OP UD 44. EL PROCESO DE INDEPENDENCIA EN AMÉRICA LATINA.
INTRODUCCIÓN.
1. AMÉRICA ESPAÑOLA
A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX. LOS FACTORES DE LA INDEPENDENCIA.
1.1. LA SOCIEDAD.
Una sociedad
dividida y enfrentada.
1.2. LA ADMINISTRACIÓN.
El malestar
criollo.
1.3. LA ECONOMÍA.
Una economía dual.
El problema
comercial.
1.4. LA IDEOLOGÍA.
Los ideales de la
Ilustración.
Los objetivos de
los americanos.
1.5. ACTITUD DE LAS
POTENCIAS ANTE LA
EMANCIPACIÓN.
EE UU.
Gran Bretaña.
Francia.
Las potencias
absolutistas.
1.6. LOS CAUDILLOS
MILITARES.
Los jefes
independentistas.
Bolívar.
San Martín.
2. LOS ANTECEDENTES.
Las primeras
rebeliones.
La propuesta de
Aranda.
3. EL PROCESO DE
INDEPENDENCIA (1808-1824).
3.1. LOS INICIOS
(1808).
La crisis
española de 1808.
La asunción del gobierno por los criollos.
3.2. EL CONFLICTO.
PRIMERA FASE (1808-1815).
Las juntas
independentistas.
La represión.
SEGUNDA FASE (1816-1824).
Las grandes
campañas militares.
La aceptación
española de la independencia.
Los últimos
conflictos a lo largo del siglo XIX.
4. CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA.
La división
política.
Una independencia
criolla.
Las potencias
extranjeras.
El impacto en
España.
5. LA INDEPENDENCIA DEL
BRASIL.
La independencia.
El Imperio.
4. INDEPENDENCIA DE
CUBA Y PÉRDIDA DE PUERTO RICO.
Las últimas
colonias americanas.
Filipinas.
Primera guerra de
independencia (1868-1875).
Segunda guerra de
independencia (1895-1898).
La guerra con los
EE UU (1898).
La entrega del
imperio.
INTRODUCCIÓN.
En esta UD
estudiaremos las dos fases de la independencia de América Latina, la primera
(1808-1824), la más importante, y la última (1898), limitada a Cuba.
Resumen.
Durante el siglo XIX
se produjo la independencia (o emancipación) de América Latina. La parte
española, desde México a Argentina, se independizó en dos fases: la primera
(1808-1824), la más importante, en el reinado de Fernando VII y, la segunda
finalmente en 1898.
Este proceso hizo
que España perdiera su rango de potencia mundial y surgieran en el continente
americano jóvenes naciones, cuyos pueblos se expresaban en castellano y
conservaban la herencia española en sus principales rasgos de carácter. Al
mismo tiempo, Portugal tuvo que conceder la independencia a Brasil.
Palmer y Godechot
han incluido este proceso en las llamadas “Revoluciones Atlánticas”
(1770-1850), que comenzaron con la independencia de EE UU (1783) y la Revolución Francesa
(1789-1799), continuaron con las oleadas revolucionarias de 1820-1824 y
1829-1834 y terminaron con la tercera oleada revolucionaria de 1848 (la más extensa).
Fue un proceso de triunfo del nacionalismo y del liberalismo burgués, mientras
se deshacía el Antiguo Régimen.
1. AMÉRICA ESPAÑOLA
A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX. LOS FACTORES DE LA INDEPENDENCIA.
1.1. LA SOCIEDAD.
La población en la América española, de 15
millones de habitantes h. 1800, se había recuperado de las graves pérdidas
demográficas de la conquista.
Una sociedad
dividida y enfrentada.
Era una población de
gran diversidad étnica y social:
- Unos 300.000 peninsulares
españoles (que dominaban la cima del poder político y gran parte del
económico).
- Unos tres millones
de criollos (blancos, ricos y cultos) que habían nacido en América de
descendientes de los españoles. Eran la clase dominante sustentaba su
superioridad sobre el dominio económico (tierras, industrias, comercio), social
(signos de prestigio, educación, vestidos, lujo) y político (participación en
la administración colonial).
- Una gran masa
social (16 millones) formada por mestizos (cuatro), indios (10), negros y
mulatos, junto a grupos mixtos formados por todos los anteriores. Esta masa
estaba dividida en castas que a menudo se despreciaban unas a otras, siendo los
peor situados los indios puros y los esclavos negros. La mayoría pobre estaba
descontenta por la explotación a la que era sometida por la población blanca. A
menudo se rebelaron no contra la
Corona sino contra los criollos.
Esta división en
castas y su enfrentamiento explica que la guerra se convirtiese en una guerra
civil, en la que en ambos bandos luchaban a la vez peninsulares, criollos,
mestizos, indios y negros. De hecho, en los primeros años los indios y algunas
minorías raciales se pusieron mayormente de parte realista, para no ser
dominados por los criollos. Un caso especial fue México, en el que fueron los
mestizos e indios quienes se rebelaron mientras que los criollos (grandes
propietarios y alto clero) defendieron al principio a la Corona. Pero , en general, en toda América hubo una
creciente participación de los criollos en el bando independentista, lo que explica
su triunfo final.
1.2. LA ADMINISTRACIÓN.
Los territorios
estaban divididos en los virreinatos de Nueva España (México y
Centroamérica), Perú (Perú, Chile, Bolivia), Nueva Granada
(Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá) y Río de la Plata (Argentina, Uruguay,
Paraguay). Por debajo, una compleja estructura de Capitanías Generales,
Audiencias, Intendencias y Ayuntamientos controlaba el territorio.
El malestar
criollo.
En el siglo XVIII la
Corona había reasignado los principales cargos públicos a los peninsulares, por
lo que la minoría criolla protestaba ante la imposibilidad de participar en la
vida política de sus países. Además era dañina la regulación de la actividad
económica en provecho de la metrópoli.
Por contra, temían
que una revolución atacase sus privilegios (fue disuasivo el ejemplo de la
sangrienta rebelión de Haití) y muchos preferían la protección de la Corona española, con la que
además tenían lazos sentimentales y culturales.
Las quejas las
resumía en 1817 el independentista venezolano Manuel Palacio Fajardo: tiranía
de las altas autoridades, injusta administración de justicia, monopolio
económico, aislamiento de las colonias, desdén de la metrópoli a los criollos y
su apartamiento de los cargos de la administración y gobierno.
1.3. LA ECONOMÍA.
Una economía dual.
Hacia 1800 la
economía americana era dual:
- Una economía de
subsistencia: agricultura indígena, haciendas autosuficientes, artesanía y
comercio local. De esta economía de ámbito local vivía la mayor parte de la
población.
- Una economía
comercial: estaban en proceso de rápido crecimiento los sectores de la
agricultura (maíz, trigo, café, cacao, caña de azúcar), la ganadería (vacuno,
ovino), la minería (oro, plata), la industria (textil, astilleros, metalurgia),
el comercio (intramericano y europeo). Eran las actividades más productivas y
competían por su dominio los criollos y los peninsulares.
El problema
comercial.
El mayor problema
era la regulación del comercio, que estaba regulado por España a favor de sus
intereses y estrangulaba el desarrollo económico de las colonias.
