HMC UD 6. LOS PROBLEMAS DE LA SOCIEDAD
INDUSTRIAL DEL SIGLO XIX: LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES Y LOS MOVIMIENTOS
OBREROS.
LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES.
UNA NUEVA SOCIEDAD.
El cambio de mentalidad.
La movilidad espacial.
La movilidad social.
LAS CLASES SOCIALES.
El campesinado.
El proletariado.
La burguesía.
La aristocracia.
DOSSIER: LA CIUDAD INDUSTRIAL DEL
SIGLO XIX.
LOS MOVIMIENTOS OBREROS.
Las primeras asociaciones obreras.
El sindicalismo.
Los socialistas utópicos.
El socialismo y el marxismo.
El anarquismo.
Las Internacionales obreras.
LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES.
UNA NUEVA SOCIEDAD.
LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES.
UNA NUEVA SOCIEDAD.
En
el siglo XIX hubo también una revolución social, dados los extraordinarios
cambios en la estructura de la sociedad: se pasó de una sociedad estamental a
una sociedad de clases, con una nueva mentalidad y una gran movilidad social.
El cambio de mentalidad.
Apareció
una nueva mentalidad (podríamos decir que una movilidad mental). La ruptura de las
relaciones económicas del Antiguo Régimen dio paso a las relaciones capitalistas
de producción, marcadas por el maquinismo. Decayó el modelo estamental, rígido y
basado en el código de honor aristocrático y el valor de la herencia de la sangre.
El
enriquecimiento y, en menor grado, el mérito intelectual fueron los nuevos indicadores
del prestigio social. Un aristócrata arruinado era menos valorado que un burgués
nuevo rico aunque este hubiera salido de la miseria (incluso cuanto más bajo sea
su nivel de partida más será admirado).
El
interés por la riqueza, la confianza en el progreso y la ciencia, la búsqueda del
conocimiento, el interés por el mundo, la extensión de la cultura y la educación
a las masas, la lucha por las libertades políticas y la igualdad, fueron algunos
de los rasgos ideológicos y culturales del siglo.
La movilidad espacial.
El
cambio mental y social fomentó también una movilidad espacial. Más que nunca antes
en la Historia las personas ya no vivieron toda su vida en el mismo lugar donde
nacieron, sino que viajaron, emigraron, desplazaron a las ciudades y a otros países
y continentes. No era un fenómeno nuevo, pero es en el siglo XIX que es masivo:
el éxodo rural a las ciudades, decenas de millones de emigrantes a otros continentes.
La movilidad social.
La
movilidad social es una de las máximas características de esta nueva sociedad: los
ricos ascienden de categoría y los pobres bajan.
Había
una clase media de pequeños y medianos agricultores, artesanos y comerciantes, que
disponían de ahorros que invirtieron en las primeras experiencias industriales,
reinvirtiendo las ganancias y en unas pocas generaciones consolidaron el dominio
de la nueva clase social, la burguesía industrial y financiera, que gozó de amplia
libertad para desarrollar sus capacidades económicas.
La
aristocracia británica no sufrió los inconvenientes de la ética continental que
rechazaba el trabajo y el comercio, y se dedicó a invertir en empresas, ganando
nuevos capitales que reinvertía.
Los
campesinos desarraigados y los artesanos arruinados por el maquinismo se convirtieron
en un creciente ejército de proletarios que trabajan en condiciones miserables en
las ciudades y las minas, con salarios ínfimos.
LAS
CLASES SOCIALES.
El campesinado.
El
nivel de vida en el campo mejoró, pero a un ritmo inferior al de la ciudad. Los
campesinos disminuyeron primero relativamente a la población total y finalmente
incluso en números absolutos. El campesinado se estratificó en grupos: en la cúspide
los propietarios y arrendatarios grandes y medianos, en medio los pequeños propietarios
y arrendatarios, y abajo los jornaleros sin tierras, abocados a trabajar por escasos
salarios y condiciones penosas, que emigraban en masa a las ciudades.
El proletariado.
La clase obrera aumentó en número, se organizó en sindicatos y se erigió como el oponente principal de la burguesía. Sus condiciones de vida, al principio (1780-1820) tendieron a empeorar, sobre todo en Gran Bretaña, donde las grandes ciudades estaban masificadas y padecían las malas viviendas y la falta de higiene y servicios sanitarios, por lo que se multiplicaban las enfermedades (cólera, tifus…). El estudio antropométrico de la altura media de los individuos de la población obrera, indica su depauperación en Inglaterra durante gran parte (1800-1850) de la primera Revolución Industrial, lo mismo que ocurrió en las revoluciones comunistas en Rusia y China mucho después. Los salarios eran bajos debido a la gran oferta de mano de obra, las guerras napoleónicas afectaron sobre todo a los obreros, las malas cosechas subieron el precio del pan (especialmente en 1819), los horarios eran terribles (12 a 14 horas de media diaria), no había buenas condiciones de seguridad laboral ni seguros de invalidez, viudedad o vejez. El trabajo infantil era generalizado y con pésimas condiciones, lo que aumentó la mortalidad infantil.
