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El medievalista José Enrique
Ruiz-Domènec (Granada, 1948), catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona,
fue discípulo de Georges Duby y Jacques Le Goff, cabezas de la prestigiosa École
des Annales, con la que comparte el interés por la historia cotidiana y de la
cultura. Ha sido profesor en París y otras universidades extrajeras, autor de numerosos
libros de referencia como Europa. Las
claves de su historia (2010) y un conocido divulgador como editor de “National
Geographic Historia”, desmontando falacias de los nacionalismos.
Viaje a la Edad Media. 49 minutos. Presentación de José Enrique Ruiz-Domènec.
José Enrique Ruiz-Domènec. Ciclo 'Pensar la Historia'. Cataluña
ante el reto del siglo XXI. El valor de la Historia (17-X-2018). Presentación: Andreu Jaume. 70 minutos.
Libros.
Ruiz-Domènec, J.-E. Europa. Las claves de su historia. RBA.
2010. 384 pp.
Ruiz-Domènec, J.-E. Informe sobre Cataluña. Una historia de
rebeldía (777-2017). Taurus. 2018. 266 pp. Entrevista de Altares, G. José Enrique Ruiz-Domènec. ‘La mayoría de
los catalanes nunca han sido antiespañoles’. “El País” Ideas 186 (9-XII-2018). [https://elpais.com/politica/2018/12/07]
La Comisión Europea vigila la norma de la LOPDGDD que en su disposición final tercera cambia el artículo 58 bis de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) y así permite a los partidos rastrear opiniones políticas para elaborar perfiles ideológicos durante las campañas electorales para enviarles propaganda. Unidos Podemos ha anunciado que lo recurrirá al TC.
‹‹Artículo 58 bis. Utilización de medios tecnológicos y datos personales
en las actividades electorales.
1. La recopilación de datos personales
relativos a las opiniones políticas de las personas que lleven a cabo los
partidos políticos en el marco de sus actividades electorales se encontrará
amparada en el interés público únicamente cuando se ofrezcan garantías
adecuadas.
2. Los partidos políticos, coaliciones y agrupaciones electorales
podrán utilizar datos personales obtenidos en páginas web y otras fuentes de
acceso público para la realización de actividades políticas durante el periodo
electoral.
3. El envío de propaganda electoral por medios electrónicos o
sistemas de mensajería y la contratación de propaganda electoral en redes
sociales o medios equivalentes no tendrán la consideración de actividad o
comunicación comercial.
4. Las actividades divulgativas anteriormente referidas
identificarán de modo destacado su naturaleza electoral.
5. Se facilitará al
destinatario un modo sencillo y gratuito de ejercicio del derecho de
oposición.»
El editorial Proteger los datos
personales [“El País” (8-XII-2018)] [https://elpais.com]
alerta de los riesgos de que los partidos accedan a las webs y redes sociales para
conocer las ideas de los ciudadanos.‹‹La nueva Ley de Protección de Datos y
Garantía de los Derechos Digitales, que ha entrado en vigor esta semana,
encierra una inquietante paradoja: la misma norma que vela por la privacidad de
los ciudadanos en el entorno online permite
a los partidos políticos recopilar sin autorización datos personales obtenidos
en páginas web y otras fuentes de acceso público para enviarles propaganda
electoral personalizada a través del correo electrónico o las redes sociales.
Estas actividades, según la ley, estarán amparadas en el interés público cuando
se ofrezcan garantías adecuadas, pero en ningún caso la norma detalla en qué
circunstancias rastrear los datos de los usuarios es de interés público ni
cuáles son las garantías bajo las cuales los partidos pueden husmear en la vida
electrónica de la gente.
La evolución tecnológica y la globalización han situado los datos
personales que circulan por Internet y las redes sociales en un lugar
preeminente. En una sociedad hiperconectada, donde una buena parte de las
relaciones laborales, sociales y personales están supeditadas a la Red, los
datos son una mercancía especialmente valiosa. Pero abrir la puerta a los
partidos para que puedan elaborar perfiles ideológicos, sin necesidad de que
recaben un consentimiento claro y expreso, no parece la mejor manera de
proteger los datos privados.
