OP UD 48. FASCISMO Y NEOFASCISMO: CARACTERES Y CIRCUNSTANCIAS EN QUE SE DESARROLLAN.
INTRODUCCIÓN.
1. FASCISMO: CARACTERES GENERALES.
Totalitarismo antiliberal.
Concentración del poder en el caudillo (Duce, Führer).
Eliminación de toda oposición política.
Nacionalismo radical.
Racismo.
Desigualdad entre los hombres y hombre/mujer.
Expansionismo exterior y militarismo.
Autarquía económica.
Apoyo social en las clases burguesas y pequeño-burguesas.
2. FASCISMO ITALIANO.
Los problemas de la posguerra.
Aparición del fascismo.
Ocupación del poder.
La política del gobierno fascista.
3. NAZISMO ALEMÁN.
La posguerra.
Incidencia de la crisis de 1929.
La toma nazi del poder.
El partido nazi en el poder.
Ideología del partido nazi.
4. OTROS MOVIMIENTOS FASCISTAS DE LOS AÑOS 30.
4.1. ESPAÑA.
La CEDA.
La Falange.
El régimen franquista.
4.2. PORTUGAL.
4.3. FRANCIA.
4.5. GRAN BRETAÑA.
4.5. LOS BALCANES.
4.6. EUROPA DEL ESTE.
5. NEOFASCISMO.
EE UU.
Latinoamérica.
Europa.
APÉNDICES:
El militarismo japonés.
Historiografía sobre el nazismo.
INTRODUCCIÓN.
En esta Unidad Didáctica (UD) nos centraremos en el fascismo en sus diversas formas: el fascismo italiano, el nazismo alemán, los otros movimientos fascistas de Europa en los años 30 y el neofascismo en la actualidad. Se trata brevemente el fenómeno en EE UU y Latinoamérica. El caso japonés está en un apéndice, porque no puede conceptuarse como un totalitarismo fascista, pese a sus similitudes, sino como un militarismo imperialista de ideología muy particular. Veremos muy sucintamente el caso del fascismo español, que será abordado con más profundidad en otras UD (la II República, la Guerra Civil y el franquismo).
Un resumen.
La problemática general en Europa en los años 20 y 30 había sido muy distinta a la de EE UU. Vencedores y vencidos se encontraron con múltiples problemas al día siguiente de la firma de la paz. Estaban todos endeudados con EE UU; debían reconstruir las economías arruinadas durante la guerra y transformar las industrias militares en civiles, y debían recuperar los viejos mercados (América, Asia) donde se encontraron con la creciente competencia de EE UU y Japón. Tuvieron problemas sociales porque los primeros años de posguerra fueron años de miseria para obreros y campesinos. La posibilidad de una revolución comunista era mayor y las clases medias temían perder sus negocios y propiedades como había pasado en la URSS.
Para evitar el ascenso de la izquierda, ya en una primera etapa se establecieron gobiernos autoritarios militares en Polonia (el mariscal Pilsudski) o en Hungría. El ejemplo más claro de gobierno autoritario, ya en su vertiente fascista, y modelo para otros países, fue el de Mussolini y su partido en Italia, a partir de 1922.
El desarrollo americano, que invirtió mucho capital en los países europeos, acabó, sin embargo arrastrando a Europa y las cosas parecieron normalizarse, excepto en la Italia fascista.
Pero la crisis de 1929 alcanzó también a los países europeos, ya que EE UU retiró los capitales invertidos, para solucionar su propia crisis. Quebraron muchos bancos y cerraron innumerables fábricas, aumentó el paro y la miseria, y con ellos el malestar y el desorden social.
Fue a partir de entonces cuando se produjo una nueva oleada de gobiernos autoritarios y totalitarios, el más importante de los cuales se estableció en Alemania con la subida al poder del partido nazi de Hitler, en 1933, mientras que imitaciones semifascistas y autoritarias se impusieron en toda la Europa del Este y los Balcanes, excepto en Checoslovaquia.
1. FASCISMO: CARÁCTERES GENERALES.
El fascismo no tiene una doctrina única, sino un conglomerado de teorías, más o menos adaptadas a la cultura de cada país y la voluntad de sus jefes respectivos, y que se resumen en un rasgo: la supremacía del poder del jefe sobre el hombre-masa. Pero hay unos rasgos comunes a la mayoría de los regímenes fascistas.
Totalitarismo antiliberal.
El poder absoluto del individuo supremo es el principal rasgo ideológico del fascismo, al que se subordinan los demás rasgos. Por tanto, se rechaza el sistema liberal democrático, de equilibrio entre poderes y de participación de la colectividad. Sólo debe haber un partido, que gobierne sin necesidad de elecciones, sin participación popular, restringida esta a la aclamación acrítica del líder.
Concentración del poder en el caudillo (Duce, Führer).
El partido único está formado por los considerados verdaderos patriotas, organizados en una estricta jerarquía bajo el mando incondicional del jefe, que acapara todo el poder (salvo el que delegue) y fija las ideas y los programas de gobierno. A este hombre providencial se le rinde un auténtico culto en vida y se le debe obediencia ciega, porque encarna el gran destino de la nación.
Eliminación de toda oposición política.
Se suprimen los otros partidos políticos, quedando prohibida su actuación y propaganda. Los opositores son encarcelados o eliminados físicamente.
Nacionalismo radical.
Se exalta el mito de la Nación, reunión del Pueblo con unos criterios históricos, étnicos, lingüísticos...
En España se usaron también criterios religiosos. En cambio, el fascismo italiano era laico, aunque mantuviese excelentes relaciones con la Iglesia desde 1929, mientras que el nazismo era antirreligioso, porque la religión, tanto la católica como la protestante, con sus estructuras políticas propias, era vista como una competidora ideológica. Esto explica que el partido nazi persiguiera a muchos sacerdotes cristianos, así como que en 1933-1945 apostataran cerca de dos millones de católicos alemanes.
Racismo.
Se considera que la Nación está compuesta por una raza única, con un predominio sobre las otras razas. En Alemania es el predominio de la raza pura aria, que debe eliminar a las razas inferiores, sobre todo los judíos. Pero este carácter será importante sólo en el nazismo, mientras que será muy débil en el fascismo italiano o español.
Desigualdad entre los hombres y hombre/mujer.
Hay una desigualdad natural entre los hombres, entre los jefes y los subordinados, así como entre el hombre y la mujer —siempre inferior y confinada en el hogar—. Detrás de esta desigualdad femenina se halla el miedo a que los hombres pierdan el poder doméstico, laboral y económico, y en muchos casos se legitima con la idea de que el hombre en paro encuentre trabajo y de que la mujer cuide a los hijos.
Expansionismo exterior y militarismo.
Es una variante del imperialismo. Se quiere alcanzar el espacio vital (Lebensraum) para la expansión futura de la nación, lo que necesariamente pasa por la expansión imperialista en Europa y otros continentes. Los alemanes tienden hacia el Este, que debe ser colonizado; los italianos hacia el Mediterráneo y Etiopía; o los españoles hacia Marruecos.
Para lograr esta expansión se ensalzan los valores militares: fuerza, valor, agresividad y la superioridad del soldado sobre el civil.
Autarquía económica.
Se defiende la total autosuficiencia del país en la producción de la mayoría de los alimentos, materias primas, energía y productos industriales. Debe asegurarse un superávit comercial y de la balanza de pagos, y una moneda fuerte. Rasgos de la política económica son: el proteccionismo aduanero, la intervención estatal, los monopolios estatales y el apoyo a la concentración en carteles industriales y financieros.
Apoyo social en las clases burguesas y pequeño-burguesas.
El fascismo se apoya socialmente sobre todo en las clases altas y medias: la alta burguesía que teme el ascenso del comunismo y las clases medias que sufren por la crisis económica y la presión de un proletariado que crece demográficamente.
2. FASCISMO ITALIANO.
Italia había sido uno de los cuatro grandes vencedores. Sin embargo, al finalizar la guerra, su situación era muy difícil. Las pérdidas humanas y económicas habían sido muy grandes (700.000 muertos, toda la región del Véneto destrozada, enormes deudas contraídas con otros países).
Además, en los tratados de París de 1919 no se concedían grandes anexiones territoriales a Italia (apenas el Trentino y Trieste, pero sin Istria y otras zonas en Dalmacia y sin un aumento del imperio colonial), por lo que gran parte de la población sintió que no se había resarcido a Italia de sus pérdidas humanas sino que había salido debilitada como nación pese a su victoria. En este contexto los nacionalistas estaban exaltados, a punto de explotar.
La miseria y el paro de la posguerra provocaron una grave crisis en 1919 entre los obreros y campesinos del Norte de Italia (en especial Lombardía y Piamonte) que llegaron a ocupar fábricas y campos, y crearon consejos según el modelo comunista de los soviets. Se temió una revolución comunista que aprovechara la crisis social, que en estos años 1919-1922 los gobiernos liberales no supieron resolver. Los propietarios perdieron su confianza en el sistema liberal, que no garantizaba el orden.
Aparición del fascismo.
En estas condiciones surgió el fascismo. Mussolini (1883-1945) era un maestro de escuela, antiguo socialista, y director de su diario “Avanti”, que se había separado del partido socialista por el neutralismo de este en la Guerra Mundial. Fundó un nuevo diario, “Il Popolo de Italia” y aglutinó a los socialistas escindidos y a otros grupos caracterizados por el ultranacionalismo, en su mayoría arditi (veteranos de la guerra). En esta etapa su ideología era aun moderada, pero al final de la guerra, su política se radicalizó y su programa reunió puntos izquierdistas, como el voto para la mujer y la participación de los trabajadores en la gestión de las empresas, con otros conservadores, como la defensa de la propiedad privada, al tiempo que pregonaba la toma del poder por la violencia.
Con soldados y oficiales desmovilizados, salidos de los nacionalistas frustrados, pequeño-burgueses arruinados y obreros desempleados, Mussolini reorganizó sus fuerzas en los Fascio di combatimento (de los fasci, los ‘haces’, un símbolo de la justicia romana), también llamados camise nere (camisas negras), grupos paramilitares con los que atacó desde 1921 al movimiento revolucionario-obrero. Obreros, sindicalistas y políticos de izquierda fueron golpeados, amedrentados por la violencia o incluso eliminados físicamente.
Ocupación del poder.
Mussolini. Foto oficial como reciente primer ministro.
Mussolini se presentó entonces como el defensor del orden, por lo que contó con el apoyo inmediato de las fuerzas conservadoras (terratenientes, capitalistas, burguesía industrial, ejército, Iglesia). Cuando en 1921 consiguió 30 diputados en el Parlamento, exigió del rey Víctor Manuel III que le nombrara jefe de gobierno. Demostró su fuerza aplastando violentamente, con sus 300.000 camisas negras, una huelga general en 1922 y amenazó con una “Marcha sobre Roma”, que llegó a realizar simbólicamente en octubre del mismo año, ocupando numerosas instituciones, con el apoyo tácito del ejército, la policía y muchos políticos burgueses. El gobierno liberal quiso declarar el estado de excepción, pero el rey se negó a firmar el decreto para evitar una guerra civil y, en cambio, Mussolini fue nombrado (28-X-1922) presidente del Consejo de Ministros por el rey (que pagaría esta debilidad en 1945, al ser sustituido por una República), y gobernó autoritariamente, obteniendo del parlamento plenos poderes en noviembre e inició un proceso lento pero imparable de toma del poder, primero con respeto a las formas constitucionales.
Al tiempo que en 1923 lanza una campaña terrorista contra la oposición, aprueba una ley electoral que asegura al partido más votado la mayoría parlamentaria. Se coaliga con la derecha y arrasa en las elecciones de abril de 1924 (65% de los escaños), con una campaña de extrema violencia. Entonces elimina sistemáticamente a los partidos de la oposición, especialmente a los socialistas (cuyo secretario parlamentario, Matteotti, que había denunciado los abusos, fue asesinado) y los comunistas (cuyo líder, Antonio Gramsci, fue encarcelado), que en protesta abandonan el parlamento. Mussolini aprovecha la oportunidad y establece una dictadura (I-1925), disolviendo el parlamento e instaurando el régimen de partido único, con el Duce (caudillo), como jefe.
La política del gobierno fascista.
El gobierno fascista resucitó en lo ideológico el mito de la Roma Imperial en su estética e ideología. Firmó con la Santa Sede el Concordato de Letrán (1929), que resolvió el viejo problema de la soberanía del Vaticano y le granjeó el apoyo de la Iglesia, que recibió el control de la educación, mientras la enseñanza de la religión católica se declaró obligatoria en las escuelas.
En la economía se abogó por la autarquía económica, con una moneda fuerte, pero que resultó demasiado cara para mantener la competitividad de las exportaciones). El país prosperó en los años 1924-1929, contando con la ola mundial de prosperidad y un gran programa de obras públicas, pero se hundió en los años 30 y el nivel de vida de los trabajadores padeció, en beneficio de los empresarios. En la agricultura se sanearon algunas zonas (lagunas Pontinas), pero el dirigismo público sobre los cultivos y los precios, aunque consiguió aumentar la producción de trigo, fue poco rentable.
En lo social se propugnó la integración de las clases sociales en corporaciones económicas (empresarios y obreros en armonía), pero en realidad al servicio de las clases altas. Con todo, la legislación social atemperó la crisis con mejoras en las pensiones y la regulación del despido, y a cambio se prohibieron el derecho de huelga y los sindicatos obreros.
La expansión del imperio de Italia.
El régimen pretendió lograr una Italia imperial, un nuevo Imperio Romano, para lo que atacó y ocupó Etiopía (1936) y Albania (1939), contando con la pasividad de las potencias occidentales. Pero esta expansión le aisló internacionalmente desde 1936. Tras un tiempo de distanciamiento del nazismo, por su desacuerdo con el propósito de Hitler de anexionar Austria a Alemania, se creó el Eje Berlín-Roma que apoyó a los nacionales en la guerra civil española y condujo a Italia a la II Guerra Mundial, en la que se demostró la escasa pasión de la población por el militarismo así como la gran debilidad militar italiana. Tras varias derrotas, el régimen fascista se hundió en 1943 cuando los aliados desembarcaron en el sur. El rey obligó a Mussolini a dimitir y se nombró un gobierno que firmó el armisticio con los aliados. Pero los alemanes ocuparon el país y restablecieron a Mussolini, en la llamada República de Saló en el norte. El régimen fascista fue definitivamente destruido, al final de la guerra en 1945, cuando Mussolini fue fusilado por los partisanos.
En la posguerra los fascistas fueron al principio duramente reprimidos, aunque lograron sobrevivir como partido reconvertido en el MSI (Movimiento Soziale Italiano).
3. NAZISMO ALEMÁN.
La derrota en la I Guerra Mundial y el armisticio llevó a la abdicación de Guillermo II (9-XI-1918), seguida por la proclamación de la llamada República de Weimar (1919-1933), dirigida por un gobierno socialista que firmó la paz. Era una república federal de 17 estados, que se mantuvo durante catorce años en medio de grandes dificultades económicas, sociales, diplomáticas e ideológicas.
Los primeros años de la posguerra fueron muy duros en Alemania, marcados por l crisis económica (la inflación era monstruosa), paro, desmoralización nacionalista por la derrota, irritación por las condiciones humillantes de la paz de Versalles. La república se vio atacada desde la izquierda comunista del movimiento espartaquista en 1918-1919, pero éste fue destrozado por el ejército, y también fue agredida desde la derecha conservadora y nacionalista. Francia, que quería enormes reparaciones económicas, llegó a ocupar militarmente la rica región carbonera del Ruhr.
