GE UD 05. EL ESPACIO RURAL Y
EL SECTOR PRIMARIO ESPAÑOL.
LOS ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
LOS FACTORES FÍSICOS
DEL ESPACIO RURAL.
El clima.
El relieve.
El suelo.
LOS FACTORES HUMANOS DEL ESPACIO
RURAL.
La población rural.
El hábitat rural.
El poblamiento rural disperso.
El poblamiento rural concentrado.
La transformación reciente del hábitat rural.
La propiedad de la tierra.
La población agraria: actualidad.
LOS PAISAJES AGRARIOS.
El paisaje agrario atlántico.
El paisaje agrario mediterráneo interior.
El paisaje agrario mediterráneo litoral.
El paisaje agrario de las Islas Canarias.
LAS POLÍTICAS AGRARIAS.
El sector primario y la PAC: actualidad económica.
EL SECTOR PRIMARIO: ACTUALIDAD ECONÓMICA.
LA AGRICULTURA.
La extensión cultivada.
La modernización de las técnicas agrícolas.
Los cultivos en España.
La agricultura: actualidad económica.
LA GANADERÍA.
Los dos tipos de explotaciones ganaderas.
Las cabañas ganaderas.
La ganadería: actualidad económica.
LA SILVICULTURA.
LA INDUSTRIA
AGRARIA.
LA PESCA EN ESPAÑA.
Los tipos de pesca.
Los métodos de pesca.
Los factores físicos de la actividad pesquera.
Los problemas del sector pesquero español.
La política pesquera.
Las ocho regiones pesqueras de España.
Producción pesquera y consumo de pescado en España.
La acuicultura española.
La pesca: actualidad económica.
EL ESPACIO RURAL Y
EL SECTOR PRIMARIO ESPAÑOL.
España es en el siglo XXI la principal
potencia agrícola emergente en Europa, con una alta competitividad gracias en gran parte a las grandes
inversiones en regadíos, tecnología y comercialización. La producción aumenta tanto
en tonelaje como en rentas; se ha equilibrado la balanza comercial agraria gracias
al enorme impulso del subsector hortofrutícola, aunque es deficitaria en carnes
y animales vivos, cereales (trigo y maíz), leche y productos lácteos, y pescado,
y es una gran exportadora en verduras y frutas. Hay déficit comercial en productos
de alta calidad y valor añadido, pero los últimos años esta tendencia se está invirtiendo.
Las ventajas comparativas
españolas son los precios y costes más bajos; la existencia de variedades vegetales
muy demandadas por los mercados europeos; la prolongación de muchas producciones
casi todo el año; la mejora de la logística y distribución siendo su acceso a los
mercados europeos cuestión de 1-2 días tras la recogida; el solapamiento de las
campañas, con productos tempranos respecto de los europeos, como ocurre con la
patata temprana de Mallorca y Canarias; y la oferta comercial concentrada en unos
pocos distribuidores (aunque en detrimento de los productores).
LOS ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
El sector agrario español
es el fruto de un largo proceso histórico, que hunde sus raíces en la época
romana y más tarde en la Edad Media, cuando el poder político y la propiedad de
la tierra iban de la mano. Los latifundios de la nobleza, la Iglesia y los municipios,
o sea, las “manos muertas”. La gran reforma de la desamortización del siglo XIX
reestructuró la propiedad pero no resolvió los problemas de la agricultura tradicional:
el latifundismo y la escasa capitalización de la explotación.
Las reformas agrarias
durante la II República y el primer franquismo no alteraron la situación, fracasando
tanto la concentración parcelaria como el acceso de los jornaleros a la propiedad.
El sector agrario, basado en la abundante y barata mano de obra, sobrevivía gracias
a la protección arancelaria (sobre todo el cultivo del trigo), y sólo unos pocos
productos mediterráneos (vino, aceite, naranjas) eran competitivos.
Pero el cambio de la
política económica en 1959, al abrir el país al mercado internacional, alteró radical
y vertiginosamente la situación del campo. Se pudo importar maquinaria, abonos
y semillas con lo que aumentó la productividad, disminuyó la necesidad de mano
de obra y creció la renta agraria gracias a la demanda urbana y la energía barata.
Un masivo éxodo rural facilitó la concentración de la propiedad. Empero, la crisis
energética de los años 70 cayó sobre el sector agrario: aumentaron los precios
de la energía y de los productos industriales que compraba el campo (maquinaria,
abonos...) muy por encima de los precios de los productos agrarios, la renta agraria
bajó y muchas deudas de inversión quedaron impagadas. El nuevo sistema moderno,
además, dañó el medio ambiente con el uso masivo de abonos y plaguicidas, y el
que muchos pueblos quedaran despoblados. Además hubo un envejecimiento generalizado
de la población activa agraria. Cuando España entró en 1986 en la UE muchos de
los problemas restaban irresueltos, como el de los subsectores del vino, aceite
de oliva, hortofrutícola, cárnico y lácteo... con excesos de producción que deben
subvencionarse y un creciente gasto de abono y plaguicidas.
LOS FACTORES FÍSICOS
DEL ESPACIO RURAL.
El espacio geográfico
rural de España es problemático e incluso hostil en ocasiones, marcado por el
clima mediterráneo (excepto en la cornisa cantábrica), el elevado relieve (600 m de altitud media), las escasas
precipitaciones, las heladas, las sequías prolongadas, los procesos erosivos o la
desertización. Pero tiene las ventajas de la variedad de climas, la alta insolación
y la proximidad al mercado europeo.
El clima.
El clima es el factor esencial que condiciona
el sector primario porque de él dependen la vida de la flora y fauna, ya que cada especie
tiene un óptimo climático, con un grado determinado de temperatura,
precipitaciones, luz solar y evapotranspiración. Por lo tanto, en España
predominan las especies vegetales de cereales, el olivo y la vid, y el ganado
ovino. Las condiciones climáticas propias
de la Península Ibérica no son muy favorables, porque las precipitaciones están
mal distribuidas, son escasas e irregulares, las temperaturas medias elevadas y
las heladas son frecuentes.
Climograma de Gijón, en la zona oceánica.
Climograma de Gijón, en la zona oceánica.
Climogramas de Huelva, en la zona mediterránea litoral (con influencia atlántica).
En España existe un gran contraste
pluviométrico en su territorio. Se pueden diferenciar tres áreas: una España
húmeda, donde hay un superávit anual de agua; una España seca, en la que existe
un déficit de agua y un verano seco de entre tres y cinco meses; y, por último,
una España semiárida, con un número de meses secos igual o superior a seis, que
se circunscribe al sudeste y a ciertos enclaves de las cuencas de los ríos Ebro
y Duero, de La Mancha y parte de las islas Canarias, unas áreas en las que los
cultivos sufren por la aridez. Esto explica que tradicionalmente se utilizasen sistemas
de cultivo como el barbecho y la rotación de cultivos en las grandes
extensiones de secano.
España es un país predominantemente
templado, pero hay grandes contrastes térmicos entre el interior, por un lado,
y la periferia y las islas, por otro. Así, por ejemplo, la zona litoral
oriental y meridional de la Península, y también las islas, presentan
temperaturas más suaves debido al efecto termorregulador del mar, por eso
tienen mejores condiciones para el desarrollo de productos hortícolas, que adelantan
su ciclo de maduración.
El relieve.
El relieve condiciona las actividades
agrarias y en España lo hace negativamente. Las causas son: el relieve muy
accidentado, cuya pronunciada pendiente perjudica a los suelos agrarios,
degradándolos; la disposición periférica de las principales cordilleras, que
obstaculizan la penetración de las masas de aire húmedas de procedencia marina y
las resultantes precipitaciones; la elevada altitud media peninsular, de forma
que únicamente el 11% del territorio español se encuentra por debajo de los 200 m de altitud, la óptima
para los cultivos hortofrutícolas.
El suelo.
