OP UD 45. LAS TRANSFORMACIONES DEL EXTREMO ORIENTE DESDE 1868 A 1949.
INTRODUCCIÓN.
JAPÓN
1. LA ERA MEIJI (1869-1912).
1.1. LOS ANTECEDENTES.
La estructura política, social y económica tradicional.
La intervención norteamericana (1853).
La crisis del régimen Tokugawa.
Los grupos reformistas.
1.2. LA REVOLUCIÓN MEIJI.
La era Meiji (1869-1912).
Las tres etapas.
Características de la Revolución Meiji.
Una interpretación de la Revolución Meiji (Takahashi).
1.3. LA POLÍTICA INTERIOR.
Las reformas (1869-1890).
La rebelión de 1877.
Los partidos.
Los gobiernos conservadores y nacionalistas.
1.4. LA POLÍTICA INTERNACIO NAL.
EL EXPANSIONISMO EN ASIA ORIENTAL
La primera guerra contra China (1895).
La intervención en la guerra contra los boxers (1900).
La guerra con Rusia (1904-1905).
La anexión de Corea (1905-1910).
Las relaciones con las potencias occidentales.
1.5. LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES.
ECONOMÍA.
SOCIEDAD.
2. LA ERA TAISHO (1912-1926)
Los gobiernos de partido (1918-1932).
La conferencia de Washington (1921-1922).
El auge nacionalista.
3. LA ERA SHOWA (1926...).
La guerra con China de 1931.
La victoria del militarismo sobre la democracia.
EL IMPERIALISMO JAPONÉS EN EL PACÍFICO: LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1941-1945).
CHINA
1. DE LA MONARQUÍA A LA REPÚBLICA (1868-1911).
LOS PROBLEMAS DE CHINA EN EL SIGLO XIX.
2. LA REPÚBLICA (1911-1949).
2.1. LA REVOLUCIÓN (1911).
2.2. LA DICTADURA DE YUAN CHEKAI (1912-1916).
Las reformas y el resurgimiento intelectual.
2.3. LA FRAGMENTACIÓN POLÍTICA (1916-1926).
2.4. EL KUOMINTANG.
Sunyatsen y el Kuomintang (1912-1925).
Chiang Kaishek: la lucha del Kuomintang contra los “señores de la guerra” y los comunistas (1926-1928).
La presión japonesa: Manchuria (1931).
La peripecia comunista.
2.5. LA GUERRA CHINO-JAPONESA (1937-1945).
2.6. LA GUERRA CIVIL (1946-1949).
3. LA REPÚBLICA POPULAR (1949).
La proclamación de la República Popular.
Las reformas.
Los problemas internos e internacionales.
COREA
1. COREA A FINALES DEL SIGLO XIX.
EL ENFRENTAMIENTO ENTRE RUSIA, CHINA Y JAPÓN.
2. EL DOMINIO JAPONÉS (1905-1945).
El movimiento de resistencia.
Una política japonesa de moderación.
El esfuerzo bélico en la II Guerra Mundial.
3. LA INDEPENDENCIA Y LA DIVISIÓN NORTE-SUR .
La independencia.
La división norte-sur.
La guerra de Corea (1950-1953).
INTRODUCCIÓN.
El término ‘Lejano Oriente’ es un concepto abstruso: en un sentido amplio podría comprender a todos los países asiáticos del Pacífico, desde Indonesia a Japón, pasando por Malasia, Tailandia, Indochina, China y Corea. Pero en nuestra interpretación, más estricta, se refiere específicamente a tres países, China, Japón y Corea, cuyos destinos se cruzaron y diferenciaron especialmente en el periodo 1868-1949. Por otra parte, aunque el enunciado prescribe la fecha de 1886 como inicio del periodo, creemos que se trata de un error. La fecha más importante del periodo es 1868, cuando comenzó la Revolución Meiji que trastornó completamente el Antiguo Régimen en Japón y le situó en la senda de la modernización, siendo un ejemplo para China y Corea, que estos países, más atrasados, no pudieron seguir.
Estudiaremos de modo diferenciado a cada uno de estos países, pues su posición de partida y su evolución fueron muy distintas, pese a que haya algunos rasgos comunes: su retraso a mediados del s. XIX, la presión política, comercial y militar de las potencias occidentales, la voluntad de modernización de parte de los grupos dirigentes, las revoluciones políticas que acabaron con los regímenes tradicionales (Japón en 1868, China en 1911 y 1946-1949), la modernización (capitalista en Japón, comunista en China, ambas en la repartida Corea, con resultados muy distintos), etc.
Resumen.
Japón, China y Corea vivieron en este periodo una difícil y distinta adaptación al mundo contemporáneo. Mientras el primero se modernizó, industrializó y expandió, hasta convertirse en una gran potencia mundial, los otros dos, dominados por fuerzas conservadoras, sufrieron una debacle. China fue desgarrada por las guerras civiles y las invasiones japonesas, mientras que Corea fue ocupada por los japoneses.
Japón.
La periodización japonesa diferencia en el Japón contemporáneo tres eras, Meiji, Taisho y Showa que corresponden a tres emperadores: Mutsu-Hito, Yoshi-Hito e Hiro-Hito. Es especial importante la primera, la era Meiji (1869-1912), por su duración y la magnitud de los cambios. La segunda (1912-1926) y la tercera (desde 1926) tienen una gran continuidad, pero también tienen características propias.
Se pueden definir tres grandes etapas en las que se sentaron los cimientos para la modernización del Japón y la formación del imperio japonés.
1) 1869-1877. Se abolió el régimen feudal, se vencieron a las fuerzas reaccionarias y se empezaron las grandes reformas.
2) 1877-1895. Se prosiguieron las grandes reformas, se crearon los partidos y se acordó una constitución (1889). Comenzó el expansionismo.
3) 1895-1912. Se consolidaron las reformas y el Japón se lanzó a una gran expansión imperialista.
El cambio tuvo estos rasgos principales:
- La restauración del poder del emperador a costa de la caída de la familia Tokugawa (se abolió el bakufu o shogunado).
- La reforma política, con una Constitución (1889) y un parlamento, según el modelo conservador alemán.
- La abolición del feudalismo de los príncipes y señores territoriales, lo que permitió la movilidad social.
- La occidentalización en leyes, costumbres, instituciones, ejército y armada, educación, sanidad, etc.
- La industrialización acelerada, a fin de asegurar la prosperidad del país y su independencia.
- La apertura comercial al exterior (ya comenzada con la apertura de los puertos a los buques extranjeros).
- El crecimiento de la población, de 26 millones en 1867 a 52 millones en 1913.
La era Taisho del emperador Yoshi-Hito (1912-1926) vivió cambios trascendentales: la intervención en la Gran Guerra (1914-1918) con el ascenso a gran potencia mundial, el auge económico pero seguido de una crisis (1920-1922), los primeros gobiernos auténticamente liberales (1918) pero seguidos de una reacción conservadora y militarista (1922).
Hiro-Hito abrió la era Showa (1926-1989), cuya larga duración llena la mayor parte del s. XX, con dos periodos completamente diferentes. En el primero (1926-1945), el país se deslizó por la senda del militarismo y el expansionismo hasta desembocar en las guerras contra China (1931 y 1937-1945) y en la Segunda Guerra Mundial (1941-1945). La derrota liquidó su imperio y el país fue ocupado. En el segundo (1945-1989), el Japón se liberalizó de un modo profundo (el emperador, perdida su divinidad, se convirtió en una figura representativa), y vivió el llamado “milagro japonés”, un crecimiento económico sin igual en la Histo ria por su intensidad y rapidez, pero no a través de la guerra, sino de la paz: el comercio, la tecnología, el trabajo...
China sufrió una grave crisis en todos los órdenes desde principios del s. XIX debido al incompetente absolutismo del régimen burocrático, el exceso de población, el déficit comercial exterior, el intervencionismo de las potencias extranjeras, las rebeliones de las masas campesinas, etc.
Desde las guerras del Opio, que pusieron al país a merced de los extranjeros, la dinastía manchú quedó desprestigiada y todos los problemas afloraron en el periodo de gran crisis de 1850-1875 (rebeliones de los Taiping, Nian y musulmanes). La victoria manchú fue de un costo terrible en vidas humanas y miseria. Las pocas reformas emprendidas en el periodo 1875-1895 fueron insuficientes y la decadencia china se mostró de nuevo en las derrotas en las guerras chino-japonesa (1894-1895), en la que se perdieron Formosa y Corea, y de los boxers (1900). El desastre fue muy costoso y anuló las posibilidades de China de seguir el modelo japonés de desarrollo. Además, los reformistas del régimen había sido exterminados en 1898 por la emperatriz Tsu Shi.
La revolución de 1911 puso punto final a la dinastía manchú, abolida en 1912 con el cese del emperador Pu Yi. Dos fuerzas se elevaron entonces: la reformista del partido Kuomintang de Sun Yatsen y la conservadora del poder burocrático-militar de Yuan Chekai, general y primer ministro del régimen manchú.
El pacto entre ambos permitió que Chekai fuera presidente de China (1912-1916), con una política autoritaria, no bastante reformista, que no logró parar la presión japonesa (1915) y desprestigió a Chekai. A su muerte siguió un largo periodo de caos (1916-1928), en el que el país se dividió en múltiples zonas en manos de los “señores de la guerra”. El partido nacionalista Kuomintang sólo dominó desde 1923 una pequeña zona del sur (Cantón) y consiguió integrar al partido comunista. La muerte en 1925 de Sun Yatsen y el nuevo liderazgo de Chiang Kaishek en el Kuomintang dieron paso en el periodo 1926-1928 a dos cambios: la lucha contra el partido comunista (que fue perseguido desde entonces por los nacionalistas) y la guerra de reunificación. En 1928 China volvía a estar unida, pero prosiguió el conflicto con los comunistas y el régimen estaba profundamente dividido y era incapaz de desarrollar las necesarias reformas (sobre todo faltaba la reforma agraria).
La presión extranjera volvió a actuar: en 1931 Japón ocupó Manchuria e instaló un protectorado, y en 1937 lanzó el ataque final, ocupando pronto el norte y gran parte de la costa. La guerra se prolongó (al unirse a la II Guerra Mundial) hasta 1945, provocando terribles bajas y la ruina de todo el país. Mientras, el Kuomintang y el partido comunista (dirigido por Mao Tsetung) pactaban una tregua para luchar contra el invasor.
Cuando terminó la guerra en 1945 el país estaba dividido: en el norte dominaba el partido comunista (apoyado por la URSS ), en el centro y el sur el Kuomintang (apoyado por EE UU). Al principio pareció que se impondría el segundo, pero la falta de un programa agrario puso a las masas campesinas en su contra. Los comunistas vencieron en la guerra civil (1946-1949), expulsaron a los nacionalistas (refugiados en Formosa) y proclamaron la República Popular (1949).
Corea.
