Resumen y comentario de libro: Etxezarreta, Miren
(ed.). La evolución del campesinado. La agricultura en el desarrollo capitalista.
MAPA. Madrid. 1979. 360 pp.
INTRODUCCIÓN.
EL MARCO TEÓRICO.
K. KAUTSKY.
SERVOLIN, POSTEL-VINAY, Y LEBOSSÉ/OUISSE.
LISOVSKIJ.
LENIN, INTERPRETADO POR CAVAILHES.
UN CASO EMPÍRICO: LA AGRICULTURA DE GUIPÚZCOA Y
VIZCAYA.
EVOLUCIÓN DE LAS EXPLOTACIONES EN OTRAS REGIONES.
LAS PEQUEÑAS EXPLOTACIONES SON CAPITALISTAS.
CONCLUSIONES
A MODO DE EPÍLOGO
INTRODUCCIÓN.
Estudia la evolución de la agricultura en un contexto
altamente industrializado, en un país y en un periodo de intenso desarrollo
capitalista, en Euskadi.
Sobre el papel de la agricultura en el desarrollo
económico, tratan los trabajos de Lewis, Ranis y Fei, Johnston y Mellor; Naredo
en España. Estos estudios muestran que la agricultura tiene un papel
fundamental en los países en desarrollo, pues su abandono distorsiona el
desarrollo industrial, al faltar su aportación de alimentos, su demanda de
productos y servicios, su oferta de mano de obra, sus exportaciones y divisas.
Pero esta perspectiva considera la agricultura como mera suministradora de los
elementos necesarios para el desarrollo industrial, sin entrar a estudiar las
transformaciones que sufre el propio sector primario. Este estudio de
Etxezarreta plantea cubrir este hueco científico.
EL MARCO TEÓRICO.
K. KAUTSKY.
La teoría marxista tiene a Kautsky como su mejor
investigador de la transformación de la agricultura en un contexto de
desarrollo industrial. Su tesis es: «La prosperidad de la agricultura y la
persistencia de los modos de economía campesina son dos conceptos que se
excluyen uno a otro en el modo de producción capitalista desarrollado». Por
ello, han de desaparecer las explotaciones familiares artesanales, para dar
paso a grandes explotaciones agrícolas capitalistas industrializadas, con
propiedad privada de la tierra, personal asalariado, nuevos medios y
conocimientos, economías de escala, etc.
Pero es un proceso no lineal, de modo que puede ser
frenado o invertido. En definitiva, Kautsky considera que le tendencia última y
general es la concentración, pero que el proceso tiene rasgos cíclicos, de
concentración y fragmentación. Los factores contrarios a la concentración son
de dos tipos: retardadores e inversores del proceso. Los retardadores son la
propiedad privada de la tierra, las exigencias de cambios de cultivo, etc. Los
inversores son la falta de mano de obra (después de haberse realizado el éxodo
rural), lo que fuerza a los grandes propietarios a dividir o arrendar la tierra
en parcelas más pequeñas. En definitiva, la gran explotación y la pequeña
explotación se hacen complementarias, siendo el pequeño campesino el proletario
del mayor, al que suministra su trabajo.
Pero un siglo después vemos que las pequeñas
explotaciones familiares han sobrevivido, lo que cuestiona la tesis de Kautsky
y obliga a buscar nuevas tesis sobre la supervivencia del pequeño campesino.
SERVOLIN, POSTEL-VINAY, Y LEBOSSÉ/OUISSE.
Para estos autores se producen otras formas de
absorción de la agricultura por el capitalismo, sin ser substituidas las
pequeñas explotaciones por las grandes. Al contrario, se ha intensificado el
sector de las pequeñas, haciéndose más eficaz.
Los factores de supervivencia son:
1) No hay una gran superioridad técnica de las grandes
explotaciones. Las innovaciones técnicas son adaptables a ambos tipos de
explotaciones (Servolin).
2) No hay grandes posibilidades de división del
trabajo, lo que reduce la ventaja de las grandes explotaciones.
3) Es difícil concentrar, por el alto precio de la
tierra.
4) El Estado protege a los pequeños propietarios. Hay
una alianza entre la burguesía y el campesinado, de modo que aquella protege a
esta a cambio de su apoyo político.
5) La pequeña explotación se adapta mejor a los ciclos
económicos adversos, al burcar sólo la subsistencia del trabajador y no la
remuneración del capital.