Fueron momentos muy difíciles, con frustrados golpes de Estado (el putsch de Hitler y Ludendorf en Múnich en 1923) aunque hacia 1925 las cosas parecieron arreglarse. Por una parte las inversiones de capital norteamericano volvieron a activar la economía y pareció que se superaba la crisis; por otra parte, la derecha conservadora representada por el general Hindenburg, presidente de la República desde 1925 a 1934.
Incidencia de la crisis de 1929.
La crisis de 1929 fue terrible. Al retirar los americanos su capital de Europa, primero la banca y luego la entera economía alemana se hundieron. La producción industrial en 1932 era un 58% de la de 1929 y en el mismo 1932 se llegó a los 6 millones de parados y una miseria generalizada. En esta situación desesperada, la gente se radicalizó: una parte pensó que la solución era la revolución comunista y otra parte, temiendo esta revolución, creyó que la solución era un gobierno fuerte y autoritario.
La toma nazi del poder.
Hitler.
Fue entonces cuando los grandes capitalistas ayudaron a un partido de ultraderecha, el Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo (NASDP o partido nazi), presidido desde 1920 por Adolf Hitler (1889-1945) —un fracasado pintor, ex-cabo y espía militar—, de ideología pangermanista, antisemita y antiparlamentaria, a desarrollar sus fuerzas paramilitares (las SA y las SS) según el modelo fascista, con las que combatir a los sindicatos y al partido comunista. La alta burguesía creía que podía utilizarlo para vencer a la revolución, pero no contaba con que desencadenaba una fuerza destructora e irracional.
Desde que el partido nazi contó con dinero para su organización y propaganda, consiguió que la pequeña burguesía y muchos parados se pasasen crecientemente a su lado, con lo que su fuerza electoral aumentó. Su estrategia era clara: tomar el poder electoralmente y desmontar el Estado liberal desde arriba.
En las elecciones de 1932 el partido nazi obtuvo 13 millones de votos (37%) y el 30 de enero de 1933 el presidente Hindenburg nombró canciller a Hitler; en pocos meses se estableció la dictadura de partido único, gracias a la policía política (Gestapo), y eliminando violentamente (detenciones, campos de concentración, asesinato, exilio) toda oposición. Cuando Hindenburg murió, en agosto de 1934, Hitler ocupó su puesto.
El partido nazi en el poder.
Una vez en el poder, Hitler y el partido nazi iniciaron una política de centralización (la Alemania federal se convirtió en un Estado unitario), intervencionismo estatal, de fomento militarista con grandes pedidos de armamento (90.000 millones de marcos-oro entre 1933 y 1939 a los grupos Krupp, Thyssen y otros) y de obras públicas como autopistas, junto con el alistamiento militar masivo, la restricción del trabajo femenino, el dominio comercial y financiero sobre los países balcánicos, todo lo cual resolvió en parte el problema del paro y alivió la crisis económica.
La sociedad fue adoctrinada de un modo metódico en la educación, la prensa, la radio. Los libros y el arte que no seguían las pautas del nazismo fueron prohibidos. La intransigencia, el racismo y el fanatismo irracionales sustituyeron a la razón. Todos los grupos sociales que podían oponerse o que eran vistos como no alemanes fueron aplastados, con una estrategia metódica de ir uno tras otro a fin de no chocar a la vez con todos: comunistas, socialistas, sindicalistas, judíos, intelectuales, activistas cristianos. Al final, como dice el poema de Bertolt Brecht, todos fueron oprimidos o exterminados.
La expansión alemana antes de la II Guerra Mundial y el reparto de Polonia con la URSS.
Mussolini y Hitler.
El pangermanismo llegó a su extremo más radical. Era un régimen que para sobrevivir necesitaba insistir en las pautas del expansionismo militar y territorial. Si no crecía al exterior se iba a colapsar económicamente, por lo que debía arriesgar más y más. El potente ejército que se organizó sirvió finalmente para llevar a cabo su política expansionista: alianza con Italia (1937) y Japón (1940), militarización de la Renania (1936), anexión de los Sudetes en Checoslovaquia (1938) —un territorio habitado por alemanes—, Anschluss (unión) con Austria (13 de marzo de 1938) —favorecida por la presencia allí de un importante partido nazi partidario de la anexión—, ocupación de Bohemia (1939), Pacto de no agresión con la URSS (1939) y finalmente la reclamación de la ciudad libre de Danzig en pugna con Polonia (verano 1939).
Los países occidentales habían claudicado repetidamente a fin de no caer en una nueva y atroz guerra. La conferencia de Múnich de 1938 fue un compromiso cobarde e ineficaz, puesto que la invasión alemana de Polonia (1-IX-1939) hizo inevitable el conflicto militar.
La II Guerra Mundial fue la mayor catástrofe bélica que ha conocido la Humanidad.
En ella el nazismo se mostró en toda su crudeza genocida: murieron seis millones de judíos y otros seis millones de personas pertenecientes de otros pueblos, minorías o grupos especiales como gitanos, homosexuales, deficientes físicos o mentales, eslavos, negros, intelectuales, sacerdotes cristianos, políticos progresistas o simplemente intelectuales o profesionales que parecían potencialmente peligrosos. Los judíos fueron masacrados en la llamada “solución final” de los campos de concentración y exterminio; los polacos y rusos fueron perseguidos y aniquilados en masa sólo por ser eslavos, un pueblo inferior al ario, al que debían hacer espacio en sus tierras.
Hitler, en la derrota, incluso estuvo a punto de destruir Alemania. Su lógica criminal horroriza: si los alemanes no habían merecido ganar la guerra y mantener el “Imperio de los Mil Años” que su Führer les había prometido entonces la conclusión era que su debilidad debía ser castigada con la aniquilación. Por ello preconizó la destrucción de todo y todos.
El nazismo fue el totalitarismo más monstruoso que ha conocido el mundo. El juicio de Nuremberg (noviembre de 1945-octubre de 1946) mostró su inhumanidad aborrecible; fue un juicio contra el horror y la barbarie.
Ideología del partido nazi.
Se puede resumir en la propaganda de su gran frase: “Ein Volk, ein Reich, ein Führer” (Un Pueblo, un Imperio, un Jefe).
- Ein Volk (un solo pueblo). Se refiere al pueblo alemán, representante de la raza aria, superior a las demás. Sus lemas son explícitos: “Tú no eres nada, tu pueblo lo es todo”. El partido nazi debía mantener la pureza de la raza. Se promulgaron las leyes de Nuremberg, 1933, prohibiendo el matrimonio o cualquier relación con los judíos. En 1942 se decidió el exterminio físico total de los judíos, como primer paso para la aniquilación de los pueblos inferiores (los latinos, como el español o el italiano, en el futuro mundo nazi debían ser pueblos de esclavos, cuya natalidad debería ser controlada para lograr su paulatina sustitución demográfica a largo plazo por los arios). Respecto a este feroz antisemitismo, Burleigh, en la senda de Brächer, considera: “Nada inexorable obligaba a Alemania a convertirse en verdugo del pueblo judío”, pero la crisis económica de la posguerra, rematada en la crisis de 1929, destruyó el equilibrio social e ideológico del país, dejándolo al final en manos de fanáticos antisemitas. Goldhagen, en cambio, opina que todo el pueblo alemán es responsable de participar en la represión nazi.
Claudio Magris ha apuntado la enorme pérdida que esto supuso para Alemania: “Nosotros, que tenemos presente el nazismo, nos olvidamos de lo que fue la enorme simbiosis judeoalemana. En Europa, la cultura alemana y la cultura judía han tenido una gran simbiosis. Sobre todo en la Europa centro-oriental se consideraba al judaísmo portador de esa gran y culta Alemania. Franz Werfel decía que el gueto de Praga era el bastión del germanismo frente al Este. Esta cultura judeoalemana fue el elemento supranacional que permitió dar una unidad cultural a Europa, y unir a rumanos, húngaros... Pensemos en el patriotismo judeoalemán de la Primera Guerra Mundial. Alemania, al amputarse este elemento, se amputó una fuerza enorme ligada a su propia esencia. Es evidente que existía una tradición antisemita, pero en Alemania coexistía con este otro elemento. Ningún otro país de Europa ha necesitado la cultura judía como Alemania para ser él mismo.”
- Ein Reich (un imperio). De acuerdo con la teoría racista, proponía la creación de una gran nación alemana que unificara todas las tierras donde vivían alemanes, y para cuyo desarrollo económico era necesaria la conquista y colonización germana de nuevas tierras (la teoría del Lebensraum, “espacio vital”), que facilitaran materias primas y alimentos y compraran los productos industriales alemanes. En su libro Mein Kampf (Mi lucha, 1925), Hitler aseguraba que estas tierras estaban en el Este (Polonia, Ucrania), habitadas por pueblos eslavos, considerados una raza inferior; y el pueblo alemán debía conquistar esas tierras y aniquilar a los eslavos, con el fin de dejarlas libres para su posterior colonización.
- Ein Führer (un jefe). Un líder indiscutible que acapare todo el poder y dirija el país con autoridad. “Führer manda; nosotros te obedecemos”. Este jefe era exaltado en grandes fotografías, espectaculares desfiles y concentraciones, en campañas de propaganda entre el pueblo y, sobre todo, entre la juventud a la que se educó en las ideas nazis para asegurar la aceptación masiva entre el pueblo. Es evidente la enorme importancia de la personalidad de Hitler en el nazismo: su fascinación sobre las masas, la simplicidad de su discurso, sus odios y temores, lo inquebrantable de sus propósitos (ya en 1925 avisaba que exterminaría a los judíos). Todos estos rasgos personales marcaron la política nazi, aunque objetivamente sólo podían llevar al desastre. Pero no hay que exagerar el papel de Hitler: si no hubiera existido habría surgido otro líder encarnando similares ideas. El historiador alemán Martin Brozat ha apuntado que el régimen era de “dictador débil”, con una poliarquía en la que Hitler sólo tenía un poder limitado, pero Burleigh apunta que era más bien un régimen de “delegación”, en el que él podía ejercer todo el poder sin discusión si lo deseaba.
Al mismo tiempo había un culto a la violencia, hasta extremos patológicos, como prueba una anécdota: “Los animales sufren, padecen angustia y temor. En ocasiones, incluso piedad. Los torturadores nazis de Erich Mühsam, poeta judío alemán detenido en 1933, tuvieron la idea de meter en su celda a un chimpancé que habían capturado en la casa de un científico también detenido. Esperaban que el simio se ensañase con el torturado, cuyo aspecto era lamentable. En lugar de eso, se abrazó al prisionero y lamió sus heridas. Frustrados por esa reacción del animal, la de los guardias fue torturar y matar al chimpancé, que había demostrado tener más piedad, piedad animal, entre seres vivos, que ellos.”
4. OTROS MOVIMIENTOS FASCISTAS DE LOS AÑOS 30.
4.1. ESPAÑA.
La CEDA.
La CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), organizada en 1933 por José María Gil Robles, fue la mayor fuerza política parlamentaria de las derechas, con una amplia base agraria, clerical y militar (Franco la votó en 1934 y 1936), formada a partir de la unión de Acción Popular (el partido cristiano de Gil Robles, con un programa de política social católica inspirado por el cardenal Herrera Oria), la Derecha Regional Valenciana (que defendía intereses agrarios conservadores) y otros partidos conservadores de ámbito local. Por ello, no era un partido homogéneo, pues su ala más moderada, de ideología social cristiana, con Manuel Giménez Fernández y Luis Lucia, era favorable a ciertas reformas. La estrategia de Gil Robles en el Bienio radical-cedista parece apuntar a que procuraba el desprestigio de las instituciones republicanas y el desgaste de sus aliados radicales para preparar un golpe de estado fascista, según un plan muy semejante al que habían utilizado Mussolini y Hitler. En los actos sus adeptos proclamaban “Queremos todo el poder para el jefe y una constitución que abra los cauces de un Estado nuevo”, mientras que su rama juvenil, las Juventudes de Acción Popular (JAP), adoptaban la organización y los lemas del fascismo y organizaban actos en lugares de significación histórica en los que aclamaban a Gil-Robles con gritos de (Jefe!
Pero la CEDA no cumplió sus propósitos y se desprestigió en su alianza con los radicales, por lo que fue severamente derrotada en las elecciones de 1936, y acabó por unirse al bando nacional, por orden de Gil Robles, aunque no consiguió que Franco le diera alguna cuota de poder. En cambio, hombres del partido como Serrano Suñer (cuñado de Franco) sí alcanzaron cargos importantes.
La Falange.
La Falange Española fue fundada el 29 de octubre de 1933 por José Antonio Primo de Rivera. Este publicó su primer artículo en la revista “El Fascio” (16-III-1932). La ideología era fascista en casi todos los puntos, haciendo hincapié en el catolicismo, el imperialismo y el mito de la España de los Reyes Católicos.
En los años siguientes fue englobando a diferentes movimientos fascistas de menor tamaño. En una reunión del 13-15 de febrero de 1934 se fusionó con las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista en FE de las JONS, formando un triunvirato hasta septiembre de 1934 formado por Primo de Rivera (en octubre de 1934 será el jefe único, según el modelo fascista), Ledesma Ramos y Ruiz de Alda. Sus “27 puntos de las FE de las JONS”, redactados por Ledesma en noviembre de 1935 tenían un carácter izquierdista en algunos puntos y provocaron una seria crisis interna, al alejarse los más conservadores y los financieros de derechas, por lo que se expulsó a Ledesma y su grupo (16-I-1936). El partido no ganó ningún escaño en 1936, pero de inmediato engrosó sus filas, de las que salieron decenas de miles de voluntarios en la guerra.
El régimen franquista.
Se considera que el régimen franquista sólo fue fascista en sus principios, hasta 1942-1943 aproximadamente, mientras creyó que el Eje ganaría la guerra mundial, para reconvertirse en un régimen autoritario tradicional a partir de entonces.
Franco preconizó la tesis de que la total unidad política era imprescindible para ganar una guerra larga y el Decreto de Reunificación (19-IV-1937) unió a todas las fuerzas políticas de la derecha en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, que suprimió al resto de los partidos y organizaciones nacionales (falangistas, carlistas, cedistas y monárquicos). Franco fue nombrado su Jefe Nacional. El dominio de la nueva fuerza política sobre las instituciones fue total, de acuerdo con el modelo político fascista.
La política económica y social de los años de la guerra civil y los primeros años 40 era de inspiración falangista: el ejemplo fascista y nazi era dominante en el régimen y la Falange era la única alternativa nacional semejante. La economía fue militarizada mediante la intervención y la reglamentación estatal, pero no se tocó la propiedad privada: sólo se ordenaba qué producción se debía hacer y a qué precio. En este sentido, la primera realización legislativa del nuevo Estado nacional fue el Fuero del Trabajo (III-1938), de ideología fascista, que establecía el derecho y el deber de todos los españoles al trabajo, dentro de los principios de justicia social (tomados de la filosofía social católica).
4.2. PORTUGAL.
Se crea en los años 30 un “nuevo Estado” antiparlamentario, dirigido por el doctor Oliveira Salazar, que durará hasta 1974 y será emulado por Franco.
4.3. FRANCIA.
Alrededor de movimientos ultranacionalistas como Action National, aparecieron grupos fascistas, como la sociedad de ex-combatientes Croix de Feu, que en 1935 tenía 700.000 miembros. En la II Guerra Mundial varios grupos fascistas fueron muy activos en la colaboración con el nazismo y participaron en el Gobierno de Vichy. Al acabar la guerra fueron duramente reprimidos y fueron fusilados entre otros el exprimer ministro Pierre Laval y el escritor Robert Brasillach.
