OP UD 32. LA CULTURA RENACENTISTA.
LOS ENFRENTAMIENTOS POLÍTICO-RELIGIOSOS DEL SIGLO XVI.
INTRODUCCIÓN.
1. EL RENACIMIENTO.
CONCEPTO.
CRONOLOGÍA.
LOS ESTADOS
MODERNOS.
2. LA CULTURA RENACENTISTA.
EL HUMANISMO.
EL RETORNO A LA MEDIDA HUMANA.
ARTE Y HUMANISMO.
LAS EXCAVACIONES
ARQUEOLÓGICAS.
¿CÓMO ERA UN HUMANISTA?
EL MODELO HUMANO DEL
RENACIMIENTO.
El humanista:
sabio, caballero, cortesano.
La dama.
LAS UNIVERSIDADES.
LA DIVULGACIÓN DEL
HUMANISMO: LA IMPRENTA.
LAS CIENCIAS
NATURALES, LAS MATEMÁTICAS, LA
FÍSICA.
3. LA REFORMA Y LA CONTRARREFORMA.
INTRODUCCIÓN.
3.1. LA REFORMA.
Los antecedentes.
EL LUTERANISMO.
Lutero.
La doctrina
luterana.
La expansión del
luteranismo.
EL CALVINISMO.
Zuinglio.
Calvino y su
doctrina.
La expansión del
calvinismo.
EL ANGLICANISMO.
Enrique VIII.
3.2. LA CONTRARREFORMA.
Concepto.
El Concilio de
Trento y la doctrina contrarreformista.
Las órdenes
religiosas: los jesuitas.
La expansión
mundial del catolicismo.
4. LOS
ENFRENTAMIENTOS POLÍTICO-RELIGIOSOS DEL SIGLO XVI.
La división
europea en dos bandos religiosos.
CARLOS V CONTRA LOS
PRÍNCIPES ALEMANES.
LAS GUERRAS DE
RELIGIÓN EN FRANCIA.
INTRODUCCION.
No se debe ligar de
un modo determinista la cultura del Renacimiento con la Reforma y la Con trarreforma y sus
conflictos. Hubo una interrelación, pues los fenómenos históricos están
relacionados entre sí, pero el enunciado de la UD es sobre todo un cajón de sastre para estudiar
los dos fenómenos espirituales más importantes del principio de la Edad Moderna , el
Renacimiento y la Reforma.
Divido la UD en cuatro partes. Estudiamos
primero el Renacimiento en su contexto histórico-social (concepto, población,
política, economía, sociedad...) y la cultura renacentista (el Humanismo
y las manifestaciones culturales), pero no el arte, cuya gran importancia
exige una UD propia para el Renacimiento y otra para el Barroco. A continuación
avanzo los movimientos religiosos de la Re forma y la Con trarreforma y los conflictos entre ambos
bloques. No incluyo los conflictos entre el cristianismo y el Islam en esta
época.
Un resumen.
Desde c. 1450 comienza
en Europa una época de renovación en todos los sentidos: política (los
Estados nacionales se organizan como monarquías absolutas, se independizan
de la tutela del Imperio y el Papado, dominan a los señores feudales), económica
(desarrollo del comercio), social (ascenso de la burguesía), cultural
(difusión del Humanismo, y del saber mediante la imprenta), artística (gótico
tardío y, sobre todo, expansión del Renacimiento como un arte italiano),
religiosa (inicios doctrinales de la Reforma , que surge ya en el siglo XVI y, más
tarde, Contrarreforma). La velocidad histórica se incrementa, de modo que se
rompe con la estabilidad de la época medieval: el cambio se hace constante,
exponencial, sobre todo con la expansión ultramarina a América, África y Asia.
El siglo XVI conoce un recrudecimiento de la competencia entre los Estados
por la hegemonía europea.
1. EL RENACIMIENTO.
CONCEPTO.
El concepto de
Renacimiento ha variado notablemente. Se había considerado como un movimiento
opuesto a la Edad Media ,
pero hoy se reconoce que brotó del seno de la Baja Edad Media sin una
ruptura, desarrollando las semillas presentes en la sociedad gótica. Fue un
resurgimiento de la cultura griega y romana y de su arte, junto a un fuerte
impulso de la creación artística.
Pero hubo más, pues
a lo largo de los siglos XV y XVI Europa vivió una transformación profunda
en todos los órdenes: el cambio social y económico, político y religioso,
ideológico y científico, que en lo cultural se expresa en el humanismo, una
nueva visión del mundo y del hombre, una apertura de los horizontes de la Huma nidad.
El Renacimiento, por
lo tanto, es un movimiento cultural, pero cuyo término ha sido utilizado para
bautizar su época.
CRONOLOGÍA.
Su cronología es
distinta para cada país e incluso para cada región y los autores difieren
mucho, pues tienden a confundir el Renacimiento italiano con el europeo.
A nuestro juicio,
el Renacimiento italiano, como tal movimiento cultural, nace h. 1300, pero
como estilo artístico sólo aparece h. 1400.
En cuanto al
europeo, también se avanza la cultura respecto al arte, pues la cultura renacentista
se difunde en Europa desde finales del siglo XV pero el arte -salvo alguna excepción
como Durero- sólo lo hace realmente a partir aprox. de 1520-1525 y continúa en
el siglo XVI, pero ya transformado en un nuevo estilo, el Manierismo, que en
Italia se ha impuesto h. 1525.