Para Postel-Vinay la formación de grandes
explotaciones es sólo una forma específica de absorción del mundo agrícola por
el capitalismo, pero que no es un fenómeno universal.
Para Servolin el agricultor necesita constantemente
más dinero para mantener su nivel de vida, lo que hace necesario mejorar las
técnicas de producción, aumentar la dedicación de trabajo y aumentar la
superficie de tierra cultivada (hasta un nivel adecuado). Este proceso de
aumento de producción reduce los precios agrícolas y disminuye la población
activa agrícola, lo que permite enviar mano de obra a la ciudad.
El Estado es fundamental en esta coexistencia de ambas
formas de producción en el campo, pues regula que las pequeñas explotaciones
tengan un mínimo suficiente para su supervivencia, vía precios mínimos o vía
subvenciones. Los campesinos se convierten en asalariados sociales [“jardineros
del campo”]. Para Lebossé y Ouisse, el mantenimiento de este pequeño
campesinado permite una explotación mayor en beneficio del sector capitalista:
«una transferencia de valor mayor que la explotación directa de una fuerza
asalariada en una agricultura capitalista».
Servolin precisa que no hay lucha de clases entre los
campesinos capitalista y los pequeños campesinos, pues ambos son empresarios
agrícolas y no hay una relación directa de explotación. Hay un sector agrario
no homogéneo, pero no antagónico.
LISOVSKIJ.
No considera importante la dimensión de la
explotación, aunque da a la gran explotación agrícola el puesto preeminente en
la producción y en la fijación de precios agrícolas. Sólo las empresas
agrícolas que incorporen los nuevos sistemas de producción podrán sobrevivir,
por lo que deben adaptarse o morir.Hay un proceso de incorporación creciente de
la agricultura al sistema capitalista, una ligazón creciente, con un aumento de
la demanda de bienes industriales (maquinaria, abonos) y de la demanda de
bienes agrícolas para la industria agroalimentaria transformadora (conservas,
zumos, alimentos preparados). Hay una creciente dependencia de los sectores
monopolísticos [grandes cadenas y empresas de transformación y distribución].
El Estado sostiene al sector agrario, como más débil y necesitado de
protección, para conservar el equilibrio económico y social (una exigencia del
sistema capitalista).
LENIN, INTERPRETADO POR CAVAILHES.
La lectura innovadora que Cavailhes hace de Lenin, nos
muestra a un Lenin que estudia la descomposición del campesinado, que se plasma
en tres ideas:
1) El desarrollo del capitalismo implica la
destrucción de las formas de producción anteriores (el modo de producción
feudal), con formas tan diversas como las grandes explotaciones inglesas o las
pequeñas y medianas explotaciones francesas.
2) Se desarrolla una burguesía rural y un proletariado
rural, como consecuencia de la descomposición del campesinado.
3) Se descompone, igualmente, la clase de los pequeños
productores mercantiles (la pequeña burguesía rural).
El proletariado se desarrollo desde la agricultura, no
necesariamente dentro de ella, mientras que la descomposición de los pequeños
productores mercantiles los arroja a la vez contra la burguesía y el
proletariado [es un análisis sobre el caso de Rusia en 1905].
UN CASO EMPÍRICO: LA AGRICULTURA DE GUIPÚZCOA Y
VIZCAYA.
Pero todas estas teorías no son aceptadas
acríticamente por Etxezarreta, que plantea su aplicación al caso de su país, en
1972 y sólo en Guipúzcoa y Vizcaya, en una situación de crisis, de abandono del
sector por los agricultores y de falta de inversiones para competir debido a la
desesperanza general.
El País Vasco se caracteriza por: 1) unas
explotaciones agrícolas de dimensión extremadamente reducida, 2) Una extensión
territorial muy limitada y una fuerte presión demográfica, 3) un intenso fenómeno de industrialización y edificación.
Comienza con un estudio de la unidad de explotación,
el caserío familiar, con una pequeña dimensión media, de 4-6 has de tierra
cultivable. Es una agricultura de clima húmedo, de altos rendimientos, con
cereales, patatas, alubias, forrajes (la mayor superficie de cultivo) y
explotación ganadera (leche y carne). Es una región muy industrializada.