4.5. GRAN BRETAÑA.
Se desarrollan en los años 30 pequeños partidos fascistas, con un programa imperialista y de exaltación de un jefe nacional. Su líder más notorio fue el aristócrata Oswald Mosley. Pero la II Guerra Mundial los disolverá pronto, sin necesidad de utilizar la represión, ante la pronta y general constatación de que el enemigo nacional era el fascismo.
4.5. LOS BALCANES.
Los países balcánicos sufrieron en los años 20 y 30 grandes dificultades políticas, sociales y económicas y hacia 1933 las dictaduras militares o neofascistas dominaban en todos los países.
En Grecia el avance electoral de la izquierda llevó al general Metaxas, de acuerdo con el rey, a suspender la Constitución (1936) e imponer una dictadura de inspiración fascista (la “tercera revolución”), pero la identidad ideológica con Italia y Alemania no detuvo las ambiciones italianas, lo que llevó a Grecia al campo aliado.
En Bulgaria el grupo fascista Zveno (Liga Militar) promovió un golpe de estado (V-1934), aceptado por el rey, y Tsankov y Georgiev impusieron una nueva dictadura, pronto depuesta por el rey Boris III en 1935, quien gobernó desde entonces autoritariamente, a través del gobierno de Koseivanov, en medio de una fuerte crisis económica y social, con un creciente semitotalitarismo. A partir de 1938 Alemania controló la economía búlgara y el país se rearmó, preparándose para entrar en la guerra mundial en el lado alemán.
En Rumanía, en 1940 el mariscal Antonescu se apoyó en la fascista Guardia de Hierro y obligó a abdicar al rey Carol II en su hijo Miguel I. El país participó en la guerra mundial al lado de Alemania, hasta la invasión soviética.
Ya durante la ocupación alemana en la guerra mundial, Serbia y Croacia se separaron y se formaron Estado fascista con sendos gobiernos títeres en ambas, el de Serbia dirigido por el general fascista Nedic y el de Croacia por Ante Pavelic.
4.6. EUROPA DEL ESTE.
En los países del Este: Hungría, Eslovaquia, Polonia, Lituania, Letonia y Estonia, aparecieron partidos fascistas o semifascistas, con programas autoritarios, nacionalistas y xenófobos, de afirmación de la independencia, de la expansión territorial y de la pureza racial. La influencia o la invasión alemana durante la II Guerra Mundial llevó a estos partidos al poder, excepto en el caso de la ocupada Polonia, para la que se reservaba una limpieza étnica. El caso más claro fue el de Eslovaquia, recién separada de Checoslovaquia, en la que se impuso un gobierno fascista y católico dirigido por el sacerdote Josef Tiso. Los países bálticos, Lituania, Letonia y Estonia, ocupados por la URSS en 1940, recuperaron la independencia con los alemanes, y tuvieron regímenes fascistas que colaboraron en la guerra.
Al norte de Europa, surgió un movimiento fascista en Noruega, que dirigió Quisling, que desde 1940 presidió el gobierno colaboracionista.
5. NEOFASCISMO.
En la actualidad en el mundo siguen proliferando movimientos ideológicos y políticos inspirados en gran parte en las mismas opiniones totalitarias, nacionalistas y racistas que los partidos nazi y fascista. Pero se deben distinguir los movimientos autoritarios, conservadores, anticomunistas, reaccionarios o ultranacionalistas, que pueden tener rasgos fascistas (como el partido único y el líder), de los verdaderos movimientos neofascistas, que apelan a los rasgos esenciales del fascismo: caudillismo, totalitarismo, supremacía racial... Y entre los neofascistas se deben distinguir los grupos políticos que aspiran a obtener el poder para aplicar sus programas (Frente Nacional francés, Alianza Nacional italiana, etc.), que en realidad son los más peligrosos, y los grupos juveniles y marginales, que sólo aspiran a ejercer la violencia y afirmar su personalidad individual y grupal contra el sistema.
EE UU.
Dos neonazis estadounidenses.
En EE UU abundan los grupos de ultraderecha que creen en la supremacía blanca y el rechazo al Gobierno Federal y la ONU: Ku Klux Klan, Alianza Nacional y así casi un millar de 800 grupos, más de la mitad paramilitares, que a veces incurren en atentados, como el de 1995 en Oklahoma, que ocasionó doscientos muertos. Todo indicaba que sus actividades tenderían a empeorar y el FBI se aplicó con cierto éxito a controlarlas porque durante años no hubo incidentes destacables, hasta que ha resurgido durante la presidencia populista de Trump con nuevos atentados mortales.
Latinoamérica.
En Latinoamérica hay muchos grupos políticos que se inspiran en parte en el fascismo, sobre todo en Centroamérica (El Salvador, Guatemala), donde incluso han llegado ocasionalmente al poder. Dirigidos por caudillos militares carismáticos, a veces fanáticos religiosos asesinos como el general guatemalteco Ríos Montt, que luchan violentamente contra los movimientos izquierdistas y contra los indígenas, en defensa de los privilegios sociales y económicos de los grupos que ostentan el poder. Son herederos de los movimientos autoritarios, populistas y demagógicos que triunfaron con Perón en Argentina, Batista en Cuba y Somoza en Nicaragua. Pero desde los años 90 han perdido mucha influencia, gracias a la generalización de la democracia en el continente y al cesar el miedo a una victoria comunista.
En la actualidad los movimientos neofascistas más señalados siguen la senda del chavismo (por su líder Chávez, incluso tras su muerte en 2013, pues su sucesor le ha nombrado “Líder Eterno”) en Venezuela o de ejemplos más o menos cercanos o derivados de este, como el de Ortega en Nicaragua y Morales en Bolivia, con partidos y regímenes políticos que se arrogan públicamente ser populistas o de izquierdas, o que afirman haber superado la distinción entre derecha e izquierda, pero que en realidad se han travestido en una variante vergonzante de la ultraderecha conservadora y sostienen viejas ideas fascistas como el nacionalismo radical (Ortega), el indigenismo racista (Morales), la represión de los disidentes, el autoritarismo, el culto a la personalidad del líder, y, rasgo fascista por antonomasia, el control permanente por el Estado (léase el partido del Gobierno) de la economía, la educación, los órganos de Justicia, los medios de comunicación y las Fuerzas Armadas. Sus aliados interiores son los grupos sociales ascendentes surgidos del propio neofascismo (cuadros del partido, militares golpistas o intervencionistas, burócratas) que se benefician de la corrupción y las prebendas del poder, y sus aliados exteriores preferidos son los regímenes religiosos integristas (Irán) y los totalitarios que bajo una capa comunista esconden regímenes personalistas y dinastías familiares (Corea del Norte, Cuba). Una novedad es que la clase empresarial tradicional, defensora de la propiedad privada a ultranza y que antes promovía los históricos movimientos conservadores y neofascistas, es ahora presionada por los neofascistas, que pretenden despojarla (o sustituirla) de su poder económico, social y político, y entonces, al ver en peligro su supervivencia, los empresarios tienden a aliarse temporalmente con las fuerzas progresistas, como se ve en el caso venezolano.
Europa.
Los partidos neofascistas crecen tanto en la Europa mediterránea como en la Europa Central. El neofascismo aumenta históricamente cuando aparecen las peores crisis económicas y sociales, como es el caso actualmente en Europa, cuyas instituciones y Gobiernos se muestran incapaces de lograr una política común para superar la situación.
Los partidos neofascistas son ultras, xenófobos y antieuropeos y a menudo emplean una propaganda agresiva o incluso la violencia contra la inmigración. Los motivos son el miedo a la miseria, la inseguridad ciudadana, el desempleo, el odio al inmigrante (africanos, eslavos del Este, musulmanes o turcos), el temor a perder la soberanía ante Europa, y la expansión de la cultura de la violencia entre las clases medias y bajas, que engrosan las filas de los partidos ultranacionalistas y xenófobos en Alemania, Francia, Italia, Hungría, Noruega o Polonia, y explotan en actos terroristas como el atentado en Noruega en 2011.
Los partidos sufren una rotación a largo plazo: unos partidos decaen por el envejecimiento o muerte de sus líderes y otros se reconvierten ideológicamente hacia la democracia o el centro-derecha. Pero aparecen otros nuevos que llenan su vacío o se reactivan los antiguos con nuevos líderes, como ha ocurrido en Francia con la sustitución del viejo Le Pen por su hija.
Manifestación de un grupo neonazi en Alemania.
Alemania tiene pequeños grupos, sin representación en cargos electos. Destacan tres formaciones: la Unión del Pueblo Alemán (DVU), que tiene 15.000 miembros; los republicanos (REP), con 11.500 miembros; y el partido neonazi (NPD), con 6.500 afiliados. Son particularmente fuertes en el Este, pero su estimación de voto es muy baja, sobre el 1%, aunque ocasionalmente se han acercado al 5% que permite acceder al Bundestag.
Austria tiene un partido ultra, el Partido Liberal Austríaco (FPO), antes presidido por Jörg Haider y hoy por Heiz Christoph Strache, que se colocó en 1999 como el segundo partido con un 27% de votos y desde febrero de 2000 forma coalición de gobierno con los conservadores. En 2013 llegó al 23%.
Bélgica cuenta con el bloque flamenco (Vlaams Blok o Vlaaams Belang), el quinto partido, con un 9,9% en las elecciones generales de 1999, y un 7,7% en las de 2010.
Bulgaria tiene la Coalición Ataka, llega hasta un 9% de los votos.
Dinamarca destaca con el Partido del Pueblo Danés, el tercer partido con un 12%.
Eslovaquia cuenta con el Partido Nacional Eslovaco, con hasta un 5% de los votos.
España cuenta con pocos y minúsculos grupos de extrema derecha, de ideología antieuropea, entre los nostálgicos del régimen franquista y los residuos del falangismo. Pero apuntan nuevos grupos con jóvenes que imitan las ideologías y estéticas racistas y violentas de los partidos alemanes: son los skin-heads, los ultra sur, los boixos nois. Su fuerza crece sobre todo entre la juventud marginada de los barrios obreros de las grandes ciudades, con problemas de paro, drogas, alcoholismo o delincuencia. Muchos jóvenes, aquejados de una grave problemática social e inmadurez individual afirman su personalidad integrándose en un grupo violento y para desquitarse de sus frustraciones buscan víctimas, siendo sus preferidas los inmigrantes africanos o sudamericanos. Los remedios recomendados son la educación y una política de integración socio-económica de los jóvenes, pero la crisis económica actual desde 2007 ha reducido estas vías. El nuevo partido de extrema derecha Vox no puede definirse como neofascista porque no plantea destruir el sistema.
Finlandia ha visto como el partido xenófobo Auténticos Finlandeses llega a un 9,4% en 2012.
Francia contaba con el neofascista Frente Nacional (FN), liderado históricamente por Jean Marie Le Pen, pero en los últimos años ha evolucionado hasta la extrema derecha nacional-populista reduciendo sus características neofascistas. Destaca por su poder personalista, sin secundarios (su secretario general fue un tiempo el moderado Bruno Mégret pero pronto fue apartado cuando intentó centrar su programa) y reúne millones de votos: el 15% de los votos de media en las elecciones del decenio de 1990, un 16,9% en la primera ronda de las presidenciales de 2002 y bajo la nueva presidencia de la hija del líder, Marine Le Pen, ha alcanzado 4,3% en las presidenciales de 2012 pero llega al 24% en las estimaciones en 2013. Es una seria amenaza para la estabilidad de la V República Francesa y para el mismo régimen democrático, porque está atrayendo a los sectores más proclives de la derecha (RPR y UDF), muy dividida y en crisis, a un programa común de gobierno, opuesto a los ideales republicanos de libertad, igualdad y fraternidad, e incluso está imponiendo sus grandes temas del programa a la izquierda. El FN tiene una base social de pequeños burgueses, obreros, parados y agricultores, que temen la inmigración (que asocian con delitos y paro), la competitividad comercial exterior de la globalización y la Unión Europea. Sostiene un programa racista y xenófobo contra los musulmanes, reclama la expulsión de los inmigrantes extranjeros ilegales, la separación de la UE, la autosuficiencia económica de Francia mediante el proteccionismo aduanero, un presidencialismo autoritario y la unión de la derecha contra la izquierda “social-comunista". Es un programa que entronca directamente con el colaboracionismo del régimen parafascista de Vichy en la II Guerra Mundial, aunque ha aparcado, al menos temporalmente, el antisemitismo y la homofobia.
Grecia es el país donde más ha crecido relativamente. El partido ultranacionalista Aurora Dorada (o Amanecer Dorado), con un 7% de los votos y 21 diputados en 2012, ha tejido una organización asistencial para atraer a los ciudadanos más golpeados por la crisis, utiliza metódicamente la propaganda racista e incluso favorece la violencia contra los inmigrantes. El Gobierno y la Justicia han iniciado su ilegalización y detenido a sus principales dirigentes en septiembre de 2013, ante la amenaza que suponen para la democracia y los múltiples delitos que han cometido.
Holanda tiene el Partido por la Libertad, dirigido por Pim Fortuyn y recientemente por Geert Wilders, que consiguió hasta un 34% en las municipales de Rotterdam y un 15% en las generales de 2012.
Hungría ve como su ultraderecha está dividida entre el partido Gabor Vona, con hasta un 16,7% de los votos en 2010, y el partido Fidesz del primer ministro Victor Orbán, que ha evolucionado desde el centro izquierda hacia la extrema derecha xenófoba.
Italia es un caso peculiar por la variedad de opciones. El movimiento neofascista más importante de la posguerra, el MSI, que llegó a tener más del 10% de los votos durante decenios, se ha subsumido en la Alianza Nazionale, dirigida por Fini, con un ideario más centrado y democrático. Una escisión más radical, el partido neofascista MSI-Fiamma Tricolore, llega sólo un 0,4% de media en las elecciones generales. En cambio, ha aparecido un neofascismo separatista, la Liga Norte, con su base principal en el Piamonte, dirigida por Umberto Bossi y Roberto Maroni, que ronda el 4,8% en 2010, y defiende la independencia del próspero norte italiano y posiciones xenófobas contra los inmigrantes, pero también ha evolucionado y bajo el mandato de Matteo Salvini se puede considerar una fuerza nacional-populista. Amenazante durante dos decenios ha sido el modelo de la Forza Italia del varias veces primer ministro Silvio Berlusconi, con muchos rasgos cercanos al neofascismo, como el populismo, el machismo, la exaltación del líder carismático y la corrupción, incluso próxima a la Mafia.
Noruega ha sufrido el ascenso del Partido del Progreso, en el que militó el asesino terrorista Breivik, autor de los sangrientos atentados de 2011 en Oslo y Utoya. Han alcanzado el 16,3% en 2013.
Reino Unido experimenta con el Partido Nacional Británico (BNP) y el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) un insospechado aumento de los partidos xenófobos, que reunieron cerca del 5% de los votos en 2010, y se alimentan de la inseguridad y el temor al Islam y preconizan irse de la Unión Europea con el llamado Brexit.
Suecia tiene a los Demócratas de Suecia, con hasta un 5,7% de los votos en 2010.
En la antigua Yugoslavia, tras su separación, surgieron en Serbia y Croacia unos poderosos partidos nacionalistas y militaristas. Los serbios impulsaron desde 1991 una serie de guerras civiles y étnicas entre serbios, croatas, bosnios y kosovares, con cientos de miles de muertos y millones de refugiados, una ruptura de su anterior convivencia pacífica, un ejemplo espantoso de lo que podría ocurrir si los partidos neofascistas alcanzaran el poder en Europa Occidental.
