LOS REYES CATÓLICOS.
La unión dinástica.
La guerra de sucesión castellana.
La instauración de la monarquía nacional autoritaria.
La alianza corona-nobleza.
La política económica reformista.
La culminación de la Reconquista: la conquista de Granada.
La proyección de España en Europa y el mundo.
LOS ERRORES DE LOS REYES CATÓLICOS.
La intolerancia religiosa contra judíos y moriscos.
La falta de unidad constitucional de España.
El riesgo de colocar a España en el concierto europeo de grandes potencias sin una adecuada base económica y social.
LA DISTINTA SITUACIÓN
DE LOS REINOS.
Cataluña
a principios del siglo XVI.
La
hegemonía de Castilla en la Península.
La Revuelta Irmandiña en Galicia.
APÉNDICE.
INTRODUCCIÓN.
La UD se centra en el reinado de los Reyes Católicos, porque durante este se logró la unidad hispánica que aún perdura y se asientan las bases del Estado y de la sociedad moderna en España.
Para muchos historiadores la Baja Edad Media acaba en 1479, cuando aparece la doble monarquía de los Reyes Católicos en Castilla y Aragón, pero la mayoría opina que debe incluir el reinado entero de estos para separarlo de la monarquía de los Habsburgo, que correspondería plenamente a la Edad Moderna.
De acuerdo a esta interpretación, los aspectos económicos sociales y culturales del reinados de Isabel y Fernando se estudian dentro de los apartados correspondientes a la Baja Edad Media, en el mismo continuo de los siglos XIV y XV. Mencionemos apenas aquí que en su reinado hubo una mejora económica gracias a la paz interior y el primer impacto del descubrimiento americano, que la población creció moderadamente y que se inició una época de auge cultural y artístico, recibiendo las primeras influencias del Renacimiento italiano,
Los Reyes Católicos, Isabel de Castilla (1474-1505) y Fernando de Aragón (1479-1516), lograrán la unidad peninsular excepto Portugal.
La unión dinástica.
Los Reyes Católicos, Isabel de Castilla (1474-1505) y Fernando de Aragón (1479-1516), lograrán la unidad peninsular excepto Portugal.
Grabado del siglo XIX de Isabel y Fernando.
El matrimonio de los príncipes Isabel y Fernando en 1469 creó una situación nueva en la Península : los dos mayores reinos coincidieron en las personas de sus monarcas desde 1479. Es una unidad dinástica, pues ambos reinos mantienen sus Cortes, leyes, monedas, medidas, aduanas y fronteras. Era el modelo de la Corona de Aragón.
La guerra de sucesión castellana.
Mapa de la guerra civil tras la muerte de Enrique IV.
A la muerte de Enrique IV en 1474 se inicia una guerra civil, llamada de sucesión castellana, entre dos bandos: por un lado los partidarios (alta nobleza) de Juana la Beltraneja y su prometido Alfonso de Portugal y, por el otro lado, los partidarios (mediana y pequeña nobleza, ciudades) del matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, cuyo triunfo decide la batalla de Toro (1476).
La instauración de la monarquía nacional autoritaria.
En el interior se desarrolla la economía y un Estado centralizado, al servicio de una monarquía absoluta, propia de un Estado nacional del Renacimiento.
En el aspecto religioso, los reyes y el arzobispo de Toledo, el franciscano Cisneros, consiguieron la reforma del clero secular y de las órdenes religiosas, imponiendo una mayor austeridad y preparación. La Inquisición (instaurada en 1480 en Castilla, en 1485 en Aragón) será el brazo ejecutor de la política represiva y unificadora en materia religiosa.
El orden autocrático se impuso mediante la represión de los nobles insumisos de Andalucía y Galicia y el derrocamiento de muchos castillos; la creación de la Santa Hermandad para perseguir el bandolerismo; la imposición de corregidores (funcionarios reales) en los ayuntamientos; las disminución de las reuniones de las Cortes; el control del clero mediante el Patronato Regio; la toma por el monarca de los maestrazgos de las Órdenes Militares.