Niños obreros en una fábrica textil hacia 1870.
Niños obreros hacia 1880.
Para
algunos autores, sin embargo, es posible que la situación social del
proletariado mejorara en el periodo 1820-1850, y esta mejora es ya segura en el
periodo 1850-1870, gracias a las reformas emprendidas que aseguraron la
estabilidad del sistema y redujeron la conflictividad social; por ejemplo, la
Factory Act (1833) prohibió el trabajo de los menores de 9 años y el trabajo
penoso de las mujeres embarazadas. En el resto de los países el proceso de
mejora fue más lento, pero también se generalizó durante el periodo 1870-1890,
cuando se hicieron reformas sociales para moderar el impacto de las crisis y
evitar las revoluciones violentas.
La
burguesía.
La burguesía, o clase media,
se estratificó, con una gran movilidad social entre las capas: se podía ascender
por mérito y riqueza desde la pequeña hasta la alta burguesía e incluso a la
nobleza (se generalizó la concesión de títulos nobiliarios a los grandes capitanes
de empresas). Además, los hijos de los burgueses a menudo bajaban de nivel en
su juventud y emprendían un proceso de ascensión mediante el trabajo, y
renovaban continuamente las generaciones.
Mujeres de la alta burguesía de Madrid a finales del siglo XIX.
La
alta burguesía dominaba las principales empresas de la industria, la minería,
el comercio, los transportes o las finanzas, e incluso compraba las mejores
tierras puestas en el mercado, de modo que consolidó su ascensión a la cima
del poder económico y pronto a la cúspide del sistema político.
La
burguesía media se componía de medianos y pequeños empresarios, profesionales
del próspero y creciente sector de servicios (médicos, abogados, gestores,
arquitectos…) y funcionarios medios.
La
pequeña burguesía, finalmente, era la más numerosa, y la componían
profesionales y empleados públicos y privados, como capataces, fontaneros,
mecánicos, artesanos o pequeños comerciantes, que tenían unos mayores ingresos.
Su presencia dio estabilidad al sistema, puesto que tenían expectativas de
subir en el escalafón social.
La aristocracia.
La
aristocracia perdió su hegemonía política, económica y social, al pasar a manos
de la burguesía las principales actividades que permitían la acumulación de
capital y quedar estancadas sus rentas en el sector agrícola. Pero en Gran
Bretaña y después en Europa muchos nobles (y sobre todo hijos segundones de la
nobleza) entraron en las filas de la alta y mediana burguesía al participar y
gestionar empresas o conseguir puestos en la administración, lo que aseguró su
supervivencia. Además mantuvieron su influencia como ideal de modo de vida: los
burgueses enriquecidos aspiraban a ennoblecerse, a vivir en las mansiones
aristocráticas del campo y de la ciudad, a casarse con sus descendientes...
DOSSIER: LA CIUDAD INDUSTRIAL DEL SIGLO XIX.
Ejecución de Mompart en Barcelona en 1901.
La base de la torre Eiffel en París en 1889.
Mercado de libros en Londres en 1900.
La base de la torre Eiffel en París en 1889.
Mercado de libros en Londres en 1900.
Muelles de Londres en 1900.
Los
alumnos desarrollarán un trabajo de investigación sobre la evolución de la ciudad
industrial en el siglo XIX, haciendo hincapié en los siguientes puntos: la multiplicación
del número de ciudades, su especialización en actividades industriales, el aumento
extraordinario de la población, la división espacial de las clases sociales en barrios
e incluso en los pisos de los mismos edificios, y finalmente los problemas de hacinamiento,
contaminación, comunicaciones y servicios sociales.
LOS
MOVIMIENTOS OBREROS.
Las primeras asociaciones obreras.
La
conciencia de clase creció entre los obreros a medida que avanzaba la Revolución
Industrial. La opresión económica y social en las fábricas y la falta de cauces
de participación política porque el voto era censatario provocó que las primeras
reivindicaciones del proletariado fueran violentas y clandestinas. La forma que
más pronto concitó la atención pública fue el ludismo, que propugnaba la quema de
las máquinas porque quitaban el sustento a los artesanos, y de las fábricas porque
se pagaba muy poco a los obreros.
Más
pacífica fue la creación de sociedades de socorros mutuos, también llamadas mutualidades,
que servían para protegerse unos a otros en casos de huelga, paro, enfermedad, accidente
o viudedad.
El sindicalismo.
