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martes, 3 de enero de 2017
HMA 7. China: la sociedad.
HMA 7. CHINA: LA SOCIEDAD.
Índice.
Introducción.
El proceso de urbanización.
La política de natalidad.
La desigualdad femenina.
Los derechos laborales
El medio ambiente
La contaminación atmosférica.
La contaminación del agua y el suelo.
FUENTES.
APÉNDICE: LA SOCIEDAD CHINA HACIA 1995.
Introducción.
La población china ha crecido desde 541,67 millones de habitantes en 1940 a 987,05 millones en 1980, 1.265 millones en 2000, 1.339 millones en 2010, 1.370 millones en 2014, 1.400,11 millones en 2017, 1.412,60 millones en 2021 y, bajado un poco a 1.411,75 millones en 2022.
El crecimiento ha menguado mucho en intensidad y se considera probable que se estancará en aproximadamente 1.400-1.430 millones en el decenio de 2020 para comenzar a bajar en el de 2030.
Las tasas de natalidad, mortalidad y crecimiento natural se han movido mucho. En 1990 eran respectivamente de 21,06%, 6,67% y 14,39%; en 2016 de 13,57%, 7,04% y 6,53%, y en 2022 de 6,77%, 7,37% y -0,6%, el primer descenso del crecimiento natural. En 2014 nacieron 116 niños por cada 100 niñas, menos que en 2004, cuando eran 121,2 varones, mientras que la proporción natural es de 105 niños por cada 100 niñas; la causa de este desnivel es la preferencia de tener varones y el consecuente aborto selectivo.
La población activa (15-59 años) y el envejecimiento (mayores de 65 años) han evolucionado: en 1990 eran 61,8% y 5,57%, en 2010 de 70,14% y 8,87%, y en 2022 hacia atrás, 62% y 14,9%, o sea menos proporción de trabajadores y más jubilados. En 2014 ya la población activa bajó 3,7 millones, hasta 915,83 millones. En 2010 los mayores de 60 años eran el 13,26% (2,93% más) y los menores de 15 el 16,6% (6,29 menos).
Ha crecido la inmigración española, con 3.197 españoles censados en julio de 2013.
La población con estudios superiores ha aumentado desde el 1,42% en 1990 al 15,47% en 2010. China tiene ya una inmensa clase media: en 2016 había 700 millones de usuarios de Internet, 200 millones de jubilados, 120 millones de turistas…
El
crecimiento económico refleja el envejecimiento de la población y la mejora educativa:
la media del decenio 1980-1989 fue del 9,7%, del 1990-1999 del 9,9%, del
2000-2009 del 10,3%, pero en 2010-2019 solo del 7,6%. Se prevé una reducción
mayor.
El proceso de urbanización.
Beijing (Pekín), una ciudad que vive un espectacular crecimiento urbanístico.
Fuente: A. Alonso, en Reinoso, José. China lanza una masiva migración interna. “El País” (31-III-2013) 2-3.
Crece la población urbana más que la rural, por la migración desde elcampo. En 2010 ya el 49,7% vivían en las ciudades, con un total de 665 millones, siendo 261 millones inmigrantes desde el campo.
La política de natalidad.
Las tasas de natalidad, mortalidad y crecimiento natural se han movido mucho. En 1990 eran respectivamente de 21,06%, 6,67% y 14,39%; en 2016 de 13,57%, 7,04% y 6,53%, y en 2022 de 6,77%, 7,37% y -0,6%, el primer descenso del crecimiento natural. En 2014 nacieron 116 niños por cada 100 niñas, menos que en 2004, cuando eran 121,2 varones, mientras que la proporción natural es de 105 niños por cada 100 niñas; la causa de este desnivel es la preferencia de tener varones y el consecuente aborto selectivo.
La política del hijo único, legislada en 1979, establecía que sólo podían tener dos hijos las mujeres de minorías étnicas, las campesinas, las divorciadas y las hijas únicas. El aborto en caso de cumplir la cuota era obligatorio hasta los seis meses, pero se prohíbía después aunque no se pudiera pagar las onerosas multas, establecidas por las autoridades locales y que podían alcanzar miles de euros.
Pero la política de control natalicio comenzó a cambiar a partir de 2000 aproximadamente, dependiendo del lugar, con nulas restricciones en el campo y todavía alguna en las ciudades más congestionadas, hasta que entre 2010 y 2015 (el año decisivo en que terminó por completo) se han eliminado, dándose en 2018 el proceso contrario: varias administraciones locales, preocupadas por el envejecimiento de la población y la previsible falta de mano de obra desincentivan el aborto, premian a las parejas con hijos e incluso plantean impuestos especiales a los solteros y a las parejas sin hijos.
La desigualdad femenina.
Reinoso, en La mitad del cielo... cuando las dejan “El País” (15-II-2011) informa que la mujer en China padece todavía grandes desigualdades respecto al varón, sobre todo en los aspectos laborales, la participación política y en los cuidados de infancia (se sigue prefiriendo tener un varón en caso de un hijo único).
Los derechos laborales.
Aldama en La revolución del trabajador chino [“El País” Negocios 1.417 (30-XII-2012)] informa que el salario medio del trabajador chino crece en torno al 10% anual y cada vez está más protegido por la legislación. Las huelgas (un millón al año) y las protestas violentas se multiplican en el país, por lo que empresarios y trabajadores piden que se regule con urgencia el derecho de huelga.
‹‹Los trabajadores se han plantado y bloquean la entrada a la fábrica que una importante empresa industrial española tiene en la provincia china de Jiangsu. Las negociaciones no llegan a buen puerto y es necesario llamar a la policía. Los ánimos se caldean, los responsables de la planta acusan a un grupo de trabajadores de usar “técnicas mafiosas” para amedrentar al resto y exigir mejoras salariales, pero lo cierto es que el tumulto crece hasta que se va de las manos.
Llegan los antidisturbios y piden refuerzos al Ejército. Algunos empleados se encaraman a la valla y amenazan con destrozar las instalaciones. El jefe de policía descarta usar la fuerza “porque la situación podría resultar incontrolable” y aconseja al gerente: “Despida discretamente a los cabecillas en los próximos días, pero acepte las demandas de los trabajadores”. El trato llega varias horas después megáfono en mano, y la muchedumbre se dispersa. Acaba de asegurarse un aumento de sueldo del 10% de media, y la promesa de que no se eliminarán las horas extra a pesar del descenso de pedidos.
“Lidiar con los trabajadores chinos es una pesadilla”, reconoce el español a cargo de la producción. “La rotación es muy alta y nos hace daño, y el aumento de los costes laborales junto a la apreciación del yuan nos ha restado mucha competitividad”. Sin duda, el suyo no es un caso aislado. Según estudios oficiales, las disputas laborales han crecido en China casi el 25% cada año en la última década y el ritmo ha aumentado desde 2008, cuando se aprobó la reforma laboral. Así, si en 1999 se contabilizaron menos de 200.000 conflictos laborales, en 2008 su número rozó el millón.
Desde entonces, la mayoría de los salarios mínimos establecidos a nivel provincial crecen por encima del 20% anual, y ya son muy pocos los territorios que marcan remuneraciones mínimas por debajo del equivalente a 100 euros al mes o un euro la hora. “Y una cosa es el salario base y otra la nómina neta. Con las horas extra ya nadie cobra menos de 2.000 yuanes (unos 250 euros) en la línea de montaje”, reconoce el gerente español, que pide anonimato. “Por eso, muchas empresas de sectores como el textil o la industria pesada están cerrando y buscando alternativas en Vietnam o en India”. Apple fue más allá y dio la campanada a primeros de mes al anunciar que reubicaría la producción de sus ordenadores de vuelta en Estados Unidos.
Según un estudio realizado por Xiliang Feng, analista de la Universidad Capital de Economía y Negocios de China, en torno al 75% de las disputas laborales están relacionadas con la remuneración, mientras que menos del 2% tienen que ver con las condiciones de trabajo. Y en un tercio de los casos, la mayoría, el conflicto se resuelve mediante el acuerdo entre las partes, sin la mediación del sistema judicial.
Los trabajadores saben que tienen la sartén por el mango. La estricta política del hijo único que ha provocado una notable caída en la tasa de fertilidad y el impresionante crecimiento económico del país han dado fuerza a un colectivo que hasta ahora nunca había tenido voz. Aunque los sindicatos no oficiales están prohibidos, los trabajadores han comenzado a organizarse. “La mayoría son asociaciones espontáneas que surgen en grandes empresas fruto del descontento generalizado de la plantilla”, explica Zhang, un activista que estuvo involucrado en las protestas que en 2010 paralizaron una fábrica de Honda en la ciudad de Zhongshan. “Nuestra huelga marcó un punto de inflexión. Antes éramos nosotros los que teníamos miedo a la dirección y a las autoridades. Ahora es al revés”. Xu Anqi, sociólogo de la Universidad de Fudan, en Shanghái, coincide: “La gente es cada vez más consciente de sus derechos. Internet y las redes sociales ofrecen a los trabajadores ideas sobre cómo organizarse para obtener sus demandas, razón por la que se reproducen protestas por todo el país”.
Este vuelco ha provocado que empresarios y activistas como Zhang demanden la reinstauración en la Constitución de una cláusula que fue eliminada en 1982 y que garantiza el derecho a la huelga. “Actualmente no hay ninguna normativa que lo regule. Las huelgas están en un limbo legal. Eso permite que algunos empresarios opten por medios violentos para evitar protestas”. El propio Zhang ha recibido multitud de presiones y amenazas, y algunos de sus compañeros han sufrido incluso palizas de matones que, aseguran ellos, estaban contratados por la empresa.
Del lado de la empresa, el director general de Guangzhou Automobile Group, Zeng Qinghong, que medió en la disputa con Honda, propuso el año pasado, como miembro que es de la Asamblea Nacional Popular, que se regule por ley la huelga. “El Gobierno no puede forzar a los trabajadores a regresar a sus puestos sin tener en cuenta sus demandas”. Zeng pidió, además, la reforma del sindicato oficial para que “sea el representante real de los empleados”. Eso sí, todos los partidarios de la regulación coinciden en que no se debe permitir que las protestas alteren el orden público. Y, últimamente, lo hacen a menudo. Sin duda, el gigante Foxconn, la subcontrata taiwanesa que fabrica Iphone y Ipad para Apple y da empleo a casi 1,5 millones de chinos, es la que mejor refleja la revolución del trabajador chino. Saltó a las portadas de todo el mundo en 2010 cuando 13 trabajadores se quitaron la vida en sus instalaciones. Sufrían una presión excesiva y llegaban a hacer más de 83 horas extra al mes, aseguraba una ONG estadounidense.
Luego llegaron las manifestaciones, muchas veces violentas, en las plantas de Chengdu y Taiyuan. Como en el caso de la empresa española, los antidisturbios hicieron acto de presencia y esta vez sí que consiguieron disolver a miles de empleados tras una batalla campal. Pero Foxconn tuvo que dar su brazo a torcer. Quizá por eso, su presidente, Terry Gou, anunció la implantación de un millón de robots para reemplazar gran parte de la mano de obra.
Curiosamente, la tensión no se ha relajado este mes con la promesa de Foxconn de seguir la legislación laboral al pie de la letra. Eso le costará 1.400 millones de dólares más al año, pero la plantilla demanda que se mantengan las horas extra por encima del límite de las nueve semanales que marca la ley. Varios empleados aseguraban en el diarioWall Street Journalquerer trabajar más de 15 horas extra a la semana. Al fin y al cabo, han abandonado su lugar de origen para hacer dinero en el corazón manufacturero de Guangdong, y el ocio resulta algo tangencial.
Li Qing es una joven de 20 años que refleja a la perfección esta transformación del trabajador chino. Cuenta con formación profesional en electrónica y llegó a Shenzhen hace poco más de un mes procedente de la provincia de Shaanxi. Allí sus padres tienen suerte si ingresan 4.000 yuanes (500 euros) al año trabajando la tierra, pero ella ya ha dicho que no a unas cuantas ofertas de trabajo en las que le ofrecían la mitad de esa suma al mes. “He ahorrado un dinero y no tengo prisa”. Sus aspiraciones son las de millones de emigrantes rurales que ya no llegan desesperados a las grandes ciudades. Curiosamente, a pesar de la mala fama internacional, su objetivo es que la contrate Foxconn. “Pagan bien y sus condiciones de trabajo son mejores que las de empresas chinas”, asegura. Li ya tiene su propia hoja de ruta: en tres años tiene que haber alcanzado un sueldo mensual comparable a lo que ganan sus progenitores en un año.››
El medio ambiente.
El editorial Mazazo medioambiental [“El País” (5-III-2015)] avisa de la extrema gravedad de la situación medioambiental en el país:
‹‹Un documental realizado por una periodista de la televisión china sobre las consecuencias del alto nivel de contaminación ambiental que sufre su país se ha convertido en un enorme aldabonazo social que debería llevar a las autoridades a actuar. El eco que ha tenido muestra hasta qué punto la gente está sensibilizada por algo que se ha presentado a menudo como la cara inevitable del progreso, aunque no sea así: en apenas 48 horas, 100 millones de personas habían visto el reportaje en la página web en la que fue colgado. Un día más tarde, eran ya 156 millones, y había generado 280 millones de comentarios, en su gran mayoría criticando la política oficial y llamando a la acción.
El documental identifica algunas de las causas de la contaminación, entre ellas la dependencia del carbón como principal fuente primaria de energía y la resistencia de las petroleras a mejorar la calidad de las gasolinas, dato esencial en un país en el que el parque móvil crece de forma espectacular. Pero no es solo un problema de estructura energética: en China se incumplen sistemáticamente las normas que obligan a instalar filtros y a tratar los residuos, para mantener la productividad, con los resultados correspondientes en el aire y en el agua.
Afortunadamente, Internet ofrece un nivel de transparencia que dificulta la ocultación de la realidad. En vísperas de una importante reunión política en China, dedicada en parte a las cuestiones climáticas, la difusión de este documental es una prueba de que cada vez resulta más complicado ignorar situaciones que desencadenan graves daños respecto a la salud de la población.
La investigación científica ha dado pruebas abrumadoras sobre los efectos de la contaminación. La Agencia Europea del Medio Ambiente, que vela desde hace años por la calidad del aire, estima que en Europa se producen cada año 430.000 muertes prematuras solo a causa de las partículas finas en suspensión. Y la calidad del aire en China es infinitamente peor que la de Europa.
En los dos últimos años, Pekín se ha comprometido a intensificar las medidas de control ambiental, pero es insuficiente. No se trata solo de su responsabilidad en el calentamiento global del planeta. El progreso económico del país tiene que ser compatible con un nivel adecuado de protección a la salud de la población.››
La contaminación atmosférica.
Vista de la contaminación en Pekín y otras ciudades chinas.
Reinoso, en La contaminación encierra en casa a los pequineses [“El País” (13-I-2013)] resume la pésima situación del aire en las urbes chinas:
‹‹La calidad del aire en China se encuentra entre las peores del mundo, según diversas organizaciones internacionales –entre ellas Naciones Unidas-, debido al consumo de carbón en sus centrales de energía y las emisiones de los coches. China se erigió en 2009 en el mayor mercado automovilístico del mundo. Se estima que es responsable del 25% del dióxido de carbono generado por el ser humano. La dependencia del carbón y los combustibles fósiles para la electricidad ha convertido a China en el mayor emisor de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global.
Según la organización medioambiental Greenpeace, Pekín ha más que duplicado el consumo de carbón en la última década. De ahí, que ahora haya más hollín en la atmósfera, que junto con otros contaminantes secundarios como dióxido de azufre y óxido de nitrógeno contribuyen a la niebla tóxica.
La capital hizo frente con decisión al problema de la contaminación de cara a los Juegos Olímpicos de 2008. Fueron retirados de las carreteras taxis obsoletos, jubilados autobuses, y sustituidas miles de calderas de carbón por otras de gas. Además, se restringió el número de coches en las calles. Pero cuatro años después, el efecto de estas medidas ha sido devorado en buena medida por el rápido crecimiento económico y la continua llegada de coches a las calles. Muchos ciudadanos acusan a las autoridades de minimizar el problema.
El rápido desarrollo que ha experimentado el país desde que lanzó el proceso de apertura y reforma en 1978 ha sacado a cientos de millones de personas de la pobreza y ha conseguido que su economía sea la segunda en tamaño del mundo, detrás de Estados Unidos, pero, a cambio, ha generado grandes desigualdades sociales, corrupción y un grave problema medioambiental. Sus cielos y sus ríos están entre los más contaminados del planeta, y el 10% del suelo contiene niveles de metales pesados superiores a los límites gubernamentales. La polución se ha convertido en una de las principales causas de protestas y movilizaciones sociales.
El Gobierno es consciente de que la contaminación amenaza no solo la salud de sus ciudadanos sino también el crecimiento económico. El 12 Plan Quinquenal de Protección Medioambientales (2011-2015) dicta que para 2015 deberán mejorar, entre otros, la calidad del agua en ríos claves como el Amarillo.››
La contaminación del agua y el suelo.
Reinoso, en 300 millones sin agua potable. “El País” (6-III-2007) informa que Zhou Shengxian, ministro de Protección Medioambiental, ha insistido en los riesgos que los efectos de la contaminación sobre la salud suponen para la estabilidad. “La disminución, el deterioro y el agotamiento de los recursos y el empeoramiento del entorno ecológico se han convertido en cuellos de botella y graves impedimentos para el desarrollo económico y social”, ha dicho. Una muestra: hasta el 10% del arroz en China está contaminado con metales pesados dañinos, como el cadmio, debido a la polución de las aguas utilizadas en el riego, según estudios citados por la prensa local.
One Child Nation (2019). Documental de Nanfu Wang. Reseña de Llanos, Héctor. Una producción retrata la política china del hijo único. “El País” (9-XII-2019).
Libros.
Gavinelli, C.; Gibelli, M.C. Ciudad y territorio en China. Blume. Madrid. 1979 (1976 italiano). 352 pp.
Leeming, F. Rural China Today. Longman Scientific and Technical. Harlow. 1985. 201 pp.
Trolliet, P.; Béja, J. P. L'Empire du Milliard. Populations et societé en Chine. Armand Colin. París. 1986. 317 pp.
Reportajes. Orden cronológico.
Theroux, Paul. China pasage by Rail. “National Geographic”, vol. 173 (III-1988) 296-329.
Kohl, Larry. Above China. “National Geographic”, vol. 175 (III-1989) 278-311. Fotografías aéreas de George Gerster.
Fresneda, Carlos (texto); Layma, Yann (fotos). Esto es China. “La Revista de El Mundo”, nº 73 (9-III-1997) 34-43.
Reinoso, J. República consumista china. “El País” Semanal 1796 (27-II-2011) 46-53.
Reinoso, José. Un país en construcción. “El País” Semanal 1.901 (3-III-2013) 38-46. Las grandes obras públicas en China asombran por su tamaño.
Mercader, Carles (texto y fotos). La China que marca tendencia. “Magazine” (8-IX-2013) 22-29.
Aldama, Zigor. Bodas chinas. “El País”, S Moda 115 (30-XI-2013) 30-36. En 2012 hubo 13,23 millones de bodas (compárese con las 168.834 en España), en las que se gastaron 61.500 millones de euros.
Aldama, Zigor. Chen Guangbiao. El millonario más extravagante de China. “El País” Semanal 1.994 (14-XII-2014) 42-49.
Noticias. Orden cronológico.
Reinoso, José. El Gobierno de China reconoce que ha crecido el número de creyentes. “El País” (9-II-2007) 13. 300 millones de fieles religiosos sobre un total de 1.314 millones.
Reinoso, J. 300 millones sin agua potable. “El País” (6-III-2007) 2.
Reinoso, J. China opta por el desarrollo sostenible. “El País” (6-III-2007) 2.
Reinoso, J. “Nos tiran la casa”.“El País” Semanal 1.596 (29-IV-2007) 72-82. La construcción se desata en Shanghái.
Pérez, Claudi; Reinoso, J. La Bolsa china burbujea. “El País” Negocios 1126 (3-VI-2007) 23.
Reinoso, José. La mitad del cielo... cuando las dejan. “El País” (15-II-2011) 34. Las dificultades laborales de la mujer china.
Reinoso, J. China envejece rápidamente. “El País” (29-IV-2011) 36.
Aldama, Zigor. El pueblo de los multimillonarios chinos. “El País” Semanal 1.846 (12-II-2012) 18-22. Huaxi, una localidad a dos horas de Shanghái, donde residen miles de ricos, una creación del empresario Wu Renbao, presidente del JIagnsu Huaxi Group.
Agencia EFE. Las autoridades chinas piden perdón a la mujer obligada a abortar a los 7 meses. “El País” (15-VI-2012). La política de hijo único en las zonas urbanas, establecida en 1979, implica fuertes multas y sanciones a las familias con dos hijos, aunque se prohíbe el aborto forzoso a partir del tercer mes, salvo consentimiento de la madre, en los casos de impago por falta de medios económicos. La ley es una fuente de corrupción, pues muchos funcionarios cobran sobornos para permitir el segundo hijo.
Aldama, Zigor. La sociedad china planta cara a la imposición del hijo único. “El País” (18-VI-2012) 40.
Reinoso, José. China utiliza el terror para expropiar. “El País” (12-X-2012) 2.
Higueras, Georgina. El desalojo forzoso se convierte en principal causa de descontento social. “El País” (12-X-2012) 3.
Aldama, Zigor. La revolución del trabajador chino. “El País” Negocios 1.417 (30-XII-2012) 25.
Reinoso, José. China traza un plan para reducir la gran desigualdad social. “El País” (7-II-2013) 6.
Reinoso, José. China lanza una masiva migración interna. “El País” (31-III-2013) 2-3.
Reinoso, José. La rigidez del sistema sanitario provoca la proliferación de clínicas piratas. “El País” (31-III-2013) 3.
Yoon, Lina. Obras chinas, cerebros españoles. “El País” (11-IX-2013) 24. Decenas de arquitectos y miles de profesionales españoles buscan trabajo en China, debido a la crisis en España.
Aldama, Zigor. Los millonarios chinos son cada vez más… y más ricos. “El País” (29-X-2013) 44. La revista “Forbes” estima que hay 168 milmillonarios (más de 1.000 millones de dólares).
Reinoso, José. Hacia el fin de la ley del hijo único. “El País” (16-XI-2013) 3. La reforma de la política de hijo único.
Higueras, Georgina. La orden más difícil de cumplir. “El País” (16-XI-2013) 2. La política de hijo único.
Galarraga, Naiara. El pueblo modelo del secretario Chang. “El País” (15-XII-2013) 12. La aldea de Jiangxiang es un modelo de desarrollo.
Rizzi, A.; Gualdoni, F.; González, J. S. Las grietas del milagro. “El País” (24-I-2014) 8-9. El vertiginoso aumento de la desigualdad social explica la multiplicación de las protestas sociales.
Cardenal, Juan Pablo; Araújo, Herberto. La ‘nobleza’ china se pone a salvo. “El País” (27-I-2014) 8-9. Los nuevos ricos de China buscan refugio en Occidente para sus familias y fortunas ante el temor a ser investigados. En 2011 habían emigrado un 14% de los chinos ricos y lo consideraban un 46%, aunque la mayoría sigue trabajando en China mientras mantiene una residencia (y a menudo doble nacionalidad) en otro país. Por ejemplo, en la ciudad canadiense de Markham hay 120.000 chinos entre los 300.000 habitantes, y varios miles son recientes adinerados que viven entre los dos países.
Reinoso, José. Ciudadanos de segunda en China. “El País” (19-III-2014) 6-7. Pekín relaja el sistema del hukou para facilitar el éxodo rural.
Vidal Liy, Macarena. La revolución llega al aparcamiento. “El País” Domingo (1-VI-2014) 8. Medidas para mejorar la circulación vial en China.
Vidal Liy, M. La punta de lanza de la sociedad civil. “El País” (20-VII-2014) 11. El Gobierno fomenta las ONG aunque mantiene su vigilancia.
Vidal Liy, M. La venganza brutal de Fuyou contra el desarrollismo chino. “El País” (17-X-2014) 8.
Vidal Liy, M. El desafío de la demografía china. “El País” (15-II-2015) 10. Cae el deseo de tener un segundo hijo debido al coste económico y las repercusiones profesionales.
Ximénez de Sandoval, P. La élite china quiere hijos americanos. “El País” (9-III-2015) 3. El ‘turismo maternal’: miles de chinas viajan a Los Ángeles para que sus bebés logren la nacionalidad. 40.000 niños nacen cada año en EE UU de padres turistas.
