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lunes, 5 de noviembre de 2012

OP UD 18. La actual ordenación territorial del Estado español. Raíces históricas.

OP UD 18. LA ACTUAL ORDENACIÓN TERRITORIAL DEL ESTADO ESPAÑOL. RAÍCES HISTÓRICAS.

INTRODUCCIÓN.

1. LA ACTUAL ORDENACIÓN TERRITORIAL DEL ESTADO ESPAÑOL.
1.1. PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL ESTADO.
Principio de unidad.
Principio de supremacía estatal.
Principio de autonomía relativa.
Principio dispositivo o de voluntariedad.
Principio de solidaridad.
Principio de cooperación.
1.2. LOS MUNICIPIOS.
1.3. LAS PROVINCIAS.
1.4. LAS AUTONOMÍAS.

2. EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS.
2.1. EL ORDENAMIENTO CONSTITUCIONAL.
DERECHO A LA AUTONOMÍA E INICIATIVA AUTONÓMICA.
TIPOS DE AUTONOMÍA.
ESTATUTOS DE AUTONOMÍA.
RÉGIMEN DE COMPETENCIAS.
RECURSOS DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS.
2.2. ÓRGANOS Y FUNCIONAMIENTO DE LAS AUTONOMÍAS.
PRINCIPIOS GENERALES.
ASAMBLEA LEGISLATIVA.
Elección del parlamento autonómico.
Organización parlamentaria.
Funciones.
PRESIDENTE.
Elección.
Funciones.
CONSEJO DE GOBIERNO.
Naturaleza y composición.
Funciones.
ADMINISTRACIÓN DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS.
CONTROL DE LA ACTIVIDAD DE LOS ÓRGANOS DE LAS CCAA.

3. RAÍCES HISTÓRICAS DE LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL.
LOS PRECEDENTES.
La organización romana.
La organización medieval.
La organización en la Edad Moderna.
PROVINCIA, REGIÓN Y NACIÓN EN LA EDAD CONTEMPORÁNEA.
La organización provincial del siglo XIX.
El nacionalismo español: provincialismo y regionalismo.
Los nacionalismos periféricos y su choque con el nacionalismo español.
La Constitución de 1978.
El desarrollo del Estado de las autonomías.          
Los problemas actuales.
APÉNDICE: EL CASO DE LAS BALEARES.
APÉNDICE: EL PROCESO DE REGIONALIZACIÓN DE ESPAÑA.
APÉNDICE. LECTURAS DE BIELZA, NOGUÉ Y ALBET.

INTRODUCCIÓN.
Es una UD multidisciplinar, que reúne varias Ciencias Sociales, pues en él utilizamos la Geografía Política, en estrecha relación a otras disciplinas como el Derecho Constitucional, el Derecho Político, la Historia...
Nos centraremos en las autonomías (orden constitucional, instituciones, funcionamiento) y en sus raíces históricas, con una referencia menor a las provincias y a los municipios. Por último, abordaremos las raíces históricas de la actual ordenación territorial.

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Un resumen.
El Estado español, según la Constitución de 1978, se organiza territorialmente en municipios, provincias y comunidades autónomas. Son Entidades de Derecho Público, que gozan de autonomía y de recursos financieros para el ejercicio de sus funciones.
Los municipios son las entidades locales más cercanas a los ciudadanos. Las provincias son entidades intermedias.
Las Comunidades Autónomas (CCAA) se caracterizan por:
Constitución. A iniciativa de las Diputaciones u órgano interinsular, por los dos tercios de los Municipios integrantes o por las Cortes.
Competencias: Territorio, urbanismo, vivienda y obras públicas. Ferrocarriles, carreteras y transporte. Agricultura y ganadería. Montes. Pesca y caza. Turismo y deportes. Asistencia social, sanidad e higiene. Otras competencias transferidas.
Órganos: Asamblea legislativa, Consejo de Gobierno, Presidente.
Control: Por el Tribunal Constitucional, por el Gobierno, por la jurisdicción contencioso-administrativa.
Hacienda: Autonomía financiera, impuestos propios y cedidos, transferencia del Estado, patrimonio, crédito.
Los estatutos de autonomía de las CCAA:
Carácter: Norma institucional básica de cada CA.
Armonización: Por el Estado, cuando lo exija el interés nacional, necesidad que apreciarán las Cortes por mayoría absoluta.
Elaboración, contenido y reforma: Elaboración por la Asamblea de diputados y parlamentarios. Contenido de denominación, territorio, competencia, etc. Reforma según procedimiento establecido.
Elaboración del Estatuto en Régimen Especial: No es necesario que transcurran cinco años. Procedimiento: Aprobación por la Asamblea, reunión del Congreso, referéndum y aprobación por las Cortes.
Las raíces históricas de la actual organización territorial se remontan a la época romana, y desde entonces ha habido sustanciales cambios. La estructura actual se asentó en el siglo XIX, con la institución de las provincias, la aparición de los regionalismos y de los nacionalismos periféricos, y finalmente ha experimentado un gran impulso con la Constitución de 1978, que ha reconocido el derecho a la autonomía de las regiones y nacionalidades.

1. LA ACTUAL ORDENACIÓN TERRITORIAL DEL ESTADO ESPAÑOL.
1.1. PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DEL ESTADO.
El Título VIII (CE, 137-158) de la Constitución española de 1978, trata “De la Organización territorial del Estado”.
‹‹la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación Española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas›› (CE, 2).
‹‹El Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses›› (CE, 137).
Por lo tanto, los Municipios, Provincias y CCAA son Personas Jurídico-Públicas.

Principio de unidad.
La unidad del Estado en territorio, pueblo, poder y Derecho, en lo político y económico, con la norma superior de la Constitución. Se debe proteger la libertad de circulación de personas y bienes en todo el territorio español.

Principio de supremacía estatal.
Se establece la supremacía del Derecho estatal en todas las materias que no sean de exclusiva competencia de las CCAA (CE, 149.3).

Principio de autonomía relativa.
Tiene dos aspectos: como derecho y como principio de organización del Estado. Es un poder limitado, derivado, no soberano, circunscrito a los intereses del territorio. Tiene los ras­gos de: voluntariedad, generalidad, progresividad (hasta un techo autonómico).

Principio dispositivo o de voluntariedad.
Los territorios tienen la iniciativa de transformarse o no en CCAA y de negociar las competencias que deseen en el marco de la Constitución. Pero han de tener características históricas, culturales y económicas comunes (CE, 143) y las Cortes pueden suplir su voluntad (CE, 144).

Principio de solidaridad.
Se deben mantener la integración, la solidaridad y el equilibrio entre todo el territorio español.

Principio de cooperación.
Hay una participación en la composición de órganos del Estado, en el Senado, en la cooperación interregional.

1.2. LOS MUNICIPIOS.
Se reconoce la autonomía de los municipios que gozan de personalidad jurídica plena, con sus Ayuntamientos, integrados por alcaldes, concejales (CE, 140).
Se da a las haciendas locales la competencia para regular sus propios recursos, así como la participación en los del Estado y las CCAA, a fin de que tengan los medios suficientes para la satisfacción de las necesidades locales (CE, 142).
El Municipio cuenta con autonomía, plena personalidad, gobierno por los Ayuntamientos, elección por sufragio universal de los concejales, elección del Alcalde por los concejales, régimen de concejo abierto.

1.3. LAS PROVINCIAS.
El art. 141 establece la provincia como entidad local con personalidad jurídica, como agrupación de municipios, con administración por diputaciones. Caben otras agrupaciones de municipios: comarcas, mancomunidades... En las islas se podrán constituir cabildos o consejos.
Las provincias son una división territorial para cumplir ciertas las funciones del Estado y de las CCAA. Cuentan con autonomía para realizar sus competencias. Sus órganos representativos son las Diputaciones Provinciales.
En cuanto a las haciendas provinciales rige el mismo principio que para las locales: tienen la competencia para regular sus propios recursos, así como la participación en los del Estado y las CCAA, a fin de que tengan los medios suficientes para la satisfacción de las necesidades locales (CE, 142).

1.4. LAS AUTONOMÍAS.
De acuerdo a los artículos 2 y 137 las nacionalidades y regiones tienen derecho a la autonomía y son parte de la organización territorial del Estado. Nos referiremos a continuación más en extenso a las CCAA, pues son la parte más importante de la actual estructura territorial del Estado, gracias a las crecientes transferencias de competencias hacia ellas.

2. EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS.
2.1. EL ORDENAMIENTO CONSTITUCIONAL.
DERECHO A LA AUTONOMÍA E INICIATIVA AUTONÓMICA.
Se establecen (CE, 143) las características de los territorios que pueden convertirse en CCAA, así como las condiciones de las comunidades uniprovinciales: Asturias, Murcia, Cantabria, Madrid, La Rioja; insulares: Canarias, Baleares; específicos: Ceuta, Melilla y Navarra.
La iniciativa autonómica es variada y sus modalidades concretas no interesan ya demasiado por haberse ya ejercitado:
- Por las diputaciones.
- Por los órganos colegiados.
- El régimen privilegiado de las Comunidades históricas: Cataluña, País Vasco, Galicia, que tuvieron autonomía en el pasado.
- Por Diputaciones, Ayuntamientos y referéndum.
- Navarra, con su órgano foral.
- Ceuta y Melilla, con sus Ayuntamientos.

TIPOS DE AUTONOMÍA.
Hay dos tipos generales de autonomía:
- Limitadas, las que tienen las competencias limitadas del art. 147.
- Plenas, las que tienen las competencias indefinidas del art. 149 (pueden alcanzar todas las no exclusivas del Estado).

