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martes, 27 de diciembre de 2022
Dosier. La responsabilidad por crímenes de guerra en los Balcanes.
HMA 2. Europa. Dosier: La responsabilidad por crímenes de guerra en los Balcanes.
Índice.
Antecedentes de la guerra.
El conflicto.
Las condenas.
Antecedentes de la guerra.
Los conflictos yugoslavos desde 1991 desembocaron en una guerra civil primero e internacional después, entre los Estados federales de la antigua Yugoslavia, que desapareció, dividida en República de Yugoslavia (reducida a Serbia y Montenegro, conservando el dominio sobre Kosovo, de mayoría albanesa, y Voivodina, de fuerte minoría húngara), Croacia, Eslovenia y Macedonia, y Bosnia, dividida en dos entidades: la república de Bosnia (musulmano-croata) y la república serbobosnia, enfrentadas en tres nacionalidades definidas por las religiones musulmana (bosnios), cristiana ortodoxa y cristiana católica (croata).
Los antecedentes yugoslavos invitaban al optimismo, con un Estado plurinacional que había conseguido respetar la descentralización espacial del poder en un Estado comunista, pero bastante liberal, con una economía autogestionaria, de un buen nivel de vida comparado con el de los otros países comunistas.
- La división religiosa, lingüística, étnica del país era muy compleja, con fuertes minorías en casi todos los territorios, de manera que las nacionalidades estaban muy repartidas entre las diferentes repúblicas, con muchos matrimonios mixtos. Se estaba consiguiendo una adecuada integración nacional, un “melting pool” semejante al de EE UU, cuando en 1991 la desintegración del país llevó a la ruptura traumática de este proceso. La presencia de minorías en diferentes territorios se convirtió de repente en un acicate para los conflictos, al lanzar algunos políticos comunistas-nacionalistas (sobre todo el serbio Milosevic) una virulenta campaña xenófoba para afianzarse en el poder mediante la movilización de las masas. Los serbios pretendieron crear una Gran Serbia sobre los territorios vecinos de Croacia (eran mayoría en las regiones de Eslavonia y Krajina) y Bosnia (dominaban algunas comarcas).
- En los años 70 y 80 Yugoslavia había sufrido una dura crisis económica, con el fracaso del modelo autogestionario y fuertes desequilibrios económicos y sociales, entre un Norte rico (Eslovenia, Croacia) y un Sur pobre (Montenegro, Kosovo, Macedonia), mientras que el Centro tenía una situación media.
-.Las zonas rurales estaban muy deprimidas, concentrándose la riqueza y los servicios en las ciudades. No en vano en la guerra los peores extremistas han procedido del campo, mientras que los más moderados y tolerantes eran los ciudadanos.
- Las Fuerzas Armadas, dominadas por los oficiales serbios, tenían empero cierta descentralización, que permitió la defensa territorial de las nuevas repúblicas y que se mantuviera el conflicto bélico.
- El relativo liberalismo del régimen yugoslavo, en 1990-91 se convirtió en un relativo conservadurismo por comparación, después de la caída de los demás regímenes comunistas.
- La muerte en 1980 del carismático presidente de Yugoslavia, el croata Tito, héroe de la resistencia contra los nazis, permitió el ascenso de nuevos políticos, demagógicos, comunistas nacionalistas y autoritarios, como Milosevic, que pretendían hacerse con el control del poder, sin un proyecto de unión de los pueblos de la antigua Yugoslavia. Sin un proyecto unitario de corte confederal, el conflicto era inevitable.
El conflicto.
El independentismo de las repúblicas derivó en:
Eslovenia y Croacia se independizaron rápidamente, en junio de 1991. Eslovenia se libró del conflicto porque tenía escasas minorías en su seno y Serbia la dejó en paz.