La completa libertad
de comercio de los puertos de España con América fue decretada por Carlos III
en 1778, con un fuerte aumento de los intercambios, de los que la industria
textil de Cataluña fue la más beneficiada. Pero España no podía abastecer de
suficientes productos industriales a las colonias por su débil y cara
industria, por lo que el monopolio comercial español era una rémora para el
crecimiento americano y los criollos ansiaban comerciar libremente con los
británicos y otros.
La ruptura del Pacto
Colonial (monopolio comercial de España) y la consiguiente liberalización
comercial para los puertos americanos (abiertos a los barcos de todos los
países, aunque sujetos a los impuestos de aduanas) llegó tarde, en 1797,
precipitada sólo por la guerra contra Gran Bretaña. Mientras que el comercio
directo con España sufría por el bloqueo británico, en cambio creció el
comercio con el resto de Europa y EE UU, de modo que las exportaciones e
importaciones aumentaron prodigiosamente, demostrando a los criollos las
ventajas que tenía la libertad comercial. Las guerras napoleónicas dieron un
nuevo impulso al comercio americano. El temor a un retorno a la situación
anterior cuando los Borbones reasumieran el poder fue un acicate para la
independencia. Que fue un motivo importante lo demuestra que cuando Fernando
VII concedió a Cuba en 1818 la libertad de comercio, los criollos dejaron de
desear la independencia.
1.4. LA IDEOLOGÍA.
Pueden diferenciarse
dos bandos en la lucha independentista: los absolutistas (realistas,
defensores de la dominación española) y los liberales (partidarios de la
independencia).
Los ideales de la Ilustración.
Los dirigentes
americanos tenían en sus mentes el ejemplo de la independencia de las
colonias inglesas de Norteamérica y conocían las ideas de los
revolucionarios franceses. En los textos de los filósofos ilustrados, sobre
todo la Enciclopedia ,
las obras de Rousseau, las leyes de la Revolución francesa, leían que los pueblos debían
gobernarse por sí mismos (ya en 1793-1794 Antonio Nariño publicó en Bogotá la
traducción de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano,
1789).
Fue esencial el
influjo de la Declaración
de Independencia de EE UU, cuyos principios son reflejados, p.e. en la
declaración de independencia de Venezuela (5-VII-1811, Caracas), que afirma *los imprescriptibles derechos
que tienen los pueblos para destruir todo pacto, convenio, o asociación que no
llena los fines para que fueron instituidos los gobiernos+ y el pleno poder de Venezuela “para
darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus
pueblos”.
Los objetivos de
los americanos.
Deseaban los criollos
sobre todo dos derechos:
- Acceder a los
cargos administrativos.
- Comerciar libremente
con todo el mundo.
Los pobres,
por su parte, deseaban una revolución social en busca de:
- El reparto de
tierras.
- La supresión de la
esclavitud.
Era una radical
contradicción, puesto que los criollos no estaban dispuestos a conceder a los
pobres sus objetivos, sino que sólo querían libertades y derechos para ellos
mismos (su autor favorito era el conservador Voltaire).
La pretensión de los
criollos era mantenerse en la cúspide de la pirámide social americana, para lo
que durante tres siglos les había interesado el apoyo de la administración
española, pero en 1808 el desmoronamiento del gobierno español les obligó a
afrontar ellos mismos el mantenimiento del orden social, para lo que
necesitaban el poder político. Esto explica que la lucha por la independencia
la dirigieran fundamentalmente los criollos.
1.5. ACTITUD DE LAS
POTENCIAS ANTE LA
EMANCIPACIÓN.
Las potencias
europeas y EE UU aceptaban el principio general de que las colonias sólo se
podían someter y mantener por la fuerza y que quienes no la tenían debían
perder sus colonias. Su apoyo no fue decisivo en realidad, pero cabe distinguir
entre quienes apoyaron la independencia, EE UU y Gran Bretaña, tanto por
motivos ideológicos (liberalismo) como económicos (libre comercio), y quienes apoyaban
el statu quo, por motivos ideológicos (absolutismo).
EE UU.
Su implicación en el
proceso fue apoyo constante a la independencia, no sólo por ideología, sino
también porque aspiraba a entrar en los mercados del sur, eliminar una potencia
europea del continente y aprovecharse de las oportunidades para su propia
expansión: p.e. la compra de Florida en 1819, tras una amenaza de invasión, y
más tarde la anexión de Texas y del norte del México independiente.
La doctrina Monroe
(1823) proclamó que EE UU consideraba el continente americano su ámbito de
interés privilegiado y que se arrogaba el derecho de intervenir contra
cualquier potencia extranjera que pusiera en discusión su hegemonía.
En 1822 reconoció a
México y Colombia, y después reconoció a los demás Estados.
La intervención en
Cuba comenzó ya en la primera guerra de independencia (1868-1878),
suministrando dinero y armas. Finalmente, la guerra del 1898 supuso la
independencia de Cuba y el dominio norteamericano sobre Puerto Rico, que
continúa en la actualidad.
Gran Bretaña.
Sus intereses
comerciales eran muy fuertes: durante la guerra napoleónica el comercio con las
colonias españolas era más importante que el que mantenía con Europa. Estaba
muy interesada en la independencia para así extender su libre comercio al
mercado americano. Participó activamente con dinero, armas y barcos en el apoyo
a las revueltas, sobre todo en los casos de Colombia, Chile y Argentina.
Francia.
Aunque la opinión
pública liberal estaba a favor de la independencia, los gobiernos conservadores
que tuvo hasta 1830 favorecieron (sólo diplomáticamente) la causa realista.
Las potencias
absolutistas.
Por el contrario,
los países de la Santa
Alianza se pusieron de parte de España, pero su apoyo fue muy
débil, pues no querían enemistarse con Gran Bretaña. Como ejemplos, a lo más
que llegó Rusia fue a vender (VIII-1817) unos barcos podridos, que no pudieron
transportar las tropas, y en el congreso de Aquisgrán (X-1818) se rechazó
auxiliar a España.
1.6. LOS CAUDILLOS
MILITARES.
No se puede entender
el proceso de la Independencia americana sin conocer la importancia de las
personalidades de los principales caudillos, militares y políticos a la vez,
que jugaron un papel decisivo, tanto por genio militar como por la adhesión que
lograron a sus ideales políticos.
Los jefes
independentistas.
Los dos grandes
héroes de la
Independencia fueron los suramericanos Simón Bolívar (en
Nueva Granada) y José de San Martín (en Argentina y Chile). Eran criollos, como
lo fueron la mayoría de los generales independentistas.
Bolívar.
Simón Bolívar,
titulado el “Libertador”, nació en Caracas, en una rica familia criolla con
antepasados vizcaínos y había estado en dos ocasiones en España, donde recibió
formación militar. Le educó un discípulo de Rousseau. Vuelto en 1807,
inicialmente Bolívar no pensaba en la separación de España, sino en una
autonomía garantizada por los ingleses. Pero la guerra napoleónica le empujó a
defender la separación total. Al principio fue ayudante de Miranda y le
sustituyó en la lucha desde 1812. Su ideal fue la formación de una gran nación
en el territorio del virreinato de Nueva Granada: sería la Gran Colombia, con
Venezuela, Colombia y Ecuador, que se podría unir a los demás Estados en una
Federación similar a los EE UU. Pero su proyecto sufrió su división en
numerosos Estados, debido a la dispersión geográfica y la heterogeneidad social
de los países liberados. Pronosticó: “Sobre mi tumba florecerá una multitud de
tiranos”.