El
siguiente paso fue crear las primeras asociaciones obreras, que reunían fondos mutuos
para sostenerse en caso de huelgas. Al inicio estas asociaciones fueron ilegales
por las Combination Acts (1799-1800) en Gran Bretaña, debido a que la legislación
liberal las asimilaba a los gremios medievales y por tanto se interpretaba que limitaban
la libre competencia.
Pero
en 1824 se revocó su prohibición en Gran Bretaña y en pocos años se extendieron
por las ciudades, constituyendo así en 1830 las Trade Union, los primeros sindicatos
obreros, estructurados por federaciones de oficios, que a su vez se federaron en
la Great Trade Union en 1834. Pidieron en la llamada Carta del Pueblo (1838), que
originó el movimiento político-sindical del “cartismo” (fundía ideas del movimiento
obrero, el liberalismo y el pensamiento cristiano), los plenos derechos políticos
de reunión, asociación, manifestación, huelga y sobre todo, de sufragio universal,
como medio de conseguir mejores condiciones sociales, y obtuvieron la jornada de
diez horas (1847) e importantes reformas, sobre todo en el periodo 1850-1870. Con
el tiempo dieron origen al partido laborista (1900) y en pocos decenios llegaron
a ganar las elecciones generales.
Los socialistas utópicos.
Los
primeros teóricos socialistas son los llamados utópicos, la mayoría de los cuales
fueron franceses pero resalta la excepción del inglés Owen, tal vez el más exitoso
de todos. El comunismo tuvo un antecedente en el revolucionario francés Babeuf (1750-1797),
autor del Manifiesto de los iguales, que propugnaba una reforma fiscal y
una ley agraria comunista.
Los
socialistas utópicos se llaman así porque lo que intentaban parecía imposible de
realizar. Partían del principio de que el hombre es bueno por naturaleza y que si
se le ofrece una auténtica igualdad de oportunidades, sin injusticias ni egoísmos,
dejará de haber pobres y ricos, y todos los hombres serán realmente iguales. Para
conseguirlo consideraban que era preciso suprimir la propiedad privada de los medios
de producción (campos, fábricas y máquinas), los cuales debían pasar a ser de propiedad
colectiva.
Saint-Simon creía en una sociedad de hombres iguales, con una organización
social basada en las clases productivas, en la que no habría clases y que sería
igualitaria, con auténtica igualdad de oportunidades para todos. Para conseguirlo
había que aumentar el progreso social mediante la industrialización y una nueva
moral laica.
Fourier (el maestro de otro socialista, Considérant) propugnó el falansterio,
una pequeña comunidad en la que la propiedad es colectiva, con trabajo libre, amor
libre, sin matrimonio ni familia.
Cabet defendió la distribución de la riqueza según las necesidades de cada uno.
Proudhon, un antecedente también del anarquismo, proponía la abolición, por medios
pacíficos, de cualquier orden coercitivo (Estado, legislación).
Louis Blanc durante en la revolución de 1848 promovió los Talleres
Nacionales, unas fábricas con autogestión obrera en las que los trabajadores se
quedaban el producto íntegro de su trabajo.
August Blanqui propugnaba la dictadura del proletariado.
El británico Robert Owen,
un rico industrial inglés, creía que el medio social conforma el carácter humano,
y fomentó con éxito en su fábrica una política social a favor de los obreros, con
mejores salarios y condiciones de trabajo, vivienda, educación y sanidad. Propugnó
extender este modelo a unas comunidades ideales (New Lamark), pero fracasaron.
New Lamark.
El socialismo y el marxismo.
Los dos principales pensadores socialistas fueron los alemanes Marx y Engels.
Friedrich Engels y Karl Marx.
En
1848, poco antes de estallar la revolución en Europa, estos dos emigrados en París
publicaron un folleto titulado Manifiesto Comunista, en el que exponían los
principios de una nueva teoría socialista:
-
La lucha de clases es el motor de la Historia.
-
El proletariado debe organizarse para acabar con la burguesía.
En
contraposición a los socialistas utópicos, al marxismo se lo llamará socialismo
científico, porque parte de una realidad económica y social concreta para establecer
después unas leyes y unas reglas de conducta y acción.
Para
Marx la economía es el fundamento de la Historia y la sociedad se articula en función
de las relaciones de producción (materialismo histórico).
Marx
considera que la acumulación de capital permite la reproducción del
sistema de producción capitalista, de resultas de la plusvalía producida por los
trabajadores y apropiada y no consumida por los capitalistas. La “acumulación originaria”
inicia la destrucción de las relaciones sociales del modo de producción feudal y
precede y asegura el paso al capitalismo.
Los
hombres no viven ni actúan aislados, sino que forman grupos sociales diferentes,
que siempre se han enfrentado entre sí (lucha de clases). De la lucha entre
proletariado y burguesía debe salir la destrucción del sistema capitalista y
la conquista del Estado por parte del proletariado. El capitalismo quedará desmontado
cuando desaparezca la propiedad privada de los medios de producción. Entonces desaparecerán
las clases sociales, todos los hombres serán iguales y ya no habrá más lucha de
clases. Esto se conseguirá mediante una etapa previa de dictadura del proletariado
y cuando esto esté conseguido, el Estado podrá desaparecer.
