LA
EUROPA MEDIEVAL Y LA CIUDAD EN LOS SIGLOS XIII-XV.
Índice.
La unidad cultural.
El ascenso de la conciencia nacional.
Dosier: los pensadores medievales.
LA CIUDAD.
La recuperación de la vida urbana. Las actividades urbanas: artesanía
y comercio.
La sociedad urbana.
La consolidación del poder real.
LOS GRANDES REINOS EUROPEOS EN LOS SIGLOS XIII-XV.
ALEMANIA.
La dinastía Hohenstaufen y su fracaso en Italia.
La división de Italia h. 1250.
El fortalecimiento de la monarquía capeta.
El desarrollo de la monarquía Plantagenet en Inglaterra.
La dinastía Habsburgo.
LA CRISIS DEL PAPADO (SIGLO XIV) Y SU RECUPERACIÓN.
EL CONFLICTO DE FRANCIA E INGLATERRA.
La crisis del siglo XIV.
LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS.
Los inicios.
La primera fase.
La segunda fase.
Consecuencias en Francia e Inglaterra de la crisis de la guerra de los Cien Años.
EL MODELO DEL ESTADO MODERNO EN EL SIGLO XV.
EL ARTE GÓTICO.
La arquitectura gótica.
La escultura y la pintura góticas.
La unidad cultural.
Las fuerzas materiales y culturales liberadas en el
siglo XII prolongaron su impacto durante los siguientes 200 años. Europa se
había convertido en una unidad cultural, la expresión institucional de lo que
era la Iglesia
cristiana. Esta unidad se reflejó con más claridad que nunca en una serie de
expediciones militares (las cruzadas) en las que se pretendía arrebatar al
islam los lugares santos cristianos de Oriente Próximo. La jerarquía de la Iglesia predicó en favor
de las cruzadas, que consiguieron el apoyo de las nuevas órdenes monásticas,
para las que el 'peregrinaje militar' representaba el camino a la salvación
individual y colectiva. La idea de la guerra santa, sin embargo, rebasó las
divisiones sociales y atrajo tanto a la aristocracia guerrera tradicional como
a los campesinos, las nuevas clases de artesanos y los trabajadores creados por
el crecimiento de la sociedad urbana. En la península Ibérica, la tolerancia
tradicional entre árabes, judíos y cristianos vivió épocas de crisis y,
conforme se extendían los reinos cristianos hacia el sur, los monarcas y la Iglesia tuvieron que
intervenir con frecuencia para apaciguar los ánimos populares, que achacaban a
los judíos, incluso los conversos o 'nuevos cristianos' la culpa y
responsabilidad por todos los desastres. Se estaba incubando la más grave
crisis de identidad nacional, origen de la Inquisición y de la expulsión de
judíos y moriscos, ocurrida a finales del siglo XV y del siglo XVI
respectivamente.
La creciente intolerancia hacia las poblaciones no
cristianas dentro y en las fronteras de Europa tuvo la misma importancia como
expresión de la unidad cultural cristiana. El islam, el enemigo infiel de la
lejana Jerusalén, también era el enemigo en las fronteras, y en Sicilia, siglos
de comercio material e intelectual llegaron a su fin. También en el periodo
comprendido entre los siglos XII y XIV la intolerancia hacia los judíos que se
habían establecido en toda Europa se extendió y se hizo más virulenta. Decretos
punitivos restringiendo el asentamiento y la colonización judías coincidieron
con atrocidades y motines en masa contra la población judía, y se establecieron
las bases del antisemitismo ideológico: los judíos, como criaturas extrañas y
demoníacas, envueltas en conspiraciones internacionales y culpables de la
muerte ritual de niños cristianos, entraron en el folclore de la imaginación
europea. Finalmente durante esta época hubo un aumento de las herejías, una
expresión de la inquietud intelectual y social de la época, y de los esfuerzos
políticos y militares en destruirlas, que se reflejaron sobre todo en la
cruzada al sur de Francia contra la herejía de los albigenses.
Así pues la unidad cultural europea no estuvo libre de
conflictos. Al contrario, estuvo en un precario estado de equilibrio, y sus
elementos, en continuo desarrollo, inevitablemente entraron en conflicto unos
con otros en los siglos siguientes. Los pueblos y ciudades continuaron su
crecimiento económico y demográfico. En Italia, Inglaterra y los Países Bajos
comenzaron a luchar por la autonomía política. La lucha fue particularmente
cruel en Italia, donde las ciudades se encontraban entre los conflictivos
diseños políticos del Imperio y el papado. También fueron atormentadas
internamente por la lucha entre distintos grupos urbanos. Como resultado, se
intensificó el pensamiento político y social que hoy día se llama humanismo,
mientras el pueblo intentaba articular sus propias posiciones.