El hecho de que esta prerrogativa fuera incorporada a la ley a través de
una enmienda que apenas fue sometida a discusión, incrementa aún más los
temores. Toda regulación que afecta a un derecho fundamental —y la protección
de los datos personales lo es— debería requerir un debate profundo, sosegado y
transparente en el Parlamento. En esta ocasión, todos los grupos, a excepción
de Unidos Podemos, dieron el visto bueno definitivo a la ley en una sesión
meteórica en el Senado.
La Administración tiene la obligación de permitir la libre circulación de
los datos y también el deber de preservar su tratamiento para que la
información privada no sea usada de manera fraudulenta. Solo desde una cándida
ingenuidad se puede pensar que los partidos rastrearán las opiniones políticas
de los ciudadanos para conocer simplemente sus inquietudes sobre el transporte,
el calentamiento global o las becas. Se quiera o no reconocer, cabe el riesgo
de que los datos sean utilizados para manipular al electorado o para degradar
la vida democrática. El escándalo de Cambridge Analytica obliga a extremar las
precauciones.
Esta ley, que refuerza los derechos digitales, obedece a una normativa
comunitaria enfocada a garantizar que las personas tengan un control sobre sus
datos, su uso y su destino, pero para ello son necesarias salvaguardas
eficaces. La privacidad es un derecho que debe ser preservado en todo momento y
los partidos no pueden eludir esta obligación ni estar en una posición de
privilegio. Las autoridades independientes que velan por el cumplimiento de la
ley tendrán que activar los mecanismos de vigilancia y estar muy atentas ante
cualquier anomalía que los legisladores que aprobaron la norma parece que no
han calibrado en su justa medida.››
La protección de datos es tu derecho, conócelo. 4 minutos.
Noticias. Orden cronológico.
Gómez, Rosario G. La nueva ley de
protección de datos alarma a los expertos. “El País” (3-XII-2018).
Pascual,
M. G.; Rincón, R. La Agencia de Protección de Datos abre un frente con Bruselas.
“El País” (31-XII-2021). PSOE y PP pactaron la renovación antes del concurso
preceptivo.
Análisis y opiniones. Orden alfabético.
Editorial. Proteger los datos
personales. “El País” (8-XII-2018). Los riesgos de que los partidos accedan
a las webs y redes sociales para conocer las ideas de los ciudadanos.
Rallo Lombarte, Artemi. Ni Gran Hermano
ideológico ni ‘spam’ electoral masivo. “El País” (3-XII-2018). A favor del
58 bis de la LOREG.
Salmerón Silvera, José Luis. Un torrente
de información. “El País” (3-XII-2018). En contra del 58 bis de la LOREG.
El artículo Ostia, el gran puerto
de Roma[“National Geographic”
(XII-2018)] explica:
‹‹En la época de los emperadores
Julio-Claudios, Roma era una inmensa ciudad, de más de un millón de habitantes,
que absorbía la producción de todas las regiones del Imperio. Cada año llegaban a la Urbe miles de
toneladas de trigo, aceite y vinopara el consumo diario de los romanos; tejidos y metales para las
manufacturas, animales salvajes para los espectáculos de circo...
Todo ello representaba un trabajo de abastecimiento colosal, que se hacía
por tierra y, sobre todo, por mar. Tarea tanto más ardua cuanto que, para
absorber este comercio, la ciudad poseía únicamente un puerto fluvial en la
desembocadura del Tíber, junto a la antigua colonia de Ostia; un puerto de
pequeñas dimensiones y que, a causa de la estrechez y de la poca profundidad
del río, no podía acoger a los barcos de gran calado. Ello obligaba a trasvasar
las mercancías en alta mar a pequeños barcos auxiliares, operación que
ocasionaba a menudo naufragios; luego los navíos descargaban en Ostia o
remontaban los 35 kilómetros que separaban Roma de la costa. La otra opción era
descargar en Puteolum (Pozzuoli), cerca de Nápoles, y continuar el transporte
por tierra, a lo largo de 250 kilómetros.
