Hugo Chávez (1954-2013), presidente de Venezuela (1999-2013), con la bandera venezolana y el retrato de Bolívar.
Hugo Chávez encarnó en durante largos años las esperanzas de muchos revolucionarios latinoamericanos de que es posible triunfar con una tercera vía entre el capitalismo y el comunismo, un bolivarismo del siglo XXI que junte ideas propias de un sistema mixto de propiedad privada y colectiva más una política social a favor de las masas populares.
La política social de Chávez logró durante un decenio algunos éxitos significativos, como la reducción de la pobreza gracias a la extensión de los subsidios sociales entre los más pobres, su base electoral más fiel, más el control de los precios de los alimentos y la gasolina. Era una política cara pero que podía pagarse mientras lo permitieran los precios internacionales del petróleo, el gran cofre del tesoro.
Pero al mismo tiempo, desde su inicio el chavismo atacó en todos los frentes a la oposición, limitó las libertades políticas y buscó la radicalización y la división de la sociedad venezolana, en el entendimiento de que ese proceso de polarización favorecía su triunfo electoral, creando una dicotomía en gran parte falsa, aunque con elementos de verdad.
Se presenta desde entonces la realidad de un modo simplista, siguiendo las pautas de los sistemas políticos populistas: "al lado contrario los ricos, los enemigos del líder, y a nuestro lado los pobres, muchos más, nuestros amigos". Y cada medida gubernamental era consecuente con esta falacia: todo lo que beneficiase a los empresarios, a los emprendedores, a los negociantes, a los agricultores, a los comerciantes o a los industriales (y sígase la lista todo cuanto haga falta), era tachado de antichavista y antibolivariano. Si una empresa va bien, entonces es sospechosa de aprovecharse del pueblo. Así se explican muchas medidas aparentemente absurdas que destruyen la economía con controles de los precios, trabas a la producción y una ineficacia creciente del sector público, escogiendo a sus ejecutivos entre los fieles y no entre los capaces (sospechosos siempre, tanto más cuanto mejor formados estén).
Surge así una contradicción insuperable: el régimen chavista se presenta como favorecedor de los pobres, y ciertamente procura que no caigan en una miseria de hambre extrema, pero al mismo tiempo necesita que los pobres lo sigan siendo y que a ser posible su número crezca porque si disminuye entonces mengua igualmente la base electoral del chavismo.
A corto plazo esta política puede funcionar como herramienta de poder, pero los indicadores económicos y sociales apuntaban desde aproximadamente 2005 a que a largo plazo el país se encaminaba al desastre. Los datos eran espeluznantes: la economía se hundía, azotada por los males de la inflación, el desempleo, la economía ilegal, el desabastecimiento de productos básicos, la dependencia de las importaciones, el desplome paulatino de la producción de petróleo, la dependencia masiva de los subsidios del Estado, la ruina del empresariado, la emigración de los mejor preparados, la corrupción extendida por casi todas las actividades administrativas y productivas, a lo que se añadía la inseguridad ciudadana originada en feroz delincuencia, una de las peores de América Latina en índices de robos, secuestros, violaciones y asesinatos.
Un editorial, Más Chávez, de "El País" (9-X-2012), resumía la situación después de la última victoria de Chávez antes de su fallecimiento:
‹‹Hugo Chávez ha vuelto a ganar en una
sociedad venezolana que ha quedado más polarizada. Esta vez lo ha logrado
frente a una oposición unida en torno a un joven y dinámico candidato, Henrique
Capriles, que ha obtenido el mejor resultado de los tiempos chavistas. Será el
cuarto mandato consecutivo de Chávez, y si supera su enfermedad gobernará como
poco seis años más, es decir, 20 años seguidos. Demasiados.
Es verdad que se ha servido de los
poderosos medios estatales y ha excitado los resentimientos, empezando por el
racial y el de clase. Pero su victoria la ha conseguido con nueve puntos de
distancia sobre su rival —la menor en tres elecciones— y la participación más
alta de las últimas décadas. Con más de seis millones de votos, no se puede ya
decir que Capriles fuera el candidato de las clases acomodadas, sino de un
amplio sector de la población que rechaza la manera en que Chávez maltrata la
democracia, gestiona pésimamente la economía, deteriora la inseguridad
ciudadana y pretende asentar su revolución bolivariana.
Pero la victoria del exgolpista no ha
sido casual. El factor más importante a su favor ha sido la política social que
ha llevado a cabo con la inestimable ayuda de los ingresos del petróleo. No es
una política que siente bases sólidas para la generación de riqueza en el
futuro y su redistribución, pero ha llegado a mucha gente, a un electorado cautivo.