ESTATUTOS DE AUTONOMÍA.
‹‹Los Estatutos serán la norma institucional básica de cada Comunidad Autónoma y el Estado los reconocerá y amparará como parte integrante de su ordenamiento jurídico›› (CE, 147).
Los Estatutos comprenden la denominación, territorio, instituciones autonómicas, competencias.
El proyecto de Estatuto es elaborado por una Asamblea de miembros de Diputaciones, órganos interinsulares, diputados y senadores, y es elevado a las Cortes para su aprobación.
En las Autonomías plenas hay dos vías: por transición de la autonomía limitada a la plena tras cinco años o por una Asamblea con referéndum y aprobación de las Cortes.

RÉGIMEN DE COMPETENCIAS.
Se enumeran las materias que pueden asumir las CCAA (CE, 148) y se establecen las materias de exclusiva competencia del Estado (CE, 149). Hay unas materias que pueden asumir ambos y que están sujetas a negociaciones, por delegación.
Las competencias autonómicas más importantes son:
- Territorio, urbanismo, vivienda y obras públicas.
- Ferrocarriles, carreteras y transporte.
- Agricultura y ganadería.
- Montes. Pesca y caza.
- Turismo y deportes.
- Asistencia social, sanidad e higiene.
- Otras competencias transferidas.

RECURSOS DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS.
Los recursos son (CE, 157):
a) Impuestos cedidos por el Estado, recargos y participaciones.
b) Impuestos propios, tasas y contribuciones especiales.
c) Transferencias de Fondo de Compensación Interterritorial y otras asignaciones del Presupuesto General del Estado,
d) Rendimientos del patrimonio e ingresos de derecho privado.
e) Operaciones de crédito.
No podrán gravar bienes situados fuera de su territorio ni obstaculizar la libre circulación de mercancías o servicios.

2.2. ÓRGANOS Y FUNCIONAMIENTO DE LAS AUTONOMÍAS.
PRINCIPIOS GENERALES.
Su organización y funcionamiento está determinado por la Constitución, los Estatutos de Autonomía y las propias leyes de las CCAA.
Se establece: ‹‹la organización institucional autonómica se basará en una Asamblea Legislativa, elegida por sufragio universal, con arreglo a un sistema de representación proporcional que asegure, además, la representación de las diversas zonas del territorio; un Consejo de Gobierno, elegido por la Asamblea, de entre sus miembros, y nombrado por el Rey, al que corresponde la dirección del Consejo de Gobierno, la suprema representación de la respectiva Comunidad y la ordinaria del Estado en aquélla. El Presidente y los miembros del Consejo de Gobierno serán políticamente responsables ante la Asamblea›› (CE, 152).
Un Tribunal Superior de Justicia culminará la organización judicial en el ámbito de la CA.

ASAMBLEA LEGISLATIVA.
Elección del parlamento autonómico.
Los diputados autonómicos son elegidos por un periodo de cuatro años, por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto, según una ley electoral, con representación proporcional, asegurando la adecuada representación de todas las zonas de la CA. La circunscripción electoral es la provincia, salvo cambios (islas, territorios).

Organización parlamentaria.
Organización con Presidente, Mesa y Diputación Permanente. Regulación por Reglamento. Funcionamiento en Pleno y Comisión.

Funciones.
Representa al pueblo, ejerce la potestad legislativa, impulsa y controla la acción del Consejo de Gobierno, aprueba los presupuestos regionales y ejerce las competencias que le confieren la Constitución y el Estatuto, como la elección del Presidente, aprobación de planes económicos, ordenación de los servicios de la CA, presentación de proposiciones de Ley a las Cortes, designación de senadores correspondientes.

PRESIDENTE.
Elección.
Es elegido por el Parlamento, a propuesta del presidente del Parlamento.

Funciones.
a) Representación de la CA y del Estado.
b) Nombra a los miembros del Consejo de Gobierno y dirige su acción. Puede delegar funciones en un miembro del Consejo.
c) Firma las normas y acuerdos del Consejo.
d) Plantea la cuestión de confianza.

CONSEJO DE GOBIERNO.
Naturaleza y composición.
Es un órgano colegiado, formado por Presidente, Vicepresidente y Consejeros.

Funciones.
Tiene las funciones ejecutiva y administrativa, potestad reglamentaria, planificación de política regional y aprobación de los presupuestos, interposición de recursos de inconstitucionalidad, promover cuestiones de competencia que opongan a la CA y al Estado, ejercer función revisora en materia administrativa.

ADMINISTRACIÓN DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS.
Hay una administración estatal, controlada por un Delegado nombrado por el Gobierno, y una administración autonómica, por transferencia de funcionarios o propia creación.

CONTROL DE LA ACTIVIDAD DE LOS ÓRGANOS DE LAS CCAA.
a) Por el Tribunal Constitucional, sobre la constitucionalidad de sus normas.
b) Por el Gobierno, previo dictamen del Consejo de Estado, sobre el ejercicio de las funciones delegadas.
c) Por la jurisdicción contencioso-administrativa, sobre la administración, normas reglamentarias y actos.
d) Por el Tribunal de Cuentas, el control económico y administrativo.

3. RAÍCES HISTÓRICAS DE LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL.
El mapa autonómico actual es el resultado de un proceso histórico muy antiguo, basado en la diversidad geográfica, étnica, lingüística, cultural e histórica, que se ha reflejado en el devenir de la división territorial de la administración.
No debemos exagerar el factor histórico hasta caer en un determinismo histórico absoluto. Luis Solé Sabarís afirma que debemos estudiar las comunidades autó­nomas como entidades propias en lo geográfico: ‹‹en la inmensa mayoría, las divisiones históricas tradicionales corresponden a verdaderas regiones geográficas››.

LOS PRECEDENTES.          
La organización romana.

Mapa de División provincial de Diocleciano de Hispania

División administrativa de Diocleciano, h. 304 dC.

La primera organización territorial es la realizada por los romanos, que siguió tres eta­pas: 1) Hispania Citerior (Ebro y costa mediterránea) y Ulterior (valle del Guadalquivir), 2) de Augusto fue la división en Tarraconensis, Lusitania y Baetica, 3) de Diocleciano fue la división en Tarraconensis, Carthaginensis, Baetica, Lusitania y Gallaecia.

La organización medieval.
Las invasiones de suevos, vándalos, alanos y sobre todo visigodos cambiaron estas estructuras, introduciendo una mayor fragmentación: visigodos en la mayor parte del país, y suevos (temporalmente tuvieron un reino en Galicia), cántabros y vascones con­formaron entidades propias (aunque no Estados).
Los musulmanes provocaron una nue­va división, con el contraste entre el Al-Andalus del Sur y los cinco Estados cristianos del Norte (León, Castilla, Navarra, Aragón, Cataluña), que en su proceso de Reconquista hacia el Sur formaron entidades territoriales que a grosso modo han subsistido hasta el presente. Portugal se independizó en este proceso, mientras las lenguas de Galicia, País Vasco y Cataluña se afirmaban.
El dominio musulmán fue quedando reducido al reino de Granada, y las coronas de Castilla y León se unían, marcando la división territorial del Centro, Sur y Norte de la Península, mientras que el reino de Aragón vertebraba el Este.

La organización en la Edad Moderna..


A finales del siglo XV había cinco reinos independientes: Portugal, Castilla, Navarra, Aragón y Granada, que en 1476, 1492 y 1512 se fueron fusionando hasta quedar sólo Portugal y la monarquía española de los Reyes Católicos, que era una verdadera federación de reinos sólo unidos por la Corona y que pasó a la dinastía imperial de los Habsburgo. En 1580 también Portugal pasó a la monarquía unida.
En esta época se registra la enorme ampliación de los dominios de la Corona, por Europa y Ultramar, hasta constituir hacia 1580 el mayor imperio de la Historia, que se irá deshaciendo desde 1640 (independencia de Portugal, rebelión de Cataluña), con la guerra de Sucesión (pérdida de los dominios europeos, sobre todo italianos).
Llega entonces la nueva dinastía borbónica, que implantó la estructura administrativa centralista, con las provincias, intendencias, corregimientos... El mapa de intendencias del siglo XVIII ha sido muy modificado posteriormente, pero muchas de sus unidades administrativas han permanecido.

PROVINCIA, REGIÓN Y NACIÓN EN LA EDAD CONTEMPORÁNEA.
La organización provincial del siglo XIX.
El mapa prefectural de 1810, realizado por la monarquía bonapartista, se acerca mucho al posterior mapa provincial. El primer proyecto de mapa provincial de Felipe Bauzá (1813 y el segundo, de Bauzá y Larramendi (1821), influyeron en el definitivo de Javier de Burgos.


Mapa de división administrativa de Javier de Burgos (1833).

En 1833 la nueva división provincial formó la situación durante siglo y medio (48 provincias con un gobernador civil), que subsistió hasta 1978, con las autonomías, aunque hubo varios procesos autonómicos durante el tiempo de la II República, sólo consumados en Cataluña. La división provincial, pese a las polémicas sobre los límites provinciales, tuvo éxito porque conservaba los ancestrales límites regionales y tendía a separar las provincias alrededor de núcleos urbanos bastante autosuficientes.