Los historiadores
tampoco están de acuerdo sobre su final, pues proponen un abanico tan amplio
para el fin del Renacimiento cultural como entre 1550 y 1620, atendiendo a
que la Contra rreforma
se asocia al inicio del Barroco (también el arte barroco aparece más tarde que
la cultura barroca). La mayoría pone el límite en 1600 sólo por usar el criterio
del siglo.
LOS ESTADOS
MODERNOS.
Mapa de Europa en el siglo XVI.
A fines de la Edad Media , en el siglo
XV y aun más en el XVI, aparecen las “monarquías nacionales”. Los
Estados feudales se convierten en Estados autoritarios: España, Francia,
Inglaterra, Dinamarca, Suecia... que consolidan su soberanía en un doble
frente, frente a la tutela de los poderes tradicionales del Imperio y del
Papado, y frente al pluralismo feudal. Lo consiguen mediante el desarrollo
de los instrumentos del poder: ejército permanente, burocracia, aparato
fiscal, diplomacia; y con una ideología política que los legitima: el
absolutismo.
La población europea
aumentó notablemente, hasta doblarse entre 1460 y 1560, al pasar de 45 a 90 millones de habitantes, gracias a la disminución
relativa de las epidemias respecto al calamitoso periodo 1348-1450, el fin de la Guerra de los Cien Años y
de las luchas civiles en los Estados y a la mejora de la alimentación. La
población de las ciudades aumentó significativamente: Venecia, Florencia,
Milán, Nápoles, París, Londres, Amberes, Núremberg, Augsburgo, Sevilla,
sobrepasan los 50.000 y en algunos casos los 100.000 habitantes. En ellas
vivían comerciantes y banqueros, escritores y artistas…
La mayor demanda de
la creciente población explica el aumento de la producción alimentaria,
lograda mediante la roturación de tierras incultas y algunos nuevos cultivos.
Las técnicas
productivas apenas mejoraron, ni en el campo ni en la artesanía, aunque se
difundió el sistema de producción doméstico, por el que el comerciante
empleaba a artesanos en sus domicilios y comercializaba su producción.
El comercio se
desarrolló porque los centros urbanos necesitaban ser abastecidos de productos
cada vez más variados. Por Europa circulaban las sedas italianas, los paños de
lana de los Países Bajos e Inglaterra, los metales alemanes, los vinos
franceses. Con los descubrimientos geográficos comenzaron a llegar a Europa
productos asiáticos: canela de China, nuez moscada de las Molucas, pimienta
negra de Ceylán... las especias, que permitían condimentar y, sobre todo,
conservar la carne.
Pero la gran novedad
fue la llegada de los metales preciosos (oro y plata) de América, que
desencadenó un crecimiento de la masa monetaria y una expansión de la demanda y
de la producción, del comercio y de las finanzas. El desarrollo de la banca y
del gran comercio favoreció la difusión del crédito (letras de cambio). Los
banqueros aumentaron su influencia: los Fugger y Welser en Ausgburgo, los
Médicis de Florencia, los Bonvisi de Luca, los Grimaldi de Génova, los Ruiz
de Medina del Campo, los Maluenda de Burgos.
Al final de la Edad Media se consolida
la burguesía mercantil e industrial. Protagonista de la actividad comercial
fue el comerciante con dinero. Era el hombre de negocios, que acometía sus empresas
con el mismo sentido de riesgo con que los nobles se exhibían en las guerras.
Prestaba dinero a los reyes y su influencia era grande. Algunos de estos
negociantes fueron famosos. De entre ellos destacaron los Fugger de Augsburgo,
los Médicis de Florencia, etc., que poseían palacios y castillos, colecciones
de tapices y pinturas de artistas a los que protegían... La sociedad había
cambiado. Tras los austeros siglos medievales los hombres del Renacimiento
admiraban el lujo y la belleza.
Las restantes clases
sociales, la nobleza, el clero, el campesinado, el artesanado urbano, se
mantuvieron empero básicamente inalteradas respecto al Medievo.
2. LA CULTURA RENACENTISTA.
EL HUMANISMO.
El Humanismo es la
ideología renacentista que se extiende por Europa en los siglos XIV-XVI,
cuando el desarrollo de las universidades, de los estudios de latín y griego,
de la teología crítica, de la imprenta y de la brújula, etc., marcan una
época de descubrimientos y divulgación.
El Humanismo se caracteriza
por:
- La fe en el hombre
individual, en el triunfo del hombre moderno que abarca la totalidad del
mundo y del saber. El hombre acrecienta su autonomía, respecto de Dios y la Igle sia.
- Una nueva concepción del mundo,
basada en la crítica de la razón.
- Admira el mundo clásico
grecorromano, como modelo cultural de referencia, con su concepción pagana
del hombre.
- En filosofía
reúne todas la corrientes antiguas (platonismo, aristotelismo, estoicismo,
epicureísmo, escepticismo, neoplatonismo).
- En religión es paganizante,
pero un humanismo cristiano (Petrarca, Pico della Mirandola, Marsilio Ficino,
Erasmo, Moro, Vives) afirma la continuidad entre el mundo clásico y el cristiano.
- Socialmente los
humanistas son escritores, filósofos, médicos, eclesiásticos, profesores,
que a menudo se reúnen para dialogar en el palacio de un príncipe o en el
taller de un impresor.
- Las universidades
difunden el pensamiento racional y crítico, en detrimento de los ideales de la Igle sia. El incipiente
humanismo emotivo del siglo XIII es sustituido por un humanismo racional en
el siglo XV.
ARTE Y HUMANISMO.