En la Europa del Este destacan fuera de la Unión Europea los casos de Bielorrusia, Ucrania, Rusia, Kazajstán y otras antiguas repúblicas soviéticas, que sufren gobiernos autocráticos con rasgos fascistas, con partidos nacionalistas y xenófobos, nacidos de la crisis del bloque comunista, mientras se hundían la economía, el poder militar y la “gloria nacional” de la URSS. Destacan el partido nacionalista ruso de Zirinovski, que propugna la guerra y la reconquista de los países de la antigua URSS, y el partido Rusia, del presidente Putin, menos radical, pero con características neofascistas como el culto a la personalidad del líder, la sistemática violación de la democracia, la corrupción y el machismo.
BIBLIOGRAFÍA.*Se desarrolla en dos entradas específicas en este blog.
HMA 1. Mundo. Dosier: El neofascismo.*
HMC UD 15. El fascismo y el nazismo.*
PROGRAMACIÓN.
FASCISMO Y NEOFASCISMO: CARACTERES Y CIRCUNSTANCIAS EN QUE SE DESARROLLAN.
UBICACIÓN Y SECUENCIACIÓN.
Bachillerato, 1º curso. Historia del mundo contemporáneo. Apartado 3. La época de los grandes conflictos mundiales. - Fascismo y regímenes dictatoriales.
También podría estar en ESO, 2º ciclo. Eje 2. Sociedades históricas y Cambio en el Tiempo. Bloque 5. Sociedad y cambio en el tiempo. Núcleo 3. Cambio social y revolución en la época contemporánea.
- Las grandes transformaciones y conflictos del siglo XX. Revoluciones, guerras mundiales y descolonización.
RELACIÓN CON TEMAS TRANSVERSALES.
Relación con el tema de la Educación para la Paz y de Educación Moral y Cívica.
TEMPORALIZACIÓN.
Seis sesiones de una hora.
1ª Documental. Diálogo. Exposición del profesor. Caracteres del fascismo como ideología e inicio del fascismo italiano.
2ª Exposición del profesor. Diálogo. Fascismo italiano y nazismo.
3ª Exposición del profesor. Diálogo. Nazismo y movimientos fascistas de los años 30.
4ª Exposición del profeso. Diálogo. Neofascismo.
5ª Exposición del profesor, de refuerzo y repaso; esquemas, cuestiones y comentarios de textos.
6ª Cuestiones y comentarios de textos; debate y síntesis.
OBJETIVOS.
Situar el fascismo cronológicamente y en su contexto histórico.
Conocer los movimientos fascistas en Europa de los años 20 y 30: El fascismo italiano. El nazismo alemán. Los otros movimientos fascistas de Europa en los años 30.
Analizar las causas de la aparición del fascismo.
Conocer el neofascismo en la actualidad.
Analizar las causas de la aparición del neofascismo.
Comparar el fascismo anterior a 1945 y el neofascismo actual.
Adoptar una posición racional y crítica ante el neofascismo, el racismo, la xenofobia, la violencia, etc.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
- Caracteres generales del fascismo.
- El fascismo italiano.
- El nazismo alemán.
- Los otros movimientos fascistas de Europa en los años 30.
- El neofascismo en la actualidad.
B) PROCEDIMENTALES.
Tratamiento de la información: realización de esquemas del tema, interpretación de mapas y gráficos, etc.
Explicación multicausal de los hechos históricos: las causas y la evolución del fascismo y neofascismo, sobre todo en comentario de textos.
Indagación e investigación: recogida y análisis de datos en enciclopedias, manuales, monografías, artículos...
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y curiosidad científica.
Tolerancia y solidaridad.
Razonar y dialogar sobre las ideas políticas.
Rechazo de los totalitarismos.
METODOLOGÍA.
Metodología expositiva y participativa activa, con énfasis en el desarrollo de ideas propias y críticas por el alumno.
MOTIVACIÓN.
Un documental sobre el nazismo, seguido de un diálogo que sirva como evaluación inicial.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN GRUPO.
Exposición por el profesor del tema, con mapas, diapositivas, esquemas en transparencias, etc.
B) EN EQUIPOS DE TRABAJO.
Realización de una línea de tiempo sobre el proceso.
Realización de esquemas sobre el fascismo en Italia y Alemania, las ideas del fascismo, etc.
Comentarios de textos sobre la ideología del fascismo, nazismo y el neofascismo, del poema crítico de Bertolt Brecht...
Realización de un dossier de prensa sobre hechos y actitudes neofascistas en la actualidad, en especial sobre la violencia de los grupos juveniles de ideología racista.
Debate de grupo de trabajo sobre la pervivencia de ideas fascistas en la actualidad, en el propio entorno social de los alumnos, a fin de que racionalicen sus propios valores ideológicos y los de sus compañeros y vecinos. Se hará una síntesis por escrito, individual.
C) INDIVIDUALES.
Realización de apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las actividades grupales.
Búsqueda individual de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones en cuaderno de trabajo, con diálogo previo en grupo. Hacer la síntesis individual del debate.
RECURSOS.
Presentación digital.
Libros de texto, manuales, prensa, mapas.
Fotocopias de textos para comentarios.
Cuadernos de apuntes, esquemas...
Documental.
EVALUACIÓN.
Evaluación continua, desde la inicial, a la formativa y sumativa. Se hará especial hincapié en que se comprenda la relación entre los procesos de Italia, Alemania y Europa y en el desarrollo de una actitud crítica personal y de grupo ante el neofascismo.
Examen propio o incluido en el de otras UD, con breves cuestiones y un comentario de texto.
RECUPERACIÓN.
Entrevista con los alumnos con inadecuado progreso.
Realización de actividades de refuerzo: esquemas, comentario de textos...
Examen de recuperación.
APÉNDICE: EL MILITARISMO JAPONÉS.
Evolución del Japón contemporáneo hasta 1945.
A mediados del siglo XIX Japón era todavía un país feudal, con grandes señores terratenientes (daimios) y guerreros (samuráis). Era un país muy poblado, con una economía agraria dedicada a la producción de arroz, con una burguesía comercial en las ciudades, pero un completo cierre al comercio, las ideas y la cultura de Occidente.
La intervención de la armada estadounidense obligó al shogun Tokugawa (una figura similar a la de primer ministro hereditario, verdadero dueño político del país, pues el emperador era una figura simbólica), a abrir los puertos al comercio. La amenaza de ser pronto convertido en una colonia de algún país occidental como había ocurrido con la mayor parte del resto de Asia, provocó un cambio político fundamental, basado en la búsqueda de la occidentalización y de la industrialización, para poder competir militarmente.
La Revolución Meiji, impulsada por el emperador Mutsu-Hito (1852-1912), cambió radicalmente el destino del Japón. A partir de 1868, acabó con el feudalismo, industrializó el país, reformó la educación, se creó una fuerte armada y un gran ejército modernos. Las victorias sobre China (1894) y sobre los rusos en la guerra de 1904-1905 demostraron que Japón era una gran potencia económica y militar. Había formado un pequeño imperio sobre Corea y Formosa (actual Taiwán).
Su poderío aumentó durante la I Guerra Mundial en la que intervino para apoderarse de las colonias alemanas en el Pacífico y en China. Además se hizo temporalmente con muchos mercados asiáticos, al quedar estos desabastecidos por los europeos.
La crisis de 1929 repercutió sobre Japón con especial dureza por la falta de unos mercados dependientes a los que exportar. Entonces, los capitalistas y militares japoneses analizaron la situación y llegaron a las siguientes conclusiones:
- Tenían una población excesiva: habían pasado de 47 millones de habitantes en 1905 a 65 millones en 1930.
- Su industria, para seguir un desarrollo continuo, no disponía de suficientes materias primas en su propio país, no podía superar la competencia de las grandes potencias industriales, ni podía penetrar en los mercados coloniales europeos.
La única solución que les pareció eficaz fue conquistar nuevas tierras. Los militares belicistas empezaron a dominar en los gobiernos. En 1931, tras una guerra fácil con la enorme pero débil China, ocuparon Manchuria, que convirtieron en una especie de colonia; firmaron un pacto anticomunista con Alemania (1936, convertido en el Triple Eje en septiembre de 1940) y luego atacaron y conquistaron parte del Norte y de la costa de China (1937). En Asia estaba empezando la II Guerra Mundial dos años antes que en Europa. En 1940 se apoderaron de la Indochina francesa cuando Alemania sojuzgó Francia.
Pero los estadounidenses amenazaron con un boicot comercial a Japón si proseguía sus conquistas. El país dependía del petróleo de EE UU y privado de él no podría proseguir la guerra en China. La solución que escogieron los japoneses fue la guerra. El ataque a la base norteamericana de Pearl Harbour (7 de diciembre de 1941) fue seguido al principio de grandes éxitos, pero el inmenso poder económico y militar de EE UU prevaleció finalmente. La derrota japonesa en 1945, marcada por el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, puso punto final al militarismo japonés.
Características del militarismo japonés.
El militarismo japonés no puede ser considerado un movimiento fascista puro, aunque sus resultados fueron muy parecidos y comparte varias características del fascismo: creencias en el poder absoluto del dirigente máximo (el emperador divino), en el sueño de un Imperio, en la superioridad del pueblo japonés y de su raza, en la guerra como solución a los problemas del país, y en la anexión de un espacio vital para el crecimiento demográfico y económico. Se distingue empero de los fascismos europeos en la inexistencia de un partido único y de una ideología tan elaborada como la que tuvieron los movimientos alemán e italiano.
HISTORIOGRAFÍA SOBRE EL NAZISMO
Para tratar como comentarios de texto en clase, los artículos tienen copyright. Selecciono tres textos recientes de Mees, Carbajosa y Valenzuela.
Mees, Ludger. El pasado que no quiere pasar. “El País” (15-IX-2006) 19. Ludger Mees es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea.
‹‹Este fue el título de un ensayo (Vergangenheit, die nicht vergehen will) que en un día de verano de hace 20 años publicó el prestigioso diario alemán “Frankfurter Allgemeine Zeitung” en su sección de cultura. Su autor era el catedrático de Historia Ernst Nolte, un experto en el fascismo que impartía clases e investigaba en la Universidad Libre de Berlín. El subtítulo del ensayo indicaba que se trataba de una “conferencia que pudo ser escrita pero no pronunciada”. Aunque todavía hoy no está claro si esta denuncia de una posible censura era fundada o un truco propagandístico de su autor, lo cierto es que la tesis principal del largo escrito de Nolte contenía una bomba dialéctica. Nolte negaba la singularidad del régimen nacionalsocialista, argumentando que bajo el estalinismo se habían cometido crímenes que incluso superaban a las atrocidades de Hitler y sus acólitos, por lo que la causa última del auge del fascismo alemán no fue otra que una reacción defensiva ideada para hacer frente al expansionismo bolchevique. Como era de prever, el artículo causó un terremoto en los círculos académicos, intelectuales y periodísticos de Alemania.
Fue Jürgen Habermas, el filósofo de Francfort, quien lideró el contraataque contra las tesis de Nolte y otros historiadores (Stürmer, Hillgruber, Hildebrand) que de una u otra forma le habían apoyado. Habermas reprochó a los revisionistas el haber tergiversado la historia con fines claramente políticos, inducidos por el Gobierno conservador de Kohl. Según el canciller y sus historiadores afines, se trataba de recuperar una sana identidad nacional sin la cual el pueblo alemán y su Estado no podían tener futuro. Para ello era preciso deshacerse de la losa de la mala conciencia por el pasado nazi, para poder mirar al futuro nuevamente con orgullo. La tesis de que los crímenes de Stalin eran más originarios que los de Hitler, y que éste no era una consecuencia lógica de la historia alemana, sino un lamentable accidente provocado por una amenaza externa, encajaba perfectamente, en opinión de Habermas, en esa estrategia político-historiadora.
Así se desencadenó lo que hoy, incluso internacionalmente, se conoce como el Historikerstreit, la disputa o la polémica entre historiadores alemanes. Fue un debate durísimo, que en ocasiones rebasó los límites de la decencia y buena educación tan sagradas en la comunidad académica alemana y se prolongó durante casi una década. El importante seguimiento mediático que tuvo facilitó la incorporación al debate de amplios sectores de la ciudadanía alemana.
En un balance 20 años después cabe destacar dos resultados. En una perspectiva historiográfica, se han consolidado las tesis de que las causas del nacionalsocialismo fueron más de índole interna que externa y de que el móvil principal de Hitler no fue su temor al bolchevismo, sino su exacerbado racismo antisemita. En segundo lugar, destaca la socialización de la polémica y sus consecuencias positivas para la democracia en Alemania.
Pese a los intentos de Nolte y compañía, el desastre alemán -una expresión acuñada en 1946 por Friedrich Meinecke, uno de los grandes de la historiografía alemana- sigue hoy muy presente en la memoria colectiva de los alemanes (lo acaba de demostrar la reciente polémica sobre la pertenencia de Günter Grass a las SS), formando un potente dique de contención frente a las tentaciones de historiadores revisionistas y opciones políticas de extrema derecha. La mejor muestra reciente de esta reconfortante realidad es que, durante el último Mundial de fútbol, la oleada de patriotismo alemán no traspasó casi nunca sus características lúdicas. La extrema derecha no pudo instrumentalizar y desvirtuar ese sentimiento.
El ejemplo del Historikerstreit alemán sugiere, pues, que el recuerdo duradero y crítico de una dictadura, de su guerra y de sus crímenes en la memoria colectiva de la sociedad requiere de tres condiciones básicas: una, la existencia de un debate académico sobre el tema; dos, la implicación no partidista de las instituciones. Cabe recordar que el proyecto del recientemente inaugurado nuevo Museo Histórico Alemán en Berlín recibió un impulso definitivo durante los años del Historikerstreit. Una consecuencia indirecta del mismo también fue el gran Monumento del Holocausto en la capital alemana, que se remonta a una decisión del Parlamento de 1999 y quedó abierto al público en 2005. La tercera condición para mantener el recuerdo crítico de la dictadura en la memoria colectiva es la socialización del debate, que no debe quedar limitado a los guetos académicos e intelectuales.
En España, donde, los 20 años del inicio del Historikerstreit coinciden con el 70 aniversario del comienzo de la Guerra Civil, todavía es pronto para saber si estas condiciones se están cumpliendo, aunque mis dudas se centran sobre todo en la tercera. Recientemente, Alberto Reig Tapia ha sostenido, con razón, en este periódico que los revisionistas españoles, con muy contadas excepciones, no tienen vínculo alguno con la historiografía académica. Y yo añadiría que su formación y reputación no tiene, por tanto, nada que ver con la de un Nolte o Hillgruber. Sin embargo, pese a que sus argumentos carezcan de solidez, sí es cierto que cuentan con un formidable apoyo mediático, que ha otorgado a más de uno de sus libros un éxito de ventas que ya quisieran tener para sí muchos de los historiadores profesionales.
¿Quiere esto decir que la penetración social del debate en torno a la Guerra Civil y al franquismo sólo —o casi sólo— se está logrando por el lado del revisionismo? ¿Acabará imponiéndose la tesis de que la República fue la verdadera culpable de la guerra y que Franco se vio casi forzado a intervenir para poner fin a la ingobernabilidad, el caos y la anarquía? ¿Qué pasaría si los revisionistas, dentro de un par de años, contasen no ya sólo con el apoyo mediático, sino también con el soporte político por parte de un nuevo gobierno, formado por un partido cuyos dirigentes siguen con problemas para condenar el régimen franquista, además de exhibir últimamente comportamientos, pensamientos y modales políticos mucho más cercanos a partidos de extrema derecha que a un partido democristiano conservador como fue la CDU de Kohl durante los primeros años del Historikerstreit?