El ascenso de la conciencia nacional.
La lucha general por la supremacía entre Iglesia y
Estado se convirtió en una constante de la historia europea. En los siglos XIII
y XIV la unidad cultural europea fue desafiada en toda Europa por intereses
locales, regionales y nacionales. Esto se manifestó en el incremento real del
poder del rey de Francia y en su enfrentamiento con el rey de Inglaterra, en
teoría su inferior. También se evidenció en la esperanza, incluso en ausencia
de cualquier poder unificador potencial, de una Italia independiente del papa y
el emperador, y libre de luchas cívicas y territoriales. En todo Occidente se
vivía un sentimiento de renovación, expansión y descubrimiento. En España,
acabada la reconquista en 1492, con la toma de Granada por los Reyes Católicos,
se aseguraba la unidad territorial y se establecía el primer Estado en el
moderno sentido del término, del mismo modo y simultáneamente a lo que ocurría
en Francia e Inglaterra.
La conciencia nacional y regional, así como la
desarrollada en las ciudades, el crecimiento continuo del comercio dentro de
Europa y hacia Oriente, la extraordinaria creatividad intelectual y artística
del renacimiento y la confusión social fueron algunos de los rasgos del final
de la edad media. Incluso la catastrófica apariencia de la peste negra, a
mediados del siglo XIV, y su periódica reaparición no alteraron
fundamentalmente estas tendencias.
Dosier: los pensadores medievales.
El pensamiento político.
Los teóricos del poder político se dividen en varios bandos, según las potencias a las que legitiman:
- Los defensores del cesaropapismo y de la teocracia, en Alemania e Italia.
- Los defensores del principio monárquico, en Francia e Inglaterra.
El pensamiento teocrático.
El Papado defiende la teoría del origen divino del poder temporal y el predominio del Papa sobre el emperador y los reyes, que se manifestaría en:
- El papel del Papa en la coronación del emperador y en la unción sagrada de los reyes.
- El derecho del Papa de nombrar los cargos eclesiásticos.
- La institución de la Tre gua de Dios.
- Las Cruzadas.
Esta teoría refleja el enfrentamiento entre el Papado y el Imperio, durante la querella o Lucha de las Investiduras (siglos XI-XII). Las Cruzadas proclamadas por el Papa refuerzan al principio su prestigio, pero, al final, su fracaso lo reducirá. En el siglo XIII la madurez del pensamiento teocrático coincide con la mayor autonomía del poder laico.
El cesaropapismo.
Por contraste con el Papa, el Emperador defiende la idea imperial del cesaropapismo, de acuerdo al modelo bizantino, que sostiene la preeminencia del emperador tanto en los asuntos religiosos como en los políticos, lo que implicaría su derecho a elegir al Papa y a todos los cargos eclesiásticos. Asimismo todos los reyes cristianos le estarían subordinados, a un nivel inferior en la pirámide del vasallaje.
La idea del “dominium mundi” es favorecida por el “universalismo romano” y la difusión del Derecho Romano.
Pero este proyecto fracasa por la debilidad del poder “temporal” del emperador.
El monarquismo.
Los defensores del monarquismo o principio monárquico destacan en Francia e Inglaterra. En Francia: Abbon de Fleury, Ivo de Chartres, Suger de Saint Denis, que impondrán el principio hereditario, reforzado por la fórmula de la asociación del heredero a la Corona. En Inglaterra, Juan de Salisbury, con su Policraticus (1159). Todos ellos defienden el Estado como un mal necesario.
En cambio, posteriormente Santo Tomás de Aquino defenderá el principio de Aristóteles del Estado como la expresión natural del hombre fundada en el bien común, siendo la monarquía la mejor de las formas de gobierno.
El principio monárquico se fundamenta en estas ideas:
- La tesis de la transmisión hereditaria del trono.
- Los elementos teocráticos, feudales y corporativos: se consolidan y enfrentan las ideas del origen divino de la autoridad real, la tesis feudal del pacto o contrato, y de resultas aparecen las primeras asambleas representativas con potestad legislativa.
- El romanismo y el aristotelismo: El romanismo impone la tesis de la “regalía”. La teoría aristotélica del bien común legitima la acción estatal.
El principio monárquico será la teoría dominante en todos los Estados nacionales del siglo XV y pasará a la Edad Moderna.
Wycliff.
John Wycliff, teólogo y profesor en Oxford, vivió en el siglo XIV, pero fue un antecedente
directo del humanismo cristiano del siglo XVI y un precursor de la Reforma
protestante. Escribió De Dominio (1366), De Ecclesia y el Trialogus.
Criticó la autoridad del Papa y se opuso a que la Iglesia poseyera bienes materiales .
Su pensamiento tuvo una gran influencia posterior en las ideas religiosas y
políticas de Jan Huss, Lutero y los monarcómacos franceses.