San Martín.
José de San Martín
era un militar criollo, nacido en Buenos Aires, educado de niño en España,
donde ascendió a coronel y participó en la guerra napoleónica. Volvió a
Argentina en 1811, para luchar por su independencia y la defendió con acierto
en estos primeros años. Comprendiendo que sólo la expansión de la independencia
a todo el continente podría garantizar la de su país, promovió una expedición,
que liberó Chile (1819) y más tarde ayudó en la de Perú.
2. LOS ANTECEDENTES.
Las primeras
rebeliones.
Los precedentes
jalonan todo el siglo XVIII, aunque hasta la segunda mitad no aparecieron las
primeras rebeliones importantes contra el dominio español:
- En Paraguay,
Antequera en 1721-1725 dirigió a un grupo de comuneros, hacendados la mayoría,
defendiendo ya la soberanía popular de los criollos contra los españoles. En
realidad era un movimiento conservador que deseaba obligar a los indios
guaranís de las misiones a trabajar en las encomiendas. La revuelta fue
difícilmente reprimida y revivió en 1730-1735.
- En Perú hubo una
grave revuelta popular en 1740-1741, para sustituir al rey por el jefe inca
Felipe.
- En Venezuela hay
en 1749 una sublevación, dirigida por Juan Francisco León.
- En Quito una
propuesta separatista de los criollos apareció en 1765.
- En Perú estalló la
rebelión más importante. El inca Tupac Amaru primero se proclamó descendiente
de los soberanos incas y se rebeló contra Carlos III con el apoyo de las masas
de indios del altiplano peruano (el Cuzco). La rebelión (1780-1781) consiguió
algunos éxitos, pero finalmente fue duramente aplastada y él fue ejecutado. Sus
hijos continuaron hasta 1783.
- En Chile, criollos
y peninsulares pidieron una constitución en 1780.
- En Nueva Granada
(Colombia primero, Venezuela poco después) los comuneros se rebelaron contra
las autoridades (1781), pero sus fines eran distintos y prefiguran el futuro:
los criollos querían anular los nuevos impuestos y los indios querían una
revolución social, lo que llevó a que los primeros desistieran y a que los
jefes indios fueran ajusticiados.
- La gran rebelión
de los negros de Minas Gerais sacudió el Brasil portugués en 1789.
- Ya en el siglo XIX,
Miranda fracasó en un primer intento de rebelión en Venezuela (1806). Francisco
de Miranda, “el Precursor” era un general de Caracas, formado militarmente en
España, que consiguió apoyo británico, pero que contó con poco apoyo de los
criollos, que no deseaban sustituir el dominio español por el de otra potencia.
La propuesta de
Aranda.
El conde de Aranda,
un político ilustrado que ocupaba importantes cargos en el reinado de Carlos
III, ante el agravamiento paulatino de la situación, comprendió que a largo
plazo el ejemplo de la
Independencia de EE UU repercutiría en la América español y
diseñó una propuesta de independencia ordenada: en una memoria secreta (1783)
propuso que se formasen cuatro Estados independientes en los cuatro
virreinatos, con monarcas de la familia Borbón unidos a España mediante Pactos
de Familia; España sólo conservaría Cuba, Puerto Rico, Panamá y algunos puntos
estratégicos, además de ventajas comerciales y militares.
Pero esta
inteligente propuesta, muy similar a la posterior de los Dominios británicos,
no fue aceptada por la Corona
(al poco Aranda fue sustituido por Godoy, válido del nuevo rey Carlos IV) y se
perdió una gran oportunidad de transición pacífica hacia una América menos
fragmentada que en la actualidad.
La estructura política de la América hispana.
3. EL PROCESO DE
INDEPENDENCIA.
En este proceso, al
triunfo de los rebeldes confluyeron además de todos los factores anteriores el
debilitamiento de España por la guerra napoleónica y la distancia, que anuló
los intentos de España para sofocar la rebelión.
Mapa del proceso de independencia de la América española.
3.1. LOS INICIOS
(1808).
La crisis
española de 1808.
Desde 1808 España se
encontraba invadida por el ejército de Napoleón. Las autoridades de las
provincias americanas no aceptaron como rey a José I, rechazaron a los
emisarios enviados por el emperador francés y se declararon leales al rey Fernando
VII.
La asunción del
gobierno por los criollos.
La primera ocasión
fue temprana. En 1807 los británicos, dirigidos por Beresford y más tarde
Popham atacaron Buenos Aires, pero fracasaron ante la resistencia de los
criollos, dirigidos por Liniers. No querían sustituir el dominio de España por
el de otra potencia. En 1808 los platenses eligieron virrey a Liniers y
rechazaron otra vez a los británicos en Montevideo, demostrando que podían
defenderse solos y elegir a sus propios gobernantes.
Cuando unos meses
después comenzó la guerra en España y se rechazaron las propuestas de sumisión
de Napoleón, las clases dirigentes americanas se enfrentaron a una gran crisis.
Comprobaron el vacío de poder en España con el rey Fernando VII prisionero de
los franceses y el rey José I apoyado por los afrancesados, mientras que la
Junta Suprema, y luego la Regencia, no se preocupaban de los asuntos de América
o no lograban un control efectivo sobre toda la administración americana. Esta
quedó a partir de 1808 en manos de los peninsulares en México y Perú, donde
continuaron mandando los virreyes, y, en el resto del territorio los criollos.
3.2. EL CONFLICTO.
PRIMERA FASE DEL
CONFLICTO (1810-1815).
Las juntas
independentistas.
La caída de Sevilla
ante los franceses (II-1810) y la sustitución de la Junta Central por la Regencia precipitaron la
crisis. El siguiente paso fue nombrar Juntas propias a partir de abril-mayo de
1810: Caracas, Bogotá, Buenos Aires, Santiago de Chile, con miembros elegidos
por los cabildos. Al principio no hicieron declaraciones de independencia sino
de autonomía, con fidelidad al rey, e incluso llegaron a elegirse diputados a las
Cortes de Cádiz, pero a continuación se negaron a someterse a la Regencia. La
continuación de las hostilidades en España y el mismo proceso político
autonómico llevaron desde 1811 al separatismo declarado en Colombia (1810),
Venezuela (1811), Paraguay (1811), Quito (1812), Buenos Aires (1816)...
La rebelión triunfó
con relativa facilidad sólo en Buenos Aires y su área del virreinato del Río
de la Plata. Pero los rebeldes se dividieron pronto en unitarios y
federales. Los unitarios pretendían mantener la unidad con un gobierno
centralista (eran proclives a una solución monárquica independiente con un
Borbón, pero fracasaron en 1814 en convencer a Fernando VII) y los federales
querían una casi total autonomía de las provincias (eran republicanos). Entre
los federalistas destaca el uruguayo José Artigas, que en 1813 ideologizó el
independentismo sobre una base rural y de reforma social y consiguió ocupar la
realista Montevideo (1814); en 1815 se formó una Liga Federal y Artigas fue
proclamado “Protector de los Pueblos Libres”. Pero los unitarios, con los
burgueses de Buenos Aires y Montevideo, se le opusieron y le vencieron. Poco
después los luso-brasileños tomaron la Banda Oriental
(Uruguay) y los paraguayos rechazaron en 1814 y años siguientes el ataque tanto
de los unitarios como de los españoles del Alto Perú (Bolivia). Por fin, los
federalistas triunfaron y se proclamó la independencia (9 julio 1816). En este
proceso, así, resultaron tres países: Argentina, Uruguay y Paraguay.