La riqueza del suelo
depende de:
La textura: es el
tamaño de las partículas, siendo suelos pobres si son de arena; pesados y
húmedos si son de arcilla, que requiere un buen drenaje y son difíciles de
trabajar; muy adecuados si son de limos.
El espesor edáfico,
ya que los suelos gruesos permiten mejor la vida.
La estructura en
capas bien diferenciadas, con los horizontes A, B y C.
La porosidad que
permite la aireación y la vida biológica.
La composición química
en suelos ácidos o básicos, siendo los ácidos de tierras frías los más pobres.
La materia orgánica,
siendo más ricos cuanta más tengan, y en general procede del humus vegetal y el
estiércol del ganado.
El suelo español es poco apto para la
agricultura, en parte a causa de las sequías, de la escasez de las tierras
llanas y también porque su composición química no es la idónea para los
cultivos. Sobre el total de la superficie, el 40% está ocupada por tierras
cultivadas (de este porcentaje el 34% son tierras de secano y el 6% de
regadío), el 52% está ocupado por tierras sin cultivar y el 8% por terrenos
improductivos. Un elevado porcentaje de la superficie agrícola útil española
(SAU), el 81,3 %, ha sido calificado como Zonas Rurales Desfavorecidas y Zonas de
Agricultura de Montaña (ZAM). Los suelos más fértiles son los arcillosos de las
cuencas sedimentarias de los ríos Duero, Tajo, Guadiana, Ebro y Guadalquivir.
LOS FACTORES HUMANOS DEL ESPACIO
RURAL.
La población rural.
La población rural
ha disminuido y envejecido a lo largo del siglo XX. El éxodo rural comenzó en
el siglo XIX como resultado de la llegada de la Revolución Industrial a España
y se intensificó en el siglo XX, yendo millones de campesinos hacia los grandes
centros urbanos y el litoral. La población rural bajó y el medio rural se quedó
vacío: entre las consecuencias negativas para el espacio rural destacan el abandono
de muchas tierras y pueblos, lo que ha provocado la pérdida del histórico paisaje
rural y otros efectos como el aumento de los incendios.
Se cuantifica el
descenso de la población activa agraria:
1900: 60%
1930: 46%
1960: 40%
1990: 16%
2012: 6%
Durante la segunda mitad del siglo XX y los primeros decenios del XXI se ha reducido espectacularmente, aunque se ha estabilizado mucho desde 1998,
llegando a haber desde entonces un cierto fenómeno de vuelta al campo por parte
de profesionales urbanos de mediana edad.
Entre 1975 y 1991 la población activa agraria bajó de 2,9 millones de personas a 1,2 millones y en 1996 estaba sólo en 1 millón de activos, y en 2012 comprende cerca de 800.000 campesinos. En la actualidad los campesinos viejos se retiran o mueren, y muchos jóvenes se van a la ciudad porque rechazan una actividad agraria escasamente remunerada y al existir unas rentas por debajo del 50% respecto al resto de los sectores, de modo que en los primeros años del siglo XXI se ha acentuado el proceso de reducción y envejecimiento de la población rural: desde 1990 menos del 20% de la población española vive en el 90% del territorio, el considerado rural, y en 2008 bajó al 17,8%.
El hábitat rural.
Más del 90 % de los municipios
españoles están considerados como rurales. La mayor parte de los núcleos
rurales españoles, además muy pequeños, se localizan en el interior peninsular.
Las poblaciones de la cornisa cantábrica tienen un mayor tamaño debido a la
agrupación administrativa de parroquias, casas y aldeas que constituyen una
única unidad administrativa, mientras que las poblaciones interiores del norte
peninsular son más pequeñas. Los pueblos del interior cercanos al litoral han
evolucionado positivamente debido a la alternativa que ofrecen a la presión
turística que sufre la costa.
La sociedad rural se organiza en dos grandes
tipos de poblamiento o hábitat, el disperso y el concentrado, cuyas diferencias
se explican por factores físicos, como la abundancia o escasez de agua, el
relieve, las comunicaciones o la historia.
El poblamiento rural disperso.
Predomina en la franja que recorre la cornisa cantábrica, desde Galicia hasta el País Vasco, y en algunos lugares del litoral mediterráneo y el interior de Andalucía.
Generalmente, está ligado a un tipo de
hábitat concreto, en el que el terreno se explota de forma individual por parte
de una familia, y la vivienda, las tierras de labor y las edificaciones propias
de las explotaciones agrícolas están unidas. Es el caso de los caseríos vascos,
las masías catalanas o los cortijos andaluces.
Actualmente, las explotaciones
agrícolas basadas en este tipo de poblamiento y aprovechamiento del suelo están
desapareciendo. Muchas de las viviendas han sido abandonadas, han sido
aprovechadas como segunda residencia, o se han dedicado a funciones económicas
no agrícolas, como el turismo rural.
El poblamiento rural concentrado.
Játiva (Xàtiva), en Valencia.
Este tipo de poblamiento es más
característico del interior peninsular. Atendiendo a su tamaño, estos núcleos
rurales tienen fundamentalmente dos tipologías:
En la zona septentrional, en torno a
los ríos Ebro y Duero y cerca de las cordilleras montañosas de Pirineos,
Cordillera Cantábrica y Sistema Ibérico, ha predominado un poblamiento
concentrado caracterizado por su pequeño tamaño y la existencia de múltiples
edificaciones diseminadas por todo el territorio, dedicadas a los diferentes
usos ganaderos.
En la zona meridional, en torno a las
cuencas de los ríos Guadiana, Guadalquivir y Tajo, el poblamiento rural
adquiere tamaños medianos y grandes.
La transformación reciente del hábitat rural.
Durante las últimas décadas, el medio
rural ha sufrido una serie de transformaciones muy ligadas a la evolución económica
y social de España, que han afectado a su fisonomía, al tamaño de los pueblos o
a la forma de las casas, así como a sus funciones.
Casas de turismo rural.
En general, los pueblos españoles
tienen una población escasa y envejecida, pero en bastantes núcleos se ha
revitalizado desde 1998 gracias al turismo rural, que une el aprovechamiento
agrario con el turístico gracias al atractivo del paisaje y de las actividades
agrarias. Muchas viviendas están siendo recuperadas gracias al desarrollo del
turismo y de las segundas residencias, y al retorno de personas mayores tras su
jubilación, pero esta recuperación no afecta a todos los núcleos por igual.
Las poblaciones mayores de quinientos
habitantes, las costeras, las periurbanas y las que se encuentran en enclaves
naturales singulares o protegidos han evolucionado positivamente, debido a las
mayores posibilidades de desarrollo económico que presentan.
Sin embargo, los pueblos más pequeños
o enclavados en lugares más inaccesibles han evolucionado negativamente; aunque
se reconstruyen las viviendas, estas solo se ocupan durante el verano y los
servicios suelen ser escasos.
La propiedad de la tierra.
Hay fuertes contrastes entre el norte
y el sur: en el norte peninsular predominan los minifundios y en el sur los
latifundios. En consecuencia, en el norte abundan los pequeños y medianos
propietarios, mientras que en el sur gran parte de las tierras pertenecen a un
pequeño número de grandes terratenientes, y por contra hay decenas de miles de
jornaleros no propietarios.
La estructura de explotación de la tierra en España no ha variado mucho en
los últimos cuarenta años. En general, se caracteriza por la pervivencia de la
dicotomía de muchas pequeñas explotaciones (minifundio), sobre todo en el litoral, y las pocas explotaciones de gran propiedad
(latifundio) que dominan en el interior, aunque con fuertes
contrastes regionales.
Castilla y León, Aragón y Extremadura son las Comunidades con mayor
superficie agrícola utilizada por explotación, que ronda las 58 y 48 hectáreas
de media, respectivamente. En el extremo opuesto se encuentran las Canarias
(casi 4 hectáreas), seguidas de la Comunidad Valenciana y Galicia, con 5 y 8,5
hectáreas de media por explotación.