LOS GRANDES REINOS EUROPEOS EN LOS SIGLOS XIII-XV.
ALEMANIA.
La dinastía Hohenstaufen y su fracaso en Italia.
La dinastría Hohenstaufen (1138-1273) se involucró en la lucha entre güelfos (partidarios de las libertades comunales y del Papado) y gibelinos (partidarios de una ley general y del Imperio). Los emperadores se concentraron en los asuntos de Italia y desviaron la atención de los nobles alemanes a la misión de germanizar a los eslavos de las marcas del Este, con lo que conseguían nuevos territorios y se aseguraba su lealtad.
El Imperio alemán hacia 1152.
La larga lucha entre el Papado y el Imperio se reanudó (1154-1250). Federico I Barbarroja (1152-1190) y el papa Alejandro III se enfrentaron desde 1159. Federico consiguió restablecer la autoridad imperial en Alemania, pero fracasó en Italia y finalmente las amenazas de excomunión obligaron al emperador a marchar a Oriente en una cruzada en la que murió (1190) al vadear un río.
La política imperial de Barbarroja fue continuada por su hijo Enrique VI el Cruel (1190-1197).
El papa Inocencio III (1198-1216), consiguió un gran poder gracias a su tutoría sobre el emperador niño, Federico II. Inocencio III fue la encarnación de la idea de teocracia pontificia, interviniendo activamente en la política europea con la excomunión como arma política. Impulsó una violenta cruzada contra los herejes albigenses (llamados cátaros) del sur de Francia. En cambio, la cuarta cruzada a Oriente fue transformada en un intento de reintegrar la Iglesia oriental a la unidad y de asegurar el dominio comercial veneciano: tras la conquista de Constantinopla (1204) se instaló un efímero Imperio Latino de Oriente (1204-1261).
Hubo entonces la posibilidad de una política de consenso entre el Imperio y el Papado, en la cual el primero tendría el poder temporal y el segundo el poder espiritual, pero se malogró debido a que, al llegar a la mayoría de edad, crecieron las ambiciones de Federico II, rey de Sicilia (1197-1250) y emperador (1220-1250). Fue el último gran monarca de la dinastía. Dirigió la quinta cruzada, que consiguió recuperar Jerusalén temporalmente gracias a un pacto, pero se perdió de nuevo en 1244. Su aspiración al dominio en Italia hizo que fuera depuesto por el papa Inocencio IV en 1245 y fue derrotado por una liga de las ciudades italianas, mientras que Alemania estallaba en rebeliones.
La división de Italia h. 1250.
Italia, tras las muertes de Federico II Hohenstaufen (1250) y de su descendiente Conradino (1268), se independizó realmente del Imperio alemán. Las ciudades, regidas por instituciones municipales con representación burguesa y aristocrática formaron numerosas ciudades-estado, como Milán, Génova, Venecia, Florencia y decenas más, que alcanzaron la primacía en el norte y centro de la península.
En el sur la influencia de la nobleza y de la institución monárquica fue mayor, comenzando las luchas de las dinastías de los Anjou franceses y los reyes de Aragón por el dominio de Nápoles, que fue para los Anjou hasta el siglo XV, y la isla de Sicilia, que pasó en 1282 a Aragón y durante un siglo (1296-1409) a una rama lateral de la dinastía catalano-aragonesa.
En los siglos XIV y XV hubo un proceso de concentración territorial, quedando en precario equilibrio media docena de Estados dominantes: Nápoles, Estados Pontificios, Florencia, Génova, Venecia, Milán, junto a otros menores.
A finales del XV Italia, rica pero dividida en Estados débiles, será una presa codiciada por las potencias vecinas de España, Francia y el Imperio. La primera ganará la hegemonía, aunque sin imponer un dominio territorial total, pues sólo se extenderá por Nápoles y el Milanesado, además de sus anteriores territorios de Cerdeña y Sicilia.
El fortalecimiento de la monarquía capeta.
Los Capetos fortalecen su poder desde el siglo XII hasta principios del XIV, consiguiendo una casi completa independencia del poder temporal del rey frente al poder religioso. La dinastía de los Capetos extiende la costumbre de asociar al heredero al trono, en vida del padre, lo que estabiliza la situación política y consolida el trono.
Felipe II Augusto (1180-1223) es un rey conquistador. Los principados territoriales son sometidos uno tras otro, cayendo la mayoría de los dominios de los Plantagenet ingleses, excepto Guyena, a principios del siglo XIII.
Luis IX el Santo (1226-1270) creó una monarquía nacional fuerte, mantuvo la paz con sus vecinos, y sometió Languedoc (1229) y el condado de Toulouse (la anexión se confirmó en 1271) y como defensor del cristianismo participó en dos cruzadas, siendo derrotado en la sexta en Egipto (1249) y muriendo en la séptima en Túnez (1270).