Tanto que no es la continuidad de esa política la que diferenciaba a Capriles,
sino un mayor respeto a las reglas democráticas y a una mejor gestión de la
economía. Capriles ha sabido separarse de los partidos tradicionales lastrados
por una corrupción cuyas ondas negativas aún reverberan en la Venezuela actual,
ahora aquejada por la del chavismo. Y ha logrado unir a una oposición
variopinta en su intento de hacerse con el poder en las urnas. En los meses
venideros debe saber preservar esa unidad en torno a algo más que el
antichavismo.
Chávez vuelve a ser el presente de Venezuela, pero las dudas sobre su
salud que están en la mente de todos pueden abrir otros horizontes en los
primeros años de su mandato. El eje bolivariano y la alianza con Cuba se
mantendrán, por mucho que le pese a algunos de sus vecinos. Con Colombia,
Chávez también ha demostrado que puede ayudar al final de las FARC. Su
ostracismo externo solo llevaría a una mayor radicalización interna.››
La muerte de Chávez y la victoria de Maduro.
El presidente actual de Venezuela, Nicolás Maduro.
La situación política, económica y social en 2015 empeoraba con un aumento galopante de la inflación, desabastecimiento de muchos productos básicos, caídas de la producción en casi todos los sectores y corrupción generalizada, con una parte importante del núcleo del régimen vinculada al narcotráfico internacional y a la gestión de multimillonarias cuentas en paraísos fiscales mientras la miseria se extendía por el país. La oposición era reprimida vulnerando los derechos individuales y colectivos, falseando las elecciones, y asesinando a decenas de manifestantes.
El régimen chavista se descomponía en grupos de interés, pero todavía unidos por el miedo a perder el poder y con este sus privilegios amén de miedo a responder de sus crímenes ante la justicia venezolana e internacional. Cuenta empero con apoyos en el extranjero: Cuba, Nicaragua, Rusia y Corea del Norte, y ocasionalmente de países con gobiernos populistas como Bolivia o Ecuador, así como la simpatía de algunos partidos populistas de Europa, como el caso de Podemos en España, aunque en 2015 este empezó a desmarcarse por temor a que sus relaciones chavistas afectasen a sus expectativas electorales,
El editorial Basta de represión [“El País” (22-II-2015)] es un duro alegato contra la deriva dictatorial del régimen:
‹‹La detención —brutal en las formas e inaceptable por su significado político— del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, no puede ser justificada de ninguna forma, por más que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, apele a teorías conspiratorias. El trato vejatorio y violento contra la persona que los caraqueños eligieron como su representante, la violencia empleada —incluyendo derribo de puertas y disparos— y la incertidumbre sobre la situación jurídica y física en la que quedó el detenido son absolutamente incompatibles con cualquier atisbo de existencia de un Estado de derecho.
Maduro no entiende que la democracia no consiste en alcanzar el poder y una vez logrado saltarse cualquier regla y justificar cualquier atropello siempre que esté envuelto en el gastado discurso grandilocuente del populismo. Un discurso que contrapone de forma falsa los intereses del país —de los que el gobernante venezolano parece ser el único intérprete— a los derechos de los ciudadanos y a las reglas de la democracia.
El presidente apunta a una fantasmagórica conspiración que habría urdido un supuesto “eje Madrid-Bogotá-Miami” que “saca barbaridades todos los días” sobre Venezuela. La realidad es la opuesta. Casi a diario se perpetran barbaridades oficiales contra la democracia en Venezuela: la autorización al Ejército para usar armamento de guerra contra las manifestaciones civiles, la detención —hace ya un año— y maltrato físico en prisión del líder opositor Leopoldo López, el despojo de su acta de diputada y la agresión a la opositora María Corina Machado, el acoso sistemático a la libertad de prensa, las expropiaciones arbitrarias y la detención del alcalde Ledezma como si fuera un peligroso terrorista son solo algunos ejemplos.
Con este panorama, es imprescindible que la oposición venezolana adopte una estrategia realista y generosa que supere sus divisiones y personalismos. El abismo ante el que está el país hace necesario dejar de lado ambiciones y agravios, reales o imaginarios, instalados en el pasado. Es urgente presentar un proyecto de unidad para garantizar la calidad democrática del sistema político y el bienestar material de una sociedad sumida en una escasez y una inseguridad inconcebibles hace apenas unos años. Venezuela atraviesa un momento crucial y es fundamental que la oposición democrática muestre que está a la altura del desafío.››
Conclusión.
El régimen chavista es un sucedáneo neofascista, que cumple casi todas la condiciones del fascismo de hace un siglo, como el totalitarismo que quiere ocupar todas las instituciones; la reivindicación como partido más allá de las clases sociales, mediante el camuflaje como organización radical al servicio del pueblo incluso usando el nombre de Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en la estela de un Mussolini que había sido director del periódico socialista y usaba una verborrea que a muchos trabajadores les sonaba a izquierda, mientras que el partido nazi se llamaba Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) porque pretendía aglutinarlo todo; la violencia represora contra la oposición; el culto al líder (antes Chávez, ahora Maduro); el adoctrinamiento ideológico de las masas; la búsqueda de enemigos interiores y exteriores para excitar el nacionalismo identitario; y en 2023 ha añadido el expansionismo territorial hacia Guyana.
