HMA 1. MUNDO: DOSIER: EL NEOFASCISMO.
INTRODUCCIÓN.
EE UU.
Latinoamérica.
Europa.
PROGRAMACIÓN.
BIBLIOGRAFÍA.
APÉNDICE: TEXTOS.
Manifestación neonazi.
INTRODUCCIÓN.
En este tema, adscribible a la Unidad Didáctica (UD) 28 de Historia del Mundo Contemporáneo, que trata sobre La situación actual de la democracia y las
principales ideologías en el mundo, se aborda el fenómeno del neofascismo y el posfascismo (un término de Enzo Traverso) en la actualidad en EE UU, Latinoamérica y sobre todo en Europa.
George Orwell vaticinaba en la segunda posguerra que el fascismo volvería
a Occidente vestido de democracia y
para servir al pueblo. Tal cómo Trump llegó a la presidencia estadounidense.
Se nutre de los temores de amplias capas populares ante la presión económica y política de las nuevas potencias emergentes, las corrientes migratorias y la pérdida de poder social y económico de sectores tradicionalmente acomodados, así como su insatisfacción ante los cambios culturales que introducen la unidad europea y la globalización. En la actualidad en el mundo siguen proliferando movimientos ideológicos y políticos inspirados en gran parte en las mismas opiniones totalitarias, nacionalistas y racistas que los partidos nazi y fascista. Pero se deben distinguir los movimientos autoritarios, conservadores, anticomunistas, reaccionarios o ultranacionalistas, que pueden tener rasgos fascistas (como el partido único y el líder), de los verdaderos movimientos neofascistas, que apelan a los rasgos esenciales del fascismo: caudillismo, totalitarismo, supremacía racial... Y entre los neofascistas se deben distinguir los grupos políticos que aspiran a obtener el poder para aplicar sus programas (Frente Nacional francés, Alianza Nacional italiana, etc.), que en realidad son los más peligrosos, y los grupos juveniles y marginales, que sólo aspiran a ejercer la violencia y afirmar su personalidad individual y grupal contra el sistema.
EE UU.
En EE UU abundan los grupos de ultraderecha que creen en la supremacía blanca y el rechazo al Gobierno Federal y la ONU: Ku Klux Klan, Alianza Nacional y así casi un millar de 800 grupos, más de la mitad paramilitares, que a veces incurren en atentados, como el de 1995 en Oklahoma, que ocasionó doscientos muertos. Todo indicaba que sus actividades tenderían a empeorar y el FBI se aplicó con éxito a controlarlas. No ha habido más incidentes destacables.
Latinoamérica.
En Latinoamérica hay muchos grupos políticos que se inspiran en parte en el fascismo, sobre todo en Centroamérica (El Salvador, Guatemala), donde incluso han llegado ocasionalmente al poder. Dirigidos por caudillos militares carismáticos, a veces fanáticos religiosos asesinos como el general guatemalteco Ríos Montt, que luchan violentamente contra los movimientos izquierdistas y contra los indígenas, en defensa de los privilegios sociales y económicos de los grupos que ostentan el poder. Son herederos de los movimientos autoritarios, populistas y demagógicos que triunfaron con Perón en Argentina, Batista en Cuba y Somoza en Nicaragua. Pero desde los años 90 han perdido mucha influencia, gracias a la generalización de la democracia en el continente y al cesar el miedo a una victoria comunista.
En la actualidad los movimientos neofascistas más señalados siguen la senda del chavismo (por su líder Chávez, incluso tras su muerte en 2013, pues su sucesor le ha nombrado “Líder Eterno”) en Venezuela, con ejemplos como el de Ortega en Nicaragua y Morales en Bolivia, con partidos y regímenes políticos que se arrogan públicamente ser de izquierdas o que han superado la distinción entre derecha e izquierda, pero que en realidad se han travestido en una variante de la ultraderecha conservadora y sostienen viejas ideas fascistas como el nacionalismo radical, el indigenismo racista, la represión de los disidentes, el autoritarismo, el culto a la personalidad del líder, y, rasgo fascista por antonomasia, el control permanente por el Estado (el partido del Gobierno) de la economía, la educación, los órganos de Justicia y las Fuerzas Armadas. Sus aliados interiores son los grupos sociales ascendentes surgidos del propio neofascismo (cuadros del partido, militares, burócratas) que se benefician de la corrupción y las prebendas del poder, y sus aliados exteriores preferidos son los regímenes religiosos integristas (Irán) y los totalitarios que bajo una capa comunista esconden regímenes personalistas y dinastías familiares (Corea del Norte, Cuba). Una novedad es que la clase empresarial tradicional, defensora de la propiedad privada y que antes promovía los históricos movimientos neofascistas y conservadores, es ahora presionada por el neofascismo para despojarla de su poder económico, social y político, y a ver en peligro su supervivencia, los empresarios tienden ahora a aliarse con las fuerzas progresistas, como se ve en el caso venezolano.
Europa.
Los partidos neofascistas crecen tanto en la Europa mediterránea como en la Europa Central. El neofascismo aumenta históricamente cuando aparecen las peores crisis económicas y sociales, como es el caso actualmente en Europa, cuyas instituciones y Gobiernos se muestran incapaces de lograr una política común para superar la situación.
Los partidos neofascistas son ultras, xenófobos y antieuropeos y a menudo emplean una propaganda agresiva o incluso la violencia contra la inmigración. Los motivos son el miedo a la miseria, la inseguridad ciudadana, el desempleo, el odio al inmigrante (africanos, eslavos del Este, musulmanes o turcos), el temor a perder la soberanía ante Europa, y la expansión de la cultura de la violencia entre las clases medias y bajas, que engrosan las filas de los partidos ultranacionalistas y xenófobos en Alemania, Francia, Italia, Hungría, Noruega o Polonia, y explotan en actos terroristas como el atentado en Noruega en 2011.
Los partidos sufren una rotación a largo plazo: unos partidos decaen por el envejecimiento o muerte de sus líderes y otros se reconvierten ideológicamente hacia la democracia o el centro-derecha. Pero aparecen otros nuevos que llenan su vacío o se reactivan los antiguos con nuevos líderes, como ha ocurrido en Francia con la sustitución del viejo Le Pen por su hija.
Manifestación de un grupo neonazi en Alemania.
Alemania tiene pequeños grupos, sin representación en cargos electos. Destacan las formaciones de la Unión del Pueblo Alemán (DVU); los republicanos (REP); el partido neonazi (NPD), y sobre todo el emergente Alternativa por Alemania (AdF) que entre 2015 y 2018 ha aglutinado a la mayoría de los miembros de los tres anteriores y es particularmente fuerte en el Este.
Austria tiene un partido ultra, el Partido Liberal Austríaco (FPO), antes presidido por Jörg Haider y hoy por Heiz Christoph Strache, que se colocó en 1999 como el segundo partido con un 27% de votos y desde febrero de 2000 forma coalición de gobierno con los conservadores. En 2013 llegó al 23%.
Bélgica cuenta con el bloque flamenco (Vlaams Blok o Vlaaams Belang), el quinto partido, con un 9,9% en las elecciones generales de 1999, y un 7,7% en las de 2010.
Bulgaria tiene la Coalición Ataka, llega hasta un 9% de los votos.
Dinamarca destaca con el Partido del Pueblo Danés, el tercer partido con un 12%.
Eslovaquia cuenta con el Partido Nacional Eslovaco, con hasta un 5% de los votos.
España cuenta con pocos y minúsculos grupos de extrema derecha, de ideología antieuropea, entre los nostálgicos del régimen franquista y los residuos del falangismo. Pero apuntan nuevos grupos con jóvenes que imitan las ideologías y estéticas racistas y violentas de los partidos alemanes: son los skin-heads, los ultra sur, los boixos nois. Su fuerza crece sobre todo entre la juventud marginada de los barrios obreros de las grandes ciudades, con problemas de paro, drogas, alcoholismo o delincuencia. Muchos jóvenes, aquejados de una grave problemática social e inmadurez individual afirman su personalidad integrándose en un grupo violento y para desquitarse de sus frustraciones buscan víctimas, siendo sus preferidas los inmigrantes africanos o sudamericanos. Los remedios recomendados son la educación y una política de integración socio-económica de los jóvenes, pero la crisis económica actual desde 2007 ha reducido estas vías, y ha estimulado un nuevo partido emergente, Vox, con rasgos ultraderechistas aunque aspira a gobernar dentro del sistema más que a destruirlo del todo.