Fontdeglòria, X. China estudia erradicar la política del hijo único. “El País” (5-VIII-2015) 5.
Vidal Liy, M. Fin de fiesta para los jóvenes chinos. “El País” (30-IX-2015) 8. Aumenta el paro entre los jóvenes recién licenciados.
Vidal Liy, M. 60 millones: los niños chinos dejados atrás. “El País” (19-X-2015) 8. Muchos niños se crían sin sus padres, por motivos económicos.
Vidal Liy, M. El declive demográfico empuja a China a permitir un segundo hijo. “El País” (30-X-2015) 3.
Vidal Liy, M. Solo un tercio de los chinos se plantea tener un segundo hijo. “El País” (31-X-2015) 7.
Vidal Liy, M. Los chinos expulsan a Mao de sus camas. “El País” (23-XII-2015) 8. Una revolución sexual se abre paso en la sociedad china, dejando atrás al puritanismo.
Sampedro, J. Cuando la NASA despertó, el dragón estaba allí. “El País” (27-XII-2015) 10. El ambicioso proyecto espacial de China.
Fontdeglòria, X. China autoriza enviar al extranjero misiones militares antiterroristas. “El País” (28-XII-2015) 4. También legisla contra la violencia de género y permite el segundo hijo.
Vidal Liy, M. El coro chino de los padres más solitarios. “El País” (31-I-2016) 6. La política de un solo hijo deja un millón de padres que han perdido a su único descendiente. Son los shidu.
Fontdeglòria, X. China planea crear la mayor área urbana del mundo alrededor de Pekín. “El País” (25-VII-2016).
Vidal Liy, M. En China, ahora procrear es glorioso. “El País” (23-IX-2016).
Vidal Liy, M. El fin de la política del hijo único en China no logra frenar el envejecimiento. “El País” (30-X-2016).
Dezfuli, César. China. Del hijo único al príncipe destronado. “Magazine” (23-X-2016).
Vidal Liy, M. Pekín marca un techo de población: 23 millones. “El País” (18-II-2017). El inmigrante ya no es bienvenido en Pekín.
Vidal Liy, M. El caso chino: imita, que algo creas. “El País” Babelia 1.302 (5-XI-2016). La visión china de la copia.
Fontdeglòria, X. China quiere poner coto a las bicicletas de alquiler. “El País” (3-VI-2017). En Pekín hay 11 millones de usuarios de bicis compartidas.
Vidal Liy, M. La otra China / 1. Pobreza. Batalla contra una sombra china. “El País” (15-X-2017).
Vidal Liy, M. La otra China / 1. Las minorías. La fe suprema son el partido y la estabilidad. “El País” (16-X-2017). La represión o la vigilancia a las religiones cristiana e islámica (en la región de Qinghai de la etnia uigur).
Vidal Liy, M. Este examen es un infierno. “El País” (9-VI-2018). Las exigentes pruebas de selectividad dejarán sin plaza universitaria a uno de cada cuatro alumnos de los 10 millones que se presentan.
Vidal Liy, M. China da pasos para eliminar el control de la natalidad. “El País” (29-VIII-2018).
Vidal Liy, M. ‘Antes nos faltaba ropa y comida; ahora, míranos’. “El País” (17-XII-2018). La prosperidad de un ingeniero jubilado muestra la mejora del nivel de vida.
Vidal Liy, M. Las dificultades de buscar pareja en China. “El País” (30-XII-2018).
Vidal Liy, M. Vivir en un geriátrico a los 27 años. “El País” (16-I-2019). China ensaya fórmulas para atender a su creciente población envejecida, como la de alquilar viviendas para jóvenes en las residencias de ancianos.
Vidal Liy, M. La natalidad en China cae al nivel más bajo desde 1949. “El País” (18-I-2020). La tasa de nacimientos cae en 2019 por tercer año consecutivo, hasta 10,48 por mil habitantes.
Vidal Liy, M. La bomba de relojería demográfica que amenaza a China: menos población y más envejecida. “El País” (1-V-2021). [https://elpais.com/sociedad/2021-05-01/la-bomba-de-relojeria-demografica-que-amenaza-a-china-menos-poblacion-y-mas-envejecida.html] Cada año nacen menos niños en el país más poblado del mundo y el que más rápidamente envejece.
Vidal Liy, M. China permitirá a las parejas tener tres hijos para paliar así el envejecimiento del país. “El País” (1-VI-2021).
Vidal Liy, M. China quiere más niños, algunas mujeres no. “El País” (6-VI-2021). El cambio de política natalicia llega tarde: ya había muchas excepciones a la regla del hijo único y eso no paró el descenso de nacimientos, hasta la tasa actual de 1,3, con solo 12 millones de nacidos en 2020, en una población de 1.412 millones (1.430 millones según otra estimación en 2019). Desde 2010 ha bajado en 40 millones la cantidad de personas en edad de trabajar. En 2020 solo hubo 8,1 millones de bodas, pero 8,6 millones de divorcios.
Echarri, Miguel. Un gran poder. “El País” Icon 99 (V-2022). El furor inmobiliario chino ha llegado al límite, con numerosas ciudades fantasma, con edificios nuevos que nunca han sido ocupados.
Linde, P. El plan de China para revertir la situación. “El País” (18-VIII-2022). La nueva política pronatalista.
Bonet, Inma. La población de China se reduce por primera
vez en más de 60 años. “El País” (18-I-2023). El mayor envejecimiento y la
reducción de la natalidad llevan al declive demográfico, con graves
consecuencias económicas y sociales. El artículo lleva gráficos y análisis de
expertos.
Abril. G.; Bonet, I. China entra en la era menguante. “El
País” (22-I-2023). El descenso demográfico se relaciona con la modernización
social de China. Con gráficos.
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Fuentes, Ana.Poder no es querer. “El País” (2-II-2019). Porqué no sube la natalidad china pese a la reciente libertad de tener hijos.
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Jacobs, Andrew; Century, Adam. La legendaria devoción filial china, revisada y obligatoria. “El País/The New York Times” (20-IX-2012) 3. China promulga leyes para que los hijos cuiden a los padres, porque crece el fenómeno del alejamiento de los hijos (muchos son únicos), sobre todo los 250 millones de emigrantes a las ciudades, que abandonan a sus padres ancianos en los pueblos, mientras el Estado no desarrolla suficientes medios para su cuidado.
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Xiaodong, Wang. La cigüeña se toma un buen respiro. “China Daily” (21-II-2019). Disminuye la natalidad: en 2018 hubo dos millones de nacimientos menos que en 2017 y se calcula que el cenit de la población llegará en 2027, con 1.450 millones de habitantes, para luego descender.
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Crimen y delincuencia.
Noticias. Orden cronológico.
Reinoso, José. Casinos, mafia y crímenes en Macao. “El País” (7-VIII-2012) 5. La policía china persigue el crimen en la ciudad, devuelta a China en 1999, y dedicada al juego y la prostitución.
Reinoso, José. El regreso de Diente Roto. “El País” Domingo (9-XII-2012) 9. La historia de un mafioso en Macao, la ciudad del juego.
Reinoso, José. China inicia el fin de los campos de trabajo para la reeducación. “El País” (11-IX-2013) 6. Hay 190.000 detenidos en tales campos.
Jacobs, Andrew. China encierra a las prostitutas en centros de trabajo forzoso. “El País” (6-I-2014) 32.
Aldama, Z.Las concubinas son la perdición de los corruptos en China. “El País” (27-IV-2014) 46.
Vidal Liy, M. China dejará de extraer órganos de presos ejecutados para trasplantes. “El País” (5-XII-2014) 11. A partir de 2015 solo se emplearán donaciones voluntarias.
Vidal Liy, M. 19.000 detenidos en redadas contra las mafias en China. “El País” (25-IX-2015) 10.
Vidal Liy, M. Una cadena de 17 atentados con paquetes bomba golpea China. “El País” (1-X-2015) 9. Siete muertos, en la víspera del día nacional.
Vidal Liy, M. China desmonta una fraude piramidal de 7.000 millones. “El País” (2-II-2016) 40. Ding Ning montó una empresa que engañó a un millón de personas.
Espinosa, Javier. Asesinatos de película en las minas de China. “El País” (9-VI-2016). Un grupo de mineros asesinaba a sus compañeros para simular accidentes laborales y cobrar las indemnizaciones.
Arana, Ismael. Pena de muerte para el 'Jack el Destripador' de China que asesinó a 11 mujeres. “El Mundo” (31-III-2018).
Derechos de la infancia.
Noticias. Orden cronológico.
Vidal Liy, M. Los repudiados del capitalismo en China. “El País” (24-VI-2017). Los niños discapacitados o enfermos son abandonados en orfanatos.
Derechos de la mujer.
Noticias. Orden cronológico.
Higueras, Georgina. Faltan 23 millones de novias. “El País” (13-I-2013) 42. La mujer pierde en la carrera de la igualdad. En China hay 23,15 millones de varones más que mujeres en edad de matrimonio y ellas sufren peores condiciones laborales y salariales.
Vidal Liy, M. Primera ley china contra la violencia conyugal. “El País” (28-XI-2014) 41. El 25% de las casadas ha sido agredida por su marido.
Vidal Liy, M. La mitad del cielo y un gran infierno. “El País” (6-XII-2014) 8. La mujer china ha mejorado su situación económica pero sigue padeciendo discriminación. Parece que aumenta (o es más conocida) la violencia. Los divorcios en 2013 llegaron a 3,5 millones; un 39% de los matrimonios se divorcian.
Fontdeglòria, X. China autoriza enviar al extranjero misiones militares antiterroristas. “El País” (28-XII-2015) 4. También legisla contra la violencia de género y permite el segundo hijo.
Vidal Liy, M. La lacra de la violencia contra la mujer. 6. China. Confucio pesa más que la ley. “El País” (26-XI-2016).
Vidal Liy, M. La profesión más antigua en la China más moderna. “El País” (12-V-2017).
Vidal Liy, M. Las mujeres que se peinaban solas. “El País” (23-IV-2018). Las ‘zishunü’ se quedaban voluntariamente solteras.
Fontdegloria, X. El MeToo choca con el budismo en China. “El País” (3-VIII-2018). La denuncia por acoso sexual contra un importante líder religioso, Xuecheng, por abusar de monjas de un convento budista.
Fontdegloria, X. Dimite el líder budista acusado de abusos sexuales en China. “El País” (18-VIII-2018).
Análisis y opinión. Orden alfabético.
Fuentes, Ana. China: un MeToo aún más valioso. “El País” (13-X-2018). Las mujeres chinas luchan ahora más por su igualdad en derechos, pese a la represión.
Hong Fincher, Leta. Las mujeres, excluidas del ‘boom’ inmobiliario chino. “El País/The New York Times” (12-VII-2012) 2. Las mujeres son discriminadas en China, porque lo prioritario para las familias es que el varón tenga vivienda.
Derechos de los homosexuales.
Noticias. Orden cronológico.
Fuentes, Ana. Mi vida como ‘tongqi’. “El País” Domingo (9-IX-2012) 9. Los homosexuales escondidos en China.
Vidal Liy, M. Los homosexuales chinos buscan el amparo de la ley para luchar por sus derechos. “El País” (29-XI-2015) 10.
Vidal Liy, M. La revuelta de yosoygay derrota a la censura china. “El País” (17-IV-2018). La presión ciudadana logra suspender el bloqueo de contenidos sobre la homosexualidad que el Gobierno había impulsado en la red social Weibo.
Educación.
Noticias. Orden cronológico.
Wong, Edward. China abre el debate sobre el examen de selectividad. “El País/The New York Times” (12-VII-2012) 3. Millones de bachilleres se examinan cada año en dura competencia por las plazas universitarias.
Vidal Liy, M. El examen más multitudinario. “El País” (9-VI-2014) 64. 9,3 millones de chinos se presentan a los exigentes exámenes de acceso a la universidad, con 6,98 millones de plazas.
Fontdeglòria, X. El examen por el que China contiene la respiración. “El País” (7-VI-2016). Nueve millones de estudiantes se presentan a la selectividad universitaria.
Fontdeglòria, X. El talento chino regresa a casa. “El País” (19-VII-2017). Las políticas gubernamentales (con una feroz competencia entre las provincias) han conseguido que el 80% de los estudiantes universitarios chinos en el exterior regresen al país para investigar, enseñar, emprender... En 2016 salieron 544.500 y volvieron 432.500.
Fontdeglòria, X. China impone a jóvenes condenados por ‘bullying’ un curso de disciplina militar. “El País” (11-IX-2017). El programa, que dura una semana y ha sido aplicado a 14 chicas de entre 15 y 17 años, pretende luchar contra el acoso, un problema creciente en el país.
Barnés, Héctor G. El macronegocio de la educación: el hombre que se forró con clases extraescolares. “El Confidencial” (10-VII-2018). Hace 15 años, el chino Zhang Bangxin era un profesor de matemáticas que compaginaba varios empleos para sobrevivir. Hoy su empresa TAL Education se valora en 1.300 millones de dólares.
China en guerra contra el ‘dragón amarillo’. Documental de Serie Planeta Arena. 52 minutos. La lucha de China contra la desertización.
Noticias.
Reinoso, José.China está que arde. “El País” (20-III-2007) 46. Sobre los problemas medio ambientales.
Méndez, Rafael. China pone condiciones para un recorte de las emisiones en 2020. “El País” (6-XII-2011) 32-33.
LaFraniere, Sharon. La difícil aventura de respirar en China. “El País / The New York Times” (9-II-2012) 3.
Reinoso, José; De Benito, Emilio. Chinos y europeos empatan en CO2. “El País” (14-VIII-2012) 26-27.
Reinoso, J. La contaminación encierra en casa a los pequineses. “El País” (13-I-2013) 7.
Reinoso, J. China reconoce la existencia de ‘pueblos del cáncer’ debido a la contaminación. “El País” (23-II-2013) 37. Se aplica una nueva política medioambiental.
Wong, Edward. El aire asfixia a los niños chinos. “El País” (24-IV-2013) 42.
Reinoso, J. La protesta popular fuerza al Gobierno chino a cancelar una planta de uranio. “El País” (15-VII-2013) 7.
Reinoso, J.; Sevillano, E. G. Pekín reacciona a la contaminación. “El País” (22-II-2014) 32-33.
Reinoso, J. La polución china asfixia el campo chino. “El País” (27-II-2014) 37. Reduce la fotosíntesis y merma la producción agraria.
Sevillano, E. G. Los científicos alertan del peligro del aplanamiento de montañas en China. “El País” (6-VI-2014) 40.
Reinoso, J. China cede a la presión de las protestas. “El País” (14-XI-2012) 5. El Gobierno atiende en varios casos los movimientos sociales que protestan por cuestiones medioambientales.
Tobón, Natalia. Pekín aprende a vivir sin carbón. “El País” (10-VIII-2014) 34. Se pretende prohibir su uso en 2020.
Vidal Liy, M. La contaminación ahoga al régimen chino. “El País” (28-XII-2014) 2-3.
Vidal Liy, M. 156 millones de chinos ven en un vídeo una verdad que incomoda a Pekín. “El País” (4-III-2015) 9. Un documental crítico sobre la contaminación.
Vidal Liy, M. China recurre a un rector para la guerra antipolución. “El País” (13-III-2015) 8. El nuevo ministro de Medioambiente es un científico sin experiencia política.
Vidal Liy, M. Pekín lanza la batalla contra el tabaco en espacios públicos. “El País” (2-VI-2015) 8. Hay 300 millones de fumadores y cada año mueren 1,3 millones por el tabaquismo.
Cañas. G. China precisa por primera vez su aportación a la reducción de emisiones. “El País” (1-VII-2015) 8.
Vidal Liy, M. China creará en 2017 el mayor mercado de emisiones del mundo. “El País” (26-IX-2015) 4.
Vidal Liy, M. Un mar de mascarillas en Pekín. “El País” (9-XII-2015) 8.
Vidal Liy, M. 25.000 autobuses para compensar la prohibición de coches. “El País” (9-XII-2015) 8.
Fontdegloria, X. Los chinos que viven de la basura. “El País” (10-XII-2015). Miles de personas viven en las ciudades de reciclar la basura. Su actividad compensa la ineficiencia del sistema oficial de recogida y reciclaje de residuos.
Vidal Liy, M. China defiende sus líneas roajs pero por primera vez asume compromisos. “El País” (13-XII-2015) 4. China promete recortes en las emisiones antes de 2030.
Fontdegloria, X. China afronta su peor nivel de contaminación. “El País” (19-XII-2015) 11.
Fontdegloria, X. Un deslizamiento de tierras sepulta 33 edificios en China. “El País” (21-XII-2015) 16. Un vertedero ilegal de escombros se desliza y mata a decenas de personas en Shenzhen.
Vidal Liy, M. El venenoso legado de la industrialización. “El País” (1-III-2016) 10.
Vidal Liy, M. La contaminación invisible que envenena China. “El País” (6-VII-2016).
Vidal Liy, M. La gran lucha contra lo que solo era niebla. “El País” (7-III-2017).
Ansede, Manuel. La tragedia que esconden los precios baratos de los productos chinos. “El País” (30-III-2017). Más de 100.000 personas mueren cada año en China por la contaminación provocada por las fábricas que producen para la exportación.
Vidal Liy, M. La ineficiencia lastra el rumbo de China hacia las renovables. “El País” (16-VI-2017).
Vidal Liy, M. La polución llega hasta el paraíso más remoto. “El País” (17-X-2017). Dos tercios de los ríos están sucios y beber su agua es peligroso. La remota región de Qinghai sufre también la contaminación.
Fontdegloria, X. China afronta el mayor accidente ambiental en décadas. “El País” (9-I-2018). Un petrolero iraní siniestrado frente a Shanghái.
Vidal Liy, M. El derrame de petróleo de un buque frente a China amenaza con causar un desastre ambiental. “El País” (16-I-2018).
Ibáñez, Javier. Pekín logra lo imposible: ganar la batalla contra la contaminación. “El Confidencial” (6-II-2018). Desde 2013 más de 2.000 fábricas han cerrado, se han clausurado plantas alimentadas por carbón y dos millones de vehículos han sido retirados. El plan, aún con reservas, parece estar funcionando.
Fontdegloria, X. La gran replantación china que da vida al campo. “El País” (10-X-2018). Desde 2000 se recupera una media de 50.000 kilómetros cuadrados de cubierta forestal para frenar la desertización.
Vidal Liy, M. La comida rápida llena de plástico las mesas chinas. “El País” (4-XII-2018). El gasto en pedidos a domicilio sube a 55.000 millones de euros al año y produce 15 millones de tm de objetos de un solo uso, forzando el sistema de reciclaje.
Vidal Liy, M. China. El gigante que titubea. “El País” (22-IX-2019).
Vidal Liy, M. En Pekín el aire se limpia a golpe de decreto. “El País” (10-XI-2019). Las medidas del Gobierno desde 2013 contra la contaminación comienzan a surtir efecto en Pekín y otras ciudades.
Planelles, M.; Vidal Liy, M. China redobla sus metas contra el calentamiento. “El País” (24-IX-2020). Se propone lograr en 2060 la neutralidad de carbono.
Vidal Liy, M. China lanza el mayor mercado de emisiones de CO2 del mundo. “El País” (17-VII-2021).
Abril. G. China, la gran paradoja del clima. “El País” (13-XI-2022). Es el país más contaminante pero también el mayor inversor en energías limpias.
Liquiang, Hou. Las aves regresan a los humedales del Río Amarillo. “China Watch” (24-XI-2022). Se ha rehabilitado el río, antes un vertedero industrial. El país ha protegido 1.600 parques de humedales y 600 reservas naturales, un 53% de los terrenos con estas características de ecosistemas.
Liqiang,
Hou. Cuidar el planeta, un ‘hobby’
adictivo. “China Daily” China Watch (22-XII-2022). En China hay en 2022
hasta 1,3 millones de programas de voluntariado para proteger el medio ambiente
y un 40% de la población ha participado en alguno.
Liqiang,
Hou. Hainan: el renacer de la selva.
“China Daily” China Watch (22-XII-2022). El nuevo Parque Nacional de la Selva
Tropical de Hainan protege el 13% de la isla, la provincia más meridional de
China. Cuenta con 4.400 kilómetros cuadrados de bosques húmedos, con miles de
especies de flora y fauna, muchas de ellas en peligro, como el árbol Hopea Hainanensis, el ciervo de Eld (de
26 ejemplares en 1970 ha subido a 200) y el gibón de Hainan (quedaban solo 10
en 1980 y ahora son 36).
Reinoso, José. El Gobierno de China reconoce que ha crecido el número de creyentes. “El País” (9-II-2007) 13. 300 millones de fieles religiosos sobre un total de 1.314 millones.
Vidal Liy, M. Los fieles que inquietan a Pekín. “El País” (3-II-2015) 8. Crece el cristianismo católico y protestante en China, entre 23 y 100 millones de fieles.
Vidal Liy, M. China aumenta la presión contra los cristianos. “El País” (17-IX-2016).
Verdú, D. Un acuerdo entre China y el Vaticano abre la vía al deshielo 70 años después. “El País” (22-IX-2018).
Vidal Liy, M. Los católicos chinos, divididos ante el pacto. “El País” (22-IX-2018).
Fontdegloria, X. China impulsa un plan para adaptar el islam a su ideología. “El País” (8-I-2019).
Verdú, D. El papa Francisco denuncia ‘presiones intimidatorias’ a sus fieles en China. “El País” (29-VI-2019).
Sanidad.
Noticias. Orden cronológico.
Fontdeglòria, X. El tabaco matará a uno de cada tres hombres jóvenes chinos. “El País” (10-X-2015) 8.
Vidal Liy, M. Estigmatizados e ignorados. “El País” (9-IV-2017). Unos 100 millones de chinos sufren patologías psiquiátricas (la mitad, depresión) y la mayoría no recibe tratamiento.
Vidal Liy, M. China inicia la campaña de depurar responsabilidades por Tianjin. “El País” (19-VIII-2015) 3. Ya se cuentan 114 muertos y 57 desaparecidos en las explosiones del 12 de agosto. Detenidos los ejecutivos de la empresa Ruihai.
Vidal Liy, M. Un dueño de la empresa de Tianjin admite corrupción. “El País” (20-VIII-2015) 9.
Vidal Liy, M. China anuncia una campaña de inspecciones en fábricas. “El País” (22-VIII-2015) 8.
Vidal Liy, M. La inseguridad industrial, un problema endémico en China. “El País” (23-VIII-2015) 6.
Agencias. China destituye a un alto cargo tras la explosión en Tianjin. “El País” (27-VIII-2015) 11. Dirigía la Oficina de Seguridad Laboral.
Vidal Liy, M. ‘Rebelión’ china contra el trabajo a destajo. “El País” (21-IV-2019).
Bonet, Inma. Al menos 38 fallecidos en el incendio de una fábrica en el centro de China. “El País” (23-XI-2022). Muchos eran trabajadores ilegales, incluso algunos con más de 70 años. El artículo resume al final tres graves accidentes industriales desde 2019.
Bonet, Inma. Cientos de trabajadores protestan en la mayor fábrica de iPhone de China. “El País” (23-XI-2022). Se quejan de las malas condiciones laborales.
APÉNDICE: LA SOCIEDAD CHINA HACIA 1995.
Gráfico histórico de evolución de población.
1. LA
POBLACION: 1.200 MILLONES DE HABITANTES.
Es el país
más poblado del planeta, con aproximadamente 1.200 millones de personas en
1994. El excelente censo de 1 de enero de 1990, el mejor nunca hecho en China,
ha dado unos resultados muy creíbles, con 1.133.682.501 habitantes y una
estimación muy fidedigna de aumento anual de 12 millones de habitantes, por lo
que en seis años (a 1 de enero de 1996) se han debido añadir unos 72 millones
más, lo que hace 1.205 millones y seguramente hay algunos más (¿tal vez 5
millones más?) por la mayor natalidad del segmento de la población entre 25 y
35 años. Se les debe añadir el margen de error a más de todas las estadísticas
chinas, cifrado en un 2% de media, o sea otros 30 millones más. Según Peng
Peiyun, ministra de Población y Planificación Familiar, en octubre de 1995
nació (y se celebró) en Beijing el niño que hacía oficialmente el 1.200
millones, aunque muchos demógrafos chinos y extranjeros coinciden en que ya en
esta fecha el número ronda los 1.240 millones, por dicho margen de error en las
estadísticas oficiales. La población transeúnte es un grupo con grandes
dificultades de censo y asimismo de planificación familiar, pues dos tercios de
los nacimientos no deseados se producen entre las familias transeúntes.