La administración estatal.
Los Reyes Católicos fueron los que organizaron el aparato administrativo que gobernaría España durante los siglos XVI y XVII, pues los Habsburgo se limitaron a perfeccionarlo, mediante una intensificación del régimen de secretarios y Consejos en el siglo XVI aunque fue desvirtuado por los validos en el siglo XVII.
El monarca era el centro del poder, apoyado en su familia directa para los cargos más importantes y la nobleza para los restantes. Los Reyes Católicos gobernaron al unísono, cada uno con plena soberanía por separado.
La alianza corona-nobleza.
Los Reyes Católicos se apoyaron en la nobleza para sus planes de reforma del Estado y de unión de las Coronas, tanto porque veían en ella la clase social más afín (estaban emparentados con los principales nobles) como por la debilidad de la burguesía, que no era el apoyo necesario que sí fue para la formación de los estados absolutistas de Francia e Inglaterra.
Cuando llegó el momento de buscar los soportes político-sociales para la pugna por la hegemonía europea la monarquía española encontró más provechoso perpetuar una estructura social de raíz medieval antes que una moderna, aunque nunca fue consciente de ello. Esta fue una diferencia fundamental con respecto a la Europa Moderna más desarrollada. La recuperación por la Corona de los bienes ocupados por la nobleza en el reinado anterior se compensaron (Cortes de Toledo, 1480) con la consolidación de las ocupaciones anteriores a 1466 y, en general, el poder económico-social de la nobleza fue fortalecido a cambio de su anuencia al absolutismo político.
El historiador Anderson (1974) nos muestra en su obra comparativa sobre los absolutismos europeos cómo fue posible la creación de un Estado absoluto de tanto poder exterior sobre una base interior aparentemente tan débil. Fueron causas externas, en gran parte, las que lo posibilitaron y exigieron, y esas mismas causas tenían en su seno la semilla de la destrucción a largo plazo.
Mientras que España formaba un Estado absolutista sobre los mimbres de la nobleza y el clero, sus competidores no desdeñaron forjar (al menos parcialmente) una alianza con la burguesía, ya entonces más numerosa y asentada en la Europa nórdica, para equilibrar los otros poderes sociales. Los frutos se verían con el tiempo, cuando las sociedades más evolucionadas del Norte demostraron su mejor competitividad económica y en consecuencia político-militar.
En España la política económica hizo que muchos campesinos abandonaran las tierras, mediante su venta o donación a la nobleza y la Iglesia, que aumentaron su riqueza y posiblemente nunca antes ni después tuvieron tanto poder económico-social relativo; por ello no aceptaron fácilmente la pérdida de poder político que consideraban directamente relacionado con aquél, lo que explica que cuando murió la reina Isabel (1505) y llegó a España la nueva reina, Juana, con el rey consorte, Felipe el Hermoso, la aristocracia cerró filas a su favor, con la esperanza de volver a los “buenos tiempos” de Enrique IV. Sólo una muerte temprana del nuevo rey y la locura e incapacitación de Juana evitaron que el Estado volviera a un régimen aristocrático renunciando al modelo de Estado nacional absolutista que triunfaba en Europa.
La política económica reformista.
La política económica defendía una especie de “capitalismo de Estado” [Suárez, 1985], que consolidó el poder de la nobleza sobre la burguesía. Hubo medidas positivas y negativas:
Entre las medidas positivas para la economía a largo plazo destacan:
- La reforma monetaria según los patrones aragoneses, lo que facilita el cambio de moneda y asienta el prestigio de la moneda española durante todo el siglo XVI. Se complementa con la prohibición de sacar oro y plata del país (lo que los mismos reyes incumplieron, al amparo de poseer el monopolio sobre los metales preciosos).
