Dosier: La reforma del sistema autonómico.
El federalismo.
Mapas de las Comunidades Autónomas y Diputaciones (no hay en las autonomías uniprovinciales y los dos archipiélagos).
El Estado autonómico español ha funcionado con éxito desde
1978, siendo un modelo de organización político-territorial eficiente en
general, sobre todo en la gestión de los servicios públicos, aunque haya
sufrido en varias autonomías graves problemas políticos y económicos, en
especial casos de corrupción o ineficiencia en la gestión con inversiones
absurdas, pero no son más graves que los problemas que generaba el sistema
centralista anterior.
La cuestión de su reforma vuela permanentemente sobre la vida
política española, con varias propuestas de difícil encaje: una
recentralización de parte de los servicios, una profundización federal o
incluso confederal, y en el extremo se llega a la independencia en los casos del País Vasco y
Cataluña.
La más estimada en las encuestas es la federal, defendida por
el PSOE, Unió Democràtica de Catalunya y otros partidos moderados, que
pretenden mantener la convivencia de las naciones y regiones de España en un
proyecto común. Es también la solución preferida por los técnicos en
politología. Pero su racionalidad no significa que se abra paso sin más.
Las propuestas de reforma más evidentes confluyen en:
-
Reformar el Senado para convertirlo en una eficaz Cámara de representación
territorial de nacionalidades y regiones.
- Reformar el Poder Judicial para adecuarlo a la estructura
descentralizada del Estado federal y mejorar el servicio público de la
Administración de justicia.
- Impulsar los instrumentos de colaboración y cooperación
para reforzar las instituciones de reunión del Gobierno central y los
presidentes y consejeros de las CCAA, que aborden de manera compartida y
eficiente los problemas comunes.
- Clarificar y consolidar el sistema de distribución
competencial para conseguir el equilibrio entre un autogobierno autonómico
eficaz y un Gobierno central en el que comparta el interés general de España.
- Afirmar en la Constitución una autonomía local como
comunidad política democrática más cercana al ciudadano.
- Reformar el sistema de financiación, estableciendo en la
Constitución los principios de suficiencia, corresponsabilidad, coordinación,
solidaridad, equidad, ordinalidad y estabilidad.
- Negociar las cuestiones del sistema de concierto vasco, del
convenio navarro y el régimen especial canario, singularidades que no deben
fracturar la sostenibilidad del sistema general.
El federalismo.
Nicolás Sartorius explica ¿Por qué
una solución federal? [“El País” (27-XI-2014):
‹‹Se podrá sostener que hay cuestiones más urgentes que la
reforma territorial de nuestro Estado: el paro, la pobreza infantil, la
desigualdad creciente, la corrupción, etcétera. Tampoco se trata de la única
reforma de la Constitución que debemos abordar. Sin embargo, es bastante
evidente el agotamiento del modelo territorial que aprobamos en 1978. La crisis
catalana es su manifestación más aguda y grave, pero no es la única. El
descontento, por diferentes motivos, es general y, en cualquier caso, es un problema
de España y como tal lo debemos encarar.
Además, el inmovilismo del Gobierno y el independentismo de
los nacionalistas nos puede llevar al desastre. Han transcurrido 36 años desde
1978 y es hora de poner al día nuestro sistema democrático con esta y otras
reformas. No se trataría de un proceso constituyente ni de buscar un apaño al
tema catalán. Necesitamos una reforma seria y consensuada de la actual
Constitución, en la que también la mayoría de los catalanes se encontrasen
potenciados.
—En mi opinión, la estructura federal es la culminación
natural y lógica del Estado de las autonomías. Es el modelo que mejor garantiza
un destino común, basado en la solidaridad y la lealtad, por medio de la
cooperación y el respeto a las diferentes particularidades de nuestra sociedad.
El reciente referendo escocés y todas las encuestas propias demuestran que la
mayoría de la ciudadanía no está ni por el inmovilismo ni por la ruptura, sino
por una tercera vía que en España se llama federalismo.
—Se sostiene que el Estado de las autonomías es, en la
práctica, una federación. No es mi opinión. No hay un reconocimiento acabado de
las plurales identidades; el reparto de las competencias es confuso, no está
claro “quién hace qué”, lo que conduce a múltiples conflictos; no tenemos un
sistema constitucional de reparto del poder preciso y sólido; el actual Senado
es inoperante, mientras que una Cámara de las Comunidades políticas tendría
capacidad legislativa plena en ciertas materias y sería instrumento de
participación en los asuntos europeos. La financiación no está prácticamente
expresada en la Constitución: se deja al albur de los compromisos electorales y
es motivo de insatisfacción general.