Felipe IV el Hermoso (1285-1314) venció al rey inglés Eduardo I, que le juró vasallaje por sus dominios franceses; se apoderó de Flandes (1299-1305); intimidó al Papa (1303) y llevó la sede del Papado a Aviñón (1309), y aniquiló la Orden del Temple (1307-1314).
El desarrollo de la monarquía Plantagenet en Inglaterra.
Los dominios de Enrique II de Inglaterra en Francia h. 1180.
La dinastía de los Plantagenet comienza con Enrique II (1154-1189) de Anjou,.a caballo entre Inglaterra y Francia, que reorganiza la monarquía inglesa y reúne un gran imperio en Francia, desde Normandía hasta la Aquitania que consigue gracias a su matrimonio con la duquesa Leonor.
Su sucesor Ricardo I Corazón de León (1189-1199), participó en una Cruzada y ganó gran fama en Europa (los hechos del mítico Robin Hood ocurren durante su reinado).
Su sucesor, su hermano Juan I Sin Tierra (1199-1216) perdió en la guerra la mayor parte de Francia, salvo la Guyena (en la costa sur de Aquitania), y en 1215 los nobles y el alto clero consiguieron limitar el poder real con la Carta Mag na, una declaración de derechos individuales que puede considerarse el embrión de una Constitución.
Enrique III (1216-1276) fue dominado por la nobleza, que le impuso las Provisiones de Oxford (1258).
Eduardo I (1272-1303), reforzó el poder real tras la victoria de Evesham cuando era heredero (1265), conquistó Gales (1284) para darlo el heredero como Príncipe de Gales desde 1301, y comenzó la conquista metódica de Irlanda pero no completó la conquista de Escocia, ocupada en 1296, pero perdida en 1314, y tuvo que jurar de nuevo vasallaje al rey francés por sus dominios franceses. En su reinado nace el Parlamento (Model Parliament) en 1295, formado por los estamentos de caballeros, eclesiásticos y burgueses. A pesar de que expulsó a los judíos (1290), fomentó el comercio.
Europa hacia 1200.
El triunfo del Papado y la desaparición de la dinastía imperial de los Hohenstaufen en 1250 provocaron que el Imperio sufriese graves conflictos internos, luchas por la sucesión en la destaca la muerte del hijo bastardo de Federico II, Conradino, en 1268.
En especial Alemania quedó sumida en una grave etapa de inestabilidad, conocida como el “Gran Interregno” (1250-1273), durante el cual las ciudades mercantiles de la Hansa (Lübeck, Bremen, Hamburgo...) acrecentaron su riqueza, y se formaron numerosos y pequeños Estados semiindependientes.
Finalmente, en 1273 se acordó un sistema electivo para la sucesión imperial, lo que logró resolver la crisis.
La dinastía Habsburgo.
Rodolfo I (1273-1291), con el apoyo del papa Gregorio IX, inauguró la duradera dinastía de los Habsburgo (o Casa de Austria), que consolidó su poder político y territorial con una hábil política matrimonial, alrededor del sureste de Alemania, aunque pronto perdió Suiza en un levantamiento (probablemente uno de los primeros movimientos nacionales).
La dinastía tuvo que competir con otros candidatos, y su dominio fue interrumpido temporalmente por la Casa de Luxemburgo, con Carlos IV de Luxemburgo (1346-1378), rey de Bohemia y emperador (1355), en cuya etapa la Bula de Oro (1356) fijó la elección del emperador mediante un colegio de siete miembros, lo que libró definitivamente a Alemania de la tutela pontificia, pero en realidad, hizo del emperador una figura débil, pues, mientras la soberanía geográfica del Imperio se iba reduciendo, su influencia también disminuía en Alemania, debido a la amplia estructura feudal y el poder de la Dieta del Imperio, un parlamento territorial.
A partir de 1440 los Habsburgo nuevamente monopolizaron el título imperial, que permanecería en sus manos hasta 1918, con muchos avatares.
Maximiliano I (1493-1519) intentó sin éxito unificar Alemania extendiendo al país las instituciones austriacas (Cámara Áulica, Cancillería), interviniendo en vano en Italia, y con una exitosa política matrimonial que le permitió incorporar parte de los dominios de la Casa de Borgoña y dar a su dinastía el trono español, con lo que fraguó el enorme poderío de su nieto Carlos V, emperador (1519-1556) y rey de España como Carlos I (1516-1556).