La historia de Corea en el s. XIX se caracteriza por el gobierno autocrático de la dinastía Koryo (que gobernaba desde el s. XI bajo el vasallaje a China), el aumento y empobrecimiento de la población (casi toda rural, como la economía), el aislamiento exterior hasta los años 1880 y los intentos de las potencias occidentales y del Japón de intervenir y explotar el país. El imposible pacto entre las tendencias conservadoras (generalmente las dominantes) y reformistas impidieron que el país siguiera a tiempo el modelo japonés de reformas. Pese a ello, fueron firmados tratados de comercio y amistad con Japón (1876), y entre 1882 y 1886 con las otras potencias. En 1894-1895 la guerra chino-japonesa por la hegemonía en Corea acabó con la victoria de Japón, que debió retirarse por imposición rusa, pero la influencia japonesa aumentó tras su victoria en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905, ocupando Corea (1905) y, finalmente, anexionándosela (1910-1945).
El periodo de la ocupación japonesa se caracterizó por la dictadura política y la explotación económica: el 40% de las tierras pasaron a propiedad japonesa; el crecimiento agrario (sobre todo del arroz) e industrial (en 1939 el 39% del PIB era del sector secundario) favorecía sólo al ocupante, mientras la población coreana se empobrecía.
La oposición nacional anti-japonesa fue muy fuerte: en 1919 se declaró la independencia y se formó un gobierno provisional en el exilio, en 1925 se fundó el partido comunista, fueron frecuentes las manifestaciones y las huelgas.
Durante la II Guerra Mundial los comunistas promovieron un fuerte movimiento guerrillero en el norte y se formó un ejército coreano, que luchó al lado de los chinos. Las conferencias de El Cairo y Potsdam establecieron la futura independencia unitaria de Corea, pero cuando en 1945 EE UU y la URSS ocuparon respectivamente el sur y el norte de la península, con el paralelo 38 como línea divisoria, e impusieron regímenes políticos y económicos contrarios, esto dio origen a dos Estados: la Re pública de Corea (sur) y la República Democrática Popular de Corea (norte), que se enfrentaron en 1950-1953 en la Guerra de Corea, con el apoyo de los dos grandes Bloques.
JAPÓN
La periodización japonesa diferencia en el Japón contemporáneo tres eras, Meiji, Taisho y Showa que corresponden a tres emperadores: Mutsu-Hito, Yoshi-Hito e Hiro-Hito. Es especial importante la primera, la era Meiji (1869-1912), por su duración y la magnitud de los cambios. La segunda (1912-1926) y la tercera (desde 1926) tienen una gran continuidad, pero también tienen características propias.
1. LA ERA MEIJI (1869-1912).
1.1. LOS ANTECEDENTES.
La estructura política, social y económica tradicional.
A mediados del s. XIX Japón era todavía un país de régimen feudal en el que los bushi (las clases guerreras) controlaban a las demás clases sociales. La sociedad estaba formada por cuatro clases sociales: daimios, samuráis, comerciantes y campesinos.
La pirámide del poder social la formaban:
- El emperador (el mikado o tenno), con un poder religioso más que político, con capital en Kioto.
- El shogun (el generalísimo de los militares), que controlaba la burocracia y la aristocracia, en un sistema llamado bakufu o shogunado, con capital en Edo. Pertenecía a la dinastía Tokugawa (un clan aristocrático de una región costera que había logrado la hegemonía en el s. XVII).
- La nobleza cortesana (kuge).
- Los grandes señores provinciales dueños de las tierras y el poder (daimios).
- Los guerreros (samuráis).
- En la base de la estructura social estaba el pueblo (heimin) dividido en los burgueses, la inmensa mayoría campesina y los parias (eta, hinin).
Era un país superpoblado, que había padecido hambres terribles desde el s. XVIII. La economía agraria, dedicada fundamentalmente a la producción de arroz, estaba en manos de una clase terrateniente de origen militar. La burguesía comercial dominaba las ciudades. El país, por imposición política del shogun, estaba cerrado al comercio exterior, las ideas y la cultura de Occidente, salvo a través de la factoría holandesa de Nagasaki (desde 1640).
La ideología era una mezcla de budismo, confucianismo y sintoísmo (culto a los antepasados), que favorecían el gran respeto al emperador de todos los japoneses.
Los comienzos del Japón moderno están marcados por dos acontecimientos revolucionarios, que transformaron el Japón en una nación moderna. El primero fue la intervención norteamericana en 1853, que abrió los puertos al comercio internacional. El segundo, y definitivo, fue la Revolución Meiji (1868).
La intervención norteamericana (1853).
Las potencias occidentales (sobre todo Rusia y EE UU) pretendían desde principios de siglo (Rusia desde 1792) la apertura de Japón al comercio exterior. La iniciativa la tomaron los norteamericanos: en 1853 llegó a la bahía de Edo una expedición naval bajo el mando del comodoro Perry, que amenazó con bombardear la capital, Edo. La intervención de la armada estadounidense obligó al shogun Tokugawa en el Tratado de Kanagawa (31-III-1854) a abrir dos puertos al comercio, estableciendo aduanas, jurisdicción propia y funcionarios. Siguieron acuerdos con Gran Bretaña, Francia y Rusia. Los privilegios a los comerciantes extranjeros hicieron que el comercio del arroz fuera liberado y la exportación hizo que el precio se multiplicara por seis entre 1859 y 1865, con grandes beneficios para los comerciantes pero hambre para la población. Las reacciones xenófobas provocaron represalias humillantes (bombardeos de los puertos), que desprestigiaron al shogun.
La crisis del régimen Tokugawa.
La intervención extranjera fue sólo una chispa que prendió en un proceso muy anterior de descomposición del régimen. Había un gran descontento social contra el régimen Tokugawa, desde los señores feudales a los comerciantes y campesinos. Fracasaron los intentos del shogunado de pactar una transacción que le mantuviese en el poder y la situación se complicó al morir en 1958 el shogun Iesada sin herederos y disputarse el poder varios grupos del clan Togukawa, hasta que se impuso Yoshinobu (Keiki), último shogun, con el apoyo francés, mientras que los británicos apoyaban la alianza del emperador y los reformistas (daimios y samuráis del sur, organizados por los clanes militares de Chosu y Satsuma, y apoyados por los clanes Tosa, Hizen y otros). En este contexto de crisis, y crecientemente aislado y tras sufrir derrotas en las provincias (1866), el shogun entregó en noviembre de 1867 el poder al emperador Mutsu-Hito, con la esperanza de permanecer como primer ministro.
Pero los reformistas no aceptaron el plan, ocuparon el palacio imperial y proclamaron la restauración del pleno poder del emperador (3-I-1868), que se instaló en Edo (cambió su nombre por Tokio).
A continuación aplastaron la oposición de las fuerzas conservadoras del shogunato, mayoritarias en el norte, en la batalla de Toba-Fushimi (27-I-1868) y, por fin, los últimos Togukawa se rindieron en el norte (XI-1868) y su flota en el puerto de Hakodate (V-1869). La represión fue muy suave (incluso el ex-shogun recibió una pensión y en 1903 fue nombrado príncipe), lo que favoreció la pacificación.
Los grupos reformistas.
Había un complejo marco de grupos reformistas. Sólo una élite dirigió y empujó el movimiento, pero contó con el respaldo o la aceptación de una amplia mayoría social.
- Parte de los poderosos señores de la periferia (tozama daimio), dirigidos por la importante familia Mito, desafiaron al bakufu y, aliados con otras fuerzas, fueron el poder dirigente del cambio. En general, la nobleza del sur era reformista mientras que la del norte era conservadora. Los reformistas pretendían no sólo compartir el poder político, sino acceder a las fuentes de riqueza de la industria y el comercio que podrían desarrollarse con la revolución, como comprobaron desde 1853. Pero no estaban interesados en perder sus tierras, lo que redujo el alcance de la reforma agraria.
- La nueva y poderosa clase de comerciantes que vivían del comercio interno del arroz dominaba las finanzas del Japón y deseaba el cambio. Tenía por deudores a la mayoría de los señores provinciales y también a la familia feudal Tokugawa, pero no poseía poder social ni político y comprendía que sus posibilidades de crecimiento económico eran mínimas, por lo que favorecía la apertura del Japón, el cambio de gobierno y el desarrollo del comercio exterior. La apertura comercial desde 1854 aumentó extraordinariamente su riqueza y les impulsó a pedir más.
- También existía un creciente descontento entre el campesinado, cuyo nivel de vida había bajado notablemente debido al aumento de población durante dos siglos y medio de paz y a la pesada carga parásita de los guerreros, los samuráis. La abolición del feudalismo suponía una gran mejora social para los campesinos, aunque no consiguieran la propiedad de las tierras.
- Los nacionalistas que querían mantener la independencia del país. En el contexto de la crisis de 1854, el temor de que el Japón fuese pronto convertido en una colonia de algún país occidental, como había ocurrido con la mayor parte del resto de Asia, provocó un cambio ideológico incluso en muchos de los beneficiarios del sistema tradicional, muchos de los cuales decidieron transigir con las reformas, pues tanto los tradicionalistas como los pro-occidentales sabían que, para ser independientes, debían adoptar los medios militares occidentales.
1.2. LA REVOLUCIÓN MEIJI.
La era Meiji (1869-1912).
La Revolución Meiji, impulsada por estas fuerzas políticas y sociales y dirigida por el emperador Mutsu-Hito (nacido en 1852, emperador desde II-1867, al morir el emperador Komei, hasta 1912) desde su toma del poder, cambió radicalmente el destino del Japón. Su reinado fue denominado Meiji Tenno (época de la luz del emperador), anunciando el “programa de la nueva era” en 1869, por lo que fue llamado periodo o era Meiji (1869-1912). El emperador se apoyó en una reducida oligarquía, en su mayor parte samuráis jóvenes del Oeste, así como varios nobles de Kioto. Su poder se basó en dos elementos: el Genro (Consejo de ancianos, “poder invisible detrás del trono”) y la divinidad del Tenno.
Las tres etapas.
Se pueden definir tres grandes etapas en las que se sentaron los cimientos para la modernización del Japón y la formación del imperio japonés.
1) 1869-1877. Se abolió el régimen feudal, se vencieron a las fuerzas reaccionarias y se empezaron las grandes reformas.
2) 1877-1895. Se prosiguieron las grandes reformas, se crearon los partidos y se acordó una constitución (1889). Comenzó el expansionismo.
3) 1895-1912. Se consolidaron las reformas y el Japón se lanzó a una gran expansión imperialista.
Características de la Revolución Meiji.
El cambio tuvo estos rasgos principales:
- La restauración del poder del emperador a costa de la caída de la familia Tokugawa (se abolió el bakufu).
- La reforma política, con una Constitución (1889) y un parlamento, según el modelo conservador alemán.
- La abolición del feudalismo de los príncipes y señores territoriales, lo que permitió la movilidad social.
- La occidentalización en leyes, costumbres, instituciones, ejército y armada, educación, sanidad, etc.