Finlandia ha visto como el partido xenófobo Auténticos Finlandeses llega a un 9,4% en 2012.
Francia cuenta con el neofascista Frente Nacional (FN), liderado históricamente por Jean Marie Le Pen. Destaca por su poder personalista, sin secundarios (su secretario general fue un tiempo el moderado Bruno Mégret pero pronto fue apartado cuando intentó centrar su programa) y reúne millones de votos: el 15% de los votos de media en las elecciones del decenio de 1990, un 16,9% en la primera ronda de las presidenciales de 2002 y bajo la nueva presidencia de la hija del líder, Marine Le Pen, ha alcanzado 4,3% en las presidenciales de 2012, y ha llegado al 42% en las de 2022.
Es una seria amenaza para la estabilidad de la V República Francesa y para el mismo régimen democrático, porque está atrayendo a los sectores más proclives de la derecha (RPR y UDF), muy dividida y en crisis, a un programa común de gobierno, opuesto a los ideales republicanos de libertad, igualdad y fraternidad, e incluso está imponiendo sus grandes temas del programa a la izquierda. El FN tiene una base social de pequeños burgueses, obreros, parados y agricultores, que temen la inmigración (que asocian con delitos y paro), la competitividad comercial exterior de la globalización y la Unión Europea. Sostiene un programa racista y xenófobo contra los musulmanes, reclama la expulsión de los inmigrantes extranjeros ilegales, la separación de la UE, la autosuficiencia económica de Francia mediante el proteccionismo aduanero, un presidencialismo autoritario y la unión de la derecha contra la izquierda “social-comunista". Es un programa que entronca directamente con el colaboracionismo del régimen parafascista de Vichy en la II Guerra Mundial, aunque ha aparcado, al menos temporalmente, el antisemitismo y la homofobia.
Grecia es el país donde más ha crecido relativamente. El partido ultranacionalista Aurora Dorada (o Amanecer Dorado), con un 7% de los votos y 21 diputados en 2012, ha tejido una organización asistencial para atraer a los ciudadanos más golpeados por la crisis, utiliza metódicamente la propaganda racista e incluso favorece la violencia contra los inmigrantes. El Gobierno y la Justicia han iniciado su ilegalización y detenido a sus principales dirigentes en septiembre de 2013, ante la amenaza que suponen para la democracia y los múltiples delitos que han cometido.
Holanda tiene el Partido por la Libertad, dirigido por Geert Wilders, que consiguió hasta un 34% en las municipales de Rotterdam y un 15% en las generales de 2012. Su ideario antieuropeísta y nacionalista, rechaza la inmigración islámica, y se nutre de experiencias populistas anteriores, como la de Pim Fortuyn.
Hungría ve como su ultraderecha está dividida entre el partido Gabor Vona, con hasta un 16,7% de los votos en 2010, y el partido Fidesz del primer ministro Victor Orbán, que ha evolucionado desde el centro izquierda hacia la extrema derecha xenófoba.
Manifestación de neofascistas en Roma.
Italia es un caso peculiar por la variedad de opciones. El movimiento neofascista más importante de la posguerra, el MSI, que llegó a tener más del 10% de los votos durante decenios, se ha subsumido en la Alianza Nazionale, dirigida por Fini, con un ideario mucho más centrado y democrático. Una escisión más radical, el partido neofascista MSI-Fiamma Tricolore, llega sólo un 0,4% de media en las elecciones generales. En cambio, ha aparecido un neofascismo separatista, la Liga Norte (posteriormente rebautizado como Liga), con su base principal en el Piamonte, dirigida por Umberto Bossi, Roberto Maroni y desde 2016 por Matteo Salvini, que ronda el 4,8% en 2010 y ya entre el 20 y el 30% en 2018, y defiende la independencia del próspero norte italiano y posiciones xenófobas contra los inmigrantes. El relevo ha sido el partido Fratelli (Hermanos) de Italia, dirigido por Giorgia Meloni, que ha crecido mucho hasta 2022. En decadencia tras ser muy importante durante dos decenios ha sido el modelo de la Forza Italia del varias veces primer ministro Silvio Berlusconi, con muchos rasgos cercanos al neofascismo, como el populismo, el machismo, la exaltación del líder carismático y la corrupción, incluso próxima a la Mafia.
Noruega ha sufrido el ascenso del Partido del Progreso, en el que militó el asesino terrorista Breivik, autor de los sangrientos atentados de 2011 en Oslo y Utoya. Han alcanzado el 16,3% en 2013.
Reino Unido experimenta con el Partido Nacional Británico (BNP) y el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) un insospechado aumento de los partidos xenófobos, que reunieron cerca del 5% de los votos en 2010, y se alimentan de la inseguridad y el temor al Islam y preconizan irse de la Unión Europea.
Suecia tiene a los Demócratas de Suecia, con hasta un 5,7% de los votos en 2010, y ha crecido hasta el 20% en 2022.
En la antigua Yugoslavia, tras su separación, surgieron en Serbia y Croacia unos poderosos partidos nacionalistas y militaristas. Los serbios impulsaron desde 1991 una serie de guerras civiles y étnicas entre serbios, croatas, bosnios y kosovares, con cientos de miles de muertos y millones de refugiados, una ruptura de su anterior convivencia pacífica, un ejemplo espantoso de lo que podría ocurrir si los partidos neofascistas alcanzaran el poder en Europa Occidental.
En la Europa del Este destacan fuera de la Unión Europea los casos de Bielorrusia, Ucrania, Rusia, Kazajstán y otras antiguas repúblicas soviéticas, que sufren gobiernos autocráticos con rasgos fascistas, con partidos nacionalistas y xenófobos, nacidos de la crisis del bloque comunista, mientras se hundían la economía, el poder militar y la “gloria nacional” de la URSS. Destacan el partido nacionalista ruso de Zirinovski, que propugna la guerra y la reconquista de los países de la antigua URSS, y el partido Rusia, del presidente Putin, menos radical, pero con características neofascistas como el culto a la personalidad del líder, la sistemática violación de la democracia, la corrupción y el machismo.
Fuente: Carbajosa, Ana. El eje de la Europa blanca. “El País” Domingo (27-X-2013): 5.
Opiniones.
Andrés Ortega en ¿Fascistas? No, pero...
[“El País” Ideas 188 (23-XII-2018)] se apoya en Umberto Eco para explicar las
características del nuevo (casi) fascismo, una nueva derecha radical que refleja
el malestar y la inseguridad de la sociedad, como en los años treinta solo que
con mayor bienestar:
‹‹El nombre de las cosas importa, y acertar con él es fundamental para
entender las situaciones y para actuar. Aunque tengan elementos del fascismo,
los actuales movimientos de derecha radical o extrema en Europa y en las Américas
no son fascistas, lo que no los hace menos peligrosos. Pero abusar del término
puede acabar siendo contraproducente. Más aún cuando una de las características
del momento es que, el fenómeno Trump ha contribuido a ello, se ha perdido la
vergüenza de votar, y decir que se vota, por este tipo de partidos.
Para acotar qué es, partiremos de un artículo que Umberto Eco escribiera
en 1995 sobre el Ur-Fascismo, el fascismo
primordial (tesis publicada en España en forma de libro). Señalaba el
semiólogo italiano que el fascismo carecía de quintaesencia, y que el término
se ha usado como sinécdoque, es decir, palabra que se puede aplicar a distintos
movimientos totalitarios. Era, para Eco, un collage de diversas ideas y
filosofías, totalitarias y a menudo contradictorias.
Eco esbozó una lista de características de este fascismo primordial: el
culto a la tradición; el rechazo de lo moderno (la Ilustración como inicio de
la depravación moderna) y de la crítica analítica (el desacuerdo como
traición); el irracionalismo; el culto a la acción por la acción; la negación
de la diversidad y el miedo a la diferencia; el llamamiento a una clase media
frustrada por la crisis económica; la obsesión por las conjuras (especialmente
de los judíos); la vida como guerra pues no hay que pactar con el enemigo; la
educación para convertirse en héroes (¡viva la muerte!); el machismo; un
elitismo popular; un populismo selectivo, cualitativo, contra los regímenes
parlamentaristas; y (entre otras) una “nuevalengua” (‘Newspeak’, de Orwell en 1984).
Eco señaló que se podían eliminar o cambiar algunas de estas
características y que, pese a ello, un movimiento o régimen seguiría siendo
reconocido como fascismo. Algunas de ellas están en las nuevas extremas
derechas, pero no las suficientes, mientras que hay otras nuevas.