Alguien me contestará: el PP no puede ganar las elecciones porque éstas no se ganan en el monte, sino en el centro. Para un historiador, empero, este argumento no pesa porque, primero, no invalida la preocupación por la socialización del debate y, segundo, olvida que la historia no es una ciencia exacta y puede permitirse muchos caprichos contra pronóstico. Está bien que tampoco en España el pasado quiera pasar, pero la lucha por determinar quién escribirá este pasado, y en qué términos lo hará, no está, ni mucho menos, decidida.››
Carbajosa, Ana. Nuevos populismos para la vieja Europa (2-3), en AA. VV. El avance de la ultraderecha. “El País” Domingo (I-V-2011) 1-7.
‹‹Cuando un partido populista, eurófobo y antimigrantes triunfó en las elecciones generales de Finlandia hace un par de semanas, muchos se preguntaron qué había pasado en uno de los países símbolo de la tolerancia y del Estado de bienestar. Cuando miraron alrededor, se dieron cuenta de que los finlandeses no estaban solos. Vieron que en el mapa de Europa proliferaban partidos que en el pasado hubieran sido apestados políticos por su extremismo, pero que hoy cautivan a buena parte del electorado. En varios países europeos se han convertido en la tercera fuerza más votada. En otros, como en Francia, las encuestas les auguran un futuro muy prometedor.
Finlandia, Holanda, Noruega, Suecia, Italia, Francia... La lista de países que registran un auge de los partidos populistas y de extrema derecha es larga. Y más alargada es aún la sombra que proyectan esas formaciones sobre los partidos tradicionales, que crecientemente adoptan algunas de las tesis extremistas a la caza de los votos que sienten les roban los populistas, advierten los expertos.
El populismo y la derecha extremista presentan formas muy distintas a lo largo del continente. Hay, sin embargo, denominadores comunes, entre los que destacan el euroescepticismo y la xenofobia, que tiende a cebarse con los inmigrantes musulmanes. Es común también la presencia en sus filas de un nuevo tipo de líderes, que poco tienen que ver con sus predecesores. Los nuevos políticos populistas son más jóvenes -la mayoría rondan los cuarenta-, más modernos y mejor parecidos. Son carismáticos y tienden a ser grandes oradores a los que se atribuye en buena medida el tirón de sus partidos. Consiguen además desmarcarse del turbio pasado de sus formaciones cuidando su lenguaje, con el que son capaces de transmitir ideas xenófobas sin incurrir en el lenguaje zafio y racista del pasado. Han conseguido en definitiva hacer aceptables y digeribles ideas que hasta hace poco tenían escasa cabida en el debate político.
“Las ideas políticas más radicales son crecientemente aceptables, también entre los partidos tradicionales, que ahora coquetean con las ideas de extrema derecha. Eso es porque los partidos extremistas son ahora más sofisticados y apelan a un electorado más amplio que ya no se avergüenza de votar a la extrema derecha”, sostiene Simon Tilford, economista jefe del Center for European Reform con sede en Londres. “Por eso suponen un desafío mucho mayor que la extrema derecha tradicional de los años ochenta y de los noventa”, añade Tilford.
Los extremistas han sabido capitalizar el hastío de un electorado con los partidos tradicionales, que han perdido la capacidad de conectar con la ciudadanía. Hay analistas que incluso los llaman “partidos protesta” porque su misión fundamental es cosechar el desencanto de otros. Y se atreven con las polémicas que los partidos de siempre prefieren esquivar. Ni a la derecha ni a la izquierda les ha ahorrado dolores de cabeza ni fracasos electorales evitar temas espinosos como la inmigración. Al contrario. Porque los votantes quieren que les hablen de lo que les preocupa, y la inmigración parece ser uno de esos temas.
Políticos como Marine Le Pen en Francia o Geert Wilders en Holanda han hecho del debate migratorio su bandera y no tienen reparos a la hora de apelar a emociones como el miedo. Azuzan el temor a la llamada Eurabia, es decir, a un desembarco masivo de musulmanes capaces de poner en peligro lo que consideran la identidad europea. Su mérito es doble, porque consiguen infundir miedo en un momento en el que se da la paradoja de que la integración de los trabajadores extranjeros es relativamente exitosa en varios países europeos. Estos políticos fijan los últimos clavos del ataúd del multiculturalismo que, dicen, no funciona y defienden en cambio un modelo asimilacionista, según el cual los inmigrantes que quieran vivir en Europa lo deberán hacer siguiendo las normas y costumbres de los europeos, dejando de lado la herencia cultural de sus países de origen.
Las revueltas en el mundo árabe y el desembarco de norteafricanos en las costas europeas han supuesto un golpe de suerte para los extremistas que ahora hacen su agosto. Marine Le Pen, flamante líder del Frente Nacional francés heredado de su padre, el ultraderechista Jean Marie, visitó el mes pasado la isla italiana de Lampedusa, donde miles de tunecinos han arribado después de la revuelta. “Europa es impotente y no ha encontrado una solución “, dijo. Y a continuación añadió: “Europa debe acercarse lo más posible a las costas de donde parten los barcos clandestinos y enviarlos de vuelta”. “Somos testigos de una catástrofe”.
Los partidos tradicionales, celosos del éxito populista, dejan a menudo que los más extremistas marquen el paso. Cuestiones como la prohibición del burka, que afectan directamente a un número ínfimo de europeas, han ocupado momentáneamente un lugar central en la vida política y parlamentaria de algunos países, por delante de temas como el desempleo o el adelgazamiento del Estado de bienestar.
La eurofobia es la otra gran pata del banco de los extremistas, que consideran a la Unión Europea fuente de todo mal. De nuevo es un mensaje que cala con facilidad entre un electorado que no siente las instituciones de Bruselas como propias y que, por tanto, no acaba de entender por qué hay que financiarlas. Jean-Dominique Giuliani, presidente de la Fundación Robert Schuman, añade que el momento que atraviesa Bruselas tampoco ayuda. “La UE no está en buena forma. La crisis económica, la ampliación y la incapacidad para alcanzar consensos de forma rápida en un mundo cambiante contribuyen a la frustración de los ciudadanos”. Y apunta otra idea. “La población europea envejece, y los mayores se repliegan sobre aquello que conocen mejor y que poseen. Tienen miedo a perder sus pensiones y todo lo que han conseguido en su vida”.
Los partidos clásicos no han encontrado todavía la fórmula idónea para lidiar con los nuevos actores políticos que juegan con ventaja, porque se desmarcan de las reglas de un juego político del que, sin embargo, se benefician. Juegan la carta antisistema, critican a las instituciones y a los gobernantes, y les funciona. En países como Bélgica, hace años se optó por el llamado cordón sanitario, por el que se aísla al extremista Vlaams Belang en un vano esfuerzo de contención. El resultado es que en la oposición, alejados del desgaste del poder, los extremistas flamencos no han dejado de crecer. En otros países europeos piensan, por el contrario, que es mejor dejar gobernar a los antisistema, porque creen que sus discursos no son sostenibles en la cima del poder, que inevitablemente minará su popularidad.
A primera vista, podría parecer que la crisis económica y financiera que ha sembrado el miedo ante un futuro poco prometedor podría jugar a favor de los extremistas. No es, sin embargo, este un factor decisivo, explican los expertos. Basta con analizar en qué países el resurgir populista cobra más fuerza. Holanda, Finlandia, Noruega o Alemania, donde los discursos antiinmigración triunfan como nunca, no se han visto apenas golpeados por la crisis financiera que sí ha destrozado otras economías europeas. Por eso, dicen los analistas, el verdadero problema surgirá el día en que los extremismos cobren fuerza en países más afectados por la crisis como España, Grecia o Reino Unido. “Si en esos países los niveles de desempleo siguen tan altos como hasta ahora y si en los próximos años no se producen mejorías económicas, el terreno estará abonado para que extremismos —tanto de izquierda como de derecha— florezcan”, augura Tilford.››
Valenzuela, Javier. ‘Primavera parda’ en Europa. “El País” Domingo (29-IV-2012) 7. Alerta del aumento de voto neofascista en Francia, Grecia y otros países, a medida que la crisis económica y social se agrava en Europa.
‹‹Esta primavera parda de 2012 no ha terminado en Europa. Si a usted ya le inquietó el 18% de los votos cosechado por el Frente Nacional (FN) en la primera vuelta de las presidenciales francesas, prepárese para asistir el próximo domingo a la entrada en el Parlamento griego de los energúmenos de Amanecer Dorado. Al lado de estos ultraderechistas helenos, la francesa Marine Le Pen diríase una ursulina.
Todos los sondeos auguran que las legislativas griegas producirán un Parlamento muy fragmentado, con un montón de partidos en su seno. Uno de ellos, con entre el 4% y el 5% de las intenciones de voto, sería Amanecer Dorado, que aventajaría a la hasta ahora fuerza ultraderechista oficial del país, el Partido Popular Ortodoxo (LAOS).
Amanecer Dorado considera blandengue al LAOS. Su mensaje es aún más tosco: “Grecia para los griegos. Fuera los extranjeros”. Ilyas Panayotaros, su portavoz, se queda tan ancho cuando dice cosas como esta: “Todos los problemas de Grecia son culpa de los inmigrantes. Son parásitos y criminales. Cuando gobernemos, los deportaremos y blindaremos las fronteras con minas y vallas electrificadas”. A cientos de miles de desconcertados y angustiados griegos, sobre todo en barrios obreros y populares que antaño fueron granero socialista, tales majaderías les hacen tilín.
Nikos Michaloliakos lidera a esta gente. Es un exparacaidista que se confiesa nostálgico del régimen fascista de Ioanis Metaxas que gobernó Grecia entre 1936 y 1941 y de la Junta Militar de 1967-1974. Aquellos, piensa, eran buenos tiempos: había mucha disciplina y pocos extranjeros, los rojos estaban encarcelados o exiliados, y Atenas no tenía que obedecer a las élites políticas y financieras de Berlín, Fráncfort y Bruselas.
Para restaurar la grandeza nacional, lo primero es desprenderse de tantos extranjeros, predica Michaloliakos. Los de Amanecer Dorado llevan años combatiéndolos, asaltando, al estilo de los squadristi de Mussolini, a los albaneses, asiáticos y africanos que se les ponen a tiro.
A diferencia de la mayoría de los otros partidos ultraderechistas en ascenso electoral en Europa, más partidarios de la respetable camisa blanca, los de Michaloliakos no le hacen ascos a la parafernalia neonazi. Su símbolo recuerda a la esvástica, muchos hacen el saludo fascista y sus panfletos proclaman la “superioridad racial” de los griegos. En esta campaña, mientras los demás se pelean por acaparar los platós televisivos, ellos son los únicos que salen a la calle: a repartir panfletos o leña, dar mítines en cualquier esquina o llenarlo todo de pintadas.
Tataranietos ideológicos de los movimientos reaccionarios y antisemitas que en el siglo XIX combatieron la Ilustración, y nietos de los movimientos fascistas de los años treinta del pasado siglo, los ultraderechistas europeos de hoy suelen pensar que el Holocausto no existió o fue exagerado por los vencedores de la II Guerra Mundial. Amanecer Dorado no oculta su negacionismo, y Jean-Marie Le Pen, fundador del FN y padre de su actual jefa, Marine, ha sido condenado por ello por tribunales franceses. No obstante, los ultras optan ahora por poner en sordina su antisemitismo y desplegar a todo trapo su islamofobia. Les plantea menos problemas con el “sistema” y, con la presencia de millones de inmigrantes musulmanes en Europa, es hoy más popular.
La nueva ultraderecha obtuvo en su conjunto casi 40 escaños en las elecciones al Parlamento Europeo de 2009, más del doble que en 2004. Su ascenso comenzó hace pocos lustros en Francia (Le Pen), Italia (Umberto Bossi) y Austria (Jörg Haider), y se ha ido consolidando con el refuerzo de países del Este y nórdicos y escandinavos. De Finlandia a Grecia y de Francia a Hungría, tiene rasgos comunes: nacionalismo (cada cual el suyo), xenofobia (la culpa siempre es de los extranjeros y sus cómplices progresistas), populismo autoritario (esto se arregla con mano dura) y antieuropeísmo (Bruselas nos asfixia). Salvo excepciones, se proclama demócrata y evita los uniformes, los saludos y las puestas en escena que puedan vincularla con Hitler y Mussolini.
Pero, sobre todo, comparte la islamofobia. Geert Wilders, caudillo del holandés Partido por la Libertad (PVV), es todo un abanderado de la idea de la incompatibilidad entre la “superior” civilización europea y el islam “bárbaro e invasor”. Aún más, cree que ya estamos en guerra. Juzgado por incitar así al odio étnico o religioso, Wilders fue absuelto por un tribunal de Ámsterdam en junio de 2011.
En la estela del asesinado Pim Fortuyn, Wilders propone que Holanda prohíba el Corán, el hiyab y las escuelas musulmanas, y deporte manu militari a los “terroristas callejeros marroquíes”. Solo así los tulipanes volverían a florecer. En 2010, un millón y medio de holandeses, el 16%, avalaron con sus votos las patrañas del PVV.
Esta semana, el rubiales y desencajado ultra holandés ha sido noticia mundial por negarse a sostener con sus diputados al Gobierno liberal-conservador de su país en su deseo de mayor austeridad, nuevos recortes presupuestarios, reducción galopante del déficit público. Holanda se ha quedado así sin Ejecutivo, y Merkel, sin uno de sus más testarudos aliados en la germanización presupuestaria de Europa.
Como en los años treinta del pasado siglo, el ascenso de la ultraderecha en Europa se nutre del paro, el deterioro del Estado de bienestar, el foso creciente entre los muy ricos y unas clases populares y medias cada vez más pobres, la codicia y arrogancia de las élites. Las congojas que expresa son reales, aunque no la explicación y la solución que les da: la búsqueda del chivo expiatorio en el extranjero más débil y en otras etnias, culturas o religiones.
También como sus abuelos fascistas, los líderes de estos partidos son diestros en el camuflaje. Por ejemplo, se presentan como “antisistema” personajes como la millonaria Marine Le Pen o como el italiano Umberto Bossi, el líder de la Liga Norte que ha gobernado un montón de años con Berlusconi. Especializada en sembrar el rechazo a los inmigrantes extranjeros y a sus compatriotas meridionales, la Liga Norte sueña con un país llamado Padania, su versión de la protectora aldea primigenia blanca y cristiana.
Una amplia tolerancia social sopla a favor de los ultras. Aunque esté lejos de la realidad, su propaganda —los inmigrantes roban empleos, no pagan impuestos ni cotizan, abarrotan los ambulatorios, son culpables de la delincuencia y quieren cambiar nuestro modo de vivir— va calando como indiscutible. El centroderecha se va contaminando de sus ideas y sus propuestas. Por cierto, de modo suicida: la retórica y la política xenófobas de Sarkozy no han impedido el ascenso del FN; también en esto, la gente prefiere el original a la copia. Y, sin embargo, Sarkozy, erre que erre, soltó el pasado jueves la burrada de que Hollande busca en la segunda vuelta “el voto de las mezquitas”.
Por su parte, la socialdemocracia se acobarda, acepta jugar en los términos planteados por los ultras y pierde así el partido. Durante esta campaña griega, conservadores y socialistas siguen la agenda xenófoba propuesta por Amanecer Dorado y compiten por demostrar cuál de ellos sería más duro con los extranjeros sin papeles. Como si los males específicos de Grecia no vinieran del derroche especulativo de sus financieros, constructores, políticos y burócratas.
