larga su racionalismo y su individualismo fue una base ideológica adecuada para la división del protestantismo en nuevas iglesias y para el progreso de la libertad de conciencia.
EL CALVINISMO.
Zwinglio.
El suizo Ulrico Zwinglio (1484-1531), por su parte, por entonces predicó la doctrina de la predestinación: sólo los elegidos podían salvarse. Pretendía la vuelta al Evangelio. Se hizo con el poder en Zúrich, con un reformismo radical y combativo, pero su prematura muerte en lucha contra los católicos puso su movimiento bajo la dirección de Calvino.
Calvino y su doctrina.
El francés Juan Calvino (1509-1564) emigró a Suiza, donde predicó una reforma más radical y se hizo con el poder en la ciudad de Ginebra.
Su doctrina se basa en la justificación por la fe, el culto simplificado (sin imágenes), la Biblia como fuente única de Revelación, con la salvación únicamente por la fe y la austeridad, que en todo caso sólo pueden salvar a unos pocos predestinados. Si Dios conoce el pasado, el presente y el futuro, lógicamente sabe quien se salvará. La manera de saber si una persona está predestinada consiste en llevar una vida piadosa, austera, sometida a una rígida moral. El aliento del trabajo y del éxito económico (como signo de predestinación) conectó bien con la ideología capitalista y explica su éxito en las sociedades burguesas nórdicas (es la tesis de Max Weber, quien liga el calvinismo con el sistema burgués).
La expansión del calvinismo.
Calvino consiguió que Ginebra adoptase la reforma calvinista en 1533 y se promulgó una Constitución teocrática en 1541, instaurando una dictadura que fue muy eficaz en lo económico y social. El calvinismo se extendió desde Suiza a Austria y Hungría, el Sur de Alemania, Francia, los Países Bajos y Escocia. Los hugonotes (así eran llamados los calvinistas franceses) llegaron a amenazar el dominio católico en Francia.
EL ANGLICANISMO.
Enrique VIII.
El rey Enrique VIII (1509-1547) de Inglaterra se separó de la Iglesia de Roma y estableció una Iglesia nacional, debido a una crisis dinástica: el papa le denegó el divorcio de Catalina de Aragón (madre de María I), que era incapaz de darle un hijo varón, para poder casarse con Ana Bolena (madre de Isabel I). Su voluntad no era cambiar los dogmas sino contruir una Iglesia nacional, sometida a la Coro na y que no pagase rentas a Roma.
El Acta de Supremacía (1534), los Diez Artículos y los Seis Artículos (1539) afirmaron la supremacía del rey, que sustituyó al papa en el mando de la Iglesia, como diferencia fundamental respecto al catolicismo, y otras diferencias fueron la lectura de la Bi blia en inglés, el matrimonio de los sacerdotes y al rechazo de las imágenes, las reliquias y las peregrinaciones. El anglicanismo se consolidó entre la aristocracia y la burguesía beneficiadas por la desamortización de los bienes eclesiásticos. Se apoyó teológicamente en dos reformadores, Cromwell y Cranmer.
Tras la breve recuperación del catolicismo con María I Tudor (1552-1558), que ejecutó al arzobispo anglicano Cranmer, el reinado de Isabel I (1558-1604) supuso el triunfo del anglicanismo, que reprimió a los católicos y protestantes disidentes.
2.2. LA CONTRARREFORMA.
Concepto.
El Concilio de Trento y la doctrina contrarreformista.
Concilio de Trento.
Su codificación doctrinal y su organización correspondió al Concilio de Trento (1545-1563), promovido por el emperador Carlos V. Tardó mucho tiempo en convocarse, cambió de lugar (Bolonia, 1547 y 1549) y sufrió una interrupción (1552-1562) por las tensiones y rivalidades entre los Estados católicos. Los dominicos y jesuitas italianos y españoles fueron los teólogos más activos. En realidad hubo tres periodos en Trento: 1545-1547, 1551-1552, 1562-1563 y sólo en el último se tomaron decisiones permanentes. Se estableció:
- La validez de la doctrina expuesta en la Sa grada Escritura (edición latina de la Vulgata de san Jerónimo, del s. V, sin que valieran las traducciones a las lenguas vulgares) y acumulada en la Igle sia por la tradición.
- La necesidad de obras buenas como complemento de la fe.
- La validez de los siete sacramentos.
- La veneración a la Virgen y a los santos.
- La afirmación de la autoridad papal sobre la asamblea conciliar.
- La disciplina eclesiástica, señalando que los obispos residieran en sus diócesis y organizando los seminarios para la formación del clero, junto la supresión de la acumulación de beneficios (cargos y prebendas eclesiásticos) y a la obligación del celibato de los sacerdotes.