La población
que mantiene esta evolución demográfica es la etnia dominante (China tiene una
gran homogeneidad étnica), el 90% que compone la etnia Han. La densidad es de
130 habitantes por km²., con una evolución histórica que muestra un progresivo aumento
a cada milenio, superando las frecuentes crisis demográficas, bien conocidas
desde los primeros censos conocidos en el mundo, los cuales fueron realizados
en China (-1200), aunque el primero científicamente fiable es el de 1953.
La inmensa
población actúa a la vez como freno y motor del desarrollo económico-social.
Tiene el gran inconveniente de su desequilibrada distribución territorial, con
una China interior casi despoblada, mientras que la población se concentra cada
año más en el litoral, las cuencas de los grandes ríos, el sur y alrededor de
las grandes ciudades (sobre todo en la zona de Shanghái, en el Jiangsu).
Concentración en una celebración en Pekín.
LOS CHINOS
EN EL EXTRANJERO.
En el siglo XIX
el Estado favoreció una política de emigración para aliviar la tensión
demográfica en el país. De resultas de ello hubo una amplia emigración, con
destino a EE UU y sobre todo a Asia Oriental, desde Birmania a Indonesia,
llegando algunos grupos a África y América Latina (Brasil). Entre 1850 y 1950
se calcula que emigraron unos 30 millones de chinos, y que unos 20 millones
siguen viviendo en el SE asiático, unos 5 en Tailandia, 4,5 en Malasia (donde
son el 40% de la población), 2 en Singapur (un 80%), un millón en Vietnam, otro
tanto en Indonesia, con otros grupos importantes en Filipinas, Birmania,
Australia, etc. Son minorías muy activas y prósperas, sobre todo en el comercio
y la industria, poco integradas por su especial caracterización en etnia,
lengua y religión. Tienen fuertes vínculos familiares y tribales y después de
varias generaciones todavía remiten capitales a sus familias lejanas y buscan
enlaces matrimoniales en el interior de China, sobre todo en las provincias de
Guangdong y Fujian, en el Sur, de donde proceden el 90% de los emigrantes
chinos.
1.1. LA
EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA. LAS POLÍTICAS DEMOGRÁFICAS. LAS ESTRUCTURAS
DEMOGRÁFICAS.
LA EVOLUCIÓN
DEMOGRÁFICA.
Se calcula
por Gentelle [1977] (con bastantes dudas sobre la adecuación científica de los
datos) que la población china era de 59,6 millones de habitantes en el año 2
d.C., de 150 millones en 1700, de 313 millones en 1794, con un fuerte
crecimiento en el siglo XVIII, sin duda un siglo de gran prosperidad, para
alcanzar los 430 millones en 1850. Hubo un relativo estancamiento en la crítica
segunda mitad del siglo XIX y una formidable expansión en el siglo XX, por las
mejoras higiénicas, sobre todo después de 1949. El censo de 1953 dio un
resultado sorprendente: 582,6 millones de habitantes, con unas expectativas de
crecimiento muy fuerte porque el 41,4% de la población era menor de 18 años (compárese
con el 33% que tenía EE UU).
Los dos
rasgos principales de la evolución demográfica desde la Revolución son: 1) la
progresiva reducción de la natalidad, 2) la oscilación de los valores de
natalidad desde 1953 hasta 1968, de acuerdo a distintas políticas demográficas
(pronatalistas o antinatalistas), pues la sociedad china responde muy
rápidamente a las políticas demográficas del Gobierno.
La política
demográfica china bajo el socialismo sin duda ha supuesto un cambio radical en
la moral y el comportamiento demográfico, con una poderosa incidencia de la
política demográfica sobre el progreso económico y social. Ha sido un fenómeno
favorecido por el rígido y extendido control social del Partido Comunista y por
el modo de vida oriental, que casi siempre ha aceptado mansamente las
imposiciones del Gobierno.
LAS
POLÍTICAS DEMOGRÁFICAS.
Estas
políticas marcan varias etapas:
1)
1949-1953. Expansión demográfica. China tenía una población de unos 560
millones en 1949, tras varios decenios de guerras, epidemias y hambrunas, que
habían controlado el crecimiento demográfico al sostener muy alta la tasa de
mortalidad. Uno de los mayores éxitos del nuevo régimen fue el satisfactorio
(comparado con el pasado inmediato) sistema sanitario, que se extendió desde
las ciudades a las últimas aldeas, a donde iban los “médicos descalzos”
(enfermeros con sólo tres meses de instrucción teórica y otros tres meses de experiencia
práctica) [Snow, 1975: 75].
El régimen
maoísta promocionó en estos años el aumento de población, para vencer al
enemigo capitalista con la fuerza del número, sobre todo desde que comenzó la
Guerra de Corea en 1950 y Mao creyó que podía ser atacado por los EE UU con
armas nucleares. Mao pensó que si la población era muy grande siempre sobrevivirían
los suficientes chinos como para vencer al final, aparte de que siempre serían
una mano de obra barata. En sus propias palabras: «cada nuevo nacido representa
una boca más que alimentar, pero también dos brazo más para trabajar». El
límite no existía porque el objetivo final de crecimiento para Mao era la
extensión del pueblo chino por toda la Tierra (con la consiguiente supresión de
los pueblos “enemigos”).
El resultado
demográfico fue que aumentó notablemente la natalidad, desde un aproximado 30%.
en 1945 a
un 36%. en 1950, pero no fue sólo una respuesta política, sino que influyó en
gran parte la paz interior tras la guerra civil, que había seguido a la guerra
contra los japoneses. Muchos militares volvieron tras ella a su casas, con sus
esposas o se casaron, y recuperaron los nacimientos demorados durante más de un
decenio. Fue un fenómeno paralelo al del Baby Boom en Occidente tras la II
Guerra Mundial.
De hecho
sólo se había recuperado el mismo índice de natalidad de los años 30, cuando
estaba en una media del 37%. con una mortalidad del 18%. y un crecimiento
demográfico del 1,9% anual. Había vuelto el comportamiento demográfico asociado
a la moral tradicional, que favorecía la familia patriarcal, con tres
generaciones bajo el mismo techo, en la que los hijos (sobre todo los varones)
representaban la fuerza de trabajo rural y artesanal y el único seguro para la
vejez. Las hijas eran vistas con desprecio al nacer porque suponían un gasto
inútil ya que al casarse iban a la familia del cónyuge para la cual trabajaba.
En consecuencia el infanticidio de las niñas era habitual. La familia no era un
acto de amor sino de supervivencia material, un seguro de jubilación y
enfermedad.
2)
1954-1958. Control natalista. El censo de 1953, el primero de gran calidad
científico-estadística, dio un resultado inesperado: 583 millones de
habitantes, cuando el Gobierno había esperado un poco menos de 500 M. En cuatro años se
habían producido más de 60 millones de nacimientos. La inminente amenaza de que
no hubiera medios económicos suficientes para mantener tanta población y que el
aumento de esta fuera mayor que el económico movió al Gobierno a adoptar una
férrea política de control, con una reducción inmediata de los nacimientos a la
mitad, reflejada en las pirámides de población, como los demás cambios. Mao,
además había visto la derrota de sus ejércitos en Corea y sus sueños de
conquista en Asia se habían difuminado un tanto.
La medida
más eficaz fue el retraso de la edad del matrimonio, que antes estaba en los
15-16 años para las mujeres. El mismo Mao hizo propaganda para recomendar el
matrimonio a los 23 años para las mujeres y a los 26 para los varones. Esta
nueva costumbre matrimonial se ha consolidado totalmente en el presente. Así,
en 1980, en las ciudades ya se rondaba el 90% de matrimonios tardíos y en las
provincias costeras el porcentaje se acercaba. Era un cambio radical respecto
al pasado.
Otra medida
fue recomendar que se tuviera un número menor de hijos, dos en las ciudades y
en el campo como máximo tres, y que se espaciaran, de modo que se tuviera el
primero a los tres años de la boda y el segundo cinco años después del primero,
con razones de salud, educación y profesión de la madre.
3)
1959-1962. Expansión demográfica. El II Plan Quinquenal y el objetivo del “Gran
Salto Adelante” exigió un nuevo impulso de la natalidad, pues el régimen volvió
a decantarse hacia la ortodoxia de la pugna con el bloque capitalista, como en
la primera etapa.
4)
1962-1964. Control natalista. Las vicisitudes políticas de una vuelta de la
moderación y la constatación de que no había alimentos suficientes (hubo
hambres en estos años) obligaron a un nuevo control, en el que se insistió
sobre todo en volver a acrecentar la edad del matrimonio de los jóvenes, para
reducir su ciclo fecundativo.
5)
1966-1968. Expansión demográfica. La etapa inicial de la Revolución Cultural,
con su radicalismo eufórico, estuvo marcada por una confianza irreal en las
posibilidades de desarrollo económico. Se creía que la voluntad de las masas y
el magisterio político-económico de Mao solucionarían los problemas sociales de
una población que debía crecer hasta los 2.000 millones de personas, para
consolidar el dominio mundial de China. El primer ministro Tan Chenlin (un
hombre de Mao en medio del gobierno moderado) indicó a finales de 1964 que se
podían cultivar 2.000 millones de “mu” (la unidad de cultivo necesaria para
alimentar a una persona), equivalentes a unas 133 millones de ha.
Una
estimación más realista es la de Terjung et al. [1985], que hacen una previsión
sobre las posibilidades de aumento de la producción arrocera mediante una
ampliación y mejora del regadío en China y Corea. La estimación es que las
cosechas de arroz podrían abastecer un número variable de habitantes, entre 560
y un máximo de 860 millones, dependiendo de la irrigación, las estrategias para
conseguir múltiples cosechas y las dietas alimenticias.
Se creía
que, además, esta población tendría hacia el año 2.000 el mismo nivel de vida
que la población de los EE UU. Se hacían declaraciones fantasiosas de que China
progresaba en un año más que EE UU en
diez años. Sin duda era cierto, pero se callaba que el avance no era en la
economía sino en la demografía, con un crecimiento en 1968 del 2,9% mientras
que la producción incluso bajaba. Con tal optimismo irracional se podía
permitir un aumento de la natalidad, sin control alguno. Los jóvenes Guardias
Rojos recibieron incluso premios de natalidad: el objetivo declarado en los
carteles de propaganda era procrear un hijo por año y que fuese un leal
seguidor de Mao, el Gran Timonel.
6)
1969-hasta hoy. Medidas restrictivas de la natalidad. No tardaron en verse los
devastadores efectos sobre la capacidad alimentaria del país y sobre el sistema
sanitario. La Revolución Cultural había hundido la producción de alimentos y
había “reeducado” a la mayoría de los médicos, enviándolos a hacer trabajos
manuales al campo. Aparecieron fenómenos incompatibles con el ideal del “comunismo
feliz”: hambrunas en el campo, requisas policiales de alimentos para abastecer
a las ciudades, proliferación de enfermedades infecciosas por desnutrición, un
aumento brutal de la mortalidad infantil y de las parturientas (una escena de
la película “Vivir” de Zhang Yimou es un fiel reflejo de la situación de la
sanidad). El mismo Mao comprendió ya en 1968 que el país podía explotarle entre
las manos y tuvo que olvidar su dogmatismo pronatalista, aunque los efectos de
la nueva restricción tardaron en llegar hasta bien entrados los años 70. La
misma Revolución Cultural declinó desde 1969, sin uan declaración oficial de su
final, hasta desaparecer por consunción en 1976. El nuevo equipo gubernamental,
formado por los viejos dirigentes depurados en 1966, con Deng Xiaoping que
comenzó en 1975 su nueva reescalada al poder, volvió a la política de estricto
control natalista.
1.2. LA
POLÍTICA Y LA SITUACIÓN DEMOGRÁFICA ACTUAL.
A la muerte
de Mao en 1976 la mortalidad infantil había descendido tanto que la población
alcanzaba ya los 1.000 millones y se predecía que se alcanzarían los 2.000 millones
a principios del siglo XXI, con sus enormes demandas alimentarias, de vivienda,
educación, sanidad, transporte, etc. Ante la imposibilidad de soportar tal masa
humana, sobre un país de recursos grandes pero necesariamente limitados, se
tenía que escoger entre dos opciones: aumentar la mortalidad o disminuir la
fecundidad. Como volver a la situación sanitaria anterior era inhumano sólo
quedaba el restringir el número de recién nacidos, con carácter urgente, como
señalaban tanto los informes del Banco Mundial como de la Unesco. Las medidas
fueron durísimas: limitación de la descendencia de cada mujer a un hijo
(voluntaria, pero con disuasorios impuestos crecientes para los hijos
sucesivos) y aborto casi obligatorio si se superaba tal límite, con una presión
muy dura sobre la pareja reproductora que incumpliera las órdenes (impuestos
mayores, problemas de vivienda y trabajo, traslado de residencia). Tal
severidad fue entendida como necesaria porque la amenaza era terrible e
inmediata. Si se hubiera actuado antes la severidad hubiera sido menor, y ello
ilustra la necesidad de actuar en base a previsiones a largo plazo y de no
dejarse llevar por la dinámica del momento sin considerar el futuro. En 1979,
justo al principio de las reformas económicas los objetivos principales e
inmediatos de la política antinatalista ya se habían conseguido, con una
natalidad de 18% y una mortalidad bajísima de sólo un 6% anual, favorecida por
la gran juventud de la población. Esto daba entonces un crecimiento del 1,2%
anual, que con leves altibajos se ha mantenido hasta hoy. Los progresos fueron
mucho más rápidos en las áreas urbanas que en las rurales, pues en aquéllas las
tasas de natalidad y mortalidad eran de 1,39% y 0,51%, respectivamente,
mientras que en estas alcanzaban 1,85% y 0,64% en 1979.
La política
demográfica ha experimentado pues varios cambios totales y la política actual
es antinatalista, como remarca P. George [1982] sobre el nuevo endurecimiento
de la política demográfica desde 1979, con el objetivo de un solo hijo por
familia, restringiendo los nacimientos con la aplicación de mayores impuestos y
menores beneficios sociales al tercer hijo para la población rural y al segundo
hijo para la población urbana, lo que disuade a muchas familias, con el riesgo
de provocar un rápido envejecimiento de la población, pero es una necesidad
perentoria si se quiere evitar que en el próximo siglo haya 2.000 millones de
chinos. Parece (como insisten la mayoría de los demógrafos) que el desarrollo
económico y educativo será en el futuro la principal baza para alcanzar el
modelo maduro de transición demográfica, con un deseable (imprescindible)
estancamiento demográfico. Y el mejor control de la natalidad es la mejora
educativa y social de la mujer, que ahora desea un mejor nivel de vida y no ser
sólo una esclava del hogar y del marido como en el pasado. Las autoridades lo
han comprendido y el control se ha relajado un tanto, permitiéndose de hecho en
algunas provincias un segundo hijo en las ciudades mientras que se presiona encarecidamente
para evitar el nacimiento de un tercer o cuarto hijo [Luther, Feeney, Zhang, 1990,
en Méndez: 424].
El aborto
está muy extendido y ya en 1979 había 20 abortos por cada 100 nacidos vivos,
que creció hasta 29 en 1983 [fuente Banco Mundial], pero el índice actual ha
bajado sensiblemente debido a la mejor difusión de los métodos anticonceptivos:
píldora, DIU, etc., que hace innecesario el aborto en tantos casos como en el
pasado. En cambio aumenta el aborto “selectivo”: las ecografías informan del sexo
del feto y los padres pueden escoger su temprana eliminación (si es femenino).
El 74% de las mujeres casadas en edad fértil usan métodos anticonceptivos
(1990) y el porcentaje aumenta cada año. Pero es el cambio sociológico el mejor
anticonceptivo: hoy imperan la televisión, el vídeo, la publicidad, las modas y
costumbres occidentales, desde las discotecas con rock and roll al karaoke,
desde los concursos de belleza a los gimnasios, la hamburguesa y la pizza. En Shanghái
la gente opta libremente por la no procreación o por su moderación, de modo que
la tasa de crecimiento es igual a cero. La civilización comunista está siendo
sustituida rápidamente por la civilización del consumo, con su correspondiente
modelo demográfico, el de transición.
Los
indicadores demográficos muestran esta rápida aproximación de China a un modelo
de transición. La natalidad ha pasado de un 3,78% en 1965, a todavía 1,8% en
1979 y un 1,75% en 1984 y sigue disminuyendo. Según Pressat [1982], la tasa
bruta de natalidad en China ha descendido de un modo extraordinario, sin
equivalente en el resto del mundo, desde 1960, cuando era de un 4,0% hasta el 1,7%
en 1980. A
pesar de ello sigue aumentando mucho la población, porque la población joven es
mayoritaria y con una alta tasa de fecundidad, sobre todo en el campo: 24
millones de niños nacían cada año a finales de los años 80. Por ello, Banister
[1987], en un estudio sobre la China de antes del éxito definitivo de las
reformas, esbozaba las muchas contradicciones entre la política demográfica y
la real evolución de la población, en la que el crecimiento continúa más allá
de los objetivos de la planificación. La mortalidad infantil ha disminuido
progresivamente, desde el 25-30% de 1949 hasta el 4,4% de 1988, y todo indica
que llegará pronto a situarse por debajo del 3,0%. Si no lo ha conseguido ya se
debe al abandono de las niñas y a las aun insuficientes condiciones sanitarias
de las regiones más alejadas del interior.
La esperanza
de vida ha pasado desde los 32 años de 1949 a los 68 años en 1990. Se prevee que hacia
el 2000 habrá 127 millones de viejos (10% de la población), que pesarán
crecientemente sobre la economía al disminuir proporcionalmente las nuevas
generaciones. La gerontocracia es omnipresente en el poder político (Deng Xiaoping
tiene ya 90 años) y la renovación parece lejana.
Hsu [1985],
de cuyos estudios estadísticos y gráficos sobre población tanto partido hemos
sacado en el anexo del presente trabajo, da una visión completamente nueva de
la evolución de la población y la política demográfica hasta 1985, mostrando
los contrastes entre los datos de la demografía en el mundo rural y en el
urbano.
A partir de
1961 el índice de fertilidad se dispara, desde el 3,0% hasta el 7,8%
desmintiendo la mayoría de los datos que se habían publicado hasta hace poco
[1985: 247]. Pero mientras la fertilidad en las zonas rurales se mantuvo
relativamente estable por encima del 6,2% hasta 1972 para bajar luego de modo
decidido hasta 1980 con un 2,4%. y luego repuntar ligeramente, en las zonas
urbanas el descenso fue mucho más acusado y temprano: desde un índice de 6,0%
en 1963 bajo a 2,9% en 1967, para repuntar un poco hasta 3,8% con la Revolución
Cultural y volver a bajar hasta un 1,1% en 1980 para experimentar un ligero
repunte entonces. Parece pues que los datos que se manejaban hasta hace poco
por los demógrafos europeos podían basarse sólo en estadísticas oficiales
referidas a la población urbana.
En
definitiva el ejemplo de éxito más claro de una política restrictiva de la
natalidad es China, pese a que aún haya muchas dudas sobre cuál será el límite
y a que el precio humano sea terrible. Finalmente, por su claridad,
reproducimos aquí un texto del demógrafo francés Jacquard [1993]:
«El caso de
China (...) es totalmente atípico, a la vez por la rapidez con que ese país ha
realizado la primera fase de la transición demográfica, y por los medios
empleados para entrar en la segunda fase: la disminución de la fecundidad se ha
obtenido allí por medios de coerción que pocos pueblos habrían podido soportar
y que pocos gobiernos serían capaces de imponer.
Cuando Mao
tomó el poder en 1949, la mortalidad estaba en un nivel medieval; la esperanza
de vida era inferior a 40 años; actualmente es superior a 65 años. Para obtener
una mejora comparable, Francia necesitó 120 años, de 1830 a 1950.
Estos
progresos en la lucha contra la muerte supusieron un aumento de la población
tan rápido que ya en 1956 las autoridades chinas tuvieron conciencia del
peligro y empezaron a implantar un programa de limitación de nacimientos,
basado esencialmente en el aumento de la edad mínima para acceder al
matrimonio. Sin embargo, el propio Mao era poco partidario de este programa; en
efecto, veía en una población numerosa un arma decisiva en la lucha contra el
capitalismo: en caso de un conflicto nuclear que provocara dramáticas
destrucciones de vidas humanas en toda la Tierra, siempre quedarían los
suficientes chinos para proseguir su obra. La Revolución Cultural, lanzada en
1966, puso término a la política de restricción de los nacimientos. A la muerte
de Mao en 1976, la tasa de crecimiento era del 2,6%, ritmo que suponía una
duplicación en 27 años; ahora bien, el efectivo se acercaba a los 1.000
millones; ¿podía prepararse China para soportar una población de 2.000 millones
a principios del siglo próximo?
Se tomaron
entonces unas medidas drásticas para limitar la fecundidad a un hijo por mujer.
Desde luego ese objetivo no se ha alcanzado, pero la evolución ha sido rápida a
pesar de que se superó los 1.000 millones en 1982 y siguió la progresión. La
tasa anual de crecimiento ya no es en 1990 más que del 1,4% y sigue
disminuyendo: la esperanza declarada es no llegar a superar los 1.200 millones
de chinos. Sin duda la progresión sólo se detendrá al alcanzar los 1.400 millones.
La estabilidad de ese nivel se alcanzará a principios del siglo que viene según
la mayoría de los demógrafos. China habrá terminado entonces su transición
demográfica; sólo habrá necesitado medio siglo».
LA
ESTRUCTURA DEMOGRÁFICA: EL PREDOMINIO DE LAS EDADES JÓVENES.
Molinero ha
expuesto esta estructura demográfica de enorme potencial de crecimiento
económico y demográfico para el futuro, en unas páginas que transcribimos:
«La
distribución por edades de la población china revela una estructura joven, en
la que se observa que la transición demográfica está prácticamente terminada,
aunque la aceleración del proceso histórico de comportamiento demográfico ha
dejado rasgos que todavía pertenecen al pasado, como el de un fuerte
crecimiento vegetativo y el peso de las edades jóvenes. Cualquier país
tercermundista, y China no es una excepción, mantiene una elevada proporción de
las edades jóvenes, aunque inferior a la proporción de adultos, y un bajo
porcentaje de ancianos. Sin embargo, esta estructura por edades está modificándose
a consecuencia del comportamiento demográfico reciente, que está haciendo
disminuir la tasa de dependencia, aunque incrementando la esperanza de vida».
«El estado
civil de una población adquiere importancia desde el momento en que el celibato
puede contribuir a aminorar la presión demográfica, mientras el matrimonio,
sobre todo si es precoz, contribuye a aumentar el número de hijos,
principalmente en las sociedades tradicionales, donde apenas se utilizan los
métodos anticonceptivos. A pesar del retraso de la edad del matrimonio, este
constituye un atributo de la feminidad, de modo que el 99% de las jóvenes
chinas están ya casadas a la edad de 29 años; los hombres, en función de la sex
ratio, en la que alcanzan una mayor proporción los varones, llegan a tasas
de hasta un 3% de solteros para la edad de 50 años. Evidentemente, esta
situación favorece un comportamiento pronatalista y la acumulación de efectivos
humanos sobre el territorio».
«El
voluminoso contingente de la población china, con su correspondiente estructura
por edad y sexo, se basa, por otro lado, en el aumento de la esperanza de vida,
que ha permitido una fuerte acumulación de efectivos humanos en el vértice de
la pirámide, es decir, en las edades más altas. De este modo, se estima que entre
1950 y 1970 se produjo un incremento de veinte años en la esperanza de vida al
nacer. El demógrafo norteamericano W. Brass la evalúa en unos 40 años hacia
1950, 54 en 1965 y 65 en 1980, cifras que difieren acusadamente de las
estimaciones oficiales, pero que, en todo caso, reflejan el espectacular
incremento de la esperanza de vida. Esta se habría estancado en la actualidad
en torno a los 66 años (la media de España es de 76 años), aunque es evidente
que las mejoras económicas y sanitarias han de provocar un aumento, aumento que
se observa ya, aunque no muy definido, en la edad media, la cual, obviamente,
se incrementa también por el menor peso de los niños en el conjunto total, como
bien se advierte en la pirámide de 1982».
«Los datos
del cuadro reflejan perfectamente la estructura por edades: como se ve
aminorando la proporción de los menores de 5 años, que pasan de más del 15% del
total en el censo de 1953 a
menos del 10% en el de 1982 y que después han continuado perdiendo peso
relativo, al tiempo que lo han ido ganando los ancianos y los adultos maduros.
China cuenta, por lo tanto, con una estructura por edades propia de un país a
punto de terminar la transición demográfica, que recorta los efectivos por la
base, de manera que las nuevas generaciones son menos numerosas que las
precedentes, debido precisamente al control de la natalidad. Los vaivenes de la
política demográfica se reflejan en el estrangulamiento o crecimiento de las
barras de las pirámides».