Todo cambio
ideológico exige un cambio en el lenguaje artístico. En el Renacimiento se
produjo una superación del lenguaje gótico nórdico, atento a las formas pero
no a los hombres. En el caso único de Italia el mayor desarrollo comercial e
industrial convive con la pervivencia de las formas del clasicismo antiguo,
con la gestación del nuevo lenguaje del Renacimiento desde finales del siglo
XIII, y su eclosión en el XV.
El hombre se siente
centro del Universo y exige un lenguaje artístico a su medida: el hombre
domina al edificio, que se adapta a las proporciones humanas, con un
equilibrio de verticalidad y horizontalidad, a favor de ésta, con una geometría
comprensible, sin necesidad de la técnica gótica de elevación constructiva,
con unos elementos más clásicos. Las pinturas y las esculturas representan al
hombre, sea príncipe, burgués o campesino, en su vida cotidiana.
Mejora la condición
social del artista, lo que tendrá extraordinarios efectos en el futuro del
arte, al permitir la libertad creativa. La competencia de los príncipes por
atraer a los mejores artistas e intelectuales los encumbra a la gloria ya en
vida. Se venera la individualidad y el genio: es un tiempo de individuos
geniales, que rompen con el anonimato de los gremios y de los talleres de
arte. El artista genial comienza a independizarse del mecenas respecto a la
concepción de la obra: Miguel Ángel pinta los temas que quiere, no los que le
mandan.
LAS EXCAVACIONES
ARQUEOLÓGICAS.
Las excavaciones
realizadas en esa época contribuyeron a hacer aparecer la actitud de amor por
lo antiguo que caracterizó al Renacimiento. En los primeros años del siglo
XVI se descubrieron en Roma el grupo escultórico del Laocoonte, las Termas del
emperador Tito, la Casa
Dorada de Nerón, etc. Resulta fácil imaginar el entusiasmo
que provocaron estos hallazgos arqueológicos. Se empezó a admirar el mundo
clásico a través de sus mármoles y manuscritos, no sólo a través de noticias
indirectas.
EL MODELO HUMANO DEL
RENACIMIENTO.
Seguramente pocos
hombres de aquella época exigente respondieron al modelo humanista. Su
ideal era ser un hombre universal, a la vez un humanista y un
caballero, mientras que la mujer ha de ser una dama.
El humanista:
sabio, caballero, cortesano.
Si en la época
medieval el hombre ideal eran el guerrero o el religioso, en el Renacimiento
es el humanista, de curiosidad universal y vasta cultura (tanto clásica como
moderna), erudito y creativo a la vez (a menudo artista él mismo). Los
humanistas presumían de escribir únicamente en latín, de conocer el griego
(algunos también el hebreo y otros idiomas antiguos), de leer a los escritores
romanos y griegos, de dominar la filosofía.
Pero no se tomó como
modelo al sabio huraño, exclusivamente entregado a los libros, pues el
humanista es también un caballero y un cortesano (el Cortigiano de Castiglione). En las cortes renacentistas se consideraba
imprescindible la presencia en la vida social. El hombre perfecto debe
poseer cultura, saber escribir y además ser buen conversador, dominar
juegos, ser galante y desenvolverse en torneos y competiciones varias. Es el
hombre de moda en los ambientes cortesanos, que discute sobre la idea de belleza
y, en consecuencia, sobre la *cosa bella+, lo que da origen a la crítica
de arte.
La dama.
A la dama se le
pedía honestidad y conocimiento de las letras, de la música y de la pintura, y
además debía danzar bien, para que fuera adorno de las cortes y contento de
varones tan diestros. Pero en esta época gana más autonomía relativa, en su
largo camino hacia la igualdad de los sexos.
LAS UNIVERSIDADES.
Las universidades
de Europa, como las italianas de Florencia, Roma, Venecia, Bolonia y Padua,
las españolas de Salamanca y Alcalá de Henares, la portuguesa de Coimbra, la
francesa de París, las inglesas de Oxford y Cambridge, se convirtieron en activos
centros educativos y del saber, dominados por los profesores humanistas,
que iban por todo el continente, de universidad en universidad, disputados
por todas, para enseñar a estudiantes también itinerantes.
LA DIVULGACIÓN DEL
HUMANISMO: LA IMPRENTA.
La revolución del
saber que supuso el Renacimiento quizá no hubiera sido posible sin un invento
trascendental: la imprenta. De hecho, la reproducción de dibujos y signos
mediante planchas era muy anterior. Los romanos antiguos sabían reproducir
dibujos y los venecianos medievales fabricaron naipes. Los chinos, a los que
se considera como los auténticos inventores de la imprenta, sabían reproducir
toda clase de escritos, pero el sistema que utilizaban era bastante tosco.
El invento del
Renacimiento fue diferente. Consistía en la utilización de tipos móviles de
metal. En vez de fabricar la plancha entera, el impresor fabricaba las letras
sueltas, que servían para sucesivas planchas. Por otra parte, como las letras
se fundían en moldes independientes, le resultaba fácil sustituir las letras desgastadas.
Este invento, decisivo
para la Humanidad ,
se atribuye al impresor de Maguncia, Johann Gutenberg. En 1446 regresó de Estrasburgo,
donde tenía un taller de orfebrería, a Maguncia, y se asoció a otro impresor,
Juan Fust. En 1456 ambos producían suficientes tipos en su taller como para
imprimir la Biblia.
La expansión de la
imprenta fue fulminante por toda Europa. En 1500 ya estaban registradas 40.000
ediciones de libros, la mayoría procedentes de Alemania e Italia, y se conocía
la imprenta en 14 países europeos. Los libros dejaron de ser un patrimonio de
los más ricos. Se había encontrado el medio adecuado para la difusión de la
cultura. Se editaron y difundieron a los clásicos de la filosofía (Platón,
Aristóteles), de la ciencia (Pitágoras, Euclides), los autores griegos (Homero,
Esquilo, Sófocles, Eurípides) y latinos (Virgilio, Cicerón, Séneca) y los
medievales.