- La reserva al magisterio de la Iglesia de la interpretación de las Sagradas Escrituras.
- La liturgia se solemnizó y el arte se puso al servicio de la religión (es el nacimiento del arte barroco).
Las órdenes religiosas: los jesuitas.
Las órdenes religiosas (jesuitas, carmelitas, dominicos, capuchinos) llevaron a cabo una labor de conversión de los protestantes y los paganos.
San Ignacio de Loyola (1491-1556).
Los jesuitas, de la Compañía de Jesús fundada (1534-1540) por el vasco Ignacio de Loyola, con una organización paramilitar, fueron muy activos y eficaces en el sur de Alemania, en Polonia, Austria, Flandes... Se caracterizaron por su organización jerárquica y su disciplina casi militar, con su fidelidad al papa (el cuarto voto de obediencia al papa, junto a los de obediencia, castidad y pobreza), los Ejercicios Espirituales, su profunda formación humanística y científica, la enseñanza como actividad fundamental.
España fue un baluarte de la Contrarreforma , al suministrar misioneros, teólogos, dinero y soldados a la lucha, gracias a la reforma de Cisneros sobre las órdenes religiosas y los conventos, los estudios universitarios (Alcalá de Henares) y la Biblia Políglota (1520), el erasmismo reformista, imbuidos de humanismo racionalista, que luego fueron contrapesados por la irracionalidad del misticismo, el cierre a las ideas extranjeras, la censura, la Inqui sición... El misticismo de los religiosos españoles alcanzó cumbres literarias y de pensamiento con Fray Luis de León, Juan de la Cruz , Teresa de Jesús... Pero también ellos, como antes Ignacio de Loyola, tuvieron graves problemas con la Inquisición.
La expansión mundial del catolicismo.
El catolicismo se benefició de la expansión territorial de España y Portugal por América, África y Asia, gracias a la acción de los misioneros, hasta convertirse en la primera religión mundial y compensar de este modo las pérdidas en Europa.
3. LOS ENFRENTAMIENTOS POLÍTICO-RELIGIOSOS DEL SIGLO XVI.
La división europea en dos bandos religiosos.
Como consecuencia de las reformas protestante y católica Europa se dividió en dos grandes bandos religiosos:
Esta división se trasladó a la política en las Dietas alemanas promovidas por el emperador pero fracasadas en su objetivo de integrar a los dos bandos, y a la guerra en las durísimas “guerras de religión” en Alemania, Francia y Países Bajos.
Los efectos sobre la sociedad fueron muy graves: se vio el auge de la censura para evitar la circulación de ideas en los libros, se perdió la libertad de religión en los países dominados por una religión oficial, siendo perseguidos los grupos disidentes, por ejemplo los anabaptistas por los protestantes y los alumbrados españoles por los católicos, mientras la sospecha y el control se extendían hasta el punto de que la Inquisición procesó incluso a Fray Luis de León y al arzobispo de Toledo, Carranza.
CARLOS V CONTRA LOS PRÍNCIPES ALEMANES.
Los príncipes alemanes se habían apoderado en los decenios de 1520 y 1530 de los bienes eclesiásticos y habían aumentado su poder militar y político en contra de las pretensiones hegemónicas del emperador. Era un conflicto tanto religioso (protestantes contra católicos) como político (fragmentación contra unidad estatal).
Mapa de la expansión luterana en Europa Central.
Las Dietas promovidas por el emperador fracasaron en su objetivo de conciliar a protestantes y católicos, así que Carlos V promovió el Concilio de Trento (desde 1543) y se formaron dos grandes alianzas: la protestante Liga de Esmalcalda (1531) y la alianza de Carlos con su hermano Fernando de Austria, el papa y los duques de Baviera y Sajonia (el protestante Mauricio). La lucha militar (Guerra de Esmalcalda, 1546-1547) se inició y con el triunfo del emperador en la batalla de Mühlberg (1547) pareció que vencía la causa católica, pero en la Dieta de Augsburgo (1547-1548) el emperador no consiguió que el papa cediera en la cuestión religiosa y el conflicto se reinició, con el apoyo de Francia a los protestantes liderados por Mauricio de Sajonia. La debilidad militar del emperador llevó a su fracaso final (h. 1552) y a que en la nueva Dieta de Augsburgo (1555) se aceptara la tesis de que cada príncipe podía imponer la religión en su Estado. Este pacto perduró hasta 1619 (inicio de la Guerra de los Treinta Años). Poco después, fracasado el ideal imperial, Carlos abdicó (1556).