Croacia, en cambio, vivió desde principios de 1991 un dura guerra en los territorios de Eslavonia y Krajina, con un bestial “limpieza étnica” de los serbios sobre los croatas que vivían en estos territorios, que fueron asesinados o expulsados. Pero los croatas, dirigidos por el general ultranacionalista Tudjman, también alentaron el conflicto al negar cualquier posibilidad de autonomía a los serbios. La mutua desconfianza derivó en la espantosa guerra, con cientos de miles de refugiados, decenas de miles de muertos (muchos en un genocidio organizado a sangre fría), violaciones y saqueos sistemáticos, etc. Desde la II Guerra Mundial no se recordaba en Europa tanta brutalidad. Los serbios se hicieron con Eslavonia Occidental y Oriental, y la Krajina, y las retuvieron hasta mayo y agosto de 1995, cuando el rearmado ejército croata las recuperó, contando con la pasividad de Serbia, que no podía enfrentarse a las presiones de la comunidad internacional. Hoy sólo queda en manos serbias la Eslavonia Oriental, que linda con Serbia. [Taibo se refiere a 1996, posteriormente Croacia invadió y ocupó este territorio]
- El conflicto dentro de la república de Bosnia-Herzegovina comenzó poco después del referéndum de autodeterminación de febrero de 1992. El equilibrio entre las tres comunidades, bajo el presidente Izetbegovic (desde 1990), se rompió por las presiones serbias, que lanzaron una sangrienta campaña de “limpieza étnica”, al peor estilo nazi: ejecuciones masivas, violaciones, expulsiones, deportaciones, saqueos, incendios, bombardeos artilleros y disparos indiscriminados. Los máximos responsables serbobosnios, el presidente Karadzic y el general Mladic, con el apoyo de Milosevic, organizaron desde el poder una política de genocidio. Casi 200.000 muertos y 1.500.000 refugiados han sido parte del espantoso precio, mientras Occidente guardaba una prudencia cómplice por temor a intervenir en el “avispero de los Balcanes”, que ya había provocado la I Guerra Mundial. Las opiniones públicas (conmovidas por las aterradoras imágenes) de Europa Occidental, EE UU y los países árabes estaban a favor de las víctimas bosnias, pero la URSS y algunos países de religión ortodoxa apoyaban a Serbia y los serbiobosnios, amenazando con intervenir en su favor. Las muy poco eficaces fuerzas de pacificación de la ONU mantuvieron la ficción moral de que se intervenía en defensa de la paz, pero eran sólo testigos inútiles de la guerra. Incluso los croatas intentaron imponerse a sus circunstanciales aliados bosnios musulmanes, y entre estos estallaron duras luchas civiles: durante un tiempo todos luchaban contra todos. Finalmente se consiguió imponer duras medidas de aislamiento internacional a Serbia, sobre todo económicas, y el debilitamiento de la URSS redujo su capacidad de influir en los Balcanes. En 1995, por fin, EE UU decidió intervenir, ante la inacción de los europeos, y los bombardeos aliados acabaron pronto con la resistencia serbiobosnia. Una ofensiva bosnio-croata en noviembre de 1995 permitió la recuperación de un amplio territorio y alcanzar un alto el fuego, bastante bien seguido (hasta por lo menos abril de 1996, cuando esto se escribe).
Hoy, Serbia quiere la paz y ha abandonado a sus exaliados en Bosnia: la prioridad era levantar el embargo internacional. El futuro de Bosnia, en todo caso, parece incierto a largo plazo: hay demasiado odio entre las tres comunidades y los límites se han trazado con sangre.
En Kosovo la situación sigue siendo muy delicada, con una población albanesa en un 90% que sufre la opresión serbia. Sólo el miedo albanés a que ocurra lo mismo que en Bosnia y el miedo serbio a que la comunidad internacional intervenga ha evitado el comienzo de las hostilidades.
En Macedonia la situación mejoró notablemente, con el reconocimiento griego y serbio en 1996, más la ayuda de EE UU, que estacionó durante un tiempo unas tropas para garantizar la paz.
El editorial Justicia con Mladic [“El País” (23-XI-2017)] resume la crucial condena a cadena perpetua para el general serbobosnio por sus crímenes en Srebenica:
‹‹La condena a cadena perpetua del criminal de guerra Ratko Mladic emitida ayer por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) supone un acto de justicia sobre la mayor atrocidad que ha vivido Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Mladic, de 74 años, y general del Ejército serbobosnio durante la guerra acaecida hace un cuarto de siglo, fue declarado culpable de exterminio, asesinato, persecución, terror, secuestro, deportación, desplazamiento forzoso, actos inhumanos y ataques ilegales contra civiles entre otros cargos. En total, el Tribunal lo condenó por 10 de las 11 acusaciones que pesaban contra él. Sin duda, sus peores acciones son la matanza de Srebrenica —con la muerte de unos 6.000 hombres entre los 12 y los 60 años— y el cerco de Sarajevo, el más largo que ha sufrido una ciudad europea durante el siglo XX.