La novela, la
poesía, el teatro se enriquecen con las grandes plumas de la época, sobre todo con
Ariosto y Castiglione en Italia, Garcilaso y Fernando Rojas en España, y Ronsard
y Rabelais en Francia.
El Humanismo en
filosofía reúne todas la corrientes antiguas (platonismo, aristotelismo,
estoicismo, epicureísmo, escepticismo, neoplatonismo). La filosofía neoplatónica
y la tomista dominan en Europa, hasta el advenimiento de la Reforma y la Contrarreforma.
Siguiendo el camino
iniciado por el filósofo inglés Roger Bacon en la segunda mitad del siglo XIII,
que defendió la necesidad del modelo de conocimiento experimental, se
produjeron importantes descubrimientos científicos que, si bien limitados,
prepararon el camino para las decisivas aportaciones del siglo XVII. Los
principales avances se dieron en la medicina, astronomía, las ciencias naturales,
las matemáticas... La curiosidad por saber era general, como lo demuestra el
enciclopedismo y la universalidad de intereses de Leonardo da Vinci. Pero
subsistieron las creencias supersticiosas, a menudo bajo aspectos
seudocientíficos, como la astrología (el francés Nostradamus).
La medicina mejoró
en las ciudades y las campañas militares, con más y mejores médicos, formados
en universidades, con más conocimientos de anatomía, pero las condiciones de
los hospitales siguieron siendo muy deficientes. Destacaron los estudios
anatómicos de Leonardo Da Vinci, Vesalio y Servet.
El flamenco Andreas Vesalio
(1514-64), fue un médico eminente. Estudió en Lovaina y París y fue profesor
en Padua. Basándose en la práctica de disecciones y exploraciones anatómicas,
Vesalio sentó las bases de la anatomía moderna. Profundo conocedor de las
teorías de Galeno, no dudó en rechazar los errores que en ella había y que se
habían perpetuado a lo largo de la Edad Media.
Miguel Servet
fue un humanista, teólogo y médico aragonés que estudió en Barcelona, Toulouse
y París y viajó por toda Europa. Publicó diversas obras teológicas como De trinitatis erroribus y Dialogorum de
Trinitate. La más famosas es Christianismi restitutio (1553), en
la cual describió la circulación de la sangre. A lo largo de su vida tuvo diversos
conflictos con la In quisición
católica por sus ideas religiosas, pero finalmente Calvino lo encarceló en
Ginebra, le condenó por hereje y le hizo morir en la hoguera.
Nicolás Copérnico expone en De revolutionibus
orbitum caelestium (1543) la teoría heliocéntrica: la Tierra y los restantes planetas
giran alrededor del Sol, y no alredor de la Tierra como sostenía la antigua tesis del romano
Tolomeo. Es una novedad revolucionaria, que rompe con la tesis de que el hombre
está en el centro del Universo.
LAS CIENCIAS
NATURALES, LAS MATEMÁTICAS, LA
FÍSICA.
Las ciencias
naturales, matemáticas y físicas se desarrollaron extraordinariamente, gracias
a los descubrimientos geográficos, los avances en la navegación, los trabajos
de excelentes matemáticos como Luca Pacioli, autor de una Summa de
arithmetica, geometria, proportioni et proportionatia (1494), o Pietro Pomponazzi,
profesor en Padua, que cultivó una ciencia separada de las ideas religiosas.
Los historiadores y
tratadistas políticos se multiplican: Guicciardini, Maquiavelo, Tomás Moro,
Erasmo... Historia y política se convierten poco a poco en ciencias
humanísticas, con una pretensión científica de conocer la verdad.
El historiador y
embajador veneciano Guicciardini escribió una magna Historia de
Italia, desde el punto de vista político-diplomático, en la que procura
reconstruir de forma racional la urdimbre y el desarrollo de las vicisitudes
humanas. Por otra parte, y en un plano moralista, se halla dispuesto a dar el
máximo relieve a las fuerzas incontroladas de los protagonistas y de las multitudes.
Para él la historia no es ya exaltación ni tampoco sólo relato; quiere que sea
una explicación inteligible. Supo concretar, siguiendo el modelo de los antiguos,
una visión racional de los hechos. En su obra leemos todo un conjunto de
reflexiones, de discursos anticipadores, de relaciones entre causas mediocres
y efectos terribles, de imágenes, de símbolos. Al final su Historia de
Italia aparece como un drama en el que se restablece un equilibrio moral.
2. LA REFORMA Y LA CONTRARREFORMA.
INTRODUCCIÓN.
A lo largo del siglo
XVI, Europa sufrió una profunda crisis religiosa que motivó una auténtica
revolución en la sociedad occidental. La unidad de la Iglesia católica se
resquebrajó cuando, en Alemania, Martín Lutero y sus seguidores, disconformes
con Roma, rechazaron la autoridad del papa, con lo que se inició la Reforma protestante. Su
ejemplo fue seguido por otros personajes como Calvino y Zwinglio.
A la vez, se
promovió una Reforma católica desde dentro de la propia Iglesia. Quienes
tomaron esa iniciativa no se proponían abandonar la obediencia al Pontífice;
antes bien, haciendo gala de una honda y sentida espiritualidad, propugnaron
una completa revisión institucional y doctrinal. Esta Reforma católica se
conoce como Contrarreforma y sus instrumentos fundamentales fueron la Compañía de Jesús y el
Concilio de Trento.