El nacionalismo español: provincialismo y regionalismo.
Ringrose [Ringrose, David. España 1700-1900: el mito del fracaso. Alianza. 1996.] se basa en la tesis de Arno Meyer sobre la persistencia del Antiguo Régimen para explicar que en España el tejido patrimonial de intereses periféricos logró persistir intacto a través de todos los cambios de régimen, colonizando para ello la Administración central (en Madrid) mediante el tráfico de influencias. Las élites locales, para mejor defender sus intereses locales, enviaban a sus hijos segundos a Madrid, consituyendo así una doble red familiar interconectada: en Madrid y en los núcleos locales. Así Madrid se conformó como una ciudad sin madrileños, colonizada demográficamente por la periferia (excepto Cataluña, por la barrera idiomática para la emigración). Se fundamenta la descentralización autonómica en la persistencia histórica de las anteriores pautas: aunque la España oficial ha sido jurídicamente centralista, la España real ha sido siempre centrífuga. La situación actual es otra etapa más intensa en la histórica descentralización del país y remarca la dependencia de la capital respecto a la periferia. Para Ringrose es un proceso funcional, positivo, pues son las fuerzas dinámicas de la periferia las responsables del desarrollo español y de la modernidad. Y concluye que potenciar la variedad es la mejor opción para el futuro.
Fusi considera que la unidad de España fue artificial y débil hasta bien entrado el siglo XIX, porque el modelo constitucional de los Austrias fue una confederación de diversos reinos, cada uno con su respectivo ordenamiento jurídico, carente además de la idea de nacionalidad española. El nacionalismo español, sedimentado en el siglo XVIII sólo apareció como concepto con la invasión napoleónica de 1808, que creó un enemigo común y pro­vocó el patriotismo popular, con lo que el nuevo nacionalismo formaría parte de los programas políticos del siglo XIX, tanto conservadores como liberales. Pero la creación de nación fue un proceso lento, pues la vida local siguió siendo preponderante. Ortega y Gasset aún teorizaba que no había nacionalismo en España y que la realidad auténtica de esta era el localismo (basado en la provincia). Fueron las transformaciones sociales y económicas las que crearon un sistema nacional, mediante la unidad del sistema provincial (1833), el sistema fiscal (1845), el Banco de España (1856), la moneda (1868), la red de ferrocarriles (desde los años 1840), los Códigos legislativos (Penal en 1848)...
El Estado central era débil e ineficaz, sin los servicios de un Estado moderno, dedicando casi todo su presupuesto a la Guerra, la Marina y la Deuda, por lo que las funciones del Estado fueron asumidas por el caciquismo y las oligarquías locales. Las instituciones centrales eran débiles en estructura y efectivos: p.e. la Guardia Civil sólo tenía 18.000 hombres.
Las provincias, gobernadas por los gobernadores civiles y las Diputaciones, ganaron poder local en el siglo XIX, concentrando la población y la economía en las capitales de provincia, y asentando las bases ideológicas para un resurgir del regionalismo: la Renaixença catalana, el fuerismo vasco, la novela regional realista y el paisajismo regional que dominaban en la literatura y el arte...
Fue la administración provincial la que estructuró el Estado español, por lo que resalta la importancia del Real Decreto de 30-XI-1833 del ministro de Fomento, Javier de Burgos, que creó la estructura administrativa fundamental de la España contemporánea: creó la provincia y la Diputación, órgano electivo de representación de la propia provincia, a través del cual la burguesía pudo intervenir en la política y defender sus intereses locales, sin problemas por lo menos hasta que surgieron el problema federalista en la I República (1873-1875) y los nacionalismos catalán, vasco y, en menor grado, gallego y andaluz a finales del siglo XIX y principios del XX.

Los nacionalismos periféricos y su choque con el nacionalismo español.
Los movimientos nacionalistas catalán, vasco y gallego fueron el referente para los nacientes regionalismos de las regiones, animadas de un sentimiento foralista que les daba legitimidad histórica.
Estos nacionalismos tenían rasgos distintos: el catalán (con varias propuestas diferentes) pretendía la unidad nacional catalana, la autonomía administrativa y la proyección de la in­fluencia catalana en el Estado español; el vasco (teorizado por Sabino Arana) tenía ideas étnicas (raza vasca) y religiosas (catolicismo), ausentes del catalán; el gallego (de Manuel Murguía) era liberal, progresista, historicista y autonomista. Entre los más débiles, destaca el andaluz (Blas Infante), españolista, regeneracionista, social y agrarista.
La consolidación de los nacionalismos periféricos fue coetánea precisamente a la consolidación de la nación española en los años 1900-1936, cuando el Estado nacional español se convirtió por primera vez en el ámbito de la vida política, social y cultural, superando al municipio, la provincia y la región. Pese a su negación en Cataluña y el País Vasco, la realidad nacional española era por fin un hecho consolidado y la afirmación de la unidad nacional frente a los nacionalismos catalán y vasco explica en parte el conflicto de la guerra civil.
La II República intentó resolver la integración de las nacionalidades periféricas en el conjunto del Estado español, mediante los estatutos de autonomía (el catalán en 1932), pero la guerra civil interrumpió el proceso, porque el nacionalismo español, unitario y centralista, no aceptaba un pacto al respecto.
La dictadura franquista (1936-1975), basada en el ejército nacional, impuso el nacionalismo español, la unidad política y administrativa. Pero este modelo fracasó porque hubo una reacción de las nacionalidades sometidas, en particular la vasca (la más radicalizada ante el peligro, por ser una minoría social y lingüística, lo que explica el extremo de ETA).

La Constitución de 1978.
Fusi [Fusi, Juan Pablo. La organización territorial del Estado español (1933-1978). “Boletín Informativo”, Fundación Juan March, 208 (III-1991) 32-37.] explica la organización territorial del Estado español en el periodo 1933-1978, a partir de la evolución de un Estado unitario y centralista a un Estado autonómico, con el reconocimiento en la Constitución de 1978 del derecho de las “nacionalidad y regiones” a constituirse en comunidades autónomas (hay 17) y acceder así a su autogobierno. La Constitución de 1978 es, sin duda, una propuesta constitucional más avanzada que la de 1931:
- Autonomía para nacionalidades y regiones.
- Reconocimiento de los “derechos históricos de los territorios forales” del País Vasco y Navarra.
- Amplia descentralización de competencias administrativas, a un nivel federalista de hecho.       
- Cooficialidad de las lenguas.

Para el constitucionalista Tomás y Valiente la Constitución de 1978, producto de la decisión de la Nación española en el uso de su soberanía, pretende integrar tres realidades:
- España: la nación española.
- Nacionalidades: territorios que entienden su pasado y su cultura como elementos de su identidad nacional propia.
- Regiones: entidades supraprovinciales dotadas en su pasado de una personalidad singular.

            El desarrollo del Estado de las autonomías.
Las Comunidades Autónomas (CCAA) que accedieron a la autonomía a través del art. 151 de la Constitución son cuatro: Cataluña y País Vasco (11-I-1980), Galicia (27-II-1980) y Andalucía (11-I-1982).
Las demás CCAA accedieron a la autonomía a través del art. 143 de la Constitución: Asturias y Cantabria (31-I-1982), La Rioja y Murcia (9-VII-1982), Comunidad Valenciana (10-VII-1982), Canarias (16-VIII-1982), Aragón (5-IX-1982), Extremadura (26-II-1983), Baleares y Madrid (1-III-1983), Castilla y León (2-III-1983).
Una CCAA con estatuto especial es Navarra (16-VIII-1982).
Estatutos de autonomía recientes: Ceuta y Melilla. Hubo problemas por su escaso tamaño y la presión de Marruecos. Funcionan como municipios con autonomía regional.

Los problemas actuales.
El Gobierno del PP entre 1996 y 2004 planteó varias medidas de política autonómica: la transferencia de las competencias de puertos, costas y suelo; la descentralización de las políticas de empleo, formación ocupacional y otras; la reforma de la administración periférica (supresión de los gobernadores civiles); y, sobre todo, un modelo común de financiación autonómica, con la excepción de las regiones concertadas: Navarra y País Vasco, que proporcionó a las CCAA un 30% del IRPF y la gestión de otros impuestos.
El Gobierno del PSOE entre 2004 y 2011 se propuso una renovación de los Estatutos de Autonomía, a fin de lograr un nuevo marco institucional, mientras se completaban las transferencias de competencias desde el Estado a las CCAA. Las reformas de los Estatutos fueron, sin embargo, poco aceptadas por la opinión pública, incluso en las regiones afectadas, y desencadenó incluso rechazo en el caso de Cataluña, que consiguió nuevas competencias muy por debajo de las previstas, como consecuencia de una sentencia del Tribunal Constitucional ante un recurso del PP.
La crisis económica iniciada en 2008 forzó los límites financieros de las CCAA, con insuficientes recursos y crecientes gastos sociales, llevando al debate público la necesidad de un cambio de la estructura estatal.
El Gobierno del PP iniciado a finales de 2011 y que acabó en 2018 se planteó cambios importantes, urgido por la crisis, no descartándose la reasunción de competencias autonómicas y un nuevo acuerdo de financiación, pero finalmente no lo consiguió. Mientras, gran parte del catalanismo antes moderado se radicalizó hacia posiciones separatistas, originando un gravísimo problema territorial en España, el llamado 'procés' , que en 2017 llegó a una retórica declaración de independencia y a la suspensión del Govern de la Generalitat al aplicar el Gobierno conservador de Rajoy el artículo 155 de la Constitución. Algunos de los políticos del 'procés' se exiliaron y otros fueron detenidos y condenados. En 2022 el Gobierno progresista de Sánchez indultó a los condenados y tomó otras medidas para desjudicializar el problema y reconducirlo a las negociaciones políticas.

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La posición de PIB per cápita de las CCAA en 2016.

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La posición de PIB per cápita de las CCAA en 2018.