- La industrialización acelerada, a fin de asegurar la prosperidad del país y su independencia.
- La apertura comercial al exterior (ya comenzada con la apertura de los puertos a los buques extranjeros).
Una interpretación de la Revolución Meiji (Takahashi).
El extraordinario desarrollo del Japón, según el historiador marxista Takahashi, fue posible por el paso del feudalismo al capitalismo. La Revolución o Restauración Meiji fue un equivalente parcial a la Re volución francesa: se disolvió el antiguo régimen feudal y señorial, y se modernizó el Estado, pero fue una revolución dirigida desde arriba, que no suprimió la propiedad feudal, sino que la reformó. Los campesinos, ahora arrendadores, continuaron dominados por los antiguos señores, que ahora tenían una propiedad privada absoluta. El Estado, con estas raíces sociales, lejos de ser liberal, siguió siendo absolutista y oligárquico pese a sus formas aparentes, lo que explica gran parte del nacionalismo conservador y agresivo que marcará la posterior historia japonesa. Precisamente, la reforma agraria de 1945 impuesta por EE UU tuvo como objetivo quebrar las relaciones económicas y sociales feudales que pervivían y posibilitar así un futuro democrático al Japón.
Hubo dos fuerzas actuantes: la interior (un desarrollo previo de las fuerzas de producción, en contradicción con el antiguo sistema político y social) y la exterior. La conjunción de ambas en un periodo concreto explica la rapidez e intensidad del proceso y que fuera entonces y no antes ni después cuando ocurrió. Si Japón hubiera esperado unos decenios más hubiera quedado demasiado en desventaja ante el imperialismo occidental y el proceso tal vez hubiera abortado.
1.3. LA POLÍTICA INTERIOR.
Se empezó con la “Carta del Juramento” (IV-1868), una declaración de principios del emperador. Eran cinco artículos en los que se consagraba el liberalismo social y económico.
Las reformas (1870-1890).
Las reformas fueron rápidas (se concentraron en dos decenios) y muy eficaces:
- La abolición del feudalismo y de la servidumbre (1871) y), con la igualdad jurídica de todos los japoneses. Se compensó a la nobleza (daimios, samuráis) con pensiones estatales. Se profundizó con la reforma agraria (1873), que repartió gran parte de la tierra entre pequeños y medianos propietarios, y el resto en arrendatarios.
- Reforma administrativa (1871). Los feudos de los daimios fueron sustituidos por distritos administrativos (kens o provincias, de número variable).
- La creación de un ejército moderno (1872-1873), según los modelos alemán y francés (servicio militar obligatorio, estado mayor, armamento moderno, disciplina prusiana, supresión del privilegio samurái). Fue dirigido por Yamagata Aritomo, un gran organizador. También se creó una poderosa armada con barcos de acero, según el modelo británico.
- La reforma (1872, 1873) de la Hacienda (impuestos sobre la riqueza rústica y urbana) y la moneda (yen) según el modelo norteamericano, y creación del Banco del Japón. Gracias a la reforma, el país nunca tuvo problemas de deuda, aunque suscribió empréstitos extranjeros. Pero en los años 1870 debió imprimir mucho papel moneda y redujo las pensiones estatales, lo que provocó una reacción de los descontentos.
- Reforma legal e institucional (1872). Con modelos occidentales se crearon con urgencia los códigos legislativos (civil, penal, mercantil), el sistema judicial, la policía, el servicio postal, los primeros ferrocarriles, la prensa, la sanidad.
- La reforma de la educación (1872) según el modelo norteamericano fue especialmente importante. La educación obligatoria y la creación de universidades y laboratorios aseguraron la preparación profesional de los trabajadores y empresarios. Se becaron estudiantes en el extranjero y se atrajeron técnicos y profesores occidentales (unos 3.000 h. 1890). Pero la educación tenía unos fines muy concretos: la formación profesional y el fomento del nacionalismo y de la disciplina social.
La rebelión de 1877.
Las reformas fueron aplicadas con algunas resistencias. La reducción de las pensiones estatales y la abolición de los privilegios feudales, más la carga de los impuestos de la tierra empujaron a muchos samuráis y campesinos pobres a rebeliones, sobre todo la gran rebelión de 1877 (o de Satsuma, febrero-septiembre 1877), dirigida por el reformista Saigo Takamori, del clan Satsuma, descontento con el reparto del poder y con el pacifismo, que pensaba que la solución para los samuráis era la conquista de Corea, planificada en 1873 pero descartada después por el gobierno. La rebelión fue aplastada en Kagoshima por el nuevo ejército de reclutas, tras lo que fue abolida la casta de los samuráis.
Los partidos.
Dentro de los nuevos grupos dominantes, basados en las tradicionales familias, pronto se formaron clanes, que derivaron lentamente en partidos según el modelo occidental. Pese a sus nombres, todos eran conservadores (defendían los intereses de distintos clanes y zaibatsu, y se diferenciaban sólo en cuanto a sus intereses y al alcance de las reformas).
- El partido liberal radical (Jiyuto), de Itakaki, apoyado en la clase propietaria rural y que propugna un orden parlamentario que respete el poder imperial.
- El partido liberal progresista (Kaishinto), de Okuma, apoyado en las clases económicas superiores y favorable a reformas de tipo occidental.
- El partido conservador (Teiseito), de ideología militarista, nacionalista, xenófoba. Rechazaba la influencia occidental y las reformas económicas y sociales, para defender una expansión militar en el continente.
Estos partidos y otros se reorganizaron desde 1900 y cambiaron de nombres (Jiyuto, Kaishinto, Teiseito se reconvirtieron en Seiyukai, Kenseikai, Minseito...) debido a escisiones y fusiones, de acuerdo a los intereses de los grupos económicos.
Las fuerzas liberales presionaron en busca de un gobierno parlamentario. El proceso, iniciado en 1875 y acelerado en los años 1880, se fue configurando con medidas como una Cámara Alta (1884), el nombramiento de un primer ministro por el emperador (1885), la creación de un Consejo Privado (1888), y al fin Ito Hirobumi (primer ministro varios veces, del clan Chosu) hizo aprobar la Constitu ción (1889), que establecía una monarquía constitucional hereditaria, un parlamento dividido en una Cámara Alta y una Dieta Nacional, un voto censitario (apenas un 1% de la población). Era el modelo del sistema parlamentario alemán, de atribuciones muy amplias para el poder ejecutivo, lo que permitió a los clanes burocráticos seguir dominando el poder. Esto supuso que el régimen constitucional fracasara a la larga, por la falta de una verdadera participación popular y de una alternancia política por el voto. La burocracia y los generales serían los factores decisivos del poder. Pero la Consti tución consolidó a Japón entre las “naciones civilizadas”, lo que le situó de pronto en el concierto internacional.
Los gobiernos conservadores y nacionalistas.
Sólo gobernaba una pequeña élite de conservadores, fuesen burócratas o militares. La posibilidad de un gobierno liberal fue obstruida por el auge del nacionalismo. La política, desde los años 1890, será conservadora: el periodo de las grandes reformas de los años 1870-80 se cerró, aunque no se revocaron las medidas anteriores. Por ejemplo, la libertad de prensa fue sólo formal: los medios de comunicación, controlados por los grupos financieros, inculcaron en las masas el nacionalismo y un compromiso de sacrificio por la nación.
En 1900 fue promulgado un decreto imperial que disponía que sólo los oficiales de más alta graduación eran aptos para ser ministros de Guerra y de Marina. Esto dio a los militares un poder de veto casi absoluto sobre los funcionarios civiles en el Gobierno.
El movimiento socialista creció en la marginación, desde la fundación del Partido Socialista (1882) y varias asociaciones obreras en los años 1890, pero las huelgas y la posición pacifista de los socialistas en la guerra ruso-japonesa llevó al Gobierno a reprimirlos y prohibirlos en 1910, con ocasión de un pretendido complot del anarquista Denjiro para asesinar al emperador. El temor al radicalismo continuó en Japón y fue empleado por los conservadores para aplastar posteriores movimientos democráticos entre 1920 y 1940.
1.4. LA POLÍTICA INTERNACIONAL.
Japón salió pronto de su aislamiento diplomático, firmando en los decenios de 1870 y 1880 nuevos acuerdos con China, Rusia, EE UU, Gran Bretaña, Francia, pero hasta finales de siglo no se logró modificar las cláusulas de los “tratados injustos” de mediados de siglo (en especial la extraterritorialidad).
EL EXPANSIONISMO EN ASIA ORIENTAL.
Los clanes militares de Chosu (ejército) y Satsuma (marina), aliados con los zaibatsu, promovieron muy pronto una política de expansión en Asia. Lo primero fue ocupar las islas Riu Kiu (1872) y Bonin (1873), un dominio reconocido después. Firmó un tratado con Rusia que reconocía la soberanía japonesa sobre las islas Kuriles (1875) y de Rusia sobre la isla de Sajalin. En 1876 una expedición naval obligó a Corea a la apertura comercial (se copió el método que Occidente había usado con Japón).
La primera guerra contra China (1894-1895).
Siguieron las primeras victorias militares. La intervención de tropas chinas y japonesas en Corea para sofocar una revuelta fue aprovechada para atacar a China (1894-95) y vencer en el conflicto terrestre y naval en Corea. La paz de Shimonoseki reconocía a Japón la conquista de Formosa, Port Arthur y las Islas Pescadores, más ventajas comerciales en China y que Corea, ahora independiente, quedaba en su zona de influencia. Esta victoria atrajo la atención internacional sobre Japón, de modo que Rusia, Alemania y Francia presionaron (1895) para que devolviera la península de LiaoTung (Port Arthur).
Poco después se lanzó un programa de construcción naval de una flota mucho más poderosa.
La intervención en la guerra contra los boxers (1900).
Japón envió tropas en apoyo de las potencias occidentales para reprimir la revuelta de los bóxers en China (1900). Así, consolidó su presencia en el concierto internacional con su alianza con Gran Bretaña (1902) en igualdad.
La guerra con Rusia (1904-1905).
Luego disputó a Rusia el dominio de Manchuria, alcanzando una histórica victoria sobre los rusos en la guerra de 1904-1905. Tras las batallas de Port Arthur, Mukden y la gran victoria naval de Tsushima, la paz de Portsmouth le dio el sur de la isla de Sajalin y el control de Corea y Manchuria. Estos acontecimientos demostraron que Japón era una gran potencia económica y militar en Asia y desataron la euforia nacionalista.
La anexión de Corea (1905-1910).
Corea fue conquistada y de hecho anexionada después de 1905 (completamente en 1910) y comenzó una emigración colonizadora a este nuevo territorio.
Las relaciones con las potencias occidentales.
En este periodo mejoraron las relaciones con Francia y Rusia (1907). Por contra, las relaciones de Japón y EE UU se complicaron con las victorias sobre China y Rusia y el aumento de la influencia japonesa en Asia, especialmente respecto a dos problemas: la rivalidad comercial en China y la emigración japonesa a EE UU (especialmente a California, que la cadena periodística Hearst intentó que se prohibiera), que se limitó por EE UU en 1907. Hubo una gran tensión, que se alivió con el acuerdo (1908) de reducir voluntariamente la emigración.