A pesar de todos los
esfuerzos de concordia, no pudieron evitarse las guerras de religión ni la
intolerancia por parte de ambos bandos religiosos.
2.1. LA REFORMA.
Los antecedentes.
Pese al progreso
general respecto a la crisis del siglo XIV, el Renacimiento era también una
época de angustia e inseguridad para muchos: pobreza, hambre, peste, guerra,
cambios en la visión del mundo. La conciencia del pecado individual y colectivo
implicaba la tesis de un castigo divino al pecado. Los teólogos y predicadores
(Huss, Savonarola y muchos otros, ortodoxos u heterodoxos), provocaban
horror al pecado, un endurecimiento de la justicia contra los herejes y pecadores,
un miedo atroz a la muerte en pecado que llevaría al infierno (las reliquias
y las indulgencias pagadas con dinero eran las respuestas). Las autoridades
eclesiásticas combatían la superstición y la brujería, fomentadas por la
creencia en el fin del mundo y en las brujas.
En este ambiente
ideológico, la Iglesia
no respondía a las necesidades populares, debido a su materialismo y
corrupción. El Papado se implica en guerras por el dominio de Italia, vende los
cargos, apoya a sus familiares, está degradado moralmente, como gran parte
del clero, poco educado, demasiado materialista. La vivencia religiosa era
demasiado externa y formal.
Por todo ello
surgirán nuevos movimientos espirituales, como los que siguieron las teorías
del teólogo inglés John Wycliff (s. XIV) y el checo Jan Huss (s. XV), el
dominico florentino Savonarola (a finales del siglo XV), el erasmismo reformista
y las numerosas congregaciones alemanas, todos imbuidos de misticismo y
que pedían una mejor conducta cristiana y la recuperación de la pureza
del mensaje evangélico. La alternativa llegará por dos vías: la Refor ma protestante (en
sus múltiples formas, de las que destacan el luteranismo, el calvinismo y
el anglicanismo) y la Con trarreforma
católica.
EL LUTERANISMO.
Lutero.
Martín Lutero
(1483-1546) era un monje agustino, profesor de teología en la universidad de
Wittemberg. Preocupado por su salvación personal, encontró la respuesta en un
texto de San Pablo: ‹‹El justo se salvará por su fe››. Un
viaje a Roma en 1510-1511 le desagradó por el lujo y la corrupción de la corte
papal. Al principio sólo quería corregir los abusos de la Igle sia, sin separarse de
ella, pero la radicalización de sus posturas y la imposibilidad de un compromiso
le llevó a la ruptura. En 1517 el papa León X (1513-1521) decidió otorgar
indulgencias a quienes ayudaran económicamente a las obras del Vaticano.
Lutero se opuso y denunció que se perdonaran sus pecados a quienes pagaban
dinero.
Criticó al Papado y
las indulgencias en las 95 tesis de Wittenberg en 1517, rompiendo con Roma en
1519, y, ante el fracaso de la conciliación, en 1520 fue excomulgado. Fracasó
también el intento de aproximación entre el emperador y Lutero en la Dieta de Worms (1521).
La doctrina
luterana.
Sus tesis principales
son: la fe basta para salvarse, la fe revela a Jesús, los únicos sacramentos
son el bautismo y la eucaristía, la libre interpretación de la Bi blia (que traduce al
alemán), el sacerdocio es universal (todos pueden ser sacerdotes y estos
pueden casarse), la única cabeza es Cristo (rechazo de la autoridad papal).
La expansión del
luteranismo.
Su doctrina se
extendió gracias a la fuerza de su prosa en latín y alemán (difundida por la
imprenta); sus feroces ataques al Papado; su apoyo a los príncipes
(Mauricio de Sajonia) y nobles alemanes contra el campesinado rebelde y el
emperador. Los príncipes alemanes secularizaron los bienes de la Igle sia católica y se vieron
implicados definitivamente en la causa protestante, junto a todos los que
se beneficiaron de esta desamortización. Asimismo, los reyes de Dinamarca y
Suecia siguieron su doctrina y la impusieron en sus dominios.
Hacia 1520 ya le
apoyaban teólogos humanistas como Melanchton, Huttel y Zwinglio. El
protestantismo luterano fue en principio un movimiento fanático, pero a la
larga su racionalismo y su individualismo fue una base ideológica adecuada
para la división del protestantismo en nuevas iglesias y para el progreso de
la libertad de conciencia.
EL CALVINISMO.
Zwinglio.
El suizo Ulrico Zwinglio
(1484-1531), por su parte, por entonces predicó la doctrina de la predestinación:
sólo los elegidos podían salvarse. Pretendía la vuelta al Evangelio. Se hizo
con el poder en Zúrich, con un reformismo radical y combativo, pero su prematura
muerte en lucha contra los católicos puso su movimiento bajo la dirección de
Calvino.
Calvino y su
doctrina.
El francés Juan Calvino
(1509-1564) emigró a Suiza, donde predicó una reforma más radical y se hizo
con el poder en la ciudad de Ginebra.
Su doctrina se basa
en la justificación por la fe, el culto simplificado (sin imágenes), la Biblia como fuente única de
Revelación, con la salvación únicamente por la fe y la austeridad, que en
todo caso sólo pueden salvar a unos pocos predestinados. Si Dios conoce el
pasado, el presente y el futuro, lógicamente sabe quien se salvará. La manera
de saber si una persona está predestinada consiste en llevar una vida piadosa,
austera, sometida a una rígida moral. El aliento del trabajo y del éxito
económico (como signo de predestinación) conectó bien con la ideología capitalista
y explica su éxito en las sociedades burguesas nórdicas (es la tesis de Max
Weber, quien liga el calvinismo con el sistema burgués).