En el siglo XIV hay un cisma de la Iglesia , que pierde influencia debido al cambio de la sede pontificia, con el Papado de Aviñón (1309-1377), al trasladar el francés Clemente V la sede a la ciudad francesa, y el cisma de Occidente (1378-1417), que ocurrió después de la muerte de Gregorio XI, al dividirse la Cristiandad entre los partidarios de los papas de Aviñón, con Clemente VII apoyado por Francia, Castilla y Aragón, y los papas de Roma, con Urbano VI apoyado por Alemania, Inglaterra e Italia. La causa de esta división fueron los intereses enfrentados de las monarquías entre sí, pues Francia e Inglaterra estaban en guerra; y con el Imperio, con Francia enfrentada a las apetencias imperiales; y la debilidad del poder del Papado en sus dominios en Italia, en la cual la nobleza romana había llegado a imponer varios papas.
Fue una crisis muy grave, llegando a haber a la vez tres papas, hasta la restauración de la unidad con el concilio de Constanza (1414-1418), promovido por el emperador Segismundo, que eligió papa único a Martín V. En esta situación de crisis social (la Peste Negra) y religiosa (el cisma) se puede entender la proliferación de los movimientos heréticos de Wycliff en Inglaterra y Huss en Bohemia.
Al mismo tiempo, en el siglo XIV en Italia se consolida el poder de las ciudades de Venecia, Génova, Milán y Florencia, al tiempo que algunos Estados caen en manos de militares, los famosos condottieros como los Visconti y Sforza de Milán.
EL CONFLICTO DE FRANCIA E INGLATERRA.
La crisis del siglo XIV.
Europa hacia 1360.
Desde mediados del siglo XIV el agotamiento de las mejores tierras, el hambre, la superpoblación y, finalmente, la epidemia de la Peste Negra desde 1348-1351, seguida por otras epidemias en 1361, 1373..., provocó una gran caída demográfica: un tercio de la población pereció y no se recuperó el nivel demográfico hasta cerca de 1450.
LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS.
Mapa de la Guerra de los Cien Años.
Los inicios.
Se inició a raíz de la disputa dinástica por el trono de Francia entre Felipe de Valois y Eduardo III de Inglaterra a la muerte, en 1328, del último Capeto, Carlos IV. Elegido el primero, la rivalidad entre ambos personajes derivó en conflicto armado cuando en 1337 Felipe VI decretó la confiscación de la Guyena, el último feudo real inglés en el sudoeste de Francia, y Eduardo III le replicó reivindicando para sí la corona francesa.
La primera fase.
La primera fase de la guerra estuvo marcada por la sucesión de victorias inglesas en la batalla naval de L'Ecluse (1340), la toma de Calais (1347), y las batallas terrestres de Crécy (1346) y Poitiers (1356), que demostraron el declive de la caballería feudal francesa frente a los arqueros ingleses. Esta fase de la guerra acabó con la Paz de Bretigny (1360) y la cesión a Eduardo III de la Gran Aquita nia, que incluía la Guyena.
En el reinado de Carlos V (1362-1380) los franceses retomaron la iniciativa y recuperaron gran parte de la Aquitania , gracias a Du Guesclin y sus tropas de mercenarios, que luchaban por una soldada y en caso de impago practicaban el pillaje indiscriminado sobre toda la población. Hubo un largo periodo (1377-1414) de relativa calma en las fronteras, pero con intervenciones de ambos países en Castilla y otros lugares cercanos.
La segunda fase.
La segunda fase bélica comenzó cuando Enrique V de Inglaterra (1413-1422) volvió a invadir Francia, venció en Azincourt (1415) e impuso el tratado de Troyes (1420), que le daba el derecho de herencia sobre Francia a la muerte de Carlos VI (1380-1422). Pero cuando esta ocurrió los franceses siguieron luchando a favor del Delfín (llamado así porque el heredero en Francia era príncipe del Delfinado) Carlos VI (1422-1461). El partido borgoñón (una rama secundaria de la familia real francesa de los Valois que gobernaba el gran ducado de Borgoña) se alió con los ingleses y pareció hacia 1429 que el triunfo de estos era irremediable, puesto que el rey francés mantenía un poder apenas ficticio desde su Corte de Bourges en el centro de Francia.
Fue entonces cuando surgió en 1429 la figura de Juana de Arco, la “Doncella de Orleans”, “enviada de Dios”, a la que Carlos, desesperado, confió el mando de su ejército, y que consiguió levantar el asedio de Orleans y más tarde conducir al rey a Reims para su coronación. Poco después, al tratar de ocupar París, cayó prisionera, fue condenada por hereje en Rouen, y ejecutada en la hoguera en 1431, convirtiéndose en un mito nacional para los franceses.
Finalmente los franceses lograron decantar la contienda a su favor, gracias a la defección de los borgoñones, las reformas militares y el cansancio inglés. Tras la derrota inglesa en Castillon (1453) terminó la guerra de los Cien Años, si bien oficialmente no concluyó hasta el tratado de Picquigny (1475). Inglaterra sólo mantuvo la plaza de Calais en el Canal de la Mancha, apenas un siglo más.
