Macarena Vidal Liy en Una Corea del Norte más nuclear pero aislada [“El País” (18-XII-2021) / https://elpais.com/internacional/2021-12-17/diez-anos-de-kim-jong-un-una-corea-del-norte-mas-nuclear-pero-aislada.html. resumía el primer decenio en el poder de Kim Jong-un.
‹‹Pocos apostaban por él cuando el 19 de
diciembre de 2011 la locutora de la televisión norcoreana Ri Chun-hee, vestida
completamente de negro, anunció entre sollozos al mundo la muerte de Kim
Jong-il, ocurrida dos días antes. Kim Jong-un, el hijo menor y sucesor del
Querido Líder de Corea del Norte, era un casi completo desconocido, (…).
Una década más tarde,
Kim Jong-un ha demostrado ser mucho más que la caricatura con la que a menudo
se le retrata en Occidente: un sanguinario tirano obeso y obsesionado con las
armas nucleares. El tercer líder supremo de la dinastía Kim dirige con firmeza
su país, donde ha impreso su propio estilo de mando: campechano cuando quiere,
despiadado cuando le hace falta. Muy distinto, en todo caso, al de su padre,
marcado por el terror a que la caída de la Unión Soviética pudiera repetirse en
su régimen.
Con él al frente,
Corea del Norte ha conseguido completar su programa nuclear. Ha restablecido
los lazos con su antiguo aliado, China, de la que se había distanciado. Pero su
precaria economía, tras unos años de crecimiento y relativa modernización,
vuelve a tambalearse bajo el peso de las sanciones internacionales y la
pandemia de covid. Y los derechos humanos continúan sufriendo horrendas
violaciones. (…)
Su primer golpe sobre
la mesa, y la demostración de que el joven no iba a ser una marioneta, llegó en
2013, cuando ordenó la detención, muy pública, de su tío en una asamblea del
Partido de los Trabajadores y su posterior ejecución. Se deshacía así de un
peligroso rival, a costa de enfriar durante años su relación con China, el país
vecino y principal socio económico, con el que Jang mantenía excelentes
relaciones.
El segundo golpe,
igualmente cruel, llegaría cuatro años más tarde, en plena escalada de tensión
con Estados Unidos, y también tendría como protagonista a un miembro de su
familia que podía hacerle sombra: su hermano mayor Kim Jong-nam, al que mandó
matar con gas nervioso en el aeropuerto de Kuala Lumpur en febrero de 2017.
El joven Kim ha hecho
uso de un extenso aparato de propaganda para cimentar su liderazgo y proyectar
su imagen al mismo nivel que el de su padre y, sobre todo, de su abuelo Kim
Il-sung, el fundador del régimen. “Su imagen pública se basó en Kim Il-sung, al
menos los primeros años. Se vestía de manera parecida, pronunciaba frases
similares en sus discursos, acudía a los actos públicos acompañado de su esposa
(Ri Sol-ju), como hacía su abuelo”, apunta Rachel Minyoung Lee, del centro
Stimson. “Pero creó su propia marca”. Una marca, según Lee, caracterizada por
su disposición a delegar en otros (…)Y por su pragmatismo: “Está claro que a
Kim Jong-un le preocupan más los resultados que la ideología o las palabras”. A
diferencia de sus predecesores, el joven líder supremo admite en público la
existencia de problemas. (…)
El menor de los
líderes Kim ha optado, además, por apoyarse menos en las Fuerzas Armadas, que
“no pueden defender y sustentar efectivamente las reformas económicas”, según
Carlin, y más en el Partido de los Trabajadores de Corea. Si su padre proclamó
el principio songun, o las Fuerzas Armadas primero, desde 2013 él
ha aplicado la estrategia byungjin, o desarrollo simultáneo del
programa de armamento nuclear y la economía.
Aunque en Occidente
se le asocia, principalmente, a su programa nuclear y a sus numerosas pruebas
de misiles, desde el comienzo de su mandato Kim ha hecho de la economía una de
sus grandes prioridades. Inició apenas llegado al poder una incipiente reforma
agraria, dio una mayor autonomía a las empresas y granjas para tomar decisiones
y facilitó la actividad público-privada. Bajo su mandato han florecido
los jangmadang, los mercados informales que surgieron durante la
hambruna de los años noventa.
En Pyongyang, la
capital reservada para los privilegiados del régimen, a lo largo de estos 10
años han surgido nuevos complejos de viviendas de diseño futurista, parques
acuáticos, centros de esparcimiento; hasta un delfinario. Los móviles se
hicieron frecuentes; se multiplicaron los taxis. Jóvenes de las elites se
acostumbraron a tomar capuchinos en alguna de las cafeterías que abrieron en el
centro de la ciudad. Para 2016, Corea del Sur calculaba que el Norte había
alcanzado crecimientos del 4%, el mayor en dos décadas.
Con ese modelo
aspiraba a garantizarse el respaldo de una población que, aunque con enormes
limitaciones, está cada vez más informada sobre lo que ocurre fuera del país y
las escenas de prosperidad en China o Corea del Sur, bien a través de sus
conexiones con el poder o bien mediante contactos a través de la frontera que
pasan productos culturales surcoreanos de contrabando.