La expansión del
calvinismo.
Calvino consiguió
que Ginebra adoptase la reforma calvinista en 1533 y se promulgó una
Constitución teocrática en 1541, instaurando una dictadura que fue muy eficaz
en lo económico y social. El calvinismo se extendió desde Suiza a Austria
y Hungría, el Sur de Alemania, Francia, los Países Bajos y Escocia. Los
hugonotes (así eran llamados los calvinistas franceses) llegaron a amenazar
el dominio católico en Francia.
EL ANGLICANISMO.
Enrique VIII.
El rey Enrique VIII
(1509-1547) de Inglaterra se separó de la Iglesia de Roma y estableció una Iglesia
nacional, debido a una crisis dinástica: el papa le denegó el divorcio de
Catalina de Aragón (madre de María I), que era incapaz de darle un hijo varón,
para poder casarse con Ana Bolena (madre de Isabel I). Su voluntad no era
cambiar los dogmas sino contruir una Iglesia nacional, sometida a la Coro na y que no pagase
rentas a Roma.
El Acta de Supremacía
(1534), los Diez Artículos y los Seis Artículos (1539) afirmaron la supremacía
del rey, que sustituyó al papa en el mando de la Iglesia, como diferencia fundamental
respecto al catolicismo, y otras diferencias fueron la lectura de la Bi blia en inglés, el
matrimonio de los sacerdotes y al rechazo de las imágenes, las reliquias y
las peregrinaciones. El anglicanismo se consolidó entre la aristocracia y
la burguesía beneficiadas por la desamortización de los bienes eclesiásticos.
Se apoyó teológicamente en dos reformadores, Cromwell y Cranmer.
Tras la breve
recuperación del catolicismo con María I Tudor (1552-1558), que ejecutó al
arzobispo anglicano Cranmer, el reinado de Isabel I (1558-1604) supuso el
triunfo del anglicanismo, que reprimió a los católicos y protestantes disidentes.
2.2. LA CONTRARREFORMA.
Concepto.
El Concilio de
Trento y la doctrina contrarreformista.
Concilio de Trento.
Su codificación
doctrinal y su organización correspondió al Concilio de Trento (1545-1563),
promovido por el emperador Carlos V. Tardó mucho tiempo en convocarse, cambió
de lugar (Bolonia, 1547 y 1549) y sufrió una interrupción (1552-1562) por las
tensiones y rivalidades entre los Estados católicos. Los dominicos y jesuitas
italianos y españoles fueron los teólogos más activos. En realidad hubo tres
periodos en Trento: 1545-1547, 1551-1552, 1562-1563 y sólo en el último se
tomaron decisiones permanentes. Se estableció:
- La validez de la
doctrina expuesta en la Sa grada
Escritura (edición latina de la
Vulgata de san Jerónimo, del s. V, sin que valieran
las traducciones a las lenguas vulgares) y acumulada en la Igle sia por la tradición.
- La necesidad de
obras buenas como complemento de la fe.
- La validez de los
siete sacramentos.
- La veneración a la Virgen y a los santos.
- La afirmación de
la autoridad papal sobre la asamblea conciliar.
- La disciplina
eclesiástica, señalando que los obispos residieran en sus diócesis y
organizando los seminarios para la formación del clero, junto la supresión de
la acumulación de beneficios (cargos y prebendas eclesiásticos) y a la
obligación del celibato de los sacerdotes.
- La reserva al
magisterio de la Iglesia
de la interpretación de las Sagradas Escrituras.
- La liturgia se
solemnizó y el arte se puso al servicio de la religión (es el nacimiento del
arte barroco).
Las órdenes
religiosas: los jesuitas.
Las órdenes religiosas
(jesuitas, carmelitas, dominicos, capuchinos) llevaron a cabo una labor de conversión
de los protestantes y los paganos.
San Ignacio de Loyola (1491-1556).
Los jesuitas,
de la Compañía
de Jesús fundada (1534-1540) por el vasco Ignacio de Loyola, con una
organización paramilitar, fueron muy activos y eficaces en el sur de Alemania,
en Polonia, Austria, Flandes... Se caracterizaron por su organización jerárquica
y su disciplina casi militar, con su fidelidad al papa (el cuarto voto de
obediencia al papa, junto a los de obediencia, castidad y pobreza), los
Ejercicios Espirituales, su profunda formación humanística y científica,
la enseñanza como actividad fundamental.
España fue un
baluarte de la
Contrarreforma , al suministrar misioneros, teólogos, dinero
y soldados a la lucha, gracias a la reforma de Cisneros sobre las órdenes
religiosas y los conventos, los estudios universitarios (Alcalá de Henares) y
la Biblia Políglota
(1520), el erasmismo reformista, imbuidos de humanismo racionalista, que
luego fueron contrapesados por la irracionalidad del misticismo, el cierre a
las ideas extranjeras, la censura, la Inqui sición... El misticismo de los religiosos
españoles alcanzó cumbres literarias y de pensamiento con Fray Luis de
León, Juan de la Cruz ,
Teresa de Jesús... Pero también ellos, como antes Ignacio de Loyola, tuvieron
graves problemas con la
Inquisición.
La expansión
mundial del catolicismo.
El catolicismo se
benefició de la expansión territorial de España y Portugal por América, África
y Asia, gracias a la acción de los misioneros, hasta convertirse en la primera
religión mundial y compensar de este modo las pérdidas en Europa.
3. LOS
ENFRENTAMIENTOS POLÍTICO-RELIGIOSOS DEL SIGLO XVI.
La división
europea en dos bandos religiosos.
Como consecuencia
de las reformas protestante y católica Europa se dividió en dos grandes bandos
religiosos:
Esta división se
trasladó a la política en las Dietas alemanas promovidas por el emperador
pero fracasadas en su objetivo de integrar a los dos bandos, y a la guerra
en las durísimas “guerras de religión” en Alemania, Francia y Países Bajos.
Los efectos sobre la
sociedad fueron muy graves: se vio el auge de la censura para evitar la circulación
de ideas en los libros, se perdió la libertad de religión en los países
dominados por una religión oficial, siendo perseguidos los grupos disidentes, por
ejemplo los anabaptistas por los protestantes y los alumbrados españoles por
los católicos, mientras la sospecha y el control se extendían hasta el
punto de que la
Inquisición procesó incluso a Fray Luis de León y al
arzobispo de Toledo, Carranza.
CARLOS V CONTRA LOS
PRÍNCIPES ALEMANES.
Los príncipes
alemanes se habían apoderado en los decenios de 1520 y 1530 de los bienes
eclesiásticos y habían aumentado su poder militar y político en contra de las
pretensiones hegemónicas del emperador. Era un conflicto tanto religioso (protestantes
contra católicos) como político (fragmentación contra unidad estatal).
Mapa de la expansión
luterana en Europa Central.
Las Dietas
promovidas por el emperador fracasaron en su objetivo de conciliar a
protestantes y católicos, así que Carlos V promovió el Concilio de Trento
(desde 1543) y se formaron dos grandes alianzas: la protestante Liga de
Esmalcalda (1531) y la alianza de Carlos con su hermano Fernando de Austria, el
papa y los duques de Baviera y Sajonia (el protestante Mauricio). La lucha
militar (Guerra de Esmalcalda, 1546-1547) se inició y con el triunfo del emperador
en la batalla de Mühlberg (1547) pareció que vencía la causa católica, pero
en la Dieta de
Augsburgo (1547-1548) el emperador no consiguió que el papa cediera en la
cuestión religiosa y el conflicto se reinició, con el apoyo de Francia a los
protestantes liderados por Mauricio de Sajonia. La debilidad militar del emperador
llevó a su fracaso final (h. 1552) y a que en la nueva Dieta de Augsburgo
(1555) se aceptara la tesis de que cada príncipe podía imponer la religión
en su Estado. Este pacto perduró hasta 1619 (inicio de la Guerra de los Treinta Años).
Poco después, fracasado el ideal imperial, Carlos abdicó (1556).
Los Países Bajos
estaban integrados en la monarquía española desde 1556 al suceder Felipe II a
su padre en los dominios de la
Casa de Borgoña. Pero había una contradicción entre el
catolicismo del rey y el calvinismo de la mayoría de la burguesía y gran parte
de la nobleza en el norte del territorio.
Mapa de la guerra de
los Países Bajos entre 1575 y 1587.
Felipe II no aceptó
la libertad religiosa en los Países Bajos y promovió una política autoritaria,
centralista y antiprotestante (con la Inquisición ), que llevó a la rebelión de 1566 de
los calvinistas más radicales, que destruyeron iglesias e imágenes, comenzando
una larga guerra (1566-1648, salvo una Tregua de Doce Años en 1609-1621). Primero
Felipe II impuso una dura represión: el duque de Alba hizo ejecutar a los
nobles Egmont y Horn (1568) y estuvo a punto de dominar la rebelión, pero las
medidas centralistas y los altos impuestos (la alcabala sobre el comercio)
para sufragar el ejército de ocupación, hicieron que la burguesía y la aristocracia,
tanto calvinista como católica, se unieran en defensa de la autonomía y el conflicto
se recrudeció en 1572, apoyado por las potencias enemigas de España
(Francia, Inglaterra) en el norte y luego en la mayor parte del territorio.
Los sucesores de Alba fueron Requesens y Juan de Austria, que intentaron
pacificar el país. Finalmente, el gobierno de Alejandro Farnesio (1578-1596)
logró cierto éxito para la
Corona al separar a los católicos del sur (Unión de Arrás,
1579) de los calvinistas del norte (Unión de Utrecht, 1579), dirigidos por Guillermo
de Orange. Las victorias de Farnesio en el decenio de 1580, estuvieron a
punto de someter a las rebeldes Provincias Unidas (son siete, sobre todo
Holanda), pero los conflictos de España contra Inglaterra y Francia y la debilidad
de la Hacienda
para sufragar un enorme esfuerzo militar permanente permitieron que los rebeldes,
dirigidos ahora por Mauricio de Orange, se recuperaran desde los años 1590,
aunque sólo consiguieron el reconocimiento de su independencia en 1648.
Relacionados con
este conflicto aparecen la guerra entre España e Inglaterra (1587-1605),
marcada por el fracaso de la
Armada In vencible en 1588, y la intervención española en
las Guerras de Religión de Francia.
LAS GUERRAS DE
RELIGIÓN EN FRANCIA.
La Noche de San Bartolomé en 1572. Fresco de Vasari en
Sala Regia del Vaticano.
Entre 1562 y 1598
hay una larga guerra civil en Francia, por las disputas político-religiosas
entre católicos y hugonotes (calvinistas). Se forman partidos
político-religiosos: el protestante (1560) y la Liga Cató lica (1576).
Proliferan las batallas y matanzas (Noche de San Bartolomé en 1572). La
lucha se complica con una disputa dinástica por la sucesión entre el
protestante Enrique de Borbón y los pretendientes católicos, y por la intervención
de España y las otras potencias europeas.
La crisis se
resuelve con la llegada al trono de Enrique IV, que se convierte al catolicismo
en 1593, es ampliamente aceptado por el país en 1594 y firma en 1598 el Edicto
de Nantes, que reconoce la libertad de culto (que durará hasta Luis XIV), y
el Tratado de Vervins, que pone fin a la guerra con España.
OP UD 32. BIBLIOGRAFÍA.
Libros.
Burke, Peter. El
Renacimiento italiano. Cultura y sociedad en Italia. Alianza. Madrid. 1993
(1986). 273 pp.
Chastel, André;
Klein. Robert. El Humanismo. Salvat.
Barcelona. 1971. 340 pp.
Delumeau, Jean. La Reforma. Nueva
Clío 30. Labor. Barcelona. 1977. 330 pp.
Elliot, John. H. La Europa dividida
1559-1598. Siglo XXI. Madrid. 1976. 444 pp.
Elton, Geoffrey R. Historia
de Europa. La Europa
de la Reforma ,
1517-1559. Siglo XXI. 1974 (1963 inglés). 418 pp.
Kamen, Henry. Nacimiento
y desarrollo de la tolerancia en la
Europa moderna. Alianza. Madrid. 1987 (1967 inglés). 253
pp.
Kamen, Henry. La
sociedad europea (1500-1700). Alianza. Madrid. 1986 (1984 inglés). 352 pp.
Lapeyre, Henri. Las
monarquías europeas del siglo XVI. Las relaciones internacionales. Nueva
Clío 31. Labor. Barcelona. 1969. 369 pp.
Mousnier, Roland. Los siglos XVI y XVII. Col. Historia
General de las Civilizaciones. Destino. Barcelona. 1964. 674 pp.
Romano, Ruggiero.;
Tenenti, Alberto. Los fundamentos del mundo moderno. Edad Media tardía.
Reforma y Renacimiento. Col. Historia Universal nº 12. Siglo XXI. Madrid.
1989. 327 pp.
PROGRAMACIÓN.
OP UD 32. LA CULTURA RENACENTISTA.
LOS ENFRENTAMIENTOS POLÍTICO-RELIGIOSOS DEL SIGLO XVI.
UBICACIÓN Y
SECUENCIACIÓN.
ESO, 2º ciclo.
Eje 3. Sociedades
históricas y cambio en el tiempo. Bloque 1. Sociedades históricas. Núcleo 4. Las
sociedades de la época moderna.
- Las sociedades del
Antiguo Régimen en Europa; crisis político-religiosas; arte Renacentista y
Barroco, el Racionalismo y la
Ilustración.
RELACIÓN CON TEMAS
TRANSVERSALES.
Relación con temas
de Educación para la Paz
y de Educación Moral y Cívica.
TEMPORALIZACIÓN.
Cuatro sesiones de
una hora.
1ª Lectura de texto.
Diálogo de evaluación previa. Exposición del profesor. Cuestiones.
2ª Exposición del
profesor. Cuestiones.
3ª Exposición del
profesor, de refuerzo y repaso; esquemas, mapas y comentarios de textos.
4ª Comentarios de
textos; contestar cuestiones; debate y síntesis.
OBJETIVOS.
Sintetizar la época
del Renacimiento.
Conocer la cultura
del Renacimiento.
Comprender la Reforma y la Contrarreforma.
Relacionar la Reforma y la Contrarreforma.
Sintetizar los
conflictos político-religiosos del siglo XVI.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
- El Renacimiento.
- La cultura del
Renacimiento.
- La Reforma y la Contrarreforma.
- Los conflictos
político-religiosos del siglo XVI.
B) PROCEDIMENTALES.
Tratamiento de la
información: realización de esquemas del tema.
Explicación multicausal
de los hechos históricos: en comentario de textos.
Indagación e
investigación: recogida y análisis de datos en enciclopedias, manuales,
monografías, artículos...
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y
curiosidad científica.
Tolerancia y
solidaridad.
Valorar la solución
pacífica de los conflictos nacionales.
METODOLOGÍA.
Metodología
expositiva y participativa activa.
MOTIVACIÓN.
Una lectura de un
texto sobre la Reforma.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN
GRUPO.
Exposición por el
profesor del tema.
B) EN EQUIPOS DE
TRABAJO.
Realización de una
línea de tiempo sobre el proceso.
Realización de
esquemas sobre el tema.
Comentarios de
textos sobre humanismo, ciencia renacentista (Copérnico), la reforma de Lutero
y Calvino, el Concilio de Trento, la
Noche de San Bartolomé...
Un breve debate
sobre la legitimidad de los conflictos por motivos religiosos, con una
síntesis de conclusiones.
C) INDIVIDUALES.
Realización de
apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las
actividades grupales.
Búsqueda individual
de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones
sobre la UD , con
diálogo previo en grupo.
RECURSOS.
Transparencias,
diapositivas, mapas.
Libros de texto, manuales.
Fotocopias de textos
para comentarios.
Cuadernos de
apuntes, esquemas...
EVALUACIÓN.
Evaluación continua.
Se hará especial hincapié en que se comprenda la relación entre los procesos
de España y europeo y en la influencia de este proceso sobre la historia de
España en los ss. XVI-XVII.
Examen incluido en
el de otras UD, con breves cuestiones y un comentario de texto.
RECUPERACIÓN.
Entrevista con los
alumnos con inadecuado progreso.
Realización de
actividades de refuerzo: esquemas, comentario de textos...
Examen de recuperación (junto a las otras UD).
No hay comentarios:
Publicar un comentario