En los últimos años, ha tenido lugar un proceso de reparcelación y concentración de explotaciones, pero aun así más de la mitad de las
explotaciones agrícolas en España no alcanzan las 5 hectáreas. La sustitución de agricultores viejos
por jóvenes es muy desigual, y se han abandonado muchas explotaciones familiares
poco capitalizadas, de pequeño tamaño y en tierras marginales, ante su imposibilidad
de competir en los mercados internacionales progresivamente abiertos a la competencia.
Pero el aumento del número de explotaciones agrarias
de mediano tamaño (50-100 hectáreas) ha permitido un importante crecimiento de
la productividad.
La población agraria: actualidad.
El 90% de la superficie española es rural, pero solo vive en este espacio el 20% de la población. Hay un moderado flujo migratorio de retorno a los pueblos: entre 1998 y 2011 emigraron de la ciudad al campo 391.603 personas y del campo a la ciudad 225.953, y la crisis ha reducido la diferencia entre estas cifras porque instalarse en un pueblo requiere una inversión que muchos no pueden afrontar: en 2011, 23.398 individuos marcharon al campo frente a 21.203 que, a la inversa, fueron a la ciudad. Los peores problemas: la escasa o incluso nula oferta de servicios educativos, sanitarios y culturales, la falta de jóvenes y de lugares de ocio, las deficiencias en el transporte, la dificultad de conseguir trabajo o ingresos en los negocios, y un aumento de la delincuencia.
El trabajo agrario atrae pocos
trabajadores jóvenes porque exige una gran dependencia laboral, pues ordeñar,
regar y otras actividades son inexcusables incluso varias veces al día; la
profesión no está bien valorada socialmente; y se debe vivir (con la familia)
cerca de la explotación, en un medio rural generalmente mal dotado de servicios
sociales y atractivos vitales. Si a esto se añade la escasa rentabilidad de las
explotaciones no es irracional que los jóvenes emigren a las ciudades, dejando
las propiedades familiares a sus ancianos, hasta que finalmente quedan
abandonadas por su fallecimiento.
LOS PAISAJES AGRARIOS.
En España se pueden
distinguir cuatro grandes dominios agrarios, determinados sobre todo por las
grandes zonas climáticas.
Mapas de los paisajes agrarios de España.
El paisaje agrario atlántico.
La fachada norte y noroeste de la
Península posee un clima relativamente húmedo a lo largo de todo el año y una
topografía, en general, muy accidentada. En este marco, las principales
actividades primarias que se desarrollan son la ganadería y la explotación
forestal en el interior, y la pesca en la costa.
La abundancia de prados y pastos
explica el tradicional desarrollo de la ganadería, que en las últimas décadas,
ha experimentado una enorme transformación, orientándose hacia una explotación
moderna, vacuna, preferentemente de producción láctea.
La actividad forestal también tiene
una gran significación económica. Predominan los árboles de hoja caduca,
principalmente las frondosas, tales como hayas, robles, castaños, etc., si bien
hoy ocupan una buena parte de la masa forestal algunas especies de rápido
crecimiento, como el eucalipto.
La agricultura tiene un desarrollo
mucho menor. Los cultivos tradicionales son el maíz, el trigo y la patata,
destinados al autoconsumo, y también los forrajes, para alimentar al ganado. En
los últimos años, la superficie dedicada al policultivo ha disminuido, mientras
que ha aumentado la superficie dedicada a los cultivos forrajeros.
En la España atlántica predominan las
pequeñas explotaciones (minifundio), excesivamente parceladas. Se trata de un
paisaje de campos cerrados: las parcelas están delimitadas por setos vivos,
muros de piedra, vallas, alambres, etc.; abundan los prados y los bosques, y
existe, generalmente, un poblamiento disperso.
El paisaje agrario mediterráneo interior.
Segura de la Sierra (Jaén).
En la mayor parte del interior de la
Península, el clima es mediterráneo continentalizado y la topografía es
sumamente contrastada. En estas tierras la agricultura constituye la base de la
actividad agraria y existen paisajes agrarios muy contrastados:
En las montañas y en las penillanuras
predominan las explotaciones forestales y ganaderas en régimen extensivo.
En las campiñas destacan los cultivos
de secano. Se trata, en general, de una agricultura extensiva, aunque se
combina con cultivos tradicionales. Los cultivos más importantes son los
típicamente mediterráneos (cereales, vid y olivo). Las principales áreas
cerealistas se encuentran en las submesetas y las campiñas béticas. Los
cultivos industriales más importantes son el girasol y la remolacha azucarera.
Junto a estos cultivos, se ha desarrollado desde antiguo una ganadería
preferentemente ovina. En Extremadura tiene un gran peso el ganado porcino.
En las superficies de regadío se
cultivan la remolacha azucarera y los cereales en la Submeseta Norte; y los
cultivos hortícolas en el valle del Ebro y en la Submeseta Sur.
En la España interior coexisten el minifundio y el latifundio. Así, por
ejemplo, en la Depresión del Ebro predominan las pequeñas explotaciones, a su
vez muy parceladas, mientras que en Andalucía abunda la gran propiedad, y,
salvo en las zonas de huerta, el poblamiento concentrado.
El paisaje agrario mediterráneo litoral.
Paisaje agrario en Mallorca.
En algunos casos se mezclan los dos
aprovechamientos en una misma parcela, dando lugar a un paisaje de huerta
arbolada. Los arrozales constituyen un paisaje característico de la albufera de
Valencia, el delta del río Ebro y el bajo Guadalquivir, donde aprovechan las
zonas pantanosas. Gracias a las nuevas técnicas se han introducido en las zonas
próximas a las costas meridionales peninsulares determinados cultivos
subtropicales.
La ganadería apenas tiene importancia
actualmente. Tiene un mayor peso en Cataluña, donde destacan el ganado vacuno y
el porcino.
Con unas explotaciones de tipo mediano e incluso pequeño, el litoral de la
España mediterránea y las islas Baleares ofrece, a grandes rasgos, un paisaje
de huerta y frutales salpicado de casetas para la maquinaria de trabajo o las
infraestructuras del regadío.
El paisaje agrario de las Islas Canarias.
El archipiélago canario presenta un
clima subtropical, caracterizado por la insuficiencia de recursos hídricos, que
unida a la carencia de suelos fértiles y a una topografía bastante accidentada,
explican, en parte, la singularidad del paisaje agrario canario.
Para hacer frente a la escasez de agua
se ha recurrido al riego a partir de los acuíferos subterráneos y del agua del
mar, que se potabiliza en plantas desaladoras. Por otro lado, debido a la
precariedad de suelos fértiles, se ha perforado la capa volcánica para alcanzar
suelos más ricos y se han desarrollado nuevos sistemas de cultivo (por ejemplo,
sobre arena). Del mismo modo, se han construido tradicionalmente sorribas para abancalar las vertientes.
Pese a esas dificultades, la
agricultura constituye una importante fuente de ingresos para el archipiélago
canario y tiene una clara vocación comercial. Desde comienzos del siglo XX los
productos fundamentales son, además de los plátanos y otros frutos
subtropicales, las patatas tempranas y los tomates.
LAS POLÍTICAS AGRARIAS.
Casi todos los gobiernos españoles
durante el siglo XX han tenido tres objetivos en relación a la agricultura: Mejorar
la productividad y la rentabilidad de los campos. Intentar evitar la excesiva
acumulación de la propiedad en pocas manos, mediante la redistribución de las
tierras. Asegurar el suministro de agua para los campos y extender la
superficie de regadíos.
Las reformas agrarias más ambiciosas fueron
legisladas por los gobiernos progresistas durante la II República entre
1931-1936, pero las convulsiones políticas y especialmente la Guerra Civil
impidieron su aplicación masiva.
Posteriormente la política agraria
durante la época de la dictadura franquista, entre 1939 y 1974, siguió dos
líneas fundamentales:
- La realización de una concentración
parcelaria para intentar solucionar el problema del minifundismo, mediante la
reagrupación de parcelas antes dispersas y que además eran poco accesibles.