El
marxismo alcanzó gran difusión entre el proletariado europeo y llegó por primera
vez al poder en Rusia, mediante la revolución de 1917.
El anarquismo.
Ya un pensador inglés, Godwin,
defendió en 1793 la desaparición del Estado, la propiedad privada y el matrimonio.
Hacia 1848, algunos socialistas utópicos como Proudhon derivaron hacia el anarquismo,
teoría social y política que pretende la supresión del Estado, otorgando una ilimitada
libertad al individuo. Proudhon escribió que “La propiedad es un robo” y fue el
socialista utópico que más influyó en el anarquismo.
Bakunin.
Su
principal pensador fue Bakunin (1814-1876), un aristócrata ruso que huyó
de su destierro en Siberia, y vivió en Francia, Italia e Inglaterra. Sus ideas básicas
eran: el ateísmo, la exaltación de la libertad del individuo, la eliminación del
Estado (y del ejército), el rechazo de toda autoridad, la necesidad de la revolución
campesina y de la revolución hecha por las masas de una manera espontánea, y de
la huelga general revolucionaria por los proletarios. La sociedad se organizaría
a base a comunas (grupos de hombres y mujeres) autónomas, gobernadas en régimen
de autogestión mediante sufragio universal (tanto masculino como femenino), con
propiedad colectiva del capital y de la tierra pero no de la producción. Las distintas
comunas podían federarse o separarse libremente. Como los anarquistas querían suprimir
el Estado, su enfrentamiento se haría mediante la abstención absoluta de la vida
política, la huelga y la revuelta individual.
Kropotkin (1842-1921), otro aristócrata ruso, residió en Gran Bretaña, Suiza y Francia.
Fue el teórico del anarco-comunismo, una variante más moderada en la acción política
y más atenta a la protección de la naturaleza.
Otros
influyentes pensadores anarquistas de finales del siglo XIX fueron el escritor ruso
Tolstói y los franceses Réclus y Grave.
El
anarquismo se extendió sobre todo por tres países europeos: Rusia, Italia y España,
con una fuerte base agraria. Algunos grupos anarquistas propugnaron la “propaganda
por el hecho”, mediante el terrorismo, con famosos atentados contra personalidades
políticas (los españoles Cánovas y Canalejas fueron asesinados por anarquistas)
o clases sociales determinadas (la bomba del Liceo de Barcelona en 1893 contra la
alta burguesía).
Ya
en el siglo XX se calmó la oleada terrorista y los anarcosindicalistas apoyaron
los sindicatos obreros de tendencia revolucionaria. El anarquismo desapareció como
fuerza importante en la I Guerra Mundial, salvo en España donde la CNT perduró potente
hasta 1939. Después de 1968 hubo un renacer de conceptos anarquistas como la autogestión,
el antimilitarismo, la denuncia de la arrogancia del poder, el rechazo del consumismo,
que fueron recogidos por distintos movimientos contraculturales y de acción ciudadana
para cuestionar el orden imperante.
Las Internacionales obreras.
Marxistas
y anarquistas se unieron inicialmente en la I Asociación Internacional de Trabajadores,
llamada Primera Internacional, que difundió las ideas políticas de ambos movimientos
y la organización de partidos (el PSOE en España) y sindicatos obreros (UGT en España).
Pero se dividió en sus dos corrientes: la socialista y la anarquista, que finalmente
fue expulsada (1872), y al cabo se disolvió la Primera Internacional (1876).
Finalmente,
en 1889, los partidos y sindicatos más importantes de Europa decidieron constituir
otra Asociación Internacional de Trabajadores, la Segunda, sin la presencia de los
anarquistas. Sus símbolos fueron el himno de la Internacional y la fiesta del Primero
de Mayo (Día de los Trabajadores).
La corriente reformista del movimiento
obrero fundió las tesis de los socialistas utópicos (sobre todo los cartistas) y
del marxismo, y ejerció la acción política a través de los partidos obreros (laborista
en Gran Bretaña, socialdemócrata en Alemania y Austria, socialista obrero en España)
y la acción reivindicativa a través de los sindicatos. Consiguió importantes mejoras,
sobre todo desde que la amenaza revolucionaria convenció a la burguesía dominante
de que había que hacer concesiones significativas: mejoraron los salarios, los seguros
sociales, disminuyeron las horas de trabajo, etc.
Fuentes.
Películas.
Germinal (1993), de Claude
Berri, a partir de la novela de Emile Zola. La Revolución Industrial y el movimiento
obrero en una zona minera del norte de Francia.
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