Consecuencias en Francia e Inglaterra de la crisis de la guerra de los Cien Años.
En Francia, tras la guerra, la monarquía se consolida pese a las tremendas pérdidas humanas y económicas. Luis XI conseguirá restablecer la unidad francesa al morir en 1477 su pariente Valois, el duque Carlos el Temerario de Borgoña, que intentaba formar un gran Estado independiente con Borgoña, Franco Condado, Luxemburgo, Flandes, Artois, Picardía y los Países Bajos. Pero gran parte de sus territorios irán a la hija de este, María de Borgoña, y después a Carlos de Habsburgo.
En Inglaterra, al final de la guerra estalla casi de inmediato la Guerra de las Dos Rosas (1455-1485), una guerra civil entre dos ramas familiares: los York y los Lancaster. Tras muchas vicisitudes y varios reyes intermedios se impuso Enrique VII, de la nueva dinastía Tudor, que unía los derechos sucesorios de ambos bandos.
Europa a finales del siglo XV.
EL MODELO DEL ESTADO MODERNO EN EL SIGLO XV.
A fines de la Edad Media , en el siglo XV se asientan las “monarquías nacionales”, gracias a su completa independencia respecto a los poderes tradicionales del Imperio y del Papado, y con el desarrollo de los instrumentos (ejército permanente, burocracia, aparato fiscal, diplomacia) que les garantizan el dominio sobre las fuerzas centrífugas.
Es evidente que aumenta la soberanía de las monarquías frente al Imperio y el Papado, que son vistos como otros poderes temporales. Para competir con los otros Estados se realizan alianzas matrimoniales que constituyen poderosos reinos: Polonia-Lituania (1386), Dinamarca-Suecia-Noruega (1397, con la Unión de Kalmar), Castilla-Aragón (1479, tras el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón).
Los monarcas se alían con la burguesía para dominar a la nobleza, que pierde muchos de sus castillos y prebendas, pero después se mantiene la alianza tradicional entre realeza y nobleza. Los Parlamentos (o Cortes) son los símbolos de un pacto medieval entre los órdenes o estamentos sociales de los reinos, pero los reyes los dominan y manipulan, acrecentando paulatinamente su poder absoluto.
La monarquía es autoritaria pero todavía no es absoluta, en un difícil equilibrio entre las tradiciones medievales y las novedades modernas. Se instauran instituciones de control de las provincias y municipios, pero todavía con un carácter embrionario. Los impuestos se racionalizan y con ello aumenta la capacidad financiera del Estado para pagar a los ejércitos nacionales.
Se realiza una política económica proteccionista (premercantilista) de fomento de la agricultura, el comercio y la industria, con monedas fuertes y estables de oro y plata. Esto beneficia y se beneficia a la vez de una época de fuerte prosperidad: la población se recupera, sobre todo desde 1450; el comercio y las ciudades crecen, en especial en Italia y Flandes; los descubrimientos geográficos en África, América y Asia de portugueses y españoles anuncian la dimensión mundial de la Edad Moderna.
Perry Anderson considera que en la Europa occidental la crisis del feudalismo de los siglos XIV y XV originó la formación del Estado absolutista que representó ‹‹un aparato reorganizado y potenciado de dominación feudal, destinado a mantener a las masas campesinas en su posición social tradicional, a pesar de las mejoras que habían conquistado por medio de la amplia conmutación de cargas.›› [Perry Anderson. El Estado absolutista. 1979: 12.] que derivó del impacto de la crisis demográfica del siglo XIV, mientras que en la Europa oriental, por contra, el Estado absolutista ‹‹fue la máquina represiva de una clase feudal que acababa de liquidar las tradicionales libertades comunales de los pobres.›› [Perry Anderson. El Estado absolutista. 1979: 195.]
EL ARTE GÓTICO.
En el siglo XII, feudalismo, religión y monarquía marcaron las pautas de una sociedad que, gracias al crecimiento demográfico y al perfeccionamiento de una sociedad que, gracias al crecimiento demográfico y al perfeccionamiento de los métodos agrícolas comerciales, inició un período de expansión con una claro objetivo unificador y universalista. Este proceso de crecimiento y mejora culminó a lo largo del siglo XIII en una primera etapa de prosperidad comercial y económica que posibilitó el auge de los burgos y ciudades y la aparición de una nueva y rica clase social, la burguesía, que demandó un nuevo tipo de arte, el gótico. Pero a partir de mediados del siglo XIV estalló una crisis que repercutió en toda la sociedad europea y también en el arte gótico.
UD FUENTES.
Documentales.