Como resultado de esta concentración parcelaria unos 5,5 millones de hectáreas
fueron reagrupadas y el 84% de la superficie cultivada en la meseta castellana
fue concentrada.
- La fijación gubernamental de los
precios agrarios y los cupos de producción de los diferentes cultivos con la
intención de garantizar unos beneficios económicos mínimos a los campesinos.
Pero estas políticas intervencionistas
fracasaron en la práctica y mucho más importante e influyente fue el proceso de
modernización que experimentó la sociedad española.
Desde la entrada en la Unión Europea (UE)
en 1986, la adaptación a la Política Agraria Común (PAC) ha favorecido el
aumento de la dimensión media de las explotaciones y su tecnificación, con el
fin de aumentar su productividad y hacerlas competitivas. El Ministerio (cuyo
nombre es cambiante e incluye Agricultura, Pesca y Alimentación) elabora
periódicamente Censos Agrarios y Encuestas sobre la Estructura de las
Explotaciones Agrícolas. Estos documentos constituyen un elemento importante
para comparar la situación de la agricultura en los distintos Estados miembros
de la UE y, por tanto, resultan imprescindibles para la orientación de la PAC.
La UE ha beneficiado, en general, a
aquellas producciones en las que Europa es deficitaria (como, por ejemplo, las
frutas y la carne de ovino y caprino) y ha perjudicado a aquellas otras en las
que es excedentaria (como la producción láctea), lo que ha dado lugar al
establecimiento de un sistema de cuotas para controlar los excedentes.
Las Comunidades Autónomas han aplicado en los últimos decenios una política
de fomento agrario, en la que destacan las subvenciones a los agricultores, y
el apoyo a las Denominaciones de Origen y las Indicaciones Geográficas, para el
reconocimiento de una calidad superior en los productos agrícolas debido al
medio geográfico en el que se producen las materias primas, se elaboran los
productos, y a la influencia del factor humano que participa en las mismas.
Existen unas Denominaciones de Origen en vinos, quesos, legumbres, hortalizas,
aceites, etc.
Para el futuro los especialistas
propugnan:
- Una nueva reforma en
la propiedad agraria, dividiendo los latifundios incultos y aumentando la dimensión
media de las explotaciones menores a fin de facilitar la mecanización.
- Más rotación anual
de cultivos para disminuir el abonado químico.
- Más diversidad de
cultivos con plantas autóctonas para fomentar las producciones de calidad con Denominación
de Origen.
- Más flexibilidad regional
y temporal en los planes de cultivos.
- No apoyar con
subvenciones la agricultura biológica, pues es cara e improductiva.
El sector primario y la PAC: actualidad económica.
Ayudas de la Política Agraria Común (PAC) en 2010, año con un nivel más alto de ingresos que en 2011, cuando se concedieron 5.030 millones de euros a 895.267 beneficiados. Por ejemplo, en Andalucía se recibieron 170 millones menos en 2011.
EL SECTOR PRIMARIO: ACTUALIDAD ECONÓMICA.
El sector primario español, pese a los problemas, ha aguantado con bastante firmeza las crisis recurrentes de la economía.
Vidal Mate, en La renta agraria cae un 4,5% por un alza de los costes, “El País” (20-II-2012) , resume la situación actual, según las estimaciones del Ministerio de Agricultura Dentro de los subsectores destaca la agricultura biológica, que se expande en España por casi todas las regiones, con aumentos sostenidos de la producción.
Las “unidades de trabajo año”, el indicador que equivale a la actividad anual realizada por una persona a tiempo completo, ha caído en 2011 el 4,5% hasta situarse en 882.000. Aunque oficialmente el número de explotaciones agrarias se acerca al millón, el número de agricultores por cuenta propia se situaría en unos 350.000 a los que se suman otros 40.000 como autónomos.
La renta agraria ascendió a 21.931 millones de euros en 2011, lo que supone una caída del 4,5% sobre el año anterior, y se sitúa en los niveles del año 2000.
En lo positivo destaca el aumento de las producciones, el mantenimiento de las subvenciones de la UE (ascendieron a 6.631 millones de euros lo que equivale al 30,2% de la renta agraria) y la mejoría de los precios registrada en el conjunto de las cabañas ganaderas.
El valor de la producción agraria ascendió a 41.176 millones de euros, un 3% más que el año anterior, pero refleja un estancamiento al situarse en la media de las últimas campañas.
En lo negativo destacaron en 2011 las fuertes subidas de los precios de producción, el 12,1% de media: el 21% para los fertilizantes, el 18% en la energía y el 15,4% en los piensos. El valor total de los medios de producción utilizados en 2011 ascendió a 20.023 millones de euros, la cifra más alta de la historia en el sector.
AGRICULTURA.
La extensión cultivada.
Ocupa el 41% del territorio
(20 millones de hectáreas), en descenso debido a la política que promueve el abandono
de tierras a cambio de subvenciones y a la masiva reforestación.
La modernización de las técnicas agrícolas.
Desde los años 1950 se ha vivido un
proceso de modernización de las tareas agrarias y de introducción de tecnología
en los cultivos. Además de la tradicional modificación del relieve, con una
larga tradición en España, mediante la creación de bancales y terrazas, que
ahora se apoya en el uso de maquinaria de movimiento de tierras, destacan importantes
novedades:
Tractor y fumigadora (para prevenir plagas).
Cosechadora.
La mecanización y el uso de maquinaria
en las tareas agrarias. Por ejemplo, el número de tractores se decuplicado
desde 70.000 a
más de 700.000, con el correspondiente aumento de la productividad y el
incremento de los ingresos para el campesinado. Por ejemplo, en 1960 había
50.000 unidades de maquinaria en total, y solo en un año, 2009, se adquirieron
32.000 unidades, además de una potencia mucho mayor. Hoy el índice de
mecanización del campo español está incluso por encima de las necesidades reales,
debido a que la mayoría de las pequeñas explotaciones cuentan con maquinaria
independiente y se utiliza poco.
Invernaderos en El Ejido (Almería).
La expansión de los invernaderos (100.000
hectáreas) y los cultivos bajo plástico, donde se consigue
un microclima adecuado para el desarrollo de las plantas. El mejor ejemplo es la
agricultura almeriense, con localidades como El Ejido.
La utilización de abonos químicos y fertilizantes
orgánicos para enriquecer la tierra, y de plaguicidas, lo que favorece la industria
agroquímica. En 2007 se produjeron en España 1,7 millones de tm de
fertilizantes. Pero la utilización abusiva de pesticidas, abonos químicos y
herbicidas produce la contaminación de los suelos y los acuíferos.
Regadíos en Valencia.
La extensión de los regadíos, por
inundación, aspersión y goteo (una microirrigación dosificada gota a gota, que
ya ocupa unas 25.000 hectáreas). Muchas zonas de regadío se remontan a la época islámica
e incluso romana. En el siglo XX ha experimentado una enorme expansión gracias
a la construcción de grandes embalses y de trasvases entre cuencas
hidrográficas, como el trasvase Tajo-Segura. El actual Plan Nacional de
Regadíos también se orienta en función de las políticas agrarias. En la actualidad,
tiene tres objetivos básicos: la modernización y consolidación de los regadíos
existentes, la mejora en la gestión del agua de regadío y la creación de nuevos
regadíos solo en zonas de mucho interés y en cultivos de mayor valor.
La introducción de cultivos
hidropónicos, especialmente en la costa mediterránea, desde Cataluña a
Andalucía. La hidroponía consiste en el cultivo de vegetales y hortalizas sin
necesidad de tierra y en espacios muy reducidos, mediante la aplicación (dosificada
mediante ordenadores) a las raíces de las plantas directamente el agua, los
nutrientes y el gas carbónico que necesitan.
La aplicación de la genética a la
agricultura para obtener productos transgénicos o modificados genéticamente con
el objetivo de conseguir plantas de mayor tamaño, más resistentes a las plagas,
enriquecidas con vitaminas y minerales, e incluso con un nuevo aspecto o sabor
más atractivo para el consumidor.