1.5. LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES.
Las transformaciones económicas y sociales fueron espectaculares y los procesos comenzados durante la segunda mitad del s. XIX continuaron actuando a lo largo de los primeros decenios del s. XX.
ECONOMÍA.
El gobierno orientó la economía hacia la industrialización, convirtiéndose en la primera nación industrializada de Asia, pero cuidando que también aumentase la productividad del campo. Aunque la mejora fue visible ya en los años 1870 el gran periodo de despegue fue 1886-1905.
- El crecimiento de la producción agraria, gracia a que se acabó con el feudalismo en el campo con una moderada reforma agraria, que mejoró la situación del campesinado, pero dejando la mayor parte de la propiedad en manos de los antiguos señores, que vivían de sus arrendatarios (en 1920 el 50% de las tierras eran arrendadas).
- La iniciativa de los empresarios, tanto de los pequeños y medianos como de los grandes. Hubo una fiebre de creación de empresas.
- La enorme capacidad de ahorro del pueblo japonés. Su austeridad permitió depender muy poco de la deuda extranjera.
- El proteccionismo a las empresas, formadas inicialmente con capital público y que luego eran cedidas al privado (desde 1881).
- Se adaptó la tecnología más reciente de Occidente.
- Se promovió la educación y adoctrinamiento de una excelente fuerza de trabajo, barata, disciplinada e industriosa.
- La industria para el consumo doméstico siguió siendo básicamente artesanal durante algún tiempo, pero se tecnificó la industria textil (seda, algodón), dedicada a la exportación. En los años 1890 se estableció la industria pesada.
- Los ferrocarriles y la modernización de los puertos y la flota crearon un amplio mercado interno y favorecieron el comercio exterior.
- El éxito económico produjo una concentración de capital en manos de una reducida élite financiera. Desde 1893 poderosos monopolios (los grupos zaibatsu de las familias Mitsui, Yasuda, Sumitomo...) llegaron a dominar la mayor parte de la industria, la flota mercante, los bancos...
- El comercio exterior se fue nacionalizando progresivamente. En 1880 dependía de empresas extranjeras en un 90%, pero en 1890 era un 80% y en 1900 un 60% Se reconquistaba la independencia económica.
SOCIEDAD.
Rasgos de la nueva sociedad fueron:
- El aumento de la población. En la era Meiji la población se dobló al pasar de 26 millones habitantes en 1867 a 52 millones en 1913.
- El éxodo rural. Las ciudades industriales y comerciales multiplicaron su población. En 1920 Tokio tenía 2 millones de habitantes y Osaka más de 1 millón.
- El descenso de la influencia de los propietarios rurales frente a los burgueses.
- El desequilibrio entre la minoría de altos ingresos (pero poca ostentación de lujo) y las clases populares.
- La reducción del poder de los guerreros samuráis, aunque pervivió su prestigio; sus ideales y su modo de vida austero (el código bushido) prendieron entre toda la población.
- La occidentalización de la cultura y las costumbres, al mismo tiempo que se respetaban las tradiciones. Fue una difícil amalgama, no exenta de tensiones, que explica en gran parte el militarismo y la xenofobia que fueron los peores rasgos del nacionalismo japonés en la primera mitad del s. XX.
2. LA ERA TAISHO (1912-1926).
La era Taisho del emperador Yoshi-Hito vivió cambios trascendentales: la intervención en la Gran Guerra (1914-1918) con el ascenso a gran potencia mundial, el auge económico pero seguido de una crisis (1920-1922), los primeros gobiernos auténticamente liberales (1918) pero seguidos de una reacción conservadora y militarista (1922).
El poderío de Japón aumentó durante la I Guerra Mundial en la que intervino para apoderarse (1914) de las colonias alemanas en el Pacífico (islas Marianas, Carolinas y Marshall) y en China (Tsingtao), que le fueron entregadas oficialmente en la paz de de 1919. Se aprovechó de la situación para imponer a China las “21 peticiones” (18-I-1915), consiguiendo que le cedieran el control político, económico y militar del norte del país.
Los años de la guerra fueron de una prosperidad sin precedentes, gracias a la exportación a los mercados que los aliados tuvieron que desatender durante el conflicto. Se convirtió en una nación acreedora, con una excelente balanza de pagos y pasó a ser una de las cinco grandes potencias mundiales.
Antes de terminar la guerra, se unió a los EE UU y otros aliados en una expedición a Siberia (1918) contra los bolcheviques y ocupar Vladivostok y el norte de Sahalin.
Al mismo tiempo, Japón explotó la situación para fortalecer su posición en Manchuria.
Los gobiernos de partido (1918-1932).
Al final de la guerra hubo un grave malestar social (el aumento de los precios, el crecimiento del paro, la disminución del crecimiento económico), con un resurgir del liberalismo. El líder liberal conservador Hara Takashi formó el primer gobierno de partido en 1918. Era un cambio importante, porque hasta entonces habían gobernado primeros ministros salidos de los clanes burocráticos. Empero, la alternancia de liberales conservadores y nacionalistas hasta 1932 fracasó ante la falta de un consenso sobre las reformas y por el auge del nacionalismo en los años 1920. Una prueba del problema: de los once primeros ministros de este periodo, sólo seis fueron hombres de partido, y tres fueron asesinados en sus mandatos: Hara (1921), Hamaguchi (1930), Inukai (1932).
No obstante, hacia 1918 el país parecía desear la paz y el fin de la agresión en Asia, así como el aislamiento (un fenómeno paralelo al que propugnaba la opinión pública en los EE UU).
La conferencia de Washington (1921-1922).
El auge nacionalista.
Pero esta etapa pacifista duró poco. Resurgieron las fuerzas más conservadoras por dos motivos:
- La crisis económica, causada por el fin de la guerra mundial y la pérdida de parte de los mercados internacionales (por la falta de calidad de los productos japoneses de entonces y por el proteccionismo de las potencias). Esto hizo aumentar de la agitación social. Ya en 1921 fue asesinado el primer ministro Hara Takashi. El príncipe Hiro-Hito, regente desde 1921 por la demencia de su padre, sufrió un atentado (lo que se consideró un atentado contra Dios).
- El nuevo auge del nacionalismo tras la victoria en la guerra mundial. Los militares y los círculos nacionalistas consideraron que el acuerdo de Washington era una derrota diplomática.
En 1922 los conservadores formaron un gobierno a fin de controlar el orden público, asegurar el dominio de las clases dominantes contra las reformas sociales que pretendían los liberales y los campesinos, y reemprender la política expansionista. Los conservadores desviaron la tensión social hacia el odio del extranjero y en este contexto xenófobo la ley de Inmigración de EE UU (1924) violó el acuerdo de 1908, disgustó a los japoneses y reforzó el menosprecio de sus líderes hacia las normas internacionales.
Todavía en 1925 los liberales lograron una reforma sustancial: el sufragio universal masculino. Se dictó un “Decreto de salvaguarda de la paz”, y se entró en el Consejo de la Socie dad de Naciones (1926), pero las tensiones del sistema político eran insoportables y desde entonces el país caerá en un creciente antiliberalismo y expansionismo.
3. LA ERA SHOWA (1926...).
Hiro-Hito abrió la era Showa (1926-1989), cuya larga duración llena la mayor parte del s. XX, con dos periodos completamente diferentes. En el primero (1926-1945), el país se deslizó por la senda del militarismo y el expansionismo hasta desembocar en las guerras contra China (1931 y 1937-1945) y en la Segunda Guerra Mundial (1941-1945). La derrota liquidó su imperio y el país fue ocupado. En el segundo (1945-1989), el Japón se liberalizó de un modo profundo (el emperador, perdida su divinidad, se convirtió en una figura representativa) y vivió el llamado “milagro japonés”, un crecimiento económico sin igual en la Histo ria por su intensidad y rapidez, pero no a través de la guerra, sino de la paz: el comercio, la tecnología, el trabajo...
EL GOBIERNO DE LOS MILITARES Y EL EXPANSIONISMO.
Los primeros años fueron de relativa tranquilidad. Eran los “felices años 20” (1924-1929). La economía todavía se sostenía y los intereses de los grupos económicos no parecían en peligro. Pero ya el general conservador Tanaka, primer ministro (1927-1929), elaboró un plan (1927) de “positiva” expansión, para lograr la hegemonía sobre Asia.
Pero las dificultades de la posguerra se incrementaron con la crisis de 1929, que repercutió en Japón de una manera muy dura, al reducirse la exportación de seda a EE UU (su producto y su mercado más importantes). Entonces, los capitalistas y militares japoneses analizaron la situación y decidieron aplicar el plan Tanaka tras llegar a las siguientes conclusiones:
- Japón tenía una población excesiva para su territorio: había pasado de 47 millones de habitantes en 1905 y 52 millones en 1913 a 65 millones en 1930 y seguiría creciendo, por lo que sus recursos naturales pronto no bastarían para sostener a la población.
- Su industria, para continuar su desarrollo, no disponía de suficientes materias primas en su propio país, ni podía superar la competencia tecnológica de las grandes potencias industriales, ni entrar en los mercados coloniales europeos.
La única solución que les pareció eficaz fue conquistar nuevas tierras, en China y el sureste asiático. Desde entonces, los militares belicistas dominaron completamente en los gobiernos y aplicaron una política de armamento y fomento de las exportaciones, lo que permitió superar pronto los efectos de la Depresión y convenció a los líderes de que el expansionismo era la solución definitiva.
La guerra con China de 1931.
Ya en 1931, tras una guerra fácil y breve con la enorme pero débil China, los japoneses ocuparon Manchuria, que convirtieron en un protectorado (de hecho, una colonia desarrollada de modo muy eficaz con grandes inversiones), gobernada por un títere, el último emperador chino Pu Yi. Japón se retiró de la So ciedad de Naciones en 1933, cuando esta le amenazó con sanciones.
La victoria del militarismo sobre la democracia.
El terrorismo nacionalista atacó a los dirigentes moderados y fueron asesinados los primeros ministros Hamaguchi (1930) e Inukai, este en el golpe de estado de mayo de 1932, que fracasó en lograr la toma del poder, pero que les dio a los militares el predominio sobre los políticos. Más tarde fueron asesinados tres ministros (II-1936): incluso los conservadores moderados estaban aterrorizados por los extremistas. Cuando los liberales ganaron las elecciones de 1936 hubo un golpe de estado en Tokio, a duras penas sometido por el gobierno.
Pero los gobiernos siguientes (Hirota en 1936, Fumimaro en 1937), presididos por burócratas relacionados con los partidos conservadores y los militares, eran abiertamente militaristas. La nación fue dominada por las doctrinas expansionistas, gracias al triunfo en Manchuria y las victorias en China en 1937.