El editorial Desigualdad autonómica [“El País” (7-V-2019)] resume las causas de las diferencias regionales y las políticas para corregirlas, con mejor financiación e inversiones públicas:
‹‹La crisis económica ha provocado en España un empeoramiento de las diferencias entre regiones ricas y pobres, tal como aparece registrado en la última Contabilidad Regional del Instituto Nacional de Estadística (INE). Es el mismo efecto que ha producido la crisis entre las personas y entre los países: por regla general, los pobres son más pobres y los ricos suelen obtener ventajas añadidas en las etapas de convulsión económica. Pero, además de confirmar una tendencia general, la estadística reafirma algunas evidencias que suelen olvidarse cuando se proclama con discutible alivio que la economía ha entrado en una fase de recuperación, como si eso fuera cierto en todos los casos.
La brecha económica entre comunidades españolas no se cierra; es más, tiende a ensancharse en algunos casos, porque el grado de industrialización es desigual. El tejido industrial genera empleos más estables y, en general, más protección en caso de paro, mientras que el crecimiento basado en el sector terciario, que es el caso de gran parte de la reactivación económica generada a través del turismo, produce una economía más débil, con una generación de renta más baja y empleos precarios. No es casualidad que las dos comunidades con una mayor renta, Madrid y Euskadi, cuenten con una estructura industrial potente y enraizada durante muchas décadas.
El INE confirma también la decepción del eje mediterráneo: la Comunidad Valenciana no ha conseguido cumplir con las expectativas de configurar, con Cataluña, un corredor de crecimiento económico similar al europeo o al que existe entre la vertiente norte desde Euskadi a Cataluña. Las razones van desde el fiasco de la gestión de las administraciones anteriores de la Generalitat valenciana hasta el hundimiento estrepitoso de su sistema financiero regional, formado principalmente por cajas.
Está claro, además, que la preexistencia de una economía industrial fuerte se traduce en una renta per cápita más elevada, y que las comunidades mejor situadas en este aspecto son las que disponen de una capacidad mayor de negociación política. Las que tienen menos renta tienden a ser relegadas en los repartos de inversión o se afronta su debilidad económica con aportaciones financieras coyunturales.
Para cerrar la brecha entre comunidades es necesario elevar la productividad de los factores con empresas que generen más valor añadido, extender el tejido industrial en las regiones con menor renta, de forma que su crecimiento regional se aproxime al nacional, y aumentar la inversión pública en infraestructuras. Tampoco es casualidad que la densidad de las redes de transporte sea más baja en las comunidades con menos crecimiento que en aquellas situadas por encima de la media. Nada de esto es rápido o fácil de coordinar. La próxima reforma de la financiación autonómica es una buena oportunidad para incluir entre las necesidades financieras de las comunidades pobres un programa complementario de infraestructuras. Una de las prioridades a medio plazo del Gobierno debería ser la de que no se amplíe más la brecha regional; los desequilibrios actuales ya son suficientemente perjudiciales para la economía española.››

APÉNDICE: EL CASO DE LAS BALEARES.
Baleares ha sido históricamente una división administrativa propia, desde el tiempo de los romanos, vándalos y bizantinos, aunque dependiente de la Tarraconensis o la Baetica por lo general.
En tiempos islámicos fue una dependencia del califato de Córdoba en el siglo X y en los siglos XI y XII fue un reino (emirato en realidad) de Taifas la mayor parte del tiempo, lo que explica que fuera considerada como reino cuando fue conquistada por Jaime I en 1229.
Reino independiente con Jaime II, perdió su independencia dinástica en 1343 y mantuvo su estatuto jurídico independiente a lo largo de las vicisitudes de la Corona de Aragón, hasta 1715, cuando los Borbones acabaron con la independencia nominal.
Desde entonces ha sido la mayor parte del tiempo una provincia del Estado español. A lo largo del siglo XIX y sobre todo del siglo XX se desarrolló un tímido movimiento nacionalista y sobre todo regionalista, basado en la diferenciación geográfica, histórica y lingüística, mientras otro movimiento pretendía su inclusión en unos Países Catalanes unidos. Fracasó un intento autonomista en la II República, nunca formalizado legalmente.
Se alcanzó la autonomía el 1-III-1983, a través del procedimiento del art. 143, con unas competencias limitadas, que se han ido extendiendo paulatinamente con las transferencias de la Administración Central, que unen las funciones con los recursos para su eficaz gestión. Asimismo se ha transferido numerosas competencias a los Consejos Insulares de Mallorca, Menorca e Ibiza-Formentera, deseosas de la máxima autonomía, hasta el punto de que se diluiyen las competencias de la CA.
El Partido Popular (PP) gobernó desde 1983 a 1999, siendo presidente del Consejo de Gobierno en el periodo 1983-1995 Gabriel Cañellas, que en 1995 dimitió tras un grave escándalo financiero y fue sustituido por Cristobal Soler y luego, en 1996, por Jaume Matas  hasta 1999 y otra vez  en 2003-2007. El socialista Francesc Antich fue presidente en 1999-2003 y nuevamente en 2007-2011. Otra vez gobernó el PP, esta vez dirigido por José Ramón Bauzà, entre 2011 y 2015, hasta que el PSOE volvió al poder regional, con Francisca Armengol como presidenta.

BIBLIOGRAFÍA.
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Blog.
OP UD 67. Análisis de la Constitución Española de 1978.*

Libros.
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Bielza de Ory, Vicente. La problemática de las regiones funcionales. Congreso de la Asociación de Geógrafos Españoles: La región y la geografía española. Valladolid. 1980. (pp. 53-63).
Bielza de Ory, Vicente (coord.). Territorio y sociedad en España. 2 vols. I. Geografía Física. II. Geografía Humana. Taurus. Madrid. 1989.
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Lacoste, Yves. La geografía: un arma para la guerra. Anagrama. Barcelona. 1977 (1976). 156 pp. El establecimiento de un poderoso concepto-obstáculo: la “región” (42-51).
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Viver Pi-Sunyer, C. Constitución. Conocimiento del Ordenamiento Constitucional. Vicens-Vives. Barcelona. 1980. 159 pp.     

Noticias. Orden cronológico.
Baquero, Camilo S. Un nuevo mapa de la pobreza. “El País” (17-V-2014) 35. Un estudio de la distribución regional de la pobreza en España, atendiendo a criterios de nivel de vida y consumo. Es mayor en las regiones mediterráneas y los archipiélagos, debido a que en estas regiones el segmento de población desempleado sufre más que la media nacional.
Mars, Amanda. La capital de la desigualdad. “El País” (30-XI-2014) 28. Alcobendas en Madrid es la una de las ciudades con mayor desigualdad entre pobres y ricos, seguida de Pozuelo, Sant Cugat y Elda.
Esquitino, Rubén. El eje de la pobreza vive de la economía sumergida. “El País” (30-XI-2014) 29. Cinco ciudades entre Murcia y Alicante figuran entre las 10 más pobres de España: Elche, Elda, Torrevieja, Orihuela y Lorca. El trabajo en negro en los sectores textil y del calzado mantiene a gran parte de la población. 
Sánchez Hidalgo, Emilio. Cartagena, Chinchilla, Xàtiva… Así han cambiado las provincias de España. “El País” (3-II-2019). [https://verne.elpais.com/verne/2019/01/08]
Maqueda, Antonio. La desigualdad territorial crece y cuatro regiones no se recuperan de la crisis. “El País” (30-IV-2019). Las cuatro regiones atrasadas en la recuperación son Asturias, La Rioja, Cantabria y Comunidad Valenciana.
Doncel, Luis. España no logra cerrar la brecha entre comunidades ricas y pobres. “El País” (6-V-2019).
Editorial. Desigualdad autonómica. “El País” (7-V-2019).
Aunión, José Antonio. Ciudades a salvo de la sangría demográfica. “El País” (2-II-2016) 26. Algunos municipios metropolitanos aumentan su población al absorber parte de la población que abandona las grandes urbes.
Aunión, J. A. Compartir 0,8 kilómetros cuadrados con 43.000 vecinos. “El País” (28-II-2016) 26. Los municipios del área metropolitana de Barcelona tienen la mayor densidad del país. El barrio más denso es La Florida (L’Hospitalet).
León, Pablo; Aunión, J. A. Las ciudades españolas se asfixian. “El País” (6-XI-2016). La contaminación urbana crece.
Ruiz, David. España, el país de Europa ‘con mayor densidad’ de población. “La Vanguardia” (26-I-2018). En Europa hay 33 áreas de un kilómetro cuadrado con más de 40.000 habitantes... y 20 de ellas se sitúan en España, aunque la densidad de todo el país sea moderada, con 93 habitantes por kilómetro cuadrado.
Planelles, Manuel. Suspenso en el reciclaje de basura. “El País” (28-II-2018). España solo reutiliza el 29% de los desechos urbanos. Informa sobre las diferencias regionales en el reciclaje.
Delgado, C. Ciudad rica, ciudad longeva. “El País” (15-VI-2018). Los municipios de España con más renta por habitante y menos paro son los más longevos.

Análisis y opìnión. Orden alfabético.
Albet i Mas, Abel. La nueva geografía regional o la construcción social de la región. “Anales de Geografía”, Universidad Complutense, Madrid (1993): pp. 13-27.

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López Aranguren, Eduardo. Subdesarrollo regional, colonialismo interior y dependencia. “Sistema”, 16 (I-1977) 65-76.

Nogué Font, Joan. Espacio, lugar, región: hacia una nueva perspectiva geográfica regional. “Boletín de la Asociación de Géografos Españoles”, 7 (1989) 63-77.