- El fomento de la marina mercante con la prohibición (antes Cataluña 1451, a su imitación Castilla 1501) de cargar mercancías en buques extranjeros mientras hubiera de españoles.
- El proteccionismo comercial, con la exigencia (reforzada desde 1491) de sacar del país tantas mercancías como se entrasen y con el aumento de las tasas aduaneros.
Entre las medidas dañinas:
- Las favorables a la ganadería, en concreto a la Mesta como la Real Cédula de 1480, por la que se ordenaba la devolución de los acotamientos (cerramientos) de tierras por los agricultores hechas en el reinado anterior; la Ordenanza de 1489, ampliando las cañadas y prohibiendo las acotaciones cerca de ellas con lo que los ganados podían entrar en los campos de cultivo; el Edicto de 1491, que prohibía los acotamientos en el reino de Granada; las disposiciones de los años 1491 y siguientes, autorizando a los pastores a ramonear (cortar los árboles más pequeños, con la consecuencia de una desforestación a largo plazo) y la Ley de arriendo del suelo de 1501, que entregaba a los pastores un derecho de usufructo forzoso del suelo, pagando un pequeño canon invariable en el tiempo. Los agricultores y concejos perdieron el dominio útil de numerosas tierras de gran fertilidad. Vicens Vives [1959] escribirá: ‹‹Grandes extensiones de Andalucía y Extremadura quedaron así vinculadas a la Mesta y a los intereses de sus dirigentes. Para la agricultura, el resultado no podía ser más desfavorable››. Y ello conllevaba graves consecuencias para la clase media de campesinos, su preterición frente a la aristocracia terrateniente.
Vries [1982] analiza acertadamente el proceso:
‹‹La producción de lanas desde tiempo atrás era un pilar fundamental de la economía castellana y era la principal exportación española. Estaba desde mucho antes en manos de la nobleza castellana, o más exactamente de esas más o menos 25 familias, los Grandes, propietarios de ingentes territorios. Entre la Corona y los Grandes se forjó gradualmente desde el siglo XIII una alianza política sobre la base de la garantía de extensos privilegios a los intereses en la cría de ovejas de los aristócratas a cambio de los derechos reales a gravar las exportaciones de la lana. La nobleza disfrutaba de un monopolio privilegiado sobre la cría de ovejas, la Mesta, que periódicamente era reforzado por el proteccionismo de la corona. Muchos de estos privilegios perjudicaban al cultivo de la tierra, siendo el más destructivo de todos la prohibición de cercar las tierras de cultivo, para no perjudicar los privilegios de pasto y las rutas migratorias de los rebaños de la Mesta. La Corona, a cambio, disfrutaba de una fuente de impuestos beneficiosa y fácil de explotar››.
- El mantenimiento de las aduanas interiores, que rompían el mercado único impidiendo que pueblos distantes unas horas de viaje pudieran comerciar libremente.
- El impuesto de las alcabalas que gravaban el comercio.
- La defensa del gremialismo. Las Ordenanzas de Sevilla (1511), que refundían más de 120 leyes sobre el oficio textil, fomentaron a los gremios y frenaron la aparición de una industria pañera competitiva que estuviera en manos de una burguesía industrial.
- La frecuente aplicación de las tasas sobre el precio de granos (desde 1502 hasta hacerse permanentes con Carlos I en 1539) que impedirán la venta libre y rentable, apartan al campesinado del cultivo de los cereales, ahondan las crisis agrarias, privan a la burguesía de una fuente de acumulación de capital y no impiden las malas cosechas y el hambre.
La culminación de la Reconquista: la conquista de Granada.
La pacificación interior es difícil pero desde 1482 y en parte para dirigir los ánimos bélicos contra el exterior comienza la guerra contra Granada.