Japón firmó un pacto anticomunista con Alemania (1936) y luego volvió a agredir (VII-1937) a China, en donde en 1937-1938 conquistaron gran parte del norte y de la costa. Las atrocidades japonesas (genocidio en la ciudad de Nankín) eran parte de un plan de dominio racial de los pueblos sometidos, que era paralelo a los planes nazis en Europa. Esta guerra duró (1937-1945) hasta el fin la guerra mundial, pero se estancó desde 1938, con un gran costo en bajas humanas y dinero, lo que exacerbó el militarismo japonés. El ejército dominó aun más la vida política. El país vivía una histeria nacionalista, promovida por la conciencia de la “misión nacional”, la “guerra santa” en China, el servicio al emperador. Todo esto se demostró cuando el primer ministro Konoe logró la aprobación de la ley de Movilización Nacional (III-1938), que daba al gobierno plenos poderes para planificar la economía y la política. Era el mismo modelo que el empleado por Hitler en Alemania (1934).
Desde entonces se impuso la censura de prensa y la represión de los intelectuales y disidentes. Se llegó a la prohibición paulatina de los partidos políticos con el pretexto de sus graves escándalos financieros, llegando Konoe a reunir los partidos en la “Nueva Estructura”, un modelo de “partido único” en 1940, con el fin de unir todos los esfuerzos del país para la “misión”. Era el fin de la democracia parlamentaria.
EL IMPERIALISMO JAPONÉS EN EL PACÍFICO: LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1941-1945).
El estallido de la II Guerra Mundial en Europa proporcionó al Japón más oportunidades para la agresión, pues la atención mundial estaba alejada de Asia. Cuando el poder militar alemán se movió hacia la URSS , el Japón se unió al Eje (1940) y emprendió la tarea de establecer un gran imperio económico y político en Asia, que le diese el control de los mercados y las fuentes de suministro de fuentes de energía y materias primas. Pero era imposible sin la guerra, pues EE UU no podía permanecer neutral ante esta expansión. A la ocupación japonesa de Indochina respondió con sanciones comerciales: prohibición de comercio de petróleo y materias primas esenciales. Exigía la retirada japonesa de Indochina e incluso de China. La economía japonesa podía ahogarse pronto.
Los círculos militares optaron en septiembre por plantear la guerra contra los EE UU. El general Tojo se convirtió en primer ministro (X-1941) y ordenó el ataque (6-XII-1941) a la base estadounidense de Pearl Harbour y luego a las colonias occidentales en el sureste asiático: Filipinas, Malasia, Indonesia.... Fue un grave error de cálculo. En la guerra del Pacífico con los EE UU y sus aliados, tras los primeros grandes éxitos, estancados en China y excesivamente extendidos en el Pacífico, los japoneses tuvieron que combatir durante casi cuatro años, cada vez en peores condiciones desde la derrota de Midway (VI-1942). Los norteamericanos progresaron de isla en isla hasta llegar a cercar el país, que fue bombardeado por la aviación durante meses desde finales de 1944. Finalmente, el Japón capituló en agosto de 1945, después del bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki y de la entrada de la URSS en la guerra contra Japón.
2.3. LA OCUPACIÓN AMERICANA.
El general MacArthur fue nombrado comandante supremo de las fuerzas aliadas para la ocupación del Japón (1945-1951). Fue un acontecimiento histórico: el país nunca había sido ocupado por un invasor. Fue un gran éxito político, económico y social, que recuperó rápidamente al país para el concierto de las naciones democráticas y prósperas.
La primera fase de la ocupación (1945-1946) se dedicó a la desmilitarización del país, el castigo de los criminales de guerra y la purga de los elementos imperialistas, pero se respetó al emperador, lo que garantizó la estabilidad interna, aunque perdió su divinidad.
La segunda fase (1946-1951) fue de rehabilitación y democratización, con grandes cambios, tales como la reestructuración de la administración y la promulgación de una nueva Constitución (1946), muy democrática. El primer ministro Yoshida gobernó con acierto en el periodo. Se liberaron los presos políticos y se formaron los partidos actuales, se reformó la policía y la educación (mayor autonomía a las unidades locales). La reforma agraria fue un gran éxito, al redistribuir la tierra de los propietarios absentistas a los agricultores que la trabajaban. Se abolieron los monopolios financieros (zaibatsu), aunque estos se recuperaron en los años 50. Pese a la derrota, se había mantenido lo esencial del espíritu de disciplina e iniciativa del pueblo japonés y además su mano de obra seguía siendo abundante, barata y preparada, lo que abocó a una rápida recuperación económica, basada en la industria y el comercio.
La recuperación económica (el “milagro japonés”) fue prodigiosa desde 1950, bajo el gobierno del partido Liberal Democrático (PLD), y Japón se ha convertido, a finales del s. XX, en la tercera gran fuerza económica mundial (tras EE UU y la Unión Europea ), aunque con la creciente amenaza del ascenso chino, que hacia 2010 parece que le ha reemplazado. Si este enorme crecimiento ha sido posible, es, pese a sus graves desequilibrios, gracias al proceso que comenzó en 1853.
CHINA
1. DE LA MONARQUÍA A LA REPÚBLICA (1868-1911).
LOS PROBLEMAS DE CHINA EN EL SIGLO XIX.
La superpoblación y la debilidad económica de China en el s. XIX se juntaban con su atraso cultural, científico y técnico y la incapacidad del régimen de emprender reformas. Era el país más poblado y rico del mundo en el s. XVIII, con conciencia de ser el “centro del mundo”, pero en los primeros decenios del s. XIX fue superado por Occidente en poder económico, tecnológico y militar, y pronto sufrió el imperialismo.
Desde la conquista manchú a mediados del s. XVII el país era un gigante inmovilista y cerrado al exterior, gobernado por un régimen político absolutista. El emperador era una figura simbólica, pero con poder divino, que se apoyaba en la aristocracia manchú, que dominaba las mejores tierras, la amplia burocracia, que oprimía a la población de etnia china con fuertes impuestos, y el ejército, con oficiales que dependían de sus sueldos. Las reformas, aunque necesarias, eran imposibles desde el interior del sistema porque se temía que abrir el proceso derrumbaría el propio sistema (por una mayor dependencia de los odiados extranjeros y por el paro que provocaría una modernización de la producción). Faltaban un líder y un grupo de dirigentes unidos en la tarea de las reformas, como lo hubo en Japón. En suma, la mayoría de los dirigentes se negaron a cambiar su modelo de sociedad, que consideraban la más maravillosa del mundo. Mientras, la situación empeoraba.
Los británicos habían vencido a los chinos en la guerra del opio de 1840-1842 y conseguido la posesión de Hong Kong y la apertura de varios puertos, dominando el comercio chino de la seda y del té, productos comprados a cambio de una droga (el opio). Así abrieron paso a las demás potencias occidentales (Rusia, Francia, Alemania, EE UU...) en los decenios siguientes, que ocuparon los territorios periféricos (Rusia al norte, Francia en Indochina, Alemania en el puerto de Tsingtao) e impusieron la política de “puerta abierta”: el dominio comercial con la apertura de puertos y la división del país en grandes zonas de influencia económica, con condiciones de privilegio que afectaban a la soberanía china (barrios extranjeros en Shanghai, jurisdicción sobre sus nacionales, derechos de aduanas, instalación de tropas y buques de guerra en el interior del país). En la guerra de 1856-1858 Francia y Gran Bretaña amplían sus privilegios. Mientras, Rusia ocupa amplias zonas en Asia Central y el norte del río Usuri (tratado de Aigun, 1858). La entrada de manufacturas con una tasa aduanera de sólo un 5% arruinó al artesanado urbano y rural. Todo ello hundió el prestigio y el poder de la dinastía manchú.
Las revueltas sociales, que se multiplicaron en el periodo 1850-1875 (Taiping en el sur, Nian en el norte, musulmanes en el oeste) provocadas por el hambre y la opresión manchú eran constantes. Sobre todo la rebelión Taiping (1850-1864) había convulsionado el país y si los numerosos grupos rebeldes no terminaron ya en el s. XIX con la dinastía manchú fue porque estaban desunidos y por el apoyo occidental a la dinastía que les favorecía.
En este contexto, el nacionalismo chino creció entre dos polos: el reformismo, que comprendía que sin una occidentalización de la sociedad no había defensa posible, y el conservadurismo, que anhelaba defender su cultura tradicional. Los intentos de pequeñas reformas que se hicieron en el periodo 1875-1895 fracasaron debido a la falta de consenso y continuidad. Además, los jefes administrativos y militares de las regiones, aupados durante las guerras del periodo 1850-1875, constituyen poderes regionales propios, apoyados por las potencias extranjeras de sus zonas respectivas, y desobedecen las órdenes del gobierno central. Esta fragmentación regional, de hecho, continuará a grandes rasgos hasta 1928.
Mientras tanto, las fronteras exteriores retrocedían por la presión de las potencias extranjeras y la debilidad china: los protectorados o reinos vasallos de Tibet, Mongolia, Corea y Vietnam se pierden de hecho o de derecho en este periodo. En 1874 los japoneses atacan Formosa y ocupan las islas Ryu-Kyu. Se pierde la soberanía sobre el reino de Vietnam, tras la guerra con Francia (1884-1885). En 1887 Portugal consigue la anexión definitiva de Macao. Y así muchas humillaciones más.
El desastre de la guerra con Japón (1894-1895) llevó en el Tratado de Shimonoseki a que China tuviese que pagar una fuerte indemnización, más la entrega de Formosa y las Islas de los Pescadores, y abandonar su anterior control sobre Corea.
Las potencias se aprovecharon de la debilidad china para conseguir nuevas concesiones. Francia, Alemania, Gran Bretaña y Rusia ocuparon puertos y pequeños territorios estratégicos en la costa (1898).
Entonces un pequeño grupo de intelectuales reformistas, encabezados por Kang Youwei y apoyados por el joven emperador Kuang-si, se hicieron con el gobierno e intentaron seguir el ejemplo japonés de la Revolu ción Meiji. Son los “cien días de reformas” (27-VI a 22-IX 1898) en enseñanza, agricultura, defensa... pero fracasaron en alcanzar un consenso y, al chocar con la resistencia de los conservadores la conservadora emperatriz-madre, Tzu Hsi, hizo ejecutar a seis de los reformistas y liquidó el intento.
La emperatriz, en cambio, alentó entonces la fracasada y sangrienta revuelta xenófoba de los bóxers (1900), que fue duramente reprimida por las potencias occidentales y China fue castigada con una enorme indemnización, que arruinó las finanzas del país. Además, Rusia ocupó Manchuria. La derrota supuso el fracaso de la vía conservadora. Para intentar remediar la situación sólo quedaban las reformas o una revolución contra la dinastía.