«Así, la
pirámide de 1953 es la propia de un país con acelerado crecimiento, en el que
las nuevas generaciones adquieren una elevada proporción, con una edad media de
26,5 años y en las que uno de cada dos habitantes no llega a los 23 años. Los
huecos que se observan en las barras de los años 1937 a 1949 corresponden al
déficit de nacimientos provocado por la Guerra Chino-Japonesa y por la Guerra
Civil. En la pirámide de 1964 llaman la atención los profundos entrantes de la
etapa del Gran Salto Adelante, con todas sus calamidades y, sobre todo, con los
años negros de 1960 y 1961, en los que se unieron los acontecimientos políticos
y las catástrofes naturales, que provocaron una ola de hambre y un acusado
déficit de nacimientos, en parte recuperados en el año 1963. Estos
acontecimientos, junto con los resultados de la política restrictiva de los
años siguientes, así como las contracciones correspondientes a la Revolución
Cultural, se observan nítidamente en la pirámide de edades de 1982, que recoge
la reciente historia de la población china con toda claridad y en la que,
aunque aún no han sido publicados los datos desglosados del censo de 1990, que
serían más expresivos si cabe, los entrantes de la base reflejan nítidamente
los resultados del control de la natalidad decidido y sostenido desde los años
inmediatos al inicio de la Revolución Cultural».
«Con esta
estructura, la tasa de dependencia, es decir, el índice que resulta de dividir
el número de inactivos (menores de 15 años más mayores de 65) por el de activos
(población de entre 15 y 65 años) [aquí Molinero comete un comprensible error,
pues en China la edad de jubilación es de 60 años para los hombres y 55 para
las mujeres, aunque el autoempleo privado en la agricultura y los servicios
dura muchos años más], habría disminuido sensiblemente, pasando de 0,68 en 1953 a 0,62 (es decir un
62%) en 1982, si bien en el censo de 1964, debido a la mayor juventud de la
población, se elevaba hasta 0,77. En China hay, pues, una gran masa de
población dependiente, que, además, debe trabajar forzosamente en el campo y
con baja productividad, debido a la carencia de medios técnicos y capitales».
«Estas
estructuras demográficas pesan enormemente sobre el desarrollo económico y
social, favoreciendo la acumulación en el campo de una ingente población
activa, que se ve indefectiblemente abocada a permanecer en él, tanto más
cuanto la política gubernamental ejerce un severo control sobre los movimientos
de población para impedir la proliferación de barrios marginales urbanos. Por
otro lado, la incorporación masiva de la mujer al trabajo, en contra de lo que
sucede en otros países del Tercer Mundo, obliga a realizar un esfuerzo mayor
para dar, no sólo educación, sino también empleo, al contingente femenino, que,
aunque no llega a la mitad de la población total (la sex ratio en el
censo de 1990 era de 51,6% de varones frente al 48% de mujeres), representa un
abultado contingente de población activa. Estas implicaciones de la estructura
de la población no se ven modificadas por el hecho de que en la actualidad la
tasa de dependencia se haya aproximado a la de los países desarrollados, pues,
con un 0,54 en 1988, la de China es igual que la de la Europa oriental en ese
mismo año y se acerca a la de Europa occidental (0,47% en 1988), pero continúa
manteniendo una ingente población activa empleada en la agricultura,
equivalente a más de los dos tercios de la población activa total, lo que no
admite parangón con los países desarrollados» [Molinero, 1693-1696].
Estos datos
los completamos con otros más actualizados de la ONU para 1995 que muestran que
la tendencia china a una menor población femenina sigue creciendo. En 1983 un
censo muy científico daba a las mujeres un 48,37% de la población, y los
hombres un 51,63% de media. Mientras en 1970 había 93 mujeres por cada 100
hombres, en 1995 la proporción es sólo de 88 por cada 100, la misma que Corea
del Sur, siendo los dos países con menor proporción femenina (en comparación
Europa tiene en 1995 una media de 105 mujeres por cada 100 varones y la media
mundial es de 98,6 mujeres por cada 100 varones). Esto se puede observar en las
variaciones de las pirámides de población [nº 16]. La causa inmediata de este
aumento tan impresionante es la facilidad de las ecografías: los padres están
ejerciendo el aborto selectivo de los fetos de sexo femenino. Para explicarlo
[Dolors Folch. “El País” (15-I-1996)] hay que conocer que los chinos prefieren
los niños varones (como ocurre en casi todo el Tercer Mundo), en atención a la
tradición china de que una vejez sin un hijo varón significa la pobreza y la soledad
más absoluta (pues la hija pasa a la familia del marido para siempre), mientras
que los varones se hacen cargo del hogar familiar, del patrimonio y aceptan la
responsabilidad del cuidado de los padres, además de ser más productivos en el
campo. Los niños siempre han sido la “gran felicidad” y, en cambio, las niñas
sólo la “pequeña felicidad”. De hecho, mientras los hijos varones son
considerados “familia”, las hijas son consideradas “parientes”, que sólo
temporalmente residen en el hogar, para marchar pronto a otro definitivo.
Además, la desaparición de las comunas populares desde 1984 ha aumentado el temor
de los padres a convertirse en ancianos abandonados, sin nadie que les cuide,
pues en el campo el sistema de seguridad social no funciona con la relativa
eficacia de las ciudades.
No hay que
creer que son sólo los maridos los que imponen esta terrible costumbre del
aborto selectivo sino que las esposas también la siguen, por lo motivos
reseñados y, en parte, para evitar el divorcio (un tercio de los divorcios
chinos se justifican alegando que la esposa ha dado a luz una hija). Con ello,
cada año nacen en China medio millón de varones más que de mujeres, con un
desequilibrio creciente.
Pero el
hecho del nacimiento tampoco es una salvaguarda de las vidas femeninas. Las
niñas nacidas padecen una sobremortalidad por negligencia en los cuidados y a
menudo por infanticidio directo. Además se practica el abandono de las niñas en
orfanatos (un 90% de los abandonos son femeninos), que por su tremendo impacto social
en la opinión pública occidental estudiaremos en un capítulo especial más
adelante. Muchas niñas, finalmente, son entregadas en falsa adopción a familias
amigas, según una práctica milenaria que garantizaba de este modo novias
baratas a la familia receptora. La política oficial de un niño por pareja ha
incrementado todas estas prácticas, especialmente en las zonas rurales. Esto
significa que, dado que la esperanza media de vida es de 68 años, se han
producido más de 50 millones de infanticidios femeninos, una inmensa carnicería
ejercida sobre el censo femenino de la población actual, al ritmo de unos
700.000 cada año, una media que si disminuye en cifras relativas con el
desarrollo, en cambio aumenta en cifras absolutas debido al constante crecimiento
demográfico.
El Gobierno
chino ha fallado en solucionar el problema: ha prohibido el infanticidio bajo
pena de muerte (y la ha aplicado en varios cientos de estos casos) e incluso ha
prohibido tajantemente la predicción prenatal del sexo del feto. Pero la
corrupción y la difusión de aparatos de ultrasonido portátiles dificultan un
control mínimamente eficaz.
¿Cuál es la
solución a este problema? Seguramente la fuerza de la realidad en el futuro,
pues en el año 2000 habrá setenta a ochenta millones de varones que serán
necesariamente solteros sin posibilidad de casarse, que tenderán a desarrollar
la homosexualidad para cubrir sus necesidades (una costumbre horrible para los
chinos). Entonces tal vez cambie la consideración de la mujer como una persona
de segundo nivel.
Pero en
último término el problema continuará mientras no haya un eficiente y
permanente sistema de seguridad social con pensiones suficientes para los
futuros ancianos del inmenso mundo rural chino (800 millones de personas en
1995), que imponen un desequilibrio hombre-mujer como sistema alternativo de
pensiones y atención sanitaria. Y el costo económico de tal política de gasto
social es tan grande que sólo podemos ser medianamente optimistas sobre el
resultado final de una política que corrija este terrible problema.
1.3. EL
DESEQUILIBRIO REGIONAL.
Mapas de densidad de población.
La densidad
de China triplica la mundial, con 130 personas por km². La mayor ciudad, Shanghái,
tiene 34.025 hab/km². Sólo 12 ciudades en la Tierra son más densamente pobladas
por km², incluyendo las chinas Shenyang, Tianjin y Chengdu.
Más de 500
millones de personas viven a lo largo de las costas y su número crece al doble
de ritmo que el resto del país, por la mayor atracción migratoria. La península
de Shandong y la Gran Llanura del norte de China forman un triángulo más
pequeño que Texas, pero más poblado que EE UU. El valle de Sichuan, en el
centro del país, del tamaño de España, tiene 120 millones de habitantes. Unos
150 millones viven en el valle del río Yagtze (Chang Jiang). Son densidades altísimas.
La provincia de Jiangsu (con Shanghái) tiene más de 700 hab/km², Shandong y
Henan más de 500, Shejiang y Anhui más de 400 y algunas más se están
aproximando en el último decenio.
Mientras,
más de la mitad de China, en el seco Oeste continental (Nei Mongolia, Ningxia,
Qinghai, Xinjiang y Tibet) con un 44% de la superficie (4,2 millones de km²)
hay sólo unos 46 millones de habitantes, el 6% de la población, con una
densidad de apenas 11 hab/km².
Este
desequilibrio espacial tiene nefastas consecuencias económicas y de integración
territorial, que el Gobierno intentó corregir en los años 50 y 60 incentivando
el desarrollo y la migración interior hacia el Oeste (con un paralelo fin
político de “chinizar” los territorios poblados por minorías). Las razones de
este desequilibrio son históricos y físico-climáticos, pues el clima es mucho
más seco y extremado en el interior, lo que dificulta la agricultura de la que
dependía el sustento humano. Sin duda que la meseta del Tíbet, con su clima de
alta montaña, y los desiertos de Gobi y Ordós no son los espacios más
favorables de China. Sólo en los últimos siglos los chinos han ocupado de modo
permanente estos territorios (lo que también hace su dominio poco sólido desde
el punto de vista del derecho histórico).
Esta inmensa
población y su desigual distribución marcan positiva y negativamente el
desarrollo, siendo al mismo tiempo un motor y un freno al desarrollo. La
numerosa mano de obra disponible, con 634 millones en 1980, 707 millones en
1988, cerca de 750 millones en la actualidad, con un aumento en la década de
los noventa de unos 80 millones, ha permitido un crecimiento económico basado
en el capital humano, en el trabajo manual, lo que ha permitido en el pasado un
desarrollo endógeno e independiente de la tecnología extranjera, fabricando
productos con menores costos que otros países con mejor tecnología pero con
salarios más altos.
Aunque la
estadística oficial reduce el número de trabajadores en 1992 a sólo 588,5 millones,
se trata de una interpretación restrictiva de lo que es un trabajador,
eliminando cientos de profesiones, sobre todo a las mujeres campesinas a tiempo
parcial. Las cifras por sectores del mismo año son aún más restrictivas y
contradictorias con el balance global, ya que indican que en en el sector
primario hay 350,17 millones de trabajadores, en el sector secundario 99,49
millones y en el sector terciario 40,18 millones, con un total de 489,84
millones de trabajadores, 100 millones menos que las estadísticas de la misma
fuente. Y no son errores matemáticos, sino simplemente fallos estadísticos
conceptuales, debidos a que los dobles empleos anulan por completo a las
personas (un agricultor que trabaje temporalmente en una tienda o en la
construcción no pertenece a un sector económico concreto).
Además el
vasto mercado que suponen más de 1.200 millones de personas permite
producciones de escala incomparable en Occidente.
En cambio,
tiene dos aspectos negativos: 1) la necesidad de crear cada año entre 8 y 10
millones de puestos de trabajo, algo inimaginable sin un continuo desarrollo
industrial pues el campo no puede crear más empleos sino que los destruye con
la mecanización. 2) La imperiosa necesidad de inversiones sociales: educación,
sanidad, viviendas... Estas alcanzaban hacia 1990 cerca del 5% del PNB de
China, detrayendo una fuerte proporción de las posibles inversiones
productivas.
LAS
REGIONES:
He dividido
el país en siete regiones: Noreste, Norte, Noroeste, Este, Centro, Suroeste y
Sur para realizar un análisis regional que una los trazos geográficos, humanos
y económicos, interrelacionándolos a fin de dar una visión a escala más precisa
de la realidad china. He seleccionado los datos más relevantes, los de
extensión y habitantes, en los censos de 1982, 1986 y 1990, más una estimación
probable de la población en 1995. Más subjetivismo, esperamos que disculpable,
es el realce de la información sobre las regiones autónomas, las que más se
escapan a la información general. He añadido un apartado especial para las tres
mayores ciudades (Beijing, Shanghái y Tianjin), por su importancia en el
conjunto del país.
En el
Nordeste (Manchuria): las provincias de Heilungkiang, Kirin y Liaoning.
En el Norte:
las provincias de Hebei y Shanxi, y la región autónoma de Nei Mongolia.
En el
Noroeste: las provincias de Gansu, Shaanxi y Qinghai, y la región autónoma de
Xinjiang y Ningxia.
En el Este:
las provincias de Shandong, Anhui, Jiangsu, Zhejiang y Fujian.
En el Centro:
las provincias de Henan, Hubei, Hunan y Jiangxi.
En el
Suroeste: las provincias de Sichuan, Yunnan, Guizhou y la región autónoma de
Xizang (Tibet).
En el Sur:
la provincia de Guangdong y la región autónoma de Guanxi.
1) EL
NORDESTE:
En el
Noreste (Manchuria) están las provincias de Heliongjiang, Jilin y Liaoning.
Estas tres provincias conforman la Manchuria histórica. Situada en el NE de
China. La agricultura está determinada por la escasa pluviosidad. Se cultivan
principalmente productos de secano: trigo, mijo, soja y, en las zonas más
húmedas, arroz, maíz, algodón y patatas. Destaca por su riqueza en carbón y
petróleo, así como por ser la más importante región industrial, superando a
Kiangsu, con la siderurgia, metalurgia, química, cemento, material eléctrico y
maquinaria. La favorece una excelente red de ferrocarril (que en 1967 ya era de
11.500 km,
y hoy llega a los 15.000, la mayoría electrificados).
HELIONGJIANG
(Heilungkiang)
Una
extensión de 463.600 km². Una población de 32.700.000 habitantes en 1982,
33.110.000 en 1986 y 33.320.000 en 1990. Se estima que son 35 millones en 1995.
Destacan la capital Harbin, Jiamusi, Taching, Qiqihar y Chihsi.
JILIN
(Kirin)
Una
extensión de 187.000 km². Una población de 22.600.000 habitantes en 1982,
22.980.000 en 1986 y 23.150.000 en 1990. Se estima que son 24 millones en 1995.
Destacan la capital Changchung, Sipin, Liaoyuang, Jilin y Baichang.
LIAONING
Una
extensión de 151.000 km². Una población de 35.700.000 habitantes en 1982,
36.860.000 en 1986 y 37.260.000 en 1990. Se estima que son 39 millones en 1995.
Destacan la capital Shenyang, Dandong, Fushun, Fuxin, Luda, Jinchou, Yinshou y
Anshan.
2) EL NORTE:
En el Norte
están las provincias de Hebei y Shanxi, y la región autónoma de Nei Mongolia.
El clima es seco, con inviernos fríos, por lo que los cultivos son también de
secano (mijo, sorgo y trigo). En Nei Mongolia abunda la ganadería bovina y
ovina y en la parte nordeste los grandes bosques utilizables para la
explotación forestal. Los yacimientos de carbón de Shanxi y los de hierro de
Nei Mongolia han permitido crear grandes complejos siderúrgicos, más fábricas
de automoción y maquinaria agrícola.
HEBEI
(Hopeh).
Una
extensión de 202.700 km². Una población de 50.000.000 habitantes en 1982,
55.480.000 en 1986 y 56.170.000 en 1990. Se estima que son 60 millones en 1995.
Alberga los importantes municipios autónomos de Beijing y Tianjin, cuyos
territorios y poblaciones no se contabilizan. Su capital es Shijazhuang,
ciudades muy importantes son Tangshan (el terremoto de 1976 la destruyó matando
a 240.000 personas, pero fue reconstruida) y Baoding, y se está desarrollando
una importante ciudad portuaria en Qinhuangdao. Tiene importantes yacimientos
de carbón y petróleo.
SHANXI
(Shansi).
Una
extensión de 157.100 km². Una población de 25.300.000 habitantes en 1982,
26.270.000 en 1986 y 26.550.000 en 1990. Se estima que son 28 millones en 1995.
Destaca la capital Taiyuan, con la cercana Yuci.
NEI MONGOLIA
(la llamada Mongolia Interior).
Una región
autónoma con una extensión de 1.117.500 km². Una población de 19.300.000
habitantes en 1982, 20.070.000 en 1986 y 20.290.000 en 1990. Se estima que son
21 millones en 1995. La capital es Hohhot. El más importante centro industrial
es Baotou, seguido de Hailar. La Mongolia Interior la colocamos en la región
del Norte de China, aunque su posición fronteriza con Mongolia, su relieve y
clima desérticos (desierto de Gobi), su población no china, de la etnia
mongola, su economía rural y otros rasgos la relacionan con el Oeste.
3) EL
NOROESTE.
En el
Noroeste están las provincias de Gansu, Shaanxi y Qinghai, y las regiones autónomas
de Xinjiang y Ningxia. Se cría ganado en las grandes zonas de prados y bosques
de Xinjiang y Qinghai. En las otras provincias predomina el cultivo de mijo en
invierno y el trigo en verano. Han mejorado mucho las comunicaciones en los
últimos 20 años, sobre todo en ferrocarriles. La riqueza en petróleo, gas
natural y carbón ha permitido el desarrollo de la industria siderúrgica,
química y textil.
GANSU
(Kansu).
Una
extensión de 366.500 km². Una población de 23.500.000 habitantes en 1982,
20.410.000 en 1986 y 20.710.000 en 1990. Se estima que son 21 millones en 1995. Ha sufrido una
fuerte emigración al Este en los últimos años. Destaca la capital Lanchou.
Otras ciudades son Wuwoi, Zhangye y Jiuquan. Yacimientos de petróleo en Yumen.
SHAANXI
(Shensi).
Una
extensión de 195.800 km². Una población de 28.900.000 habitantes en 1982,
30.020.000 en 1986 y 30.430.000 en 1990. Se estima que son 32 millones en 1995.
Destaca la capital Hsian, con la cercana Xianyang.
QINGHAI
(Tsinghai).
Una
extensión de 721.000 km². Una población de 3.900.000 habitantes en 1982,
4.070.000 en 1986 y 4.120.000 en 1990. Se estima que son 4,2 millones en 1995.
Destacan la capital, Xinning, y Yushu y Golmud. Tiene importantes yacimientos
petrolíferos en Mang-Yai y Leng-hui. El Oeste es muy árido y poco poblado.
NINGXIA
(Ningsia).
Una región
autónoma de 66.400 km². Una población de sólo 3.000.000 habitantes en 1982,
4.150.000 en 1986 y 4.240.000 en 1990. Se estima que son 5 millones en 1995,
con fuerte crecimiento por la emigración desde las regiones del Oeste. Está
atravesada por el valle del Huangho, con cultivos de cereales y hortalizas.
Destaca la capital, Yinchuan (Ningsia), de acelerado desarrollo en los últimos
decenios.
XINJIANG
UYGUR (SINKIANG).
Una región
autónoma de 1.646.900 km². Una población de sólo 13.100.000 habitantes en 1982,
13.610.000 en 1986 y 13.840.000 en 1990. Se estima que son 14 millones en 1995.
Situada al Noroeste de China, frontera con Mongolia, antigua URSS, Pakistán e
India. Destaca la capital, Ürumqi. La población es musulmana en gran parte, de
la etnia uigur. Se concentra en pequeñas poblaciones en los oasis a lo largo de
las vías de comunicación al sur y el norte de la provincia, con grandes
espacios vacíos en los desiertos. Tiene una rica cabaña de camellos, caballos,
ovinos. También hay importantes yacimientos petrolíferos en Ko-la-mai y Wu-su.
Por su lejanía a los centros habitados del Este ha sido escogida como sede para
el desarrollo del programa de energía nuclear chino. Hay un problema fronterizo
con India: zona de Aksai Chin ocupada a la India en la guerra de 1962.
4) EL ESTE:
En el Este
están las provincias de Shandong, Anhui, Jiangsu, Zhejiang y Fujian. Es un gran
productor de trigo, maíz, arroz, algodón, té, gusanos de seda, hortalizas,
etc., debido a la excelente calidad de las tierras, las abundantes lluvias, los
templados inviernos y las excelentes comunicaciones fluviales. En las
provincias marítimas abunda la pesca. Shanghái y Nankín son los más importantes
centros industriales, tanto de la industria siderúrgica, como de la textil
(algodón, seda).
SHANDONG
(Shantung).
Una
extensión de 153.300 km². Una población de 74.400.000 habitantes en 1982,
76.950.000 en 1986 y 77.760.000 en 1990. Se estima que son 79 millones en 1995.
Destacan la capital Jinan, el centro urbano, portuario e industrial de Qhingdao
(Tsing-tao) y las ciudades de Zibo y Boshan, de reciente expansión.
ANHUI
(Anhwei).
Una
extensión de 139.900 km². Una población de 49.700.000 habitantes en 1982,
51.560.000 en 1986 y 52.170.000 en 1990. Se estima que son 54 millones en 1995.
Destacan la capital Hefei, Bengbu y Huainan.
JIANGSU
(Kiangsu).
Una
extensión de 102.600 km². Una población de 52.400.000 habitantes en 1982,
62.130.000 en 1986 (un aumento explicado por un cambio de límites con Shanghái)
y 62.700.000 en 1990. Se estima que son 64 millones en 1995. Los grandes
centros económicos son Shanghái y Nankín, la cual tiene grandes yacimientos
petrolíferos. Otras ciudades son Wuxi (entre las dos anteriores), Suchou y
Xuzhon, con las nuevas ciudades portuarias de Nantong y Lianyuanyang. Esta
región del Yagtsé produce 1/4 de la cosecha de arroz china.
ZHEJIANG
(Chekiang).
Una
extensión de 101.800 km². Una población de 38.900.000 habitantes en 1982,
40.300.000 en 1986 y 40.700.000 en 1990. Se estima que son 42 millones en 1995.
La capital es Hangzhou. La ciudad portuaria de Wenzhou ha crecido enormemente,
hasta tener más de 5 millones de habitantes en su área metropolitana, mientras
que la otra ciudad portuaria, Nigbo, crece más moderadamente. La ciudad
industrial más importante del interior es Hsian-Chiang.
FUJIAN
(Fukien).
Una
extensión de 123.100 km². Una población de 25.900.000 habitantes en 1982,
27.130.000 en 1986 y 27.490.000 en 1990. Se estima que son 29,5 millones en
1995. Destacan la capital Fuzhou (se ha creado una nueva ciudad portuaria) y
sobre todo Xiamen (la antigua Amoy), con una zona económica especial. Es un
importante foco de emigración exterior y recibe grandes remesas de divisas.
5) EL
CENTRO.
En el Centro
están las provincias de Henan, Hubei, Hunan y Jiangxi. Se cultiva arroz, trigo,
algodón y té. Es la región más fértil de China (sobre todo Hunan), con hasta
tres cosechas de media). Las actividades industriales se han diversificado,
desde la alimentación a la industria textil, química y maquinaria. Su
desarrollo se ha ralentizado en comparación con las provincias costeras. Tiene
grandes reservas de antimonio y tungsteno, en Hunan y Jiangxi.
HENAN.
Una
extensión de 167.000 km². Una población de 74.400.000 habitantes en 1982,
77.130.000 en 1986 y 78.080.000 en 1990. Se estima que son 80 millones en 1995.
La capital es Zhenzhou y las ciudades y centros industriales de Loyang y
Kaifeng son de tamaño mediano pero gran importancia histórica, como antiguas
capitales chinas. Es una región agrícola muy densamente poblada (un gran foco
de emigración a Shanghái), pero poco desarrollada industrialmente.
HUBEI
(Hupeh).
Una
extensión de 187.500 km². Una población de 47.800.000 habitantes en 1982,
49.310.000 en 1986 y 49.890.000 en 1990. Se estima que son 51 millones en 1995.
La capital y el centro industrial más importante es Wuhan, seguido a distancia
por Huangshi, Sashi, Yichang y Xiangfan. Importantes yacimientos petrolíferos y
centrales hidroeléctricas.
HUNAN.