Estudia las posibilidades económicas de las
explotaciones actuales y su previsible desarrollo futuro. Una característica
fundamental es que los agricultores vascos intentan alcanzar para su capital
invertido en la agricultura un rendimiento similar al que tendrían si lo
invirtieran en otros sectores.
Esto se plantea a varios niveles:
1) Hay una información constante sobre los
rendimientos propios y de otros sectores económicos. Al conocer que es una
inversión relativamente menos productiva, dedica menos dinero a inversiones en
el campo y diversifica hacia la industria, el comercio o los depósitos
bancarios.
2) Hay una gran inversión en capital base que es muy
difícil de recuperar si se abandona la explotación, lo que justificaría la
continuidad, sólo en el caso de que la rentabilidad global sea mayor. Si hay
pérdidas, entonces abandonará.
3) La dificultad del abandono de la tierra y la
necesidad de mantener y acometer nuevas inversiones provoca una insatisfacción
y la protesta de los agricultores. El campesino no “acepta” la situación
pasivamente, sino que la “sufre” de mala gana. Ello explica el masivo éxodo
rural.
La tesis de la autora es: «para que la pequeña
explotación familiar sea considerada “rentable” en el presente y con
posibilidades de supervivencia en el futuro, tiene que proporcionar unos
beneficios al capital y una remuneración al trabajo, por lo menos próximas a
las que puede alcanzar en otros sectores».
A partir de esta tesis se desarrolló un modelo de
Programación Lineal para reflejar el entorno e decisión anual del campesino
vasco, bajo el supuesto de que trata de obtener el máximo beneficio para sus
recursos, pero sujeto a un determinado nivel de riesgo que no está dispuesto a
sobrepasar.
Calculó que en 1973 un caserío de 5 has tenía una
remuneración por trabajo, interés del capital invertido y beneficio
empresarial, de 543.000 pesetas. En 1973 el salario anual medio de un obrero
era de 280.000 pesetas. Parecía, pues, que era una actividad rentable y no se
explicaba el éxodo rural. Pero no se detraían los gastos fijos de la
explotación, ni las amortizaciones del capital, lo que reducía mucho el margen.
Y más aun: había que trabajar 7.000 horas anuales, cuando la jornada media del
obrero era cercana a las 2.000 horas. O sea que si se pagase sólo el trabajo,
el campesino debería recibir 953.000 pesetas.
El campesino vasco puede dedicarse a otras actividades
[podía, pues el paro industrial y, sobre todo, el juvenil, se disparó desde
1974], puede dedicar sus tierras a usos industriales, urbanos, turísticos, o
asegurarse una rentabilidad segura y mínima con las plantaciones de pinos.
Las estimaciones económicas demuestran que al
campesino le interesa más abandonar el cultivo y sembrar de pinos el caserío,
colocar el capital en una inversión financiera (8 o 10%) y trabajar como obrero
no cualificado. Lógicamente, las explotaciones se abandonan y la juventud que
vive en los caseríos se prepara casi exclusivamente para los empleos urbanos.
Parece probable que de 5.425 caseríos actuales se pase a 420 en un futuro cercano.
Si el proceso no es más rápido es por la dificultad de abandonar el campo
cuando hay paro urbano, el periodo que hay entre una generación campesina y
otra urbana. En definitiva, el campesino es muy “lógico” al tomar
decisiones.
Una alternativa con futuro es el caserío con
dedicación parcial, pues permite conseguir una doble rentabilidad, un mejor
entorno de vida cotidiana y una inversión ya amortizada en un domicilio de
calidad. Pero, a cambio, implica un tremendo ritmo de trabajo para el casero
(y sobre todo a su mujer). Trabaja mucho, gana mucho, pero no tiene tiempo
libre. Y es difícil reducir el tiempo dedicado a trabajos rurales: la ganadería
exige una dedicación diaria y el menor tiempo reduce los ingresos por debajo de
lo conveniente para mantener la explotación.