La agricultura ecológica ha surgido recientemente
como solución a los problemas que causa la contaminación del medio rural y las
precauciones que parte de la población tiene ante los cultivos transgénicos.
Consiste en el empleo de técnicas naturales para conseguir productos más
naturales sin la utilización de abonos sintéticos artificiales y empleando
únicamente abonos naturales (estiércol), en cultivos que no son manipulados
genéticamente ni utilizan pesticidas químicos.
Los cultivos en España.
Destacan los productos hortofrutícolas
y los de la famosa trilogía mediterránea: cereales, vid y olivo, que en 2007
suponían casi el 89 % de la producción agrícola total y a su vez esta es el 60%
del total de la Producción Final Agraria (PFA). Se distinguen los cultivos de
secano y de regadío.
Mapa de la agricultura en España.
Los cultivos de secano sufren la amenaza sempiterna de la
sequía que cíclicamente azota los campos. La mayor parte de las tierras de
secano se dedican a la famosa trilogía mediterránea (cereales, vid, olivo) que
predomina en el interior y en las costas del Mediterráneo, ocupando un 68,5% de
las tierras cultivadas en España (aunque la trilogía sólo produce un 25% de la
producción final agraria), y el cereal más cultivado es la cebada, seguido del
trigo. En las tierras de secano ha aumentado mucho la producción de plantas industriales
(girasol, remolacha azucarera, algodón).
Cereales.
Es un cultivo perteneciente a la
España seca, ocupa el 30% aprox. de la superficie cultivada, sobre todo en la
Meseta. El trigo y la cebada ocupan la mayor superficie, seguidos de lejos por
el centeno y la avena. Su baja productividad se debe al barbecho, pero los
cereales necesitan poco agua para crecer.
Olivar.
Ocupa el 10%, pertenece a la España seca. Se encuentra en el Sistema Ibérico, en el Sistema Central y sobre todo en Jaén, donde es monocultivo y tiene el 58% de la producción nacional, y en Córdoba. Su superficie se ha reducido por la expansión de aceites más baratos como el girasol, cacahuete y soja.
Viñedo.
Pertenece a la España seca, ocupa
extensas zonas españolas, llegando a los 1,5 millones de hectáreas, aunque
muchas son poco productivas para su cultivo. La mayor región productora es Castilla-La
Mancha, pero son más valorados los vinos de Andalucía, La Rioja y Castilla-La
Vieja.
Almendro.
Almendral en Mallorca.
Ocupa unos 600.000 hectáreas, la mayoría de
tierras de secano. España es el país del mundo con más producción de almendras.
Son típicas en las Islas Baleares.
Frutales de secano en la España
húmeda.
Un ejemplo importante son las manzanas,
típicas de la España húmeda a pesar de ser un cultivo de secano, que se
localizan en Asturias y en Galicia, y se destinan al mercado interior y sobre todo
para hacer sidra. Los cerezos tienen importancia local en el valle del Jerte.
Los cultivos industriales de secano
en la España seca.
La remolacha azucarera, el girasol y
otros cultivos de plantas industriales han experimentado un crecimiento
importante en las zonas de la Meseta
Cultivos en las Islas Canarias.
Es una región poco apta para el
cultivo por sus temperaturas altas y uniformes y por su topografía accidentada.
Sólo se cultiva el 20% del total de la superficie. Casi el 14% se dedica a la
agricultura de secano para autoconsumo, vid y patata. En los litorales, está la
zona de regadío para tomates, patata temprana y plátanos.
Los cultivos de regadío dominan en los valles interiores
y en el litoral mediterráneo, que cuenta con cultivos de vid, olivar, almendro,
arroz, hortalizas, flores y cítricos, muy competitivos. Por su parte, el litoral
cantábrico tiene cultivos de forrajes, maíz, patatas.
Patata.
Se dedican 200.000 hectáreas que
producen más de 4 millones de tm. Se encuentra escalonado desde el Cantábrico a
Canarias.
Maíz.
Se dedican 340.000 hectáreas a este
cereal, con producción alta por los regadíos del este, sur y la zona de
Badajoz. Se dedica al consumo humano y al forraje.
Arroz.
Campo de arroz en Valencia.
Este cereal necesita mucha agua y se
cultivan unas 68.000 hectáreas en el litoral irrigado de Valencia, Valle del
Guadalquivir y el delta del Ebro.
Frutales.
Son el grueso de la exportación
agrícola española y además la base de una importante industria conservera.
Destacan los cítricos que se extienden por el regadío del litoral mediterráneo,
y que abastecen el mercado desde septiembre a finales de mayo, con naranjas, clementinas, limones, pomelos, limas... Por ejemplo, España es la séptima productora mundial de limones, según la FAO, con casi un millón de toneladas al
año, de las que más de la mitad se producen en la Región de Murcia.
También destacan
el manzano en Galicia, Asturias y en el litoral mediterráneo, el peral en la
depresión del Ebro, el melocotonero en el litoral mediterráneo, el ciruelo en
Cataluña... Se está diversificando con kiwis, mangos, fresas, aguacates, persimons...
Hortalizas.
Invernadero de tomates (es una fruta pero su producción se clasifica en hortalizas).
Este tipo de cultivos al aire libre o
en invernadero se realiza en huertas. Las principales son el tomate, la
lechuga, el pepino, los espárragos, pimientos, las judías verdes, la fresa, el
melón y la sandía… Sólo se dedica un 2,5% de la superficie a hortalizas pero
son muy rentables. En los últimos años ha evolucionado muy positivamente debido
al uso de plásticos, los cultivos enarenados, la implantación del riego
localizado, la manipulación genética, la obtención de nuevos híbridos, la
mecanización y las grandes posibilidades de exportación a los mercados
europeos.
Floricultura.
Junto a las hortalizas, es una de las
ramas de producción agraria que más ha evolucionado en los últimos años, debido
a las mismas técnicas y mejoras.
Los cultivos industriales de
regadío.
El tabaco, el algodón, la remolacha
azucarera y otras plantas de uso industrial han aumentado mucho su producción
en los últimos decenios.
La agricultura: actualidad económica.
El valor de las producciones vegetales cayó el 1,8% en 2011 hasta los 24.344 millones de euros por la evolución irregular de los cultivos: frente al buen comportamiento de los cereales o la subida de las cotizaciones en el vino, Por ejemplo, 2011 fue un año desastroso para el conjunto de las producciones de frutas y hortalizas debido a los efectos de la crisis del E.coli en Alemania, y también ha sido un mal año para los olivareros por la nueva caída de precios.
En 2022 el sector sufre los efectos de la alta inflación en el combustible de los vehículos, de la luz, los fertilizantes y pesticidas..., pero se beneficia de un gran aumento de los precios de su producción.
LA GANADERÍA.
La ganadería española ha aumentado
extraordinariamente su importancia en el siglo XX y principios del XXI, hasta ser en 2011 el 35% del
total de la Producción
Final Agraria (PFA), gracias al gran
aumento de la demanda de carne, leche, huevos y otros productos ganaderos; la
introducción de nuevas tecnologías; la selección de los animales con las
mejores características para la reproducción y la producción; y la alimentación
del ganado estabulado con piensos, de los que España es un país deficitario e importador.
En la Unión Europea, en 2008 España era el segundo país en cabezas de
porcino (después de Alemania), de ovino (después del Reino Unido) y de caprino (después
de Grecia) y el quinto en bovino, y era de los primeros productores de carne,
huevos y leche. Sin embargo, la ganadería ha sufrido mucho más que la agricultura la competencia comunitaria
europea, lo que ha llevado a permanentes crisis a los sectores lechero y cárnico,
con el cierre o reconversión de las explotaciones poco competitivas. La producción
de carne y huevos es autosuficiente, mientras que se debe importar casi la mitad
de la producción de leche.