Una
extensión de 210.500 km². Una población de 54.000.000 habitantes en 1982,
56.220.000 en 1986 y 56.960.000 en 1990. Se estima que son 58 millones en 1995.
Las ciudades más importantes son la capital Changsha y Hengyang.
JIANGXI
(Kiangsi).
Una
extensión de 164.800 km². Una población de 33.200.000 habitantes en 1982,
34.600.000 en 1986 y 35.090.000 en 1990. Se estima que son 36 millones en 1995.
Sus ciudades principales son la capital Nanchang y Yichum. Cuenta con la cuenca
carbonífera de Pingxiang.
6) EL
SUROESTE.
En el
Suroeste están las provincias de Sichuan, Yunnan, Guizhou y la región autónoma
de Xizang (Tibet). Produce trigo, arroz y maíz en Sichuan, arroz y té en Yunnan
y Guizhou. Después de un largo aislamiento que la atrasó industrialmente, hoy
se ha beneficiado del desarrollo industrial de Guizhou. Hay ricos recursos
hidroeléctricos y minerales (cobre, plomo, cinc, antimonio, estaño).
SICHUAN
(Sechuán).
Una
extensión de 164.800 km². Una población de 99.700.000 habitantes en 1982,
101.880.000 en 1986 y 103.200.000 en 1990. Se estima que son entre 105 y 120
millones en 1995, debido a problemas estadísticos y a un desarrollo económico
galopante en los últimos años, que ha atraído una fuerte emigración de carácter
transeúnte de las provincias más cercanas. Las ciudades más importantes, tanto
en población como en industria, son la capital histórica, Chengdu y Chongqing
(la antigua Chukín), ambas sobre los 3 millones de habitantes, pero Chongqing
tiene un área metropolitana con hasta 15 millones, con terribles problemas de
hacinamiento. Otras ciudades importantes son Luzhou, Niejiang, Zigong,
Wutungliao y Nanchong.
Hay un
enorme proyecto hidroeléctrico en el valle del Yangtsé, la presa de las Tres
Gargantas. La región interior de Sichuan es un fértil valle, con una larga
primavera y un suave y húmedo clima, siendo una de las regiones agrícolas más
ricas de China, en arroz, trigo, maíz, caña de azúcar, soja, seda.
YUNNAN.
Una
extensión de 436.200 km². Una población de 32.600.000 habitantes en 1982,
34.060.000 en 1986 y 34.560.000 en 1990. Se estima que son 36 millones en 1995.
La ciudad más importante es la capital Kumming, centro de una nueva zona
industrial, beneficiada por grandes yacimientos carboníferos al Norte y minas
de estaño y cobre.
GUIZHOU
(Kueichou).
Una
extensión de 174.000 km². Una población de 28.600.000 habitantes en 1982,
29.680.000 en 1986 y 30.080.000 en 1990. Se estima que son 31 millones en 1995.
Destaca la capital Guiyang, seguida de Zunyi. Padece un escaso desarrollo
industrial, por su aislamiento geográfico y la cercanía de la provincia de
Sichuan.
XIZANG
(TÍBET).
Lhasa, la capital tibetana.
Una
superficie de 1.221.600 Km². Una población de 1.900.000 habitantes en 1982,
1.990,000 en 1986 y 2.030.000 en 1990, tras la fuerte emigración china que
varió la situación, desde los 1,2 millones de 1967. Según los propios budistas
tibetanos, hay seis millones de tibetanos, de religión budista tibetana, más
unos cientos de miles de chinos, y así lo reflejan muchas obras occidentales
pero ello es una comprensible pero falsa manifestación de propaganda política.
La capital es Lhasa. La población se concentra en la zona meridional, la de
clima más suave y llanuras de sedimentos más amplios, regada por el río
Brahmaputra.
Destaca el
cultivo de la cebada. Los otros cultivos son muy pequeños, pero se están
aclimatando nuevas plantas. La riqueza forestal es notable, con 30 especies
aprovechables, pero su tala provoca problemas de erosión. La ganadería es de
yaks, caballos y caprinos. Hay ricos yacimientos de carbón y hierro.
Schaller
[1993], resalta en un artículo sobre la vida salvaje en el paisaje tibetano
norteño (zona de Chang Tang), su belleza extraordinaria, con un clima mucho más
moderado que la zona del Himalaya. Es un gran atractivo turístico por explotar.
Hay una reserva natural inmensa (la segunda más extensa del mundo después del
parque de Groenlandia), de 115.500 millas cuadradas, mayor que el Estado de
Arizona, muy bien cuidada por el Gobierno. La periodista S. Wilby [1987]
publicó su excursión por la frontera tibetana de China, hasta Lhasa, conociendo
la vida ancestral de los tibetanos, sus costumbres, relaciones familiares y
sociales, como uno de los últimos grandes pueblos asiáticos que han mantenido
sus tradiciones.
Este idílico
panorama se ve ensombrecido por la difícil situación política. Han ocurrido
graves problemas desde el 4 de octubre de 1987, cuando hubo una gran revuelta
popular en protesta por unas críticas del gobierno chino contra su líder
religioso, el Dalai Lama, exiliado en la India desde 1959. La autoridad religiosa
más destacada en el interior, el Panchem Lama, ha estado vacía desde la muerte
en 1989 de su último lama (un colaboracionista para muchos, pese a que fue
encarcelado en 1964-1966), y el nombramiento de un sucesor en 1995 fue
rechazado por el gobierno chino (molesto por no haber sido consultado) que
presionó hasta imponer finalmente su propio candidato, Gyacain Norbu, un niño
de seis años, el que ha sido a su vez rechazado por el Dalai Lama, lo que
amenaza provocar un cisma religioso.
7) EL SUR.
En el Sur
están la provincia de Guangdong y la región autónoma de Guanxi. El clima es
subtropical, con abundantes lluvias. El principal cultivo es el arroz, con
hasta tres cosechas anuales. En todo el litoral se cultivan productos
tropicales: piña, jengibre y caña de azúcar. Besancennot [1990] hizo un
magnífico trabajo sobre la determinante influencia del clima en la agricultura
del Sur, con la progresiva especialización en cultivos tropicales. Hay una rica
pesca marina. Las industrias principales son la textil (algodón, seda),
alimentaria, electrónica, de construcción, química, papel.
GUANGDONG
(Kuangtung).
La provincia
tiene una superficie de 231.400 km². Una población de 59.300.000 habitantes en
1982, 62.530.000 en 1986 y 63.460.000 en 1990. En 1995 se estima que hay unos
65 millones. Guangzhou, con cuatro millones de habitantes es la capital y su
gran centro industrial, un gran puerto fluvial sobre el río Xijiang, dominando
una gran área metropolitana hasta la cercana ciudad de Foshan y con una
vertiginosa extensión hasta la frontera con Hong Kong, en la gran zona urbana e
industrial de Shenzhen, zona económica especial, como lo es el otro puerto y
núcleo industrial importante de Zhuhai y la menos desarrollada Shantou. Otras
ciudades en expansión son Shaoguan y Zhanjiang.
Guangdong es
junto a Shanghái la zona más occidentalizada y desarrollada del país y su
importancia crecerá enormemente en el 1997, con la recuperación de Hong Kong.
Tanto Guangdong como Hainan son un importante foco de emigración exterior (con
Fujian aportaron el 90% de la emigración china) y reciben grandes remesas de
divisas.
Incluyo aquí
la gran isla de Hainan, que sólo en 1989 consiguió el estatuto de nueva
provincia, que se ha beneficiado de su consideración como Zona Económica
Especial, con mayores ventajas que las otras. Tiene su capital en el la ciudad
portuaria de Haiku. Sus estadísticas se confunden con los de la provincia a la
que ha pertenecido históricamente y faltan datos segregados por lo que no
podemos hacer un estudio separado.
GUANGXI
(Kuangsi).
La región
autonóma tiene una superficie de 220.400 km². Una población de 36.400.000
habitantes en 1982, 38.730.000 en 1986 y 39.460.000 en 1990. En 1995 se estima
que hay unos 41 millones. Poco desarrollo industrial. Su capital es Nanning. El
nuevo puerto de Beihai está prosperando con rapidez.
LAS CIUDADES
AUTÓNOMAS:
SHANGHÁI.
La ciudad
más importante de China cuenta con una historia urbana muy corta, pues su
desarrollo desde ser un humilde puerto pesquero sólo comenzó a partir de mediados
del siglo XIX. Cuenta con una superficie de 6.200 km². Su población ha
evolucionado rápidamente, superando el desastre de la ocupación japonesa y los
años de la guerra civil, cuando cientos de miles de sus habitantes tuvieron que
emigrar al campo para poder sobrevivir. En 1910 tenía 1,2 millones de
habitantes y cuatro en 1949. Recibió casi un millón de emigrantes en los años
cincuenta y alcanzó los 5,5 millones en 1962, más otros cinco que vivían en el
área periurbana (a partir de 1984 estos se contaron como habitantes urbanos,
como en las demás ciudades chinas). Tras unos largos años de estancamiento en
los sesenta, su gran expansión recomenzó en los años setenta y sobre todo en
los ochenta, con 12.170.000 habitantes en 1986, 12.320.000 en 1990 y 13.140.000
en 1992 (área metropolitana). Se desarrolla junto al río Huangpu, que conecta
con el Yangtsé y el mar. En su zona de influencia viven 30 millones de
habitantes, en el gran delta del río Yangtsé, con un suelo fértil en el que se
produce un tercio de la cosecha china de arroz y con una concentración
industrial sin competencia en China.
Su puerto
fluvial, de 56 km
de largo, es el mayor de China y uno de los diez mayores del mundo, con un
movimiento anual de 130 millones de tm de mercancías. Antes de 1949 movía 2/3
del comercio exterior chino. Hoy aún mueve la mitad, con trazas de ir bajando
lentamente su posición relativa, mientras que aumentan las cifras absolutas. Su
industria es predominantemente química y petroquímica, siderúrgica y
metalúrgica, de automoción, maquinaria, naval, electrónica, papel y textil. En Shanghái
hay 3.300 empresas mixtas o coparticipadas por extranjeros, la mayor
concentración en China.
Ellis, W.
[1994], en un magnífico artículo, nos muestra la vida en Shanghái, la ciudad
más desarrollada de China, su verdadera capital económica, como lo es Nueva
York en EE UU. Cuando la ciudad se mueve para ir al trabajo millones de
bicicletas surcan sus calles. Aquí se concentran los “empresarios rojos” y los
profesionales más abiertos a Occidente, que extienden su modo de vida y sus
gustos culturales a toda el área costera y las ciudades chinas. Shanghái
siempre ha sido una gran puerta a Occidente, desde el tiempo de las concesiones
europeas del siglo XIX. El 1% de la población es católica, unas 140.000
personas, resultado de la labor de los jesuitas franceses antes de 1949. La
catedral fue cerrada y el obispo obligado a fabricar paraguas, pero hoy se han
abierto 60 templos católicos y los nuevos empresarios tienen a gala ser
considerados católicos, en parte porque eso les da una barniz occidental. Los
restaurantes florecen a miles y sus propietarios se enriquecen, invirtiendo sus
ganancias en nuevos negocios y en la Bolsa, que es una de las de mayor
revalorización de los últimos años.
Shanghái es
un ejemplo ilustrativo de los problemas urbanos de China, con la contaminación
atmosférica (por la industria y las plantas de energía termoeléctrica sin
controles legales de las emisiones contaminantes y desde hace poco por el
creciente tráfico público y privado, aunque está muy por debajo de la situación
que sufre Beijing), la falta de viviendas adecuadas, que sólo pueden sufragar
los miembros de la clase media, que salen a los barrios que rodean el
masificado e insoportable centro. La mayoría de las casas son alquiladas a los
habitantes por el Ayuntamiento, que consigue de este modo la mayor parte de su
presupuesto. Desde 1994 al 2000 se contruirán 1,2 millones de nuevas casas, que
serán ofrecidas por la iniciativa privada.
Los precios
del suelo han crecido enormemente, sobre todo en la antigua zona comercial y
hoy Shaghai, según el Informe Main streets across the world. 1995
de Healey & Baker, tiene la tercera calle comercial más cara del mundo, la
Nanjing, un bulevar de varios km, con un precio de 654.000 ptas. de alquiler
anual por metro cuadrado, tras la Causeway Bay de Hong Kong y la Quinta Avenida
de Nueva York. Crecen los barrios de rascacielos modernos, sobre todo en el
área de Pudong (el mayor polígono industrial de China), a la izquierda del río Huangpu.
Las escuelas
y hospitales han mejorado notablemente su calidad, con excelente tecnología
moderna. Las universidades técnicas y humanísticas son de alto nivel y los
profesores y estudiantes gozan de una libertad académica muy superior a la que
tienen en Beijing. Los ancianos tienen pensiones de vejez, hospicios con
jardines y grandes medios, excursiones a la playa, etc., como resultado de la
política social y de la alta consideración china por los ancianos. Los deportes
están en constante auge desde hace más de un decenio, con muchas y enormes
instalaciones, diseminadas por los alrededores de la ciudad, que aporta muchos
de los mejores atletas y nadadores mundiales de los últimos años.
La
criminalidad se asocia con la búsqueda fácil de la riqueza: fraudes,
apropiaciones, corrupción, prostitución, tráfico de drogas, etc. La corrupción
y la delincuencia económica en general ha crecido enormemente, como lo
demuestra el mayor caso conocido en China desde 1949, cuando dos mujeres que
dirigían una sociedad de fondos de inversión se apropiaron de 45.000 millones
de pesetas; fueron ejecutadas el 29 de noviembre de 1995.
El grupo de
dirigentes de Shanghái lidera la facción reformista en el PCCh, con miembros
tan representativos como Jiang Zemin y Zhu Rongji (ex-alcalde de la ciudad).
BEIJING
(Pekín).
Es la
capital del país. Una superficie de 16.800 km². Una población de un millón en
1920, 2.300.000 en 1949, 9.600.000 habitantes en 1986 (tras la inclusión
administrativa en 1984 de la población periurbana), 9.750.000 en 1990 y
10.819.000 en 1992 (área metropolitana). En 1970 tenía 7 millones de
habitantes. Cuenta con un importante puerto fluvial en el Pei-ho. Está situada
a sólo 100 km
de Tianjin. Es el gran centro político y cultural. Esá unida por ferrocarril, carretera
y líneas aéreas con los principales centros urbanos del país y por vía fluvial
con el río Yangtsé, a través del Gran Canal.
Se
distinguen dos partes: la ciudad del Norte (Pei-king significa capital del
Norte), también llamada interior o tártara, y la ciudad del Sur, exterior o
china. Se trata de una simple yuxtaposición de dos grandes conjuntos urbanos,
cuadrado el primero, rectangular el segundo. En la del Norte está la Ciudad
Prohibida (aún amurallada), que antes fue la sede del Gobierno Imperial y hoy
es la sede del Gobierno comunista, de museos y organismos culturales y un gran
atractivo turístico, teniendo su entrada en la puerta de Tiananmen, cuya plaza
es la mayor del mundo. En la ciudad del Sur está la zona comercial. Fuera de
las murallas se extienden los barrios universitarios e industriales, con
grandes complejos residenciales, mucho más modernos, en una zona de gran
belleza por sus árboles y jardines.
Muchos de
sus habitantes siguen practicando la agricultura a tiempo parcial: hay más de 100.000
hectáreas de cultivos en el área metropolitana. Combinan esta actividad con la
realización de trabajos artesanales, la albañilería, el comercio y el transporte
privado. Una actividad creciente es la burocracia en la administración central,
a medida que crece el Estado chino. Pero la mayor parte de la población se
emplea en la industria. Destacan las industrias siderúrgica, metalúrgica, de
maquinaria, electrónica, textil, química. Es el segundo centro financiero del
país, después de Shanghái. Tiene diez universidades (sólo tenía dos en 1967) y
la mayoría de las instituciones culturales y artísticas del país: museos,
bibliotecas, ópera, escuelas de danza y música, zoo (con los famosos osos
panda), etc.
El cambio
urbanístico en los últimos años ha sido impresionante. Desde 1992 hasta hoy el
centro de Beijing ha sido prácticamente derruido para levantar grandes bloques
de viviendas, oficinas y centros comerciales. Todo ha sido destruido menos el
local de McDonald's, cuyo solar está a punto de venderse a un millonario
hongkonés que quiere construir un gigantesco centro comercial, contraviniendo
las normativas urbanísticas. La tradición y la antigüedad de los edificios no
son obstáculos para la ansia generalizada de ganancias.
El tráfico
automovilístico (más el de taxis y autobuses, siempre atestados de gente, de
modo que es casi imposible encontrar una plaza libre) ha crecido en exceso en
los últimos años, pero las bicicletas, a millones, siguen dominando las calles
y son el mejor medio de moverse en las distancias medias en la ciudad, así como
en general todas las ciudades chinas. La contaminación atmosférica es terrible,
por las emisiones de las centrales termoeléctricas y el tráfico, pero es aun
peor la contaminación del agua potable (es un decir, pues debe hervirse siempre
antes de ser bebida o usada para lavar los dientes). De hecho Beijing es la
tercera capital más contaminada del mundo detrás de México y Nueva Delhi.
Dentro de
esta búsqueda del dinero fácil de la especulación inmobiliaria, la corrupción
ha aparecido en la ciudad, dominando su vida en los últimos años, siendo las guangxi (conexiones) el mejor modo de
hacer los trámites burocráticos, el encontrar la hou men (puerta trasera). Casi todos los funcionarios mantienen sus
puestos, no por sus modestos ingresos, sino sólo para poder obtener “oportunidades”,
en especial las lucrativas licencias de restaurantes y taxis. Pero hay también
una corrupción de mayores vuelos. El vicealcalde, Wang Baosen, la máxima
autoridad ejecutiva, se suicidó en abril de 1995, al ser descubierta su
corrupción. El secretario del PCCh en Beijing, Chen Xitong, un importante
partidario de Xiaoping, fue expulsado del politburó y del comité central del
Partido, acusado de proteger a Baosen, tras lo cual fue detenido, junto con
treinta funcionarios de la municipalidad, acusados todos de masiva corrupción,
por un importe de 40 millones de dólares, en la que habría participado el
propio hijo de Xiaoping, Deng Zhifang. Parece que los procesos judiciales son
continuos.
TIANJIN (Tientsin).
Es la
capital económica y política de la provincia de Hebei, aunque depende de la
administración central. Una superficie de 11.300 km². Una población de
8.080.000 habitantes en 1986, 8.190.000 en 1990 y de 8.785.000 en 1992 (área
metropolitana). Tenía sólo 4 millones de habitantes de 1968. Padeció graves
daños en el terremoto de 1976. Está casi en la orilla del Mar Amarillo, en el
golfo de Pechili. Cuenta con un aeropuerto y un importante puerto fluvial en la
confluencia del río Haihe, y se comunica con el interior mediante varios brazos
navegables, siendo el antepuerto de Beijing, a la que se está uniendo en una
enorme conurbación. A su vez tiene un antepuerto, a la misma orilla del mar, en
Tangtsu, que de hecho es el barrio portuario marítimo de Tianjin.
Su
emplazamiento en un cruce de caminos terrestres sobre el río y la construcción
de un ferrocarril hasta Beijing y otros hacia el Norte y el Sur acrecentó su
importancia como centro distribuidor de las importaciones para todo el Norte de
China. Los antiguos barrios de Hsiku, Wangchuang y Palitai (significa “ciudad
del acero”) todavía concentran la mayoría de la población, la industria y el
comercio, pero la ciudad se está extendiendo a los nuevos barrios industriales
del NE y de la carretera a la cercana Beijing.
Tiene
grandes establecimientos fabriles de metalurgia, textil, maquinaria agrícola,
química, papel y alimentaria. Tiene tres universidades (Tianjin, Hebei y
Nankai) y numerosas instituciones educativas especializadas en tecnología.
1.4. CLASES
SOCIALES: EL CAMPESINADO, LA CLASE OBRERA, LA BUROCRACIA, LOS PROFESIONALES, EL
EMPRESARIADO.
Una fiable
estimación cuantitativa de estos grupos es imposible, debido a la insuficiencia
de las estadísticas oficiales, como apuntábamos más arriba. Nos remitimos a los
datos ya indicados y aquí haremos una estimación de los cambios sociológicos en
el presente y el futuro.
EL
CAMPESINADO
El
campesinado, con cerca de 800 millones de personas, ha mejorado notablemente su
situación, especialmente en los primeros años 80, cuando los beneficios de las
reformas se concentraron primero en el campo, donde se habían iniciado estas.
Pero en las zonas rurales se ha producido finalmente un progresivo
estancamiento social, debido al desvío de las inversiones productivas a la
industria y el comercio, en detrimento de las inversiones en tecnología,
maquinaria, regadíos, comercialización en frío, etc. Las comunas invierten en
la Bolsa de Shanghái y en los fondos de inversión, que les aseguran unos
rendimientos que superan a los de la inversión en la producción agrícola y los
servicios sociales en la comuna. Las condiciones de trabajo, vivienda, ocio,
etc., de las provincias interiores, apenas han mejorado desde 1985, mientras
que la televisión muestra una sociedad consumista en las ciudades, de un
indecible atractivo para las masas. El éxodo rural es masivo, con decenas de millones
de personas que emigran a las ciudades anualmente, en busca de un mejor nivel
de vida y trabajo (casi 50 millones están ilegalmente en las ciudades en 1995).
Como prueba
de lo anterior, a finales de noviembre 1995 el Diario del Pueblo publicaba en
portada dos artículos del presidente Jian Zemin y del primier ministro Li Peng,
en los que hacían un llamamiento al PCCh para que retomara el control del campo
chino y criticaban los graves problemas con los que se encontraba este en el
último año: 800 millones de habitantes con un nivel de vida muy inferior al de
las ciudades, estancamiento de la producción agrícola, utilización ilegal de la
tierra cultivable para fines industriales y residenciales y el masivo éxodo
rural. Su crítica era un aldabonazo contra la idea de que el desarrollo de las
zonas rurales había sido aceptable en los años 90. Jiang escribe: «El orden
público y el ambiente en general no son buenos en ciertas regiones rurales».
«Las supersticiones, el feudalismo y el patriarcado están en pleno
recrudecimiento». Hizo una defensa de la importancia de la educación política e
ideológica en el medio rural, el único en el que el Partido quiere seguir
imponiendo un control estricto, consciente de que una Revolución anticomunista
sólo puede triunfar en China si cuenta con el apoyo de las masas rurales.
LA CLASE
OBRERA.
Las
condiciones de trabajo son bastante malas en las nuevas regiones en desarrollo.
Diversas organizaciones internacionales denunciaron a finales de 1995 «las
penosas condiciones laborales en que se desarrolla el trabajo en numerosas
plantas chinas que fabrican juguetes y otros productos navideños para el
mercado internacional», sobre todo en la zona de Shenzhen, donde, como muestra
de ello, el 2 de enero de 1996 murieron en un incendio 19 personas y otras 37
resultaron heridas.
Pero las
condiciones sociales son significativamente mejores que en el pasado. La
seguridad social es aceptable, con pensiones suficientes para sobrevivir con
modestia, con la jubilación a los 60 años para los hombres y a los 55 años para
las mujeres. Las mujeres gozan hoy de 59 días de permiso por maternidad. Hay
guarderías y colegios en las fábricas y las mayores incluso tienen hospitales
propios. Pero no hay ambulancias y se lleva a los heridos al hospital en la
parte trasera de un triciclo.
No hay
vacaciones pagadas, sólo hay siete fiestas anuales y un día de descanso
semanal.
Hay
numerosas categorías de sueldos: ocho categorías para los obreros, con una
relación de 3 a
1 entre la más alta y la más baja, mientras que hay 16 categorías para los
técnicos y 26 para los funcionarios. Gran parte de los salarios son concedidos
por primas de rendimiento.
Miljus y
Moore [1987] se lamentan de que en las cuestiones laborales el reformismo chino
no ha producido los resultados esperados del desarrollo de la economía y en
especial de la industria. En concreto la reforma ha privilegiado el poder de la
clase empresarial, mientras que los trabajadores han perdido poder de decisión
e influencia. Hay problemas de desempleo, subempleo y pluriempleo. Defienden
que deben hacerse cambios urgentes en el mercado laboral, incluyendo una mayor
movilidad, procedimientos de queja y una reforma sindical.
LA
BUROCRACIA.
Cabe
distinguir dos grandes grupos: 1) el de los funcionarios en los servicios
públicos de educación, sanidad, justicia, administración estatal de bajo nivel,
2) el de los funcionarios de los poderes de gestión local y provincial, y las
fuerzas armadas.