—Se objeta que una España federal no contentaría a los
independentistas y, entonces, ¿para qué cambiar? No se debe hacer la reforma
para dar ventajas a nadie o para calmar descontentos particulares. El
nacionalista encastillado nunca se contentará, pero sí podemos ampliar mucho la
base de apoyo de los que quieren una solución razonable a un problema real y
hoy no ven una propuesta alternativa que dé respuesta a sus aspiraciones. En
este sentido, habría que abordar dos procesos de decisión. La reforma de la
Constitución sería votada por el conjunto de los ciudadanos y la subsiguiente
reforma de los Estatutos refrendada en cada una de las comunidades.
—El presidente del Gobierno ha solicitado que se detalle la
reforma, pues sostiene que no hay consenso en este momento. Es menester conocer
que el consenso es un punto de llegada y no un punto de partida. En el pasado,
alcanzamos acuerdos en temas más difíciles. Las propuestas de cada uno deben
ser el objeto del diálogo, la negociación, la transacción y el pacto. Y el
resultado dependerá de muchas cosas, las principales serán la relación de
fuerzas y la fuerza de las razones. No partimos de cero. Se trata de
desarrollar, completar, ordenar y transformar el actual sistema territorial en
uno de naturaleza federal.
—El Estado federal no es ningún artificio u ocurrencia, sino
que su concepción está imbricada en nuestra tradición democrática. Hoy la
situación está madura para una estructura federal, que no obedece a ningún
principio ideológico, de izquierda o de derecha, al tratarse de un instrumento
útil de organización y distribución del poder que garantice la unidad en la
diversidad de nuestra convivencia futura.
Estoy convencido de que seguir caminando juntos no solo es lo
más conveniente sino también lo más solidario y, en consecuencia, lo más
democrático. Porque entre la inmensa mayoría de los ciudadanos anida un
sentimiento de estima mutua, de pertenencia común y porque esta democracia que
tenemos —necesitada de renovación— es el resultado de una lucha en común, de
haber sido perseguidos juntos, de haberla conquistado hermanados; y nadie
debería conseguir dividirnos.
Así
que en algún momento, más pronto que tarde, deberían sentarse las fuerzas
políticas a practicar las cinco fases de la sabiduría política: dialogar entre
ellas, debatir con los ciudadanos, negociar, transar, pactar y someter al
conjunto de la ciudadanía una reforma de la Constitución que dé un nuevo
impulso y abra un nuevo tiempo en el devenir de España. Entre estas reformas,
la solución federal debe encontrar su asiento.››
Rafa De Miguel, en ¿Nación federal o federación de
naciones? [“El País” (30-XI-2016)] resume el proceso autonómico hasta
hoy así como los retos del futuro:
‹‹(…) Los constituyentes de
1978 quisieron dar respuesta a las demandas frustradas de un mayor
autogobierno en territorios históricos como Cataluña, el País Vasco, y en menor
medida Navarra y Galicia. Diseñaron un sistema abierto que diferenciaba
“regiones y nacionalidades”—el eufemismo más cercano al término tabú: nación— ,
con la intención en primer término de que fueran estas comunidades las que
recuperaran el régimen estatutario desarrollado durante la Segunda República y
que frustró de raíz la Guerra Civil y los siguientes cuarenta años de
franquismo.
No iba a ser
posible mantener esa diferencia. Encabezado por los partidos de izquierda —el
PSOE en primer término—, un fuerte movimiento popular impulsó el acceso de
Andalucía a la autonomía plena, por la vía rápida y a través de un referéndum
(1980) que los partidos de derecha intentaron sin éxito despreciar y combatir.
(…) comenzó un
proceso de armonización de competencias por arriba de todas las comunidades.
Pactos posteriores y reformas sucesivas de los estatutos han creado 17
comunidades autónomas con competencias muy similares a las de los miembros de
un Estado federal: sanidad, educación e impuestos, fundamentalmente.
Dos son los problemas a los que
hace hoy frente el diseño territorial de España, y el nudo gordiano solo se
deshará si se consigue dar con una solución común a aspiraciones que, en un
principio, parecen irreconciliables. Por un lado, son cada vez más las voces
académicas y políticas que reclaman cerrar ya una estructura que, por su
naturaleza, ha sido permanentemente expansiva.