Primavera parda, pues, en Europa. Se anuncia que el Mein Kampf será publicado en Alemania por primera vez desde la II Guerra Mundial. La ultraderecha crece electoralmente en Francia y Grecia y tumba al Gobierno en Holanda. Y Anders Breivik, combatiente contra la “islamización” de Europa, exmilitante del ultraderechista Partido del Progreso y admirador del holandés Wilders, es juzgado por el doble atentado que, el pasado julio, mató a 77 personas en Noruega. Sí, hay ideas potencialmente asesinas.››
Gran tema, super-actualizado. Da gusto leerle. Me ayuda mucho con las oposiciones. Gracias y enhorabuena por el blog.
ResponderEliminarDiego.
¿Realmente cree usted, Antonio, que lo de Evo Morales en Bolivia es equiparable al fascismo? Acaba de ganar las segundas elecciones con más del 60% de los votos y se trata de un país en avance y no precisamente militarista.
ResponderEliminarSigo todos sus temas para preparar oposiciones pero no entiendo el meter esto de Bolivia en el tema del fascismo. De todos modos su trabajo de divulgación me parece fantástico.
Un saludo.
ResponderEliminarCasi toda la historiografía sobre el neofascismo incluye al bolivarismo (y otras variantes como peronismo o chavismo) latinoamericano entre sus movimientos ideológicos más cercanos, basándose en afinidades como el programa populista, el personalismo de los dirigentes, la retórica contra otros países y grupos sociales para lograr la unión del partido, el fomento de la corrupción para fidelizar a los miembros del partido, la restricción de las libertades públicas, el control de los medios de comunicación... La lista es mucho más larga. Además, es evidente que ganar las elecciones con mayoría no es una garantía de no ser fascista o cercano; la historia europea de los años 30 nos da ejemplos trágicos de ello y el auge actual del Frente Nacional en Francia nos lo recuerda.
Sin embargo, si lee la entrada dedicada a la situación actual de Bolivia en este mismo blog, verá que mis análisis, que intentan ser objetivos, ofrecen información de lo positivo y lo negativo, de la mejora de las condiciones de vida de muchos bolivianos pero también de la consolidación de un régimen populista que tiene varias (no todas, ciertamente) concomitancias con regímenes cercanos o adscritos al totalitarismo, sean comunistas, integristas o neofascistas, como Cuba, Corea del Norte, Irán o Venezuela. Si lo duda, le sugiero que lea o que contemple en vídeos lo que dice Morales de estos regímenes, que no son democráticos al modo de la Unión Europea.
En todo caso, muchas gracias por su sentido crítico, el mejor acicate para buscar la verdad.
Atentamente, Antonio Boix.
Un saludo Antonio y gracia por su contestación. Entiendo lo que quiere decir al incluir estos regímenes que se denominan "populistas" dentro de los totalitarismos (entiendo que comunismo y fascismo), pero creo que se trata de países con sistemas democráticos y estos partidos "populistas" respetan el juego democrático liberal de corte occidental y no la imposición de un sistema totalitario, ya que no sería extraño que en un medio plazo muchos perdiesen el poder por elecciones. Además gran parte de sus políticas son de carácter socialdemócrata, como en Europa en los años 50, 60 y 70, o como las del "New Deal". De todos modos le confieso que no he profundizado en estos temas y le reitero mi más grande agradecimiento por el trabajo que pone a disposición de todos nosotros.
ResponderEliminarUn saludo,
Jose Lusi
Un saludo.
ResponderEliminarGracias por su interés hacia mi blog, que pretende ayudar a los profesores y estudiantes que no estén especializados en estos temas. Mi objetivo en estas unidades didácticas es pedagógico y no investigador, por lo que a veces mi necesidad de resumir las explicaciones puede llevar a confundir a los lectores si no me expreso con claridad. Quiero precisar que no todo neofascismo es totalitarismo, pero sí que tienen rasgos comunes. Por ejemplo, hay partidos neofascistas que no son racistas, otros no pretenden un dominio total de la sociedad y otros no pretenden una guerra imperialista sino solo aislarse del extranjero, y, en suma, hay muchísimas variantes, con mayor o menor grado de cercanía. El bolivarismo latinoamericano tiene algunos rasgos neofascistas, en grado inferior al de otros movimientos políticos afines y además las versiones de Correa en Ecuador y la de Morales en Bolivia son mucho más moderadas que la de Venezuela. Los analistas y teóricos políticos más prestigiosos concuerdan en que los modelos de los dos primeros países tienen severas lacras (algunas de larga raíz histórica y no achacables pues a los antedichos políticos) pero en general los consideran todavía democráticos, aunque avisan que pueden derivar en semidictaduras encubiertas. En el caso de Venezuela el consenso es mucho más pesimista y se considera que está más cerca de una dictadura que de una democracia, sumido el país en un proceso involutivo muy parecido al que ya ha acontecido en Rusia durante el régimen de Putin, hoy solo formalmente democrático, aunque si hubiera elecciones libres pocos dudan que el dirigente ruso ganaría por amplia diferencia.
Los análisis histórico-políticos absolutamente objetivos son imposibles, porque todos estamos marcados por la educación, la experiencia personal o el contexto histórico, pero le aseguro que estas unidades didácticas no pretenden ser propaganda sino reproducir el consenso científico de las llamadas Ciencias Sociales. Si no lo consigo, mea culpa. Otra vez le agradezco su interés.
Atentamente, Antonio Boix.
Hola Antonio,
ResponderEliminarlo primero de todo, darte las gracias y la enohorabuena por tu blog, nos es de gran ayuda a los opositores a la hora de prepararnos nuestros exámenes.
Pero siento discrepar en este tema.
Creo que en el apartado de los neofascismos ha sido un grave error el incluir a los gobiernos de izquierdas latinoamericanos en este apartado. No suelo escribir en blogs, pero creo que esta inclusión puede equivocar y despistar a muchos opositores a la hora de afrontar este tema.
El hecho de que compartan algunas características no quiere decir que se deban incluir en la misma categoría. El fascismo, aparte de beber de teorías como el socialismo también está relacionado con postulados de otras ideologías, como por ejemplo el capitalismo o los nacionalismos, y no por ello debemos incluir a todos los sistemas que defiendan sus postulados en la etiqueta de fascismos.
El fascismo tiene que tener determinados puntos para que pueda considerarse como tal:
-Rechazo del parlamentarismo y la democracia.
-Rechazo a los movimientos revolucionarios.
-Nacionalismo exacerbado.
-Sistema terrorista de control político.
-Partido único y rechazo del juego político.
-Apoyo en las élites del país: oligarquías económicas, iglesia, élites militares, grandes terratenientes.
-Objetivo imperial y apoyo al imperialismo.
-Ideología anticomunista, negación de la lucha de clases y de las luchas sindicales.
-Racismo exacerbado y defensa de la raza blanca como hegemónica.
-Defensa del socialdarwinismo y de la diferencia entre los seres humanos.
-Defensa de la desigualdad del hombre y la mujer. La mujer debe estar recluida al espacio doméstico.
-Sacralización de la propiedad privada.
A mi juicio, y sin entrar a valorar a los sistemas de gobierno de muchos de los países de Latinoamerica, no cumplen ni de lejos con los parámetros para ser incluidos en los neofascismos, sino que a pesar de compartir algunos puntos (como también lo comparten con otras ideologías y sistemas económicos), no cumplen los puntos básicos, y por lo tanto, y a mi modo de ver, están en las antípodas de lo que es el neofascismo, y luchan contra él.
También hay que entender a estos países en su contexto. El mal llamado populismo, es un fenómeno específicamente Latinoamericano, que surge a comienzos del siglo XIX, mucho antes de que surgiese el fascismo. Son países en los que las figuras personales tienen una importancia fundamental, independientemente del signo político en el que se enmarquen.
Y finalmente señalar mi total desacuerdo con la etiqueta de indigenismo racista al gobierno del Presidente Evo Molares en Bolivia. Bolivia es un país mayoritariamente indígena, con una minoría de orígen europeo, que ha ejercido durante siglos el control político, militar, económico y religioso del conjunto del país. La población indígena, a pesar de ser mayoría, ha estado sometida por la minoría blanca, manteníendola alejada del poder y límitada a esferas de pobreza y marginalidad. El gobierno de Evo Morales, con sus aspectos negativos y positivos, ha roto esta tendencia, y ha dado voz y voto a la mayoría oprimida durante siglos, con el consiguiente enfado de la oligarquía económica del país.
Dicho esto, le reitero mi agradecimiento por su blog.
Muchas gracias,
opositor
Un saludo.
ResponderEliminarAnte todo quiero agradecerle sus sinceras palabras de felicitación y especialmente que haya explicado sus argumentos con tanta claridad, pues sin duda tiene usted una formación y una perspectiva de historiador. Le deseo que tenga éxito en las oposiciones y estoy seguro que será un excelente profesor.
En cuanto a sus ideas me veo obligado a precisar varios puntos, que separo en dos comentarios por su gran extensión.
Primero decir que no hay (ni habrá) un consenso indudable en la historiografía sobre todas las características del fascismo y el neofascismo. Al respecto, baste recordar la apasionante polémica del eminente profesor Linz con otros profesores sobre la cuestión del fascismo español. Si repasamos las publicaciones de reconocidos expertos, incluso de diferentes opciones, como Angelo Tasca, Norberto Bobbio, Tony Judt O Charles Tilly (la lista es larguísima pero ya se imaginará usted con estos nombres cuáles son mis autores de cabecera sobre el tema) verá que hay empero una coincidencia fundamental sobre bastantes características, que son las que aparecen en esta UD.
El tema es apasionante y hay numerosísimas publicaciones mucho más completas que estas breves notas, y le será muy fácil encontrarlas. Las hay de todas las posiciones del espectro político, en todo el mundo, desde prestigiosos premios Nobel a profesores de universidad o columnistas. En España algunas de las posiciones más cercanas al partido Podemos son muy parecidas (por no decir más) a las que usted preconiza, y sin duda hay que respetar a quienes las defienden, pero también son respetables quienes disienten. Del debate, del diálogo y sobre todo de la búsqueda de la verdad documentada, surge al final la Historia que quedará. Me temo, pues, pese a quienes le sostienen, que Maduro, así como otros dirigentes corruptos y antidemócratas de Latinoamérica, quedará para siempre asociado al neofascismo, aunque sea en su variante "chavista".
Le reitero mi agradecimiento porque me permite incidir en un tema que afecta a los derechos humanos de millones de personas, y en especial me permite insistir en mi solidaridad con los injustamente encarcelados opositores de Venezuela. Esperemos que la libertad triunfe sobre la opresión, y estoy seguro que usted y yo compartimos este deseo.
Atentamente, Antonio Boix.
Y ahora señalo, punto a punto, algunas claras discrepancias con lo que usted afirma:
ResponderEliminar-Rechazo del parlamentarismo y la democracia. ¿Considera que Maduro es un demócrata?
-Rechazo a los movimientos revolucionarios. ¿Acaso no se presentaron el fascismo y el nazismo como tales?
-Nacionalismo exacerbado. ¿Acaso no es Maduro un nacionalista exacerbado?
-Sistema terrorista de control político. ¿No utiliza Maduro la violencia policial y un sistema judicial bajo su control para asesinar, acallar y/o encarcelar a los opositores?
-Partido único y rechazo del juego político. ¿Cree que no es el objetivo último de Maduro?
-Apoyo en las élites del país: oligarquías económicas, iglesia, élites militares, grandes terratenientes. La Historia del nazismo y el fascismo está llena de ejemplos contrarios pero basta que se conteste a esto: ¿Cree que Hitler se apoyó en las Iglesias luterana y católica para alcanzar y mantener el poder? ¿O más bien las vio como sus enemigos e intentó destruirlas? Hay numerosos estudios bien documentados que le alertarán del error de simplificar tal apoyo genérico en una frase redonda y sin matices.
-Objetivo imperial y apoyo al imperialismo. Sin duda el fascismo italiano y el nazismo alemán fueron imperialistas. Espero que se esté de acuerdo en que ahora lo es Putin y que sus aliados (¿Maduro otra vez?) le apoyan. ¿Cree usted que el chavismo no pretende extenderse y dominar el subcontinente?
-Ideología anticomunista, negación de la lucha de clases y de las luchas sindicales. ¿Cree que Maduro no abomina del comunismo y los sindicatos de la oposición en su país? ¿Cree que él y sus aliados en América no hacen todo lo que pueden para reprimir las huelgas sindicales, las últimas bien recientes en Bolivia?
-Racismo exacerbado y defensa de la raza blanca como hegemónica. ¿Desde cuando el fascismo es una ideología "blanca"? ¿Cree usted que no puede existir un "fascismo japonés"? ¿Ha contemplado las famosas invectivas racistas de Chávez en la televisión, incluso imitando el estilo de Hitler?
-Defensa del socialdarwinismo y de la diferencia entre los seres humanos. ¿Cree usted que Maduro no se siente superior a esos seres inferiores llamados López y Ceballos, a los que ha encarcelado sin un juicio justo? ¿Cree que las invocaciones de Morales a la superioridad del indígena aymara sobre el extranjero blanco no son una forma de racismo y separación en etnias? Aunque es cierto que en los últimos tiempos Morales parece haber recapacitado y ya no se le oyen esas imprecaciones.
-Defensa de la desigualdad del hombre y la mujer. La mujer debe estar recluida al espacio doméstico. Pocos saben que Mussolini dio por primera vez en Italia el derecho de voto a la mujer. El 15 de mayo de 1925 proclamó: "Las mujeres tienen derecho al voto" (y votaron, aunque fuera al partido fascista). En cambio, el nazismo era mucho más reacio y empujó a las mujeres a la casa, la cocina y la iglesia. Como ve, en todo hay matices.
-Sacralización de la propiedad privada. Si estudia la economía italiana y alemana durante los regímenes fascista y nazi comprobará numerosos ejemplos de expropiación, apropiación e incluso robo descarado por parte del Estado y de sus gerifaltes. Y si estudia la política económica de Maduro verá de inmediato las abrumadoras coincidencias con algunas líneas fundamentales de la política económica nazi.
De nuevo, atentamente, Antonio Boix.
Hola Antonio,
ResponderEliminargracias por contestar con tanta celeridad. Ahora paso a exponer mis argumentaciones:
-En Venezuela, le guste o no, hay un sistema democrático. Desde que llegó Chávez al poder se han venido repitiendo elecciones democráticas, en las que repetidamente y para disgusto de muchos, el partido Socialista a ganado en todas ellas. A los que dicen que los resultados están amañados, les aconsejo que lean todos los informes de los observadores internacionales al respecto.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/04/16/actualidad/1366109495_132234
http://www.publico.es/internacional/observadores-espanoles-destacan-proceso-electoral
De hecho en países como el nuestro, como hemos podido observar, la manipulación por parte del partido popular está a la orden del día.
En cuanto a los medios de comunicación y el control por parte del estado, le aconsejo que eche un vistazo a este artículo.
http://www.publico.es/internacional/observadores-espanoles-destacan-proceso-electoral.html Lo cual contrasta bastante con la situación de la prensa y los medios de comunicación en España, país en el cual los principales medios de comunicación son afines al gobierno y sus respectivos dueños reciven millones de euros de dinero público en contratos de publicidad y subvenciones.
-El fascismo y el nazismo surgieron como movimientos antirrevolucionarios, apoyados por las oligarquías para contrarrestar a los movimientos obreros. Mussolini aplastó con sus camisas negras una gran manifestación en Italia en 1922, y lucharon contra los partidos obreros revolucionarios de forma violenta. Tres cuartas partes de lo ocurrido en Alemania, donde socialistas y comunistas fueron perseguidos, detenidos y extermindados durante el holocausto. No es lo mismo contrarrevolución que revolución.