Los Países Bajos estaban integrados en la monarquía española desde 1556 al suceder Felipe II a su padre en los dominios de la Casa de Borgoña. Pero había una contradicción entre el catolicismo del rey y el calvinismo de la mayoría de la burguesía y gran parte de la nobleza en el norte del territorio.
Consulta de mapas de la guerra de los Países Bajos entre 1575 y 1587. [https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_los_Ochenta_Años]
Felipe II no aceptó la libertad religiosa en los Países Bajos y promovió una política autoritaria, centralista y antiprotestante (con la Inquisición ), que llevó a la rebelión de 1566 de los calvinistas más radicales, que destruyeron iglesias e imágenes, comenzando una larga guerra (1566-1648, salvo una Tregua de Doce Años en 1609-1621). Primero Felipe II impuso una dura represión: el duque de Alba hizo ejecutar a los nobles Egmont y Horn (1568) y estuvo a punto de dominar la rebelión, pero las medidas centralistas y los altos impuestos (la alcabala sobre el comercio) para sufragar el ejército de ocupación, hicieron que la burguesía y la aristocracia, tanto calvinista como católica, se unieran en defensa de la autonomía y el conflicto se recrudeció en 1572, apoyado por las potencias enemigas de España (Francia, Inglaterra) en el norte y luego en la mayor parte del territorio. Los sucesores de Alba fueron Requesens y Juan de Austria, que intentaron pacificar el país. Finalmente, el gobierno de Alejandro Farnesio (1578-1596) logró cierto éxito para la Corona al separar a los católicos del sur (Unión de Arrás, 1579) de los calvinistas del norte (Unión de Utrecht, 1579), dirigidos por Guillermo de Orange. Las victorias de Farnesio en el decenio de 1580, estuvieron a punto de someter a las rebeldes Provincias Unidas (son siete, sobre todo Holanda), pero los conflictos de España contra Inglaterra y Francia y la debilidad de la Hacienda para sufragar un enorme esfuerzo militar permanente permitieron que los rebeldes, dirigidos ahora por Mauricio de Orange, se recuperaran desde los años 1590, aunque sólo consiguieron el reconocimiento de su independencia en 1648.
Relacionados con este conflicto aparecen la guerra entre España e Inglaterra (1587-1605), marcada por el fracaso de la Armada In vencible en 1588, y la intervención española en las Guerras de Religión de Francia.
LAS GUERRAS DE RELIGIÓN EN FRANCIA.
La Noche de San Bartolomé en 1572. Fresco de Vasari en Sala Regia del Vaticano.
Entre 1562 y 1598 hay una larga guerra civil en Francia, por las disputas político-religiosas entre católicos y hugonotes (calvinistas). Se forman partidos político-religiosos: el protestante (1560) y la Liga Cató lica (1576). Proliferan las batallas y matanzas (Noche de San Bartolomé en 1572). La lucha se complica con una disputa dinástica por la sucesión entre el protestante Enrique de Borbón y los pretendientes católicos, y por la intervención de España y las otras potencias europeas.
La crisis se resuelve con la llegada al trono de Enrique IV, que se convierte al catolicismo en 1593, es ampliamente aceptado por el país en 1594 y firma en 1598 el Edicto de Nantes, que reconoce la libertad de culto (que durará hasta Luis XIV), y el Tratado de Vervins, que pone fin a la guerra con España.
UD FUENTES.
Internet.
Películas.
Los Borgia. Serie televisiva sobre la familia del
papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) desde 1492 hasta su final en 1503, de
excelente factura.
Series de televisión.
Los Medici, señores de Florencia (2016). Serie de la RAI, con
Richard Madden, Dustin Hoffman. Dos temporadas.
Documentales.
El nacimiento del Estado moderno. Academia Play. 15 minutos.
El Renacimiento. 48 minutos. Un resumen de la historia
del mundo en los siglos XIV-XVI, desde Tombuctú a Venecia, desde la Europa
gótica y renacentista a la China de los Ming o la América de Colón.
El Renacimiento. 13:44. [https://www.youtube.com/watch?v=7X7c-qSuFEE]
Video adaptado solo al nivel de arte de 2º de ESO.
El Renacimiento en 10 minutos. 10:32.
Iván IV el Terrible, su historia
real. 52
minutos. La historia de Rusia en el reinado de Iván el Terrible (1530-1584),
desde su ascenso al trono de príncipe en 1533 y su proclamación del zarato en
1547.
La congiura dei Pazzi contro
Lorenzo de' Medici.
16 minutos.
Los secretos de los Borgia. Documental sobre la
historia romana de la familia Borgia, presentada como malvada. 45 minutos.
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