Pero el desarrollo se
topó con un fuerte obstáculo: “El país alcanzó la capacidad de Estado nuclear y
tuvo que enfrentarse a sanciones”, puntualiza Yang Un-chul, del Instituto
Sejong en Seúl. En 2017, a medida que escalaba la tensión entre Washington y
Pyongyang y el régimen norcoreano convertía sus pruebas de misiles en un evento
casi semanal, la ONU imponía tres nuevas rondas de sanciones contra Corea del
Norte.
A finales de ese año,
el país completó con éxito su primera prueba de una bomba de hidrógeno, con una
potencia de 160 kilotones, y de un misil intercontinental. Kim Jong-un
declaraba completado el programa nuclear de su país, la gran ambición que su
padre y su abuelo no llegaron a ver.
2018 fue el año de la
diplomacia para su régimen. Un primer acercamiento al Gobierno de Moon Jae-in
en Corea del Sur, facilitado por la celebración de los Juegos de invierno, dio
lugar a tres cumbres intercoreanas en apenas medio año. Y al primer encuentro
cara a cara entre un líder norcoreano y un presidente de Estados Unidos, el
impredecible Donald Trump. Si solo meses atrás Kim intercambiaba con él
insultos de lo más colorido (“hombre cohete”, increpaba el norteamericano;
“viejo chocho”, replicaba el norcoreano), el histriónico inquilino de la Casa Blanca
llegaba a asegurar entonces: “Nos hemos enamorado”.
Pero aquel encuentro
en Singapur, que Washington esperaba que condujera a un proceso para
desnuclearizar Corea del Norte, resultó una oportunidad perdida. La vaga
declaración de intenciones resultante no se tradujo en hechos concretos. (…)
Desde entonces, las
negociaciones entre la primera potencia del mundo y la diminuta potencia
nuclear permanecen en barbecho. La Administración estadounidense de Joe Biden
no ha mostrado gran interés en recuperarlas.
Y la economía norcoreana
ha acusado los golpes. Múltiples. Las sanciones internacionales han agravado su
aislamiento, en el que China se perfila como la principal excepción. Varios
tifones, resultado del cambio climático, han destruido sus cosechas y dañado
sus infraestructuras. La pandemia hizo que el país mantenga sus fronteras
completamente cerradas desde hace casi dos años completos. Ello le ha permitido
mantener en cero, al menos de manera oficial, el número de contagios de covid
dentro de su territorio, pero también ha devastado el poco comercio exterior
existente y ha bloqueado la entrada de divisas. El banco central surcoreano
calcula que la economía del Norte se contrajo en un 4,5% interanual en 2020.
Pese a los desafíos,
es improbable que Kim Jong-un cambie de rumbo. El líder norcoreano considera el
programa nuclear el seguro de vida de su régimen, que le protege de ataques del
exterior. Si se deshace de él —teme—, podría acabar como Sadam Husein o Muamar
el Gadafi. “Sus armas nucleares son demasiado preciosas como para deshacerse de
ellas fácilmente”, según Park Jong-chul, de la Universidad Daejeong surcoreana.
Ello implica que
continuarán las sanciones en el futuro previsible. (…) mantiene su férreo
control sobre el país, sin indicios de desafío a su poder. Sin un heredero
perceptible ―sus hijos son aún muy pequeños―, a sus 37 años aún afronta décadas
de mando por delante.››
Martínez Ahrens, J. Corea del Norte desafía a Trump al disparar un nuevo misil balístico. “El País” (29-XI-2017).
Vidal Liy, M. Una Corea del Norte más nuclear pero aislada. “El País” (18-XII-2021). Un resumen de los 10 años de mandato de Kim Jong-un, que se ha consolidado en el poder.
Vidal Liy, M. Corea del Norte lanza el primer misil intercontinental en cinco años. “El País” (25-III-2022).
Bonet, Inma. Corea del Norte lanza misiles con capacidad nuclear táctica en el mar de Japón. “El País” (14-X-2022).
Abril, G.; Bonet, I. Corea del Norte renuncia a la reunificación pacífica con el Sur. “El País” (18-I-2024). Si hay una guerra pretende anexionarse Corea del Sur.
Abril,
G. Putin y Kim Jon-un sellan un pacto que
incñuye la defensa mutua por agresión. “El País” (20-VI-2024).
Análisis y opinión.
Abril, Guillermo; Torralba, Carlos. El frenesí armamentístico de Corea del Norte. “El País” (2-XII-2022). Kim Jong-un ha lanzado en 2022 casi 70 misiles, más del doble que los disparados por su padre y su abuelo en decenios.
Bassets, Ll. Si usted tiene una bomba atómica. “El País” (12-I-2020). El ataque de Trump a la cúpula militar iraní acaba de convencer a Corea del Norte y a otros de que poseer armas atómicas es un seguro de vida.
Editorial. El chantaje de los misiles. “El País” (14-X-2022). Rusia y Corea
del Norte usan sus armas atómicas para amenazar a sus vecinos, vulnerando las
leyes internacionales y poniendo en peligro la paz en el mundo.
Editorial. Belicismo norcoreano. “El País” (5-XII-2022).
Vidal Liy, M. Una Corea del Norte
más nuclear pero aislada.
“El País” (18-XII-2021). Un resumen de los 10 años de mandato de Kim Jong-un,
que se ha consolidado en el poder.
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