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Solozábal Echavarría, J. J. El Estado autonómico como Estado nacional (adaptibilidad y rendimiento integrador de la forma política española). “Sistema”, 116 (IX-1993) 67-84.

PROGRAMACIÓN.
LA ACTUAL ORDENACIÓN DEL TERRITORIO ESPAÑOL. RAÍCES HISTÓRICAS.
UBICACIÓN Y SECUENCIACIÓN.
ESO, 2º ciclo. Adaptación también a 2 de Bachillerato: Geografía de España e Historia de España.
Eje 3. Mundo actual.
Bloque 8. Participación y conflicto político en el mundo actual.
Núcleo 2. La organización territorial de España. La Nación española, municipios, provincias y comunidades autónomas. Órganos y competencias.
RELACIÓN CON TEMAS TRANSVERSALES.
Relación con los temas de la Educación Ambiental, Educación para la Paz y de Educación Moral y Cívica.
TEMPORALIZACIÓN.
Cuatro sesiones de una hora.
1ª Documental. Diálogo, que sirva como evaluación previa. Exposición del profesor.
2ª Exposición del profesor. Cuestiones.
3ª Exposición del profesor, de refuerzo y repaso; esquemas, mapas, gráficos y comentarios de textos.
4ª Comentarios de textos; debate y síntesis.
OBJETIVOS.
Conocer la ordenación constitucional del Estado de las autonomías.
Conocer el Estatuto de Autonomía de Baleares y compararlo con otras instituciones similares.
Conocer la estructura y funcionamiento del municipio.
Analizar las causas de la diferenciación histórica de las regiones en España.
Desarrollar mapas de geografía regional histórica.
Desarrollar mapas conceptuales.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
La ordenación constitucional del Estado de las autonomías.
El Estatuto de Autonomía de Baleares.
El municipio.
La diferenciación histórica de las regiones.
B) PROCEDIMENTALES.
Tratamiento de la información: realización de esquemas del tema, análisis de mapas.
Explicación multicausal: Desarrollo de mapas conceptuales.
Indagación e investigación: recogida y análisis de datos en enciclopedias, manuales, monografías, artículos...
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y curiosidad científica.
Tolerancia y solidaridad.
METODOLOGÍA.
Metodología expositiva y participativa activa.
MOTIVACIÓN.
Documental seguido de diálogo, que sirva como evaluación previa del nivel de los alumnos y sus ideas sobre la diferenciación histórica regional en España.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN GRUPO.
Exposición significativa por el profesor del tema.
B) EN EQUIPOS DE TRABAJO.
Un dossier de prensa sobre problemática regional en España: las quejas del nacionalismo vasco y catalán, el nacionalismo español.
Realización de esquemas sobre los apartados del tema.
Comentarios de textos sobre la organización regional de España: la Constitución de 1978, el Estatuto de Autonomía de Baleares.
Debate de grupo sobre el nacionalismo en la actualidad.
Desarrollo de mapas de geografía regional histórica.
Desarrollo de mapas conceptuales.
C) INDIVIDUALES.
Realización de apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las actividades grupales.
Búsqueda individual de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones en cuaderno de trabajo, con diálogo previo en grupo.
RECURSOS.
Presentación digital (o transparencias, diapositivas, mapas).
Libros de texto, manuales.
Fotocopias de textos para comentarios.
Cuadernos de apuntes, esquemas...
Documental.
EVALUACIÓN.
Evaluación continua. Se hará especial hincapié en que se comprenda la relación entre las regiones históricas y se conozca su proceso histórico de diferenciación.
Examen incluido en el de otras UD, con breves cuestiones y un comentario de texto.
RECUPERACIÓN.
Entrevista con los alumnos con inadecuado progreso.
Realización de actividades de refuerzo: esquemas, comentario de textos...
Examen de recuperación (junto a las otras UD).


APÉNDICE: EL PROCESO DE REGIONALIZACIÓN DE ESPAÑA.
Introducción.
Las propuestas teóricas de división regional.

EL PROCESO DE REGIONALIZACIÓN DE ESPAÑA.
Introducción.
La región como una forma histórica de división del Estado se ha estudiado como región histórica, región política o región económica, pero desde el punto de vista jurídico no ha existido nunca una demarcación regional, hasta las recientes CAAA (aunque funcionó en casos extraordinarios, como el Estatuto Catalán de 1932). A través de la Historia encontramos demarcaciones, los reinos medievales, que han formado un sustrato común específico, por su desarrollo histórico, político y económico, que nos permite hablar de región de forma histórica pero no jurídica, ya que el Estado no ha reconocido su entidad administrativa.
En España ha habido diferentes divisiones, que cristalizaron en la división regional de Javier de Burgos (1833). Una visión del conjunto español nos permite ver regiones claramente diferenciadas, como Cataluña, País Vasco y Valencia, que corresponden a los antiguos reinos medievales. Los otros casos no tienen un pasado histórico claro, como sucede, por ejemplo, con Extremadura, que ha formado parte de Castilla o de Andalucía.
La época de formación de las regiones históricas corresponde a la Edad Antigua y la Edad Media. Durante la época de los Reyes Católicos se cristaliza la unidad nacional.
En la Edad Antigua, en época romana había al principio tres provincias: Tarraconense, Bética y Lusitania, que se transformaron en cinco con Diocleciano, Tarraconense, Bética y Lusitania, Cartaginense y Galacia, más la Balearica.
A pesar de que la unidad del Imperio romano era grande y se trataba de una soberanía extranjera, impuesta a la totalidad de la Península, no se creó en esta ningún tipo de elemento aglutinador, ni de lengua ni de fronteras. Una división que se mantuvo con los visigodos, ya que conservaron leyes y lenguas extranjeras.
Durante la dominación musulmana, se dieron diversas etapas políticas, que junto a las luchas con los reinos cristianos, determinaron diversas situaciones:
- En el emirato (715-929) el territorio estaba dividido en provincias con vida propia, heredadas en parte de los godos.
- Al constituirse el Califato Independiente de Córdoba (929-1031), las provincias se llamaron coras, divididas en distritos (alfoz). Las provincias de los lugares menos pacificados mantenían su división fronteriza y se llamaban tugures.
- A partir de Almanzor la estructura musulmana se centraliza, aunque en los siglos XI y XII habrá nuevas descentralizaciones, con los reinos de Taifas, que consiguieron una autonomía mayor, pero perdieron pronto cohesión y fuerza, hasta que los almorávides y almohades volvieron a unificar el territorio (son figuras jurídicas islámicas el alcalde, alguacil, al-caid).
Los reinos cristianos tienen un origen político, económico y social muy variado. Después del ataque musulmán comienza un periodo de formación y consolidación de estos reinos a partir de los núcleos situados al norte de la Península que tenían un carácter independiente.
En la Edad Media se ponen las bases de las particularidades regionales, que ofrecerán en el futuro resistencia a los intentos centralistas. A partir de estos núcleos se inicia la Reconquista al final de la cual se llegará a la unidad con los Reyes Católicos.
Entre los reinos cristianos no había vínculos sociales ni económicos y cada uno conserva su autonomía y su nombre hasta el siglo XVI, cuando comenzó a usarse el término España. El origen de estos reinos cristianos era la necesidad de una organización en la guerra frente a los musulmanes y tienen diferentes orígenes.
El reino astur-cántabro, según la tradición, tiene su origen en una rebelión dirigida por el godo Pelayo, que insiste en la restauración de la monarquía goda. Cataluña, en cambio, era una antigua Marca de los francos.
Gallego-astur: eran uniones de pequeños grupos, que en el siglo IX forma el reino de León. Posteriormente aparecen Aragón, Navarra y Portugal, que también forman reinos.
Cada reino tiene una organización muy compleja. En el siglo X tenemos reinos completamente de montaña (Asturias, Galicia, Navarra y Cataluña) y reinos más continentales que se lanzan a la repoblación interior del país y a la unificación peninsular (León y Castilla).
Cada reino tiene su propia organización interna. En Castilla, los vicarios. En Aragón, los alcaldes. En Cataluña, los condes y vizcondes.