La represión.
México era el virreinato más poblado
con seis millones de habitantes, con una capital de 150.000 habitantes, y el
más rico por su oro y plata. El virrey pudo impedir la formación de una Junta,
pero la lucha independentista comenzó con una revuelta social de los campesinos
indios y mestizos, dirigidos sucesivamente por los sacerdotes Hidalgo
(1810-1811) y Morelos (1813-1815) que atacaban a los españoles como
afrancesados e impíos. Hidalgo lanzó el “Grito de Dolores” (IX-1810), abolió la
esclavitud y prometió tierras a los indios. Llegó a tomar Guanajuato, pero el
temor al desorden explica que los criollos se pusieran masivamente de parte de
la Corona y sofocaran la rebelión, que continuó tras la ejecución de Hidalgo en
1811. Morelos, mejor jefe militar, continuó la lucha, con el mismo programa
social y proclama la independencia en 1813. Vencido por Agustín Iturbide, fue
ejecutado en 1815. Sólo continuó un núcleo de resistencia, dirigido por
Guerrero.
Perú, con el virrey Abascal (hasta
su sustitución por Pezuela en 1816), se mantuvo fiel a España y con un fuerte
ejército y el apoyo criollo (ante la amenaza de una revuelta social) fue el
baluarte de la defensa española en América del Sur, desde donde se contraatacó
con éxito en Chile, Ecuador y Colombia. En Chile los rebeldes estaban divididos
en dos tendencias, la moderada de O'Higgins y la radical de Carreras, lo que
favoreció la victoria de Abascal en 1814.
La lucha por la
independencia en el virreinato de Nueva Granada fue difícil porque había
una nutrida presencia de peninsulares, muchos criollos y mestizos eran
favorables a la Corona y por la división interna entre los independentistas de
Caracas, Bogotá y Quito. En Venezuela Miranda lo volvió a intentar en
1810-1812, pero tras ocupar parte de la costa se encontró con la resistencia
del realista Monteverde y de los criollos y mestizos del interior (acaudillados
por Bobes) y finalmente perdió el apoyo criollo debido a la rebelión social de
los esclavos, por lo que fue detenido y entregado a los españoles (murió preso
en Cádiz). En los años siguientes, sobre todo en Venezuela, se sucedieron
victorias y derrotas de los independentistas, dirigidos por Bolívar, hasta que
éste en el verano de 1815 tuvo que exiliarse por segunda vez. Sólo quedó un
núcleo de resistencia en el delta del Orinoco.
Al terminar la
guerra napoleónica y regresar Fernando VII a España se pudo enviar en 1815 como
refuerzo militar a los territorios americanos una expedición de 10.000 hombres
mandada por Morillo con el fin de sofocar los intentos independentistas en
Nueva Granada. Gran Bretaña (aliada de España contra Napoleón) y EE UU luchaban
entre sí en 1812-1815 y no podían ayudar a los rebeldes. El triunfo realista,
con Morillo desde el Caribe y Abascal desde Perú, fue inmediato y a finales de
1815 sólo quedaban Argentina y Paraguay con una precaria y amenazada
independencia (Uruguay estaba sometida a Brasil desde 1816-1817).
SEGUNDA FASE:
GRANDES CAMPAÑAS MILITARES (1816-24).
Pero la presión
independentista era muy fuerte, los problemas internos de España eran muy
graves (falta de una Hacienda fuerte para pagar un ejército y una flota
suficientes) y el renovado (desde 1816) apoyo de Gran Bretaña y EE UU a los
independentistas era intenso, por lo que la rebelión se agudizó nuevamente.
Esta vez fue decisivo el genio militar de los caudillos Bolívar y San Martín.
Las grandes
campañas militares.
En Chile una
expedición atravesó los Andes (I-1817), dirigida por el argentino San Martín, y
derrotó sucesivamente a los realistas en las batallas de Chacabuco (II-1817) y
Maipú (IV- 1818). Hacia 1819 la independencia chilena estaba asentada, aunque
subsistieron guarniciones españolas hasta 1825 en la isla de Chiloé.
En Nueva Granada,
Bolívar, en su tercera rebelión, volvió a desembarcar (V-1816) en la Guayana venezolana, y
aunque se sucedieron las derrotas y las victorias, consiguió liberar Colombia
con la victoria de Boyacá (1819). La guerra prosiguió estancada dos años más
porque los españoles dominaban la costa.
En 1819 estaba
preparada una nueva expedición española a Nueva Granada, pero el
pronunciamiento de Riego en Cádiz (1-I-1820) impidió su marcha y las tropas
españolas en América quedaron nuevamente aisladas, mientras que los criollos
realistas de Nueva Granada y México, atemorizados por el ascenso al poder en Madrid
de los liberales, se pasaron de golpe al bando independentista. El
debilitamiento del poder militar español fue inmediato.
En México el virrey
y los altos funcionarios reeditaron en el Plan de la Profesa el viejo proyecto
de Aranda de establecer una monarquía borbónica y, con esta base, los militares
criollos mexicanos, dirigidos por el general Iturbide, pactaron el Plan de
Iguala (II-1821) con el alto clero, los peninsulares y con el rebelde Guerrero,
con tres garantías: independencia de México con una monarquía constitucional
ofrecida a Fernando VII o un familiar suyo, mantenimiento de la religión
católica e igualitarismo social. El virrey O'Donoju aceptó el Plan en el
Tratado de Córdoba (24-VIII-1821) y se proclamó la independencia de México
sin lucha (28-IX-1821), pero el rey no aceptó el compromiso y el regente
Iturbide se proclamó emperador (24-II-1822), pero unas revueltas republicanas
llevaron a su posterior derrocamiento y fusilamiento (1824). México se proclamó
República Federal (1824).
Mientras tanto, en
su dependiente Capitanía General de Guatemala (que se mantuvo pacífica en manos
de España estos años) las llamadas Provincias Unidas de Centroamérica se
independizaron de México en 1823, presididas temporalmente por Arce. Más tarde
se dividirían, dando paso a Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa
Rica.
Por su parte,
Bolívar liberó Venezuela con la victoria de Carabobo (24-VI-1821), con
lo que cortaba la posibilidad de enviar refuerzos por tierra al Perú, mientras
que la escuadra independentista del británico Cochrane bloqueaba la costa del
Pacífico. San Martín desde el sur invadió a continuación el último bastión
español, el Perú (donde la oligarquía era realista). San Martín ocupó
Lima y declaró la independencia (julio 1821) y los españoles se replegaron al
interior. Por el norte, Sucre liberó Ecuador en la batalla de Pichincha
(1822). Poco después, en la entrevista de Guayaquil (1822), Bolívar y San
Martín acuerdan el apoyo del primero a la independencia de Perú a cambio de su
inclusión en la Gran
Colombia y la retirada de San Martín. Ya en 1823, las tropas
de Sucre y Bolívar irrumpieron en el Perú y tras varias alternativas, vencieron
en las batallas de Junín (7-VIII-1824) y Ayacucho (9-XII-1824), una resonante
victoria porque fue la última batalla en Perú y la América continental, pues el
virrey De la Serna
aceptó la independencia a cambio de la integridad de los partidarios realistas.