La lucha fue larga (1482-1492) y difícil. La primera fase (1482-1483) consistió en guerrillas y golpes de mano. La segunda fase resultó mucho más metódica, aislando progresivamente la capital con la toma de Málaga (1487), Almería (1489), y sitiando largamente Granada (1489-1492), con lo que terminará en 1492 la conquista del último reducto musulmán en la Península. Los musulmanes lograron un acuerdo de respeto de su religión y cultura, que a la larga no fue cumplido, pues Cisneros les obligó a convertirse, con lo que se agravó el problema de los moriscos.
La proyección de España en Europa y el mundo.
Mapa de la proyección internacional de España durante el reinado de los Reyes Católicos.
Comenzaba la aventura americana con el descubrimiento de América por Colón en 1492 y los siguientes viajes, que abren la colonización del nuevo continente, aunque los beneficios fueron muy escasos los primeros decenios. [La cuestión se aborda en la siguiente UD.]
Se recuperan el Rosellón y la Cerdaña (tomadas por Francia a Juan II a cambio de ayuda), por el Tratado de Barcelona (1493), a cambio del compromiso de España de no dificultar los intereses franceses en Italia salvo si atacaban al Papa, que en agradecimiento confiere a los reyes el título de Católicos.
La conquista del resto de las islas Canarias se acabó en este reinado. Tenerife fue la última isla ocupada (1500).
Desde finales del siglo XV se interviene en Italia, y se conquista de Nápoles (1505), gracias a las gestas y la organización militar de Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado el “Gran Capitán”, que formó los tercios de infantería uniendo piqueros y arcabuceros, y venció en las batallas de Ceriñola y Garellano, asentando la hegemonía militar de España durante un siglo.
La intervención en el Norte de África se centró primero en la conquista de plazas fuertes costeras para dificultar la piratería, como Melilla (1497), y en la campaña de 1409-1410 se tomaron Orán, Mazalquivir, Bugía y Trípoli. Parecía que la ocupación del interior de la Berbería sería la continuación de la Reconquista, pero los conflictos europeos forzaron un definitivo parón al proyecto imperial más deseado en la Península.
Se anexiona Navarra (1512), aprovechando el enfrentamiento con Francia: se expulsó a la familia francesa reinante, de Catalina y Juan de Albret, que sólo mantuvieron la parte francesa.
El intento matrimonial de unirse con Portugal fracasa a la muerte del joven príncipe Miguel (1500).
La política exterior persiguió el aislamiento de Francia, mediante una eficaz política matrimonial y de alianzas con el Papa, Portugal, Inglaterra y el Imperio.
Mapa de la España de los Reyes Católicos y sus líneas de expansión peninsular.
LOS ERRORES DE LOS REYES CATÓLICOS.
Los Reyes Católicos empero cometieron o permitieron, al juicio histórico del presente, tres graves errores.
La intolerancia religiosa contra judíos y moriscos.
La intolerancia religiosa mostró el desequilibrio de la sociedad castellana y se plasmó en el momento decisivo de la unión de las Coronas de Castilla y Aragón, justo antes de recibir la avalancha de la riqueza americana y los efectos de la ola de prosperidad europea que había comenzado ya antes y que se afianzó con el factor anterior.
Contra los judíos se produjo el sangriento precedente de los pogromos de 1391 que se dieron en toda la península. Los judíos fueron tomados como chivos expiatorios de los males de la gran depresión de la segunda mitad del siglo XIV.
La expulsión de los judíos en 1492 se motivó en la necesidad de conseguir la unidad religiosa interior. Sólo los que se bautizaron pudieron quedarse, aumentando así la minoría de conversos que eran objeto de vigilancia por la Inquisición.
Se concretó en la expulsión de 150.000 a 200.000 judíos del país, arruinando una buena posibilidad para construir una potente clase social dedicada a la industria y los negocios. Para Lapeyre [1969] la expulsión de los judíos era un elemento imprescindible para constituir el ideal común de España, construido sobre la terminación de la reconquista contra los musulmanes y la eliminación de las disidencias religiosas. Sin este ideal común España no hubiera sumado sus fuerzas ni se hubiera convertido en una gran potencia. Para Lozoya [1977] la expulsión tuvo desventajas económicas pero ‹‹tuvo también enormes ventajas. Contribuyó a la depuración de la raza (sic) y, con la unidad religiosa, dio a España la cohesión y la fuerza necesarias para afrontar las grandes empresas que la Providencia le reservaba››.