He aquí, sin ánimo de exhaustividad, algunas: hipernacionalismo (el
interés nacional sin compromiso, we first,
nosotros lo primero); antiinmigración racista (esencialmente antimusulmana),
nativismo y supremacismo blanco; antifeminismo y homofobia; negacionismo sobre
el cambio climático como consecuencia del hacer humano; liderazgo fuerte
(admiración por Putin, que responde también a muchas de estas categorías) y
culto al líder que busca una relación directa con “el pueblo”; autoritarismo;
no tanto rechazo a las elecciones sino al pluralismo y a la división de
poderes, en particular a un poder judicial independiente; crítica a los medios
críticos y a la libertad de prensa y desinformación y provocación a través de
las redes sociales (no es su monopolio, sin embargo; iliberalismo; religionismo
y afirmación religiosa, habitualmente, cristiana (católicos fundamentalistas,
evangélicos radicales, ortodoxos en el caso ruso); pro derecha israelí;
antiglobalismo y proteccionismo; en Europa (y a veces desde fuera),
antieuropeísmo, al menos de la Unión actual, para pasar a otra UE
renacionalizada; soberanistas nostálgicos; centralistas. También antiélites
(aunque sus dirigentes sean o acaben siendo parte de la élite). Muy a menudo,
nostalgia (incluso de situaciones que no han existido). Aplican la política del
miedo.
La nueva derecha radical refleja el malestar y la inseguridad de la
sociedad, como en los años treinta solo que con mayor bienestar. Y a menudo,
como pasa con Vox, el electorado está menos a la derecha que el partido en
cuestión. No todos comparten todas estas características, pero sí muchas. Entre
ellas, hay “relaciones ocultas”, que forman sistemas —paquetes de posiciones
que a menudo poco tienen que ver entre sí— que hibernaban en las sociedades y
han despertado. La suma de estos elementos, o de algunos de ellos, es un cóctel
explosivo para el conjunto de la sociedad.
La coincidencia entre estos movimientos en la dimensión política y
cultural es mucho mayor que en la económica y social, a la que no otorgan
demasiada importancia en sus programas, quizás porque los perfiles de los
electorados varían. Se encuentran desde propuestas neoliberales (Vox) a
partidarios del Estado de Bienestar (salvo para los inmigrantes, claro), como el
Partido Popular en Dinamarca. La extrema derecha puede venir con posiciones de
izquierda en economía. Pero lo que más pesa es la actitud cultural, entendida
en un sentido amplio.››
Marc Bassets en La política de las etiquetas [“El País”
Ideas 394 (27-XI-2022)] recoge la opinión de Robert O. Paxton, autor de Anatomía del fascismo, sobre el
neofascismo actual: ‹‹La derecha extrema en Estados Unidos, Europa y
otros lugares (Trump, Orbán y el resto) exhibe, en efecto, muchos rasgos del
fascismo clásico: los mítines masivos, el nacionalismo extremo, la división del
mundo entre ‘nosotros’ y ‘ellos’, el culto al líder, la tolerancia de la
violencia para apoyar el avance de los propios objetivos. [Paxton, sin embargo,
observa diferencias]. Los fascistas clásicos creían en la subordinación de la
economía a los imperativos nacionales como el rearme, mientras que la actual
extrema derecha, especialmente en EE UU, quiere permitir que los hombres de
negocios hagan lo que les plazca. La actual derecha extrema también está poco
inclinada hacia las guerras de conquista o reconquista de territorio, aunque
hay excepciones.››
PROGRAMACIÓN.
EL NEOFASCISMO ACTUAL.
UBICACIÓN Y SECUENCIACIÓN.
Bachillerato, 1º curso. Historia del mundo contemporáneo. Apartado 3. La época de los grandes conflictos mundiales. - Fascismo y regímenes dictatoriales.
También podría estar en ESO, 2º ciclo. Eje 2. Sociedades históricas y Cambio en el Tiempo. Bloque 5. Sociedad y cambio en el tiempo. Núcleo 3. Cambio social y revolución en la época contemporánea.
- Las grandes transformaciones y conflictos del siglo XX. Revoluciones, guerras mundiales y descolonización.
RELACIÓN CON TEMAS TRANSVERSALES.
Relación con el tema de la Educación para la Paz y de Educación Moral y Cívica.
TEMPORALIZACIÓN.
Tres sesiones de una hora.
1ª Documental. Diálogo. Exposición del profesor. Caracteres del neofascismo como ideología e inicio del fascismo italiano.
2ª Exposición del profesor, de refuerzo y repaso; esquemas, cuestiones y comentarios de textos. Diálogo.
3ª Cuestiones y comentarios de textos; debate y síntesis.
OBJETIVOS.
Situar el fascismo y el neofascismo cronológicamente y en su contexto histórico.
Repasar brevemente los movimientos fascistas en Europa de los años 20 y 30: El fascismo italiano. El nazismo alemán. Los otros movimientos fascistas de Europa en los años 30.
Analizar las causas de la aparición del fascismo.
Conocer el neofascismo en la actualidad.
Analizar las causas de la aparición del neofascismo.
Comparar el fascismo anterior a 1945 y el neofascismo actual.
Adoptar una posición racional y crítica ante el neofascismo, el racismo, la xenofobia, la violencia, etc.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
- Caracteres generales del neofascismo.
- El neofascismo en EE UU.
- El neofascismo en Latinoamérica.
- El neofascismo en Europa.
B) PROCEDIMENTALES.
Tratamiento de la información: realización de esquemas del tema, interpretación de mapas y gráficos, etc.
Explicación multicausal de los hechos históricos: las causas y la evolución del neofascismo, sobre todo en comentario de textos.
Indagación e investigación: recogida y análisis de datos en enciclopedias, manuales, monografías, artículos...
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y curiosidad científica.
Tolerancia y solidaridad.
Razonar y dialogar sobre las ideas políticas.
Rechazo de los totalitarismos.
METODOLOGÍA.
Metodología expositiva y participativa activa, con énfasis en el desarrollo de ideas propias y críticas por el alumno.
MOTIVACIÓN.
Un documental sobre el neofascismo, seguido de un diálogo que sirva como evaluación inicial.
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN GRUPO.
Exposición por el profesor del tema.
B) EN EQUIPOS DE TRABAJO.
Comentarios de textos sobre la ideología del neofascismo.
Realización de un dossier de prensa sobre hechos y actitudes neofascistas en la actualidad, en especial sobre la violencia de los grupos juveniles de ideología racista.
Debate de grupo de trabajo sobre la pervivencia de ideas fascistas en la actualidad, en el propio entorno social de los alumnos, a fin de que racionalicen sus propios valores ideológicos y los de sus compañeros y vecinos. Se hará una síntesis por escrito, individual.
C) INDIVIDUALES.
Realización de apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las actividades grupales.
Búsqueda individual de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones en cuaderno de trabajo, con diálogo previo en grupo. Hacer la síntesis individual del debate.
RECURSOS.
Presentación digital.
Libros de texto, manuales, prensa, mapas.
Fotocopias de textos para comentarios.
Cuadernos de apuntes, esquemas...
Documental.
EVALUACIÓN.
Evaluación continua, desde la inicial, a la formativa y sumativa. Se hará especial hincapié en el desarrollo de una actitud crítica personal y de grupo ante el neofascismo.
Examen propio o incluido en el de otras UD, con breves cuestiones y un comentario de texto.
RECUPERACIÓN.
Entrevista con los alumnos con inadecuado progreso.
Realización de actividades de refuerzo: esquemas, comentario de textos...
Examen de recuperación.
BIBLIOGRAFÍA.
Películas de neofascismo.
American History X (1998), de Tony Kaye.
Negación (2017). Dirección:
Mick Jackson. Intérpretes: Rachel Weisz, Timothy Spall, Tom Wilkinson. Reseña
de Antón, Jacinto. La mujer que destruyó
al arrogante vocero de los neonazis. “El País” (12-IV-2017). La
historiadora Deborah Lipstadt desenmascaró al escritor negacionista y neonazi
David Irving y su juicio inspira el film ‘Negación’.
Documentales / Vídeos.
Margherita Sarfatti, la mujer que inventó a Mussolini. 52 minutos.
La periodista judía (1880-1961) que amó e influyó decisivamente en el dictador
desde 1913.
Regreso a Reims (2022). Documental basado en el libro homónimo del
sociólogo Didier Eribon, dirigido
por Jean-Gabriel Périot, que explora por qué ha cambiado el voto en muchas
zonas de Francia, que antes votaban a la izquierda y ahora lo hacen a la
extrema derecha.