La victoria de los japoneses sobre los rusos (1905) y su expulsión de Manchuria (que pasó a ser dominada por los japoneses) animó a los chinos, decididos a luchar contra los “tratados desiguales” y las “nuevas ideas” venidas de Europa, que continuaban extendiéndose. Pero para ello había que cambiar el país y la propia emperatriz Tzu Hsi fue obligada desde 1903 a realizar las mismas reformas rechazadas en 1898, pero que ya eran tan insuficientes que no contentaron a la oposición. Se crearon ministerios y asambleas provinciales, se publicó el presupuesto, se reformaron la enseñanza y los exámenes de la administración...
El principal líder opositor, es el médico Sun Yatsen (1866-1925), que fundó una asociación (1894), y la coalición republicana Tongmenhui (1905, antecedente del Kuomintang fundado en 1912), con tres principios: nacionalismo (contra la dinastía manchú y los extranjeros), democracia (república con soberanía popular) y socialismo (reforma agraria y un impuesto sobre la riqueza). Era apoyado por la burguesía de los puertos, los estudiantes que volvían de Europa y las comunidades chinas del exterior. Este movimiento, confuso y poco organizado, promovió revueltas en 1905-1911.
En Pekín el emperador niño Pu Yi, de diez años, reemplazó a Tzu Hsi (1908) y, en estos últimos años del régimen los partidarios del regente, conservadores, se opusieron a los del general reformista Yuan Chekai, a los poderes regionales, a los reformistas monárquicos (refugiados en Japón). La desunión favoreció la revolución. En estos años los propietarios de tierras abandonaron a la dinastía manchú, hartos de su incapacidad y agobiados por los impuestos.
2. LA REPÚBLICA (1911-1949).
2.1. LA REVOLUCIÓN.
En mayo de 1911 el Gobierno decidió la nacionalización de todos los ferrocarriles provinciales y privados. Fue la señal para la rebelión, con revueltas y manifestaciones (Sechuan) y, sobre todo, la rebelión militar —fomentada por dos asociaciones secretas— en Wuchang (10-X-1911), que se extiende por todo el país, sin control, en un movimiento espontáneo. Yuan Chekai es llamado a la capital para reprimir la rebelión pero se hace con el poder y negocia con Sun Yatsen. En diciembre los delegados reunidos en Nankín eligen presidente provisional de la Repú blica China a Sun Yatsen, que la proclama el 1-I-1912, pero consciente de la debilidad de su partido y ante la negativa de las potencias a concederle un empréstito, aceptar entregar la presidencia a Yuan Chekai, quien cuenta con el apoyo de los militares y la burocracia, a condición de que acepte la República y fuerce al emperador a abdicar.
2.2. LA DICTADURA DE YUAN CHEKAI (1912-1916).
El poder fue tomado, con el voto del Senado, por el general reformista Yuan Chekai, que dominaba el ejército y la burocracia, y que contaba con el apoyo de las potencias occidentales. Tras obtener la abdicación del emperador Pu-yi (14-II-1912), Chekai fue designado presidente y gobernó como un dictador militar: aplasta una rebelión de los gobernadores regionales (1913), disuelve (10-I-1914) el Parlamento dominado por el Kuomintang, promulga una constitución autoritaria y prohíbe el Kuomintang (1914), prorroga su mandato diez años, restablece temporalmente el imperio en su persona (1-I-1916).
Sus reformas fueron demasiado moderadas, sin tocar la estructura de la propiedad ni de la administración, pero se intentó la modernización del país. El Gobierno es incapaz de resistir la presión del Japón, que se apoderó de las posesiones alemanas en China e impuso a esta las “21 peticiones” (18-I-1915), consiguiendo el control político, económico y militar del norte del país.
La presión japonesa, el nacionalismo chino, la oposición republicana del Kuomintang, la crisis económica, las ambiciones de los generales de provincias, etc. eran problemas insuperables para el nuevo régimen. Gran parte de los gobernadores regionales se sublevaron a principios de 1916, declarándose independientes, y Chekai renunció y poco después murió (VI-1916).
Las reformas y el resurgimiento intelectual.
El nuevo régimen, pese a su inestabilidad política (Chekai sólo gobernó entre 1912 y 1916, mientras que entre 1916 y 1928 sólo hubo un gobierno de nombre, instrumentalizado por los señores de la guerra, las potencias occidentales y Japón), promovió o consintió muchas reformas, que se desarrollaron gracias a la iniciativa de muchas personalidades en los poderes regionales y locales. Así, China se abrió realmente desde este momento a Occidente. Además, la pobreza china había reducido sus importaciones de tal modo que dejó de ser un objetivo interesante para las potencias occidentales. Su comercio exterior era inferior al de muchos países pequeños. La presión exterior había sido tan excesiva que había dejado de ser rentable y se abandonó el país a los intereses japoneses.
Con todo, la economía se modernizó bastante en los años 1920, gracias a las inversiones de capital extranjero, que proseguía una dinámica ya muy anterior (empréstitos, inversiones en ferrocarriles y empresas mineras e industriales, de comercio y banca). La producción aumentó notablemente y se desarrolló una clase empresarial activa. Con la industrialización favorecida por la I Guerra Mundial, entre 1914 y 1919 la población obrera pasó de uno a 3 millones. Pero era un impulso insuficiente: sólo una reforma agraria hubiera creado un mercado interior suficiente para la industrialización y gran parte de los beneficios salían al extranjero. Finalmente, la depresión de 1929 y, sobre todo, las guerras civiles y las chino-japonesas de los años 1930, aplastarían este desarrollo incipiente.
En los decenios siguientes muchos estudiantes fueron becados para estudiar en EE UU y Europa. Técnicos, médicos, profesores occidentales llegaron a China, mientras los misioneros incrementaron su presencia. El movimiento de renovación cultural llevó al abandono de la lengua clásica y del confucianismo. La moderna literatura china nació entonces (Lu Hsun, Hu Shih), así como una nueva corriente de pensamiento influida por las ideas occidentales y fuertemente marcada por la Revolución de Octubre rusa (Chen Tuhsiu, Li Tachao).
Después de la muerte de Chekai le sucedió el caos, con multitud de poderes regionales y locales, ya formados en su mayoría desde finales del siglo anterior, y que sólo mantenían una obediencia nominal al gobierno central. Mientras, el nacionalismo chino seguía vivo. Al final de la guerra mundial, el Tratado de Versalles reconoció a Japón la sucesión en los derechos de Alemania en China y eso provocó una manifestación estudiantil contra la presión japonesa (4-V-1919). Fue la señal para un vasto movimiento nacionalista antijaponés, llamado “Movimiento 4 de mayo”, que actuó con boicots y huelgas. De este movimiento surgió en 1921 el partido comunista y el impulso de regeneración del Kuomintang, que le permitiría vencer en 1926-1928, además de que en el Tratado de Washington (II-1922) China consiguió que Japón renunciase a sus derechos sobre Tsingtao y a las “21 peticiones”.
Mientras, desde 1916 el país se desintegraba en una serie de feudos militares de los “señores de la guerra”, como los mariscales Chang Tsolin (Manchuria), Feng Yuhsiang y Wu Peifu. China fue asolada por continuas luchas civiles entre las coaliciones de estos militares, que formaron un gobierno ficticio en Pekín hasta 1928, mediante comisarios que les representaban. Algunos de los “señores de la guerra” siguieron políticas reformistas, pero su desunión imposibilitaba el desarrollo chino.
2.4. EL KUOMINTANG.
Sunyatsen y el Kuomintang (1912-1925).
Sun Yatsen, exiliado en Japón en 1913, siguió luchando y después de varios fracasos en Shanghai y Cantón (1917, 1921) y un exilio en Japón, por fin instala en Cantón (III-1923) un Gobierno nacionalista, con la ayuda de la URSS , que le proporcionó consejeros y material bélico. El partido comunista, fundado (1-VII-1921) por Chen Tuhsiu, Li Tachao y Mao Tsetung con los intelectuales izquierdistas, se integró en el Kuomintang, reformado según el modelo soviético de frente popular como partido único en la zona que dominaba (I Congreso, Cantón, 1924). El ejército se reorganizó en la Acade mia de Whampoa y se prepararon reformas sociales (Tres Principios del Pueblo). Pero se volvió a romper la unidad del partido cuando Sun Yatsen murió en Pekín (1925), donde estaba negociando con el Gobierno del Norte.
Chiang Kaishek: la lucha del Kuomintang contra los “señores de la guerra” y los comunistas (1926-1928).
Wang Chingwei y el general Chiang Kaishek (cuñado de Sun Yatsen) se disputaron su sucesión, hasta que este triunfó en un golpe de Estado (III-1926). Su programa era reunificar China bajo un gobierno autoritario y un partido único, y emprender reformas sociales y económicas para modernizar el país y afrontar el expansionismo japonés.
Aprovechando una oleada nacionalista en China, desencadenada por la represión británica de una manifestación en Shanghai (1925), Chiang reunificó China desde su pequeña base en el sur. Expulsó a los comunistas del Gobierno (III-1926) y esto le dio el apoyo de la burguesía y varios “señores de la guerra” que temían perder su poder si no se le unían. Entonces emprendió la “campaña del norte” contra los demás “señores de la guerra” (VII-1926) y realizó la progresiva conquista del país. Primero atacó el centro y tomó Nankín (IV-1927), donde situó su capital (hasta 1937) y eliminó al ala izquierda del Kuomintang, atacando a los comunistas en Shanghai (IV-1937), lo que da comienzo a la II guerra civil (1927-36). Luego atacó el norte y, por fin, el Kuomintang tomó Pekín (1928), unificando el país. Pero su triunfo se debía tanto a las victorias militares como a la integración en sus filas de la mayoría de los “señores de la guerra” secundarios, lo que tendrá graves consecuencias futuras. De hecho, Chiang Kaishek será sólo el jefe militar supremo, aunque apoyado en su partido único y sostenido por la burguesía y los grandes propietarios agrarios.
En estos años Chiang se moderó considerablemente en su nacionalismo progresista, luchando a la vez contra las rebeliones militares, los comunistas y los japoneses. Pese a los conflictos internos, al bandolerismo en las provincias y al pillaje militar, el país en los años 1928 y primeros 30 se industrializó y mejoró sus comunicaciones y la burguesía se enriqueció y consiguió controlar el poder local suplantando a la antigua burocracia. Pero Chiang pospuso la reforma agraria que había preconizado Sun Yatsen y así cometió el error que destruiría su régimen a largo plazo, pues la miseria del campo llegó a extremos inconcebibles.
La presión japonesa: Manchuria (1931).
Una vez en Pekín, el Kuomintang chocó con las pretensiones de Japón sobre Manchuria, donde un “señor de la guerra” había sobrevivido. Chiang Kaishek quería la paz, consciente de su debilidad y porque estaba en plena lucha contra los comunistas. Japón provocó el incidente de Mukden (18-IX-1931) y ocupó sin resistencia china la región de Manchuria, donde creó el imperio-protectorado de Manchukuo (1-III-1932), dirigido nominalmente por el emperador manchú Pu Yi. Japón también ocupó brevemente Shanghai (I-1932), de donde se retiró por la presión occidental, y permanentemente la región de Yehol al norte de la Gran Mu ralla, después de la evacuación china (30-V-1933).