También se hizo lo mismo con los musulmanes, obligados en 1502 a exiliarse o convertirse (lo que hizo la mayoría), aumentando el problema de los moriscos (conversos superficialmente que mantenían su cultura musulmana y en la mayoría de los casos su religión), que llevó a su la represión y a la futura expulsión de los moriscos en 1609. Lozoya [1977] considerará que los moriscos constituyen el principal problema de la España del siglo XVI y no el fisco o las guerras exteriores (una prueba de la subjetividad de los historiadores). En cambio, Hillgarth, siguiendo la posición crítica de Ballesteros, Sánchez Albornoz, Vicens Vives, Hamilton, Kamen, Vilar y la inmensa mayoría de los autores considerará esta expulsión como el mayor de los errores de los Reyes Católicos.
La falta de unidad constitucional de España.
Los reyes legaron a sus herederos una España que no estaba unida, sino juntada por las coronas que ceñían sus monarcas, manteniendo cada reino sus instituciones, leyes, monedas, ejércitos, etc. Hubiera sido factible e incluso muy eficaz tal Estado confederal solo si la dinastía no se hubiera fijado al mismo tiempo el objetivo de conseguir la hegemonía europea, porque España debió competir con Estados autoritarios más centralizados como Francia e Inglaterra sin tener los mismos recursos. Así pues, el confederalismo de los Trastámara y Habsburgo se convirtió en una imprevista debilidad constitucional, incongruente con los objetivos a largo plazo de la monarquía absoluta.
El riesgo de colocar a España en el concierto europeo de grandes potencias sin una adecuada base económica y social.
Hillgarth [Hillgarth. 1978, III: 291.] opina que un grave error de los Reyes Católicos fue colocar a España en el concierto europeo de grandes potencias sin reconocer que su base económica y social no estaba preparada para tal reto. Fue un error que se perpetuaría en sus herederos, poseídos por la idea de una política dinástica imperial, aunque España no estaba preparada para el reto de conseguir la hegemonía europea e incluso mundial. Era el sueño del imperio que afloró en el pensamiento de tantos españoles del siglo XVI y se mantendría en los espíritus más fanáticos del XVII.
El humanista Nebrija escribió: ‹‹aunque el título del Imperio esté en Germania, la realidad de él está en poder de los reyes españoles, que, dueños de gran parte de Italia y de las islas del Mediterráneo, llevan la guerra a África y envían su flota, siguiendo el curso de los astros, hasta las islas de los Indios y el Nuevo Mundo.››
Pero España no tenía los recursos humanos y económicos suficientes para llevar este gran peso imperial.
LA DISTINTA SITUACIÓN
DE LOS REINOS.
Cataluña
a principios del siglo XVI.
En Cataluña,
a finales del siglo XV parecía que se superaba la crisis de la Baja Edad Media:
recuperación demográfica, paz interior, una administración relativamente
honesta y eficaz, acuerdos sociales de largo alcance, reanudación del comercio
mediterráneo oriental (la expedición de Juan de Sarriera a Alejandría en 1495
después de medio siglo de interrupción del tráfico), aumento de la producción y
de la exportación textil.
Pero h. 1500
el área oriental de la Península se sumergió en la general depresión del área
mediterránea en los siglos XVI-XVII, debido a la desviación de las grandes
rutas del comercio y el surgimiento de la potencia otomana.