Las propuestas teóricas de división regional.
La propuesta (1847) de Escosura (Oviedo, 1807-Madrid, 1878): fue ministro de Gobernación y escritor. Sus rasgos son: une Asturias con León, Segovia con Madrid, Murcia y Albacete con Valencia, Santander con Burgos, País Vasco con Navarra, separa Andalucía (Jaén a la oriental, con Granada, que tenía el poder militar, judicial, universitario, eclesiástico y el título de reino). Su división, buscando el equilibrio territorial, estuvo vigente fugazmente por un Decreto-Ley. Homogeneiza el peso territorial, demográfico, económico, político-liberal (provincias moderadas con liberales y conservadoras).
El proyecto federalista de división regional de la I República (1873). La plantea Pi i Margall, con un espíritu federalista divide con criterios históricos. Castilla la Vieja es enorme. Jaén pasa a Andalucía occidental. Muy próxima a la actual división.
El proyecto de división regional de Segismundo Moret (1884). Moret (Cádiz, 1838-Madrid, 1913), un político liberal, es muy racionalista, abstrayendo provincias de su región histórica. Logroño con Aragón; Jaén con Andalucía oriental; establece una región con Valencia, Castellón, Teruel y Cuenca; Alicante con Murcia y Albacete; Asturias con León; Ciudad Real con Extremadura; Madrid con Toledo y Guadalajara; Navarra con el País Vasco; Santander con Burgos, Soria y Palencia; etc. Nunca se aplicó.
La visión de Perpinyà Grau. Dibuja regiones heterogéneas, con dos criterios: demográficos (concentración, densidad, nivel de urbanización), económicos (cuota de mercado, renta por habitante, nivel de desarrollo, tráfico por carretera). Hay seis centros: Madrid, Vigo, Bilbao, Barcelona, Valencia y Cádiz, que en su zona circundante forman una dasicora, mientras que las áreas cercanas que las rodean, con escaso dinamismo económico y débil densidad de población, forman areocoras. Las seis regiones son seis coras, cada una formada por una dasicora y una areocora. Baleares es areocora de Barcelona, y Canarias lo es de Cádiz-Málaga. Parece usar la teoría de juegos: las reglas son dos provincias de distancia a su límite y dos provincias de dasicora por cada región como máximo.
Casas Torres: es un geógrafo que propone una división sintética (1969), con el papel organizador del territorio de las grandes ciudades. Divide en 11 macrorregiones, como unidades regionales fundamentales, por su carácter heterogéneo, y las subdivide en 22 regiones, incluyendo tres de carácter urbano. Estas regiones son zonas geográficamente individualizadas dentro de las macrorregiones, aunque cuatro están formadas sólo por una región. Estas cuatro son Baleares, Canarias, Aragón y Galicia. En Galicia agrupa las regiones en dos conjuntos: Galicia septentrional (La Coruña y Lugo) y meridional (Pontevedra y Orense). Tres regiones urbanas: Madrid, Barcelona, litoral Vizcaya-Guipúzcoa, y las tres regiones urbanas se caracterizan por su individualidad socioeconómica y por ser los núcleos en torno a los que mejor se articula el territorio. Con la distinción entre regiones y macrorregiones pretende combinar elementos del medio físico con elementos de geografía humana y las tradicionales regiones históricas, aunque hay excepciones: Santander (que pasa a Asturias); une País Vasco, Navarra y Logroño; vincula Murcia con Valencia; corta la meseta del Duero en occidental (León, Zamora y Salamanca, que se unen a Asturias y Santander) y oriental (Valladolid, Palencia y Burgos); todo el centro está bajo la influencia de Madrid (Extremadura, Castilla la Nueva, Albacete, Ávila, Segovia, Soria). Sorprende la región de Valladolid, tan pequeña y aislada.
Casas Torres, más tarde, en 1980, considera que los geógrafos tienen que respetar las divisiones históricas realizadas en las CCAA, configuradas y estructuradas por una red urbana. Por lo tanto, son regiones históricas y urbanas.
Atlas Comercial de España (1962). Hay divisiones mucho más pequeñas que las provincias.
Consejo Económico Sindical (1966). Lo divide por actividades (porcentajes de sectores económicos).
Plaza Prieto es uno de los pioneros en los trabajos de regionalización. Hace regiones sólo económicas y homogéneas, pensadas para la planificación. Utiliza tres índices medios de homogeneización: porcentaje de población activa, densidad de población, renta per cápita. Estos tres indicadores son complementados con criterios de contigüidad provincial e integración física (factores geográficos). Su división se ajusta a los límites provinciales. Individualiza Madrid y configura unas regiones con fuertes diferencias de superficie y población.
González Paz, no sigue en las líneas de las divisiones históricas o provinciales, aunque son bastante próximas.
Hortalà Arao, respeta la división provincial, excepto en cuatro casos: Guadalajara, Murcia, Jaén y Córdoba. Baleares se integra en región mediterránea, desde Gerona a Murcia.
Sampedro (Barcelona, 1917), economista y escritor, catedrático de Estructura Económica en la Universidad de Madrid. Forma regiones económicas heterogéneas (como Perpinyà Grau), polarizadas, con elementos geográficos y económicos, con grandes unidades regionales. No se ajusta a razones históricas. Divide Andalucia en dos regiones. Astur-leonesa, Norte-Ebro, Murcia con Levante.
"Anuario del Mercado Español". Separa Baleares: Mallorca y Menorca en Nordeste, Pitiüses en Levante. La región nortecantábrica. No se siguen los criterios de fronteras provinciales. No especifica los centros regionales.
División regional de España (Casas Torres, Higueras, Miralbés). Parece posterior a la propuesta de 1969. Respeta mucho la anterior propuesta de Casas Torres. Conserva las 11 macrorregiones y las 22 regiones. Sólo cambia la región cantábrica, que se separa de la del Duero que toma la de Burgos.
La división militar (Ejército de Tierra) de 1978, no respeta las regiones históricas. Sólo hay seis grandes regiones, más Baleares y Canarias.


APÉNDICE. LECTURAS DE BIELZA, NOGUÉ Y ALBET.

BIELZA.
Bielza de Ory, Vicente. La problemática de las regiones funcionales. Congreso de la Asociación de Geógrafos Españoles: La región y la geografía española. Valladolid. 1980.
Bielza estudia las regiones funcionales en tres aspectos: concepto, denominación y validez.

1.-UNIDAD FRENTE A UNIFORMIDAD.
La regionalización depende del concepto de región. En un sentido muy amplio, de “porción del espacio”, las posibilidades de regionalizar son infinitas y la regionalización puede ser arbitraria, empleando cualquier criterio. Pero hay que establecer criterios que reduzcan tal arbitrariedad.
Si añadimos la noción de la uniformidad (que en tal porción se repitan una o unas características uniformes), se pueden seguir varios criterios: clima, geomorfología, economía. Estas son las regiones uniformes, homogéneas o formales.
El concepto de región uniforme es criticado por su determinismo físico o económico, por no poder explicar las leyes de funcionamiento de la región, por la dificultad de establecer los límites con otras regiones (donde los caracteres uniformes se diluyen). Ullman señala que las regiones uniformes son mapas subjetivos, «la homogeneidad absoluta es impracticable», sobre todo en las regiones urbanas, pues los «grandes centros urbanos provocan siempre heterogeneidades».
Si añadimos la noción de unidad, en vez de la de uniformidad. La unidad se entiende como individualización de la superficie en una serie de conjuntos donde exista unidad, una cohesión entre sus partes, un principio de organización y funcionamiento. Es la región funcional, definida por su funcionalidad. La interrelación entre sus partes puede ser un río, un ferrocarril, un mercado, una ciudad, etc. En los países subdesarrollados será sobre todo un río, un ferrocarril o un mercado, mientras que en los países desarrollados será una ciudad, conformando la región urbana. La unidad de la región depende de la solidaridad y la comunidad de intereses del grupo humano que la habita. Ullmann dirá que las regiones nodales (se refiere a las funcionales urbanas) son la únicas verdaderas regiones de la Tierra. Ciertamente, la región funcional urbana es el único criterio admisible en los países desarrollados, donde las ciudades organizan el territorio de un modo integral y jerárquico. Pero en los países subdesarrollados el criterio ha de ser otro funcional, como la red fluvial, la red ferroviaria o el mercado, o, como un mal menor, un criterio de uniformidad.
La consideración funcional-urbana de la región es un fenómeno contemporáneo, propio de una sociedad urbana, en la que los núcleos urbanos “hacen región”: Labasse demostró que la ciudad de Lyon formó su región y no al revés. Vidal de la Blache aceptó esta realidad y propuso en 1910 una regionalización de Francia en torno a grandes ciudades.
La región funcional-urbana se define por su centro o centros de organización y por los flujos socioeconómicos que se establecen en esos centros. El análisis de la densidad e intensidad de los flujos permite delimitar la región. La región, a su vez, a una escala menor, forma parte de un conjunto macrorregional, y también, a una escala mayor, puede estar subdividida en comarcas. Ambos niveles, el suprarregional y el infrarregional, tienen vida propia en la medida en que haya núcleos urbanos de mayor o menor rango que organicen su vida. Así, los diferentes niveles de organización (comarca, región, macrorregión), aparecen jerarquizados en función de la influencia y la jerarquía urbanas.

2.- PROBLEMAS DE DENOMINACIÓN.
Bielza, en este capítulo, trata sobre dos problemas: si lo funcional está excluido de la región uniforme y si la calificación funcional es equivalente a nodal, polar, etc.
El problema de si lo funcional está excluido de la región uniforme fue tratado por Whittlesey (1954) y Symansky y Newman (1973). Es evidente que lo funcional no puede ser excluido de la región uniforme, como se demuestra en los ejemplos de las regiones del “Corn Belt” o el “Garment District”, así como la disfuncionalidad también es posible en las regiones uniformes (e incluso en las funcionales). La tesis de Bielza es que la región funcional se organiza mediante la ciudad, pero también se da en cualquier región uniforme en la que haya dependencia mutua de las partes, aunque el rasgo del cultivo del algodón u otro similar no puede actuar como elemento aglutinador funcional (no es un órgano como la ciudad).
El problema de si la calificación funcional es equivalente a nodal, polar, etc., se resuelve por lo general para la nodal en sentido afirmativo: Johnson, Broek, Webb. Bielza pone los ejemplos de Monkhouse, para quien una región nodal es «una región organizada respecto a un único nudo o foco por medio de modelos de circulación» y Brown y Holmes, que distinguen entre regiones funcionales y nodales, pues las funcionales pueden ser nodales o no. La región nodal, en suma, es un tipo de la región funcional, concretamente la región funcional-urbana. Abler, Adams y Gould mantienen el concepto de región funcional-nodal.
Respecto a la equivalencia entre funcional y polar, hay que precisar que para algunos la región polar es la región-plan o de programación de los economistas, pero no es una equivalencia universal. Richardson diferencia entre región uniforme (homogénea), nodal (polarizada) y de planificación (programada) y Kayser también asocia nodal y polar: «La región es un espacio polarizado». Asimismo se acepta que la unidad óptima de planificación en la región nodal.