El PSOE ha sido el partido que ha
llegado más lejos en su propuesta. En la Declaración de Granada, de julio de
2013, desarrollada más adelante en una propuesta de reforma constitucional,
propone “avanzar hacia el federalismo con todas sus consecuencias”. En ningún
momento, en una omisión consciente, se habla de Estado federal. Las palabras
las carga el diablo, y el recuerdo del desastre federal que trajo la Primera
República sigue muy presente. Se persigue así el esquema pero se evita el
término. La propuesta aborda los asuntos pendientes del Estado de las
autonomías: poner nombre en el texto constitucional a cada comunidad autónoma,
“desarrollar los mecanismos de cooperación institucional” entre el Gobierno
central y las distintas autonomías (el reclamado principio de lealtad federal),
convertir el Senado en la verdadera Cámara territorial que no ha sido, lograr
una financiación autonómica suficiente, justa y solidaria, y “respetar las
identidades diferenciadas dentro de España”.
Y junto a todo eso, el rechazo al
resurgido “derecho a decidir” reclamado en Cataluña y latente en el País Vasco.
Un término que, desde el lado opuesto, se identifica como un derecho de
autodeterminación camuflado que solo correspondería, en derecho internacional,
a las antiguas colonias, y que desde el soberanismo catalán se defiende como la
expresión última de un principio que, afirman, prevalece sobre la propia ley:
el principio democrático. “Autodeterminación interna, sí; autodeterminación
externa, no”, afirma Gregorio Cámara, catedrático de Derecho Constitucional por
la Universidad de Granada, diputado socialista y uno de los redactores de la
propuesta de reforma constitucional del PSOE.
“Las comunidades autónomas deben
ser capaces de adoptar decisiones internas, pero por los cauces legales. En el
llamado derecho a decidir está en juego la soberanía, que según establece la
Constitución reside únicamente en el pueblo español”, sostiene Cámara.
El problema reside en que la
solución federalista, con su carga igualitaria, no gusta a nacionalistas ni
independentistas, que en el caso de Cataluña han renunciado a la vía
estatutaria y persiguen la secesión. El Tribunal Constitucional, que
sistemáticamente ha tumbado sus intentos, ha marcado también el camino para que
se pudiera llevar a cabo una consulta popular sobre la independencia: la
reforma constitucional a través del camino diseñado por la propia Ley
Fundamental, que permite la defensa de cualquier opción, “incluyendo las que
pretendan para una determinada colectividad la condición de comunidad
nacional”.
Algunos constitucionalistas, como
Miguel Herrero de Miñón, rechazan la solución federal. “No contentaría a nadie
ni solucionaría el problema”, afirma. Defiende más bien que se dé finalmente a
Cataluña, a través de una Disposición Adicional en el texto constitucional, el
reconocimiento especial que reclama. El guardián de las esencias, el Tribunal
Constitucional, puso el dedo en la llaga en una de sus primeras sentencias
contrarias al proceso soberanista: corresponde a este órgano asegurar que se
respeta el orden constitucional, pero son “los poderes públicos y muy
especialmente los poderes territoriales que conforman nuestro Estado autonómico
quienes están llamados a resolver mediante el diálogo y la cooperación los
problemas que se desenvuelven en este ámbito”.
Y diálogo, coinciden todos los protagonistas de este debate, es lo
único que ha faltado.››
Fuentes.
Libros.
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Noticias. Orden
cronológico.
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Gobierno abre la puerta a la privatización de las televisiones autonómicas. “El
País” (14-I-2012) 12.
Rivas, J.; Manetto,
F. El Gobierno se enfrenta al nacionalismo. “El País” (9-X-2012)
10-11.
Pérez, F. J. Expertos juristas
plantean una reforma federal de la Constitución. “El País” (21-XI-2017).
Análisis y opiniones. Orden alfabético.
Aja, Eliseo; Montilla, J. A.; García Roca, J. Reformar el Estado
autonómico. “El País” (20-II-2015) 27-28.
Casqueiro, Javier. Eliseo Aja / Director del
Foro de las Autonomías. ‘El sistema ya no funciona bien, hay que ajustarlo’.
“El País” (30-III-2019). Catedrático de Derecho Constitucional y director del
Foro de las Autonomías (una treintena de expertos) desde 1989, considera
inevitable una reforma de la Constitución.