Bolivia, donde también los criollos eran realistas, fue liberada a
principios de 1825.
Las últimas
guarniciones españolas se rindieron en 1825-1826 en El Callao (Perú,
23-I-1826), Chiloé (Chile), Puerto Cabello (Venezuela) y Veracruz (México).
Se intentó todavía
una débil reconquista. El Consejo de Estado español aprobó (25-IV-1828) un
expediente sobre “pacificación de nuestras Américas”, recomendando que se
invadiese México. Así, una expedición contra este país, mandada por el
brigadier Barradas, salió de Cuba (5-VIII-1829) y desembarcó en Tampico, pero
fracasó y tuvo que capitular (11-IX).
Por su parte, Uruguay
cayó en manos de Brasil en 1816-17, pero consiguió su independencia más tarde,
en 1828, tras la batalla de Ituzaingó (1827).
En cambio, Santo
Domingo, recuperada por España en 1809 por conquista y legalmente en 1815
en el Congreso de Viena, se independizó en 1821 como República Dominicana pero
al poco tiempo fue conquistada por Haití en 1822-1844. Más tarde volvió
voluntariamente a España en 1861, con el consenso de la población criolla acaudillada
por el general conservador Santana, para así resistir la amenaza haitiana, pero
poco después el bando liberal reclamó su independencia y tras una corta lucha
de guerrillas se obtuvo en 1865.
Mapa final de los países hispanoamericanos a mediados del siglo XIX.
La aceptación
española de la independencia.
Sólo quedaron en
América en manos españolas Cuba y Puerto Rico. A partir del triunfo liberal de
1833 España comenzó a reconocer la independencia de los nuevos Estados (México
1836, Uruguay 1841, Chile 1844, Ecuador 1849, etc.) y se reanudaron el comercio
y la emigración.
Los últimos
conflictos a lo largo del siglo XIX.
Aún se sucedieron
varios enfrentamientos militares entre España y los Estados americanos, como la
intervención en México (1861-1862) para exigir el pago de la deuda, la ocupación
de las islas Chinchas en Perú (1864) seguida de la indecisa guerra del Pacífico
contra Perú, Chile, Bolivia y Ecuador (1865-1871), en la que se bombardearon
Valparaíso y El Callao (1866).
4. CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA.
La división
política.
El proyecto de
Bolívar de cuatro grandes federaciones americanas unidas por pactos mutuos, en
el norte con México, en el sur con Río de la Plata, Perú y la Gran Colombia,
terminó con un rotundo fracaso en los decenios de 1820 y 1830. Bolivia se
separó de Perú (1825, y tras la unión de 1837 definitivamente en 1839) y las
dos se apartaron de la
Gran Colombia en 1828. Hacia 1830 se separaron Venezuela,
Colombia y Ecuador. En el Río de la
Plata se separaron definitivamente Argentina, Paraguay y
Uruguay. Las Provincias unidas de Centroamericana (Guatemala, Nicaragua,
Honduras, El Salvador, Costa Rica) se independizaron de México (1823) y después
la federación se deshizo en una guerra civil y estos cinco pequeños países se
independizaron (1838-1839). Son ejemplos de que había muchos intereses locales
contrapuestos.
En suma, con la
fragmentación política se perdió una gran ocasión para un desarrollo político,
social y económico más equilibrado. La debilidad política, económica y militar
resultante explica, por ejemplo, que México sufriese una disgregación
territorial en América central (1830), Texas (1836), la guerra con EE UU
(1846-1848), con pérdida de vastos territorios, así como la intervención
francesa en 1862-1865. Por otra parte la artificialidad de las fronteras
(basadas en las divisiones administrativas y judiciales de la administración
española) explica en gran parte las guerras entre los nuevos países, como la
guerra de la “Triple Alianza” de Paraguay contra Brasil, Argentina y Uruguay
(1865-1870); la “guerra del salitre” de Chile contra Perú y Bolivia (1879-1883)
y las muchas disputas fronterizas que han subsistido en el siglo XX, como la
guerra del Chaco (1932-1935).
Una independencia
criolla.
Para los países
americanos la independencia tuvo efectos positivos en cuanto tuvieron libertad
política y económica para defender sus propios intereses, pero fue una
independencia al servicio de los intereses de los criollos, que formaban
las clases privilegiadas: grandes propietarios, la burguesía de los
comerciantes, funcionarios y militares, el alto clero. Los nuevos Estados
siguieron bajo el dominio social de los criollos, que dominaban las tierras con
el apoyo del ejército y la Iglesia católica. Las dictaduras al servicio
de los criollos fueron la tónica general. Era un liberalismo ficticio, que
generó una gran inestabilidad interna, con numerosas guerras civiles entre los “caudillos”.
Por contra, se
arruinaron los artesanos e industriales criollos, incapaces de competir con la
industria británica y por la fragmentación de los mercados americanos.
Los campesinos
indios y mestizos vieron como su situación económica empeoraba, al perder
la protección de la Corona ,
pese a que desaparecieron los privilegios jurídicos de casta.
Para los esclavos
la situación mejoró, pues fue abolida la esclavitud, en la mayoría de los casos
durante la misma guerra de independencia. Pero se mantuvo en Brasil hasta 1873
y en las colonias de España hasta 1880.
Las potencias
extranjeras.
Las nuevas potencias
dominantes en la
América Latina fueron Gran Bretaña, con su poder marítimo,
industrial, comercial y financiero, que controlaba las minas y ferrocarriles, y
los EE UU que con la doctrina Monroe (1823) proclamó que se opondría a toda
intervención europea en el continente.
El impacto en
España.
Durante decenios
España no tuvo relación con los nuevos Estados, pero se impuso la realidad y
poco a poco restableció la relación diplomática y económica con ellos. Si dura
fue la pérdida de las colonias en el decenio de 1820, por la decadencia
comercial y la disminución de los ingresos fiscales, peor incluso fue la
pérdida de 1898, pues provocó una crisis nacional sin precedentes. El
“regeneracionismo” fue una respuesta ideológica positiva, pero no evitó que se
entendiera como la gran crisis de la Restauración y que marcó el futuro a largo plazo
de la monarquía y del sistema político.
5. LA INDEPENDENCIA DEL
BRASIL.
Por ser un caso
único, estudiamos aparte el proceso de la independencia del Brasil.
La población h. 1800
era de más de 3 millones de habitantes, con una alta presencia de esclavos
negros (1.887.500, más de la mitad). La sociedad brasileña colonial, menos
sensible al prejuicio social que la española, presentaba una estratificación
social semejante a esta. En lo alto de la escala estaba el portugués, que se
reservaba el derecho a la administración. El lugar más bajo correspondía al
esclavo negro, reducido a una vida miserable, pero que en diferentes ocasiones
estalló en rebeliones, como la de Minas Gerais (1789).
El país tenía una
economía rica y expansiva, basada en la agricultura tropical (azúcar, café,
cacao, tabaco, maderas preciosas...) y la explotación de las minas de oro.
La independencia.
Brasil recibió al
rey Juan VI, de la dinastía portuguesa Braganza, durante su exilio (por la
invasión napoleónica) desde 1808
a 1821. La
Corte se instaló en Rio de Janeiro y se otorgó a Brasil el
título de Imperio y luego el de Reino Unido de Portugal y Brasil. En ese tiempo
se desarrolló la conciencia independentista de los criollos y Brasil se
acostumbró a ser un Estado, que no quería volver a depender del débil Portugal.