Es cierto que hubo un tiempo en que el condenado y algunos de sus compañeros de carnicerías —como el líder serbobosnio Radovan Karadzic o el presidente serbio Slobodan Milosevic— pudieron parecer inmunes a la acción de la justicia internacional, pero lo cierto es que todos ellos fueron detenidos, juzgados con garantías y condenados, a excepción de Milosevic, quien falleció en prisión antes de conocer el veredicto.
Enorgullece que la justicia haya sido inexorable y aunque nada pueda compensar las vidas de cientos de miles de muertos ni el desastre originado en una región especialmente sensible de Europa, el mensaje que queda tras la condena de Mladic es inequívoco: por mucho que se tarde —en este caso 24 años— las atrocidades de este calibre terminan con sus artífices e impulsores condenados y en la cárcel.
El TPIY tiene previsto ahora cesar en su función y dejar los casos pendientes, de menos relevancia que los juzgados, al Mecanismo para los Tribunales Penales Internacionales de la ONU, pero en cualquier caso es totalmente legítimo hablar de éxito. El TPIY es una iniciativa sobre la que abundaba el escepticismo cuando fue creado en 1993, un momento en el que la guerra en los Balcanes cobraba velocidad de crucero y la idea de juzgar a sus responsables parecía apenas una buena intención. La realidad ha demostrado lo contrario y ha reivindicado el papel y la utilidad de este tipo de instituciones, cuyo precedente más famoso son los tribunales de Núremberg encargados de juzgar a los criminales nazis.
La colaboración internacional en la persecución de crímenes contra los derechos humanos es fundamental para evitar que se repitan otra vez barbaries como las acaecidas en la ex-Yugoslavia o en Ruanda. En este aspecto resulta fundamental que la iniciativa más amplia que se ha adoptado hasta ahora como es la Corte Penal Internacional sea finalmente ratificada y reconocida a escala mundial. El que las tres principales potencias —Estados Unidos, Rusia y China— se nieguen a hacerlo sigue dando esperanzas a los Madlic de todo el mundo de que, por mucha magnitud que tengan los crímenes que cometan, no les pasará nada. El exgeneral serbobosnio que morirá en prisión les podría explicar cuán equivocados están.››
Fuentes: La responsabilidad por crímenes de guerra en los Balcanes.
La carga (2018). Dirección: Ognjen Glavonic. Un conductor traslada cadáveres de albaneses víctimas del genocidio serbio desde Kosovo a Belgrado.
Quo vadis, Aida? (2021), de Jasmila Zbanic. Reseña de Ocaña, J. Formidable radiografía de Srebenica. “El País” (7-V-2021).
Libros.
Tervonen, Taina. Las sepultureras. Trad. de Iballa López
Hernández. Errata Naturae. 2023. 240 pp. Novela de la periodista franco-finlandesa
(1974) sobre las fosas comunes de Bosnia-Herzegovina, las víctimas y su
entorno. Reseña de Altares, Guillermo. Las
heridas abiertas de Bosnia. “El País” (12-IV-2023).
Reportajes.
Sánchez, Gervasio. Memoria de Srebenica. “El País” Semanal 2.284 (5-VII-2020).
Noticias. Orden cronológico.
Ferrer, Isabel. La Haya abre el juicio por genocidio y crímenes de guerra contra Mladic. “El País” (17-V-2012) 6.
Ferrer, I. El Tribunal de la ONU falla que Croacia y Serbia no cometieron genocidio. “El País” (4-II-2015) 4. En la guerra de los Balcanes entre 1991 y 1999 estos países no pretendían exterminar a la población, aunque sí hubo episodios no sistemáticos de violencia étnica. Hubo 20.000 muertos en la guerra.
Ferrer, I. Condena de 40 años para Karadzic por el genocidio en Srebenica. “El País” (26-III-2016).
Ferrer, I. La Haya absuelve a un aliado clave de Milosevic por falta de pruebas. “El País” (1-IV-2016). Vajislav Seselj, líder del Partido Radical y exvicepresidente de Serbia, ha sido absuelto de los nueve cargos de delitos de guerra y contra la humanidad.
Ferrer, I. La justicia internacional es imprevisible. “El País” Ideas (3-IV-2016). Solo quedan pendientes dos juicios, al general serbobosnio Ratko Mladic y el líder serbocroata Goran Hadzic, y ha habido polémicas sentencias y absoluciones a otros encausados.