Durante esta
larga crisis de la época moderna, se consolida un patriciado urbano de carácter
rentista, que invierte sus excedentes en propiedades rústicas que confieren rentabilidad,
seguridad y prestigio (como señala Braudel y repiten otros autores, practica la
·traición de la burguesía·). Los burgueses catalanes se dedican en este cambio
de coyuntura a comprar rentas, cargos públicos, títulos y señoríos, de forma
que el comercio es considerado sólo una etapa transitoria hacia la nobleza, la
renta y la propiedad. La compra de tierras era el primer signo evidente de una
fortuna y las crisis económicas agudizaban ese proceso de deserción de los
negocios. No existían grandes dinastías mercantiles que superaran las tres
generaciones. Pero a la vez que las familias que habían constituido la gran
clase social de la burguesía catalana se incorporaban a la nobleza surgían los
gérmenes de un lejano futuro mucho más espléndido para Cataluña. Nos referimos
a la clase media campesina que surgió desde la Sentencia de Guadalupe (1486),
que declaró personalmente libres a los pageses, con sujeción a pagar una
renta a los dueños directos de las tierras. Esta reforma daría una estabilidad
a largo plazo a una base social que estaría en el origen unos siglos después de
la burguesía comercial e industrial catalana.
La
hegemonía de Castilla en la Península.
La hegemonía castellana en el territorio peninsular
era indiscutible, pues sextuplicaba o incluso septuplicaba hacia 1500 la
población de las Coronas de Aragón o de Portugal. Esta hegemonía se asentaba no
sólo en su población y en su territorio sino en su superior dinamismo político,
económico y cultural.
La Revuelta Irmandiña en Galicia.
La Revuelta Irmandiña en Galicia fue uno de los grandes conflictos sociales de Europa en el siglo XV. Hubo dos
episodios. El primero, más bien un precedente, fue la ‘Irmandade Fusquenlla’
(1431-1437), que acabó en una represión sangrienta. El gran conflicto, la
llamada Gran Guerra Irmandiña, transcurrió en Galicia entre 1467 y 1469 y se
alargó en las ciudades hasta 1471, y enfrentó en una guerra civil al
campesinado, los ciudadanos y otros grupos populares como la baja nobleza y
clero, contra la alta nobleza que oprimían a los primeros a través del
bandolerismo y la opresión fiscal, en un contexto de hambrunas, epidemias y la
guerra civil en Castilla. Los rebeldes contaron al principio con el apoyo del
alto clero y se organizaron en una unión, ‘A Santa Irmandade’ (la Santa
Hermandad) y destruyeron numerosos castillos, sobre todo de los linajes Lemos,
Andrade y Moscoso. Los nobles finalmente se impusieron, con el apoyo final del
arzobispo de Santiago y de los reyes de Castilla y Portugal, gracias a unos
ejércitos mejor armados. La represión fue brutal.
APÉNDICE. [Propuesta de índice para nivel de 2 de ESO]
1. La Europa del siglo XV.
2. La monarquía de los Reyes Católicos en España.
Dosier: La conquista de Granada.
3. La articulación de la nueva monarquía autoritaria en España.
4. La organización económica y social de la España de los Reyes Católicos.
5. Humanismo y Renacimiento en España.
6. Arquitectura, escultura y pintura renacentistas en España.
FUENTES.
Internet.
Películas.
La corona partida (2016), de Jordi Frades. El reinado de
Juana, la hija de los Reyes Católicos.
Series de televisión.
Isabel. Serie emitida en tres temporadas sobre la vida de la reina Isabel I..
Documentales.
Serie Memoria de España. RTVE. [www.rtve.es/alacarta/videos/memoria-de-espana/]: Los Reyes Católicos.
Conferencias.
Juana I de Castilla y
Aragón, primera reina de las Españas. Conferencia de Antonio Mª González
Padrón. Casa-Museo León y Castillo (10-II-2022). 1:07:30. [https://www.youtube.com/watch?v=rPI6_SQEGbA]
Exposiciones.
*<Cisneros,
de Gonzalo a Francisco>. Sigüenza.