En 1817 se sofocó
una rebelión republicana y en 1821 se anexionó Uruguay (hasta la rebelión de
1828).
Cuando el rey volvió
a Portugal en 1822 dejando como regente a su primogénito, Pedro, los criollos
se unieron a este en una revolución y se declaró la independencia en el Grito
de Ipiranga (7-IX-1822). Pedro I fue coronado emperador. La guerra con la
metrópoli fue muy breve y terminó en 1823 con el reconocimiento de la
independencia.
El Imperio.
El Imperio subsistió
hasta 1889. Pedro I heredó la corona portuguesa en 1826 y la dejó a su hija María
(desposeída por su tío Miguel). La amenaza de un levantamiento liberal obligó a
Pedro a abdicar (1831) en su hijo Pedro II, un reformista cuyo poder fue
debilitándose con el tiempo al imponer desde arriba una política liberal (sin
el apoyo de los liberales republicanos): el sufragio universal (1881) y la
abolición de la esclavitud en 1888 le privaron del apoyo de los terratenientes
conservadores. Los republicanos aprovecharon la crisis para dar un golpe de
estado y proclamar la República.
6. INDEPENDENCIA DE
CUBA Y PÉRDIDA DE PUERTO RICO.
Las últimas
colonias americanas.
Las colonias que
quedaban, Cuba y Puerto Rico se convirtieron en fundamentales para la economía
española, que tenía en ellas mercados protegidos para sus productos textiles,
mientras abastecían a la metrópoli de azúcar, café, tabaco y cueros. Las
islas alcanzaron una prosperidad general muy alta. El nivel de vida era
superior al español, aunque mal repartido. La modernización fue intensa. Como
ejemplo, el primer ferrocarril español se hizo en Cuba, en 1838 (diez años
antes que en la
Península Ibérica ) para transportar la caña de azúcar.
En las islas del
Caribe las tierras estaban en manos de una minoría de grandes plantadores, que
dominaban las plantaciones de azúcar y otros cultivos tropicales. Los esclavos
africanos eran la base social de trabajo, sometidos a una explotación durísima
por lo que se rebelaron a menudo (destaca la revuelta de 1843).
Políticamente había
dos grandes y heterogéneos grupos:
- Un partido procolonialista
y antiautonomista, formado por numerosos emigrantes españoles (los
peninsulares) que habían hecho su fortuna como militares, funcionarios,
comerciantes, industriales y plantadores. Los plantadores, en especial, eran
partidarios de mantener la dependencia de España.
- Un partido autonomista,
integrado por los criollos que protestaban ante el excesivo centralismo del
sistema administrativo español. La mayoría de los criollos se contentada con
lograr una amplia autonomía que mantuviera su situación de predominio social.
Ante la resistencia española a las reformas, fueron derivando hacia el
independentismo e incluso pensaron en la anexión a EE UU, un sentimiento que
duró hasta 1857, cuando fue evidente que este país aboliría la esclavitud.
Los mulatos y negros
sólo querían la supresión de la esclavitud y ayudaron a unos y otros de acuerdo
con las promesas que se les hicieran. Al final, se pusieron de parte de los
independentistas, que aceptaron la abolición.
Filipinas.
En cambio, en
Filipinas (que aunque asiática se debe incluir por extensión en este tema) apenas
hubo colonización y su importancia para España era menor, pues su dominio era
básicamente comercial y se basaba más en intereses de prestigio que
demográficos (sólo hubo 6.000 españoles de media, la mayoría militares y
misioneros), económicos (la colonia era presupuestariamente deficitaria) y de
religión (la Iglesia presionaba para defender el único foco de catolicismo en
la lejana Asia Oriental).
La lucha por la
independencia se redujo a unos pocos conflictos con la mayoría tagala y la
minoría musulmana, como la sublevación de 1872, hasta la rebelión generalizada
de 1896, que enlazó con la guerra de 1898. La represión española de los
autonomistas fue dirigida con éxito sucesivamente por los generales Polavieja y
Fernando Primo de Rivera, y concluyó con el fusilamiento de Rizal (30-XII-1896)
y el sometimiento general de los rebeldes en Biac-Na-Bató (XII-1897), lo que
impidió una solución pacífica y paulatina. La rebeldía continuó, aletargada,
dirigida por Marcelo del Pinar y Emilio Aguinaldo.
Primera guerra de
independencia (1868-1875).
En 1868 aún estaba
vigente la esclavitud en Cuba (y Filipinas), que no podían elegir diputados,
aunque en España se las consideraba parte de la nación española. La guerra de
los “diez años” comenzó con el “grito de Yara” (10-X-1868), en el que se
rebelaron algunos terratenientes (Céspedes, Agramonte) y muchos campesinos,
esclavos e intelectuales. La mayoría de los habitantes de las ciudades se
mantuvieron leales a España. El general Duce, desde 1870, intentó una pacificación
con concesiones a los esclavos, que provocaron el rechazo de los plantadores y
los peninsulares, por lo que se limitó a dar libertad a los recién nacidos y
los mayores de 60 años.
España sufrió mucho
por la guerra (fue una de las grandes causas del fracaso del “sexenio
democrático”) y tuvo que enviar un ejército de hasta 200.000 hombres, que tuvo
64.602 muertos (la mayoría por enfermedad). El 31-X-1873 fue apresado el vapor
Virginius, que usaba el pabellón estadounidense y era propiedad de la junta
cubana exiliada en Nueva york, y que llevaba a los principales líderes rebeldes
y armamento. Pese a las presiones de EE UU los independentistas fueron
ejecutados, y por ello estuvo a punto de estallar la guerra entre ambos países.
Poco después, la división entre los rebeldes favoreció a los españoles: en 1874
Céspedes murió en combate y Calixto García fue capturado.
La dura y larga
guerra de Cuba terminó con el combate de Tasajeras y la captura del presidente
rebelde Estrada (19-X-1877) y, acto seguido, con la pacificación del general
Martínez Campos en el Convenio de Zanjón (12-II-1878), firmado por el jefe
rebelde Vicente García. Se daban pequeñas concesiones autonómicas (similares a
Puerto Rico), una amnistía y la emancipación de los esclavos que lucharon. Las
concesiones fueron juzgadas excesivas por los peninsulares e insuficientes por
los partidarios de la independencia, que con Maceo lucharon en la “guerra
chiquita” (1880).
Por su parte, un
movimiento independentista en Puerto Rico (1870) fue fácilmente dominado y en
el reinado de Amadeo I se le concedió la autonomía y se abolió la esclavitud en
1873. No habrá disturbios en lo sucesivo.
La esclavitud había
sido un factor fundamental en la revuelta y su abolición comenzó gradualmente
en 1879 para ser total en 1880 (en 1888 se liberó al último). La guerra y la
abolición arruinaron a muchos plantadores, que tuvieron que vender sus tierras
a inversores norteamericanos. En 1890 EE UU absorbe el 95% del azúcar cubano y
el 87% de las exportaciones totales y en estos años aumenta sus ofertas de compra
de la isla, hasta por 120 millones de dólares.
