Domínguez, N. Más de 200 cadáveres desvelan que los cartagineses no eran fenicios. “El País” (23-IV-2025). Un análisis de ADN de 210 cadáveres de hace unos 2.500 años hallados en 12 cementerios púnicos en Cádiz, Málaga, Almería, Ibiza, Cerdeña o Túnez, ha permitido aclarar que los habitantes de estas colonias no tenían ningún parentesco genético con los fenicios originales de Tiro o Sidón en Oriente Próximo, aunque sí conservaban su lengua, cultura, religión y modo de vida basado en la agricultura y el comercio. En un ejemplo de globalización, la cultura fenicia no se expandió a través de una migración masiva, sino por transmisión cultural y asimilación por las gentes del Mediterráneo occidental y central, a partir de la base genética de las poblaciones locales más aportaciones del norte de África, Sicilia o Grecia, por lo que había una gran variedad genética entre las diversas colonias. Por ejemplo, en Baria (Villaricos, Almería), el ADN de varios cadáveres muestra que se trataba de una colonia de griegos con un alto nivel de endogamia: “Es una comunidad griega que vive en una ciudad púnica”.
Agencia EFE. Halladas en Israel cuatro espadas romanas
arrebatadas por rebeldes judíos.
“El País” (6-IX-2023). Las armas, probablemente de 132-136 dC, fueron
encontradas en la misma zona donde se descubrieron los Manuscritos del Mar
Muerto.
Díaz-Mas, Paloma. Breve historia de los judíos en España. Catarata. 2023. 224 pp. Reseña de Cebrián, Juan Luis. El antisemitismo en España. “El País” Babelia 1.670 (25-XI-2023).
González Ruibal, Alfredo. Tierra arrasada. Planeta. 2023. 512 pp. La arqueología de los pogromos medievales, como el de Tárrega, 210-215.
Jiménez Salazar, José (ed.). La realidad judía en la historia de España y su Diáspora. Biblioteca Sefarad y Marcial Pons. 2022. 496 pp.
Olaya, V. G. La estrella de Sefarad nunca se apaga. “El
País” (13-IV-2023). El hallazgo de una sinagoga medieval en Utrera evidencia lo
mucho que falta por investigar.
Bohórquez, Lucía. Un perdón tardío a los chuetas de Mallorca.
“El País” (2-XI-2023). Una proposición no de ley en el Parlamento de Baleares
reconoce la marginación que durante seis siglos padecieron los descendientes de
judíos conversos.
González Ruibal, Alfredo. Tierra
arrasada. Planeta. 2023. 512 pp. La arqueología bélica en el Sudán medieval
cristiano, 189-198.
Artículos.
Ruiz, D. El esqueleto de una niña de 13 años que confirma el mito de las Amazonas. “La Vanguardia” (24-VI-2020). [https://www.lavanguardia.com/cultura/20200624/481938645975/esqueleto-nina-13-anos-mito-amazonas-escita-arqueologia.html] Investigadores rusos descubren los restos de cuatro mujeres guerreras del siglo IV aC que formaban parte del pueblo nómada de los escitas.
Boccaletti, Giulio. Agua. Una biografía. Trad. de Margarita Estapé. Ático de los Libros. 2022 (2021 inglés). 500 pp. Explica la trascendental importancia del control del agua de los ríos Amarillo (Huang Ho) y Azul (Yangtsé) en el desarrollo de la civilización china a partir del Neolítico, cuando las comunidades de agricultores se asentaron en sus orillas y al cabo de unos pocos milenios surgieron los primeros reinos chinos Chia y Shang en el río Amarillo. [Boccaletti. Agua. Una biografía. 2022: 32-34, 46-47, 72-76.] Las políticas de control del agua de los ríos están en la base de las religiones más abstractas del primer milenio aC, en el contexto de un panteísmo naturalista, en el que los fenómenos ambientales son manifestaciones divinas, y por lo tanto en las civilizaciones hidráulicas había una tendencia a explicar las inundaciones y las crisis consiguientes como mensajes de los dioses [Boccaletti. Agua. Una biografía. 2022: 72.] Las políticas de control del agua de los ríos diferenciaron en China al taoísmo del confucianismo. El taoísmo era una práctica privada y contemplativa que buscaba un equilibrio del hombre con la naturaleza, y procuraba adaptarse a los ríos, de modo que las inundaciones no tuvieran grandes obstáculos para anegar amplias extensiones, lo que daba problemas relativamente asumibles porque las destrucciones periódicas no eran catastróficas, pero a condición de un amplio control social para redistribuir los alimentos y repartir las tierras una vez acabada la inundación. El confucianismo, por su parte, era una práctica más intervencionista en la naturaleza, con grandes obras de encauzamiento que exigían el uso masivo de mano de obra forzada, lo que daba mayores plazos sin sufrir inundaciones pero estas eran más destructoras porque el río domeñado excavaba en el lecho y lo hacía más profundo y apto para llevar un mayor caudal hasta que un día reventaba, causando daños enormes. [Boccaletti. Agua. Una biografía. 2022: 74-75.]