Libros de neofascismo.
Albright, Madeleine. Fascism. A Warning. Harper Collins. 2018.
304 pp. Fascismo, una advertencia.
Trad. de María José Viejo. Paidós. 2018. 485 pp. Marie Jana Korbelová o
Madeleine Albright (Praga, 1937), huida del nazismo en 1939 a Londres y, tras
su regreso a Praga en 1945, nuevamente del comunismo en 1948 a EE UU,
exembajadora ante la ONU, exsecretaria de Estado en la presidencia de Clinton, advierte sobre el nuevo rostro
del fascismo en el régimen familiar de Corea del Norte y en los rasgos
autoritarios y populistas de muchos líderes. Trump no es fascista, pero
sí el presidente más antidemocrático de la historia moderna. Perfil de Mars, Amanda. Madeleine Albright contra el mal.
“El País” Ideas 161 (13-V-2018). / Entrevista de Mars, A. Madeleine
Albright. ‘Un fascista es un matón con ejército’. “El País” Semanal
2.191 (23-IX-2018). / Cebrián, Juan Luis. Fascismo:
una advertencia y una amenaza. “El País” Babelia 1.401 (29-IX-2018).
Avilés,
Juan. La estrategia de la tensión.
Terrorismo neofascista y tramas golpistas en Italia, 1969-1980. Editorial
UNED. 2021. 326 pp.
Bray, Mark. Antifa: el manual antifascista. Capitán
Swing. 2019. Ensayo del historiador y activista de Occupy Wall Street, profesor
en el Darmouth College de la Universidad de New Hampshire. Entrevista de Bono,
Ferran. Mark Bray. ‘No podemos ignorar a
la extrema derecha ni banalizarla’. “El País” (11-V-2019).
Chomsky, Noam; et al. Neofascismo: De Trump a la extrema derecha europea. Prólogo de Pedro Brieger. Los otros autores son Judith Butler, Serge Halimi, Chantal Mouffe, Ignacio Ramonet y Wolfgang Streeck. Libro electrónico editado por “Le Monde Diplomatique” (24-V-2019).
Di Febo,
Giuliana; Gentile, Emilio; Sueiro, Susana; Tusell, Javier (coords.). Fascismo y franquismo. Cara a cara, una
perspectiva histórica. Biblioteca Nueva. 2004. 170 pp.
Ebner, Julia. The Rage. The Vicious Circle of Islamist and Far-Right Extremism.
Bloomsbury Publishing. 2017. 272 pp. La
rabia. El círculo vicioso del extremismo islamista y de ultraderecha. Temas
de Hoy. 2020. Ensayo de la historiadora británica Julia Ebner (Viena, 1991),
experta del Instituto para el Diálogo Estratégico de Londres. Entrevista de De
Miguel, Rafa. Julia Ebner. ‘Ridiculizar a
los movimientos más radicales su discurso victimista’. “El País” Ideas 242
(5-I-2020). [https://elpais.com/elpais/2020/01/02/ideas/1577958676_517694.html] Eribon, Didier. Regreso a Reims. Ediciones del Zorzal. 2022. Es la base del documental homónimo, y
explora por qué ha cambiado el voto en muchas zonas de Francia, que antes votaban a la izquierda y
ahora lo hacen a la extrema derecha. Se explica por dos razones: el racismo
estructural de la clase obrera blanca frente a la llegada de centenares de
miles de inmigrantes; y por las promesas incumplidas de los partidos de
izquierda, que no toman medidas a favor de los más desfavorecidos.
Fernández García, Antonio; Rodríguez Jiménez, José Luis. Fascismo, neofascismo y extrema derecha. Arco Libros. 2001. 102 pp.
Fernández-Vázquez,
Guillermo. Qué hacer con la extrema
derecha en Europa. Lengua de Trapo. 2019. 189 pp.
Gentile, Emilio. Quién es fascista. Trad. de Carlo A. Caranci.
Alianza. 2019. 224 pp.
González, Miguel. VOX S.A. El negocio del patriotismo español.
Península. 2022. 384 pp. Extracto: Por
qué Vox no es un partido democrático. “El País” Ideas 359 (27-III-2022).
Entrevista de Junquera, N. Miguel
González / periodista. “Ortega Smith pidió dormir en el habitación de Franco”. “El País”
(20-IV-2022).
Lilla, Mark. Pensadores temerarios:
Los intelectuales en la política. Debate. 2004. 190 pp. Ensayo sobre la
fascinación de algunos pensadores del siglo XX por los regímenes totalitarios.
Lilla, Mark. La mente naufragada.
Trad. de Daniel Gascón. Debate. 2017. 160 pp. Ensayo sobre el pensamiento
reaccionario de pensadores y movimientos del siglo XX como Franz Rosenzweig,
Eric Voegelin, Leo Strauss, Alain Badiou, Éric Zemmour o el escritor Michel
Houellebecq (su novela Sumisión).
Reseña de Rendueles, César. Los exiliados
del tiempo. “El País” Babelia 1.339 (22-VII-2017).
Margia, Michela. Instrucciones para convertirse en fascista.
Trad. de Ana Ciurans. Seix Barral. 2019. 160 pp.
Mudde, Cas. La ultraderecha hoy. Paidós. 2021. Extracto: Una agenda política definida por la ultraderecha. “El País” Ideas 301 (21-II-2021). El politólogo neerlandés Cas Mudde (Geldrop, Países Bajos, 1967).
Scurati, Antonio. M. Il figlio del secolo. Bompiani. 2018. 839 pp. Biografía novelada. Entrevista de Verdú, D. Antonio Scurati. ‘Mussolini es el arquetipo del líder populista que ha vuelto hoy’. “El País” Semanal 2.258 (5-I-2020). / Reseña de Verdú, D. Italianos… Mussolini ha vuelto. “El País” (20-I-2019). El dictador está de moda: una biografía novelada, series de televisión...
Traverso, Enzo. Las nuevas caras de
la derecha. Siglo XXI. Buenos Aires. 2018. 157 pp. El historiador y politólogo
argentino distingue al populismo de derechas actual (Trump, Orbán, Le Pen…) del
fascismo histórico. Usa el término ‘posfacismo’ porque tiene analogías pero
también diferencias respecto al fascismo italiano o el nazismo alemán. Tienen
una ideología fluctuante, aunque les caracteriza que son populistas,
impolíticos —critican a las élites políticas tradicionales y sus partidos,
sobre todo a los socialistas—, nacionalistas, antiglobalización, antieuropeos,
antifeministas, homófobos, xenófobos e islamófobos —no son antisemitas sino que
apoyan a Israel en su opresión a los palestinos—, exaltan la seguridad en contra
de las minorías o los refugiados, y proclaman la utilidad de la violencia y la
mentira/posverdad.
Noticias. Artículos en orden cronológico.
AA. VV. El avance de la ultraderecha. “El País” Domingo (I-V-2011) 1-7. Carbajosa, Ana. Nuevos populismos para la vieja Europa (2-3). Bassets, Lluís. Esa derecha extrema que nos asusta (3). Mora, Miguel. Umberto Bossi o el odio al diferente (4). Ferrer, Isabel. Wilders juega de árbitro en Holanda (4-5). Jiménez Barca, Antonio. Le Pen ya compite por la presidencia (5). Soto, Adrián; Carbajosa, Ana. El ocaso de la tolerancia nórdica (6). Gómez, Juan. Austria, a la derecha de Alemania (6). Meyer, Luis; García, Pablo. El peligro llama a la puerta en España (7).
Martínez de Rituerto, Ricardo. La ultraderecha amenaza Europa. “El País” (25-VII-2011) 4.
García, Jesús. El nazi Varela siembra cruces gamadas en prisión. “El País” Domingo (15-I-2012) 13. Un caso español de neofascismo: Pedro Varela Geiss, librero y exdirigente de la organización extremista de ambiguo nombre Círculo Español de Amigos de Europa (CEDADE), rechaza asistir a cursos sobre antirracismo y difunde entre los reos obras revisionistas que lee a todas horas.
Magi, Lucia. Sombras fascistas en un pueblo italiano. “El País” (27-VIII-2012) 6. Homenaje en Affile al mariscal fascista Graziani.
Paone, Mariangela. La ultraderecha griega gana la calle. “El País” (26-X-2012) 2-3. El partido Aurora Dorada, con 18 diputados, ha tejido una organización asistencial para atraer a los ciudadanos más golpeados por la crisis.