En el periodo 1878-1895
surgió una corriente antiautonomista (racista y reaccionaria), que se apoyaba
tanto en los españoles como en los criollos que temían un estallido social si
España dejaba la colonia. En 1892 José Martí fundó el Partido Revolucionario
Cubano (al mismo tiempo José Rizal fundaba la Liga Filipina ). En
España había una pequeña minoría que apoyaba una autonomía para la isla (Maura,
Sagasta), mientras que la mayoría (Cánovas) defendía la plena integración, al
estilo de las islas Canarias.
Segunda guerra de
independencia (1895-1898).
Nuevamente la
rebelión se concentró en el campo, empujado por la caída del precio del azúcar.
La inspira el escritor José Martí, que lanza el “grito de Baire” (24-II-1895),
aunque pronto murió en la lucha (19-V). Los jefes militares rebeldes son
Antonio Maceo (que murió en combate 7-XII-1896) Máximo Gómez y Calixto García.
José Martí, líder de la independencia cubana.
El general Martínez
Campos intentó la diplomacia al principio, sin éxito, por lo que le sustituyó
en 1896 el general Weyler, que reprimió duramente la rebelión, con columnas
móviles, concentraciones obligatorias de la población civil (más de 300.000
concentrados, que sufrían grandes padecimientos y una elevada mortalidad, lo
que causó duras críticas) y la construcción de grandes fortificaciones (trochas,
alambradas). La victoria española era muy costosa: la economía cubana,
desorganizada, estaba hundida. Además, las bajas españolas, sobre todo por
enfermedad, fueron terribles (tal vez 100.000 muertos, más muchos heridos y
enfermos crónicos), exigiendo constantes reclutamientos (la guarnición llegó
hasta 200.000 hombres, aunque las enfermedades dejaban inútil a la gran
mayoría).
Soldados españoles en Cuba en 1898.
Por su parte, la
opinión pública norteamericana, galvanizada por la prensa sensacionalista (la
cadena Hearst), pedía la intervención a favor de los insurrectos. En mayo de
1897 los EE UU reconocían a los rebeldes la condición de beligerantes y se
insistió en las ofertas de compra (la última, en II-1898).
En España se
rechazaban las propuestas independentistas: la inmensa mayoría de los
políticos, la prensa y la opinión pública defendían la unión de Cuba a España “como
un trozo más de la patria” y se azuzaba contra los EE UU, desconociendo su
poder económico y militar tanto como la propia debilidad. Incluso el periódico
republicano “El País” decía en su editorial “El problema cubano no tendrá
solución mientras no enviemos un ejército a los Estados Unidos” (24-II-1898).
Había manifestaciones pidiendo la conquista de Nueva York...
Demasiado tarde, el
gobierno de Cánovas concedió la autonomía a Cuba (5-II-1897). Cánovas fue
asesinado en el verano de 1887 y le sucedió Sagasta que amplió la autonomía
(26-XI-1897) según el modelo de Puerto Rico, y ante la gravedad de la situación
militar y política, destituyó a Weyler (9-X-1897) y nombró al moderado general
Blanco, con la misión de pacificar a los últimos rebeldes. Sagasta proclamaba
que defendería Cuba “hasta la última peseta”. En Cuba los rebeldes dominaban
gran parte de las provincias del este, cerca de Santiago.
La guerra con los
EE UU (1898).
El crucero Maine hundido en el puerto de La Habana.
La explosión
fortuita del crucero Maine en el puerto de La Habana (15-II-1898) dio a los norteamericanos el
pretexto para intervenir. España anunció un armisticio (9-IV), con un programa
para garantizar a Cuba poderes limitados de autogobierno. Pero poco después, el
Congreso norteamericano declaró (19-IV) el derecho de Cuba a la independencia,
exigió la retirada de las tropas españolas y concedió al presidente la
autorización para actuar militarmente. Esto provocó que España declarara la
guerra a EE UU el 24 de abril.
La guerra duró muy
poco tiempo (25 abril-12 agosto 1898) y tuvo dos escenarios principales: las
Antillas y Filipinas.
La guerra fue muy
popular en España en un primer momento, pero las derrotas españolas fueron
rápidas y decisivas debido a que su flota era muy anticuada y al mal armamento
del ejército.
En Filipinas la
flota española de Montojo fue destruida en Cavite (1-V) y los estadounidenses
desembarcaron en Luzón y sitiaron Manila, que capituló (14-VIII). La
resistencia militar terrestre fue escasa, aunque prosiguió heroicamente (por
ignorancia de la firma de la paz) en el reducto de Baler hasta el 2 de julio de
1899.
En las Antillas, la
flota estadounidense, mandada por Sampson, bloqueó Cuba. El general Blanco
intentó infructuosamente el acuerdo con el dirigente rebelde Máximo Gómez para
oponerse a la invasión. La flota española, bajo el mando del almirante Cervera,
atravesó el Atlántico y fondeó en Santiago de Cuba (19-V), donde la bloquearon.
Enseguida las tropas estadounidenses, al mando del general Shaftner,
desembarcaron en Daiquiri (21-VI), vencieron la dura resistencia hispana en El
Caney y Lomas de San Juan (1-VII) y sitiaron Santiago, lo que obligó a salir a
la escuadra, obedeciendo órdenes superiores del general Blanco, “para salvar el
honor”, quedando totalmente destruida en quince minutos y los supervivientes
hechos prisioneros (3-VII). Santiago capituló (16-VII) y los norteamericanos
desembarcaron en Puerto Rico (25-VII). La derrota era completa.
España no tenía
posibilidades de resistir y estaba profundamente desmoralizada. Se temía
incluso un ataque norteamericano a las Canarias. Urgía poner fin al desastre.
La entrega del
imperio.
El gobierno español
firma el protocolo de armisticio (fin de hostilidades) el 12 de agosto y, por
fin, el Tratado de paz de París (10-XII-1898). España pierde Cuba, que se
independiza (aunque bajo la tutela temporal de EE UU), y entrega a EE UU los
territorios de Puerto Rico, la mayor parte de Filipinas y la isla de Guam (en
las Marianas).
Al poco (1899)
España evacuaba La Habana
y el gobierno Silvela vendía (II-1899) a Alemania las lejanas islas Marianas
(menos Guam, ya cedida a EE UU), Carolinas y Palau, pues no se podían mantener
en el Pacífico. En 1900 se firma el tratado definitivo entre España y EE UU de
cesión de Filipinas y se le venden las últimas islas de estas (Sibutú y Cagayán
de Joló).
Sólo quedaban del
otrora gran imperio colonial español unas pequeñas y pobres posesiones
africanas.
BIBLIOGRAFÍA.
Documentales / Vídeos.
La emancipación de Hispanoamérica
| Primera parte. Academia Play. 14 minutos. [https://www.youtube.com/watch?v=XBfNm-X8hAM]
La emancipación de Hispanoamérica
| Segunda parte. Academia Play. 14 minutos. [https://www.youtube.com/watch?v=EPzeaiL4tyQ]
Libros.
Beyhaut, Gustavo y
Hélène. América Latina III. De la Indepen dencia a la Segunda Guerra
Mundial. Nº 23 de Historia Universal. Siglo XXI. Madrid. 1986. 302 pp.
Chevalier, François.
América latina de la independencia a nuestros días. Nueva Clío 44. Labor.
Barcelona. 1983 (1977). 504 pp.