Italia: Ciudades ocultas. Documental de cuatro
episodios sobre los antiguos subterráneos y edificios de Roma (la antigua),
Nápoles (la antigua), Venecia (la medieval y renacentista) y Florencia (la
renacentista, con inicio en la cúpula del Duomo; con una visita al campanario
de la catedral de Pisa).
La batalla de Agincourt. Documental. 49 minutos. Serie:
En la línea de fuego. La gran victoria de Enrique V en 1415, durante la Guerra
de los Cien Años.
La pequeña edad de hielo 1. 49 minutos. El cambio
climático al frío en Europa iniciado en 1310 que duró hasta principios del
siglo XIX y que afectó desastrosamente a la política, la economía y la
sociedad.
La pequeña edad de hielo 2. 48 minutos. Los efectos del
cambio climático al frío de los siglos XIV-XIX: la madera más densa de los
excelentes instrumentos musicales de Stradivarius, el auge del consumo de
cerveza, la guerra (el invierno de 1812 que derrotó a Napoleón), la explosión
del Tambora en 1815 (“el año sin verano”). ¿Podría repetirse debido al actual
calentamiento global, que interrumpiría la corriente marina termohalina?
La Peste Negra en 10 minutos. AcademiaPlay. 10:23. [https://www.youtube.com/watch?v=XK90X1V4zM8]
Los alemanes - Barbarroja y el
León. 42
minutos. El emperador Federico I
Barbarroja (1152-1190) y su pugna con Enrique el León, duque de Sajonia y
Baviera.
Viaje a la Edad Media. 49 minutos. Presentación de José
Enrique Ruiz-Domènec.
Libros.
Allmand, Christopher. La guerra de los Cien Años. Crítica. Barcelona. 1990 (1988 inglés). 288 pp.
Dyer, Christopher. Niveles de vida en la Baja Edad Media.
Cambios sociales en Inglaterra c. 1250-1520. Crítica. Barcelona. 1991 (1989
inglés). 375 pp.
Genicot, Léopold. Europa en el siglo XIII. Nueva
Clío 18. Labor. Barcelona. 1970. 391 pp.
Guenée, Bernard. Occidente durante los siglos XIV y
XV. Los Estados. Nueva Clío 22. Labor. Barcelona. 1973. 313 pp.
Heers, Jacques. Occidente durante los siglos XIV y XV.
Aspectos económicos y sociales. Nueva Clío 23. Labor. Barcelona. 1968. 438 pp.
Hilton, Rodney. Siervos liberados. Los movimientos campesinos
medievales y el levantamiento inglés de 1381. Siglo XXI. 1978 (1973 inglés).
321 pp.
Hilton, Rodney (ed). La transición del feudalismo
al capitalismo. Crítica. Barcelona. 1977 (1976). 279 pp.
Hilton, Rodney. Conflicto de clases y crisis del feudalismo.
Crítica. Barcelona. 1988 (1985). 213 pp.
Kappler, Claude. Monstruos, demonios y maravillas a
fines de la Edad Media. Akal. Madrid. 1986 (1980 francés). 360 pp.
Le Goff, J. La Baja Edad Media. Historia Universal
nº 11. Siglo XXI. Madrid. 1973. 336 pp.
Le Roy Ladurie, Emmanuel. Montaillou, aldea occitana
de 1294 a 1324. Taurus. Madrid. 1981 (1975 francés). 612 pp.
Macek, Joseph. La revolución husita. Siglo XXI.
1975 (1973 francés). 323 pp.
Marchi, Cesare. Grandes pecadores, grandes catedrales.
Seix Barral. Barcelona. 1988 (1987 italiano). 236 pp.
Miskin, Harry A. La economía de Europa en el Alto Renacimiento
(1300 a 1460). Cátedra. Madrid. 1980 (1975 inglés). 191 pp.
Miskin, Harry A. La economía europea en el Renacimiento
tardío (1460-1600). Cátedra. Madrid. 1981 (1975 inglés). 246 pp.
Mollat, Michel; Wolff, Philippe.
Uñas azules, Jacques y Ciompi. Las revoluciones
populares en Europa en los siglos XIV y XV. Siglo
XXI. Madrid. 1976 (1970 francés). 284 pp.
Mullett, Michael. La cultura popular en la Baja Edad
Media. Crítica. Barcelona. 1990 (1987 inglés). 197 pp.
Perroy, Edouard. La
guerra de los Cien Años. AKAL. Madrid. 1982. 334 pp. Edouard Perroy (1901-1974),
historiador francés, especialista en historia medieval.
Romano, R.; Tenenti, A. Los fundamentos del mundo moderno.
Edad Media tardía. Reforma y Renacimiento. Historia Universal nº 12. Siglo XXI.
Madrid. 1989. 327 pp.
Runciman, Steven. La
caída de Constantinopla. Reino de Redonda. Madrid. 2006. 406 pp. Reseña de
Antón, Jacinto. El día que acabó todo.