Blanco, Silvia. Una amenaza que se propaga por Europa. “El País” (26-X-2012) 2. El partido ultraderechista húngaro, Jobbik, se afianza.
Vaquer, Jordi. Ofensiva populista. “El País” (13-XI-2012) 4. Los partidos nacional-populistas aumentan su voto en Europa, desde Hungría (Orbán) a Polonia (Kaczynski), desde Austria a Grecia, al calor de una derecha inane (Merkel, Sakozy, Berlusconi, Cameron o Rajoy), que alienta sus demandas xenófobas.
Gil, Joaquín. Ultras con piel de ONG. “El País” (18-XI-2012) 30. La extrema derecha española imita los métodos caritativos de Amanecer Dorado en Grecia.
Carbajosa, Ana. El eje de la Europa blanca. “El País” Domingo (27-X-2013) 4-5. La situación actual de los partidos neofascistas en Europa.
Gil, Joaquín. Sin amanecer dorado en España. “El País” Domingo (27-X-2013) 5. El neofascismo es todavía muy débil en España.
Fernández, Rodrigo. Los ultras rusos
atizan el odio contra los inmigrantes. “El País” (5-XI-2013) 7.
Ferrer, Isabel. La ultraderecha europea
sella una alianza. “El País” (14-XI-2013) 2-3. Los partidos neofascistas de
Francia y Holanda se alían contra la UE y la inmigración.
Doncel, Luis. Los movimientos xenófobos
se abren paso hacia las elecciones europeas. “El País” (2-I-2014) 3.
Partidos radicales crecen en Francia, Reino Unido, Holanda o Grecia.
Pérez, Claudi. El extremismo crece en
la UE pero no arrolla. “El País” (19-I-2014) 12-13.
Pérez, Claudi. Nigel Farage / Líder del
UKIP británico. ‘La Unión Europea es un eructo en la cara de la historia’.
“El País” (19-I-2014) 13.
Abellán, Lucía. Marine Le Pen se queda
sin grupo propio en la Eurocámara. “El País” (25-VI-2014) 7. El holandés Wilders
rompe su pacto por la sospecha de antisemitismo de Le Pen, pues solo les une el
antislamismo. El británico Farage consigue crear una alianza populista y
eurófoba con el Movimiento 5 Estrellas de Grillo y los ultraderechistas suecos.
Doncel, Luis. Le Pen anuncia una
nueva era con el ejemplo de Trump. “El País” (22-I-2017). Reunión en
Coblenza de los principales líderes ultraderechistas de Europa, que celebran el
triunfo de Trump.
Carbajosa, Ana; De Miguel, B. El dilema
europeo de cómo poner coto a la ultraderecha. “El País” (5-XII-2018).
Pactar o no pactar.
Verdú, D. Italianos… Mussolini ha vuelto. “El País” (20-I-2019). Una
biografía novelada, series de televisión… El dictador está de moda.
Redacción. Los ultras europeos, entre el poder y el cordón sanitario. “El
País” (17-XI-2019). La respuesta de los partidos democráticos ante el
crecimiento de la ultraderecha, incorporándola a las instituciones o
marginándola, en Alemania, Francia, Italia, Austria, Noruega, Suecia,
Finlandia...
Bassets, Marc. El
cambio climático divide a los ultras europeos pese a su retórica ecologista.
“El País” (17-II-2020).
Jiménez
Barca, A. Viaje a la Castilla y León de
Vox. “El País” (20-II-2022). Entrevistas a varios españoles que explican
las causas de su voto a Vox.
Hermida,
Xosé. Aislar a Vox, misión imposible.
“El País” (6-III-2022). La estrategia de arrinconar a la extrema derecha,
habitual en los países europeos, apenas encuentra eco en España en cualquiera
de los bloques políticos.
González, Miguel. Ultras
europeos: unidos contra la UE, divididos ante Putin. “El País” (1-V-2022). La
invasión de Ucrania aflora las diferencias entre los partidos de extrema
derecha, con distintas posiciones también en los derechos sociales. Por
ejemplo, Vox apoya al ultraliberal Zemmour y deja de lado a la intervencionista
Le Pen.
Morán, Carmen. La ultraderecha busca nuevos líderes en
América Latina. “El País” (20-XI-2022). La Conferencia Política de Acción
Conservadora en Ciudad de México ataca la legitimidad de los gobiernos de
izquierdas y el laicismo.
Análisis y opiniones. Artículos en orden alfabético.
AA. VV. El avance de la ultraderecha.
“El País” Domingo (I-V-2011) 1-7. Carbajosa, Ana. Nuevos populismos
para la vieja Europa (2-3). Bassets, Lluís. Esa derecha
extrema que nos asusta (3). Mora, Miguel. Umberto Bossi o el
odio al diferente (4). Ferrer, Isabel. Wilders juega de
árbitro en Holanda (4-5). Jiménez Barca, Antonio. Le Pen ya
compite por la presidencia (5). Soto, Adrián; Carbajosa, Ana. El
ocaso de la tolerancia nórdica (6). Gómez, Juan. Austria, a la
derecha de Alemania (6). Meyer, Luis; García, Pablo. El
peligro llama a la puerta en España (7).
AA.VV. Las orejas del lobo: el resurgir de la extrema derecha en Europa. “Claves de Razón Práctica” 223 (VII/VIII-2012). Savater, Fernando. Debilidad y grandeza de la democracia (5-6). Sanmartín, José J. La coartada intelectual de la extrema derecha europea (8-23). Cordero, Juan Antonio. El laboratorio de la nueva ultraderecha en España (24-39). Elorza, Antonio. Isegoría en tiempos de crisis (40-53).
Álvarez
Junco, J. Gorbachov y los fracasos del
siglo XX. “El País” (17-IX-2022). Comunismo y fascismo terminaron de forma
desastrosa, porque generaron dictaduras y guerras que condujeron a indecibles
sufrimientos para todos, empezando por sus propias sociedades, como vemos en
sus principales líderes, Stalin y Hitler. La gran aportación de Gorbachov fue
desmantelar al comunismo, surgido del sueño igualitario de Platón, de las
utopías y de la creencia en la lucha de clases. El fascismo, en cambio,
provenía del nacionalismo, haciendo de la nación un ideal superior al valor del
individuo.
Applebaum, Anne. A Warning From Europe: The Worst Is Yet To
Come. “The Atlantic” (X-2018). Avisa del creciente peligro del
neofascismo europeo.
Applebaum, Anne. ¿Qué hay detrás del auge de Vox? “El
País” Ideas 208 (12-V-2019). La relación de Vox y la extrema derecha
internacional.
Bassets, Lluís. Quiénes son los antifascistas. “El País”
(24-VI-2019). Muchos que se llaman antifascistas son en realidad fascistas.
Bassets, Marc. La política de las etiquetas. “El País”
Ideas 394 (27-XI-2022). Los distintos términos para definir a la derecha
radical; extrema derecha, ultraderecha, neofascismo, posfascismo, organicismo,
nacionalpopulismo, tecnosoberanismo...
Baverez, Nicolas. Democracia contra
populismo. “El País” (28-XI-2016).
Caño, Antonio. A vueltas con el fascismo. “El País” (26-XII-2018).
Carlin, John. Amanecer de los extremistas. “El País” (18-V-2012) 33.
Editorial. Racismo y xenofobia. “El País” (15-XI-2013) 38. La ultraderecha de Europa crece con el
populismo.
Editorial. Peligrosa tolerancia.
“El País” (19-I-2014) 36. No hay que tolerar a los extremistas que destruyen la
democracia.
Editorial. Vox por dentro. “El País” (22-II-2022). Un análisis sociológico del
votante de Vox, que no se considera a sí mismo como ultraderecha.
Emcke, Carolin. La normalización
del odio. “El País” (23-IX-2018). La ultraderecha alemana (y europea) se
nutre de la xenofobia.
Estefanía, Joaquín. De muro a muro.
“El País” Ideas 185 (2-XII-2018). La ruptura actual entre democracia y
liberalismo.
Estefanía, J.
La trampa. “El País” Ideas 371 (19-VI-2022). Por qué muchos que antes
votaban a la izquierda ahora lo hacen a la extrema derecha. Comenta el libro de
Didier Eribon y el documental homónimo Regreso
a Reims (2022), de Jean-Gabriel Périot.
Fanjul,
Sergio C. La nueva extrema derecha quiere
ser muy punk. “El País” Ideas 350 (23-I-2022).
Galindo, Jorge. ‘Droite divine’.