La peripecia comunista.
Al estallar la guerra civil en 1927 los comunistas se dividieron en dos grupos: el de Mao Tsetung quería una revolución campesina, el otro pretendía una revolución urbana o pactar con el Kuomintang (obedeciendo las órdenes de Stalin) y esperar a que el desarrollo industrial creara las condiciones de una futura revolución. Este grupo fue casi aniquilado por el Kuomintang en Shanghai (IV-1927) y durante el periodo de “terror blanco” que siguió.
Los comunistas se apoyan desde 1927 en el campesinado (85% de la población) y se asientan en amplias zonas rurales, donde expropian las tierras y las reparten entre los campesinos. En una larga lucha (1931-1934) el Kuomintang aniquila la Repú blica Popular de Ruijin (en el sur), por lo que Mao emprende la Lar ga Marcha (X-1934 a X-1935), de 12.000 km hasta la provincia norteña de Shaansi, donde consiguirá defenderse mejor (aunque no contó con ayuda soviética hasta 1945) y comenzar la reforma campesina, al tiempo que luchaba contra el Kuomintang y los japoneses.
Había un gran malestar militar y nacionalista por la política defensiva de Chiang ante los japoneses y sus fracasos ante Mao. Mientras se dedicaba a atacar a los comunistas, por otro lado (empujado por los cuatro grandes grupos económicos que le ayudaban) pactaba con los japoneses y reconocía su dominio sobre el norte (acuerdos de Danggu, V-1933, y Ho-Umezu, V-1935). Los comunistas, por contra, aglutinaban un gran movimiento nacionalista antijaponés y conseguían que muchos soldados renunciasen a luchar contra ellos.
Finalmente, Chiang fue hecho prisionero (XII-1936) en Sian por los jefes militares del norte, que le presionan para que cese la guerra civil y se alie con los comunistas para emprender reformas y defender al país contra los japoneses. Entonces el dirigente comunista Chu Enlai les convence para que le liberen y pacta con él unir sus fuerzas, bajo el mando de Chiang, contra los japoneses.
2.5. LA GUERRA CHINO-JAPONESA (1937-1945).
Al fin la guerra chino-japonesa estalló (7-VII-1937), con el incidente del puente de Marco Polo en Pekín.
En la guerra, las tropas chinas, mal equipadas y mal mandadas, se retiraron en 1937 de Pekín, Shanghai, Cantón, Wuhan y la capital Nankín, tras sufrir enormes pérdidas. El Gobierno se refugió en Chungking (Sechuán) y resistió en el interior y el sur (excepto la costa). Japón contaba con ganar una guerra rápida, pero se encontró frente a una larga guerra y una activa guerrilla comunista, siendo sus fuerzas insuficientes.
Por el otro lado, el Gobierno títere pro-japonés de Wang Chingwei administró los territorios ocupados, al servicio del esfuerzo militar japonés. En 1942 y 1944 dos ofensivas japonesas extendieron su dominio por el sur y aislaron más a China.
Desde 1936 el Kuomintang y el partido comunista se habían aliado, pero Chiang Kiashek lo hizo a regañadientes y sus relaciones pronto se debilitaron por el gran crecimiento de la guerrilla comunista en la retaguardia japonesa. Ya en 1938, en plena derrota, lo atacó de nuevo, como en otras ocasiones hasta junio-julio 1943 (por ejemplo, en 1941 bloqueó las zonas rojas) y sólo la presión norteamericana le obligó a pactar de nuevo y a luchar juntos hasta el fin de la guerra en 1945. Ambos bandos se reforzaron a la espera de la derrota japonesa y del inevitable conflicto civil posterior. Pero si los comunistas luchaban con valor y disciplina, los ejércitos nacionalistas del Kuomintang se corrompieron con la masiva ayuda económica norteamericana y mantuvieron una estrategia defensiva frente a los japoneses.
La contraofensiva del Kuomintang y de los comunistas en el verano de 1945 hizo retroceder apenas un poco a los nipones, pero la capitulación japonesa de agosto de 1945 puso fin al conflicto.
2.6. LA GUERRA CIVIL (1946-1949).
La capitulación desencadenó una carrera entre nacionalistas y comunistas por desarmar a los japoneses y ocupar las regiones más importantes. Los nacionalistas, apoyados por la aviación norteamericana, parecieron ganar, pero los comunistas también se engrandecieron en el norte, hasta englobar 100 millones de habitantes.
Era un poder menor en comparación, pero el prestigio de los comunistas era alto por su disciplina, su honestidad y eficacia administrativa en las regiones liberadas, su reparto de las tierras y su estrategia ofensiva contra los japoneses. En cambio, el prestigio de los nacionalistas era escaso, por todo lo contrario: indisciplina, corrupción, ineficacia, negativa a una reforma agraria o a leyes sociales, la política dictatorial, la inflación. Todo esto hizo que gran parte de los intelectuales y de la arruinada burguesía apoyaran a los comunistas, como ya lo hacía el campesinado.
Los intentos de mediación de EE UU fracasaron y estalló la III guerra civil en julio de 1946. Los nacionalistas tenían un ejército más numeroso y mejor equipado, y ocuparon amplias zonas, pero no consiguieron destruir al ejército rojo, que rehuía el combate abierto y luchaba en guerrillas, hasta que Mao atacó en el verano de 1947 sobre las extendidas líneas nacionalistas en el norte. En el otoño de 1948 se apoderó de Manchuria y de todo el norte, causando grandes bajas al contrario.
Entonces Chiang dimitió como presidente, pero el vicepresidente Li Tsung fracasó en sus tentativas de armisticio. El gobierno nacionalista fue incapaz de hacer frente a los comunistas. Regiones y unidades enteras se incorporaron a la zona roja incluso sin combate. Entonces el ejército rojo franqueó el Yangtsé (20-IV-1949), se apoderó de Nankín y Shanghai y luego del sur y del oeste del país, que quedó totalmente ocupado en enero de 1950, con excepción de la isla de Formosa, donde se refugió el Gobierno nacionalista de Chiang Kaishek y parte de su ejército, bajo la protección de EE UU.
3. LA REPÚBLICA POPULAR (1949).
La proclamación de la República Popular.
El establecimiento de la República Popular de China en 1949 marcó el momento crucial de la historia moderna de China. Tras un siglo de graves conflictos y de creciente desintegración interna, problemas por lo común provocados y agravados por agresores externos, China se hallaba gobernada por dirigentes que tenían una visión clara de la sociedad que deseaban crear. Independientemente de los excesos y fracasos posteriores a 1949, sin olvidar la represión sistemática de gran parte de la población, han de reconocerse logros fundamentales y es que la experiencia moderna de China no debe juzgarse sólo en contraste con los avances contemporáneos de sus vecinos de Asia Oriental (el asombroso éxito económico y democrático de Japón, Corea del Sur y Taiwán ante el relativo estancamiento chino), sino también en contraste con su propio pasado.
La conquista de Beijing (31-I-1949) fue seguida por la pronta caída del resto del país, de modo que el 1 de octubre del mismo año se proclamó la República Popular de China y comenzó de inmediato la implantación del comunismo.
Las reformas.
Una de las máximas preocupaciones del nuevo régimen era la economía, especialmente el aumento de la producción agrícola y la creación de una sólida base industrial. El logro de tales objetivos dominó el transcurrir de la política interior. A principios del decenio de los 50, China siguió de cerca el modelo soviético de planificación económica dirigida, tras la firma el 14 de febrero de 1950 por Mao y Stalin del tratado de “Amistad Eterna”. Muy importante fue la ley de reforma agraria de 28 de junio de 1950 que aseguró una base sólida al PCCh en el campo.
Los problemas internos e internacionales.
En diciembre de 1951 comenzó la primera campaña de movilización ideológica, de los “Tres Contras” (contra la corrupción, el despilfarro y la burocracia), seguida en marzo de 1952 por la de los “Cinco Contras” (que ampliaba el campo de la represión comunista).
La primera gran purga de los moderados (partidarios de la propiedad agraria privada) se realizó en 1954, mientras los intelectuales eran llamados al orden en el I Congreso Nacional del Pueblo, que aprobó una nueva Constitución, al tiempo que Mao era promovido a la presidencia de la Repúbli ca.
En sus relaciones exteriores, el nuevo régimen comunista rápidamente se estableció en el escenario mundial, aunque no dispuso del inmediato reconocimiento de Estados Unidos y fue excluido de las Naciones Unidas (en beneficio de la China nacionalista, reducida a Taiwán en 1949). La guerra de Corea fue la primera prueba de la potencia militar china, en lucha con los EE.UU. y acabó con una derrota parcial, aceptada en el armisticio de 27 de julio de 1953.
COREA.
1. COREA A FINALES DEL SIGLO XIX.
La historia de Corea en el s. XIX se caracteriza por el gobierno autocrático de la dinastía Koryo (que gobernaba desde el s. XI bajo el vasallaje a China), el aumento y empobrecimiento de la población (casi toda rural, como la economía), el aislamiento exterior hasta los años 1880 y los intentos de las potencias occidentales y del Japón de intervenir y explotar el país. El imposible pacto entre las tendencias conservadoras (dominantes en la Corte y el grupo místico Tonghak) y reformistas (Partido de la Independencia o de la Renovación ) impidieron que el país siguiera a tiempo el modelo japonés de reformas. Pese a ello, fueron firmados tratados de comercio y amistad con Japón (1876), y entre 1882 y 1886 con EE UU, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Rusia y Francia.
EL ENFRENTAMIENTO ENTRE RUSIA, CHINA Y JAPÓN.
En el último tercio del s. XIX el interés del Japón por Corea volvió a renacer. En 1876 Japón obligó a Corea a establecer relaciones comerciales, y en 1884 fomentó una rebelión contra la corte. Por su parte los chinos ayudaron a los conservadores coreanos, lo que dio origen a un conflicto armado, que terminó con el Tratado de Tiensín (1885), con la promesa de que chinos y japoneses retirarían sus fuerzas armadas.
El acuerdo fue violado por las tropas chinas, que irrumpieron en la península (1894) para ayudar a reprimir una rebelión en el sur. Japón lo consideró una provocación y desencadenó una guerra entre Japón y China, en territorio coreano. En sucesivas batallas, los japoneses derrotaron a los chinos y la guerra terminó con una victoria completa en 1895. China tuvo que pagar una fuerte indemnización a Japón, más la entrega de Formosa y las Islas de los Pescadores, mientras que Japón vio limitadas sus ansias de anexión de territorios en Corea por las potencias europeas. Durante siete años los rusos desafiaron a los japoneses en su intento de conseguir una mayor influencia en Corea. Finalmente, en 1904 Japón declaró la guerra a Rusia, y tras su victoria (1905) Corea fue forzada a convertirse en un aliado japonés.