3.- VALIDEZ DE LA REGIÓN FUNCIONAL-NODAL EN RELACIÓN CON EL DESARROLLO.
Se define la región funcional-nodal como el área de influencia urbana.
-A) La ampliación del área de influencia en los países desarrollados hasta la II Guerra Mundial.
Es un hecho que a mayor nivel de desarrollo de las sociedades se dan mayores áreas de influencia de las ciudades. Actualmente, en los países más desarrollados casi todo el espacio está bajo la influencia de alguna ciudad.
Chabot distingue tres estadios en la evolución de las áreas de influencia:
1) Preindustrial: el campo era autárquico. Las ciudades influían muy poco en el campo.
2) Industrial: desde la segunda mitad del siglo XIX, con la revolución industrial y de los transportes, las ciudades acrecieron su influencia sobre el campo, al suministrarle productos y servicios y recibir muchos inmigrantes campesinos. Pero todavía muchas zonas rurales permanecían ajenas a las ciudades.
3) Postindustrial: el desarrollo del automóvil (y camiones y autobuses) extendieron el transporte a los más lejanos puntos del campo, bien comunicado por carreteras.

-B) Las nuevas relaciones campo-ciudad: crisis de la noción de área de influencia.
A partir de 1960 las relaciones campo-ciudad han sufrido problemas y cambios. Kayser (1972) describe el nuevo sistema de relaciones:
1) La evolución tecnológica del transporte y las comunicaciones han ampliado los límites geográficos.
2) El crecimiento urbano es autosostenido y la ciudad tiende a ser autónoma del campo.
3) El crecimiento urbano se produce más por su demografía interna que por la inmigración rural.
4) La zona urbana y sobre todo la rururbana se extiende más que el campo, con una amplia zona intermedia.
5) El propio campo se adapta a la sociedad urbana en lo económico, entrando en amplios circuitos comerciales.
6) La difusión del modelo social y cultural urbano, sufriendo tanto la ciudad como el campo el impacto de los medios de comunicación.
7) La relación del campo es ahora con varios centros urbanos (ámbitos locales, regionales, nacionales, internacionales).

-C) Características deficientes del área de influencia en los países subdesarrollados.
El brasileño Milton Santos insiste en que las relaciones campo-ciudad en los países subdesarrollados son muy deficientes: medios de transporte y comunicación mediocres, débil poder adquisitivo de las masas rurales.
Rochefort y Lacroix (1965) señalan cuatro aspectos funcionales de la ciudad en el espacio subdesarrollado:
1) La ciudad es un centro consumidor de víveres y de etapa de circulación de las materias primas entre las áreas de producción y las metrópolis industriales. La función urbana de etapa le impide estructurar autónomamente la región. Pero la función industrial sí puede ser integradora.
2) Hay un éxodo rural masivo a la ciudad.
3) La ciudad es recaudadora de mano de obra y renta de la tierra.
4) La ciudad es centro de servicios, pero el acceso a estos es restringido por las dificultades de comunicación y el coste de las prestaciones. El alcance del área de influencia varía para cada ciudad de acuerdo al nivel socio-económico del usuario.
Para Bielza, en resumen, las relaciones campo-ciudad son diferentes para los países desarrollados y subdesarrollados. En los desarrollados las relaciones se intensificaron desde el siglo XIX, con un apogeo posterior a 1945, para entrar desde 1960 en una crisis. Por su parte, en los países subdesarrollados, la relación es débil.

NOGUÉ.
Nogué Font, Joan. Espacio, lugar, región: hacia una nueva perspectiva geográfica regional. “Boletín de la Asociación de Géografos Españoles”, nº 7 (1989) p. 63-77.
Uno de los más significativos rasgos de la geografía actual es la recuperación de la geografía regional, que aparece bajo una nueva perspectiva teórica y metodológica. Las aproximaciones humanista y marxista son muy activas en la exploración de las nuevas dimensiones que conceptos como “contexto espacial”, “lugar” y especialmente región están introduciendo en esta nueva geografía regional. Estos conceptos deberían tener un nuevo papel en la explicación de los fenómenos sociales, políticos, económicos y culturales. Nogué ofrece unA síntesis explicativa de las más importantes innovaciones, usando ejemplos de la geografía política, económica y cultural.

Introducción.
En los años 50 la preocupación por la región (un lugar concreto) decayó, para buscar leyes generalizables a cualquier lugar. Pero en la actualidad (años 80) ha renacido el interés y ha surgido una nueva geografía regional.
Gilbert (1988) escribe: «Los geógrafos están redescubriendo el estudio de lo específico». Se abandona el pensamiento nomotético para volver a la geografía regional. Beth (1988) distingue entre geografía regional tradicional y geografía regional reconstituida. Lo mismo piensan Thrift, Massey, Claval, Ferrier, Nonn, Johnston, Brunet, Gregory y Taylor. Gómez Mendoza acota: «interesa más el estudio interpretativo de lo particular que lo general».
Para Nogué hay una radical renovación del concepto de región, pero no es posible hablar de una “nueva geografía regional”, sino sólo de la aparición de «nuevas perspectivas geográficas regionales, que afectan a distintas ramas de la geografía y que, con matizaciones y variaciones, son compartidas por enfoques metodológicos muy diversos, por no decir opuestos».
Nogué plantea los dos enfoques metodológicos más importantes del momento: marxismo y humanismo.

I.-DEL ESPACIO AL LUGAR... Y DEL LUGAR A LA REGIÓN.
Los geógrafos, en los años 70, desde los enfoques del marxismo y del humanismo, critican duramente el enfoque teorético-cuantitativo.

I.1.- Por una equilibrada interacción entre lo espacial y lo social.
Los marxistas consideran el espacio como un producto social. Lefebvre y Castells (1974) insisten en un espacio entendido como reflejo de la estructura social. Pero este determinismo absoluto ha sido criticado recientemente por otros marxistas, aunque comparten la convicción de «revalorizar el papel del contexto espacial en la interpretación y explicación de los procesos y fenómenos sociales, políticos y económicos». Se reconsidera el papel de los agentes en la estructura. Giddens (1984) subraya que las relaciones sociales se estructuran en un tiempo y un lugar concretos. Desde la sociología, Gregory (1984) apunta que la estructura espacial no es sólo la “arena” donde se realizan los procesos sociales sino que también influye en estos. Massey (1984) revaloriza el papel del contexto espacial en los fenómenos sociales. No existen procesos puramente espaciales, pero tampoco procesos sociales no espaciales. Thrift (1983) enfatiza el proceso de formación regional en tanto que proceso geográfico, histórico y dinámico; una región concebida como un proceso histórico de formación, reproducción y transformación de estructuras espaciales.

-I. 2. El legado del enfoque humanístico.
Para los geógrafos humanistas el espacio es un conjunto de lugares “vividos”, llenos de significado para el ser humano. Pretenden estudiar nuevos aspectos para la comprensión global de las relaciones entre el ser humano y su entorno. La geografía humanista ha influido decisivamente en otras metodologías, sobre todo con los conceptos de espacio y lugar, como demuestran los trabajos de Tuan, Buttimer, Relph, etc. El lugar es una porción concreta del espacio, con una gran carga simbólica y afectiva. El espacio tiene un carácter más abstracto e indiferenciado, que se convierte en lugar a medida que le vamos dotando de significados y valores. De este modo la región se perfila como espacio vivido.

-II. LAS NUEVAS PERSPECTIVAS REGIONALES Y SU IMPACTO EN LA GEOGRAFÍA HUMANA.
La multidisciplinariedad y los dos enfoques del marxismo y del humanismo se aplican a la geografía en tres campos: política, económica y cultural.

-II.1. La geografía política.
La geografía política se preocupa crecientemente por la región, relacionando lo particular con lo general (Taylor), entendiendo la política como una acción colectiva en un lugar concreto (Kirby). Ese lugar concreto, la región, es un espacio de interacción social, un espacio que es agente activo en el proceso de producción y reproducción de relaciones sociales. Agnew explica que los fenómenos sociales son mediatizados por las condiciones locales. Marston estudia cómo el contexto espacial influye en la constitución de una identidad y solidaridad de grupo. Raffestin estudia la geografía política como una geografía del poder, y cómo la distribución espacial del poder y el uso del poder establecen diferencias regionales.

-II. 2. La geografía económica.
En la geografía económica y cultural el concepto de región ha sido muy debatido, generalmente desde el enfoque marxista. Gilbert define la región como «la articulación concreta de las relaciones de producción en un lugar y momento dados». Massey, Smith, Urry y Cooke perciben la región como la organización espacial de los procesos sociales asociados al modo de producción. Se han desarrollados numerosos estudios locales, de reestructuración industrial, etc.

-II. 3. La geografía cultural.
Hay un renovado interés por la geografía cultural. Gilbert, desde esta perspectiva, define la región como “un conjunto específico de relaciones culturales entre un grupo y un lugar particulares». Se insiste en la “significación colectiva” de la región, en la “identidad regional” definida por la cultura, la historia, la arquitectura, etc. Se reivindica la región como elemento de preservación de una diversidad cultura y étnica hoy amenazada. Ortega Cantero afirma que la geografía regional debe «contribuir a afirmar la existencia de los grupos regionales, étnicos o económicos en un mundo en que la uniformidad material y cultural es cada vez mayor. Creemos que la geografía regional puede ser la base científica de un pluralismo cultural y étnico». Unos geógrafos relacionan identidad y desarrollo regional, con planificación territorial. Otros geógrafos (Fremont) estudian cómo la región es vista como un “espacio vivido” por sus habitantes.