“El País” (24-II-2017). Gran parte de la juventud se siente atraída por la
ultraderecha de Le Pen (un tercio de los jóvenes en Francia) o la alemana AfD,
porque se presenta como una rebelión contra el orden liberal.
García Jaén,
Braulio. Cuatro avisos franceses para los
detractores de Vox.
“El País” Ideas 371 (19-VI-2022). Se inspira en cuatro ideas del pensador
francés Jacques Rancière, que explican el auge de la ultraderecha francesa de
Le Pen: el consenso exclusivo (domina la ortodoxia económica neoliberal), el
racismo del antirracismo (los propagandistas del antirracismo han ayudado sin
querer a la difusión y al auge del racismo), el clasismo democrático (la
izquierda achaca el auge de la ultraderecha al voto de los pobres resentidos e
incultos, victimizándolos y agraviándolos) y la pasión por la desigualdad (la
izquierda ignora que muchos ricos y pobres sienten pasión por sentirse
superiores a otros más desfavorecidos).
Verdú, D. Emilio Gentile / Historiador. “Es un disparate pensar que el fascismo
puede volver”. “El País” (28-X-2022).
Gil Calvo, Enrique. Política en la era de las redes digitales. “El País”
(3-I-2019). El fascismo (o posfacismo) atrae a las masas, que han perdido el
respeto por la dignidad o la democracia: si el líder es un ‘villano’ es más
atractivo para votarle.
González, Enric. El fascismo que viene. “El País” Ideas 185 (2-XII-2018). El
fascismo actual usurpa el término democrático.
Halikiopoulou, Daphne. Populistas de extrema derecha. “El País”
(3-VI-2019).
Hermida, Xosé. Vox, lo nunca oído en el Congreso. “El
País” (13-III-2022). La ideología nacionalista, autoritaria, xenófoba, racista
y antidemocrática de Vox se evidencia en sus intervenciones parlamentarias.
Juliá, Santos. Fascista. “El País” Ideas 187 (16-XII-2018). Qué es ser
fascista (o casi) en la actualidad.
Lapuente, Víctor. Por qué gana la nueva
derecha. “El País” (8-I-2019).
Lapuente,
Víctor. Política ‘noir’. “El País”
(18-IX-2022). El auge de la extrema derecha, hasta alcanzar el 20%, es un aviso
para los otros países de Europa.
Martínez-Bascuñán,
Máriam. El nuevo poder de las derechas
extremas. “El País” Ideas 385 (25-IX-2022). La demonización de los ultras
no está frenando su ascenso en Europa, con los ejemplos italiano y sueco a la
cabeza.
Martínez-Bascuñán, M. Posfascismo y caricatura. “El País”
Ideas 394 (27-XI-2022).
Mazower, Mark. La bestia del
fascismo. “El País” (9-XI-2016). El catedrático de Historia de la
Universidad de Columbia afirma que la actual crisis de las instituciones
democráticas, con el ascenso del neofascismo y el populismo, ofrece un
importante paralelismo con la de los años 30, afinidades palpables como el
racismo y la xenofobia.
Muñoz Molina, Antonio. La cara del fascismo. “El País” Babelia
1.612 (15-X-2022). Hoy, cuando apenas quedan testigos de la época de Mussolini,
sus herederos ganan las elecciones.
Naïr, Sami. El racismo mata. “El País” (17-XII-2011) 12. Alerta del aumento del racismo violento de la extrema derecha en Europa, patente en los recientes asesinatos en Alemania, Italia…
Naïr, S. Frente a la extrema derecha
europea. “El País” (7-X-2017).
Naïr, S. ¿Qué es el neofascismo
europeo? “El País” (29-X-2018).
Ortega, Andrés. ¿Fascistas? No, pero...
“El País” Ideas 188 (23-XII-2018). Las características del nuevo (casi)
fascismo.
Ramoneda, Josep. ¿Vuelve el fascismo? “El País” (13-IV-2019).
Reverte, Jorge M. Mareas. “El País” (27-X-2013) 13. El preocupante ascenso del neofascismo en Europa.
Rizzi, Andrea. Los ultraconservadores ganan terreno en Europa. “El País” (25-XI-2012) 34-35.
Sánchez-Cuenca, Ignacio. Teoría y práctica del cordón sanitario.
“El País” (9-III-2022). A favor del aislamiento de Vox.
Sánchez-Vallejo, María Antonia. Oportunistas
de río revuelto. “El País” (15-XII-2018). El travestismo nominal de la
extrema (ultra) derecha mezclada de neofascismo y populismo nacionalista: Ataka
(Bulgaria), Aurora Dorada (Grecia), AfD (Alemania), Reagrupamiento Nacional (anterior
Frente Nacional en Francia)…
González, Enric. Antonio Scurati. “Meloni sería tan dañina
para Italia como para Europa”. “El País” (21-IX-2022). Una reflexión
profunda sobre el auge neofascista.
Simón, Ana Iris. Los críos están saliendo fachas. “El
País” (8-X-2022). La escritora aborda las causas del auge juvenil del
neofascismo, que ve más en el materialismo hedonista que en el amor por la
tradición.
Simón, Pablo. La crecida de la
extrema derecha. “El País” (5-XII-2016). Las próximas elecciones en varios
países de la Unión Europea, como Holanda, Francia o Alemania, son una
oportunidad para la ultraderecha y la derecha populista y autoritaria de aumentar
su poder o influencia.
Simón, P. Karl
Marx y el cierre autoritario. “El País” (17-II-2020). La derecha radical (Vox,
Reagrupamiento Nacional francés…) es rechazada por la derecha moderada si esta
siente que no comparten los mismos valores o intereses económicos.
Torreblanca, José Ignacio. El eje de la fobia. “El País” (22-XI-2013) 8. La
derecha populista ataca la idea de la unidad europea.
Valenzuela, Javier. ‘Primavera parda’ en Europa. “El País” Domingo (29-IV-2012) 7.
Vallespín, Fernando. Esto va de poder, como casi siempre. “El
País” (13-III-2022).
Verdú, Daniel. Usted es un fascista. “El País” Babelia 1.443
(20-VII-2019). Bibliografía reciente sobre el fascismo y el neofascismo.
APÉNDICE: TEXTOS.
Para el debate de los alumnos en clase se proponen los siguientes textos:
Carbajosa, Ana. Nuevos populismos para la vieja Europa (2-3), en AA. VV. El avance de la ultraderecha. “El País” Domingo (I-V-2011) 1-7.
‹‹Cuando un partido populista, eurófobo y antimigrantes triunfó en las elecciones generales de Finlandia hace un par de semanas, muchos se preguntaron qué había pasado en uno de los países símbolo de la tolerancia y del Estado de bienestar. Cuando miraron alrededor, se dieron cuenta de que los finlandeses no estaban solos. Vieron que en el mapa de Europa proliferaban partidos que en el pasado hubieran sido apestados políticos por su extremismo, pero que hoy cautivan a buena parte del electorado. En varios países europeos se han convertido en la tercera fuerza más votada. En otros, como en Francia, las encuestas les auguran un futuro muy prometedor.
Finlandia, Holanda, Noruega, Suecia, Italia, Francia... La lista de países que registran un auge de los partidos populistas y de extrema derecha es larga. Y más alargada es aún la sombra que proyectan esas formaciones sobre los partidos tradicionales, que crecientemente adoptan algunas de las tesis extremistas a la caza de los votos que sienten les roban los populistas, advierten los expertos.
El populismo y la derecha extremista presentan formas muy distintas a lo largo del continente. Hay, sin embargo, denominadores comunes, entre los que destacan el euroescepticismo y la xenofobia, que tiende a cebarse con los inmigrantes musulmanes. Es común también la presencia en sus filas de un nuevo tipo de líderes, que poco tienen que ver con sus predecesores. Los nuevos políticos populistas son más jóvenes -la mayoría rondan los cuarenta-, más modernos y mejor parecidos. Son carismáticos y tienden a ser grandes oradores a los que se atribuye en buena medida el tirón de sus partidos. Consiguen además desmarcarse del turbio pasado de sus formaciones cuidando su lenguaje, con el que son capaces de transmitir ideas xenófobas sin incurrir en el lenguaje zafio y racista del pasado. Han conseguido en definitiva hacer aceptables y digeribles ideas que hasta hace poco tenían escasa cabida en el debate político.