El primer
grupo, el más numeroso, vive en condiciones de vida paupérrimas, con un alto
absentismo laboral e ingresos muy bajos, debido a que el Estado ha procurado
fomentar el abandono del servicio de estos funcionarios, para que pasasen al
sector privado y así reducir el déficit público. El aumento en los presupuestos
públicos no parece que vaya a equilibrar a largo plazo esta situación y todo
apunta a una privatización global de los servicios públicos, lo que no deja de
chocar dentro de un Estado comunista.
El segundo
grupo es menos numeroso, pero vive una situación comparativamente excelente,
con altos ingresos, fácil acceso a las oportunidades que brinda la apertura al
exterior en forma de empleos como ejecutivos en las empresas mixtas y, no en
menor grado, la corrupción, una auténtica lacra de la burrocracia china. Muchos
de los funcionarios más emprendedores han abandonado finalmente la
Administración para convertirse en empresarios.
De hecho,
las Fuerzas Armadas son uno de los mayores empresarios del país y las unidades
militares tienen plena autonomía para realizar negocios (en Shanghái, por
ejemplo, algunos regimientos cuentan dentro de sus instalaciones con
discotecas, burdeles, restaurantes, fábricas de cigarrillos y ropa infantil,
servicios de reparación de mecánica y electricidad, etc., y los soldados
realizan la mayor parte de su servicio militar laborando en los centros de
trabajo, mientras los oficiales administran los beneficios).
LOS
PROFESIONALES.
Los
profesionales libres: médicos, ingenieros, juristas libres, investigadores,
etc., están formando un elemento básico de la burguesía, concentrada en las
ciudades del Este. Aumentan continuamente en número, ingresos, consumo e
importancia dentro de la sociedad, siendo uno de los factores más influyentes
en el apoyo a las reformas liberales de Xiaoping. Se beneficiarán mucho más con
la creciente privatización de los servicios públicos. No tienen aún conciencia
de grupo, como se vio en su abstención en los acontecimientos de junio de 1989
y su prioridad es el desarrollo económico. Como el grupo anterior, muchos
profesionales se convierten en empresarios.
EL
EMPRESARIADO.
Es la clase
social emergente, la que constituye el segmento superior de la burguesía.
Dedicado a la industria, el comercio interior y exterior, la banca y los
seguros, la restauración y el ocio, es un grupo que crece exponencialmente,
alimentado por la cultura empresarial china, que nunca desapareció y que ahora
aflora de modo extraordinario, recibiendo aportes de nuevos empresarios de
todos los demás sectores.
Los límites
para su crecimiento son nulos, porque el Estado no pone limitación legal a la
acumulación de riqueza, salvo los impuestos. Prueba de ello es que los
principales millonarios de China son los propios dirigentes del Partido. La
Asamblea Nacional y el Comité Central del Partido cuentan con decenas de
millonarios (algunos con más de cien millones de dólares) y cientos de ricos
empresarios. El propio Gobierno reúne en su seno a muchos de ellos. A los
burgueses chinos surgidos en los últimos años se les llama “da kuan” (gatos
gordos), y proliferan por doquier. En 1996 hay ya más de cuatro millones de
personas que ganan más de 100.000 dólares al año, aunque se quejan de que su
patrimonio está en el aire por la amenaza de un decreto de expropiación en
cualquier momento. En Shanghái cientos de miles de empresarios dominan
totalmente la vida de la ciudad en lo político y económico, como avance de lo
que será una sociedad en la que el partido y la burguesía se penetran mutuamente
de modo indistinguible.
Están
tomando conciencia de sus intereses de grupo, pero la prioridad para ellos es
el crecimiento económico y la mayoría se plantea el desarrollo político y la
modernización como un posible obstáculo para la creación de riqueza, porque
temen la inseguridad política y la desmembración territorial. De hecho, los
principales enemigos de la democratización de Hong Kong no son los dirigentes
chinos sino los altos empresarios de Hong Kong y China, que han abrazado el
modelo de Xiaoping.
Groves,
Hong, McMillan y Naughton [1995] estudian la reciente creación con las reformas
post 1979 de un mercado laboral de empresarios y ejecutivos que obtienen
incentivos económicos antes impensables. Estudian las modalidades de contratación,
la selección, la formación, etc., y llegan a la conclusión de que la formación
de esta nueva clase empresarial está siendo vital en el desarrollo económico
chino, por su capacidad de innovación, su búsqueda del beneficio con las
máximas ventas y por su emulación.
1.5. CALIDAD
DE VIDA: ALIMENTACIÓN, SANIDAD, CONTAMINACIÓN, EDUCACIÓN, CULTURA...
Hay fuertes
gastos sociales: alimentación, educación, sanidad, vivienda, transporte. La
mano de obra es abundante y barata, atrayendo las inversiones industriales
extranjeras. Pero la economía china parece que ha conseguido desde los años 60
sostener en un nivel aceptable la calidad de vida.
Para Lester
Brown (experto del Worldwatch Institute) China está perdiendo la capacidad de
alimentar a su población debido precisamente a su extraordinario desarrollo
económico, con la copia de las pautas occidentales de bienestar basado en el
consumo y exponía que en 1992 tenía una población de 1.165 millones de
habitantes, que se preveía serían 1.420 millones en el 2010, y 1.1591 millones
en el 2025, con un tiempo de duplicación de población de 53 años. Otros
indicadores que exponía en su informe eran una tasa de fecundidad (hijos por
mujer) de 2,2, mientras que el índice de utilización de anticonceptivos está en
el 71 %, el PNB per cápita era de 370 dólares (seguramente infravolarado en
renta real) y los habitantes sin agua potable eran el 27% del total.
Pan Sui
Ming, profesor de sociología en la U.P. de Beijing, habla de una verdadera “revolución
sexual”, después de un periodo desastroso con la Revolución Cultural
(1965-1976), cuando se uniformó todo, incluso el sexo. Los mismos vestidos para
hombres y mujeres, la trivialización del matrimonio, la crítica del amor
(incluso desapareció el lenguaje del amor y el sexo). Pero los avances de la
última década están haciendo resurgir el sexo, el placer y el amor como
necesidades humanas. Aún están prohibidas las relaciones fuera del matrimonio
(multa de seis meses de sueldo) y se sigue deseando como ideal la virginidad
hasta el momento del matrimonio pero sin duda la libertad es mayor para las
relaciones pre y extramatrimoniales (el adulterio está aceptándose ya como algo
natural). Incluso se desmitifican la masturbación (86% de los estudiantes y 50%
de las estudiantes la practican) y las nuevas posturas sexuales para buscar el
placer. El método anticonceptivo más usual es el DIU (que se implanta a las
mujeres tras nacer su primer hijo, debido a la política de control de la
natalidad). Un peligro es la falta de preservativos (menos del 10% lo utiliza),
con graves riesgos de hepatitis B (se estima que hay 100 millones de casos) y
SIDA (aunque los casos de este son pocos aún). Pero estos aspectos negativos no
pueden ocultar el enorme avance respecto a la condición de la mujer china en
los años treinta y en general antes de la revolución comunista, que Johnson y
Parish [1987] explican en un estudio espeluznante: los pies lisiados, la
esclavitud en el hogar, la carencia de derechos legales, las agotadoras
jornadas de trabajo, el infanticidio femenino, etc. La libertad femenina se
abrió paso con dificultad desde la ley de 1950, pero ha llegado
definitivamente.
ALIMENTACIÓN.
La
mortalidad por hambrunas, un mal generalizado en la China premaoísta,
desapareció ya en los primeros años de la Revolución, pero su fantasma
reapareció durante la Revolución Cultural al bajar las cosechas. La reforma
económica ha alejado parece que definitivamente este peligro y hoy China es un
exportador nato de alimentos y ha conseguido superar el consumo mínimo de
calorías que aconseja la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que es un
éxito notable y muy prestigioso para el régimen. En 1986 había una
disponibilidad media de 2.628 calorías por persona y día, superior en un 3% a
las necesidades. En proteínas la disponibilidad media es de 62,6 gramos diarios,
muy por encima (63%) del requerido, lo que denota aún una mala dieta
alimentaria, poco equilibrada, con avitaminosis y deficiencias en sales
minerales.
La
alimentación popular ha variado mucho en los últimos años. El plato típico en
todo el país es el arroz, más en el Sur que en el Norte, donde el pan de trigo
es más difundido. La carne de cerdo y pollo es la más común y su consumo se ha
acrecentado mucho en los últimos dos decenios. En el Norte un plato muy popular
es el pato con salsa agridulce, y la col, que comienza a llegar a los mercados
en el mes de noviembre. Se calcula que en la capital, Beijing, con 13 millones
de habitantes se consumen entre 200.000 y 300.000 toneladas de coles, con
tendencia a descender, debido a la sustitución de la anterior dieta “maoísta”,
de patatas, col y nabos, por una más variada con berenjenas o tomates
procedentes de los invernaderos que han proliferado en los últimos años. Antes
se almacenaban en los patios de los hutotes
(tradicionales casas con techos de teja), pero ahora la mejor organización
comercial evita la necesidad de almacenamiento, salvo en las casas de las
familias más pobres (guardan unos 30
kg por persona). El precio es relativamente bajo, de
unas dos pesetas el “jin” (medio
kilo), aunque la col media pesa un kilo. Los especialistas en nutrición la
consideran un alimento excelente, rico en vitaminas, de buen sabor. Los platos
favoritos, sobre todo en la cena, son el Cu Liu Bai Cai (col salteada con
vinagre) y el Kai Shui Bai (consomé de pollo con corazones de col de
primavera).
En Sichuan
la comida es picante, con ajo, chile y jengibre. La cocina cantonesa es conocida
por su marisco y pescado. En Shanghái destacan el budín cocido al vapor y la
sopa de nido de ave, hecho con los vencejos del sureste.
Las dos
bebidas más populares son el té y el vino de arroz, seguidos de los licores de
frutas.
SANIDAD
Se ha hecho
un enorme esfuerzo por dotar a la población de servicios y formación sanitaria.
Desde 1949 los “médicos de pies descalzos”, que eran sólo enfermeros, con una
breve formación médica teórica (3 meses) y práctica (6 meses) difundieron los
cuidados básicos entre la población rural con un éxito fulgurante. Su número
llegó a los 1,8 millones en 1990, con una proporción de uno por cada 620
habitantes.
En la
reforma administrativa y agraria de 1958 se estableció la siguiente estructura,
que en lo esencial ha permanecido hasta hoy, pero con una mejora constante de
la calidad:
En el campo
los distritos tienen un hospital general completamente equipado y con médicos
especialistas. Las comunas tienen un centro de salud, con médicos de un nivel
medio de cualificación, del tipo de médicos de asistencia general (“de cabecera”),
con formación en la medicina occidental y china y con suficiente personal
auxiliar. Las brigadas cuentan con un centro médico atendido por dos “médicos
de los pies descalzos”, con responsabilidad sobre higiene, inmunización,
vacunación, planificación familiar, cuidados materno-infantiles y curas
elementales, con capacidad de decidir sobre el envío de los enfermos al centro
de salud de la comuna. Por último, cada equipo de producción tiene uno o dos
auxiliares sanitarios, de una formación mínima, para los primeros auxilios.
En las
ciudades la estructura sanitaria fue mucho más occidental, con una estructura
de centros de salud de barrio con “médicos de los pies descalzos” y médicos
generalistas y hospitales generales con médicos especialistas.
Últimamente
la reforma ha llegado hasta el sector sanitario. Muchos médicos se forman en el
extranjero, las técnicas y la tecnología más avanzadas han llegado hasta las
grandes ciudades, la medicina tradicional china se ha convertido en una ciencia
muy perfeccionada (acupuntura, homeopatía, medicina natural, etc.) y se están
abriendo clínicas privadas en las zonas más desarrolladas. Hay una clara
dicotomía entre la medicina privada que se ofrece por un lado a los
extranjeros, los empresarios chinos y los altos cargos, que no desmerece de la
que recibirían en Europa y la medicina estatal que se ofrece a la población
china en general, que es de un segundo nivel, aún lejano al anterior.
En 1992
había 1.763.000 médicos (1 por cada 652 habitantes), 2.624.000 camas
hospitalarias (1 por cada 438 habitantes). La esperanza de vida era 68 años
para los varones y de 71 para las mujeres, con una mortalidad infantil del 32%
de media.
Según el
Ministerio de Sanidad, más de 400 millones de personas sufren deficiencia de
yodo; de éstas, 200.000 padecen cretinismo endémico y más de 10 millones sufren
retraso mental. Para el año 2000 se prevé yodar el 100% de la sal para consumo
humano.
CONTAMINACIÓN
Los bosques
y ríos de China están siendo duramente castigados por el desarrollo industrial,
especialmente por la lluvia ácida y la contaminación de las aguas. La lluvia
ácida amenaza al 40% del país.
La mayor
fuente contaminante es el uso del carbón (el chino es de baja calidad) como
principal fuente energética, en las numerosas centrales térmicas de muy
deficiente tecnología, con sus grandes emisiones de óxidos de azufre y CO2. En
el informe de la OMS de 1988 sobre polución industrial se concluyó que 60
ciudades tienen el aire contaminado gravemente por humo y hollín (Beijing tuvo
272 días por encima de lo estándar recomendado por la OMS). Hay nueve ciudades
chinas entre las 10 más contaminadas del mundo y tres millones de personas han
muerto de bronquitis en el periodo 1996-1998.
Contaminación en Pekín.
Los desechos
urbanos e industriales son arrojados a los ríos y lagos, por millones de
toneladas. La normativa es dura, pero ha sido ampliamente sorteada por la
práctica de los consejos regionales y municipales de no aplicarla para así
poder atraer más inversiones y para no pagar los altos costes de la depuración
de las aguas y los humos. Cerca del 80% de la población se abastece de agua no
potable. Menos del 10% recibe tratamiento y el 50% de las aguas subterráneas
urbanas están contaminadas. Al menos 300 ciudades sufren escasez de agua.
Por ello,
Xie Zhenhua, director de la Agencia de Protección Ambiental, ha preparado en
1995 una durísima ley que establece penas de muerte y prisión para quienes
cometan graves delitos medioambientales, como la contaminación nuclear y de
ríos. También se establecen penas para el exceso de ruido.
China basa
el 76% de su energía en la utilización del carbón y por ese motivo es, tras EE UU
y Rusia, el mayor emisor de dióxido carbónico, determinante en el calentamiento
del planeta. Es asimismo el mayor productor mundial de propelentes de flúor, el
principal agente destructor de la capa de ozono.
Como un
ejemplo muy bien estudiado de los problemas de la contaminación tenemos el
artículo de Kung [1991], que estudia el impacto de la contaminación en un lago
cercano a Shanghái, en el Oeste, en medio de la provincia de Jiangsu. La eutrofización
con fósforo y otros productos minerales está matando la vida en el lago mayor
de la zona, el Dianshan. Además esto eliminará el lago como fuente de agua
potable y de alimentos para la población humana.
EDUCACIÓN
La
alfabetización ha mejorado mucho, desde el elevadísimo índice de analfabetismo
de 1949, que entonces alcanzaba un 80% de media, alimentado por varios
factores: pobreza rural, desigualdad social, no presencia de mujeres en la
escuela, falta de maestros y, no en último lugar, la dificultad de la escritura
china, con 50.000 signos, aunque una persona de cultura media usa unos 6.000.
Inmediatamente
después de 1949 se enviaron cientos de miles de estudiantes al campo como
maestros temporales para una intensa campaña de alfabetización, con un éxito
inmediato. Ya en 1959 había 90 millones de alumnos en la enseñanza primaria y
10 millones en la secundaria, mientras que en la universitaria había 820.000 en
1962. La enseñanza básica cubría en 1979 un 93% de la población en esa edad, la
enseñanza media un 51% del total. En 1992 las estadísticas revelaban una
notable mejora: 146 millones de estudiantes en la enseñanza primaria, 54 en la
secundaria y profesional, 2 millones en la universitaria. La enseñanza
permanente (sobre todo profesional) para adultos está progresando también, con
varios millones de alumnos, pero no hay una cuantificación exacta.
Las mujeres,
gracias a la igualdad de oportunidades para los sexos desde la ley de 1 de mayo
de 1950, han aumentado su presencia en el sistema educativo. En 1979
representaban en 45% de los estudiantes de enseñanza básica, el 41% de la
enseñanza media y el 24% de la enseñanza superior, en la que últimamente su
porcentaje ya está rondando el 40% (1995).
La campaña
de alfabetización de adultos persiste. De un índice del 34% en 1979 se pasó a
un 20,6% en 1987, de los cuales 154 millones eran mujeres y 70 millones hombres,
la mayoría de ellos en las zonas rurales y con edades altas, que componen en la
actualidad el principal grupo de analfabetos irrecuperables, cifrado en un 10%
aproximadamente en 1995. En 1992 el índice de analfabetismo ya era de un 17% de
media, siendo prácticamente nulo el analfabetismo entre la juventud, incluso en
las regiones más apartadas.
El sistema
educativo se divide en cuatro niveles: 1) Guarderías, para niños de semanas a
seis años. Están muy difundidas, universalizadas mejor, debido a la necesidad
de trabajar de las madres. 2) La escuela primaria, desde los seis años a los
12. La universalización es completa y gratuita. La disciplina es muy estricta.
3) La escuela secundaria, de los 12
a los 18 años. Está también universalizada, pero la
enseñanza en las ciudades es mucho mejor que en el campo. La instrucción
política es muy intensa y el régimen de disciplina es inflexible. Muchos niños
abandonan los estudios para ponerse a trabajar a los 14 años, la edad en que
deja de ser obligatoria la educación. 4) La universidad, que puede ser también
la enseñanza profesional en institutos especializados, que gozan del mismo
prestigio social que la universidad.
Las
necesidades educativas son enormes: China tiene todavía 180 millones de
analfabetos (el 90% en el campo) y hay unos 420 millones de niños de menos de
15 años que son escolarizados. Por todo ello las inversiones en educación son
una de las principales partidas del presupuesto.
En 1993 la
educación recibía el 2,5% del PNB, aun muy distante del 5,7% que se le destina
en los países asiáticos más adelantados, pero se tiene previsto llegar al 4% en
el año 2000. Byron [1989] hizo un estudio sobre el “retorno” de la inversión en
educación, según el método cuantitativo, en China; demostraba que la inversión
educativa redundaba en un aumento mucho mayor de la producción, una visión en
la que coinciden las autoridades chinas.
La escasez
de profesores y de aulas se suple con una masiva presencia en clase y la
presencia de varios turnos, lo que redunda en una escasa eficiencia escolar. La
situación de los profesores de enseñanza primaria y secundaria es preocupante
en 1995, pues en el campo deben ser pagados por las familias y en las ciudades
los que pueden pagar tienden a enviar a sus hijos a las escuelas privadas que
están apareciendo.
En la
actualidad se permite la enseñanza privada y se da libertad a los centros para
establecer su propio programa de estudios, en el que ocupa un lugar
privilegiado el estudio del inglés, de la informática y de las ciencias en
general. Bettelheim se quejaba amargamente, al principio de las reformas, de la
vuelta a una “educación elitista” [1978: 42-45], basada en los “conocimientos
académicos y librescos”, en los que se basaba la reforma de 1977, que luego se
ha profundizado extraordinariamente.
Examen de grado de Secundaria.
UNIVERSIDAD.
El sistema
universitario es gratuito, con becas para los estudiantes que superan los
difíciles exámenes de ingreso. Son corrientes en China las noticias de que
estudiantes se suiciden por no superar estas pruebas o no seguir el durísimo
ritmo de estudio. Dura entre tres y seis años, con intensísimos programas. La
cantidad de horas lectivas es aproximadamente entre el doble y el triple que en
España y los resultados académicos, como consecuencia, son extraordinarios,
como lo demuestra el avance en investigación y tecnología que ha hecho China en
los últimos decenios.
Se
distinguen las universidades generales (que han extendido desde 1979 sus
currículos a todas las materias, tanto humanísticas como científicas), las
universidades técnicas (especializadas en facultades científicas), los
institutos de tecnología, los institutos de Pedagogía Superior, agricultura,
geología, geografía, Derecho, economía, ciencias políticas, filología e
idiomas, medicina, técnica, más las escuelas de arte y música. Todas las
ciudades grandes y la mayoría de las ciudades medianas tienen sus
establecimientos universitarios.
Si en 1949
ya había más de 200 centros, en 1968 apenas había aumentado su número pero sí
el número de universidades “populares”, llamadas también de “tiempo libre” o de
“trabajo-estudio”, de un nivel muy inferior, fundadas desde 1958 en las
ciudades y en las comunas, con millones de trabajadores-estudiantes, mientras
que los estudiantes stricto sensu
eran 820.000 en 1962. Después de las reformas de 1979 y a lo largo de estos
años últimos, el número de universidades ha crecido y sigue haciéndolo.
La
universidad se ha masificado enormemente en los últimos años, con millones de
estudiantes, multiplicándose el número de establecimientos universitarios,
sobre todo los científicos, mientras que la matrícula en las universidades de
Humanidades es muy escasa hoy. Los problemas de congestión son notables en las
universidades de las grandes ciudades, sobre todo en Beijing, que cuenta con
diez universidades y casi un centenar de establecimientos. Los estudiantes
(salvo los residentes en la misma ciudad) acostumbran a residir en grandes
residencias comunales, que el régimen ha fragmentado y controlado estrechamente
desde las revueltas de 1989 porque fueron el foco de la rebelión estudiantil.
Los nuevos alumnos universitarios (a partir de 1994) en Beijing deben pagar una
matrícula de entre 1.000 y 1.500 yuanes, según las materias humanísticas o
técnicas, siendo insuficiente la beca de 100 yuanes mensuales que recibían en
1993.
Las becas en
el extranjero han beneficiado a un millón y medio de estudiantes, que en su
mayoría han vuelto a China después de estudiar en Europa y EE UU.
CULTURA
La afición
por el arte, la música, la ópera, la poesía y el teatro del pueblo chino es
proverbial. Hay numerosas obras de divulgación sobre el tema y todas coinciden
en que la presencia de las actividades culturales en la vida cotidiana es muy
superior a la que goza el hombre occidental. En casi todos los pueblos, incluso
los más pequeños, hay artistas, poetas, conjuntos teatrales y musicales, etc.
La forma de participación más frecuente es la fiesta popular, en la que las
actividades culturales en su sentido más extenso son el ingrediente básico.
Como ejemplo de la inmensa masa de la producción artística, se calcula que hay
250.000 pintores, que producen unos 4 millones de cuadros, con una total
libertad creativa, aunque no hay facilidades para la exposición de sus obras,
por la falta de espacios dedicados a ello [una exposición de pintura china
actual, en el Kunstmuseum de Bonn, del 29 de febrero al 16 de junio de 1996. “La
Vanguardia” (29-II-1996) 60]
El auge del
cine contrasta con la relativa decadencia de la ópera, un reflejo de los importantes
cambios sociales, de las costumbres, de la economía, así como del ascenso de
China en el concierto internacional como pujante potencia cultural, que
trasciende de este modo el limitado conocimiento que tenía Occidente acerca del
Lejano Oriente.
El cine
chino está surgiendo como una fuerza cultural fundamental, con la llamada
Quinta Generación de la Escuela de Beijing. En 1995 se vendieron en las 3.100
salas (tantas como en EE UU) de China 5.000 millones de entradas (cuatro veces
más que en EE UU), lo que le da un tercio del consumo mundial. Los 16
principales estudios de cine han visto restringidos por el Gobierno los
créditos y subvenciones, por lo que han tenido que abrirse al capital
occidental, con extraordinarios resultados económicos. Las películas
extranjeras se difunden con entera libertad comercial, aunque los impuestos son
tan elevados que sus beneficios son mínimos.
El
conocimiento occidental sobre China se ha incrementado desde que las obras más
recientes están llegando a nuestras pantallas. Directores como Zhang Yimou y
Chen Kaige, actrices carismáticas como Gong Li... Las películas más famosas,
que han logrado prestigiosos premios en Cannes y Venecia, son las de Zhang
Yimou: Sorgo Rojo (1987), Ju Dou (1989, Semilla de Crisantemo), La
linterna roja (1991), Una campesina
china (1992), ¡Vivir! (1994), Shanghái Trial (1995). De Chen Kaige
tenemos la extraordinaria Adiós a mi
concubina (1993). La problemática de la libertad creativa en el cine chino
es notoria: la mayor libertad de los creadores está en constante pugna con los
límites de la censura y de hecho estos filmes son más celebrados fuera que
dentro del país, donde en los medios oficiales se acusa a estos directores y a
sus equipos de ser políticos disidentes pero no se les priva de medios
económicos pues estos ya provienen de inversores privados y de poderosas
compañías productoras independientes que arrostran los riesgos. Gong Li se ha
convertido de hecho en un símbolo de libertad, una actriz que encarna el mito
del éxito femenino y de la modernidad. Ella dice de Yimou: «Le acusan de subversivo
peligroso e intentan impedir que sus películas se vean en China. Pero no es un
político, sino un creador. Sólo quiere contar bellas historias y no pierde los
nervios cuando le atacan: él sonríe siempre y sigue haciendo lo que ama. No
tiene miedo a nada». Es una manera de definirse a sí misma a través de otro [Gong
Li, Primera Dama del cine chino. “El País Semanal” (19-XI-1995) 69].