Los dos tipos de explotaciones ganaderas.
Las explotaciones extensivas son las
más tradicionales: el ganado se encuentra al aire libre y se alimenta solo en
los pastos próximos.
Las explotaciones intensivas son las
más modernas: el ganado vive estabulados (en el establo) y se alimenta de
piensos.
Muchas explotaciones empero, funden
los dos tipos en parte o todo el año.
Las cabañas ganaderas.
España cuenta con potentes
cabañas vacuna, ovina, porcina y avícola.
Vacuno.
El tamaño de las granjas y de las
explotaciones del ganado vacuno es muy diferente en las distintas zonas de
España, ya que el número medio de cabezas vacunas por cada ganadero es de unas
60 en el sur de España, mientras que en Galicia y Cantabria las explotaciones
son más pequeñas y el número medio de vacas se sitúa en unas 10 por cada
granja. Este ganado se utiliza para la producción de leche y también de carne
(la producción de carne de vacuno ocupa la tercera posición después de la carne
de cerdo y de aves). Desde 1989 crece el número de cabezas de bovinos por
encima de los 6 millones.
Las mayores cifras de cabezas de
bovinos corresponden a Castilla y León (1.213.931), seguida de Galicia
(985.227) y, más de lejos, Extremadura (847.798).
Ovino.
Actualmente hay unos 20 millones de ovejas, en
explotaciones extensivas, con un importante crecimiento los últimos años. La
mayor parte del ganado ovino se encuentra en el interior de España y en la zona
mediterránea, en Las Comunidades de Castilla y León (4,14 millones de cabezas),
Extremadura (4,10 millones) y Castilla-La Mancha (3,1 millones).
Caprino.
El número de cabras ha disminuido
mucho a lo largo del siglo XX y ahora se sitúa en unos 2 millones de cabezas en
su mayor parte repartidas en explotaciones muy pequeñas. Es un animal peligroso
para las zonas boscosas porque se alimenta de brotes tiernos de los árboles.
Porcino.
La porcina es la cabaña más
importante, ya que casi la mitad de la producción total de carne en España es
carne de cerdo. Destacan Cataluña (6,6 millones de cabezas), Aragón (5,4
millones) y Castilla y León (3,6 millones). Produce muchos excrementos contaminantes (purines).
Equino.
El número de caballos es pequeño y se
destina a actividades recreativas y deportivas, ya que su carne prácticamente
no se consume. El número de mulas y burros ha disminuido fuertemente como
consecuencia de la mecanización de las tareas agrarias, aunque es muy útil en
el mantenimiento de las zonas boscosas.
Avicultura.
Es un sector relevante para la
producción de carne y huevos. Los pollos y las gallinas son criados en grandes
explotaciones que han ido incorporando todo tipo de adelantos técnicos para
mejorar la crianza y los rendimientos de las aves. Destacan en 2007 Cataluña (252 millones de
aves), Comunidad Valenciana (100 millones) y Andalucía (91 millones).
La ganadería: actualidad económica.
Las producciones ganaderas, tras años de crisis, tuvieron al fin un buen año, tanto en volumen como en precios, hasta alcanzar 15.221 millones de euros en 2011, un 11,8% más que en la campaña anterior y la cifra más elevada de la historia. La subida media de los precios fue del 8,7%, donde destaca el 19% de las aves, el 11,9% del ovino y caprino, el 7,1% del porcino o el 6,8% del vacuno. En los productos animales, la leche subió el 4,8% y el 5,7% los huevos.
En 2013 los ganaderos siguen en el
proceso de cerrar explotaciones y reducir los censos de las cabañas de vacuno
(870.000 vacas de leche, contra 1,3 millones un decenio antes), ovino (solo 16
millones, frente a 24 millones una década antes), caprino, porcino, avícola,
cunícola...
Los principales problemas son la falta
de rentabilidad por la subida de costes de producción y el estancamiento
relativo de los precios de los productos ganaderos, el envejecimiento de la
población activa con muy escasa renovación, la escasa dimensión de las
explotaciones, la ineficaz distribución de los productos…
SILVICULTURA.
La explotación forestal en España ha
variado mucho desde los tiempos antiguos, cuando durante la dominación romana
los bosques ocupaban la mayor parte de la Península. Pero las guerras, los
incendios, la extensión de la agricultura y la ganadería, y las repoblaciones
forestales cambiaron radicalmente el paisaje natural.
Hacia 1960 los bosques alcanzaron su
mínimo tamaño, pero desde 1970 se han recuperado mucho pese a que en amplias zonas
se han acelerado los procesos de deforestación y desertificación debido a las talas
incontroladas y los incendios, que han destruido gran parte de la masa forestal
natural, por lo que los Gobiernos central y autonómico han fomentado la
reforestación mediante plantaciones masivas de nuevos árboles, sobre todo coníferas y eucaliptos.
De un paisaje en mosaico, en el que se alternaban
zonas boscosas y cultivos que actuaban como cortafuegos, se ha pasado en los últimos
decenios a un paisaje con enormes masas de bosque continuo, sobre todo como consecuencia
del abandono de cultivos (1,3 millones de hectáreas solo entre 1994 y 1997) debido
a la poca productividad y a las subvenciones compensatorias de la UE. Pero en estos
bosques se han dejado de realizar las labores tradicionales de aprovechamiento,
por lo que no son rentables, y además al no vaciar su masa-combustible se propician
los incendios forestales, que devastan las repoblaciones.
Del total de la superficie arbolada
española, el 46% corresponde a especies de coníferas de las cuales se obtiene
la producción de resina y madera de baja calidad, mientras que el 54% restante
está ocupado por árboles de especies frondosas, de una madera más valiosa.
El 66%, de los bosques españoles
pertenecen a propietarios privados y el resto son públicos, con un 5% del
Estado y un 29% de las instituciones locales y autonómicas.
De una superficie
forestal de 26 millones de hectáreas se explotan solo 17,7 millones de hectáreas,
de modo que la silvicultura representa el 3% de la Producción Final Agraria (750 millones de euros en 2006). España es
deficitaria en recursos forestales ya que la demanda interior supera las
posibilidades de producción, con un déficit estimado de 10 millones de m³, y por consiguiente se hace
necesaria la importación de madera y pasta de papel.
Las regiones españolas donde hay
mayores zonas boscosas, entre el 30% y el 60% de la superficie total, son las
del clima oceánico: Asturias, Galicia, Cantabria y el País Vasco. Por el
contrario, en el centro y sur peninsular predominan las dehesas, el monte bajo
y las especies arbustivas que no pueden ser aprovechadas para la producción de
madera, aunque hay importantes explotaciones en las zonas montañosas. Las tres
provincias que encabezan la producción de madera son La Coruña, Navarra y
Cuenca. Hay que destacar también la producción de corcho obtenido de los
alcornoques cuya explotación es importante, especialmente en Extremadura.
LA INDUSTRIA AGRARIA.
La industria agraria se dedica a la
transformación o conservación de todo tipo de productos de procedencia
agrícola, ganadera y forestal. Algunos ejemplos de industrias agrarias son las
fábricas de harinas, la industria conservera, las azucareras, las madereras y
de papel, las tabaqueras, los aceites, la fabricación de galletas, de productos
lácteos y cárnicos, y de vinos y bebidas alcohólicas. En la actualidad casi
todos los productos alimentarios pasan por la industria agroalimentaria antes
de ser consumidos.
El tamaño de las empresas de este
sector es muy diverso, desde grandes multinacionales hasta cooperativas y
pequeñas empresas familiares de carácter artesanal.
Los factores que determinan la
localización de las industrias agroalimentarias son:
La proximidad a los centros de consumo,
como la industria panadera.
El precio del transporte en productos
de gran volumen y peso.
El carácter perecedero de la materia
prima, que influye en establecerse cerca de la fuente de abastecimiento, como
sucede en el caso de las conservas de pescado y la fabricación de zumos.
LA PESCA EN ESPAÑA.