El umbral de rentabilidad de las explotaciones
agrarias se sitúa en las 20 has (con altas inversiones productivas), pero el
precio de la tierra es tan caro que es muy difícil alcanzar esta dimensión. Una
alternativa es reconvertir las explotaciones agrícolas en ganaderas intensivas
(granjas avícolas, porcinas y de cunicultura), con ingresos mucho más altos, pero
que exigen inversiones y preparación mayores. Las cooperativas son una
alternativa insuficiente, salvo que permitan la incorporación de actividades
“industrializadas” a los miembros. Las explotaciones ganaderas extensivas de
gran dimensión sólo podrían ser rentables si bajase el precio de la tierra
(este es un factor que prácticamente impide la rentabilidad de los cambios en
todos los tipos de explotaciones). No hay solución. La desaparición de las
pequeñas explotaciones es un proceso lento (más lento que lo estimado por
Kautsky), pero seguro, pero no por la concentración sino por la diversificación
de los usos. No se venden las tierras porque son un patrimonio de futuro, que
crece de valor cada año y puede legar a sus hijos, y mientras tanto da un
beneficio con las plantaciones de pinares y es una vivienda para los miembros
de la familia, que trabajan en la ciudad, o para usos turísticos o de segunda
residencia a los empresarios, profesionales o técnicos de alta capacidad
económica.
EVOLUCIÓN DE LAS EXPLOTACIONES EN OTRAS REGIONES.
Pero las condiciones del País Vasco no se repiten en
todas las regiones. En Palencia o Soria no parece posible que los campesinos
puedan vender sus tierras a precios muy altos. Ello implica que el precio de la
tierra en vistas a la ampliación es más barato. Una ampliación de dimensión es
ineludible para la adecuada rentabilidad de las tierras de secano, pues la
mecanización sólo es rentable en grandes explotaciones.
En cambio, los minifundios no se están vendiendo en la
proporción conveniente para tal fin, los pequeños propietarios abandonan la
agricultura, ceden el uso a la familia o amigos (arriendo temporal o cesión
informal), pero no pierden la propiedad, que retienen como un seguro económico
y psicológico por si las cosas no les van bien en la ciudad, y porque el precio
es verdaderamente muy bajo y la venta no les resolvería la vida en la ciudad. Esto
implica que los que tienen el uso en arriendo o informal de la tierra no
acometen mejoras en ella.
Otro factor de retraso en la concentración de la
propiedad es el elevado paro urbano, que está reduciendo el éxodo rural, amén
de que este ya ha sido muy elevado y por lo tanto la cantidad de emigrantes
potenciales es mucho menor, y, por último, de que las comunicaciones han
mejorado tanto que muchos trabajadores urbanos pueden vivir a distancias de
100/200 km de la ciudad y mantener la antigua casa y el campo que le rodea como
un ambiente vital más agradable, satisfactorio y barato para la primera
residencia, o como segunda residencia en los fines de semana y las vacaciones.
La UE reduce la emigración rural de los pequeños propietarios con su política de
rentas rurales y lo mismo han conseguido países como Francia y Alemania. Esto
permite el mantenimiento del medio ambiente, de los núcleos de población
rurales y la suavización de las tensiones de servicios sociales en las grandes
urbes masificadas. Es una supervivencia de las pequeñas explotaciones, que no
evita, sin embargo, la disminución lenta pero imparable de su número. Hay
estadísticas de países occidentales que muestran cómo a largo plazo el número
desciende de modo importante. Faltan estadísticas sobre España en conjunto,
pero las series regionales son indicativas de las misma tendencia a largo
plazo. En las regiones que el número de pequeñas explotaciones aumenta o se
mantiene, descubrimos que son regiones de economía urbana, en la que las
explotaciones esconden una segunda residencia o una explotación a tiempo
parcial, por lo que el grueso de la producción descansa sobre las grandes
explotaciones.
LAS PEQUEÑAS EXPLOTACIONES SON CAPITALISTAS.
Las explotaciones que sobreviven lo hacen porque son
rentables en el sistema capitalista, no tanto a los propietarios como al propio
sistema, que se asegura un medio ambiente, equilibrio económico y social, menos
paro urbano, más demanda de bienes y servicios, más oferta de bienes agrícolas,
etc.
Para Etxezarreta no hay que confundir los conceptos de explotación capitalista y gran explotación, porque se olvida que la
pequeña explotación se ha integrado en el sistema.
Para Antonio Gámiz la agricultura familiar tiene dos
características: 1) La fuerza de trabajo es exclusivamente familiar. 2) El
titular de la explotación detenta la autonomía y capacidad de decisión para
asumir riesgos en la actividad.
Para Samir Amin es capitalista la explotación agraria
que utiliza la mano de obra asalariada y la maquinaria agrícola.