A MODO DE CONCLUSIÓN.
Nogué resume que hay una profunda revalorización del concepto de región. Hay un vacío que la geografía regional puede cubrir, como dice Gregory: «Necesitamos saber algo sobre la constitución de las formaciones sociales regionales, de las articulaciones regionales y de las transformacionmes regionales». Será una nueva geografía regional, que explique de otra forma los procesos políticos, económicos, sociales y culturales que impactan en la vida cotidiana.

ALBET.
Albet i Mas, Abel. La nueva geografía regional o la construcción social de la región. “Anales de Geografía”, Universidad Complutense, Madrid (1993).

-I. LA RECONSTRUCCIÓN DE LA GEOGRAFÍA REGIONAL.
Tras un largo periodo de auge de la geografía regional en la primera mitad del siglo XX, coincidiendo con el apogeo de la escuela regional francesa, aquella sucumbió ante el surgimiento de las “nuevas geografías”, en especial la teorética (cuantitativa), la radical (marxista) y la humanista. La reconstrucción de la Geografía Regional fue posible gracias a su pervivencia en la geografía francesa y a la floración de estudios locales en EE UU.

-I.1. El “retorno” a la tradición.
En los años 80 ha resurgido la geografía regional, centrada en los problemas del espacio y el tiempo, la escala de análisis, los rasgos físicos del espacio. En suma, resurge la descripción de los espacios, en detrimento de la teorización. Es una vuelta a los orígenes.

-I.2. Por una nueva geografía regional.
Pero hay otra corriente, que se resiste al simple retorno a la tradición y que propugna una “nueva geografía regional”. Se denuncian las limitaciones de la progresiva abstracción del tiempo y el espacio en las ciencias sociales. La multidisciplinariedad (sociología, economía, historia, antropología) permite explorar nuevas perspectivas de los fenómenos espaciales y revaluar el papel de la propia geografía como ciencia del espacio que permite abordar las relaciones entre las especificidades de un lugar y las estructuras económicas y sociales (Massey y Allen: Geography matters, cuestiones de Geografía). Así se reconoció que lo que antes se consideraba estructuras generales, eran en realidad fenómenos geográficamente específicos y dependientes de un contexto. En suma, una de las misiones de la geografía regionales es determinar hasta qué punto los procesos y las estructuras sociales dependen de un contexto geohistórico. Esto exige reconsiderar la metodología de las ciencias sociales.

-II. LA REGIÓN Y LAS RELACIONES SOCIALES.
-II.1. La región y la articulación de las relaciones sociales.
El marxista heterodoxo Gregory fue de los primeros en criticar el rígido determinismo que afirma que las teorías espaciales expresan las teorías sociales y las estructuras sociales evidencian las estructuras sociales, con un espacio que sólo obedece a factores sociales. Otros geógrafos también criticaron los excesos positivistas (la obsesión por las leyes) y reafirmaron el interés geográfico de la diferenciación espacial. El marxismo se interesa por la región desde la perspectiva de la economía política, para estudiar la regionalización de: la división social del trabajo, la reproducción de la fuerza de trabajo, los procesos políticos e ideológicos de dominación, etc. Actualmente se estudia la región como un espacio con estructuras sociales subyacentes y se analizan los factores (políticos, económicos, sociales, culturales) que contribuyen a la diferenciación regional.

-II.2. La región y la interacción de las relaciones sociales.
La diferenciación regional mediante las relaciones de poder y dominación es el tema de muchos geógrafos, que entienden al región como un “escenario de interacción social”, ya que las relaciones sociales se estructuran en el tiempo y en el espacio. El sociólogo Giddens es uno de los inspiradores, con su teoría social de la estructuración. El francés Raffestin elabora una “geografía del poder”, analizando la territorialidad (relaciones que establecen la diferenciación regional).

-III. LA ESPECIFICIDAD DE LA REGIÓN.
Si la geografía regional tradicional se interesaba por las relaciones existentes entre las personas y su entorno natural. La nueva geografía regional se orienta hacia el análisis de los complejos lazos que conectan a las personas con la naturaleza, pero a través de la sociedad. Aplica la metodología de la teoría social. La región es entendida como estructura y proceso.

-III.1. Estructura y proceso.
La teoría social aporta la metodología para el estudio de la región como estructura y proceso de relaciones sociales. Son las “relaciones de necesidad” las que constituyen la región. Los conceptos tradicionales (adaptación, evolución) son sustituidos por los de la teoría social: las relaciones dialécticas. Así, las regiones no son fruto de acontecimientos casuales sino que se configuran por una secuencia histórica de relaciones sociales. La región se articula como condición y como resultado de las relaciones sociales en su seno. La región es un proceso (dialéctico) en sí mismo. Las relaciones de poder están en constante cambio y ello esplica que la región pueda ser dominada por otra región, si los grupos de poder de aquélla son dominados por los de la segunda.
Se diferencian los enfoques marxista y humanista respecto al papel del individuo en el proceso de regionalización. Para los marxistas el papel individual es mínimo, subsumido en los grupos sociales; para los humanistas, los individuos son los principales actores. Entre ambas posiciones caben posturas intermedias, como la de Gilbert: las estructuras sociales son límites y los individuos son actores.

-III.2. La identidad regional.
El concepto de identidad regional está estrechamente ligado al de identificación o identidad cultural. Gilbert estudia la región como elemento territorial en el que se constituyen las relaciones culturales específicas que configuran una identidad común de los grupos sociales y los individuos. El enfoque del estructuralismo incide en que la cultura es el sistema relacional en el que se funden las interpretaciones individuales del entorno material. El enfoque de la teoría de la información establece que un proceso de comunicación coordina las concepciones individuales y determina las construcciones regionales.
Albet concluye este capítulo afirmando que la globalización económica y cultural reafirma las identidades y exacerba los localismos.

-III.3. La diversidad regional.
El interés de los geógrafos por la diversidad regional entró en crisis en los años 50, por ser considerado un problema descriptivo (de menor rango intelectual que la construcción de paradigmas nomotéticos), y porque se pensaba que en un mundo crecientemente interrelacionado se acabaría las diferencias regionales. Incluso el marxismo más extremo pretendía que llegaría el día de un mundo sin diversidad ni especificidades.
Por el contrario, en la actualidad, y desde la visión de la teoría social, las diferencias regionales se constituyen como un elemento esencial del análisis, ya que se asume el carácter dialéctico, nunca acabado, de las relaciones sociales que configuran el espacio y lo diversifican. Sayer afirma que, a pesar de la estandarización, el estudio de la diversidad es una óptima forma de comprender el funcionamiento de la sociedad.

-IV. HACIA UN NUEVO MÉTODO REGIONAL.
-IV.1. El papel de la historia.
El método histórico permite estudiar el proceso de diversificación de las regiones. Hasta hace poco se estudiaban las estructuras del presente como heredadas de las anteriores, pero ahora se hace hincapié en que el proceso es constante y no hay un carácter “hereditario”. La historia que debe ser analizada es la de la dinámica de las relaciones sociales y no la de los objetos materiales. Massey entiende las regiones como el producto de la combinación de múltiples estratos (layers) de condiciones geográficas: las nuevas condiciones no se añaden simplemente a las anteriores sino que interactúan con ella. En suma, geografía e historia, a menudo con enfoques marxistas y de historia social, establecen unas interpretaciones histórico-geográficas de la realidad.

-IV.2. La síntesis regional.
La síntesis de los elementos y factores de la región es uno de los temas fundamentales de la geografía regional. La escuela regional francesa, tradicional, pretendía una selección de los elementos más significativos, pero, de facto, devino en un método exhautivo y generalizador, muy descriptivo. La “nueva geografía regional” reivindica la importancia de una selección de temas y categorías de estudio, y de escalas, ya que la escala afecta al estudio de la especificidad: la síntesis regional debe permitir interpretar la región en tanto que producto de la interconexión de procesos a diferentes escalas.

-V. A MODO DE REFLEXIÓN: EL PORQUÉ DEL RENOVADO INTERÉS POR LA REGIÓN.
La época actual, posmoderna, agitada, en constante cambio y perenne crisis, conlleva una absoluta reorganización del territorio a todas las escalas: nueva localización, desarrollo desigual, polarización funcional en el espacio, desintegración de límites.
La geografía se interroga sobre la cambiante espacialidad de la deconstrucción y reconstrucción de los procesos sociales, económicos y políticos; explora la relación entre las estructuras y procesos con los contextos geohistóricos específicos; identifica la unidad e interdependencia de los lugares y regiones. La “nueva geografía regional” profundiza en el carácter social de la ciencia geográfica, para poder interpretar de modo significativo y sintético las nuevas concepciones territoriales.
La región (entendida como escenario y territorio) es el centro de toda interacción social por su papel en la producción y reproducción de las relaciones sociales. Cada región es el producto único e interdependiente de la combinación de estructuras, procesos, instituciones, agentes, de diferentes tiempos, de distintas escalas. La región es el complejo resultado de un proceso que implica a la producción (y a la división espacial del trabajo), el Estado, la sociedad civil.

Le resta a la geografía regional superar el dilema entre teoría y análisis empírico, entre debate intelectual y aplicación a la vida cotidiana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Primeramente, darle la enhorabuena y las gracias por este gran trabajo. Muy interesante.

Gracias de nuevo, Antonio.
PD: ¿Tiene correo?.