La pesca, entendida
como captura de pescado para el consumo humano y animal, es una actividad de
gran tradición en las zonas costeras y fluviales, debido a que es un recurso muy
importante de proteínas, y se comercializa en fresco, en conserva y congelado,
y origina una importante industria alimentaria que produce conservas, harinas,
grasas, piensos y fertilizantes.
El sector pesquero español es uno de los más importantes de la UE debido a
la extraordinaria demanda interior, puesto que la población española es de las
que más productos pesqueros consume en el mundo, detrás de Japón y algunos pequeños
países pesqueros. Además, tiene unos 4.000 km de costa, los mares limítrofes
tienen una importante riqueza pesquera y la actividad tiene una larga
tradición.
Mapa de la explotación pesquera.
Los tipos de pesca.
Dependiendo de la distancia existente
entre el puerto costero y el caladero donde se realizan las capturas y
dependiendo también de las características de la actividad pesquera se
diferencian tres tipos de pesca:
1.-Pesca de bajura, cuando los barcos
actúan con medios artesanales en las proximidades de la costa y hasta una
distancia inferior a las 60
millas con barcos de pequeño tonelaje entre las 20 y las
100 tm.
2.- Pesca de altura, realizada más
allá de la distancia de las 60
millas desde la línea de costa y efectuada por buques de
mayor tamaño entre 100 y 250 tm.
3.-Pesca de gran altura, en la que no
existen limitaciones de distancia y en la que los barcos cuyo tonelaje supera
las 250 tm, recorre en ocasiones miles de millas. Con frecuencia los barcos de
gran altura, que exigen grandes inversiones en sus sistemas frigoríficos, permanecen en el mar sin tocar puerto durante largas campañas, de varios
meses.
Los métodos de pesca.
Actualmente se emplean aparejos, artes
y métodos de pesca muy diferentes, algunos de ellos tradicionales y usados
desde hace siglos y otros ultramodernos y muy tecnificados ya que muchos barcos
cuentan con sofisticados sistemas de radar y ordenadores para detectar y
localizar los bancos de peces. Algunos de los principales métodos son el
palangre, el arrastre, el cerco y el trasmallo, amén de la almadraba del atún y
la pesca eléctrica. La UE ordenó la supresión de las redes de deriva, con efecto del
1-I-2002.
Palangre.
Consiste en largar un cabo o línea
principal que puede tener más de 100 km de longitud, de la que cuelgan otras
líneas secundarias en cuyos extremos se colocan anzuelos. El número total de
anzuelos puede superar los 20.000.
Arrastre.
Consiste en arrojar al mar una
gran bolsa de red, que se mantiene abierta y se arrastra por el fondo marino.
Cerco.
Consiste en rodear un banco de
peces con una gran red, de entre 250 y 1.000 m de longitud y unos 40 m de
profundidad, que se mantiene flotando en posición vertical y luego se cierra
por la parte inferior, dejando atrapados a los peces en su interior.
Trasmallo.
Consiste en colocar verticalmente
una red que tiene 2 o 3 capas de tela, la interior con una malla más tupida que
la exterior o exteriores. Los peces pueden atravesar con facilidad la malla
exterior, pero no la interior, por lo que quedan atrapados entre las dos
mallas.
Los factores físicos de la actividad pesquera.
En las aguas atlánticas próximas a la Península
Ibérica hay mejores condiciones para la pesca porque la plataforma continental
es más extensa, la temperatura de las aguas es más baja y el índice de
salinidad es menor.
En las rías gallegas el medio físico
es óptimo para el desarrollo de los mejillones en bateas (plataformas)
artificiales ya que existe poco oleaje, abunda el plancton y la temperatura del
agua, de 11 a 18ºC, es excelente.
Otros buenos lugares de pesca son los próximos
a la desembocadura de los grandes ríos donde las aguas son menos saladas y
donde abundan los nutrientes que alimentan a los peces.
Los problemas del sector pesquero español.
Casi la mitad de los cerca de 11.000 barcos
pesqueros españoles en 2007 (había 18.338 en 1995), son viejos y pequeños,
aunque la reconversión
ha modificado mucho el sector, todavía demasiado minifundista.
La plataforma continental española es
reducida, el plancton es escaso y las elevadas temperaturas y salinidad de las
aguas próximas a la península dificultan la existencia de buenos caladeros
cerca de España.
La costa española sufre la sobreexplotación de sus
recursos pesqueros (75% del total), con una disminución anual de estos estimada
en el 2%. Además, padecen la
contaminación marina de origen continental.
Los mejores caladeros actualmente están
muy alejados de nuestro litoral, en países como Marruecos, Mauritania, Canadá
(zona de Terranova) e Irlanda y Reino Unido (zona del Gran Sol), y casi 9/10 del pescado desembarcado
se concentra en los puertos del litoral atlántico.
El número de trabajadores apenas
supera las 100.000 personas, lo que representa únicamente el 0,6% de la
población total activa española. Además es un sector muy envejecido porque la
edad media de los pescadores es bastante alta. Con todo, la ley española
facilita a los pescadores su jubilación 10 años antes que el resto de los
trabajadores, por entenderse que realizan un trabajo de gran dureza.
La política pesquera.
El Gobierno y la UE regulan y controlan,
en la Política Pesquera Común (PPC), la actividad pesquera, para asegurar su
gestión sostenible, estabilizar los ingresos y empleos de los profesionales y
proteger el equilibrio medioambiental marino y la calidad de la alimentación de
los consumidores. Para ello fija normas sobre el tamaño y las características
de los aparejos de pesca, sobre la cantidad de las capturas, sobre el tamaño de
las especies y también sobre los tiempos de pesca en los caladeros con el
objetivo de establecer paradas biológicas que garanticen la reproducción de las
especies y la recuperación de los bancos de peces.
Así mismo el gobierno español y la UE negocian
con otros países como Marruecos, Mauritania o Canadá para conseguir que los
barcos españoles puedan operar en sus caladeros (las aguas jurisdiccionales se extienden
hasta 200 millas
marinas desde la costa), determinando el número y tamaño de los barcos
pesqueros, el número de meses que pueden actuar, los límites de contratación de
trabajadores del país propietario del caladero o la colaboración con empresas
pesqueras del país que cede sus caladeros. La UE fija cuotas de pesca para los
distintos países de la UE que actúan en las aguas comunitarias.
Las ocho regiones pesqueras de España.
Mapa de las provincias pesqueras.
1.- La región cantábrica se extiende
desde la frontera francesa hasta la desembocadura de la ría de Ribadeo. Tiene
los puertos de San Sebastián, Santoña y Gijón. Se captura bacalao, anchoa, atún
y merluza.
2.- La región noroeste se extiende desde
la ría de Ribadeo hasta la frontera portuguesa. Tiene los puertos de Vigo y La
Coruña. Se captura merluza, sardina, moluscos (calamar, ostras, mejillón y
pulpo). Es la más importante, con el 50% del total de capturas españolas.
3.- La región suratlántica se extiende
desde la desembocadura del Guadiana hasta el Estrecho de Gibraltar en La Línea
(Cádiz). Tiene los puertos de Huelva, Sánlucar de Barrameda, Cádiz y Algeciras.
Se captura merluza, sardina, anchoa, caballa y crustáceos (langostinos, cigalas
y gambas).
4.- La región canaria se extiende entre
el archipiélago y la costa occidental africana. Tiene los puertos de Las Palmas, Santa Cruz de
Tenerife y Lanzarote. Supera el 15% de las capturas españolas.
5.- La región surmediterránea: se
extiende desde el Estrecho de Gibraltar hasta el cabo de Gata. Tiene los puertos
de Málaga, Almería y Ceuta. Se capturan crustáceos, sardina y el jurel.
6.- La región levantina. Se extiende desde
el cabo de Gata al cabo de la Nao. Tiene los puertos de Cartagena, Torrevieja,
Santa Pola, Alicante y Valencia. Se captura sardina, calamar, pescadilla y
gambas.