Su consideración como empresario es clara en cuanto
propietario que recoge los beneficios, mientras que como trabajador contribuye
con su trabajo por cuenta propia.
La autora considera que estas explotaciones
capitalistas tendrán que concentrarse, pues la creciente modernización exigirá
grandes y continuas inversiones. El proceso de concentración a largo plazo es
imparable.
CONCLUSIONES
1. El esquema de Kautsky es demasiado lineal y
mecanicista acerca del avance del capitalismo sobre la agricultura. El ritmo es
mucho más lento, pero a largo plazo la concentración es imparable.
2. Servolin, Postel-Vinay y Lebossé-Ouisse equiparan
la pequeña explotación familiar con la pequeña empresa mercantil y consideran
que el pequeño agricultor acepta no obtener una remuneración por su capital.
Etxezarreta les critica por no considerar la preeminente importancia de la
producción de las grandes explotaciones. Tampoco distinguen entre las
explotaciones que pueden competir y las que no. Y extienden a todos
los campesinos un futuro de proletarización (que es dudoso para la autora).
Pero hay puntos en los que han acertado: la explotación del trabajo de los
pequeños campesinos por los grandes, la inevitabilidad de la intensificación de
la producción y la necesidad de grandes inversiones.
Lissovskij ha hecho un análisis más realista, al
analizar las formas específicas en que el capitalismo monopolista industrial
absorberá el excedente generado en el sector agrario. Estudia la imposibilidad
de un análisis de la agricultura en aislamiento, el carácter cambiante de las
relaciones entre los sectores en el capitalismo y la naturaleza capitalista de
la explotación agraria. Pero no hace una previsión del futuro.
Para la autora, el mejor análisis es el de Lenin interpretado
por Cavailhes (L-C), pues crea un modelo aceptable en líneas generales.
Hay un debate sobre la terminología de las tres formas
de agricultura: de subsistencia, artesanal y capitalista. La artesanal sería la
pequeña explotación agrícola, expuesta a la desaparición o la proletarización,
porque no interesa al sistema. 3) La falta de crecimiento
de asalariados en la agricultura es un desmentido de la tesis de Kautsky. La
reducción de la masa de trabajadores (propios o por cuenta ajena) en la
agricultura es un hecho, debido a la mejora de la productividad. Y también ha
disminuido mucho más la proporción de asalariados dentro de la población activa
agraria.
4) El caso del País Vasco es un caso extremo de
descomposición del campesinado, dado que es prácticamente imposible el
establecimiento de empresas capitalistas en el sector agrario.
Hay otras conclusiones: 1) Las pequeñas explotaciones
que sobreviven son una minoría en relación a las que han desaparecido. 2) La
supervivencia actual es parte de un lento proceso de extinción de la mayoría de
las pequeñas explotaciones. 3) Las pequeñas explotaciones que sobreviven lo
hacen porque son rentables para el sistema capitalista. 4) La intervención
estatal es esencial para la supervivencia de aquellas.
A MODO DE EPÍLOGO
Sobre la situación de clase de los pequeños
campesinos, los autores anteriores tienen ideas distintas.
Kautsky los considera campesinos y proletarios a la
vez, una clase de pequeños burgueses, entre la clase dominante de los patronos
y el proletariado.
Servolin, Postel-Vinay y Lebossé/Ouisse los consideran
artesanos preocupados por valorizar su trabajo y proletarizados gradualmente
por el capitalismo. No existiría la lucha de clases entre grandes y pequeños
propietarios agrícolas.
El modelo de Lenin-Cavailhes es que los pequeños
campesinos forman una pequeña burguesía, pero sin unidad, que duda entre tomar
partido por los patronos y el proletariado. Esto impide formar partidos
políticos campesinos.
En el País Vasco la situación se complica por la
ideología. Mientras que los caseros son pequeño-burgueses que en lo económico se proletarizan, sin embargo su ideología es conservadora, como
garantes de la opción conservadora de los valores del pueblo vasco. Su voto
está repartido de modo desigual entre la mayoritaria derecha católica (PNV) y la
minoritaria izquierda laica independentista (HB) o en otras opciones, pero
generalmente nacionalistas, mientras el voto urbano es mayoritariamente para
partidos no nacionalistas (PSOE, PP, IU).
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