Halperin Donghi, T. Historia
Contemporánea de América Latina. Alianza. Madrid. 1990. 181 pp.
Lynch, J. Las
Revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826. Barcelona. 1976. 358 pp.
Tuñón de Lara,
Manuel (dir.). Historia de España Labor. Labor. Barcelona. v. VI.
Céspedes del Castillo, Guillermo. América Hispánica (1492-1898). 1983.
526 pp. v. XIII. Céspedes del Castillo, Guillermo (sel.). Textos y
documentos de la
América Hispánica (1492-1898). 1988. 478 pp.
Tuñón de Lara, M.;
Andrés-Gallego, J.; Abellán, J.L. El desastre del 98. Cuadernos Historia
16. 1985. Nº 30. 31 pp.
Vicens Vives, J. Historia
social y económica de España y América. Vicens-Vives. Barcelona. 1957. 5
vs.
PROGRAMACIÓN.
EL PROCESO DE
INDEPENDENCIA DE AMÉRICA LATINA.
UBICACIÓN Y
SECUENCIACIÓN.
En Bachillerato, 2º
curso, Historia Contemporánea. Bloque 2. Balance del siglo XIX hasta 1914.
Apartado. El origen de los Estados contemporáneos.
Está incluido en
ESO, 2º ciclo. Eje 2. Sociedades históricas y cambio en el tiempo. Bloque 5.
Cambio en el tiempo. Apartado 3. Cambio social y revolución en la época
contemporánea. La crisis del Antiguo Régimen y las revoluciones liberales
burguesas.
RELACIÓN CON TEMAS
TRANSVERSALES.
Relación con el tema
de la Educación
para la Paz , en
especial la solución de los conflictos con alternativas pacíficas. Como siempre
en temas de ciencias sociales, también se relaciona con la Educación Moral y
Cívica.
TEMPORALIZACIÓN.
Tres sesiones de una
hora.
1ª Exposición del
profesor (las primeras independencias).
2ª Exposición del
profesor (las últimas independencias en 1898) y esquemas y comentarios de
textos.
3ª Comentarios de
textos; debate y síntesis.
El examen final se
hará junto al de otras UD.
OBJETIVOS.
Identificar a los
líderes del movimiento independentista latinoamericano.
Conocer las causas
últimas y cercanas de la independencia latinoamericana.
Conocer las
consecuencias políticas y económico-sociales sobre los nuevos países
latinoamericanos y España.
Conocer la secuencia
temporal de los hechos.
Valorar los aspectos
positivos y negativos de la colonización.
Valorar la solución
pacífica de los conflictos nacionales.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
- Latinoamérica en
vísperas de la
Independencia : la política, la sociedad y la economía.
- Las causas últimas
y cercanas del proceso de Independencia de las colonias. Entre las últimas: el
malestar de los criollos, el predominio de los peninsulares, el sometimiento de
mestizos, indios y negros, la difusión de las ideas ilustradas, el ejemplo la
independencia de EE UU... Entre las cercanas: la guerra de Independencia, la
crisis del Antiguo Régimen, la crisis económica...
- La rebelión y la
represión.
- La evolución del
conflicto bélico.
- El nuevo orden
político y social latinoamericano.
- La crisis del 98.
B) PROCEDIMENTALES.
Tratamiento de la
información: realización de esquemas del tema.
Explicación
multicausal de los hechos históricos: en comentario de textos.
Indagación e
investigación: recogida y análisis de datos en enciclopedias, manuales, monografías,
artículos...
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y
curiosidad científica.
Tolerancia y
solidaridad.
Respeto y valoración
de otras culturas.
Valorar la solución
pacífica de los conflictos nacionales.
METODOLOGÍA.
Metodología
expositiva y participativa activa.
MOTIVACIÓN.
Un documental sobre
la presencia hispana en Latinoamérica. Servirá de refuerzo de los conocimientos
previos de los alumnos, que el profesor debería evaluar inicialmente con un
breve diálogo.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN
GRUPO.
Exposición por el
profesor del tema.
B) EN EQUIPOS DE
TRABAJO.
Realización de
esquemas de las causas y consecuencias del proceso independentista.
Realización de una
línea de tiempo sobre el proceso.
Comentarios de
textos: declaraciones de independencia americana, discursos de Bolívar,
artículos y discursos sobre la esclavitud y la guerra de Cuba, tratado de paz
de París (1898).
Debate interno y
síntesis de grupo en cuestiones: sobre el derecho de autodeterminación de los
pueblos; sobre las diferencias entre España y Gran Bretaña respecto al
colonialismo y la descolonización; sobre la esclavitud en Cuba; sobre el
derecho y las razones de EE UU para atacar a España “en defensa de Cuba”; sobre
si la guerra puede ser justa…
C) INDIVIDUALES.
Realización de
apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las
actividades grupales.
Búsqueda individual
de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones
en cuaderno de trabajo, con diálogo previo en grupo.
RECURSOS.
Presentación digital
(o transparencias, diapositivas y mapas).
Libros de texto,
manuales, monografías.
Fotocopias de textos
para comentarios.
Cuadernos de
apuntes, esquemas...
Documental para la
actividad de motivación.
EVALUACIÓN.
Evaluación continua
de todas las actividades.
Examen incluido en
el de otras UD (primera mitad del siglo XIX), con breves cuestiones y un
comentario de texto.
RECUPERACIÓN.
Entrevista con los
alumnos con inadecuado progreso.
Realización de
actividades de refuerzo: esquemas, comentario de textos...
Examen de recuperación
(junto a las otras UD).
Antonio Boix Pons, en Palma de Mallorca (1998 y 2011).
6 comentarios:
Excelente trabajo, gracias por ofrecer a los estudiantes de las diferentes partes del mundo información tan detallada y precisa y compartir sus valiosos conocimientos. Soy una estudiante de la Universidad Estatal a Distancia en Costa Rica, mis respetos a su honorable trayectoria.
Ante todo he de agradecer su encomiable labor y su ejemplar actitud de compartir su trabajo.
He detectado una errata: en el punto 1.5. ACTITUD DE LAS POTENCIAS ANTE LA EMANCIPACIÓN, apartado EEUU, hay una fecha incorrecta " Finalmente, la guerra del 1998 supuso la independencia de Cuba". Estoy seguro que quiso poner 1898 en vez de 1998.
Independientemente de ese mínimo detalle, mis más sinceras felicitaciones por su blog.
Amigo, que fenomenal trabajo. Te felicito por este increíble blog, es una gran ayuda para entender aspectos importantes de la historia. Mil gracias por este aporte a la comunidad. Saludos desde Manizales, Colombia.
Estimado señor:
He de decirle que le agradezco profundamente su generosidad, su entrega y su dedicación. Los temas que usted elabora hacen que una le apetezca estudiar: son claros, concisos, lógicos, agradables de leer, didácticos... no tengo palabras. Para los opositores, a quienes tanto se nos exprime económicamente por academias y preparadores de todo pelaje, es un regalo que no sé cómo recompensar.
Felicite de mi parte a todos aquellos que tengan la suerte de conocerle en persona.De nuevo, gracias.
Charo Ferrer.
Moltes gràcies per compartir-lo!
Debate interno y síntesis de grupo en cuestiones: sobre el derecho de autodeterminación de los pueblos ideandando.es/que-fue-el-imperio-romano/
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