7.- La región tramontana se extiende
desde el cabo de La Nao hasta la frontera francesa. Tiene los puertos de Castellón,
Tarragona y Barcelona. Se captura sardina, anchoa y bacaladilla.
8.- La región balear se extiende por
el mar circundante a las islas Baleares. Tiene los puertos de Palma de Mallorca,
Ibiza, Mahón y Ciudadela. Se captura sardina y gamba.
Producción pesquera y consumo de pescado en España.
Desde los años 1960 la producción y
consumo de pescado se ha multiplicado como consecuencia del mayor poder adquisitivo
de la población y de la mejora de los medios de almacenamiento y transporte de
pescado (buques y camiones frigoríficos, además de congeladores caseros). Sin
embargo, España casi no exporta pescado y por el contrario compra grandes
cantidades de pescado canadiense, noruego, argentino, namibio, angoleño y
sudafricano, por lo que la balanza comercial pesquera es muy deficitaria (sólo se cubre un
40%).
De la producción total de pescado en
España, unas 800.000 tm en 2007 (la de la UE supera las 5 millones de tm), el
45% se destina a producto congelado, especialmente merluza y calamar, mientras
que casi el 55% restante se comercializa y vende como pescado fresco en
especial sardinas, merluza, pulpo y anchoa.
Las capturas son desembarcadas en los
puertos de mar y vendidas en las lonjas, que son edificios públicos situados en
el puerto donde se vende el pescado mediante subastas y donde el pescado es
adquirido para pescaderías y restaurantes.
El consumo de pescado en España por
persona y año triplica la media europea ya que en nuestro país consumimos
50 kg/persona/año y en el resto de los países de la UE esta cifra se sitúa en 16
kg/persona/año. El 85% del pescado consumido por los españoles es fresco o
congelado y el consumo de salazones y conservas de pescado es bastante menor
(en otros países europeos por el contrario, predomina el consumo de pescados
ahumados y en salazón).
La acuicultura española.
La acuicultura es el cultivo, crianza,
producción y reproducción controlada de especies de agua dulce o salada en piscifactorías.
Comenzó en tiempos
antiguos con la explotación de moluscos (ostra, almeja, mejillón), peces de estanque
y truchas, la recolección de algas... y en los últimos decenios se han añadido
nuevas formas de cría en medios marinos: gamba, vieira, salmón, lubina, atún...
que se cuidan en las piscifactorías o granjas marinas y terrestres.
Acuicultura en La Palma, Canarias.
La acuicultura española desde los años
1980 ha experimentado un fuerte impulso convirtiéndose en una alternativa
fundamental al agotamiento de los caladeros.
En 2012 hay más de 80.000 hectáreas en 300 piscifactorías, la mayor parte privadas, donde de explotan especies
de río como las truchas y especies marinas como por ejemplo lubinas, meros,
camarones, moluscos y crustáceos.
Andalucía, Galicia y
Cataluña son las regiones con mayores perspectivas en la producción de moluscos
(casi todo mejillón), trucha, langostino, carpa, rodaballo, lenguado, cangrejo,
lubina, anguila, atún... y comienzan a explotarse las algas.
Gráfico de Heber Longas, en Viúdez, Juana. Nuestro pescado se está quedando en la raspa. “El País” (13-V-2013).
La pesca: actualidad económica.
Los pesqueros españoles sufren por el cierre de los caladeros extranjeros a sus barcos, pues los países aumentan sus demandas económicas, reducen las cuotas para proteger sus poblaciones de peces y prefieren pescar con flota propia. Las soluciones: crear empresas mixtas o domiciliar empresas en el extranjero. La flota pesquera española ha bajado continuamente: en 1990 eran 19.764 barcos, en 1995 eran 18.340, en 2000 eran 16.665, en 2005 eran 13.693, en 2010 eran 10.847, y en 2011 solo 10.505, cuando el caladero España tiene 10.084 barcos (el Mediterráneo 2.972, el Cantábrico-Galicia 5.319, el Golfo de Cádiz 816, Canarias 885 y otros 92), el caladero UE 158, otros 252, y sin caladero 11. España pesca 700.000 tm, pero en su caladero son solo 300.000, mientras que la demanda interior es de 1,5 millones de tm (40 kg/persona), se importa 1,5 millones y se exporta 1 millón, casi todo congelado.
Gráfico de Heber Longas, en Viúdez, Juana. Nuestro pescado se está quedando en la raspa. “El País” (13-V-2013).
El editorial Innovación al
rescate [“El País” Negocios 1.664 (24-IX-2017)] incide en el gran futuro de
la acuicultura:
‹‹Nunca se ponderará bastante la importancia de la industria alimentaria,
llamada a ocupar un lugar preponderante en la escala de los negocios del
futuro. Cuando de exalta con razón (y sin prestar demasiada atención a sus
costes, todo hay que decirlo) la conexión íntima de la tecnología con el
bienestar social se olvida que la primera actividad por expectativas de
rentabilidad, ya que su recorrido es inagotable, es la alimentación. La demanda
mundial de alimentos tiene que aumentar de forma sistemática y, si Malthus
tenía razón, tiene que crecer en proporción geométrica. También puede suponerse
que una parte de ese crecimiento tendrá que atender a requerimientos cada vez
más sofisticados —alimentos ecológicos, la moda del sin gluten, salud,
etcétera—, con valor añadido y otra tiene que ir encaminada a garantizar la
subsistencia de la población mundial. Las estadísticas registran un repunte del
hambre en el mundo, después de años en los que se iba reduciendo
paulatinamente.
La producción alimentaria incluye un esfuerzo en investigación y
desarrollo. Basta con revisar los productos de cualquier supermercado. La
acuicultura es un avance en la producción alimentaria por dos razones
fundamentales. La primera es que se trata de un negocio con fuertes
expectativas de crecimiento, en función de una demanda mundial que debería ser
creciente. La segunda, es que parece ser la vía para solucionar la presión
creciente sobre la explotación marítima. Durante años se viene denunciando la
sobreexplotación de los recursos pesqueros y el deterioro de las aguas marinas.
Las leyes para evitar que los mares sean esquilmados han sido hasta ahora un
fracaso. No son fáciles de aplicar, porque no existen recursos suficientes para
ello ni instituciones que se responsabilicen de imponerlas con eficacia. Por
otra parte, hay más incentivos para continuar con las capturas salvajes, aunque
sean clandestinas, que para someterse a una explotación prudente y escalonada.
Las explotaciones de acuicultura permiten un ‘cultivo’ de especies
necesarias para el consumo humano. De hecho, la explotación en granjas debería
ser la fuente mayoritaria para el consumo. Aseguran que la producción en
piscifactoria ya ha superado el volumen de capturas; puede ser. En cualquier
caso, es obligado precisar que para que la producción acuícola alivie de forma
significativa la explotación pesquera tradicional es necesario que duplique al
menos su presencia actual en los mercados. El impacto tiene que ser rotundo y
significativo para que produzca efecto beneficioso en el ecosistema marino.
Las empresas españolas tienen una gran oportunidad en el mercado de la
acuicultura. La producción es la mayor de Europa. Pero, como en todo mercado,
aparecen dificultades, algunas de las cuales son de crecimiento y otras de
tanteo para encontrar las fórmulas adecuadas de financiación. Las compañías
extienden una queja casi unánime: la Administración tarda entre 6 y 8 años en
conceder las licencias de explotación de piscifactorías, quizá porque los
responsables públicos temen daños en el medio ambiente. No es necesario
magnificar los problemas; con frecuencia se magnifican solos. Probablemente sea
necesario que los gobiernos y las empresas pacten un programa de desarrollo
para el mercado de cultivo de peces que incluya los compromisos medioambientales
de las empresas y los apoyos públicos a la producción de piscifactoría.››
FUENTES. Actualización en:
Economía 3. España.
Sector primario.*
Economía 3. España. Dosier: La crisis agraria y las protestas
sociales.*
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