Museo y catedral (2017). Muestra sobre el cardenal Cisneros (1428-1517),
regente de la monarquía hispánica al final del reinado de los Reyes Católicos.
Reseña de Bedoya, Juan G. Sigüenza
celebra los 500 años del Lutero español. “El País” (17-VIII-2017).
Libros.
Bellver, D. La España de los Reyes Católicos. Anaya. Madrid. 1991. 96 pp.
Domínguez Ortiz, A. El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias. 448 pp. vol. III. en Artola, M. (dir.). Historia de España Alianza. Alianza. Madrid. 1990.
Downey, Kirstin. Isabella. The warrior queen. Biografía de Isabel I, como mujer intolerante, enemiga de judíos y musulmanes, que usa la Inquisición como “el mecanismo más eficaz para arrancar todas las raíces de la disidencia”.
Duran, Eulàlia. Les Germanies als Països Catalans. Curial. Barcelona. 1982. 558 pp.
Elliot, J. H. La España Imperial 1469-1716. Vicens-Vives. Barcelona. 1986. 454 pp.
García Cárcel, Ricardo. Las Germanías de Valencia. Península. Barcelona. 1981 (revis. 1975). 318 pp.
García Cárcel, Ricardo. La Leyenda Negra. Anaya. Madrid. 1990. 96 pp.
García Cárcel, Ricardo. La Inquisición. Anaya. Madrid. 1990. 96 pp.
Hale, J.R. Historia de Europa. La Europa del Renacimiento, 1480-1520. Siglo XXI. 1973 (1971 inglés). 409 pp.
Hillgarth, Jocelyn N. Los reinos hispánicos. vol. III. Los Reyes Católicos, 1474-1516. 330 pp.
Sarasa Sánchez, Esteban. Sociedad y conflictos sociales en Aragón. Siglos XIII-XV. Estructuras de poder y conflictos de clase. Siglo XXI. Madrid. 1981. 256 pp.
Suárez Fernández, L. Los Trastámara y los Reyes Católicos. 1985. 416 pp. vol. VII. en Montenegro Duque, Ángel (coord.). Historia de España Gredos. Gredos. Madrid. 15 vols.
Valdeavellano, Luis G. de. Curso de Historia de las Instituciones españolas. Alianza. Madrid. 1982 (1968). 762 pp.
Valdeón, Julio. Los conflictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV y XV. Siglo XXI. Madrid. 1983 (1975). 219 pp.
Artículos. Orden cronológico.
Antón, Jacinto. Un forense para Boabdil. “El País” Domingo (14-IV-2013) 10. Posible descubrimiento de la tumba del último rey granadino, Boabdil, en Fez.
Coll,
Joaquim. Olvidado Rey Católico. “El
País” (3-IX-2016). El quinto centenario del fallecimiento de Fernando el
Católico.
Tena,
Berta. El CNI descifra las cartas
secretas entre Fernando el Católico y el Gran Capitán de la campaña de Nápoles.
“El País” (2-II-2018). El código en clave para ocultar su contenido ha
preservado el contenido más de 500 años.
Agencia
EFE. Cuando los grancanarios eran
violentos: la brutal huella que descubre la medicina. “El Confidencial”
(3-V-2018). La violencia no solo afectó a los adultos de la sociedad
prehispánica: hasta el 21% de los niños presentan traumas de ese tipo y solo
los menores de cinco años se libran.
Sáez,
C. Los primeros canarios fueron bereberes.
“La Vanguardia” (21-III-2019). Un estudio de ADN antiguo confirma el origen
norteafricano de los primeros colonos de las islas, en dos oleadas, llegadas
entre 300 y 500 dC.
Olaya, V. G. El candelabro que delató dónde estaba el
barrio judío arrasado. “El País” (24-XI-2020). La Universidad del País
Vasco halla en el burgalés Pancorbo una aljama hebrea saqueada en el siglo XV,
al menos en 1453 y finalmente en 1492.
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