-Si es cierto que Venezuela utiliza la represión, lo cual condeno fervientemente. Pero de igual manera que lo utilizan muchos otros gobiernos a los que usted nunca etiquetaría de fascismo. Desde el año 2001, EEUU mantiene en Guantánamo a presos atentando flagrantemente contra los derechos humanos. En el mismo país existe una violencia policial y represiva contra la población afroamericana. En España la ley mordaza recuerda a los peores años del fascismo y el gobierno ha reprimido violentamente manifestaciones (son muchos los casos de violencia y abusos policiales) y ahora prohibe a la prensa grabar abusos policiales. Diversas organizaciónes, entre las cuales destaca Amnistía Internacional han condenado reiteradamente la impunidad y los abusos policiales. EEUU y Europa apoyan abiertamente a países dictatoriales en todo el mundo, ya sea en Africa o Asia, y nunca existe una sola nota discrepante de los medios opositores a Venezuela en estos países. Jamás he oído a ningún miembro del PP condenar los crímenes que se cometen en los países árabes, en Guinea ecuatorial, Indonesia, México o China, al contrario, mantienen con sus gobiernos unas relaciones estupendas. Tampoco he escuchado a ningún miembro del gobierno exigir el cierre inmediato de Guantanamo ni tomar acciones ni medidas contra EEUU. Existe un claro doble rasero a la hora de pedir la defensa de los derechos humanos. Cuando las relaciones económicas son beneficiosas los derechos humanos siempre quedan en un segundo lugar.
-En Venezuela existen más partidos y son legales. El problema viene cuando estos partidos conspiran con otros países para derribar el gobierno bolivariano, como ya pudimos comprobar en el golpe de estado contra Chavez, o en los golpes de estado contra Correa y Evo Morales. De sobra son conocidos los contactos de la oposición venezolana con EEUU y la CIA y los intentos de Capriles de desestabilizar el país a través del desabastecimiento del país. http://www.notimerica.com/politica/noticia-venezuela-denuncian-capriles-colombia-acordar-uribe-desabastecimiento-caracas-20130517024133
ResponderEliminarhttp://noticias.terra.es/mundo/latinoamerica/denuncian-a-capriles-en-colombia-por-acordar-con-uribe-el-desabastecimiento-de-caracas,847475434c8ae310VgnCLD2000000ec6eb0aRCRD
Por supuesto que en Venezuela hay muchas cosas que criticar, sobre todo la corrupción y la inseguridad, pero también hay que decir que no es muy distinta que en otros países latinoamericanos, entre los que habría que destacar México. Y en cuanto a la corrupción, creo que España no es el país más adecuado para dar ejemplo.
-Creía que el hecho de que la iglesia católica apoyase al nazismo estaba claro. Pero si usted no lo tiene claro le recomiendo varios libros:
Avro Manhattan. The Vatican in World Politics. Italy, The Vatican and Fascism. London: C.A. Watts & Co. Limited, 1949.
Mikel Itulain. El fascismo y la Iglesia católica
De los cuales se pueden extraer ideas como estas:
"Hitler prometió que la Iglesia católica tendría una especial posición de privilegio en el Nuevo Reich si el Vaticano usaba su influencia para asegurarle el voto del Partido del Centro [el partido católico]. El Vaticano acordó, y Hitler hizo una promesa adicional de que en la declaración inaugural de su Gobierno haría una declaración pública que efectivizaría el privilegio prometido."
"El Episcopado de todas las Diócesis alemanas, como es mostrado por sus declaraciones al público, tan gustoso para expresar en cuanto se hiciera posible después del reciente cambio en la situación política a través de las declaraciones de Vuestra Excelencia su sincera disposición para cooperar con su mayor habilidad con el nuevo Gobierno, el cual había proclamado como su meta promover la educación cristiana, emprender una guerra contra el ateísmo y la inmoralidad, fortalecer el espíritu de sacrificio para el bien común y proteger los derechos de la Iglesia. (De una carta de Su Eminencia el cardenal Bertram al Canciller Herr Hitler después de la conclusión del Concordato entre el Vaticano y el Gobierno alemán. Vea Universe, del 18 de agosto de 1933)."
De la relación entre Musolinni, Franco, Pinochet y Videla con la iglesia católica, y el apoyo de esta a las matanzas ejercidas por sus gobiernos mejor no hablamos, porque creo que está bastante claro
-Decir que los gobiernos progresistas de América latina son imperialistas es faltar a la verdad, cuando una de sus principales luchas es combatir el imperialismo y la intromisión que desde hace cientos de años vienen imponiendo EEUU y Europa en los asuntos de Latinoamérica. Por supuesto que Rusia es imperialista, de igual manera que lo siguen siendo EEUU, Europa y China, y cualquier gran potencia que se precie.
-Por supuesto que creo que Venezuela y los gobiernos aliados no son anticomunistas. Desde que están en el poder se ha reducido enormemente la pobreza y se ha legislado a favor de los más desfavorecidos, aunque continuan existiendo graves problemas. Si queiere puede echar un vistazo a este informe de UNICEF: http://www.unicef.org/spanish/infobycountry/venezuela_27098
ResponderEliminarSi tiene interés puede consultar informes similares sobre Bolivia o Ecuador. Es decir, se trata de ayudar a las clases más desfavorecidas en decrimento de los privilegiados, lo cual claramente es una defensa de la lucha de clases.
-El fascismo en su origen defendía la preeminencia de la raza blanca, lo cual se tradujo en el colonialismo e imperialismo de Alemania e Italia y en el inicio de la IIGM. Por supuesto que luego pueden surgir variantes, pero no sería fascismo sino racismo. Que yo sepa Morales nunca ha defendido la superioridad del indigena sobre el blanco, sino los derechos históricos de los indígenas sobre las tierras ocupadas por el colonialismo europeo y la discriminación histórica de la oligarquía blanca contra la población indígena mayoritaria en Bolivia. Maduro puede sentirse superior a los opositores, de igual manera que ellos se creen superiores a él, pero no existe un sentimiento de superioridad racial.
-El hecho de que la mujer pudiese votar no quiere decir que tuviese un papel activo el la sociedad. La mujer en la Italia fascista siempre tuvo un papel secundario limitado al ámbito doméstico, y nunca participó en tareas de responsabilidad. De igual manera la mujer también pudo votar en los referendums franquistas, y no por ello se puede decir que tuviese el mismo papel que el hombre, ya que durante el franquismo la mujer estuvo relegada al hogar y sojuzgada por el hombre.
-Durante el fascismo y el nazismo se respetó fervientemente la propiedad privada, aunque ello no quiere decir que el estado tuviese una política estatal activa, y que fundase empresas públicas en sectores estratégicos con la colaboración y el control de la oligarquía. La oligarquía siempre apoyó a estos gobiernos, ya que significaba el orden y la defensa de sus privilegios frente a las ideas preconizadas por el comunismo y el socialismo, de ahí la persecución de los movimientos obreros por Hitler, Mussolini y Franco. No hay que olvidar el apoyo y la colaboración de los grandes empresarios a estos dictadores, lo cual resultó fundamental en sus triunfos. Ninguno de ellos nacionalizó las grandes empresas y ni confiscaron las tierras de los grandes terratenientes ni de la iglesia.
Y aquí termina mi aportación. Si quiere continuar el debate a mi me parecería estupendo. Creo que debatir es una forma estupenda de aprender y profundizar en los diferentes temas.
Muchas gracias.
Un saludo.
ResponderEliminarNuevamente constato que es usted una persona con perspectiva de historiador, aunque sin duda nuestras experiencias y convicciones son distintas en varios aspectos fundamentales, pero ello no debería impedir que podamos debatir sobre este tema tan apasionante.
A continuación paso a aportar mis consideraciones a algunas de sus ideas.
-Afirma usted que en Venezuela hay un sistema democrático y que desde que Chávez llegó al poder se han venido repitiendo elecciones democráticas. Veo que no se refiere usted al primer golpe de Estado militar de Chávez, apoyado por una parte de la oficialidad, y que sus referencias de aceptable cumplimiento de la legalidad electoral se remontan a 2004. Yo, por el contrario, entiendo que usted prefiere no mencionar las numerosas críticas posteriores de organismos internacionales contra un sistema electoral basado en la corrupción, el control de los medios de comunicación y la violencia contra la oposición.
-Considera usted que los fallos del sistema democrático español son peores que lo del venezolano. Yo, por el contrario, aunque considero que en España tenemos lacras evidentes sí creo que las instituciones del Estado de derecho están luchando con probidad y eficacia para combatirlas (baste ver lo que les pasa a los implicados en las tramas Gürtel y Púnica o los ERE), y merecemos por ello las buenas calificaciones en democracia que nos vienen dando los organismos internacionales. En cambio, Venezuela padece una profunda regresión en los derechos humanos y concita la preocupación de muchos demócratas.
- Constato que su definición de fascismo y nazismo es propia del resumen de la unidad correspondiente en los libros de texto de cuarto de ESO. Piense usted que los redactores de las editoriales de ese nivel académico tienen límites de tamaño y deben simplificar los conceptos. Le recomiendo, por ser más completos, los libros de Bachillerato, que le servirán mejor en las oposiciones. Pero mucho mejor aun, le recomiendo que relea usted la vastísima bibliografía especializada, y entonces verá que la inmensa mayoría de los autores de prestigio académico tienen poco en común con lo que usted predica. Sólo le apunto que el partido nazi por algo se llamaba Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NASDP) y añado otro punto evidente: el fascismo y el nazismo surgieron como movimientos revolucionarios (aunque sea en sus variantes fascista, racista, nacionalista, incluso obrerista… al tiempo que eran también anticomunistas y antisocialistas. En los exámenes de las oposiciones no debería simplificar que los únicos partidos revolucionarios son los partidos de izquierda y que la derecha es antirrevolucionaria, puesto que en tal caso, los demócratas revolucionarios que tumbaron las dictaduras comunistas en 1989-1991 que tanto añoran todavía los nostálgicos de IU y otro partido emergente (al que todos podemos identificar), serían según usted, derechistas antirrevolucionarios.
ResponderEliminar-Dice usted que condena la represión en Venezuela, pero antes ha alabado su régimen como democrático. Es una contradicción a repensar. Además me preocupa que justifique la represión chavista con el argumento de que EE UU y España entre otros países son también represores. Yo, por el contrario, aunque critico sus fallos continuamente (creo que siempre habrá que mejorar), no equiparo el nivel de libertad en EE UU o España con el que hay en Venezuela o Corea del Norte (otro sólido aliado de Venezuela, como la Rusia de Putin), porque las diferencias son inmensas.
- Afirma usted que Occidente no protesta contra las violaciones de derechos humanos en África, el mundo islámico o Asia. Yo, por el contrario, continuamente leo en la prensa y en las webs institucionales los informes oficiales, las protestas o las peticiones de los dirigentes demócratas europeos u Obama a favor de los derechos humanos en esos países, incluso si ello provoca problemas comerciales y tensiones diplomáticas. A quien no veo haciéndolo es a Maduro ni tampoco antes a Chávez..Sólo un ejemplo (porque hay muchos) ¿Acaso ha leído usted alguna crítica de estos “magnos líderes revolucionarios” a la represión en Corea del Norte?
-Dice usted que en Venezuela existen más partidos y son legales, pero que (se entiende que “todos”) estos partidos conspiran con otros países para derribar el gobierno bolivariano, califica a Capriles de desestabilizador por inducir el desabastecimiento del país y añade unos (no reconocidos por los historiadores de prestigio) golpes de estado contra Correa y Evo Morales. Yo, por el contrario, creo que los partidos de la oposición venezolana son, por lo menos la mayoría, más democráticos que el partido que se titula Partido Socialista Unido de Venezuela. Añado que aunque gran parte del partido comunista venezolano ha sido abducido por el PSUV muchos de sus militantes históricos lo han abandonado, asqueados por la deriva neofascista del chavismo.
-Me ofrece usted dos fuentes que afirman que la Iglesia Católica apoyó al nazismo y al fascismo. Sin duda segmentos importantes de varias religiones los apoyaron inicialmente, sobre todo en Italia, pero pronto la mayoría comprendió que el fascismo no admitía otras instituciones que le hicieran la competencia en su poder absoluto sobre la sociedad y comprendieron que su proyecto era incompatible con el cristianismo. Le aconsejo que revise la bibliografía actual por si el primer panfleto resulta escrito como medio de propaganda estalinista contra el Vaticano en la Guerra Fría y si el segundo es un intento de buena fe pero simplificador de tomar solo los aspectos favorables para su tesis. Yo, por mi parte, también le aconsejo leer: para empezar, nada mejor que la biografía y los textos del teólogo Dietrich Bonhoeffer. Luego puede seguir por la interminable lista de estudios (algunos constan en las entradas específicas del tema en mi blog, por lo que me abstengo de repetirlos) que desmienten su posición, y que demuestran cómo muchos prelados, sacerdotes y fieles fueron antinazis y antifascistas, pagando muchos de ellos su compromiso por la dignidad humana al más alto precio. Otro asunto es el apoyo de la Iglesia española al régimen franquista durante la Guerra Civil y la posguerra, no así en los años 70.
-Afirma que yo falto a la verdad al decir que los gobiernos progresistas de América latina son imperialistas. Advierto que aquí la pasión política le calienta a usted en exceso. Por mi parte le contesto que si repasa mis palabras verá que no afirmo que los gobiernos progresistas lo sean: solo los neofascistas como el venezolano de Chávez. Lo que ocurre es que usted opina que el gobierno venezolano es progresista y yo en cambio que es neofascista.
ResponderEliminar- Además, cree usted que cualquier gran potencia que se precie es imperialista. Otra vez me parece un error conceptual excesivo para un opositor. Mejor repase la noción de imperialismo en Bachillerato, y hágase asimismo una simple pregunta: ¿es similar la política de Putin en Ucrania en busca del mito de la Gran Rusia a la de EE UU en Europa? Su respuesta aclarará su posición ideológica. Busque información acerca de si Maduro apoya al expansionismo de su aliado ruso. Supongo que ya se la imagina.
-Afirma que Venezuela y los gobiernos aliados no son anticomunistas y que la condición social ha mejorado, pese a algunos graves problemas. Por mi parte, sólo le señalo que Chávez laminó durante años al partido comunista hasta que consiguió apropiarse de su estructura (vaciada de disidentes) y que en mi blog señalo desde hace años cómo en Ecuador y Bolivia ha mejorado mucho el bienestar social, pues aunque son dos casos con preocupantes problemas (mucho menores que Venezuela), los análisis han de basarse en hechos documentados, no en afirmaciones pasionales. No necesito que me ofrezca tales informes. Los leo desde hace decenios, como hace casi todos los historiadores que se preocupan.
-Afirma usted que el fascismo defendía la preeminencia de la raza blanca. Nuevamente le señalo que el fascismo no es monopolio de una raza, etnia, lengua o religión, sino que se sustenta entre otras ideas genéricas, en la primacía de unos seres humanos sobre otros. En cuanto a si no sabe qué dice Morales que le delate como racista, es fácil que lo encuentre si pone en Google las palabras “Morales” y “racismo”: leerá que hay 726.000 referencias a día de hoy; muchas de ellas todavía deben causar sonrojo a los más moderados de sus partidarios. Pero es cierto que en los últimos años Morales se ha moderado mucho al respecto y que sus primeras invectivas racistas las dijo en un contexto electoral.
- Me rebate usted sobre el papel de la mujer en el fascismo. Sin duda la sociedad de su tiempo fue machista pero el fascismo no lo fue especialmente desde el punto de vista electoral y esa es la cuestión que yo señalaba.