“Las ideas políticas más radicales son crecientemente aceptables, también entre los partidos tradicionales, que ahora coquetean con las ideas de extrema derecha. Eso es porque los partidos extremistas son ahora más sofisticados y apelan a un electorado más amplio que ya no se avergüenza de votar a la extrema derecha”, sostiene Simon Tilford, economista jefe del Center for European Reform con sede en Londres. “Por eso suponen un desafío mucho mayor que la extrema derecha tradicional de los años ochenta y de los noventa”, añade Tilford.
Los extremistas han sabido capitalizar el hastío de un electorado con los partidos tradicionales, que han perdido la capacidad de conectar con la ciudadanía. Hay analistas que incluso los llaman “partidos protesta” porque su misión fundamental es cosechar el desencanto de otros. Y se atreven con las polémicas que los partidos de siempre prefieren esquivar. Ni a la derecha ni a la izquierda les ha ahorrado dolores de cabeza ni fracasos electorales evitar temas espinosos como la inmigración. Al contrario. Porque los votantes quieren que les hablen de lo que les preocupa, y la inmigración parece ser uno de esos temas.
Políticos como Marine Le Pen en Francia o Geert Wilders en Holanda han hecho del debate migratorio su bandera y no tienen reparos a la hora de apelar a emociones como el miedo. Azuzan el temor a la llamada Eurabia, es decir, a un desembarco masivo de musulmanes capaces de poner en peligro lo que consideran la identidad europea. Su mérito es doble, porque consiguen infundir miedo en un momento en el que se da la paradoja de que la integración de los trabajadores extranjeros es relativamente exitosa en varios países europeos. Estos políticos fijan los últimos clavos del ataúd del multiculturalismo que, dicen, no funciona y defienden en cambio un modelo asimilacionista, según el cual los inmigrantes que quieran vivir en Europa lo deberán hacer siguiendo las normas y costumbres de los europeos, dejando de lado la herencia cultural de sus países de origen.
Las revueltas en el mundo árabe y el desembarco de norteafricanos en las costas europeas han supuesto un golpe de suerte para los extremistas que ahora hacen su agosto. Marine Le Pen, flamante líder del Frente Nacional francés heredado de su padre, el ultraderechista Jean Marie, visitó el mes pasado la isla italiana de Lampedusa, donde miles de tunecinos han arribado después de la revuelta. “Europa es impotente y no ha encontrado una solución “, dijo. Y a continuación añadió: “Europa debe acercarse lo más posible a las costas de donde parten los barcos clandestinos y enviarlos de vuelta”. “Somos testigos de una catástrofe”.
Los partidos tradicionales, celosos del éxito populista, dejan a menudo que los más extremistas marquen el paso. Cuestiones como la prohibición del burka, que afectan directamente a un número ínfimo de europeas, han ocupado momentáneamente un lugar central en la vida política y parlamentaria de algunos países, por delante de temas como el desempleo o el adelgazamiento del Estado de bienestar.
La eurofobia es la otra gran pata del banco de los extremistas, que consideran a la Unión Europea fuente de todo mal. De nuevo es un mensaje que cala con facilidad entre un electorado que no siente las instituciones de Bruselas como propias y que, por tanto, no acaba de entender por qué hay que financiarlas. Jean-Dominique Giuliani, presidente de la Fundación Robert Schuman, añade que el momento que atraviesa Bruselas tampoco ayuda. “La UE no está en buena forma. La crisis económica, la ampliación y la incapacidad para alcanzar consensos de forma rápida en un mundo cambiante contribuyen a la frustración de los ciudadanos”. Y apunta otra idea. “La población europea envejece, y los mayores se repliegan sobre aquello que conocen mejor y que poseen. Tienen miedo a perder sus pensiones y todo lo que han conseguido en su vida”.
Los partidos clásicos no han encontrado todavía la fórmula idónea para lidiar con los nuevos actores políticos que juegan con ventaja, porque se desmarcan de las reglas de un juego político del que, sin embargo, se benefician. Juegan la carta antisistema, critican a las instituciones y a los gobernantes, y les funciona. En países como Bélgica, hace años se optó por el llamado cordón sanitario, por el que se aísla al extremista Vlaams Belang en un vano esfuerzo de contención. El resultado es que en la oposición, alejados del desgaste del poder, los extremistas flamencos no han dejado de crecer. En otros países europeos piensan, por el contrario, que es mejor dejar gobernar a los antisistema, porque creen que sus discursos no son sostenibles en la cima del poder, que inevitablemente minará su popularidad.
A primera vista, podría parecer que la crisis económica y financiera que ha sembrado el miedo ante un futuro poco prometedor podría jugar a favor de los extremistas. No es, sin embargo, este un factor decisivo, explican los expertos. Basta con analizar en qué países el resurgir populista cobra más fuerza. Holanda, Finlandia, Noruega o Alemania, donde los discursos antiinmigración triunfan como nunca, no se han visto apenas golpeados por la crisis financiera que sí ha destrozado otras economías europeas. Por eso, dicen los analistas, el verdadero problema surgirá el día en que los extremismos cobren fuerza en países más afectados por la crisis como España, Grecia o Reino Unido. “Si en esos países los niveles de desempleo siguen tan altos como hasta ahora y si en los próximos años no se producen mejorías económicas, el terreno estará abonado para que extremismos —tanto de izquierda como de derecha— florezcan”, augura Tilford.››
Valenzuela, Javier. ‘Primavera parda’ en Europa. “El País” Domingo (29-IV-2012) 7. Alerta del aumento de voto neofascista en Francia, Grecia y otros países, a medida que la crisis económica y social se agrava en Europa.
‹‹Esta primavera parda de 2012 no ha terminado en Europa. Si a usted ya le inquietó el 18% de los votos cosechado por el Frente Nacional (FN) en la primera vuelta de las presidenciales francesas, prepárese para asistir el próximo domingo a la entrada en el Parlamento griego de los energúmenos de Amanecer Dorado. Al lado de estos ultraderechistas helenos, la francesa Marine Le Pen diríase una ursulina.
Todos los sondeos auguran que las legislativas griegas producirán un Parlamento muy fragmentado, con un montón de partidos en su seno. Uno de ellos, con entre el 4% y el 5% de las intenciones de voto, sería Amanecer Dorado, que aventajaría a la hasta ahora fuerza ultraderechista oficial del país, el Partido Popular Ortodoxo (LAOS).
Amanecer Dorado considera blandengue al LAOS. Su mensaje es aún más tosco: “Grecia para los griegos. Fuera los extranjeros”. Ilyas Panayotaros, su portavoz, se queda tan ancho cuando dice cosas como esta: “Todos los problemas de Grecia son culpa de los inmigrantes. Son parásitos y criminales. Cuando gobernemos, los deportaremos y blindaremos las fronteras con minas y vallas electrificadas”. A cientos de miles de desconcertados y angustiados griegos, sobre todo en barrios obreros y populares que antaño fueron granero socialista, tales majaderías les hacen tilín.
Nikos Michaloliakos lidera a esta gente. Es un exparacaidista que se confiesa nostálgico del régimen fascista de Ioanis Metaxas que gobernó Grecia entre 1936 y 1941 y de la Junta Militar de 1967-1974. Aquellos, piensa, eran buenos tiempos: había mucha disciplina y pocos extranjeros, los rojos estaban encarcelados o exiliados, y Atenas no tenía que obedecer a las élites políticas y financieras de Berlín, Fráncfort y Bruselas.
Para restaurar la grandeza nacional, lo primero es desprenderse de tantos extranjeros, predica Michaloliakos. Los de Amanecer Dorado llevan años combatiéndolos, asaltando, al estilo de los squadristi de Mussolini, a los albaneses, asiáticos y africanos que se les ponen a tiro.
A diferencia de la mayoría de los otros partidos ultraderechistas en ascenso electoral en Europa, más partidarios de la respetable camisa blanca, los de Michaloliakos no le hacen ascos a la parafernalia neonazi. Su símbolo recuerda a la esvástica, muchos hacen el saludo fascista y sus panfletos proclaman la “superioridad racial” de los griegos. En esta campaña, mientras los demás se pelean por acaparar los platós televisivos, ellos son los únicos que salen a la calle: a repartir panfletos o leña, dar mítines en cualquier esquina o llenarlo todo de pintadas.
Tataranietos ideológicos de los movimientos reaccionarios y antisemitas que en el siglo XIX combatieron la Ilustración, y nietos de los movimientos fascistas de los años treinta del pasado siglo, los ultraderechistas europeos de hoy suelen pensar que el Holocausto no existió o fue exagerado por los vencedores de la II Guerra Mundial. Amanecer Dorado no oculta su negacionismo, y Jean-Marie Le Pen, fundador del FN y padre de su actual jefa, Marine, ha sido condenado por ello por tribunales franceses. No obstante, los ultras optan ahora por poner en sordina su antisemitismo y desplegar a todo trapo su islamofobia. Les plantea menos problemas con el “sistema” y, con la presencia de millones de inmigrantes musulmanes en Europa, es hoy más popular.