2. EL DOMINIO JAPONÉS (1905-1945).
Después de la derrota rusa (1905), los japoneses instalaron en Corea un residente general para que gobernara el país. En 1907 el rey fue obligado a abdicar en su hijo, un débil mental. En 1910 los japoneses se anexionaron definitivamente Corea, poniendo fin a su independencia y a la dinastía Yi, que había durado cinco siglos. Un gobernador general japonés nombraba los cargos administrativos más importantes, mientras el cuerpo asesor consultivo, el chusuin, formado por coreanos, apenas si era tenido en cuenta.
El periodo de la ocupación japonesa se caracterizó por la dictadura política y la explotación económica: el 40% de las tierras pasaron a propiedad japonesa; el crecimiento agrario (sobre todo del arroz) e industrial (en 1939 el 39% del PIB era del sector secundario) favorecía sólo al ocupante, mientras la población coreana se empobrecía (su ración anual de arroz bajó de 126 kg en 1912 a sólo 73 en 1936).
El movimiento de resistencia.
Los coreanos no aceptaron con sumisión la dominación japonesa, y durante diez años los patriotas organizaron una resistencia armada, que fue reprimida por la fuerza. El 1 de marzo de 1919 (siguiendo los principios nacionalistas de la política internacional posterior a la I Guerra Mundial), 33 de los más eminentes coreanos firmaron una proclama de independencia y la enviaron al gobernador general. Este acto fue el principio de un movimiento general de protesta contra la ocupación japonesa, con grandes manifestaciones en la primavera, pero que fue sofocado en mayo.
Una política japonesa de moderación.
En 1919 fue nombrado un nuevo gobernador general y se inició una política más moderada hacia los coreanos: se ablandó la ocupación y se promovieron la industrialización, las carreteras y ferrocarriles, aunque prosiguió la represión cultural. En 1925 se fundó el partido comunista, que se opuso a la ocupación japonesa. El gobierno coreano en el exilio (Shanghai) intentó ser reconocido sin éxito por la Sociedad de Naciones. La crisis de 1929 repercutió en la situación social, con grandes huelgas en 1931 (30.000 huelguistas).
El esfuerzo bélico en la II Guerra Mundial.
Durante la II Guerra Mundial los comunistas promovieron un fuerte movimiento guerrillero en el norte y se formó un ejército coreano, que luchó al lado de los chinos.
Las necesidades bélicas japonesas se hicieron sentir en Corea: cientos de miles de obreros fueron trasladados al Japón y a las islas del Pacífico, casi 200.000 mujeres fueron raptadas como esclavas sexuales, la economía se militarizó.
3. LA INDEPENDENCIA Y LA DIVISIÓN NORTE-SUR .
La independencia.
La división norte-sur.
El país fue dividido provisionalmente en dos zonas, tomando como frontera el paralelo 38. Ambas potencias impusieron regímenes políticos y económicos contrarios. Al Norte se hizo cargo del poder un Comité Popular provisional (II-1946) controlado por los comunistas. Al Sur había dos fuerzas políticas, el partido comunista, contraria a la intervención estadounidense, y el Gobierno provisional de Corea, retornado del exilio, y presidido por Syngman Rhee, a quien EE UU puso al frente de un Consejo Democrático Representativo, substituido en octubre de 1949 por una Asamblea Legislativa interina, controlada por EE UU.
El primer intento de conseguir la unidad de Corea fue la Conferencia de Moscú (XII-1945), que decidió la creación de una comisión de estudio, disuelta sin que consiguiera elaborar unas bases para la unificación. El problema de la unificación fue llevado a la ONU en septiembre de 1947. Rusia propuso la retirada de las fuerzas de ocupación de EE UU y la URSS , dejando al pueblo coreano en libertad de elegir sin interferencias su Gobierno, mientras EE UU fue partidaria de la celebración inmediata de elecciones bajo la supervisión de la ONU , triunfando esta propuesta. Las elecciones se hicieron en el Norte y en el Sur, con las respectivas victorias de Kim Il Sung, nuevo presidente de la República Democrática Popular de Corea (septiembre de 1948), y Syngman Rhee, nuevo presidente de la República de Corea (julio de 1948), pero la reunificación fue imposible debido a los irreconciliables sistemas políticos y económicos.
La guerra de Corea (1950-1953).
Durante los años siguientes las escaramuzas a lo largo del paralelo 38 fueron constantes, hasta desembocar en 1950 en la guerra de Corea, cuando el norte invadió el sur. La intervención de EE UU y de las fuerzas de la ONU , y la compensatoria invasión china, restablecieron la situación anterior. El largo conflicto (junio de 1950-julio de 1953) tuvo efectos desastrosos para el país: murieron un millón de personas y resultaron destruidas la mayoría de las instalaciones industriales y vías de comunicación, ahondando además la separación entre el Norte y el Sur. El armisticio de Panmunjon (1953) puso fin a la guerra, sancionando la división de Corea, y la Conferencia de Ginebra (1954), reunida para discutir la reestructuración de las penínsulas de Corea e Indochina, no llegó a ninguna conclusión sobre Corea.
BIBLIOGRAFÍA.
Documentales / Vídeos.
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Libros.
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PROGRAMACIÓN.
TRANSFORMACIÓNES DEL EXTREMO ORIENTE DE 1886 A 1949.
UBICACIÓN Y SECUENCIACIÓN.
Bchillerato, 1º curso. Historia del mundo contemporáneo.
Apartado 2. Balance del siglo XIX hasta 1914. La evolución de EE UU y Japón. Apartado 3. La época de los grandes conflictos mundiales. La evolución de las relaciones internacionales en el periodo de entreguerras. El expansionismo japonés en Asia y alemán en Europa. La Segunda Guerra Mundial.
También podría estar en ESO, 2º ciclo.
Eje 2. Sociedades históricas y Cambio en el Tiempo.
Bloque 5. Cambio en el tiempo.
Apartado 3. Cambio social y revolución en la época contemporánea. Revolución industrial, desarrollo capitalista e imperialismo. Las grandes transformaciones y conflictos del siglo XX. Revoluciones, guerras mundiales y descolonización.
RELACIÓN CON TEMAS TRANSVERSALES.
Relación con el tema de la Educación para la Paz y de Educación Moral y Cívica.
TEMPORALIZACIÓN.
Seis sesiones de una hora.
1ª y 2ª Exposición del profesor sobre Japón, con cuestiones y realización de esquemas por los alumnos.
3ª y 4ª Exposición del profesor sobre China, con cuestiones y realización de esquemas por los alumnos.
5ª Exposición del profesor sobre Corea, de refuerzo y repaso; cuestiones y realización de esquemas, mapas y comentarios de textos.
6ª Refuerzo y repaso por el profesor; debate de grupo y síntesis.
Por la falta de tiempo los alumnos deberán hacer fuera de clase algunos esquemas, mapas, comentarios de textos y ampliación de información.
OBJETIVOS.
Conocer los procesos históricos de Japón, China y Corea.
Analizar las semejanzas y diferencias de estos procesos.
Comprender las causas del éxito de la modernización de Japón.
Comprender las causas del fracaso de la modernización de China.
Comprender el auge del nacionalismo en estos países.
Valorar la importancia de la paz y el diálogo para resolver los conflictos y los problemas sociales.
CONTENIDOS.
A) CONCEPTUALES.
Japón.
Los antecedentes de la primera mitad del s. XIX: el régimen feudal Togukawa, la intervención extranjera.
La revolución Meiji (1868-1912): la abolición del feudalismo, la modernización, las instituciones, las transformaciones económicas y sociales, la creación de un imperio.
La era Taisho (1912-1926): la intervención en la I Guerra Mundial, el aislamiento y el nacionalismo, el gobierno de los partidos.
La era Showa (1926-1989): el militarismo creciente y la “misión nacional”, la agresión contra China (1931, 1937-1945), la intervención en la II Guerra Mundial (1941-1945), la ocupación norteamericana (1945-1951), el “milagro japonés”.
China.
La crisis de la dinastía manchú (1850-1911).
La revolución (1911).
La dictadura de Yuan Chekai (1912-1916).
El periodo de los “señores de la guerra” (1916-1928).
El Kuomintang (1923-1928) y su gobierno en la China reunificada (1928-1937).
La guerra chino-japonesa (1937-1945).
La guerra civil (1946-1949).
Corea.
La crisis de la dinastía Koryo.
La ocupación japonesa (1910-1945).
La independencia y la división del país (1945-...).
B) PROCEDIMENTALES.
Tratamiento de la información: realización de esquemas del tema.
Explicación multicausal de los hechos históricos: en comentario de textos.
Indagación e investigación: recogida y análisis de datos en enciclopedias, manuales, monografías, artículos...
C) ACTITUDINALES.
Rigor crítico y curiosidad científica.
Tolerancia y solidaridad.
Desarrollar interés por otras civilizaciones.
Valorar la importancia de la paz y el diálogo para resolver los conflictos y los problemas sociales.
METODOLOGÍA.
Metodología expositiva y participativa activa.
MOTIVACIÓN.
Documental o fragmento de película sobre la represión japonesa en Nankín (1937).
ACTIVIDADES.
A) CON EL GRAN GRUPO.
Exposición por el profesor de la UD.
B) EN EQUIPOS DE TRABAJO.
Realización de una línea de tiempo sobre el proceso histórico de cada país.
Realización de un esquema de las reformas de la revolución Meiji.
Realización de cuatro mapas: sobre la expansión japonesa desde 1872 hasta 1941, sobre su intervención en la II Gue rra Mundial, sobre la evolución de China entre 1842 y 1911, sobre esta evolución entre 1911 y 1949.
Comentarios de textos sobre la revolución Meiji, la constitución japonesa de 1889, el nacionalismo japonés en los años 20 y 30, la guerra del opio (1840-1842), el programa de Sun Yatsen, el programa comunista de reforma agraria...
Debate en cada equipo sobre los modelos de desarrollo de Japón y China, sobre la conveniencia del expansionismo y las ventajas de la paz y del diálogo para resolver los conflictos.
C) INDIVIDUALES.
Realización de apuntes esquemáticos sobre la UD.
Participación en las actividades grupales.
Búsqueda individual de datos en la bibliografía, en deberes fuera de clase.
Contestar cuestiones en cuaderno de trabajo, con diálogo previo en grupo.
RECURSOS.
Presentación digital (o transparencias, diapositivas y mapas).
Libros de texto, manuales.
Fotocopias de textos para comentarios.
Cuadernos de apuntes, esquemas...
EVALUACIÓN.
Evaluación continua. Se hará especial hincapié en que se comprenda la relación entre los procesos de España y europeo.
Examen incluido en el de otras UD, con breves cuestiones y un comentario de texto.
RECUPERACIÓN.
Entrevista con los alumnos con inadecuado progreso.
Realización de actividades de refuerzo: esquemas, comentario de textos...
Examen de recuperación (junto a las otras UD).
Antonio Boix Pons, en Palma de Mallorca (1998 y 2011).
Antonio Boix Pons, en Palma de Mallorca (1998 y 2011).