“El País”, Babelia 790 (13-I-2007) 9.
Runciman, Steven. Historia de las Cruzadas. Alianza.
Madrid. 1973 (1954 inglés). 3 vols. 360,
480, 489 pp.
Runciman, Steven. Vísperas sicilianas. Una historia del mundo mediterráneo a finales
del siglo XIII. Alianza. Madrid. 1961 (1958 inglés).
335 pp.
Seibt, Ferdinand; Eberhard, Winfried (eds.).
Europa 1400. La crisis de la baja Edad Media. Crítica. Barcelona. 1993 (1984 alemán). 342 pp.
Toubert, Pierre. Castillos, señores y campesinos en
la Italia medieval. Crítica. Barcelona. 1990. 347 pp.
White, L. Tecnología medieval y cambio social. Paidos.
Buenos Aires. 1973 (1962 inglés). 190 pp.
Zagorin, Perez. Revueltas y revoluciones en la Edad
Moderna. I. Movimientos campesinos y urbanos. Cátedra. Madrid. 1985 (1982
inglés). 325 pp. Las Comunidades de Castilla (301-325).
Artículos. Orden
cronológico.
AA.VV. Especial Frederic
II, ‘Estupor Mundi’. “Avenç”, nº 195 (IX-1995) 18-45.
El emperador germano Federico II de Hohenstaufen (1194-1250).
Meseguer, Enrique. El
Príncipe Negro. El gran héroe de la Guerra de los Cien Años. “Historia”
National Geographic, nº 38 (2007) 78-89. Con el escenario de la batalla de
Poitiers (1356).
Criado, Miguel Ángel. La peste llegó a Europa desde Asia en oleadas.
“El País” (24-II-2015) 30. La Peste Negra y otras pandemias de peste se explican
por las variaciones climáticas. El artículo es interesante pero contiene graves
errores. Uno es que al inicio las estimaciones estadísticas sobre la mortalidad
en Europa y los reinos hispánicos resultan muy hinchadas. El consenso historiográfico
apunta como máximo a un 20-25% en el primer brote entre 1346 y 1353 (el artículo,
por error, da la fecha de 1453), que tuvo una morbilidad muy alta en el norte de
Italia y casi nula en Bohemia. En Castilla fue inferior probablemente al 20% y a
muchos lugares ni siquiera llegó; sin duda el 70% corresponde solo a alguna localidad
concreta. Otro error es que al final se informa que los mongoles cerraron la Ruta
de la Seda, pero, al contrario, la reactivaron porque establecieron su dominio desde
China a Europa y favorecieron el comercio. La lucha en Caffa era precisamente para
controlar uno de sus lucrativos puntos estratégicos.
Rodríguez,
Ana. La Edad Media no fue como cuentan en
‘Juego de Tronos’. “El País” (15-IV-2017). En contra del estereotipo que
resalta su oscuridad, el periodo medieval fue clave para asentar las bases
políticas, urbanas e institucionales de la era moderna.
Medina,
Miguel Ángel. Descubierta una muralla
medieval con siete torreones en Talamanca. “El País” (2-XII-2017). La
estratégica ciudad de Talamanca del Jarama (Madrid) tenía bajo tierra una
muralla del siglo XIII.
Ruiz,
David. La Peste Negra no la transmitieron
las ratas... sino los humanos. “La Vanguardia” (18-I-2018). Un estudio
revela que los piojos y pulgas que vivían en las personas y sus ropas fueron
las que propagaron la enfermedad que devastó Europa en la Edad Media.
Mediavilla,
D. El último secreto templario se oculta
en la catedral de Tarragona. “El País” (21-IV-2018). Un proyecto pretende
analizar los restos de un arzobispo del siglo XII para compararlos con los de
un individuo que podría ser el único gran maestre templario encontrado.
Domínguez,
N. Lecciones de la peor pandemia. “El
País” (25-V-2020). [https://elpais.com/ciencia/2020-05-24/las-lecciones-de-la-peor-pandemia-de-la-historia.html]
La peste asoló Europa desde 1348 sin que se conociesen su origen ni el remedio.
Comenzaron las cuarentenas preventivas pero también los bulos que excitaban el
odio y la violencia.
Criado, M. Á. Los dientes de
personas enterradas hace 700 años señalan el origen de la peste negra, la mayor
pandemia de la historia. “El País” (15-VI-2022). [https://elpais.com/ciencia/2022-06-15/dientes-de-personas-enterradas-hace-700-anos-senalan-el-origen-de-la-peste-negra-la-mayor-pandemia-de-la-historia.html]
El análisis de ADN antiguo muestra que la peste negra empezó en el valle del
lago Issyk-Kul (Kirguistán, Asia central) y se expandió por la Ruta de la Seda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario