Dosier: El puerto y la ciudad romana
de Ostia.
El artículo Ostia, el gran puerto
de Roma [“National Geographic”
(XII-2018)] explica:
‹‹En la época de los emperadores
Julio-Claudios, Roma era una inmensa ciudad, de más de un millón de habitantes,
que absorbía la producción de todas las regiones del Imperio. Cada año llegaban a la Urbe miles de
toneladas de trigo, aceite y vino para el consumo diario de los romanos; tejidos y metales para las
manufacturas, animales salvajes para los espectáculos de circo...
Todo ello representaba un trabajo de abastecimiento colosal, que se hacía
por tierra y, sobre todo, por mar. Tarea tanto más ardua cuanto que, para
absorber este comercio, la ciudad poseía únicamente un puerto fluvial en la
desembocadura del Tíber, junto a la antigua colonia de Ostia; un puerto de
pequeñas dimensiones y que, a causa de la estrechez y de la poca profundidad
del río, no podía acoger a los barcos de gran calado. Ello obligaba a trasvasar
las mercancías en alta mar a pequeños barcos auxiliares, operación que
ocasionaba a menudo naufragios; luego los navíos descargaban en Ostia o
remontaban los 35 kilómetros que separaban Roma de la costa. La otra opción era
descargar en Puteolum (Pozzuoli), cerca de Nápoles, y continuar el transporte
por tierra, a lo largo de 250 kilómetros.
La situación cambió en el año 42 dC, cuando el emperador Claudio hizo construir, a casi
cuatro kilómetros al norte de la colonia, dos muelles semicirculares en
los que pudieron fondear por vez primera los grandes navíos mercantes; un gran
faro ayudaba asimismo a la orientación de los pilotos. Pero el puerto de
Claudio, inaugurado durante el reinado de Nerón y conocido como Portus Augusti
Ostiensis, no fue suficiente para acabar con los naufragios. En 62 una
tempestad hundió dentro del puerto doscientas embarcaciones cargadas de trigo.
Por ello, en el año 113, en tiempos de Trajano, empezó a construirse un segundo
fondeadero, de forma hexagonal, más apartado de la costa y unido al precedente
y al Tíber por la Fosa de Trajano, el actual canal de Fiumicino.
El puerto de Claudio en la costa y el puerto de Trajano, más protegido en el interior. [http://www.ancientpages.com/2018/11/29/ostia-antica-unique-ancient-harbor-city-in-the-suburbs-of-rome/]
El puerto de Trajano. [la-parte-nascosta-di-ostia-antica]
La construcción de ambos puertos provocó una transformación radical de la
antigua colonia. Su población aumentó rápidamente, y su urbanismo se adaptó a
las necesidades derivadas de sus funciones portuarias. Ostia se convirtió en
una ciudad bulliciosa, habitada por una masa de trabajadores empleados en el
puerto, en la construcción o dedicados a la venta y manufactura de los
productos que llegaban de ultramar. Para
darles alojamiento, las antiguas casas unifamiliares de una sola planta, de
tradición republicana, fueron sustituidas por bloques de viviendas de ladrillo
de hasta cinco pisos de altura (insulae),
en los que la gente humilde podía alquilar minúsculos apartamentos. Hoy día
pueden observarse, conservados en excelente estado tras casi dos milenios de
historia, los primeros pisos de aquellas insulae
ostienses y las más de ochocientas tabernae
o talleres que se han identificado hasta el momento, dispuestas regularmente a
lo largo de las vías principales. Es, sin duda, uno de los paisajes
urbanísticos más espectaculares del mundo romano.
Las corporaciones de obreros.
En Ostia trabajaba un gran número de artesanos, que se agrupaban en
corporaciones, encargadas de defender los intereses de sus colegiados ante los
funcionarios públicos. Algunas eran muy numerosas; por ejemplo, la de los
carpinteros tenía más de 350 miembros a fines del siglo II d.C. Había también
fabricantes y vendedores de estopa y de cuerdas y armadores de barcos (fabri navales). Cada grupo desarrollaba
su actividad en un área propia, en la que se situaban las instalaciones
industriales, almacenes, oficinas y puntos de venta, así como apartamentos,
comedores comunales e incluso altares en los que rendir culto a sus divinidades
protectoras. Independientemente de los centros de trabajo, las asociaciones
profesionales contaban con sedes, llamadas scholae,
en las que se desarrollaban banquetes y reuniones periódicas.
Un edificio de oficinas de las scholae.
En el siglo II d.C., durante el gobierno
de los emperadores Adriano, Antonino Pío y Cómodo, surgieron en el área
septentrional de la ciudad gigantescos depósitos para almacenar el trigo y el
resto de mercancías que se transportarían a la Urbe. Denominados en latín horrea, consistían en un conjunto de
estrechos almacenes de planta rectangular, dispuestos en torno a un patio
porticado, con robustas paredes de piedra reforzadas con contrafuertes y con
suelos levantados sobre pilares de ladrillo, que garantizaban la conservación
de los productos almacenados.
El intenso tráfico de barcos y de mercancías procedentes de todo el
Mediterráneo hacía confluir en Ostia a un gran número de obreros que se
empleaban en el puerto. Se contaban cientos de estibadores –llamados saccarii en referencia a su trabajo de
carga y descarga de sacos en el puerto–, así como pregoneros para la venta al
por mayor o buceadores profesionales llamados urinarii, expertos en el rescate de cargamentos sumergidos y
dedicados también a la limpieza de pozos, cisternas y alcantarillas, de donde
tomaban su nombre.
El puerto contaba asimismo con su cuota de funcionarios. Algunos, de la
clase ecuestre, se encargaban de contratar la importación de las mercancías con
los mercaderes y con propietarios de barcos (navicularii). Había un responsable del abastecimiento de grano,
llamado procurator annonae, en cuya
oficina trabajaban varios secretarios encargados de registrar las mercancías y
los pagos efectuados sobre tablas enceradas (de ahí su nombre, tabularii).
Otros funcionarios se encargaban del abastecimiento de aceite (procurator ad
oleum) y de la importación de animales para los juegos del anfiteatro, como
elefantes y camellos (llamados respectivamente procurator ad elephantos y praepositus
camellorum). Los mensores tenían como tarea controlar el peso y
la calidad de los productos. Un escuadrón de bomberos, los vigiles,
ejercía a la vez de policía urbana.
Los bajos fondos de Ostia.
Una taberna y una insula de Ostia.
Como en todos los puertos, en Ostia había también muchos extranjeros y
ciudadanos de paso en espera de una nave en la que zarpar o de un carro que los
condujese a la cercana Roma. Se alojaban en hospederías o cauponae y frecuentaban mesones y bares llamados popinae, en los que se reunía la gente
de peor calaña de la ciudad, tal como describe Juvenal en su Sátira VIII: “Manda, emperador, manda un
enviado a Ostia y haz que busque a tu gobernador en alguna gran hospedería. Lo
encontrarás borracho, tirado junto a un sicario, confundido entre los
marineros, los ladrones y los esclavos fugitivos, en medio de los siervos del
verdugo y los fabricantes de ataúdes baratos o los címbalos mudos de un
invertido sacerdote de Cibeles”. Se cree que en estos locales también había
prostitutas, ya que en Ostia no se ha localizado aún ningún burdel.
Teatro de Ostia.
En los momentos de ocio, los ostienses podían disfrutar de los
espectáculos que se celebraban en el teatro que Agripa, yerno de Augusto, había
mandado construir a finales del siglo I aC y que Cómodo reconstruyó y amplió,
hasta alcanzar un aforo de 4.000 espectadores. Es probable que en él también
tuvieran lugar luchas de gladiadores y cacerías de animales, además de mimos y
pantomimas.
Placeres y devoción.
Baño termal.
A finales del siglo II dC Ostia contaba con tres establecimientos
termales. El más antiguo, construido por Trajano, estaba junto a la Puerta
Marina; las termas de Neptuno, construidas por liberalidad de Adriano, estaban
situadas en el barrio oriental, y el complejo termal más reciente y suntuoso,
sufragado por el prefecto del pretorio de Antonino Pío, se erigió en el centro,
junto al foro. Todos ellos ofrecían, por un módico precio, letrinas, saunas,
gimnasios y piscinas de agua caliente, templada y fría. Cabe señalar también el
gran número de templos que se alzaban en la ciudad, consagrados tanto a las
divinidades tradicionales romanas como a dioses extranjeros. En el foro, la plaza
principal de Ostia, Adriano mandó erigir el Capitolium,
un imponente templo de veinte metros de altura en el que se veneraba la Tríada
Capitolina, formada por los dioses Júpiter, Juno y Minerva.
La reutilización medieval de los muros de la ciudad.
Sin embargo, desde finales del siglo III
Ostia se hundió en un imparable declive. Mientras la actividad portuaria se
concentraba en la vecina ciudad de Portus, el brazo del Tíber que pasaba por
Ostia se colmató de arena y se volvió impracticable. En poco tiempo, la
población de Ostia disminuyó y los negocios empezaron a cerrarse. Fue abandonada en la Edad Media y durante el Renacimiento sus ruinas
fueron saqueadas en busca de materiales de construcción. Sólo a finales del
siglo XVIII los arqueólogos rescataron aquella ciudad olvidada, cuyos edificios
y calles evocan magníficamente, como los de Pompeya, la vida diaria de los
romanos de la Antigüedad.››
Fuentes.
Internet.
[http://www.bsr.ac.uk/site2014]
Textos de Simon Keay sobre ‘Roma, Portus
y el Mediterráneo’ (2012).
Conferencias.
Ciudades de la
Antigüedad Mediterránea. Un paseo por Ostia Antica. Conferencia de José María Luzón. Fundación
Juan March. 1:02:07. [https://www.youtube.com/watch?v=qdhHM-A4amU]
Libros.
Johnston, Harold
W. La vida en la antigua Roma.
Alianza. Madrid. 2010. 440 pp.
Pavolini, Carlo. La vita quotidiana a Ostia. Laterza.
Roma. 2010. 304 pp.
Artículos.
Redacción. Ostia, el gran puerto de
Roma. “National Geographic” (XII-2018). [https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/ostia] Situada a 35 kilómetros de Roma, en
la desembocadura del río Tíber, Ostia se convirtió en la principal vía de
entrada a la capital cundo el emperador Claudio construyó un gran puerto en el 42 dC y lo ampliara Trajano en el 113.
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