En contraste,
la ópera china, representada por la Ópera de Beijing, está sumida en una fuerte
crisis desde el decenio de los 80, cuando comenzó a perder audiencia
rápidamente. La mayoría de los jóvenes piensa que el ritmo de la ópera es
demasiado lento y que sus historias han perdido contacto con la realidad. Los
jóvenes intérpretes se dedican a la canción pop y al baile en los conjuntos que
actúan en los hoteles y en las salas de fiesta, donde pueden multiplicar sus
ingresos. Ello contrasta con el aumento del interés internacional por la Ópera
de Biejing, uno de los cuatro símbolos tradicionales de la cultura china, junto
con la Gran Muralla, el Palacio de Verano y la Ciudad Prohibida. Mientras que
China se occidentaliza, el mundo se “chinifica”.
La Televisión Central de Cina (2008), en Pekín.
LA TRAGEDIA
DE LOS NIÑOS HUÉRFANOS.
La sociedad china
sufre un problema histórico en la situación de los huérfanos, que obedece a dos
causas: fallecimiento de los padres sin conocerse otros familiares (esta causa
en China es casi imposible, por las fuertes relaciones familiares) y el
abandono, que es la causa casi universal. Ya nos henos referido a las causas de
la preferencia china por los varones. La consecuencia es abrumadora: el 90% de
los abandonos son de sexo femenino.
Como
resultado, en 1996 había 100.000 niños abandonados en China, según el
Ministerio de Población. La ONG Human Rights Watch ha localizado a 17.000 en
orfanatos urbanos y a 37.000 en centros rurales, desconociéndose la
localización de otros 46.000 [Muerte por negligencia. “El Mundo”
(11-I-1996)]. Según esta ONG, como quedó reflejado en testimonios y en
documentales del canal británico Channel 4, las autoridades chinas (en concreto
las de Shanghái) dejan morir, maltratan o “desaparecen” a las niñas en general
y a los niños con deficiencias psíquicas y físicas. En algunas provincias es
común la muerte de todos los huérfanos, como lo prueba que, según las
estadísticas oficiales, en 1989 ingresaron en los orfanatos de la provincia de
Fujian 109 niños y todos ellos murieron antes de un año.
En general,
en los orfanatos de las grandes ciudades, es aceptable la situación del resto
de los niños, llamados siempre al nacer “Gou
Xing” (Sin Apellido) y “Mei Ming”
(Sin Nombre), aunque se cuenta con sólo una cuidadora para cada 100 niños,
según algunas fuentes. La mortalidad general está en el 50% al cabo de la
infancia. El Gobierno ha aumentado los fondos presupuestarios para mejorar sus
condiciones y ha favorecido la solución de la adopción por extranjeros,
cumpliendo lo acordado en el Convenio de derechos infantiles de la ONU, que
firmó en 1991. La adopción de niños chinos en España es todavía difícil por la
falta de un acuerdo entre ambos países que ordene el modo jurídico de
realizarla. Las vicisitudes de la adopción de niños pueden llegar a ser muy
arduas [“El Mundo” (27-X-1995) 30], pero no imposibles, aunque en 1994 sólo se
habían conseguido en dos casos.
Un editorial
de El País, El horror de los orfelinatos
chinos (29-X-1995) exponía de modo apasionado la situación de los huérfanos
y la polémica por un video de la BBC sobre el tema:
«Todo el mundo
sabe que China, hoy y cuando era un imperio más poderoso, hace cuatro milenios,
ha sido un país violento, en el que no ha primado precisamente el respeto al
individuo. Las grandes ideas y los objetivos magníficos, la sacralidad del
emperador en su día o de las ideas de Mao Zedong más tarde, siempre ha sido
causa grandiosa y más que sobrada para la liquidación física o la esclavitud de
millones de seres humanos.
El valor de
la vida humana allí nada tiene que ver con el que se le otorga hoy en Occidente,
que también ha conocido largos siglos de crueldad. La compasión o el dolor
ajeno sólo se movilizan cuando afectan a algún familiar, a un ser querido del
entorno inmediato.
Hoy en día,
la República Popular tiene más de 1.200 millones de habitantes. Sus líderes
están convencidos de que con una tasa de natalidad similar a la de otros países
tercermundistas como la India se sumirían en el caos de la lucha por la
supervivencia. Así jamás alcanzarán la modernidad ni ocuparán el puesto de gran
potencia económica, política y militar que -están convencidos- les corresponde
en el siglo XXI. Este objetivo, el de recuperar la categoría de potencia
mundial y la hegemonía incontestada en Asia, es hoy, con la reunificación con Taiwán,
el máximo objetivo estratégico de Beijing.
Y cada chino
debe hacer su aportación, que, entre otras cosas, exige actualmente adherirse
de forma incondicional a la política de contención y limitación demográfica.
Esto es, que cada familia se limite a tener un hijo como máximo. Pero China no
es Beijing ni Shanghái, ciudades desarrolladas a las que llega la información y
en las que, pese a todos los lastres tradicionales, las parejas podrían
contentarse con una hija que fuera a la Universidad e hiciera algo provechoso
en la vida, quizás regalarles un nieto.
Cientos de millones
de chinos viven en terrenos agrestes, en montañas secas que exigen un esfuerzo
titánico para ganarles unas verduras o hierbas para el paupérrimo ganado. De
ahí que los padres quieran a toda costa hijos varones con fuerzas para trabajar
el campo. Muchas familias esconden durante años a sus hijas para poder
engendrar después oficialmente un hijo. Pero muchos son delatados por
vecinos o funcionarios y el castigo es implacable: pueden quedarse con uno de
los hijos. Pocos se quedan con las niñas. Estas no son ejecutadas como
delincuentes menores o disidentes. Son ingresadas en unos barracones cuyo único
fin es albergarlas hasta que mueran de forma natural, por hambre o
cualquier enfermedad menor. Abandonadas y atadas a sus pequeños lechos o
barrotes para que no molesten más allá de sus gritos.
Televisión
Española y TV-3 han mostrado recientemente un gran y terrible reportaje sobre
lo que, sin duda, es una de las grandes aberraciones de nuestro tiempo. Es
bueno que la gente se aterrorice antes estas imágenes porque la compasión
dignifica. Los niños, cubiertos de llagas, al borde la muerte por inanición,
gritando o gimiendo en la total incomprensión de su suerte, son la más terrible
prueba de que este mundo aún alberga horrores que en nuestra latitud se tienden
a olvidar. Todo régimen, como el chino, que subordina la suerte- la vida y la
muerte- de sus ciudadanos a la realización de grandes planes para mayor
grandeza de esa abstracción que finalmente es el propio Estado, se condena al
crimen.
Todo Estado
que esté dispuesto a entrar por esta senda de liquidar a sus hijos debe saber
que tendrá enfrente, con firmeza, a un inmenso colectivo de seres humanos de un
sinfín de Estados democráticos, que denunciarán sus crímenes y no permitirán
que, una vez conocidos, queden impunes. La densidad demográfica es un problema
mundial, no sólo chino, y son muchas las organizaciones internacionales que
buscan soluciones y alicientes para que las parejas hagan una planificación
real de la familia. Pero el crimen institucionalizado no es sistema ni
programa, y el Gobierno chino debe saberlo con toda claridad.»
1.6. LAS
RELIGIONES.
Templo confuciano.
Los chinos
profesan el confucianismo (30%), budismo (23%), taoísmo (4,3%) y el islamismo
(3%). Unas estadísticas más restrictivas reducen estas proporciones a
confucianismo (20%), budismo (6%), taoísmo (2%) e islamismo (2%), más un
pequeño porcentaje de cristianos, siendo el resto ateos (se calcula que lo son
un 59%). Una elevada proporción no manifiesta ideas religiosas, y en algunos
censos el número de practicantes se ha reducido hasta un mínimo 10% pero la
religión impregna toda la vida social y casi toda la población e incluso los
mismos altos dirigentes chinos acostumbran celebrar las bodas y ritos de
iniciación, de acuerdo a las religiones ancestrales de sus familias. Las
fiestas religiosas, prohibidas durante la Revolución Cultural, han resurgido
como grandes fenómenos de masas, con una amplia participación. De hecho, la
mayoría de la población acepta un difuso sincretismo religioso, basado en la
suma de las creencias del confucianismo, budismo y taoísmo.
Los
musulmanes chinos se estiman en 25 millones, concentrados sobre todo en el
Noroeste. Un tercio son Hui (chinos Han cuyos antepasados se convirtieron al
Islam). Ha sido una minoría que ha sufrido una larga represión cultural y
religiosa.
Los
cristianos se estiman en unos 6 millones, divididos en católicos (4 a 5 millones), protestantes
(1 millón) y ortodoxos. Su distribución es muy amplia, porque son muchas las
zonas antiguamente influidas por las misiones, sobre todo en las ciudades
costeras en expansión, donde el cristianismo tiene un elevado prestigio social
y se ha convertido incluso en una moda entre la nueva burguesía de los
negocios, la más prooccidental. Los católicos se han beneficiado del acercamiento
entre Beijing y el Vaticano en 1994.
La política
oficial es permitir la libertad de cultos, pero prohibir el proselitismo
religioso e impedir su injerencia en la vida civil y política, lo que ha
supuesto un enfrentamiento con el budismo tibetano, que constituía en el Tíbet un
verdadero Estado monástico. Todas las propiedades de las religiones han sido
estatalizadas, pero los templos están concedidos en usufructo a las distintas
confesiones.
1.7. LAS
ETNIAS.
El 92% de la
población es de la etnia Han, que tiene unas características raciales muy
semejantes a las de las minorías nacionales que la rodean. Pertenece a la raza
mongólida, pero las variantes son numerosas dentro de la homogeneidad, de modo
que nos encontramos desde habitantes que apenas pueden diferenciarse de los
europeos, a los dos tipos más extremados, los habitantes de China del Norte y
los de la China del Sur. Los septentrionales son altos, de nariz aplastada y
cóncava, piel parduzca, cabellos rígidos, gruesos y oscuros, cuerpo casi
privado de vello, barba rala y ojos menos mongólidos que los del resto del
país. Los meridionales (y orientales en general) son de estatura baja, nariz
más aplastada, piel más clara, ojos muy mongólidos.
MINORÍAS.
China tenía
en 1990 unos 91 millones de personas pertenecientes a 55 minorías, la mayoría
en las fronteras internacionales, por lo que su descontento puede ocasionar
graves problemas. Un problema añadido es que su índice de crecimiento
demográfico es de media el triple que el de la mayoría Han, por lo que su
proporción crece de año en año. Las minorías han pasado del 6% al 8% en los
últimos 20 años y se calcula que llegarán al 15% hacia el 2025. Una prueba de
ello es que pasaron de 35 millones en 1953 a 91 millones en 1990.
Sufren un
subdesarrollo comparativo, debido a su permanencia en las áreas rurales, con
muy poco desarraigo en la emigración a las ciudades que sí aceptan los Han. Las
principales minorías son los mongoles, tibetanos, manchúes, zhuang, uigures,
hui, miao. Tienen plena igualdad de derechos con los han, porque la política
oficial es la valorización de las minorías, a cambio de su participación en la
vida nacional.
La libertad
religiosa y lingüística de estas minorías es casi total, con la sola limitación
de que no constituyan un gran poder político, pues pueden aprender su lengua
materna, conservar sus tradiciones y administrarse a sí mismas. Si ha habido
limitaciones a la etnia tibetana es porque esta aspiró en 1959 a la independencia. Las
lenguas que no tenían escritura han recibido una escritura “oficial”,
emparentada con el chino y la suya propia, para cubrir esta laguna. La
enseñanza en chino es sólo voluntaria, pero en las universidades es la única
existente, lo que supone una seria limitación para el futuro. Como ejemplo de
la mejora de sus condiciones sociales, ya en el decenio de los 50, se puede
apuntar que la minoría miao de Hunan pasó de tener 47 escuelas en 1949 a 1.700 en 1962.
Se pueden
distinguir dos grandes grupos minoritarios, el septentrional y el meridional.
El septentrional, que es el más conocido en Occidente por su relevancia
histórica, lo forman los mongoles, manchúes, uigures, hui y otros. El
meridional lo forman los zhuang, tibetanos, miao, etc.
Los mongoles
viven en Nei Mongolia, parte del Xinjiang y Qinghai. Han perdido la mayor parte
de sus características culturales, pero siguen fundamentando su economía en el
pastoreo.
Los
manchúes, que dominaron China hasta 1912, hoy son una minoría de estimación muy
difícil, de unos 3 a
6 millones, muy repartida por el territorio nacional, habiéndose fundido casi
por completo en la mayoría Han. Desde la liberalización de 1981 han reanudado
sus costumbres, pero su lengua está a punto de perderse en la práctica.
Los uigures
(los antiguos turanios), son una minoría de estirpe turca, de religión
musulmana y alfabeto árabe. Viven en su mayoría en la región autónoma de
Xinjiang.
Los hui son
una minoría religiosa, formada por los Han de religión musulmana. Están
asentados sobre todo en el valle del Huangho, en las provincias de Ningxia,
Xinjiang y Gansu, y más al Sur en Yunnan. En 1928 casi consiguieron la
independencia en Ningxia y Gansu, pero fueron brutalmente reprimidos. Minorías
más pequeñas, de origen étnico no Han, todas turcas, pero consolidadas con los
hui debido a su religión musulmana, son los tártaros, kirguises, uzbekos y
kazakhos.
Las minorías
meridionales, más numerosas, están mucho más fragmentadas y entre ellas la
mejor conocida es la tibetana.
Los
tibetanos son apenas 1,5 millones, asentados sobre todo en Xizang (Tibet), pero
también se han desperdigado en parte por las provincias y regiones colindantes.
Dominados por completo sólo en 1950, se rebelaron en 1959 contra el dominio
chino, pero fueron aplastados y el Gobierno procedió a reprimir la cultura tibetana
y a enviar cientos de miles de colonos chino, para “chinizar” el país. A
principios de los años 80 se volvieron a abrir los templos budistas de los
lamas y se procuró abrir una vía de diálogo, pero las revueltas separatistas de
1989 fueron reprimidas con la ley marcial y hoy es el principal problema de las
minorías nacionales en China.
El resto de
las minorías meridionales residen en las provincias fronterizas del Sur, cerca
de las fronteras con Vietnam, Laos, Thailandia y Myanmar (Birmania). La minoría
zhuang (también llamada kuan) tiene una población muy mezclada matrimonialmente
con los chinos, por lo que las estimaciones de su población varían entre los 8
y los 15 millones de habitantes, concentrados en Guangxi. Los miao residen en
Hunan y Guizhou, manteniendo sus costumbres matrimoniales ancestrales y son
unos tres millones. Los yao viven en las mismas regiones y son también unos
tres millones. Otro grupo que convive en la misma amplia zona es el de los yi
(también llamados lolo), muy desperdigados. Los thai residen en Guangxi. Las
provincias de Yunnan, Guizhou y Guangxi cuentan también con pequeñísimas
minorías muy aisladas en las montañas y dentro de ellas destaquemos la muy
pequeña minoría Lhoba, que sólo tiene 2.300 personas.
1.8. LOS
IDIOMAS.
El chino es
el idioma con mayor número de parlantes del mundo, seguido del inglés (aunque
este es mucho más influyente) y ha sido la lengua más extendida en Asia
Oriental y de hecho todos los idiomas de la zona desde Japón a Vietnam se basan
en su escritura y gramática.
El idioma
oficial de China es el chino mandarín, hablado por el 99% de la población,
aunque es la lengua materna de un 92% en 1995. La división lingüística se
corresponde casi exactamente con la división étnica. Los idiomas minoritarios
son el uigur en Sinkiang, el tibetano en Tíbet, el mongol el Mongolia Interior.
El chino
mandarín es una invención relativamente reciente, una “lengua común” impuesta
en el siglo XX, a base del mandarín septentrional que se hablaba en la zona de
Beijing.
La escritura
jeroglífica china tiene un infinito número de palabras [Tang-Loaec; Colombel,
1995] y a ello se une la inexistencia de una normativa definitiva sobre la
pronunciación y la morfosintaxis, la abundancia de dialectos (destacan el wen-li, el wu y el min), para crear
una situación muy grave y compleja que ha dificultado la comunicación entre los
habitantes de distintas regiones. Para superar las grandes dificultades de la
escritura tradicional china (con 50.000 signos), se ha empleado desde 1958 un
sistema alfabético latino, conocido como alfabeto fonético chino, con una
transcripción pinyin. La difusión de
la prensa, la radio y la televisión están haciendo mucho más por la unificación
lingüística del país que tres milenios de unión política.
1.9. LA
FORMA DE GOBIERNO. LA ADMINISTRACIÓN.
La
Constitución de 1954, reformada en 1975, sigue vigente pese a que en la
práctica sus supuestos y su aplicación han variado notablemente, gracias a una
interpretación laxa.
La República
Popular de China es un Estado socialista de dictadura del proletariado,
dirigido por la clase obrera, y basado en la alianza de los obreros y los
campesinos.
El poder
legislativo está confiado a una Cámara única, la Asamblea Popular Nacional
(Congreso Nacional del Pueblo Chino), órgano supremo del poder del Estado,
compuesta por diputados elegidos por provincias, regiones autónomas,
municipalidades directamente subordinadas a la autoridad central, fuerzas del
ejército y chinos residentes en el extranjero (art. 23). Elegida cada 5 años, se
reúne una vez al año.
Las
funciones de Jefe de Estado son ejercidas por el Presidente de la República,
que preside el Comité Permanente de la Asamblea Permanente de la Asamblea
Popular Nacional.
El Consejo
de Ministros, presidido por un Primer Ministro, tiene una función no política,
sino administrativa y técnica.
El país está
dividido en 21 provincias, 5 regiones autónomas y tres municipalidades urbanas
dependientes del gobierno central. Su autonomía es notable en todos los campos,
desde la economía a la educación, salvo en lo relacionado con asuntos de todo
el Estado, como la política, la defensa, el comercio exterior y algunos campos
que el Estado se ha reservado.
Las regiones
autónomas son: Xinjiang (Sinkiang), Xizang (Tibet), Nigxia, Nei Mongolia
(Mongolia Exterior) y Guanxi. Son regiones fronterizas, pobladas por minorías
no Han.
Las
municipalidades son: Beijing (Beijing), Tianjin y Shanghái. Son las ciudades
más importantes del país, con un influjo que se extiende por varias provincias
y ocupan un territorio muy superior al estrictamente urbano.
Las
provincias están divididas en prefecturas y estas en distritos (100 de media
por provincia), con un total de 2.137 distritos, que tienen una extensión media
de 4.500 km². A su vez muchos de los distritos están divididos en cantones
(equiparables a las mancomunidades de España). Finalmente están los municipios,
con una notable autonomía. A cada nivel de esta compleja jerarquía hay
asambleas populares locales deliberativas que ejecutan las leyes y los
decretos, elaboran los planes para el desarrollo económico y cultural local, los
presupuestos locales y aseguran el mantenimiento del orden. Su órgano ejecutivo
es el Comité Popular Local.
La Justicia
cuenta con un Tribunal Supremo, responsable ante la Asamblea, una Audiencia
Popular Suprema y una jerarquía de Audiencias y Tribunales populares en los
distintos niveles, desde la provincia al municipio.
Aunque hay
otros ocho pequeños partidos legales, unidos todos en el “Frente Unido”, el
Partido Comunista Chino (PCCh) detenta el poder real en el Gobierno y en todos
los sectores, pero su control se ha difuminado progresivamente desde las
reformas de 1979. Los sindicatos están completamente dominados por el Partido y
son simplemente las estructuras jerárquicas de sus células en las empresas y el
campo, con una organización paralela firmemente imbricada con el Partido.
Actualmente
han surgido poderes paralelos en las Fuerzas Armadas (el complejo
político-militar chino es una clara realidad, mucho más que en EE UU) y en las
instituciones provinciales y locales, dominadas por las nuevas clases sociales
emergentes (empresarios, técnicos, burocracia), a menudo amparadas por una
adscripción “oficial” al Partido pero que en la práctica hacen su propia
política sin trabas.
Los
Congresos del PCCh, trianuales, no han conseguido dominar esta tendencia, que
puede desembocar a largo plazo en tensiones autonomistas, muy preocupantes para
el régimen, siempre alerta contra el separatismo regional, que históricamente
ha sido la principal debilidad china y la fuente de sus grandes crisis
históricas. Un problema añadido es la crisis de poder que está latente hasta la
cercana desaparición de Deng Xiaoping, con una pugna entre los “conservadores”
y los “liberales”, que son los dos amplios grupos que representan
respectivamente a los partidarios de una fuerte centralización del poder (en
manos del Partido) y de su descentralización (en manos de la sociedad), aunque
son básicamente coincidentes en la política exterior y económica a largo plazo.
2. LOS
FENÓMENOS RURAL Y URBANO: EL TRANSVASE DE POBLACIÓN DEL CAMPO A LA CIUDAD. LOS
PROBLEMAS URBANOS.
Para Lyons
[1987] ha sido un logro del régimen comunista la integración de las regiones
rurales chinas en la economía nacional, mediante el desarrollo de los
transportes, la unificación político-económica, etc. Un estudio posterior, del
mismo Lyons [1993], remarcaba sobre el mismo tema de la integración de las
regiones chinas en la economía nacional, en este caso sobre el comercio de
granos, mediante el desarrollo de los transportes y la unificación
político-económica.
El régimen
chino no favoreció al principio el éxodo rural a las ciudades, porque deseaba
mantener el equilibrio entre la agricultura y la industria, además de que la
Revolución China se había fraguado en el campo, contrariamente al modelo
occidental de revolución urbana. Pero los servicios sanitarios, educativos y de
vivienda eran mejores en la ciudad que en el campo y ello supuso una continua y
perceptible fuente de atracción a las masas campesinas, cuyos hijos más
emprendedores ansiaban mejorar su condición. A ello se le unió la política
oficial de desarrollar la industria y la minería, con la explotación de nuevos
recursos, por lo que se revalorizaron antiguas poblaciones muy pequeñas o se
crearon nuevas ciudades al lado de los recursos minerales o energéticos.
Así
surgieron (o crecieron exponencialmente) ciudades importantes como Harbin (en
Heilongjiang), Anshan (en Liaoning), Changchun (en Jilin), Lanchou (en Gansu),
Wuhan (en Hubei), Baotow (en Nei Mongolia). Eran la mayoría pequeñas
poblaciones agrícolas, que ahora acogen grandes complejos siderúrgicos,
numerosas fábricas modernas, eficientes transportes y comunicaciones, barrios
de modernos edificios residenciales. El problema en estas nuevas ciudades es la
falta de equipamiento social, de parques públicos, y, sobre todo, la terrible
contaminación atmosférica y del agua. Baotow es calificada como la “Birmingham
del Gobi”, una ciudad erigida de la nada, que comenzó cuando los ingenieros
descubrieron en 1950 grandes cotos de hierro y una gran reserva de carbón.
Curiosamente
para los patrones occidentales, en 1955-1964 hubo un éxodo de las ciudades al
campo, por la política estatal de fomento del campo, y este fenómeno se repitió
en los años 1966-69, durante la Revolución Cultural, pero en la actualidad el
éxodo rural es masivo. Hubo en 1958-1964 una descentralización productiva en
las áreas rurales, con un freno del crecimiento urbano, pero terminó con el fin
de la izquierdista Revolución Cultural.
Knight y
Song [1993], estudian las profundas desigualdades económico-sociales entre las
regiones rurales chinas, acrecentadas de modo dramático tras la reforma de
1978. Mientras unas regiones acrecientan su riqueza de modo extraordinario, con
una apertura industrial y vendiendo productos a las zonas urbanas en expansión,
otras zonas están siendo marginadas de este desarrollo y se han convertido en
fuentes de emigración rural a las ciudades, para escapar de la creciente
pobreza. Además estas zonas subdesarrolladas son las que mayor índice de natalidad
sufren.