La nueva ultraderecha obtuvo en su conjunto casi 40 escaños en las elecciones al Parlamento Europeo de 2009, más del doble que en 2004. Su ascenso comenzó hace pocos lustros en Francia (Le Pen), Italia (Umberto Bossi) y Austria (Jörg Haider), y se ha ido consolidando con el refuerzo de países del Este y nórdicos y escandinavos. De Finlandia a Grecia y de Francia a Hungría, tiene rasgos comunes: nacionalismo (cada cual el suyo), xenofobia (la culpa siempre es de los extranjeros y sus cómplices progresistas), populismo autoritario (esto se arregla con mano dura) y antieuropeísmo (Bruselas nos asfixia). Salvo excepciones, se proclama demócrata y evita los uniformes, los saludos y las puestas en escena que puedan vincularla con Hitler y Mussolini.
Pero, sobre todo, comparte la islamofobia. Geert Wilders, caudillo del holandés Partido por la Libertad (PVV), es todo un abanderado de la idea de la incompatibilidad entre la “superior” civilización europea y el islam “bárbaro e invasor”. Aún más, cree que ya estamos en guerra. Juzgado por incitar así al odio étnico o religioso, Wilders fue absuelto por un tribunal de Ámsterdam en junio de 2011.
En la estela del asesinado Pim Fortuyn, Wilders propone que Holanda prohíba el Corán, el hiyab y las escuelas musulmanas, y deporte manu militari a los “terroristas callejeros marroquíes”. Solo así los tulipanes volverían a florecer. En 2010, un millón y medio de holandeses, el 16%, avalaron con sus votos las patrañas del PVV.
Esta semana, el rubiales y desencajado ultra holandés ha sido noticia mundial por negarse a sostener con sus diputados al Gobierno liberal-conservador de su país en su deseo de mayor austeridad, nuevos recortes presupuestarios, reducción galopante del déficit público. Holanda se ha quedado así sin Ejecutivo, y Merkel, sin uno de sus más testarudos aliados en la germanización presupuestaria de Europa.
Como en los años treinta del pasado siglo, el ascenso de la ultraderecha en Europa se nutre del paro, el deterioro del Estado de bienestar, el foso creciente entre los muy ricos y unas clases populares y medias cada vez más pobres, la codicia y arrogancia de las élites. Las congojas que expresa son reales, aunque no la explicación y la solución que les da: la búsqueda del chivo expiatorio en el extranjero más débil y en otras etnias, culturas o religiones.
También como sus abuelos fascistas, los líderes de estos partidos son diestros en el camuflaje. Por ejemplo, se presentan como “antisistema” personajes como la millonaria Marine Le Pen o como el italiano Umberto Bossi, el líder de la Liga Norte que ha gobernado un montón de años con Berlusconi. Especializada en sembrar el rechazo a los inmigrantes extranjeros y a sus compatriotas meridionales, la Liga Norte sueña con un país llamado Padania, su versión de la protectora aldea primigenia blanca y cristiana.
Una amplia tolerancia social sopla a favor de los ultras. Aunque esté lejos de la realidad, su propaganda —los inmigrantes roban empleos, no pagan impuestos ni cotizan, abarrotan los ambulatorios, son culpables de la delincuencia y quieren cambiar nuestro modo de vivir— va calando como indiscutible. El centroderecha se va contaminando de sus ideas y sus propuestas. Por cierto, de modo suicida: la retórica y la política xenófobas de Sarkozy no han impedido el ascenso del FN; también en esto, la gente prefiere el original a la copia. Y, sin embargo, Sarkozy, erre que erre, soltó el pasado jueves la burrada de que Hollande busca en la segunda vuelta “el voto de las mezquitas”.
Por su parte, la socialdemocracia se acobarda, acepta jugar en los términos planteados por los ultras y pierde así el partido. Durante esta campaña griega, conservadores y socialistas siguen la agenda xenófoba propuesta por Amanecer Dorado y compiten por demostrar cuál de ellos sería más duro con los extranjeros sin papeles. Como si los males específicos de Grecia no vinieran del derroche especulativo de sus financieros, constructores, políticos y burócratas.
Primavera parda, pues, en Europa. Se anuncia que el Mein Kampf será publicado en Alemania por primera vez desde la II Guerra Mundial. La ultraderecha crece electoralmente en Francia y Grecia y tumba al Gobierno en Holanda. Y Anders Breivik, combatiente contra la “islamización” de Europa, exmilitante del ultraderechista Partido del Progreso y admirador del holandés Wilders, es juzgado por el doble atentado que, el pasado julio, mató a 77 personas en Noruega. Sí, hay ideas potencialmente asesinas.››
María Antonia Sánchez-Vallejo en Oportunistas de río revuelto [“El País” (15-XII-2018)] denuncia el travestismo nominal de la extrema (ultra) derecha mezclada de neofascismo y populismo nacionalista: Ataka (Bulgaria), Aurora Dorada (Grecia), AfD (Alemania) o Reagrupamiento Nacional (anterior Frente Nacional en Francia). Denominar de manera precisa a las nuevas fuerzas políticas que eclosionan en Europa provoca un debate sobre la pertinencia, o la inconveniencia, de algunos epítetos:
‹‹El ágora virtual en que vivimos genera convulsiones si el sujeto de
discusión es tan polémico como el éxito de un partido de extrema derecha en
unas elecciones autonómicas [Vox en Andalucía en diciembre de 2018]. De la
panoplia de argumentos —si es que un razonamiento cabe en un trino—, uno de los
más repetidos apunta a la contribución de los medios a la hora de incubar el
huevo de la serpiente, alegación que explicaría por sí sola el resultado (y
como si el silencio contribuyese puerilmente a deshacer los problemas y sus
causas). La polémica sobre esta supuesta propaganda involuntaria ha resonado
también en la cobertura de atentados de ETA o yihadistas.
Otros expresan una duda pertinente: ¿cómo llamarles? ¿Son fascistas o
simplemente fachas, esa apócope cañí que reduce a figura casi folclórica la
bestia parda? ¿Nazis, populistas, ultras? ¿Antisistema? Podrían barajarse más
calificativos en la apresurada taxonomía de esta Internacional insurgente, pero
tienden a la descalificación. A los socios menores del Gobierno búlgaro, entre
ellos Ataka, con un ideario ultranacionalista, antiglobalización, euroescéptico
y antislam apenas domeñado por su cuota de poder, se les acusa de reventar con
botes de humo una manifestación de madres de discapacitados que pedían ayudas
sociales, en una movilización inédita que ha puesto en jaque al Ejecutivo. Más
despreciable ha sido la actuación del viceprimer ministro, también ultra,
obligado a dimitir tras calificar a las mujeres de histéricas movidas por un
ánimo de lucro a costa del sufrimiento de sus vástagos.
En una categoría superior, la de los violentos de toda laya, aparecen los
matones (sic) de Aurora Dorada, tercera fuerza parlamentaria griega, y una
incógnita en las próximas elecciones, las primeras tras la eclosión de la
crisis migratoria en 2015 y el confinamiento en territorio heleno de decenas de
miles de extranjeros. Desde entonces, su cúpula es juzgada por asociación
criminal y el asesinato de un rapero antifascista por uno de sus militantes,
crimen del que la dirigencia era conocedora. A otro correligionario le salpica
estos días el homicidio de un aparcero albanés en Corfú, en una discusión por
Macedonia. Ellos se denominan “nacionalistas griegos”, pero su naturaleza
virulenta, tan afín al hooliganismo, los retrata.
El de AD no es el único caso de disimulo o travestismo nominal, pues el
carácter camaleónico —el disfraz del oportunismo— define este fenómeno. Sobre
Alternativa para Alemania, la Liga italiana o el Frente Nacional francés,
rebautizado Reagrupación Nacional para blanquear toda rémora ideológica, no es
necesario explayarse: llenan la calles, como demuestra la movilización de los ‘chalecos
amarillos’, que responde en parte a algunas consignas de Le Pen. Seguro que la
inmensa mayoría de los manifestantes no son fascistas, pero sus agitadores son
oportunistas de río revuelto, parásitos de la crisis sistémica que vivimos; en
una palabra, sí, fascistas.››