Le apoyan otros regímenes totalitarios o autoritarios, pero sin duda antidemocráticos como los de Nicaragua, Cuba, Irán, Corea del Norte, Rusia, China y pocos más, con afinidades que van desde la extrema derecha (el partido Fidesz de Orbán en Hungría) a la extrema izquierda (el Partido Comunista de España) en los países occidentales, grupos que apoyan al régimen chavista, una organización criminal de unas castas dominantes que han tomado el poder y que se sirven de la corrupción y la violencia para mantenerlo. Los demócratas, seamos conservadores o progresistas, hemos de mantenernos firmes al lado del pueblo venezolano contra la tiranía de Maduro y sus esbirros.
Fuentes.
Internet.
Blog.
HMA 5. Latinoamérica. Venezuela.*
Libros.
Lecumberri, Beatriz. La Revolución sentimental. La Catarata.
Madrid. 2013. 317 pp. Ensayo. Reseña en “El País” Babelia 1.126 (22-VI-2013) 8.
Se centra en el chavismo.
Carroll, Rory. Comandante. La Venezuela de Hugo Chávez. Trad. de A. L. Tobajas y
M. Tabuyo. Sexto Piso. Barcelona. 2013. 341 pp. Ensayo. Reseña en “El País”
Babelia 1.126 (22-VI-2013) 8. Se centra en Chávez.
4 comentarios:
Pues La verdad me da asco tu hdp blog ¿porque hablas de este pais como si fuera un caos??, eres venezolano??? conoces actualmente la verdadera situacion de aqui??? te digo pase lo que pase, seas opositor o chavista vives o viven como les da la gana asi que ahorrate tu malvado blog y deja de estar engañando la gente con esas referencia chimbas de este pais y de otros paisanos..
He leído con interés su comentario. Ha sido muy útil porque ilustra con brevedad y exactitud la retórica chavista, de la que ya había leído decenas de textos y visto varias alocuciones televisivas.
Características comunes son el insulto y la falta de respeto al que no es chavista; la ausencia de cualquier atisbo de autocrítica; y la carencia de argumentos para justificar racionalmente sus posiciones, salvo que por tal se entienda el ofender al otro e intentar prohibirle su derecho a la libertad de expresión.
Muchas gracias a EALP por su sincera y transparente participación.
Saludos Profesor Boix, estuve leyendo su Análisis de Coyuntura referido a la República Bolivariana de Venezuela y entiendo su visión extremadamente sesgada dado que prácticamente su única fuente se deriva de publicaciones de el diario El País. En todo caso le recomendaría consultar alguna variedad de fuentes que le de una visión más equilibrada. Casi es como si utilizara sólo lo que publican en Venezuela los diarios El Nacional o El Universal que como el País están comprometidos con las operaciones psicológicas en el marco de la guerra de IV generación a la que ha sido sometida Venezuela. En tal sentido le recomiendo consultar fuentes tales como TeleSur, Rebelión entre otras que le pudieran ofrecer una otra mirada.
Saludos
Angel Deza
Un saludo al profesor Deza.
He leído con interés su comentario. Primero quiero honrarle por escribir una crítica de mi entrada en términos enérgicos pero respetuosos, lo que es inusual entre mis lectores chavistas. Se puede ser crítico sin ofender.
En cuanto al fondo de su comentario he de precisar que opino que en España y América Latina la fuente de información en Internet más accesible y creíble es el diario "El País". Leo sobre América Latina en general y sobre Venezuela en particular muchas otras fuentes (diarios, revistas y además algunos libros cada año) y solo ocasionalmente tengo tiempo de ver programas o vídeos televisivos, incluida la cadena TeleSUR, de la que me desconciertan la coexistencia de programas que entiendo de estricta y falsa propaganda política (¿cómo podría ser de otro modo teniendo al régimen cubano como promotor?) junto a otros programas en los que reconozco auténtica libertad informativa. Pero en la inmensa mayoría de los casos no creo que aporten grandes novedades a la información del citado diario "El País".
En cuanto a Venezuela, dada la presión continua e implacable a que el Gobierno somete a los medios de comunicación, vulnerando su independencia, creo que la mayor parte de los lectores de este blog estarán de acuerdo en que es necesario e imprescindible aportar nuestro pequeño grano de arena en favor de la pluralidad informativa, y sobre todo de la verdad.
En todo caso, le deseo que prosiga con el mayor éxito intelectual en sus estudios, como La construcción del poder popular en la economía de una etapa de transición al socialismo, título de su tesis doctoral.
Muchas gracias por su participación.
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