Lo [1989] ha
estudiado el impacto de la reforma rural liberalizadora de 1979 en la
estructura espacial, con la gran industrialización en las áreas cercanas a las
zonas económicas especiales. El detraimiento de suelo agrícola para dedicarlo a
las industrias es uno de los grandes peligros del campo chino en las áreas más
pobladas, pues coinciden con las más fértiles. Las casas y las fábricas se
están comiendo los campos que deberían alimentar la población.
En el mismo
sentido Veek et al. [1989] presentan un estudio profundo de los tres tipos de
explotación rural: tradicional, mixta e industrializada (la más cercana a las
ciudades, con trabajos de subcontrata) y llegan a la conclusión de que se está
produciendo una creciente interpenetración del campo y de la ciudad, con la
creación de fábricas y barrios obreros en las zonas rurales, conviviendo con
las formas tradicionales de producción agraria.
EL FENÓMENO
URBANO.
Reproducimos
parte del texto de Molinero sobre la estructura urbana china:
«La ciudad
china tradicional tenía un emplazamiento en la llanura, con un carácter de
mercado para el sector agrícola que controlaba (el umland), no apareciendo el carácter defensivo, salvo por lo que se
refiere a las murallas. Su trazado era totalmente ortogonal, como correspondía
a la cosmogonía china. Hoy se conserva ese trazado en algunas grandes ciudades
históricas, de las que son ejemplos típicos Pekín, Xián [Hsian), Tianjín o,
aunque con anomalías, Chengdu. La situación suele ser interior, no costera, ya
que el imperio chino fue siempre continental.
Estas bases
cambiaron radicalmente desde finales del siglo pasado, con el auge de los
imperialismo, la apertura de China al mercado internacional y la conquista de
Manchuria por los japoneses (ocupada desde la guerra ruso-japonesa, que acabó
con el tratado de Portsmouth) [un error de Molinero, pues fue retornada a China
en 1906, para ser reocupada por Japón desde 1931 hasta 1945]. Surgieron así
tres grandes ejes urbanos: un primer eje costero, con ciudades-puerto, que se
dedicaron al comercio de exportación, principalmente Shanghái, Cantón, Hong
Kong, Macao... Otro que seguía los grandes ríos, con ciudades comerciales y
mineras, especialmente en el valle del Yangtsé: Nankín, Wuhan, Chongqing... y,
finalmente, el eje de las ciudades manchúes: Anshan, Fushun, Benxi, Shenyang
(antigua Mukden), Chanhchung y el puerto de Luda (antigua Dairén).
El
desarrollo de estas ciudades se acompañó de de un marchamo claramente
occidental: grandes centros mineros, industriales o comerciales, en los que se
mezclaban fábricas, chimeneas y barrios obreros con una ausencia flagrante de
urbanismo. En Shanghái, por ejemplo, en 1949, un 20% de la población vivía en slums; 200.000 personas se hacinaban en
los barrios bajos de Nankín, y los slums
de Changsa ocupaban el 77% de la ciudad.
En todas
estas ciudades se apoyó el gobierno comunista para llevar a cabo su estrategia
de industrialización durante el I y II Plan Quinquenal. De ahí que la primera
alineación de ciudades industriales se localice en un eje costero o próximo a
la costa: Harbin, Shenyang, Tianjín, Shanghái, Cantón, a las cuales sucede otra
más al interior: Shijiazhuan (capital de Hebei), Zhengzhou (capital de Henan),
Wuhan y Hengyang (capital de Hunan) y, finalmente, un más occidental: Baotou,
Xian y Chongqing, doblada al oeste por Lanzhou y Chengdu, a las que se puede
añadir Urumchi.
Con esto se
trata de llevar a efecto una política consciente para un desarrollo organizado
de todo el territorio nacional, constituyéndose así grandes regiones
económicas, que se considera deben ser autárquicas y para ello se les dota de
grandes centros -las ciudades-, las cuales deben comportarse como directores de
ese desarrollo económico».
Dicho esto,
la realidad ha sido muy distinta de aquellos primeros planes, debido a los
continuos cambios de la política china. Sólo en el decenio de los 80, se ha
vuelto a los planes originarios, al comprobar el fracaso de los sucesivos
cambios en los objetivos.
Tras la
Revolución las ciudades vivieron un proceso demográfico de altibajos, con una
clara división en tres etapas: una primera etapa de expansión urbana y una
segunda etapa de éxodo urbano, seguida de una tercera etapa (la actual) de una
nueva expansión urbana [nº 18-20].
Antier
[1985], en un estudio sobre la evolución del urbanismo en China desde la
Antigüedad al presente, con el ejemplo de Beijing y Shanghái, hace una adecuada
mención de los cambios del maoísmo y de los problemas de congestión urbana que
ha originado la industrialización, el éxodo rural y el aumento natural de la
población. Muestra una extraordinaria continuidad del modelo ortogonal, en
contraste con el trazado regular de tantas ciudades de Asia Oriental. Este
trazado tan regular de las ciudades chinas se entiende porque son el reflejo de
un mundo celeste ordenado, con una estricta jerarquía geométrica.
La primera
abarca el periodo del I Plan Quinquenal (1953-1957), basado en la expansión
industrial. El régimen favoreció la creación de un proletariado urbano que
debía consolidar el comunismo. De los oficialmente 77 millones de ciudadanos de
1953 se pasó a 92 millones en 1957 y a los 130 millones de 1960, con graves
problemas sociales de congestión urbana, falta de viviendas y servicios,
suburbios del tipo “bidonville”, con decenas de millones de personas que no
encontraron medios de vida en la ciudad al desintegrarse las estructuras
capitalistas. La preocupación por estas consecuencias fue otro factor para el
cambio en la política económica en 1958.
2) Entonces,
a partir de 1958 y hasta 1964, surge un fenómeno sorprendente en el Tercer
Mundo: la “vuelta al campo” o “éxodo urbano”, que había tenido un corto
precedente en 1955 (cuando se forzó a retornar al campo a muchos emigrantes).
Entre 40 y 60 millones de personas en aquellos años debieron buscar
oportunidades de empleo en el campo y además este proceso se incrementó con la
ideología de la Revolución Cultural, de 1966 a 1972, cuando la “reeducación” de los
intelectuales pasaba por una etapa de trabajo manual en el sector primario. Las
ciudades crecieron de modo muy lento, por motivos naturales, sin inmigración.
Además las grandes ciudades perdieron población mientras que las medianas
crecían de un modo relativamente estable.
3) En la
tercera etapa, después de 1972 y sobre todo desde 1979 el proceso se invirtió, gracias
a la creciente atracción de las ciudades sobre la población rural. La
emigración a las ciudades está estabilizando en los últimos años el crecimiento
demográfico de las áreas rurales, excepto en las zonas más atrasadas
económicamente, en las que la natalidad sigue siendo alta debido al
mantenimiento de las costumbres y de las actividades tradicionales. En el
último decenio más de 150 millones de chinos han abandonado el campo para
trasladarse a las ciudades, en una sangría a la vez humana y económica porque
la mayoría son personas jóvenes y emprendedoras, quedando en el campo los menos
adecuados para el desarrollo económico y social.
La política
oficial que procuraba un desarrollo organizado y equilibrado de todo el país,
ha fracasado, pues la mayoría de los centros comarcales de nueva creación no
han conseguido prosperar.
Troillet
[1982: 39] cita al diario “Beijing Information” (17-III-1980): «una pequeña
aglomeración no puede pretender jugar el mismo papel que una ciudad. Y los
esfuerzos de nuestro país orientados desde hace tantos años hacia el desarrollo
de los centros comarcales han conducido a más fracasos que a éxitos. En una
palabra, es el desarrollo de las grandes ciudades el que proporcionará los
medios de sostener las pequeñas». Hay, pues, un reconocimiento del fracaso de
la política que pretendía eliminar las diferencias entre el campo y la ciudad,
así como se reconoce la práctica imposibilidad de industrializar los medios
rurales. «De ahí que las nuevas tendencias en la ordenación territorial del
país se apoyen en una jerarquización de las grandes ciudades o metrópolis
regionales como motores del desarrollo regional, sin olvidar a las pequeñas
ciudades» [Molinero: 457].
El resultado
es un campo en crisis y unas ciudades en auge, sobre todo las grandes, que
reciben millones de inmigrantes en búsqueda de una vida mejor.
Las
estimaciones sobre la proporción de población urbana y rural son muy dudosas. Molinero
[454] ha expuesto claramente esta dificultad: «los datos se prestan a serias
confusiones en virtud de los cambios administrativos de la propia estructura de
las ciudades chinas. En éstas se encuadra un conjunto de comarcas periurbanas,
con población dedicada a las actividades agrarias, que puede representar entre
un 30% y un 40% de la población urbana oficial. De ahí la gran importancia que
tiene la definición que se adopte. Por otro lado, la Administración china
redefinió y redelimitó lo urbano en 1984, con lo que las estadísticas son muy
confusas, ya que consideran urbana a la población que se encuentra en los
límites del perímetro oficial urbano, y que daban unas cifras de 19,4% en 1980
y de 46,6% en 1987 (Pannel, C.W., 1990: 220). Por otro lado, si se descuenta
toda la población agraria que habita en el perímetro urbano oficial, las cifras
acen enormemente. Así, Ma y Cui dan tan sólo un 15,7% de población urbana para
1984 (Ma, L.y C., y Cui, G., 1987). Por otro lado, parte de la población
periurbana trabaja a tiempo parcial en la ciudad, complicando aún más los
hechos [...]. Realmente, si de descontara la población agraria que vive en los
perímetros urbanos oficiales, las tasas urbanas se reducirían aproximadamente a
la mitad».
Estimamos,
de acuerdo a la comparación de muchas fuentes, que sólo un 25% de la población
vive en ciudades en sentido estricto, porque las estimaciones de que llega a un
45% se basan en asignar al apartado urbano a los habitantes de los municipios
que no viven en los núcleos urbanos sino en los núcleos rurales que los rodean
(los municipios chinos acostumbran a ocupar cientos e incluso miles de km²).
Por ejemplo, el 30% de los habitantes de Shanghái son población rural en
realidad y en Beijing llegan al 40% en total. China cuenta con 192 municipios
urbanos de más de 150.000 habitantes, pero hay que tener en cuenta que todas
las ciudades y capitales de distrito tienen una amplia faja periurbana o
rururbana en la que se interpenetran las actividades industriales, artesanales
y agrarias, al modo tradicional y que luego se acrecentó con la política
autárquica a partir de 1958.
En todo
caso, sean 300 o 540 millones de habitantes urbanos, nos encontramos ante el
país del mundo con mayor número de habitantes urbanos, con unas expectativas
enormes de crecimiento en este grupo.
Podría ser
mucho peor pues la política oficial ha penado la migración a las ciudades, pero
la urbanización parece inevitable porque la mecanización agraria empuja a
millones de personas a ganarse la vida en las ciudades. En 1984 ya había 20
ciudades con más de un millón de habitantes (sólo eran 6 en 1947), 30 con más
de medio millón y menos de uno (sólo eran 10 en 1947). Shanghái es la mayor
ciudad china (sexta del mundo) y tiene 15 millones en 1995 con una previsión de
23,4 millones en 2015. Beijing es la segunda (octava del mundo) y tiene 12,4
millones de habitantes con una previsión de 19,4 millones en 2015. Tianjín, la
tercera, tiene 11 millones con una previsión de 18 en 2015, todas ellas según
el informe del Centro de la ONU para los Asentamientos Humanos (Habitat). Las
estadísticas oficiales del Estado tienden a reducir drásticamente estas cifras
pero son mucho más fiables las de las propias instituciones.
Las
capitales de las provincias y regiones autónomas coinciden, salvo excepciones,
con las principales ciudades del país, como muestra la estadística adjunta.
Los
inmuebles eran construidos hasta hace poco por el Estado y los municipios,
sobre un suelo de propiedad social que por lo tanto sólo tenía los costos de la
urbanización. Luego eran asignados a las empresas para que los distribuyesen
entre los trabajadores con módicos alquileres (el 10% del salario de un jefe de
familia, incluidos los gastos de luz y agua). Las viviendas oficiales son
pequeñas: entre 5 y 18 m2
por persona. Gavinelli y Gibelli [1979: 244] confirman estas miserables
condiciones de las viviendas, con tres niveles, según las provincias y las
ciudades, que oscilan entre los 18
m2 por personas a sólo 5 m2, con una media que según
Troillet [1982: 37] está sobre los 5
m2 en 1980. Listengurt [1974: 135], explica como las
viviendas estatales, les cuestan a los obreros entre el 3 y el 5% de su salario
mensual, más los gastos de mantenimiento, que lo elevan al antes referido 10%
de media. Listengurt describe un tipo básico en los nuevos barrios
residenciales, como el banlieue de Shanghái, tiene dos o tres
habitaciones, con cocina, WC, agua corriente y electricidad, pero este modelo
de vivienda estaba entonces limitado a unos pocos privilegiados.
Pero en los
años 80 la situación cambió al proliferar miles de empresas privadas de
construcción que, después de comprar el usufructo de los terrenos, han
construido millones de viviendas. Hoy pueden encontrarse viviendas
unifamiliares en apartamentos lujosos y chalets en los alrededores de las
ciudades, aunque por precios exorbitantes para los magros salarios de la
población común. Sus beneficiarios son los nuevos empresarios chinos, que
asimilan los gustos de los ejecutivos y los técnicos extranjeros.
Para conocer
las desigualdades sociales en la vivienda, Pudney y Wang [1995] estudian la
distribución de las viviendas entre los habitantes de dos provincias chinas,
buscando los datos de viviendas familiares. La conclusión es que hay una brutal
equivalencia entre el nivel de la renta familiar y la vivienda, con muy escasa
redistribución de la vivienda de acuerdo a las necesidades familiares. Un
soltero rico tiene asignada una vivienda que puede ser mayor que la de una
familia numerosa con menor nivel de renta.
Algunos
estudios (tal vez demasiado oficiales o “comprometidos”) apuntan, sin embargo,
a que China ha logrado evitar la aparición de suburbios miserables, la
especulación urbanistica y los peores problemas de viviendas, infraestructuras
y servicios. Ejemplo de ello es el texto del propio Molinero [458]:
«las
ciudades chinas no sobresalen por los grandes conjunto arquitectónicos, debido
a la pobreza de medios, pero sí por el carácter de su urbanismo, basado en la
propiedad social del suelo. De este modo, los complejos residenciales nuevos se
localizan en los alrededores de las ciudades, tanto más alejados del centro
cuanto más contaminantes sean las industrias que los acompañan. Pero el espacio
industrial y el residencial quedan separados por zonas verdes. Los grandes
complejos residenciales, que cuentan entre 5.000 y 25.000 habitantes,
constituyen el elemento básico de la planificación y crecimiento urbano en las
ciudades en expansión. Normalmente responden a planos perfectamente ordenados,
en los que sólo se ocupa para la construcción alrededor del 30% de la
superficie, dejando un abundantísimo espacio libre para vías, zonas verdes,
servicios recreativos... Los edificios suelen tener entre 3 y 6 plantas y desde
el momento de su construcción quedan dotados con equipamientos comerciales,
culturales y sociales. También se tiende a asentar en ellos las actividades
económicas de tipo artesanal o similares, a fin de evitar al máximo los
desplazamientos de población, de manera que el complejo residencial junto con
las fábricas constituye una unidad cerrada.
Frente al
complejo residencial están surgiendo nuevos barrios céntricos, construidos
sobre los solares de antiguas casas de planta baja deterioradas. Así, la
densificación del tejido urbano, sustituyendo las pequeñas casas degradadas por
edificios en altura, ha adquirido carta de naturaleza en todas las ciudades
históricas».
Pero esta
descripción casi paradisíaca, que se correspondería a una ciudad-jardín inglesa
o un modelo de Le Corbusier, apenas se corresponde con la realidad, salvo la
remota excepción de algunos polígonos modelo para miembros del Partido.
Para
desmentir estas tesis nos referimos al estudio de Kirkby [1986], profesor de la
universidad inglesa de Sheffield, que ha dedicado cuatro años al estudio del
urbanismo contemporáneo en China, al principio seducido por la idea de que se
estaba desarrollando una utopía, con la propiedad social del suelo, sin
especulación capitalista, con servicios comunes de guardería y cocinas entre
otros, en lo que sería un modelo de urbanismo para el futuro de la Humanidad.
Pero al
final quedó completamente desilusionado, por los pavorosos problemas del
urbanismo chino, incapaz de solucionar mínimamente las lacras sociales. No se
ha erradicado el problema del hacinamiento de los recién llegados a las
ciudades en chabolas que se juntan en grandes barrios de “bidonvilles”,
mientras que millones de los antiguos habitantes permanecen en los masificados
barrios centrales, donde gozan de mejores servicios y oportunidades de empleo,
a cambio de viviendas con tres o cuatro metros cuadrados por habitante, que no
desean abandonar porque el desplazamiento desde los barrios periféricos sería
muy costoso en tiempo debido a los malos transportes y comunicaciones.
En las ciudades
el problema de la especulación urbanística ha estallado aproximadamente desde
1990, con un encarecimiento escandaloso del suelo, cuyo máximo ejemplo es Shanghái.
El gobierno chino, a pesar de las buenas intenciones, dedicó la mayor parte de
las inversiones al desarrollo económico, consideran al sector de vivienda como
improductivo, por lo que pronto hubo un estrangulamiento en el sector
industrial del cemento y de los materiales de construcción, con lo que la
población recién llegada a las ciudades debió hacinarse en condiciones
infrahumanas.
Kirkby
también destaca la importancia de la fuerte expansión urbana en la primera
etapa de industrialización (1953-1957), con un largo parón, hasta la
actualidad, cuando hay un nuevo proceso de urbanización, coincidente con el
desarrollo industrial.
Beijing, Shanghái,
Guangzhou y las ciudades que rodean a Hong Kong se están desarrollando
aceleradamente, gracias a la liberalización económica, las fuertes inversiones
públicas y extranjeras, y el éxodo rural.
Ha sido este
un desarrollo con enormes injusticias sociales, que ha agravado todavía más la
situación en los barrios de chabolas, que ha dejado sin resolver las carencias
de suministro de agua potable, del alcantarillado, de la recogida de basuras,
de los parques y jardines públicos, del transporte colectivo, etc.
3. LA
SOCIEDAD EN TRANSFORMACIÓN: EL CAMBIO DE MENTALIDAD DEL COMUNISMO AL
CAPITALISMO, DE LO COLECTIVO A LO PRIVADO. LA ADAPTACIÓN DE LA FAMILIA. LA
DESINTEGRACIÓN DEL ESTADO.
R. Terrill [1991] y otros muchos periodistas,
exploran las tensiones culturales e ideológicas en la China actual y nos
muestra un cambio sociológico acelerado, de tremenda intensidad y velocidad,
con la adaptación de los jóvenes chinos a los modos occidentales, como asimismo
ocurre en toda Asia. Libros clásicos y extranjeros, películas occidentales,
discos de música clásica, la música rock en la discoteca por la noche, fiestas
de lujo con orquestas norteamericanas, la mejor moda en el vestir, consumismo a
tope, el golf en campos privados (el empresario Chen Chubo ha construido uno de
10 millones de dólares con los beneficios de sus hipódromos), el juego
(legalizado, como demuestra el auge de las apuestas hípicas), las playas de
TsingTao y Dalien en verano, las mismas drogas incluso. El mundo se está
uniformizando culturalmente y China está dando pasos acelerados hacia la
aculturación.
Debemos
preguntarnos si China conseguirá mantener su cultura tradicional, como sí lo ha
conseguido Japón o ésta sólo restará en algunas zonas rurales atrasadas. Las
religiones occidentales están resurgiendo como un modo de libertad pero también
como una moda que infunde prestigio social, “occidentalismo”. Confucionismo,
budismo y taoísmo están también recuperando espacio y libertad para manifestar
sus ritos y creencias, pero parece como si ello fuera algo superficial en las
ciudades, tan enteramente dedicadas al consumismo, al materialismo.
La juventud
formada en las universidades puede considerarse plenamente equiparada en formación
e ideales de progreso a la japonesa y muestra una gran agresividad empresarial,
una ansía de bienestar económico, siguiendo la máxima de que “El dinero lo es
todo”, y no desea emigrar fuera del país sino que considera que puede conseguir
las más altas cotas de bienestar en la misma China, gracias a que hay muchas
oportunidades y falta personal preparado. Muy distinta es la situación de la
mano de obra poco formada profesionalmente y que ha fracasado en sus primeros
intentos en la ciudad, que en parte procura emigrar al extranjero, buscando
nuevas oportunidades.
LA FAMILIA.
Continúa el
apego chino por la familia, considerada una estructura sagrada, que soluciona
los problemas económicos de sus miembros más lejanos y mueve sus hilos para
darles o descubrir trabajo para ellos. Los jóvenes siguen casándose sin apenas
excepción, en gran parte por salir de casa y escapar de la férrea vigilancia
paterna, pero ahora escogen a sus parejas “por el amor”, una palabra que
representa un hallazgo prodigioso, desconocido históricamente en China, cuando
el matrimonio era un contrato económico y social, aunque ello conlleva un
aspecto negativo y es que la valorización del matrimonio por amor choca con la
dificultad de encontrarlo y mantenerlo así que las parejas se divorcian en
mucha mayor medida que antes, yendo a la búsqueda de la nueva pareja “por amor”.
DROGAS Y
DELINCUENCIA
Las drogas
se extienden como una calamidad. De las miles de ejecuciones cada año en China
una de las causas fundamentales es el tráfico de droga, sobre todo en la
provincia sureña de Yunnan, cerca de la frontera con Hong-Kong, Macao, Tailandia
y Birmania. En las áreas rurales más apartadas el cultivo del opio, su refinado
y su tráfico en el mercado interior y exterior es una fuente de riqueza
demasiado fácil para un amplio grupo de personas. Las sentencias a muerte
siempre aducen esta motivación: son un “grave peligro para la sociedad”. La
ejecución es pública, se desea que ejemplarizadora, masiva (a veces con decenas
de ejecutados en el mismo momento), portando un letrero con la identificación y
el delito, de un tiro en la cabeza por detrás, pagando la familia los gastos de
la ejecución y del sepelio. La lectura del diario Yunnan Daily es cada mes una
fuente de primera mano sobre el tráfico de drogas y su represión.
LA MORAL
SEXUAL
Otro ensayo
sobre el tema del cambio sociológico, de Siu [1995], nos informa sobre los
efectos de las reformas en los años ochenta y las relaciones entre el Estado y
la sociedad desde un punto de vista antropológico, con el impacto de la
Revolución y sus vicisitudes entre la población. Hoy el amor o la libre
decisión de los jóvenes han sustituido al convenio familiar a la hora de
encontrar pareja en el matrimonio. Hay una clara apertura sexual en la
juventud, con una liberación sobre todo en la Universidad y en las ciudades.
Hay una escasa permisividad sexual en la sociedad china “oficial”, pero en la
sociedad “real” esto está cambiando de modo muy rápido. Sin duda sigue estando
muy mal visto por el régimen comunista el tener relaciones prematrimoniales o
adúlteras (aunque la población le ha perdonado esto a su heroína Gong Li),
porque se entiende en general que la familia es una unidad básica del Estado.
En consecuencia había también una escasa presencia de prostitución en la
sociedad interior (para los parámetros occidentales), pero en los últimos años
comienza a romperse este tabú: los cuadros del Partido consideran la
prostitución como una “actividad tradicional” y en las tres mayores ciudades
hay decenas de miles de muchachas del campo que se prostituyen en público o en
los hoteles para los turistas y los nuevos empresarios o altos cargos chinos y
muchas después de ahorrar los suficiente vuelven al pueblo o se instalan
definitivamente en la ciudad para invertir en un negocio y casarse, pues son
muy apetecidas como esposas y la prensa alaba sus hazañas económicas lo que
demuestra que en la sociedad tradicional la economía es un factor esencial en
las decisiones familiares [“El País” (16-X-1995) 26]. Los karaokes asiáticos se
han convertido en burdeles bis, con toda clase de servicios sexuales bajo la
cobertura de sus actividades musicales. El mismo Ejército Popular de
Liberación, como tal ente jurídico, tiene inmuebles dedicados a burdeles para
los extranjeros y la burguesía, como uno de sus más lucrativos negocios, con la
ventaja de autoprotegerse el negocio. De hecho, las Fuerzas Armadas son un
grupo de poder muy influyente, decidido a mantener sus mejoras de nivel de vida
y potencialmente agresivo, decisivo en la lucha por el poder entre bastidores a
la muerte de Deng.
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