Alcaide, Carmen. Reformar la organización territorial. “El
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De Blas Guerrero, Andrés. La España plurinacional. “El País”
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Fradera, Josep Maria; Núñez Seixas, Xosé M.; Portillo Valdés, José
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tres catedráticos de Derecho Constitucional piden imaginación para responder al
malestar en Cataluña, con una reforma federal.
García Fernández, J. No hay modernización sin reforma. “El
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Garea, Fernando. El independentismo roza el récord. “El País”
(23-X-2012) 14-15. Las elecciones en Euskadi y Galicia refuerzan a los
independentistas.
Jáuregui, Ramón. Volver a Granada. “El País” (3-VI-2020). Defiende la vigencia de la propuesta federal de la Conferencia Política del partido socialista en 2013.
Juliá, Santos. La crisis del Estado de las autonomías. “El
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Juliá, Santos. Apenas quedan ya regiones en España. “El País”
(6-XI-2017). Las autonomías han despertado ideas nacionalistas (o afines) en
casi todas las regiones.
Lapuente, Víctor. Por un reino federal de taifas. “El País”
(4-XII-2012) 33. Propone que cada CA tenga mayor autonomía legal y fiscal para
aplicar políticas económicas distintas, de modo competitivo, como el ejemplo
chino.
León, Sandra. Qué hacer (y deshacer) en el modelo. “El
País” (30-XI-2016).
López Basaguren, Alberto. El dilema Gladstone. “El País”
(20-VI-2019). Por una reforma del sistema autonómico con consenso y sin
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Maíz, Ramón. Las razones del federalismo. “El País”
(17-X-2012) 33. La opción federal es la más adecuada para España.
Marimón, Ramón. Por una descentralización creíble. “El País”
(23-III-2017).
Monés, María Antonia; Colldeforns, Montserrat. Aprendiendo de la gran recesión. “El País” (7-V-2020). Hay que reformar el sistema de financiación en un sentido federalista.
Moreno Luzón, Javier. Todos
quieren café. “El País” (25-IX-2014) 37. La reforma que se haga para
Cataluña la demandarán otras autonomías, por lo que urge una solución federal.
Muñoz Machado, Santiago. Consensuar una gran reforma. “El
País” (30-XI-2016).
Orriols, Lluís. Cataluña y España, cada vez más lejos. “El
País” (26-IX-2013) 27-28. Retroceden en España los partidarios de las
autonomías: hasta un 30% desea que desaparezcan. En cambio, se intensifica el
soberanismo en Cataluña y País Vasco.
Pau i Vall, Francesc. Las insuficiencias del Estado autonómico.
“El País” Cataluña (8-I-2016) 2.
Pérez Oliva, Milagros. Barcelona cocapital, un artefacto con futuro. “El País” (16-II-2020). Hay que repartir el poder y la capitalidad con Barcelona y el resto de las ciudades importantes.
Pérez Viejo, Tomás. Un proyecto para España. “El País”
(30-IX-2014) 35. Falta un proyecto nacional común para España.
Queralt, Argelia. Entendimiento territorial. “El País”
(14-VI-2018). El nuevo Gobierno es una oportunidad para un nuevo modelo
de política territorial.
Rey, Fernando. ¿Por qué cambiar algo que funciona? “El
País” (28-XI-2012) 33. El autor alaba el Estado autonómico actual, aunque hay
que reformar la Constitución para mejorarlo, sin llegar a un Estado federal,
pues las autonomías ya tienen más competencias que muchos Estados federales de
nuestro entorno.
Ruiz Soroa, José María. Deriva a la confederación. “El
País” (7-XII-2016).
Sartorius, Nicolás. ¿Por qué una solución federal? “El
País” (27-XI-2014) 37.
Sartorius, N. Por qué un federalismo social. “El País”
(29-I-2019). Por una reforma constitucional hacia el federalismo y el Estado de
bienestar.
Savater, Fernando. Hacerse el loco. “El País” (13-XI-2012)
31-32. Critica el independentismo.
Sotelo, Ignacio. La superación del Estado de las autonomías.
“El País” (5-X-2012) 33-34.
Torreblanca, José Ignacio. Qué cambiar, qué mantener. “El
País” (21-XI-2012).
Vidal-Folch, Xavier. Centralismo, nunca jamás. “El País”
(1-XI-2012) 23.