Ferrer, I. La fiscalía acusa a Mladic de ser esencial en el genocidio de Srebenica. “El País” (6-XII-2016).
Ferrer, I. El acusado por genocidio que leía la prensa en la vista final. “El País” (16-XII-2016). El juicio del general serbio Mladic.
Quesada, J. D. Cómo sobrevivir a un fusilamiento. “El País” (16-XII-2016). El testimonio de una víctima de Srebenica, el bosnio Nedazd Avdic.
Quesada, J. D. (texto); Drobnjakovic, Marko (fotos). Regreso a Srebenica. “El País” Semanal 2.100 (24-XII-2016). Reportaje sobre la ciudad hoy.
Ferrer, Isabel. La Haya dicta cadena perpetua para Mladic por el genocidio de Srebenica. “El País” (23-XI-2017).
Quesada, J. D. ‘Mladic me arrancó mi vida ¿y todo para qué?’ “El País” (23-XI-2017). La justicia en el salón de la familia Halilovic.
Ferrer, I. Un criminal de guerra se suicida ingiriendo veneno ante el tribunal de La Haya. “El País” (30-XI-2017). El general bosniocroata Slobodan Praljak había sido condenado a 20 años de cárcel por crímenes de guerra.
Ferrer, I. Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia. El fin de una era. “El País” Semanal 2.149 (3-XII-2017). Reportaje sobre la institución y el juicio.
Ferrer, I. La Haya eleva a cadena perpetua la condena de Karadzic por limpieza étnica. “El País” (21-III-2019).
Pita, Antonio. Cuando el héroe nacional es un criminal de guerra. “El País” (25-IV-2019). Hay 3.000 casos sin juzgar.
Ferrer, I. La Haya acusa al presidente de Kosovo de crímenes de guerra. “El País” (25-VI-2020). Hashim Thaçi y otros nueve miembros del ELK los habrían cometido en 1998-1999.
Ferrer, I. El fiscal de La Haya denuncia el discurso del odio en los Balcanes. “El País” (26-VI-2020).
Pita, Antonio. La resistencia a llamar genocidio a Srebenica. “El País” (11-VII-2020).
Ferrer, I. El presidente kosovar declara en La Haya por crímenes de guerra. “El País” (14-VII-2020).
Pita, A. Las tumbas vacías de los Balcanes. “El País” (26-XI-2020). Todavía se buscan a miles de desaparecidos.
Ferrer, I. La Haya confirma la cadena perpetua para Mladic por genocidio en Srebrenica. “El País” (9-VI-2021).
Ferrer, I. Doce años de cárcel para los jefes del servicio de espionaje serbio con Milosevic. “El País” (1-VII-2021). Culpa a Stanisic y Simatovic de crímenes de guerra.
De Vega, Luis. La negación del genocidio ahonda la división
en Bosnia. “El País” (14-VIII-2021).
Ferrer, I. El expresidente
de Kosovo se declara no culpable de crímenes contra la humanidad. “El País” (4-IV-2023). Hasim
Thaçi comparece en La Haya por el asesinato de un centenar de personas.
Ferrer, I. La condena a dos
jefes del espionaje serbio cierra los grandes juicios de los Balcanes. “El País” (2-VI-2023).
Condenas de 15 años de prisión a Jovica Stanisic y Franko Simatovic.
Tumbas de víctimas en Srebenica.
Análisis y opinión. Orden alfabético.
Altares, Guillermo. Un fallo que mira al presente. “El País” (26-III-2016).
Altares, G. Lecciones de un genocidio. “El País” (23-XI-2017).
Altares, G. Los límites del genocidio. “El País” (26-III-2019). La dificultad de probar el crimen más grave, como muestra la sentencia a Karadzic.
Bardet, Céline. Veinticinco años de Srebenica. “El País” (24-VII-2020). La jurista internacional es experta en crímenes de guerra.
Brody, Reed. La justicia es posible. “El País” (23-XI-2017).
Editorial. Justicia con Mladic. “El País” (23-XI-2017). Condena a cadena perpetua para el general serbobosnio por sus crímenes en Srebenica.
Editorial. Justicia en Bosnia. “El País” (23-III-2019).
Editorial. Genocidio en Europa. “El País” (11-VII-2020).
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