La situación cambió en el año 42 dC, cuando el emperador Claudio hizo construir, a casi
cuatro kilómetros al norte de la colonia, dos muelles semicirculares en
los que pudieron fondear por vez primera los grandes navíos mercantes; un gran
faro ayudaba asimismo a la orientación de los pilotos. Pero el puerto de
Claudio, inaugurado durante el reinado de Nerón y conocido como Portus Augusti
Ostiensis, no fue suficiente para acabar con los naufragios. En 62 una
tempestad hundió dentro del puerto doscientas embarcaciones cargadas de trigo.
Por ello, en el año 113, en tiempos de Trajano, empezó a construirse un segundo
fondeadero, de forma hexagonal, más apartado de la costa y unido al precedente
y al Tíber por la Fosa de Trajano, el actual canal de Fiumicino.
La construcción de ambos puertos provocó una transformación radical de la
antigua colonia. Su población aumentó rápidamente, y su urbanismo se adaptó a
las necesidades derivadas de sus funciones portuarias. Ostia se convirtió en
una ciudad bulliciosa, habitada por una masa de trabajadores empleados en el
puerto, en la construcción o dedicados a la venta y manufactura de los
productos que llegaban de ultramar. Para
darles alojamiento, las antiguas casas unifamiliares de una sola planta, de
tradición republicana, fueron sustituidas por bloques de viviendas de ladrillo
de hasta cinco pisos de altura (insulae),
en los que la gente humilde podía alquilar minúsculos apartamentos. Hoy día
pueden observarse, conservados en excelente estado tras casi dos milenios de
historia, los primeros pisos de aquellas insulae
ostienses y las más de ochocientas tabernae
o talleres que se han identificado hasta el momento, dispuestas regularmente a
lo largo de las vías principales. Es, sin duda, uno de los paisajes
urbanísticos más espectaculares del mundo romano.
Las corporaciones de obreros.
En Ostia trabajaba un gran número de artesanos, que se agrupaban en
corporaciones, encargadas de defender los intereses de sus colegiados ante los
funcionarios públicos. Algunas eran muy numerosas; por ejemplo, la de los
carpinteros tenía más de 350 miembros a fines del siglo II d.C. Había también
fabricantes y vendedores de estopa y de cuerdas y armadores de barcos (fabri navales). Cada grupo desarrollaba
su actividad en un área propia, en la que se situaban las instalaciones
industriales, almacenes, oficinas y puntos de venta, así como apartamentos,
comedores comunales e incluso altares en los que rendir culto a sus divinidades
protectoras. Independientemente de los centros de trabajo, las asociaciones
profesionales contaban con sedes, llamadas scholae,
en las que se desarrollaban banquetes y reuniones periódicas.
Un edificio de oficinas de las scholae.
En el siglo II d.C., durante el gobierno
de los emperadores Adriano, Antonino Pío y Cómodo, surgieron en el área
septentrional de la ciudad gigantescos depósitos para almacenar el trigo y el
resto de mercancías que se transportarían a la Urbe. Denominados en latín horrea, consistían en un conjunto de
estrechos almacenes de planta rectangular, dispuestos en torno a un patio
porticado, con robustas paredes de piedra reforzadas con contrafuertes y con
suelos levantados sobre pilares de ladrillo, que garantizaban la conservación
de los productos almacenados.
El intenso tráfico de barcos y de mercancías procedentes de todo el
Mediterráneo hacía confluir en Ostia a un gran número de obreros que se
empleaban en el puerto. Se contaban cientos de estibadores –llamados saccarii en referencia a su trabajo de
carga y descarga de sacos en el puerto–, así como pregoneros para la venta al
por mayor o buceadores profesionales llamados urinarii, expertos en el rescate de cargamentos sumergidos y
dedicados también a la limpieza de pozos, cisternas y alcantarillas, de donde
tomaban su nombre.
El puerto contaba asimismo con su cuota de funcionarios. Algunos, de la
clase ecuestre, se encargaban de contratar la importación de las mercancías con
los mercaderes y con propietarios de barcos (navicularii). Había un responsable del abastecimiento de grano,
llamado procurator annonae, en cuya
oficina trabajaban varios secretarios encargados de registrar las mercancías y
los pagos efectuados sobre tablas enceradas (de ahí su nombre, tabularii).