-Dice usted que el fascismo y el nazismo respetaron “fervientemente la propiedad privada”. La bibliografía está llena de referencias en contra de esta afirmación tan tajante. Sin duda había sectores amplios de terratenientes y empresarios que los apoyaron, pero otros pronto sufrieron las consecuencias de la política estatalista y la autarquía, y al final militaban en la oposición. En todo caso, la cuestión de origen aquí es si el neofascismo venezolano se sustenta en una nueva oligarquía surgida de la corrupción chavista. Hay numerosas evidencias, sin necesidad de mencionar el control del narcotráfico por quien usted ya sabe.
-Por último, reivindica que debatir es una forma estupenda de aprender y profundizar en los diferentes temas. Es en esto que sí estoy plenamente de acuerdo. En lo restante advierto varias ideas en las que chocamos de frente y otras en las que solo divergimos en matices aunque importantes (por ejemplo, en el papel de la Iglesia Católica).
Muchas gracias por su esfuerzo, que denota sincera pasión.
Atentamente, Antonio Boix Pons.
Hola Antonio,
ResponderEliminarlo primero es apuntar que no tengo perspectiva de historiador, sino que soy historiador, licenciado hace muchos años. También he realizado un master sobre arqueología y patrimonio y estoy especializado en arqueología sobre conflictos bélicos en el siglo XX y más concretamente en la arqueología de la represión y de los derechos humanos, por lo que no me hace falta consultar libros de la ESO para argumentar sobre el tema.
Ahora paso a contestar a sus afirmaciones.
Es cierto que Chavez llegó al poder tras un golpe de Estado. Dicho esto, ha ganado todas las elecciones a las que se ha presentado. Si hubiese visto los post que he adjuntado habría visto que los informes de los observadores internacionales sobre la limpieza de las elecciones no corresponden a 2004, sino a 2009 y 2012. También le aconsejo que lea el post que puse sobre los medios de comunicación en Venezuela. También me gustaría que me dijese cuales son los organismos internacionales que critican el sistema electoral venezolano y que partes critican. En cuanto a la violencia contra la oposición no la voy a negar, pero tampoco voy a negar la violencia de la oposición contra los seguidores de Chavez. Son numerosos los ataques contra las sedes del Partido Socialista e incluso asesinatos de seguidores de Chávez, cosa que los medios occidentales suelen ocultar http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article50476
-En cuanto a la falta de libertad en EEUU, me gustaría que preguntase a los presos de Guantánamo a ver que opinan al respecto. También me gustaría su opinión sobre diversos organismos internacionales, entre los que destaca Amnistía Internacional, sobre la impunidad de las violaciones de los derechos humanos que ocurren en España.
ResponderEliminar-En cuanto a lo revolucionario del partido fascista y nazi, nuestro desacuerdo puede deberse a una falta de acuerdo en cuanto al término revolucionario. Revolución como tal debe entenderse como un cambio radical en cuanto al modelo social, político y económico. En estos dos países se produjeron cambios sociales y políticos, pero no económicos. De hecho los grandes oligarcas y terratenientes apoyaron a Hitler y Mussolini debido a la estabilidad económica que sus gobiernos les aportaban y por su lucha contra los grupos socialistas y comunistas que pregonizaban una auténtica revolución económica. Los defensores del nacismo y el fascismo siempre anteponían la bandera del orden y la estabilidad, así como de la propiedad privada.
-En cuanto a la calificación de que el gobierno de Maduro es neofascista, delata una clara falta de conocimiento sobre el tema. Puede gustarle o no, puede criticarlo o defenderlo, pero usar el término neofascista es claramente incorrecto. El neofascismo es un concepto muy específico que hace referencia a movimientos como el de los neonazis, o las extremas derechas racistas estadounidenses o europeas, como los partidos de Le Pen, Haider, Fortuyn o Bossi. En historia se puede estar a favor o no de determinadas ideologías o sistemas, pero a cada cosa hay que denominarla como corresponde y no hay que caer en dogmatismos.
ResponderEliminar-Afirmo y reitero que Occidente tiene un doble rasero en cuanto a los derechos humanos se refiere. Primero EEUU por violar los derechos humanos con Guantanamo y en las guerras de Irak y Afganistán, y por mantener económica y militarmente regimenes dictatoriales y violadores de los derechos humanos, tanto ahora como en el pasado. De igual manera actúa Europa. Me gustaría que me dijese en qué medios leé o ve constantemente denuncias contra las relaciones de Europa y EEUU con regimenes dictatoriales de Asia y África. Gadafi era aliado y amigo de Aznar y Berlusconi, mientras cometía violaciones constantes de los derechos humanos, hasta que dejó de interesar. Y también creo que no se han tomado medidas sancionadoras contra las monarquías árabes exportadoras de petróleo, contra Indonesia, Pakistán, Uzbekistán, Egipto, Mauritania China... o Guinea Ecuatorial, con cuyo presidente se reunió por cierto el rey de España y el presidente del gobierno de forma muy cordial hace poco tiempo. Pero por supuesto que para condenar a Corea del Norte (con quién yo tampoco comulgo) o para denunciar a los países latinoamericanos tanto los medios generalistas como los líderes de los países occidentales no escatiman en recursos. Tampoco he visto a España o a EEUU tomar represalias contra México por la desaparición de 43 estudiantes opositores(con la connivencia de fuerzas federales), cosa que hubiera sido totalmente opuesta de haberse producido en Venezuela, Ecuador o Bolivia. Creo que el doble rasero de Occidente es una cosa clara para cualquier historiador que se precie.
Por supuesto que condeno la violencia policial en Venezuela, de igual manera que lo hago con la de otros países que también violan los derechos humanos como lo hacen EEUU y España y no por ello hay que calificar a estos países como antidemocráticos.
ResponderEliminar-En cuanto a la Iglesia católica es claro el apoyo que dió al nazismo, el cual facilitó enormemente su ascenso al poder, lo cual fue ratificado en el concordato del 33. Años después, cuando tuvo lugar el holocausto la jerarquía eclesíastica miró para otro lado y nunca actuó cuando existían numerosas voces que lo denunciaban, entre ellas las de muchos religiosos. No dudo de que existiesen religiosos que condenasen el nazismo y que fueron perseguidos y asesinados por ello, al igual que ocurrió en la España franquista con el asesinato por parte del franqusimo de decenas de religiosos. Pero si existión connivencia entre el nazismo y la jerarquía eclesiástica, más preocupada en perseguir el comunismo que en los millones de muertos del fascismo y el nazismo.
- En cuanto al imperialismo, estamos en un mundo globalizado, gobernado por superpotencias, en el que es muy dificil no estar alineado. El régimen de Putin me parece ampliamente condenable, pero no hay que olvidar que en Ucrania hubo un golpe de estado contra un gobierno elegido democráticamente, y es claro la participación de EEUU y Europa en el propio golpe, reconocido incluso en conversaciones telefónicas filtradas por parte de la secretaria de estado de EEUU y el embajador de Ucrania.
En cuanto al fascismo y el racismo, reitero que si exige la preeminencia de la raza blanca. Igualmente es un término muy concreto. Racismo y limpiezas étnicas han existido desde hace milenios, mucho antes de que existiese el fascismo o el nazismo. No podemos calificar a la España de los Reyes Católicos de nazi o fascista por expulsar y perseguir a los judíos. Una cosa es racismo y otra la visión del razismo que tienen el fascismo y el nazismo.
ResponderEliminar- En cuanto a lo de teclear Morales en google, creo que no es un argumento científico. De hecho lo he tecleado y pone más bien lo contrario. http://www.bbc.com/mundo/noticias/2010/10/101008_bolivia_evo_morales_ley_antirracismo_mr.shtml
De todas formas si teclea Obama y comunismo obtendrá 735000 entradas, y no creo yo que Obama sea muy comunista.
- Por supuesto que rebato que el fascismo no promoviese el machismo y la reclusión de la mujer. Aunque el ambiente de la época fuese machista, en la España republicana existieron excelentes parlamentarias como Margarita Nelken, Clara Campoamor o Victoria Kent, revolucionarias como Rosa Luxemburgo o Alexandra Kollontai, las cuales defendían desde posturas opuestas al fascismo la participación activa y la igualdad de la mujer en la sociedad, en cuya senda la URSS fue pionera. Todo lo contrario de lo que promovían Hitler, Franco o Mussolini, aunque permitiesen votar a la mujer.
-En cuanto a la propiedad privada del nazismo y fascismo en general estamos de acuerdo. En cuanto al narcotráfico, según parece la connivencia entre el narcotráfico y los gobiernos en latinoamerica parece bastante extendida, sino que se lo digan a Colombia y México, los cuales son bastante veteranos en el tema.
Dicho esto, le agradezco la discusión y su tiempo. Me temo que no voy a poder mantener el debate en las próximas semanas, ya que los exámenes están cerca y mantener el debate me requiere mucho tiempo. Si lo desea en un mes podrémos continuar este apasionante debate.
Muchas gracias por su paciencia.
Un saludo.
Ya sé que dije que no iba a escribir más, pero ayer se me olvidaron comentar un par de puntos.
ResponderEliminarEl hecho de que el NASDP tuviera la palabra obrero en sus siglas no significa que fuese un partido revolucionario ni que defendiese la lucha obrera. El fijarse únicamente en las siglas elude la tarea de todo historiador que se precie, ya que nuestro objetivo es profundizar en el conocimiento histórico. Si nos fijásemos sólo en las siglas, pensaríamos que el PSOE es hoy en día un partido obrero y socialista. El NASDP se crea en el año 1920, y uno de sus principios básicos era precisamente la lucha contra el comunismo, la lucha obrera y los movimientos revolucionarios, que en aquella época aterrorizaban a las clases dirigentes europeas. El introducir la palabra obrero en sus siglas era una simple estrategia para dividir a la clase obrera y atraerlos a sus filas. Desde el principio y antes de llegar al poder, atacaron violentamente a todo grupo obrero revolucionario mediante grupos paramilitares, ya fueran las SA, las SS, los camisas negras o la Falange. En el momento en el que llegan al poder, tanto en Alemania, como en Italia y España, prohíben los partidos comunistas, anarquistas y socialistas, los sindicatos de clase (creando sindicatos estatales controlados por la oligarquía), las manifestaciones, las huelgas, los jurados mixtos y las reformas agrarias, es decir bloquean la lucha obrera y de clase en pos del orden social y económico y a favor de los grandes terratenientes y oligarcas. Es más, encarcelan, torturan y asesinan en masa a todo aquel sospechoso de defender la revolución social, la lucha obrera y la lucha de clases. Es decir, son claramente, desde su fundación hasta su desaparición, antirrevolucionarios. El decir que el nazismo y el fascismo son antirrevolucionarios no quiere decir que toda la derecha sea antirrevolucionaria ni que toda la izquierda sea revolucionaria. Espero no haber usado terminología propia de la ESO o del bachillerato, y si la he usado le pido perdón, porque no he vuelto a ver un libro de la ESO o de bachillerato desde hace casi 15 años. También me gustaría saber quiénes son los historiadores de prestigio que defienden que el fascismo y el nazismo son revolucionarios y no antirrevolucionarios, y espero que no me cite a Pío Moa o a Juan José Linz (un franquista consumado, y acuñador del término autoritario en vez de totalitario).
También dice que el neofascismo venezolano se sustenta en una nueva oligarquía surgida de la corrupción chavista. Incluiría también en el neofascismo a países corruptos hasta la médula como México o Colombia, los cuales también sustentan a una importante oligarquía. Etiquetaría de neofascista a España, en donde los niveles de corrupción y el enriquecimiento de políticos y empresarios gracias a ella alcanzan límites que harían sonrojar a cualquier democracia que se precie. Utilicemos las etiquetas correctamente, por favor, y no confundamos términos.
Y el último punto que me gustaría saber, es que me dijese que grandes empresarios o terratenientes sufrieron persecuciones y confiscaciones (sin pingües compensaciones), sin tener en cuenta su orientación sexual, raza, religión u orientación política, y se unieron a la oposición por ello, durante los gobiernos de Franco, Hitler o Mussolini.
Un saludo.
Un cordial saludo.
ResponderEliminarMe informa y me exige respuesta usted respecto a muchos puntos, pero lo hace pontificando desde una posición de superioridad político-moral que parece emanar de las ideas de Eduardo Galdeano (al que aprecio como escritor pero del que disiento mucho como pensador) o de un seguidor suyo. Es obvio que su posición ideológica tan extrema es ajena al espíritu de este blog y al de los historiadores cuyas enseñanzas y métodos comparto. Pero es cierto que la suya es (también) “otra” Historia y no seré yo quien le censure por escoger una posición tan distinta de la nuestra. Está en su derecho.
No obstante, creo que es evidente que hoy por hoy rechazará todos los argumentos que intenten hacer mella en su roqueño relato en defensa de su interpretación y de los regímenes que yo tanto critico. Por lo tanto no tiene sentido que sigamos enfrentando en este blog dos posturas políticas, éticas e historiográficas que están en las antípodas y que, más que acercarse en el debate, se están enconando al punto de amenazar tormentas. Por consiguiente le sugiero que escoja otro ámbito, tal vez su propio blog, para lo que le veo sumamente dotado, a fin de efectuar unas intervenciones que en este blog muchos podrían entender con desagrado como un exceso de la propaganda chavista, justo en una época en que su régimen vulnera tan cruelmente los derechos humanos. No tema defender públicamente sus opiniones con esta pasión que se le reconoce, porque la inmensa mayoría de los historiadores respetamos (y nos inspiran) las diferencias de pensamiento.
En suma, aprecio mucho su participación y no pienso borrar ni uno solo de sus comentarios anteriores, por respeto entre historiadores y además porque muestran claramente, con documentación tal vez sesgada (en mi opinión) pero siempre interesante, otra manera de hacer y pensar la Historia.
Vuelvo a desearle mucha suerte en sus oposiciones. Valoro que está usted muy bien preparado y que tiene una sólida capacidad de comunicación. Sin duda será un notable profesor.
Atentamente, Antonio Boix Pons.
Hola Antonio.
ResponderEliminarEn primer lugar felicitarle por su blog, le sigo desde hace tiempo.
No vengo a volver a sacar el tema del fascismo latinoamericano porque nuestras posiciones son totalmente dispares pero si quisiera hablarle sobre la CEDA ¿No le parece ese partido un conglomerado demasiado complejo como para calificarlo como fascista?
Muchas gracias.
Un saludo.
ResponderEliminarEn el texto del blog ya se explica con suficiente amplitud que el partido no era homogéneo y en él convivían ideas y sentimientos muy variados, desde el fascismo hasta el conservadurismo democrático o el regionalismo moderado. Muchos historiadores han subrayado esta complejidad, propia de una época convulsa en la que los límites de la ultraderecha o el populismo eran muy confusos. En suma, la CEDA se incluye en esta UD porque es indudable que tuvo en su seno importantes componentes del fascismo, no porque todo el partido (o toda su ideología) fuera fascista, pues tal afirmación sería falsa. Algo similar ocurre con varios partidos latinoamericanos con alguno o varios componentes fascistas, a menudo bajo formas extravagantes que llevan a dudar sobre su auténtica naturaleza. Gil Robles y una amplia proporción de su partido sintieron la tentación de encarnar una forma sui generis de fascismo español, pero fueron superados por la Falange, que en 1936 tenía un líder más carismático y un programa más seductor, en definitiva una forma fascista más reconocible y atractiva.
Gracias por su atención y le deseo lo mejor para sus estudios. Feliz Año Nuevo.
Atentamente, Antonio Boix.
Hola,
ResponderEliminarSolo escribo para comentar que el mapa de "La expansión del imperio de Italia parece haberse caído del servidor, si pudiera ser repuesto (o en comentarios simplemente enlazado dicho mapa) sería estupendo.
Excelente blog, enhorabuena