Otros funcionarios se encargaban del abastecimiento de aceite (procurator ad
oleum) y de la importación de animales para los juegos del anfiteatro, como
elefantes y camellos (llamados respectivamente procurator ad elephantos y praepositus
camellorum). Los mensores tenían como tarea controlar el peso y
la calidad de los productos. Un escuadrón de bomberos, los vigiles,
ejercía a la vez de policía urbana.
Los bajos fondos de Ostia.
Una taberna y una insula de Ostia.
Como en todos los puertos, en Ostia había también muchos extranjeros y
ciudadanos de paso en espera de una nave en la que zarpar o de un carro que los
condujese a la cercana Roma. Se alojaban en hospederías o cauponae y frecuentaban mesones y bares llamados popinae, en los que se reunía la gente
de peor calaña de la ciudad, tal como describe Juvenal en su Sátira VIII: “Manda, emperador, manda un
enviado a Ostia y haz que busque a tu gobernador en alguna gran hospedería. Lo
encontrarás borracho, tirado junto a un sicario, confundido entre los
marineros, los ladrones y los esclavos fugitivos, en medio de los siervos del
verdugo y los fabricantes de ataúdes baratos o los címbalos mudos de un
invertido sacerdote de Cibeles”. Se cree que en estos locales también había
prostitutas, ya que en Ostia no se ha localizado aún ningún burdel.
Teatro de Ostia.
En los momentos de ocio, los ostienses podían disfrutar de los
espectáculos que se celebraban en el teatro que Agripa, yerno de Augusto, había
mandado construir a finales del siglo I aC y que Cómodo reconstruyó y amplió,
hasta alcanzar un aforo de 4.000 espectadores. Es probable que en él también
tuvieran lugar luchas de gladiadores y cacerías de animales, además de mimos y
pantomimas.
Placeres y devoción.
Baño termal.
A finales del siglo II dC Ostia contaba con tres establecimientos
termales. El más antiguo, construido por Trajano, estaba junto a la Puerta
Marina; las termas de Neptuno, construidas por liberalidad de Adriano, estaban
situadas en el barrio oriental, y el complejo termal más reciente y suntuoso,
sufragado por el prefecto del pretorio de Antonino Pío, se erigió en el centro,
junto al foro. Todos ellos ofrecían, por un módico precio, letrinas, saunas,
gimnasios y piscinas de agua caliente, templada y fría. Cabe señalar también el
gran número de templos que se alzaban en la ciudad, consagrados tanto a las
divinidades tradicionales romanas como a dioses extranjeros. En el foro, la plaza
principal de Ostia, Adriano mandó erigir el Capitolium,
un imponente templo de veinte metros de altura en el que se veneraba la Tríada
Capitolina, formada por los dioses Júpiter, Juno y Minerva.
La reutilización medieval de los muros de la ciudad.
Sin embargo, desde finales del siglo III
Ostia se hundió en un imparable declive. Mientras la actividad portuaria se
concentraba en la vecina ciudad de Portus, el brazo del Tíber que pasaba por
Ostia se colmató de arena y se volvió impracticable. En poco tiempo, la
población de Ostia disminuyó y los negocios empezaron a cerrarse. Fue abandonada en la Edad Media y durante el Renacimiento sus ruinas
fueron saqueadas en busca de materiales de construcción. Sólo a finales del
siglo XVIII los arqueólogos rescataron aquella ciudad olvidada, cuyos edificios
y calles evocan magníficamente, como los de Pompeya, la vida diaria de los
romanos de la Antigüedad.››
Ciudades de la
Antigüedad Mediterránea. Un paseo por Ostia Antica. Conferencia de José María Luzón.Fundación
Juan March. 1:02:07. [https://www.youtube.com/watch?v=qdhHM-A4amU]
Libros.
Johnston, Harold
W. La vida en la antigua Roma.
Alianza. Madrid. 2010. 440 pp.
Pavolini, Carlo. La vita quotidiana a Ostia. Laterza.
Roma. 2010. 304 pp.
Artículos.
Redacción. Ostia, el gran puerto de
Roma. “National Geographic” (XII-2018). [https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/ostia] Situada a 35 kilómetros de Roma, en
la desembocadura del río Tíber, Ostia se convirtió en la principal vía de
entrada a la capital cundo el emperador Claudio construyó un gran puerto en el 42 dC y lo ampliara Trajano en el 113.